090-094

[90] Ilusión,
[91] Impersonalidad,
[92] Indiferencia,
[93] Infierno,
[94] Iniciación

[90]

ILUSIÓN

(1). El problema de la Ilusión reside en que es una actividad del alma y el resultado del aspecto mental de todas las almas en manifestación. El alma está sumergida en la ilusión y no puede ver con claridad hasta el momento en que aprende a verter su luz, haciéndola llegar a la mente y al cerebro. (10 - 25)

(2). Los pensadores empezarán a liberar al mundo de la ilusión por la medita­ción y la técnica de controlar la mente. De aquí el acrecentado interés por la meditación, a medida que el peso del espejismo mundial se va percibiendo cada vez más, y de allí la vital necesidad de comprender correctamente la forma de controlar la mente...Sólo la intuición puede disipar la ilusión y, por ende, la necesidad de entrenar a intuitivos. De allí el servicio que pueden prestar a esta causa general, ofreciéndose para recibir este entrenamiento. (10 - 26)

(3). Ilusión es, principalmente, una cualidad mental que caracteriza la actitud mental de las personas que son más intelectuales que emotivas, las cuales han trascendido el espejismo, tal como se lo interpreta generalmente, siendo culpables de la incomprensión de las ideas, de las formas mentales y de las malas interpretaciones. (10 - 29)

(4). Hoy la ilusión es tan poderosa que existen pocas personas de mente desarrollada que no estén controladas por estas vastas formas mentales ilusorias, las cuales tienen sus raíces y extraen su vida de la vida inferior de la personalidad y de la naturaleza de deseos de las masas. (10 - 33)

(5). El espejismo, como ya hemos visto, es muy antiguo y ha surgido antes que la ilusión. Contiene en sí muy poca cualidad mental, siendo el principal factor que controla a la mayoría. El objetivo de todo el entrenamiento que se da en el Sendero del Discipulado y hasta la tercera Iniciación, es inducir a pensar con claridad, lo cual hará que el discípulo pueda liberarse de la ilusión, proporcionándole esa estabilidad y equilibrio emocional que impedirá la entrada a cualquier espejismo. (10 - 34)

(6). El discípulo es la víctima, y esperemos que también sea el disipador del espejismo y de la ilusión, de allí la complejidad de su problema y la sutileza de sus dificultades. A la vez debe tener en cuenta (para su fortalecimiento y estímulo) que cada parte del espejismo disipado y cada ilusión reconocida y superada allana el camino a los que le siguen, simplificando así el camino a sus condiscípulos. Por excelencia, es el gran Servicio a prestar, y sobre este aspecto les llamo la atención. Por eso trato en estas instrucciones de esclarecer la cuestión.

Uno de los problemas que enfrenta el aspirante es reconocer el espejismo y ser consciente de los espejismos que acechan su camino y de las ilusiones que erigen un muro entre él y la luz. Ya es bastante poder reconocer que el espejismo y la ilusión existen. La mayoría no son conscientes de su existencia. Muchas personas buenas no los ven, divinizan sus espejismos y consideran sus ilusiones como posesiones muy apreciadas y arduamente conquistadas. (10 - 42)

(7). El aspirante logra hacer contacto con su alma o ego, mediante el correcto esfuerzo. Por la meditación, la buena intención y la correcta técnica, más el deseo de servir y amar, obtiene el alineamiento. Entonces llega a ser consciente de los resultados de su exitoso trabajo. Su mente se ilumina. Un sentido de poder fluye a través de sus vehículos. Es consciente del Plan, al menos temporariamente. La necesidad del mundo y la capacidad del alma para enfrentar esa necesidad invade su conciencia. Su dedicación, consagra­ción y propósito correctos acrecientan la afluencia de energía espiritual. Conoce. Ama. Trata de servir, realizando las tres cosas con mayor o menor éxito. El resultado de todo ello es que el sentido de poder y la parte que debe desempeñar para ayudar a toda la humanidad lo absorben más que la comprensión del debido y adecuado sentido de proporción y de los valores espirituales. Se sobreestima a sí mismo y también su experiencia. En lugar de redoblar su esfuerzo y establecer un contacto más estrecho con el reino de las almas y amar más profundamente a todos los seres, empieza a hacer alarde de sí mismo, de la misión que tiene que cumplir y la confianza que el Maestro y hasta el Logos planetario han depositado evidentemente en él. Habla de sí mismo, gesticula y atrae la atención, reclamando reconocimiento. A medida que lo realiza malogra constantemente su alineamiento, su contacto se ami­nora, uniéndose a las filas de los que han sucumbido a la ilusión del poder experimentado. Esta forma de ilusión prevalece cada vez más entre los discí­pulos y aquellos que han pasado las dos primeras iniciaciones. Existen en el mundo muchas personas que han recibido la primera iniciación en una vida anterior. En algún período del actual ciclo de vida, que repite y recapitula los acontecimientos de su progreso anterior, llegan nuevamente a la etapa de realización que habían alcanzado anteriormente. Perciben el significado de su realización y el sentido de su responsabilidad y conocimiento. Nuevamente se sobreestiman, considerándose ellos y sus misiones y penetran y malogran como algo excepcional entre los hijos de los hombres; y sus demandas esotéricas y subjetivas para ser reconocidas, lo que debía haber sido un servicio fructífero. Cualquier énfasis puesto sobre la personalidad puede desfigurar fácilmente la luz pura del alma cuando trata de afluir hacia el yo inferior. Yodo esfuerzo para llamar la atención hacia la misión o tarea que ha asumido la personalidad, desvirtúa esa misión y restringe al hombre en su tarea; ello conduce a diferir el cumplimiento hasta el momento en que el discípulo sólo sea un canal por el cual pueda afluir el amor y brillar la luz. Esta afluencia y brillo deben ser acontecimientos espontáneos y carecer de toda alusión propia. (10 - 47/8)

(8). La ilusión es el modo con que la comprensión limitada y el conocimiento materialista interpretan la verdad, y la velan y ocultan tras una nube de formas mentales, las cuales se hacen más reales que la verdad que velan, controlando por lo tanto el acercamiento del hombre a la realidad. (10 - 183)

(9). Ilusión.No se niega la existencia del mundo de los fenómenos, pero se considera que la mente interpreta mal y rehúsa ver ese mundo tal cual es en realidad. Consideramos que esta mala interpretación constituye la Gran Ilusión.

El Problema de la Ilusión reside en el hecho de que es una actividad del alma y el resultado del aspecto mental de todas las almas en manifestación, El alma está sumergida en la ilusión y no puede ver con claridad hasta el momento en que ha aprendido a arrojar su luz en la mente y el cerebro.

Ilusión es primordialmente una cualidad mental, y es característica de la actitud mental de esas personas que son más intelectuales que emocionales. Ellos han trascendido el espejismo tal como se comprende comúnmente, siendo culpables de la mala comprensión e interpretación de las ideas y formas mentales. (15 - 361/2)

(10). Al estar en proceso de encarnación siguen el camino que han elegido. ¿Está aún iluminada la casa que están construyendo? ¿Es una morada iluminada o una oscura prisión? Si es una morada iluminada su luz atraerá y dará calor a quienes están a su alrededor, y la atracción magnética del alma, cuya naturaleza es luz y amor, salvará a muchos. Si todavía son almas aisladas, tendrán que pasar por los horrores del aislamiento y la soledad más absoluta, recorriendo solos el oscuro camino del alma. No obstante, este aislamiento, soledad y separación, en la oscura noche, son parte de la Gran Ilusión. Es una ilusión en la cual toda la humanidad está sumergida como preparación para la unidad, libertad y liberación. Algunos se pierden en la ilusión sin saber qué es la realidad y la verdad. Otros caminan libremente por el mundo de la ilusión con el propósito de salvar y elevar a sus hermanos. Si ustedes no pueden hacerlo, tendrán que aprender a caminar. (16 - 260)

Ver también: "Espejismo", "Maya", "Ideas e Ideales".

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[91]

IMPERSONALIDAD

(1). La impersonalidad es una cualidad peculiarmente difícil de alcanzar, especialmente por las personas que llegaron a una integración de alto grado. Existe una estrecha interrelación entre impersonalidad y desapego. Estudien esto. Muchas ideas muy estimadas, cualidades difícilmente adquiridas, virtu­des cuidadosamente nutridas y creencias poderosamente formuladas, militan contra la impersonalidad. Es difícil para el discípulo, al principio de su entrenamiento, mantener firmes sus ideales, perseguir incansablemente su propia integración espiritual y orientarse impersonalmente hacia otras personas. Desea que sus luchas y realizaciones sean reconocidas; anhela que la luz que ha contribuido a intensificar produzca una reacción en otros; quiere ser conocido como discípulo; ansía demostrar el poder adquirido y su natu­raleza amorosa muy desarrollada, para despertar admiración o por lo menos oposición. Pero nada de esto ocurre. No se lo considera mejor que sus hermanos, en consecuencia, la vida no le resulta satisfactoria.

Estas verdades surgen del autoanálisis, y pocas veces ustedes se las formu­lan y encaran; por lo tanto, debido a que trate de ayudarlos, las formulo y los enfrento con ellas. Le resulta difícil al hombre o mujer inteligente ver a quienes están estrechamente asociados con ellos, ocuparse de la vida y sus problemas, desde un punto de vista propio y totalmente distinto al suyo, manejados (desde el punto de vista del discípulo) en forma débil y tonta y cometiendo aparentemente serios errores de juicio o técnicos. Sin embargo, hermanos míos, ¿por qué se sienten tan seguros de que están en lo cierto y que su punto de vista es lógicamente correcto? Posiblemente su perspectiva de la vida y su interpretación de la situación, necesitan reajustarse y sus móviles y actitudes elevarse y purificarse. Y aunque para ustedes fuera lo mejor y más elevado que pueden alcanzar en determinado momento, sigan su camino y dejen que su hermano siga el suyo.

Esta actitud de no intervenir y de abstenerse de criticar, de ninguna manera impide ayudarse mutuamente ni establecer relaciones grupales cons­tructivas. O también vea con claridad cuál es la debilidad grupal y quién es el que impide que el grupo emprenda una actividad más sutil. Todo esto está bien y es bueno, siempre que cada miembro continúe amando, sirviendo y absteniéndose de criticar. Es una actitud errónea tratar de enderezar asidua­mente los pasos del hermano, increpándolo y tratando de imponerle su voluntad u otro punto de vista, aunque siempre pueden exponerse ideas y hacer sugerencias. Que cada uno continúe con su propia disciplina del alma y deje a sus hermanos continuar con la suya. (5 - 58/60)

(2). El portal se cierra detrás del iniciado, quien ahora es un miembro aceptado de su grupo y, como reza en El Antiguo Comentario, "el sonido producido al cerrarse, anuncia al mundo observador que el iniciado ha entrado en el lugar secreto y que, para Negar hasta él, en su real sentido, el grupo debe también atravesar ese portal". Esto imparte la idea de autoiniciación individual, a la cual todos deben someterse, indicando también la soledad del iniciado, cuando sigue adelante. Aún no llega a comprender totalmente lo que el grupo capta; tampoco lo comprenden a él quienes están al otro lado del portal. Ha presentido durante un tiempo al grupo con el cual está ahora afiliado y es cada vez más consciente de su impersonalidad espiritual, lo cual parece una especie de distanciamiento que de ningún modo nutre en él los elementos pertenecientes a la naturaleza de la personalidad, por lo tanto, sufre. Los que han quedado atrás, como parte de su antigua vida, no pueden comprender su básica (aunque no desarrollada) impersonalidad. Esta actitud de parte de ellos evoca en él, cuando la siente, un resentimiento y crítica que le parecen incorrectos, siendo en dicha etapa imposible evitarlo, y aquellos a quienes criticó, tratan de destruirlo o (por lo menos) despreciarlo, e incomodarlo.

En las primeras etapas se defiende de quienes han quedado atrás, retrotra­yéndose en sí mismo, en un silencio innecesario y casi inoportuno. Aprende a penetrar en la conciencia de su nuevo grupo, realizando un arduo esfuerzo para desarrollar en sí mismo la capacidad del grupo de ser espiritualmente imperso­nal. Sabe que es algo que debe lograr y ‑a medida que lo logra‑ descubre que esa impersonalidad no está basada en la indiferencia o en la preocupación, como había creído, sino en la profunda comprensión, en el enfoque dinámico sobre el servicio mundial, en un sentido de proporción y en el desapego, que hace posible prestar la verdadera ayuda. De esta manera el portal y el pasado quedan atrás. San Pablo expresó esta idea cuando dijo: "Olvidando las cosas que quedan atrás, sigue adelante hacia la recompensa de tu elevado llamamiento en Cristo". Quisiera que observen la palabra "llamamiento". (18 - 70/1)

(3). Quizás se pregunten si existe un único modo o método, por el cual el discípulo puede acercarse a esta meta aparentemente imposible. Responde­ré: sí, por la práctica constante de la impersonalidad con su subsidiaria actitud de indiferencia, en lo que a deseos, contacto y metas personales se refiere. Tal impersonalidad es muy poco comprendida; y aunque la desarrollen los aspirantes bien intencionados tiene una base egoísta. Reflexionen sobre esto y procuren lograr la impersonalidad, olvidándose de sí mismo y apartando el foco de la conciencia de la personalidad (donde comúnmente está centrada) y llevándolo al alma viviente y amorosa. (5 - 89)

(4). El Maestro espera que el discípulo se esfuerce en ser impersonal en su relación con El y sus condiscípulos. Impersonalidad es el primer paso en el camino hacia el amor espiritual y la comprensión. El esfuerzo de la mayoría de los discípulos sinceros, generalmente se concentra en amarse los unos a los otros, y al hacerlo (empleando un viejo símil) ponen "el carro delante del caballo". El esfuerzo es lograr ante todo impersonalidad en su trato, porque, una vez lograda, desaparece la crítica y puede afluir el amor. (5 - 675/6)

Ver también: "Desapego" e '1ndiferencia".

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[92]

INDIFERENCIA

(1). ¿Qué es indiferencia?. En realidad significa adoptar una actitud neutral hacia aquello que se considera el no yo; involucra el rechazo de lo similar; indica el reconocimiento de una diferenciación básica; significa la negativa a identificarse con lo que no sea una realidad espiritual, hasta donde se percibe y conoce, en un punto dado en tiempo y espacio. Por lo tanto, es algo mucho más fuerte y vital que lo que comúnmente significa esta palabra. Constituye un rechazo activo, sin concentrarse en aquello que es rechazado. (10 - 199)

(2). Quienes se preparan para la iniciación deben aprender a actuar cons­cientemente con el espejismo; tienen que trabajar eficazmente con la verdad presentada, ignorando cualquier dolor o sufrimiento o dudas mentales, inci­dentales a la rebeldía y a la limitación de la personalidad, y deben cultivar esa "indiferencia divina" hacia las consideraciones personales, característica del iniciado entrenado. (5 - 40/1)

(3). Si se me pidiera especificar cuál es en la actualidad el defecto predomi­nante en la mayoría de los grupos de discípulos, diría que es la expresión de un equivocado tipo de indiferencia, que los lleva a una casi inconmovible preocupación por sus ideas y empresas personales. (5 - 90)

(4). Su problema no consiste en eludir las dificultades, sino simplemente en ser indiferente, existan o no. (5 - 603)

(5). Aprenda la divina indiferencia que tanto necesita, indiferencia hacia sí mismo y los intereses, las antipatías y simpatías de su personalidad, e indife­rencia por sus preocupaciones, ansiedades y éxitos. (5 - 604)

Ver también: “Impersonalidad" y "Desapego".

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[93]

INFIERNO

Otro temor que induce a la humanidad a considerar la muerte como una calamidad es el que ha inculcado la religión teológica, particularmente los Protestantes fundamentalistas y la Iglesia Católica Romana, el temor al infierno, la imposición de castigos, comúnmente fuera de toda proporción a los errores cometidos durante una vida, y el terror impuesto por un Dios iracundo. Le dicen al hombre que debe someterse a ello y que no hay escapatoria posible, excepto por medio de la expiación vicaria. Como bien saben, no existe un Dios iracundo, un infierno ni tampoco la expiación vicaria. Sólo existe un gran principio de amor que anima a todo el universo; existe la Presencia de Cristo, indicando a la humanidad la realidad del alma y que somos salvados por la vivencia de esa alma, y que el único infierno que existe es la tierra misma, donde aprendemos a trabajar por nuestra propia salvación, impulsados por el principio de amor y de luz e impelidos por el ejemplo de Cristo y el anhelo interno de nuestra propia alma. Esta enseñanza acerca del infierno nos recuerda el giro sádico que la Iglesia Cristiana, en la Edad Media, dio al pensamiento y a las erróneas enseñanzas establecidas en El Antiguo Testamento, acerca de Jehová, el Dios tribal de los Judíos. Jehová no es Dios, ni el Logos planetario, ni el Eterno Corazón de Amor que Cristo reveló. A medida que estas erróneas ideas vayan desapareciendo, será eliminando, de la mente del hombre, el concepto del infierno y reemplazado por la compren­sión de la ley que hace al hombre lograr su propia salvación en el plano físico, lo cual conducirá a corregir los males cometidos durante sus vidas en la tierra y que oportunamente le permitirá "limpiar su propia pizarra". (17 - 291)

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[94]

INICIACIÓN

(1). El hombre da literalmente el primer paso en el reino espiritual, saliendo del reino puramente humano, para entrar en el superhumano.

Entra en la vida del espíritu y, por primera vez, tiene el derecho de llamarse “hombre espiritual”, en el significado técnico de la palabra. Entra en la quinta etapa, la última, de nuestra actual quíntuple evolución. (1 - 23/4)

(2). Cada iniciación indica el paso del estudiante por el Aula de la sabiduría hacia un grado superior y además el claro resplandor del fuego interno y la transición de un punto de polarización a otro; implica la comprensión de la creciente unidad con todo lo que vive y la esencial unicidad del yo con todos los yoes; da por resultado un horizonte que se ensancha continuamente hasta incluir la esfera de la creación, o la creciente capacidad de ver y oír en todos los planos. Es poseer una acrecentada conciencia de los planes de Dios para el mundo y la capacidad de desarrollar dichos planes. Es el esfuerzo de la mente abstracta para aprobar un examen. Es figurar en el cuadro de honor de la escuela del Maestro, dentro de la realización de esas almas cuyo karma lo permite y su esfuerzo es suficiente para alcanzar la meta.

La iniciación conduce al monte en que se puede obtener la visión; la visión del Eterno Ahora, donde el pasado, el presente y el futuro existen como uno. (1 - 26).

(3). La iniciación conduce a esa corriente que, cuando se ha penetrado en ella, arrastra al hombre hasta llevarlo a los pies del Señor del Mundo, a los pies de su Padre en los Cielos, a los pies del triple Logos. Lleva a través del Aula de la Sabiduría y pone en las manos del hombre, en forma gradual, la clave de toda información cósmica y del sistema. Revela el misterio oculto subyacente en el corazón del sistema solar. Conduce de un estado de con­ciencia a otro. A medida que entra en cada estado, el horizonte se ensancha, la vista se extiende y la comprensión es más incluyente, hasta que la expansión alcanza el punto en que el yo abarca todos los yoes, incluso todo lo móvil e inmóvil, según una antigua escritura. (1 - 26)

(4). La ceremonia de la iniciación señala un punto de realización, pero no la realización que a menudo se cree sino simplemente la que los Instructores que vigilan a la raza, reconocen como una etapa definida en la evolución alcanzada por el discípulo, la cual proporciona dos cosas:

1. Una expansión de conciencia, que permite a la personalidad penetrar en la sabiduría lograda por el Ego, y en las iniciaciones superiores, en la conciencia de la Mónada.

2. Un breve período de iluminación, donde el iniciado ve la parte del sendero que debe hollar y también participa conscientemente en el gran plan evolutivo. (1 - 27)

(5). La iniciación es algo estrictamente personal, pero de aplicación universal. Depende de su realización interna. El iniciado sabrá por sí mismo, sin que nadie se lo diga, cuándo tiene lugar el acontecimiento.

Es muy posible que el hombre actúe también en el plano físico, y se dedique activamente a servir al mundo sin guardar recuerdo alguno de haber pasado por el proceso iniciático; no obstante, puede haber recibido en una vida anterior la primera o la segunda iniciación. Un hombre puede agotar cierto karma y llevar a cabo algún trabajo par la Logia si está libre de preocupacio­nes esotéricas e introspecciones místicas durante una vida terrena. (1 - 91)

(6). Además debe equipar su cuerpo mental, para ser un expositor y trasmi­sor y no un factor obstaculizante como hasta ahora. Análogamente, debe desarrollar una actividad grupal y aprender a trabajar coordinadamente con otras unidades. Esto es lo principal que el hombre debe lograr en el sendero de la iniciación, y cuando ha trabajado sobre ello, encontrará el Camino, lo verá con claridad y entonces ingresará en las filas de los Conocedores.(1 - 145)

(7). La iniciación constituye un gran experimento que nuestro Logos plane­tario lleva a cabo durante esta ronda. En las rondas anteriores y quizás en las posteriores, el proceso seguirá la ley natural.

... Este proceso es optativo y el hombre puede - si así lo elige - seguir el proceso normal y emplear eones para efectuar lo que algunos han preferido realizar en un período más breve, por medio de un proceso forzado y autoelegido. (3 - 660)

(8). Vencer parcialmente el espejismo y evadir la total esclavitud, impuesta por la ilusión, indican a la atenta Jerarquía que un hombre está preparado para los procesos de la iniciación. (10 - 100)

(9). La característica del iniciado es: la falta de interés en sí mismo, en su propio desarrollo y en su destino personal, y todo aspirante que llega a ser discípulo aceptado tiene que dominar los tecnicismos del desinterés. (14 - 22)

(10). La iniciación puede ser definida de dos maneras. Es ante todo entrar en un mundo dimensional nuevo y más amplio, mediante la expansión de la conciencia del hombre, para que pueda incluir y abarcar lo que ahora excluye, y de lo cual se separa normalmente cuando piensa y actúa y después introducir en el hombre esas energías características del alma y únicamente del alma ‑ las fuerzas del amor inteligente y de la voluntad espiritual. Estas energías dinámicas actúan en toda alma que ha logrado la liberación. (15 - 24)

(11). El concepto de la iniciación grupal debe reemplazar hoy al de la iniciación individual de un aspirante. En el pasado, a fin de introducir la idea de la iniciación en la mente del pueblo, la Jerarquía eligió el método (ahora en desuso) de presentar la perspectiva de la iniciación ante el ansioso discípulo; acentúo inmediatamente desde el comienzo su peculiaridad, su naturaleza recompensadora, su ritual y ceremonial y su lugar en la escala de la evolución. Debido a que la realidad de la iniciación ha sido captada por una mayoría y realizada por algunos, es posible revelar ahora lo que estuvo siempre implicado, que la iniciación es un acontecimiento grupal. Si el claro pensar hubiera reemplazado a la egoísta aspiración individual, el hecho de la iniciación grupal habría sido evidente, por las siguientes razones, inherentes o implicadas en toda la situación:

1. El alma - en su propia naturaleza - es consciente del grupo y no tiene ambiciones o intereses individuales ni está en forma alguna interesada en las metas de la personalidad. El alma es el iniciado. La iniciación es un proceso por el cual el hombre espiritual que mora en la perso­nalidad, llega a ser consciente de sí mismo como alma, con los poderes, relaciones y propósitos del alma. Cuando un hombre comprende esto, aún en pequeña medida, llega a ser consciente del grupo.

2. Únicamente el hombre, cuyo sentido de identificación comienza a expandirse y a ser incluyente, puede "recibir la iniciación" (como se dice erróneamente). Si la iniciación fuera una realización puramente personal, arrojaría al hombre nuevamente a la conciencia separatista, que está tratando de evadir. Ello no constituiría un progreso espiri­tual. Cada paso en el sendero de iniciación acrecienta el reconoci­miento grupal. La iniciación es esencialmente una serie de reconoci­mientos incluyentes en expansión.

3. La iniciación admite al aspirante como miembro de la Jerarquía. Esto involucra, hablando esotéricamente, el abandono de todas las reac­ciones separatistas de la personalidad, en una serie de renunciamien­tos progresivos, que culminan en la cuarta iniciación.

Cuando el iniciado pasa de una iniciación a otra, avanza en el sendero o penetra en el corazón de los Misterios, juntamente con quienes son igual a él, hallándose en la misma etapa de evolución y trabajando para alcanzar la misma meta; entonces se da cuenta que no está solo y que se realiza un esfuerzo mancomunado. En efecto, es la nota clave de un ashrama que condiciona su formación, compuesto de discípulos e iniciados, en diferentes etapas de desarro­llo iniciático, que han llegado juntos a su etapa de conciencia ashrámica y seguirán juntos hasta llegar a esa total liberación que se alcanza cuando el plano físico cósmico desciende bajo el umbral de la conciencia o de la percepción sensible, y ya no tiene ningún interés para el iniciado. (18 - 283/4)

(12). Nadie es admitido (por medio de los procesos de la iniciación) en el Ashrama de Cristo (la Jerarquía), hasta el momento en que comienza a pensar y a vivir en términos de relaciones y actividades grupales. Algunos aspirantes bien intencionados interpretan la idea grupal como un mandato para esforzarse en formar grupos ‑su propio grupo o grupos. Esta no es la idea presentada en la era acuariana, tan cercana hoy; fue el método de acercamiento durante la era pisciana, ya pasada. Ahora el acercamiento es totalmente diferente, no se espera que alguien permanezca en el centro de su pequeño mundo y trabaje para convertirse en el punto focal de un grupo. La tarea consiste en descubrir al grupo de aspirantes al cual debe afiliarse y con el cual debe recorrer el sendero de iniciación, cosa muy diferente y mucho más difícil. (18 - 286)

(13). Un ashrama contiene discípulos e iniciados en todas las etapas de desarrollo evolutivo y en todos los rangos y grados; trabajan juntos al unísono, y sin embargo ‑dentro de sus rangos diferenciados, pues cada grado permanece aislado, aunque unido con los demás‑ han establecido una armonía propia, codificado su intercambio telepático y comparten un secreto y silencio ocultista que protege los secretos y conocimientos para que no paseo de un grado a otro ni lleguen a los que no están preparados. Similarmente, cuando un aspirante procura descubrir en el plano físico a quienes compartirán con él el misterio de su siguiente paso inmediato o expansión demostrada, descu­brirá a su propio grupo, hallando que está formado por los que lo han alcanzado su etapa particular de sabiduría y también los que lo dejaron muy atrás. Simultáneamente será atraído a un vórtice de fuerza y a un campo de servicio. Reflexionen sobre este enunciado. Por lo tanto, aprenderá las lecciones requeridas, de quien debe trabajar en un ashrama, y sabrá comportarse con quienes no pueden compartir con él los secretos que ya conoce, y con aquellos que han penetrado más profundamente que él en los misterios. (18 - 287)

(14). La iniciación ha sido frecuentemente presentada como una ceremonia, y he creído necesario contrarrestar fervientemente ese significado erróneo. Sin embargo, si quieren captar lo que tengo que decir, tendrán que recurrir a la comprensión iluminada que posean.

La iniciación es considerada una ceremonia cuando llega a un punto culminante en el proceso iniciático donde la conciencia del discípulo es dramáticamente consciente de los miembros de la Jerarquía y de su propia posición, en relación con la misma. El discípulo hace de esta comprensión un símbolo - sucesivamente y en creciente gran escala - como si fuera una gran ceremonia rítmica de revelación progresiva, en la cual él, como candidato, es el centro del escenario jerárquico.

No quiero significar que las enseñanzas dadas en el basado por los distintos grupos ocultistas, o en mi libro Iniciación Humana y Solar, son incorrectas, y no relatan con exactitud lo que el candidato cree que tuvo lugar. Trato de explicar que el aspecto ceremonial se debe a la capacidad del discípulo, para construir formas mentales. (18 - 436/7)

(15). El proceso iniciático es en realidad el resultado de la actividad de tres energías:

1. La energía generada por el discípulo, cuando trata de servir a la humanidad.

2. La energía puesta a disposición del discípulo, cuando logra construir el antakarana.

3. La energía del Ashrama jerárquico en el cual está siendo "absorbido" o integrado.

Estas tres energías, cada una con su propio modo de expresión y produ­ciendo sus propios resultados específicos, que complementan o dirigen el proceso iniciático, son evocadas por el mismo discípulo, y su creciente fortaleza y capacidad reveladora dependen ampliamente de su determina­ción, de su propósito y de su voluntad; de su persistencia y de su integridad espiritual. Por la comprensión de la palabra “proceso” el discípulo descubre el verdadero significado del enunciado oculto: (antes de que el hombre pueda hollar el sendero, debe convertirse en el Sendero mismo". El discípulo descubre cada vez más lo que significa llegar a ser un agente creador, empleando la facultad creadora de la mente y adaptándose acrecentadamen­te (a medida que crea) al Plan del Creador, el Señor del Mundo. (18 - 439/40)

(16). Períodos de investigación, de sufrimiento, de desapego, de revelación, que producen puntos de fusión, de tensión y de proyección de energía, tal es la historia del sendero de la iniciación.

La iniciación es en verdad el nombre dado a la revelación o nueva visión que impele siempre al discípulo adelante, hacia una luz mayor; no es algo que se le confiere o se le da. Es un proceso de reconocimiento de la luz y la utilización de esa luz a fin de entrar en una luz siempre más clara. El progreso efectuado desde una zona débilmente iluminada, en la manifestación divina, a otra de gloria suprema, es la historia del sendero de evolución. (18 - 442)

(17). El reconocimiento de las diversas "luces" en el Camino Iluminado significa estar preparado para la iniciación. El iniciado entre una luz en un sentido peculiar, y ésta compenetra su naturaleza, de acuerdo a su desarrollo, en cualquier etapa en tiempo y espacio, permitiéndole hacer contacto y ver lo que hasta entonces era invisible y, basado en el conocimiento recién adqui­rido, dirigir sus pasos adelante.

Aquí no estoy hablando en símbolos. Cada iniciación oscurece la luz ya adquirida y empleada, y sumerge entonces al iniciado en una luz más elevada. Cada iniciación capacita al discípulo para percibir una zona de la conciencia divina hasta entonces desconocida, pero cuando el discípulo se ha familiarizado con ella y sus fenómenos, su cualidad vibratoria e interrelaciones excepcionales, se convierten para él en un campo normal de experiencia y actividad. De esta manera (si puedo expresarlo así) "los mundos de las formas vivientes y de las vidas amorfas le pertenecen". Nuevamente la dualidad penetra en su percepción mental, porque ya es consciente de la zona ilumi­nada, por la cual llega a un punto de tensión o de iniciación; mediante el proceso iniciático descubre una zona nueva y más brillantemente iluminada en la cual puede ahora penetrar. Esto no significa que debe abandonar el campo de actividad anterior en el que ha trabajado y vivido, sino que simplemente enfrenta nuevos campos de responsabilidad y oportunidad, pues ‑por su propio esfuerzo‑ puede ver más luz, caminar en una luz mayor y aplicar sus facultades más adecuadamente que hasta ahora, dentro de la zona., grandemente ampliada, de las posibilidades.

La iniciación es, por lo tanto, una constante fusión de las luces, a las cuales se penetra progresivamente, permitiendo al iniciado ver más lejos, con mayor profundidad y más incluyentemente. (18 - 443/4)

(18). La iniciación es un progreso en la experiencia y, por su intermedio, el logro de un punto de tensión. Manteniendo ese punto de tensión el iniciado ve lo que está por delante. La iniciación permite entrar progresivamente en la mente del Logos creador. Esta última definición es quizás una de las más importantes que he dado hasta ahora. Reflexionen sobre mis palabras. Por ser la energía la base de todo nuestro mundo manifestado, una iniciación es una condición de la conciencia donde el discípulo plenamente preparado emplea las energías disponibles (en el momento de la iniciación) para producir cambios de naturaleza trascendental y reveladora en la conciencia. Cada iniciación coloca al iniciado en posición de controlar ciertas energías relacionadas, permitiéndole convertirse acrecentadamente en manipulador entrenado de esas energías; cada iniciación le da la comprensión de la energía relacionada y de su campo de actividad; cada iniciación revela la cualidad y el tipo de estímulo que va a ser evocado, cuando es puesto en contacto con determinada energía de rayo; cada iniciación establece relación entre el iniciado y la energía de rayo involucrada, de manera que gradualmente (sin tener en cuenta cuales pudieran ser los rayos a que pertenecen su alma o su personalidad) podrá trabajar con la cualidad o el aspecto creador de todos los rayos, aunque adquiriendo siempre una mayor facilidad para trabajar en su propio rayo del alma y, posteriormente, en el rayo de la mónada, uno de los tres rayos mayores de Aspecto. (18 - 458)

(19). Gran parte de quienes leen estas instrucciones y estudian mis libros están en proceso de preparación para recibir una de las iniciaciones, y todo el tema debería serles, por lo tanto, de sumo interés. Deben cerciorarse (por lo menos como tentativa) qué iniciación tienen por delante y luego descubrir todo lo posible sobre la misma y sus requisitos previos, esforzándose por aplicar en forma práctica la información impartida, la cual puede ser verdad o no, y si lo es, tiene vital importancia para el progreso futuro, debiendo procurar cierta medida de comprensión. (18 - 548)

(20). La Iniciación no es en realidad esa curiosa mezcolanza de autosatifac­ción, ceremonial y reconocimiento jerárquico, como lo presentan los princi­pales grupos ocultistas. Es más bien un proceso de trabajo excesivamente arduo, durante el cual el iniciado se convierte en lo que es. Esto puede encerrar un reconocimiento jerárquico, pero no en la forma generalmente imaginada. El iniciado está acompañado por quienes lo precedieron, y no es rechazado por ellos, sino visto, considerado y estimulado a trabajar.

Esta serie graduada de liberaciones que dan por resultado el logro de una acrecentada liberación de lo que ha quedado atrás en su experiencia, lleva consigo el permiso (dado o endosado por el alma) para proseguir adelante en el CAMINO. Dichas liberaciones son resultado del Desapego, Desapasio­namiento y Discriminación. Al mismo tiempo la disciplina fortifica y hace posible el arduo trabajo, requerido para pasar la prueba. Estas cuatro técni­cas (pues eso son) van precedidas de una serie de desilusiones que, cuando son comprendidas y captadas, no le dejan al aspirante otra alternativa que seguir adelante hacia la luz mayor.

Quisiera que estudien la iniciación desde el ángulo de la liberación, considerándola como un proceso de libertades alcanzadas con gran esfuerzo. Este aspecto básico de la iniciación, cuando es comprendido por el iniciado, vincula su experiencia en una firme relación con la de toda la humanidad, cuya lucha fundamental es la obtención de esa libertad "por la cual el alma y sus poderes pueden desarrollarse y los hombres liberarse, debido a la libertad alcanzada individualmente". (18 - 560/1)

(21). El iniciado, en su pequeña escala, debe análogamente, aprender a trabajar detrás de la escena, desconocido, ignorado y sin ser aclamado; debe sacrificar su identidad en la identidad del ashrama y sus trabajadores y, más tarde, en la identidad de los condiscípulos que están activos en el mundo de la vida diaria. Inicia las actividades necesarias y produce los cambios reque­ridos, sin recibir recompensa alguna, excepto la recompensa de las almas salvadas, de las vidas reconstruidas y de la humanidad que ha sido llevada adelante en el Sendero de Retorno. (6 - 255)

Ver también: "Enseñanzas sobre la Iniciación" (6 - 217/380)

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