El estado nacional está tan fijado en nuestra experiencia del mundo que resulta beneficioso intentar comprender qué es realmente una nación. El enfoque de buena voluntad considera que una nación es algo más que un conjunto de seres humanos contenidos en un área geográfica: se trata de una entidad provista de alma por derecho propio. Una nación tiene la misma tendencia al altruismo o capacidad de egoísmo que cualquier individuo. Tiene sus propias fortalezas y debilidades, y una contribución propia única que aportar al mundo de las naciones. Se enfrenta a desafíos y pruebas que están ahí para extraer lo mejor de ella, pero que también pueden provocar el desastre si se elige el camino equivocado. Después de todo, una prueba no es una prueba a no ser que exista tanto el potencial de éxito como la posibilidad de fracasar.

Una profunda renovación psicológica de las naciones del mundo es, posiblemente, el problema más urgente y apremiante de todos los problemas y cuestiones a los que nos enfrentamos en la actualidad. La razón no es difícil de descubrir. Los estados nación son todavía los principales tomadores de decisiones del mundo. Sin una renovación nacional a gran escala, no habremos anclado los valores y motivos necesarios ni el contacto con el alma para verdaderamente hacer frente y resolver los demás problemas acuciantes a los que todos nos enfrentamos. Con una renovación psicológica, una nación puede reconocer las cadenas que la atan ciegamente al pasado y liberarse de ellas, puede transformar los motivos egoístas de la personalidad en el deseo del alma de servir, y puede volverse receptiva a nuevas ideaspreviamente no registradas y discernir nuevos senderos de progreso. Es obvio que sin esta profunda y transformadora renovación, implicando como debe el reconocimiento de y el contacto con el alma, todos los esfuerzos por resolver los problemas se tornan superficiales, entreteniéndose con los efectos y no trabajando con las causas.

El significado original de la palabra psicología es la ‘ciencia o estudio del alma’, y uno de los legados significativos que nos ha dejado Alice Bailey es un estudio en profundidad del alma, sus energías y consciencia, en su Tratado de los siete rayos. Estos rayos son las principales energías que cualifican toda vida en nuestro sistema solar, y esto incluye la cualidad del alma así como la naturaleza de la forma, o personalidad, de las distintas naciones. A continuación sigue un breve resumen de los Rayos y sus efectos sobre la consciencia individual, grupal y nacional.

El Primer Rayo es la energía de la Voluntad, Propósito o Poder. Su expresión correcta es la fuerza, el coraje y la firmeza; su distorsión es el orgullo, la obstinación y el deseo de controlar a los demás.

El Segundo Rayo es la energía de Amor-Sabiduría. Su expresión correcta es el amor a la verdad, la paciencia, tolerancia e intuición; su distorsión es una sobre-absorción en el estudio, la indiferencia a los demás, la frialdad.

El Tercer Rayo es la energía de la Inteligencia Activa. Su expresión correcta es la claridad de intelecto, la amplitud de visión sobre cuestiones abstractas, la manipulación de energía a fin de revelar la belleza y la verdad; su distorsión es el orgullo intelectual, la inexactitud en los detalles y la crítica de los demás.

El Cuarto Rayo es la energía de la Armonía a través del Conflicto, afectando enormemente a la familia humana. Su expresión correcta es un afecto fuerte, el valor físico, la generosidad, la rapidez de intelecto y percepción, la evocación de la intuición; su distorsión es el estar centrado en uno mismo, la falta de valor moral, las pasiones fuertes, la indolencia y la extravagancia.

El Quinto Rayo es la energía del Conocimiento Concreto o Ciencia. Su expresión correcta son las afirmaciones estrictamente exactas, el sentido común, la rectitud, la independencia, un intelecto agudo, sensibilidad a Deidad, a la luz y a la sabiduría; su distorsión es el prejuicio, la crítica descarnada, la estrechez, la arrogancia, un carácter que no perdona, falta de simpatía y reverencia, y un materialismo intenso.

El Sexto Rayo es la energía de la Devoción o Idealismo, produciendo las ideologías actuales. Su expresión correcta es la determinación, la lealtad, la reverencia, la simpatía con el punto de vista de otros; su distorsión es el sectarianismo, una ira ardiente, el fanatismo y el poder de no ver más punto de vista que el propio.

El Séptimo Rayo es la energía del Ritmo y el Ritual, produciendo las nuevas formas de civilización. Su expresión correcta es la perseverancia, el valor, la cortesía, el cuidado extremo en los detalles, el orden correcto mediante la magia adecuada; su distorsión es el formalismo, los juicios superficiales, el uso incorrecto del habla para lograr los objetivos seleccionados.

Es fascinante estudiar las sugerencias que realizó Bailey acerca de qué rayos gobiernan y condicionan las distintas naciones. Y resulta obvio que la capacidad de comprender las energías de los rayos para trabajar con ellos puede facilitar enormemente los esfuerzos del servidor por ayudar en el proceso de la renovación nacional. A continuación siguen dos ejemplos. Ella describe Alemania como poseedora de un alma de Cuarto Rayo y una personalidad de Primer Rayo, atribuyendo su música y filosofía a su cuarto rayo, y las crueldades del nazismo en parte a una mala manifestación de su rayo de la personalidad. Francia, por otro lado, tiene un alma de Quinto Rayo y una personalidad de Tercer Rayo. El intelecto chispeante y brillante de esta nación con su sesgo científico queda explicado por la interrelación del tercer Rayo de Inteligencia Activa con el quinto Rayo de Comprensión Científica.

También sugiere que las relaciones nacionales están basadas en las influencias de los rayos gobernantes. Por ejemplo, el sexto rayo de Idealismo es poderoso en Rusia, los Estados Unidos, Italia y España; y la adhesión fanática a un ideal ha sido la responsable de los poderosos cambios acontecidos en estos países.

Esto es un resumen excesivamente breve de un tema inmenso. Sin embargo, hace que surjan preguntas interesantes. Por ejemplo, ¿Cuáles son los rayos condicionantes de las naciones recién surgidas en África? Y ¿Cuáles son las influencias de rayo de la Comunidad Europea?

En tanto que los Siete Rayos pueden considerarse como la clave de una psicología interna, la Dinámica de Espirales es un desarrollo fascinante en el campo de la psicología externa que fue ideado por la psicóloga Clare W. Graves para comprender los diferentes niveles de las experiencias y valores humanos y cómo los seres humanos progresan mediante éstas. No son etiquetas para distintos tipos de seres humanos. Todos nos movemos dentro y fuera de ellas, porque coexisten en nosotros. Por eso es mejor considerar la Dinámica de Espirales como una secuencia emergente más que como una escalera de desarrollo. Es interesante reconocer que estos estados o niveles no sólo se aplican a los individuos, sino que también se expresan en agrupaciones sociales, en naciones y por supuesto, en la humanidad en su totalidad. También es interesante observar el parecido chocante del modelo de dinámica de espirales con la percepción esotérica del progreso de un individuo desde el estado humano más primitivo a la demostración de un verdadero servidor del mundo. Graves definió ocho niveles diferentes de existencia humana.

Primer Nivel de Subsistencia (beige): El hombre a este nivel está motivado sólo por necesidades fisiológicas periódicas imperativas. Busca estabilizar sus funciones corporales individuales. Este nivel de existencia se ve raramente en la actualidad excepto en instancias excepcionales o en casos patológicos.

Segundo Nivel de Subsistencia (morado): En este nivel, el hombre busca la estabilidad social (tribal). Defiende fuertemente una vida que no comprende. Cree que sus modos tribales son inherentes a la naturaleza de las cosas, y se aferra a ellos resueltamente. Vive de tótems y tabúes.

Tercer Nivel de Subsistencia (rojo): En este nivel sale a primer término un individualismo primerizo y autoasertivo, y puede emplearse el término ‘Maquiavélico’. Este es el nivel donde prevalece la noción de que “el poder otorga el derecho”. Existe una expresión agresiva de las pasiones del hombre, abierta y descarada por parte de quienes ‘tienen’, y más encubierta e insidiosa por parte de quienes ‘no tienen’.

Cuarto Nivel de Subsistencia (azul): En este nivel, el hombre percibe que vivir en este mundo no acarrea un placer último, y también ve que las normas se prescriben para cada clase de gente. La obediencia a estas normas es el precio que uno debe pagar para una vida más duradera. La gente “azul” generalmente se adhiere a algún sistema dogmático, típicamente a una religión.

Quinto Nivel de Subsistencia (naranja): La gente de este nivel quieren alcanzar el dominio del mundo aprendiendo sus secretos más que por medio de la fuerza bruta (como en el nivel rojo). Creen que el hombre que sube a la cima en la vida se merece plenamente su buena fortuna, y aquellos que fracasan están obligados a someterse a los pocos elegidos.

Sexto Nivel de Subsistencia (verde): Para el hombre que está en este nivel es fundamental relacionarse con otros seres humanos y con su ser interno. A diferencia de la gente “naranja”, las personas “verdes” dan menos importancia a las ganancias materiales o al poder que a formar comunidades humanitarias con otros. Utilizan la reconciliación y el consenso para tomar decisiones. Uno de los peligros es que se lían tanto en el proceso de la toma de decisiones comunitarias, intentando dar el mismo peso a cada punto de vista, que logran acabar muy pocas cosas. Son pluralistas y aceptan la diversidad inherentemente, y son decididamente anti-jerárquicos. Este esquema mental prevalece especialmente en ciertos sectores académicos y de los medios de comunicación, y por ello es bastante influyente.

Cada uno de los niveles de subsistencia cree que él, y sólo él, sustenta un enfoque correcto de la realidad y así las disputas entre los distintos niveles raramente se resuelven. Sin embargo, esto cambia cuando llegamos a los niveles de ser, donde repentinamente puede percibirse la totalidad de la espiral de desarrollo previa. Aquellos que alcanzan los niveles de ser son así capaces de adaptar o sintonizar su respuesta a los que existen en cada nivel de subsistencia, y pueden trabajar por el bien de los grupos que existen a todos los niveles, en otras palabras, por el bien de la totalidad. Dado que el verde es el último de los niveles de subsistencia, la transición de verde a amarillo es difícil, y requiere, según Graves, un “salto trascendental”, con el que “se cruza un abismo de increíble profundidad de significado”.

Primer Nivel de Ser (amarillo): Aquí, cuando el hombre, en su interminable espiral, se vuelve a enfocar nuevamente en el mundo exterior y en su empleo de poder en relación con éste, la compulsión y ansiedad de los caminos de subsistencia han desaparecido. Aquí el hombre tiene una confianza básica en que él, mediante un intelecto floreciente liberado de la constricción de las ansiedades de los niveles inferiores, puede recomponer el mundo, si no hoy, entonces mañana. Aquí se convierte verdaderamente en un individuo cooperador y deja de ser competitivo.

Segundo Nivel de Ser (turquesa): En los estudios de Graves las personas que operan de forma turquesa son pocas. Casi todos los sujetos de Graves que se comportaban así habían sobrepasado la cincuentena. Les caracteriza una ‘peculiar’ exploración paradójica de su mundo interno. Lo tratan como un nuevo juguete con el que entretenerse. Pero aunque jueguen con él, son plenamente conscientes de que nunca sabrán del todo en qué consiste su ser interno.

La perspectiva de la Dinámica de Espirales ve a nuestra humanidad actual intentando negociar la transición más difícil, pero a la vez la más interesante, de todas a las que se ha enfrentado. No es simplemente una transición a otro nivel de existencia, sino el comienzo de un nuevo ‘movimiento’ en la sinfonía de la historia humana. El futuro nos ofrece, básicamente, tres posibilidades: (1) La más horripilante es la posibilidad de que fracasemos en la estabilización de nuestro mundo y, a través de catástrofes sucesivas, retrocedamos seriamente. (2) Sólo algo menos temible es la visión de quedarnos anclados en el complejo social azul/naranja/verde. Ello se parecería al 1984 de Orwell con su gobierno tiránico y manipulador, disimulado bajo un barniz de doble rasero mental que aceptaría principios contradictorios de tono humanitario y de racionalizaciones moralistas, y constituye una posibilidad muy real. (3) La última posibilidad es que podríamos emerger en el nivel amarillo y proceder hacia una estabilización de nuestro mundo de manera que toda vida pueda continuar.

Así pues, ¿Cómo puede conseguirse la renovación psicológica de una nación? La respuesta debe encontrarse principalmente en la invocación de la vida y energía del alma. Pero antes es importante estimar los valores que rigen la toma de decisiones nacional. Cuando éstas están condicionadas por objetivos egoístas, por un apego excesivo a las cosas materiales, por políticas de engrandecimiento nacional, y por una falta de voluntad de permitir que todos participen de la prosperidad de la nación, entonces podemos estar seguros de que hace tiempo que deberían haber cambiado a valores más espirituales. ¿Cuáles son éstos? El amor a la verdad, la honestidad y la buena voluntad en las relaciones, un enfoque creciente en dar más que en tomar, el deseo de organizar una distribución equitativa de los recursos. Estos son valores del alma. Podemos evaluar la capacidad de una nación de manifestar el alma por cómo aplica estos valores a su vida interna, por cómo fomenta el sentido de responsabilidad y creatividad en su ciudadanía, cómo trata a su infancia, sus ancianos, sus enfermos mentales, y sus criminales, y a la ecuanimidad de sus relaciones con el mundo de las naciones.

Para la nación la influencia del alma siempre está presente, aunque a veces tenuemente. Se personifica en las vidas de aquellos de sus ciudadanos que han alcanzado la etapa del desarrollo personal en la que el contacto con el alma se realiza conscientemente. Puede que frecuentemente sean una minoría ignorada, pero están ahí. Son la consciencia de la nación y sus verdaderos visionarios. En tiempos de aflicción nacional son estos exponentes de la vida del alma quienes pueden salir al frente e inspirar una nueva dirección en la vida nacional. Ejemplos de ello abundan por todo el mundo, no solo en los mitos, leyendas y acontecimientos históricos, sino, y quizás especialmente, en nuestro tiempo actual también. Son estos verdaderos líderes los que evocan una opinión pública iluminada, que ahora constituye una fuerza tan robusta que en las últimas décadas ha reformado países enteros y moldeado la forma en que pensamos acerca del mundo. De manera que está claro que la oportunidad y responsabilidad de ayudar a una nación a manifestar su alma reside en estas personas.

Ciertos grandes hombres de estado han sido instancias notables de esto. El presidente de EEUU Eisenhower, en su discurso de 1953 ‘Oportunidad a la Paz’, delineó los principios que regirían la política exterior de su gobierno –“Ningún pueblo de la tierra puede considerarse, como pueblo, como enemigo, porque toda la humanidad comparte el hambre común de paz y camaradería y justicia. Ninguna nación será capaz de alcanzar la seguridad y el bienestar aisladamente, sino en una cooperación efectiva con las restantes naciones. El derecho de cada nación de formar un gobierno y un sistema económico propio es inalienable. El intento por parte de cualquier nación de dictar a otras su forma de gobierno es indefendible. La esperanza de paz duradera de una nación no puede basarse firmemente en una carrera de armamentos sino en unas relaciones justas y en un entendimiento honesto con todas las demás naciones”.

En un discurso en 1994, el entonces presidente de la República Checa, Vaclav Havel, observó que “En el mundo multicultural de hoy, el sendero verdaderamente fiable hacia la coexistencia, hacia una coexistencia pacífica y una cooperación creativa, debe iniciarse en lo que reside en la raíz de todas las culturas y en los corazones y mentes humanas a una profundidad mucho mayor que la opinión política, las convicciones, las antipatías o simpatías –debe estar arraigado en la trascendencia del ser: trascendencia como mano tendida a aquellos que están cerca de nosotros, a los extranjeros, a la comunidad humana, a todas las criaturas vivas, a la naturaleza, al universo; trascendencia como necesidad profunda y alegremente experimentada de estar en armonía incluso con aquello que no somos nosotros mismos, con lo que no comprendemos, lo que parece lejano a nosotros en tiempo y espacio, pero con lo que aún así estamos misteriosamente vinculados porque, junto con nosotros, constituye en su totalidad un sólo mundo; trascendencia como única alternativa real a la extinción”.

Una oratoria inspirada como ésta ilumina y eleva la consciencia de la nación y se gana el respeto del mundo. Pero no es sólo en el área de gobierno donde estas personas trabajan; todas las áreas de interés y actividad humanas son campos que ofrecen oportunidad para la expresión del propósito y los valores del alma. La ciencia y la educación son áreas obvias en las que la luz del alma está penetrando e iluminando al mundo. Un ejemplo menos evidente es el militar, donde, desde la 2ª guerra mundial y la creación de las Naciones Unidas, se ha puesto un énfasis creciente en la creación de una paz constructiva y en el mantenimiento de la paz en oposición a la agresividad de hacer guerras.

En el campo de la ley y la justicia hay dos ideas estrechamente relacionadas y creativas que están empezando a expresarse. En primer lugar está el concepto de justicia restaurativa –generalmente aplicada a casos individuales; y en segundo lugar la idea de las comisiones de “Verdad y Reconciliación”, donde se aplica justicia restaurativa a nivel nacional.

En el mundo desarrollado la justicia ha tendido a enfocarse en el castigo y los movimientos para redirigir la justicia hacia la idea de reforma y rehabilitación sólo han empezado a ganar un terreno limitado desde hace relativamente poco tiempo. Sin embargo, en el mundo indígena la historia es frecuentemente distinta. El castigo no se considera un concepto que ayude. Paula M. Young, profesora asistente en el Colegio de Abogados Apalache de Virginia escribe: “Muchas culturas tradicionales, incluyendo a los nativos de Hawai, el pueblo Maorí de Nueva Zelanda, el pueblo de la Primera Nación en Canadá, la tribu de los Tswanas en Sudáfrica y los Navajo en los Estados Unidos utilizan procesos de resolución de conflictos diseñados para promover una curación de las relaciones y la creación de la paz en las comunidades a través del diálogo, la negociación y la resolución de problemas entre víctimas y ofensores criminales… Este enfoque del crimen ha obtenido el nombre de ‘justicia restaurativa’”. El conflicto entre pueblos es inevitable, pero cuando se produce, la justicia restaurativa puede ayudar a restablecer el equilibrio de una forma justa y equitativa. Al resolver el daño hecho, impide que vuelva a suceder.

La aplicación de los principios de la justicia restaurativa a las agrupaciones de la comunidad mayor en forma de Comisiones de Verdad y Reconciliación constituye, por supuesto, un desarrollo obvio. Y es alentador descubrir que estas iniciativas están floreciendo y señalando el camino a una sanación grupal y a una rehabilitación nacional sin precedentes. Hasta la fecha, más de treinta naciones han empleado estas Comisiones. La primera que acaparó la atención y admiración del mundo fue la de Sudáfrica, dirigida por el arzobispo Desmond Tutu. En sus palabras, “la Comisión fue una parte esencial de nuestra transición democrática del apartheid a una sociedad más justa”.

Existen numerosos ejemplos de transformación nacional a través de las artes. Una instancia maravillosa es el West-East Divan, una orquesta que reúne a jóvenes músicos israelíes y árabes trascendiendo las barreras de odio que caracterizan a esa región. Fue fundado gracias a los esfuerzos unidos de Edward Said, el recientemente fallecido escritor y profesor palestino, y el director Daniel Barenboim, quien afirma que “La música lo dice todo sobre la unidad y la armonía. Los músicos de la orquesta West-East Divan trabajan unidos por un objetivo común. Eso en sí es un concepto revolucionario, considerando de dónde provienen”. La orquesta es “una versión musical de lo que pienso sobre Oriente Medio, una visión que puedo tener de Oriente Medio en la que todo el mundo puede contribuir y donde la totalidad es mayor que la suma de las partes”.

Otro ejemplo son las iniciativas de los ‘Barefoot Artists’ (Artistas Descalzos) que trabajan con comunidades pobres de todo el planeta ayudando a la gente a curarse y a prosperar mediante la autoexpresión y la acción, creando belleza para transformar su entorno al tiempo que inspirando autodeterminación y capacitación. Fundada por Lily Yeh en los años 80, está basada en sus 20 años de experiencia utilizando el arte para la construcción de la comunidad, la capacitación y el desarrollo económico en la ciudad interior de Filadelfia norte y en comunidades pobres internacionalmente. En 2005 el equipo pasó tres semanas en Gisenyi, Ruanda, trabajando simultáneamente en dos proyectos complementarios en el área de Rugerero en el distrito de Cyanzarwe para ayudar con el trabajo de sanar las relaciones de la comunidad después del genocidio.

Tal es la maravilla del espíritu humano que estos ejemplos no son desviaciones inusuales de un patrón mal percibido de egoísmo humano. Más bien, son sólo una diminuta fracción de los miles de iniciativas en todos los países de todas las partes del mundo donde individuos y grupos están conscientemente anclando los valores y energías del alma en la vida de la nación a la que pertenecen, y conduciendo, en palabras de Alice Bailey, “a la revelación de la divinidad por medio de la humanidad”.

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