Octubre de 2010

Leyes. A medida que la humanidad ha evolucionado, ha desarrollado una gran fascinación por las leyes. Cada aspecto de la vida diaria está ahora gobernado u organizado por leyes, regulaciones y reglas de algún tipo, de creciente complejidad. Y a medida que la mente humana ha despertado a la naturaleza global de la humanidad, las leyes han sido creadas para organizar el flujo de vida en todo el mundo. El último intento de una ley global puede verse en la lucha que existe para ponerse de acuerdo en un cuerpo legal que gobernará la cualidad de todo el medio ambiente del planeta.

Pero, ¿de dónde viene esta fascinación? ¿Es un impulso con el cual hemos nacido?. ¿Está programado en nuestro ADN?. Quizá. Evidentemente es un impulso que surge bastante espontáneamente de nuestra conciencia. Si vemos algo mal, lo queremos poner bien; queremos justicia cuando nos enfrentamos a la injusticia; queremos traer armonía a través del conflicto. Hay algo profundo en la naturaleza humana que mira a la ley para construir una vida ordenada y segura.

Un artículo anterior de Panorama Mundial, “El Espíritu de la Ley” nos da un indicio. La última línea de este artículo observa: “ En medio de la complejidad de los asuntos mundiales y el sufrimiento de sus pueblos, existen signos de que la Humanidad está despertando al espíritu de la gran ley: la simple ley de amarnos los unos a los otros”.

Habitualmente no pensamos en el amor como si fuera una ley. Sin embargo, lo es. No parece ser una ley hecha por el hombre, aunque fue enunciada por Cristo hace dos mil años. Pero es una ley a la que la humanidad responde y obedece bastante fácilmente y de buena gana. Las enseñanzas espirituales, naturalmente, se refieren a ella como la gran ley de Dios. Dios es amor.

Dios nos confiere este poder de amar. Pero en el proceso de conferir hay un estadio intermedio vital entre Dios y Su creación, que está “más cercano a nosotros que las manos y los pies” –el alma humana. El alma es ese reflejo proyectado del Ser divino que nos da vida, conciencia y vitalidad. Y dado que el alma responde a las leyes de Dios, ella, a su vez, nos confiere el impulso de la ley. Así, cuando espontáneamente creamos leyes y regulaciones, simplemente estamos respondiendo a una fuerte necesidad interna profunda, el alma. Si este impulso, por ejemplo, nos alienta a aplicar la energía de la buena voluntad cuando tratamos con una situación de conflicto para mejorar las relaciones, en ese momento es el alma que habla a través nuestro, como una “voz en el silencio”. Nos da la elevadora voluntad de anular nuestra naturaleza combativa.

Hay muchas otras Leyes de Dios que también se transforman en Leyes del alma, las cuales entonces se transforman en impulsos a los que gustosamente respondemos en nuestra vida diaria. El servicio es una de estas leyes. Servir altruistamente es una cualidad básica del alma; este impulso es, a su vez, llevado a su expresión externa –la personalidad humana. La necesidad de servir a otros, altruistamente sin recompensa, es muy fuerte en algunos, menos fuerte en otros. La forma como respondemos a estos impulsos del alma depende en gran manera de dónde está nuestro foco de conciencia, es decir, ¿está nuestra respuesta teñida y condicionada por emociones y sentimientos, o está nuestra mente ejerciendo una influencia más fuerte sobre nuestras acciones?

En las escrituras esotéricas, servicio es definido como “el efecto espontáneo del contacto del alma”. Es un contacto tan definido y fuerte que la vida del alma se vierte a través de la expresión de la personalidad externa. Cuando esta fuerte necesidad de servir está presente, es expresada como una directiva en la vida; uno moldea su vida alrededor de esta necesidad interna, profunda. Actúa más como alma que como personalidad separada. Una persona puede sentir una intensa necesidad de servir, pero puede también querer algo de reconocimiento por su servicio. No siempre es así con actos de servicio más espontáneos. Ya sean egoístas o altruistas, ambos se producen en respuesta a la Ley del Servicio, pero con diferente motivación.

De forma similar, el servicio está relacionado con otra Ley del Alma –la Ley del Sacrificio. Sacrificio es “el impulso de dar”. La capacidad y voluntad de sacrificio viene muy naturalmente a la mayoría de seres humanos. Podemos pensar que nuestra voluntad de hacer pequeños sacrificios por nuestra familia, por los seres queridos y por los amigos, es una cualidad que se origina en nuestra naturaleza de la personalidad. Pero como en la Ley del Amor, se origina no solamente en el alma sino incluso más allá en la Deidad Misma. Siendo el alma un ser cumplidor de las leyes, gustosamente da de sí misma para ayudar aún más el gran Plan de redención que el Creador está ideando en la tierra. Este impulso de dar sin egoísmo, de sacrificarse, es llevado vía el alma a la vida de la personalidad y emerge como pequeños actos, y a veces como actos importantes, de sacrificio que los seres humanos hacen cada día.

Lo que es importante sobre el impulso de amar, el servicio y el sacrificio, es que representan la evidencia de la existencia misma del alma. Estos impulsos no se originan en las células cerebrales. La fuente donde se originan está fuera del cuerpo físico, en las dimensiones espirituales del alma y más allá. El impulso espiritual (Leyes) se filtra a través de la mente y es después procesado por las células cerebrales y expresado en la vida de la personalidad como amor, deseo, servicio y voluntad de dar espontáneamente de nosotros mismos y nuestra riqueza material cuando la necesidad surge. Estos impulsos son “evidencia de cosas no vistas”. Cuanto más la mente despierta y se hace sensitiva a las energías rarificadas de la mente superior, más somos sensitivos a la omnipresente alma, y más las cualidades y Leyes del alma gobiernan lo que pensamos, hacemos y decimos. En efecto, nos volvemos tan “cumplidores de la ley” en el sentido espiritual como lo somos en el mundo del plano físico.

Y hay amplia evidencia de que la humanidad está respondiendo extensamente a las Leyes espirituales. Hay profundos impulsos detrás de la motivación de crear las Naciones Unidas y las muchas agencias de servicio de la ONU (como la Organización Mundial de la Salud, la Organización para la Alimentación y la Agricultura, UNICEF, la Agencia para los Refugiados) y escribir la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y la Declaración de los Derechos del Niño. La ONU también negoció la Ley sobre el Derecho del Mar que gobierna y protege las líneas de navegación, los minerales del lecho marino y los límites de los océanos del mundo. Además, claro, de las miles de organizaciones y fundaciones caritativas que han brotado en solamente los últimos cincuenta años, son más evidencia de que las Leyes espirituales del Alma están haciendo un impacto directo en la conciencia humana, probando que el corazón de la humanidad es verdaderamente sano y está oyendo el sonido de la buena voluntad. El alma existe en cada ser humano que cumple la ley, porque aman, sirven y dan.

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