Mayo de 2010

La idea de viajar en el tiempo –ya sea hacia atrás o hacia el futuro –hace tiempo que ha intrigado a científicos y escritores de ciencia-ficción. No satisfecha con el mundo que ha sido creado, la imaginación humana puede soñar todo tipo de escenarios que nos transportan de vuelta al pasado con la esperanza de comprender o corregir el futuro; o nos impulsa hacia el futuro para que podamos ver cómo las decisiones que tomamos hoy pueden tener consecuencias buenas o malas.

En la película El Planeta de los Simios, por ejemplo, la tripulación de una nave espacial fue accidentalmente impulsada hacia delante en el tiempo y después de hacer un aterrizaje de emergencia sobre un planeta, descubrieron que estaban de vuelta en la Tierra. Pero para su horror, al final de la película, encontraron que la raza humana había sido aparentemente aniquilada por una guerra nuclear mundial, dejando solamente una especie de simios inteligentes para continuar evolucionando. El mensaje era que nuestras decisiones y acciones a veces tienen consecuencias impensables.

Muchos autores han escrito sobre el tema del tiempo. H.G. Wells escribió La Máquina del Tiempo; George Orwell proyectó un futuro muy negro en 1984; y Mark Twain escribió un clásico antiguo, Un Yanqui de Connecticut en la Corte del Rey Arturo. Centenares de películas y programas de televisión continúan entreteniendo audiencias alrededor del tema de viajar en el tiempo.

La comunidad científica también está intrigada con el concepto de tiempo y espacio. Se han presentado muchas teorías para intentar explicar cómo podría ser posible viajar hacia atrás en el tiempo. Pero todavía no hay evidencia empírica o experimental que sugiera que viajar en el tiempo es ni siquiera posible. Stephen Hawking, el científico británico, una vez sugirió que la ausencia de turistas desde el futuro constituye un fuerte argumento contra la existencia de viajes en el tiempo; todavía no ha sido construida ninguna máquina del tiempo, de forma que el turista del futuro no puede llegar hasta aquí, hacia atrás en el tiempo.

Esperanzadoramente, las futuras generaciones de científicos estarán un poquito más iluminadas de lo que lo están hoy. Mientras los seres humanos, y los científicos en particular, estén encerrados en este mundo material tridimensional, continuarán luchando con sus teorías y fórmulas matemáticas en su reto de comprender y explicar la verdadera naturaleza del universo. Y para esta profundidad de comprensión, uno necesita mirar más allá de las tres dimensiones.

La sabiduría eterna ofrece una visión alternativa. Otra palabra para tiempo puede ser evolución. Todas las especies en este planeta –mineral, vegetal, animal y humana- están constantemente evolucionando y cambiando. La conciencia a todos los niveles, en todos los reinos, se está desplegando lentamente, dando la impresión en la conciencia de nuestro cerebro humano de que el tiempo es lineal, durando billones de años. Pero la evolución es una Ley universal. Cuando esta Ley espiritual afecta al mundo de la materia, se mueve en grandes ciclos de inspiración y espiración, no en minutos, días, años, etc. Ciclo tras ciclo, estimula la conciencia interna de cada reino a que despierte y revele el alma interna trabajando a través de todas las formas.

La sabiduría eterna proporciona mucha comprensión dentro del factor de tiempo. Alice Bailey dijo “se debe recordar sin embargo que, excepto en la encarnación física densa y, por lo tanto, condicionada por el cerebro y sus limitaciones especiales, el hombre espiritual no es consciente del tiempo, una vez que Él está separado del cuerpo físico. El tiempo es un registro secuencial por el cerebro de estados de conciencia y de contactos progresivos con los fenómenos. No existe tal cosa como tiempo en los planos internos, tal como la humanidad lo entiende. Solamente hay ciclos de actividad o de no-actividad”.

Esto sugiere, entonces, que no comprenderemos realmente el tiempo hasta que adquiramos la capacidad de trascender completamente el tiempo, de verlo desde la perspectiva del alma en los planos internos de la Vida. Allí, pasado, presente y futuro están enrollados en uno, como parte del gran Plan de Dios que debe ser trabajado en la tierra. Pensar en términos de cuarta o quinta dimensión, donde el tiempo tal como lo conocemos no existe, es difícil de imaginar. Pero este tipo de pensamiento reflexivo yace detrás de la antigua verdad: “Todo lo que es, siempre está presente”. Todo lo que es, está en la mente de Dios, esperando el ciclo correcto para manifestarse.

Quizá los científicos y los escritores no deberían preocuparse tanto sobre inventar una máquina que nos lleve hacia atrás o hacia delante en el tiempo –como una nave espacial siendo propulsada a la velocidad de la luz. Sería más sencillo simplemente sentarse tranquilamente en una silla y usar la mente para trascender este mundo de tiempo tridimensional a través de una técnica de meditación. Nuestro cuerpo físico con su mente analítica inferior, no puede ir (ni siquiera en una nave espacial), dentro de este reino sin tiempo, porque pertenecen al mundo de la materia. La conciencia de la mente abstracta superior, sin embargo, no tiene esta limitación; puede y existe en ambos mundos. La mente superior puede vibrar a la velocidad de la luz, porque es luz. La mente del alma no necesita trabajar a través del cerebro. Pero cuando lo hace, mientras está en encarnación física, intenta imaginar todos los tipos de esquemas de vuelta-al-futuro para escapar de la agonía de sus limitaciones impuestas. Este punto de irritación con el mundo material es bueno, porque indica una inquietud que finalmente capacitará la mente para encontrar la forma de cruzar el puente hacia la libertad del mundo interno donde el tiempo es nada. Una vez uno ha cruzado ese puente y ha visto la ilusión del tiempo, puede querer repensar toda la teoría del tiempo en sí. Puede que también quiera repensar la teoría del Big Bang y su concepto de la creación del universo. Pero eso es otra historia.

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