El 23 de noviembre 2010, la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó la histórica Resolución 65/5 proclamando la primera semana de febrero para celebrarse como la Semana Mundial de la Armonía Interconfesional. Esta resolución “anima a todos los países a apoyar, de manera voluntaria, la difusión del mensaje de la armonía y buena voluntad interconfesional […] basadas en el amor de Dios y el amor al prójimo […], de acuerdo con las tradiciones o convicciones religiosas de cada uno.” La Semana es un ejemplo de observancia de la ONU. Las observancias de la ONU, celebradas en todo el mundo, buscan estimular interés en las actividades y programas de Naciones Unidas, y promover la consciencia y la acción respecto a cuestiones importantes de política, sociales, culturales humanitarias o de derechos humanos.

Así, en febrero de 2011, se inauguró la Semana Mundial de Armonía Interconfesional. En 2012, el presidente de la 66 Asamblea General, en asociación con los Estados Miembros, las agencias de la ONU y las ONGs, presidió un evento en la Asamblea General de la ONU celebrando la Semana, titulado “Terreno en común para el bien común”. Este año, el jueves 14 de febrero de 2013, Buena Voluntad Mundial tuvo la suerte de asistir a la segunda celebración de la Semana. El evento, titulado “Unidos por una cultura de paz mediante la armonía interconfesional”, fue presentado por el Presidente de la Asamblea General, Sr. Vuk Jeremić, UNESCO, y el Comité de ONGs religiosas en la ONU, y co-patrocinada por las misiones de Guatemala, Jordania, Irak, Kazajstán, Malasia y Nueva Zelanda, con el apoyo de las misiones de Libia, Filipinas, Samoa, Zimbawe, y también de la ONG World Peace Prayer Society. También cooperaron el Movimiento Global por la Cultura de la Paz, el Comité de ONGs sobre libertad de religión o creencias, El Comité de ONGs sobre espiritualidad, valores y preocupaciones globales-NY, el Comité de ONGs sobre la década internacional de los pueblos indígenas del mundo, la Asamblea Espiritual de la ONU, y la Asamblea de Valores de la ONU.

Esta larga lista de organizaciones participantes muestra que la ONU, los Estados miembros y la sociedad civil claramente se toman en serio la cuestión de la Armonía Interconfesional, lo cual resulta alentador. La sala de la Asamblea General estaba repleta de representantes de comunidades de diferentes creencias y bases espirituales y hubo una sensación real, especialmente durante las Oraciones por la Paz, de invocación grupal, apelando a poderes superiores para apoyar los esfuerzos de la familia humana por servir a los propósitos y principios consagrados en la Carta de la ONU. El Presidente de la Asamblea General, antiguo ministro de asuntos exteriores en la República de Serbia, capturó este espíritu en sus comentarios de apertura. Citando un verso en el Libro de los Salmos observó: cada tradición religiosa tiene una versión de esta enseñanza – que el hombre está en lo cierto al poner su fe en el Todopoderoso, en Su plan divino y Su poder redentor. Durante milenios, estas creencias han ayudado a sustentar el espíritu humano, a través de conflictos y luchas, hambrunas y pestilencia.

El evento en sí constó de tres elementos. Primero, los representantes de la ONU y la sociedad civil compartieron sus reflexiones sobre el papel de la armonía interconfesional en la resolución pacífica de las disputas. Los temas tratados variaron enormemente, desde el desarme nuclear global, a la memoria del holocausto, y desde la protección de las minorías religiosas, al fin de la violencia contra las mujeres. En una emotiva declaración, el representante Permanente de Iraq en la ONU, el embajador T. Hamid Al-Bayati, afirmó: todas las religiones, todos los libros sagrados, todos los profetas y mensajeros, provienen de la misma fuente, que es el mismo Dios que adoramos cuando acudimos a la mezquita, a la iglesia, a la sinagoga, al kampong… En la segunda fase, una Sinfonía de Oraciones por la Paz, se produjeron momentos de alineamiento e invocación excepcionalmente profundos a medida que los representantes de grupos indígenas, bahá’is, budistas, cristianos, hindúes, humanistas, jainistas, judíos, musulmanes, sikh y zoroastrianos ofrecían afirmaciones y plegarias, con un acompañamiento musical. La fase final fue la Ceremonia de la Bandera de la Paz Mundial: la bandera de cada Estado Miembro y de cada Misión de Observación fue presentada, portada, siempre que fuese posible, por un representante nacional. A medida que se presentaba cada bandera, se anunciaba el nombre del país y todos estaban invitados a repetir, “Que la paz sea en [ese país].” En la clausura, todas las banderas fueron izadas en la sala, y se pronunció la afirmación final, “Que la paz prevalezca en la Tierra.” El evento sirvió como alegre afirmación de la unidad de consciencia que la ONU aspira a promover, y el papel positivo que el trabajo interconfesional puede desempeñar promoviendo las correctas relaciones humanas y la paz.

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