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De los pocos temas especializados que se abordan en estos libros de Alice Bailey y el Tibetano, la educación es de vital importancia.  Hoy en día estamos cediendo a la tendencia de asociar "educación" sólo con la instrucción de los jóvenes y con temas académicos. La educación es, o debiera ser, un proceso continuo desde el nacimiento hasta la muerte, relacionado no tanto con la adquisición de conocimientos, sino con la expansión de la conciencia. El conocimiento, en sí mismo, es un callejón sin salida, a menos que se lleve a una relación funcional con el medio ambiente, responsabilidades sociales, tendencias históricas, condiciones humanas y mundiales, y sobre todo, con la evolución de conciencia que trae la infinita inmensidad de un universo desconocido dentro del alcance de la mente finita humana.

Para simplificar, ¿podemos decir que la educación es un proceso continuo en el que se aprende a reconciliar los elementos humano y divino en la constitución del hombre, creando una relación correcta entre Dios y el hombre, el espíritu y la materia, el todo y la parte?.

Si esto es educación en un sentido más amplio, es más específica y concentrada cuando se considera a la luz de la formación del niño. Por lo tanto, este libro es concentrado y específico. Aunque se presenta la necesidad de integración – de un desarrollo de la persona como totalidad, compuesta de espíritu, alma y cuerpo en una unidad integrada, y la aceptación de la totalidad planetaria como el área de experiencia y responsabilidad personal –, se definen, con términos específicos, las necesidades educativas actuales del niño. Se enumeran los fallos e insuficiencias que presentan los sistemas educativos presentes, que existen en muchas partes del mundo y se sugieren métodos para el futuro.