Abril 2008

La vida del discípulo sigue adelante a través de momentos de crisis. Las crisis producen dos resultados:

1. La intensificación de la aspiración, si el discípulo está todavía en el sendero de probación, o la intensificación de la iluminación, si el discípulo se está acercando al sendero del discipulado aceptado, o se halla en el sendero mismo.

2. La adopción de una actitud de desapego más estabilizada, basada en la consciente renunciación de la personalidad y en una correcta orientación de la personalidad hacia el alma (el único Maestro, la Luz de la Vida) y hacia la Jerarquía de Servidores. Por lo tanto, traerá al alma un creciente poder de control -la única que no conoce apegos y que está unificada con todas las almas de todas las formas.

(El Discipulado en la Nueva Era Vol. I, p. 606)