Tensión Eléctrica y Espacio Sagrado - Parte 3

Continuación de la parte 2

Un Tipo Diferente de Espacio


Hasta ahora hemos analizado la premisa de que la fuerza constructora que actúa en los cielos no es principalmente la gravedad, como pensaba la cosmología estándar, sino la tensión eléctrica basada en la geometría sagrada del hexágono. También hemos examinado los efectos que este fenómeno produce en el crecimiento, el desarrollo y el funcionamiento de los organismos vivos a través del agua que rodea el ADN y todas las cadenas de proteínas. Ahora podemos pasar a explorar cómo la tensión eléctrica y la geometría sagrada del hexágono actúan sobre la conciencia misma.

Es sorprendente que la neurociencia cognitiva considere la conciencia como una ilusión. Este punto de vista ha surgido a partir de experimentos que muestran que el cerebro tarda cientos de milisegundos para procesar e interpretar una entrada sensorial. Por consiguiente, en una conversación entre dos personas, cada una de ellas responde, por lo general, a lo que la otra ha dicho antes de que ocurra la actividad cerebral que se relaciona con el proceso del habla (!). Sobre la base de este hecho se llega a la conclusión de que el diálogo ocurre sin que los interlocutores sean conscientes de eso; ellos responden uno al otro antes de que sus cerebros hayan procesado lo que se ha dicho y solo están bajo la ilusión de que controlan conscientemente la actividad comunicativa. Es por eso que la conciencia es vista como un epifenómeno, como un estado de sueño agitado que emerge de las partículas de materia en movimiento. 1

La conciencia surge, de hecho, cuando la materia ha alcanzado cierto nivel de organización compleja. Pero la fuerza de la vida que se halla detrás de la conciencia no se genera espontáneamente en ese momento; sin embargo toda la materia vibra con vida y tiene conciencia latente dentro de sí. La realidad es que la percepción humana puede reconocer esto y examinarlo con instrumentos científicos solo cuando la materia haya alcanzado un determinado grado de complejidad.

Pero aparte de esto, un buen puente entre las perspectivas material y espiritual puede encontrarse en el pensamiento de Bertrand Russell, un gran filósofo agnóstico, quien propuso que la conciencia existe no en el espacio físico, sino en un espacio no físico, uno relacionado con la percepción.

Un ejemplo clásico para poder ilustrar el pensamiento que subyace en la idea de Russell consiste en mirar un dedo. Cuando la imagen del dedo llega a la retina, se digitaliza inmediatamente en una corriente de impulsos eléctricos que corren por los interiores totalmente oscuros de las fibras nerviosas en el cerebro. Pero, de alguna manera, como por arte de magia, la imagen vuelve a aparecer luego en el cerebro como un objeto virtual y, además, causa la ilusión de que no está en nuestro cerebro, sino fuera de nuestra cabeza. Nuestro cerebro ha realizado un análisis de la luz reflejada de nuestro dedo y la proyecta de vuelta hacia la fuente. Entonces, la gran cuestión es ¿dónde está la realidad: en el cerebro o fuera de la cabeza, donde parece estar? Aquellos que siguen el razonamiento de Bertrand Russell dirían que en ninguna de las dos partes; la dinámica de la conciencia se produce en un tipo de espacio diferente, paralelo al espacio físico objetivo funcional.

El Dr. Peter Walling , un anestesiólogo del Baylor University Medical Center de Dallas, ha profundizado aún más en el asunto. Él ha investigado la dinámica de la conciencia; y para ello ha examinado las fluctuaciones existentes en los flujos de la corriente eléctrica dentro de las células del cerebro; luego, con los datos obtenidos ha construido una representación geométrica de la dinámica cambiante. En el caos aparente de la actividad de las ondas cerebrales ha encontrado una geometría ordenada que opera sutilmente detrás del funcionamiento de la conciencia. También se ha descubierto que ciertos patrones volvían a producirse y tendían a formar arquetipos geométricos específicos, conocidos como los «atractores fractales» en las matemáticas de la Teoría del Caos.


             


Estos resultados sugieren que la conciencia funciona y evoluciona en una dimensión matemática abstracta. El Dr. Walling cree que cuando las impresiones sensoriales del mundo exterior llegan al cerebro en forma de señales eléctrica, el cerebro las transfiere a una estructura tridimensional superior en el espacio no físico, y que la geometría de este espacio es la base del pensamiento consciente. 

Una parte fundamental de esta teoría se basa en lo que se conoce como sincronía de ondas gamma dentro del cerebro. En general, los neurocientíficos están de acuerdo con que esta medición de la actividad eléctrica coordinada representa mejor la conciencia.

La sincronía de ondas gamma ocurre cuando la frecuencia de transmisión de los impulsos neuronales alcanza entre 40 a 100 Hz, de un modo orquestado por todo el cerebro; así, los diferentes datos que entran en el cerebro se ponen en actividad sincrónica. Las investigaciones hechas en pacientes que salen de los efectos de la anestesia corrobora esto, puesto que la recuperación de la conciencia coincide con un aumento de las ondas gamma, que finalmente alcanzan el punto donde otra vez se puede pensar coherentemente. Otros estudios demuestran que cuanto más un sujeto sea capaz de concentrar sus pensamientos, tanto más está presente la sincronía gamma en la actividad eléctrica del cerebro.

Los investigadores de la Universidad de Wisconsin, Madison, descubrieron que los monjes budistas Zen presentan, durante la meditación, una extraordinaria sincronización de las ondas cerebrales en esta frecuencia. «Mientras meditan, los monjes producen ondas gamma de amplitud extremadamente alta y con una sincronía de largo alcance. Las ondas de diferentes regiones del cerebro estaban en unísono; es como si numerosas cuerdas para saltar estuvieran dando vueltas de manera exactamente igual. Ellos demuestran que la armonía espiritual requiere la coordinación de los grupos de neuronas, que de otro modo estarían dispersos». 2

El estudio hecho por el Dr. Walling sobre la dinámica de la sincronización de las ondas gamma ha sido posible solamente en los tiempos recientes gracias al aumento de la capacidad de las computadoras para procesar datos; por lo tanto, ahora el reto consiste en ver cómo se relaciona la geometría de la conciencia en el espacio perceptivo con la geometría del cerebro en el espacio objetivo. Y un buen sitio para empezar sería con lo que ambos tienen en común, a saber, su geometría fractal. Un fractal es un patrón geométrico que se repite en una escala cada vez menor para producir formas y superficies irregulares que no se dan en la geometría clásica. A esta propiedad de los fractales se la conoce como «autosimilaridad».

Un ejemplo común es un árbol. Este crece repitiendo el proceso simple de ramificación; esto significa que una pequeña parte del árbol, como una ramita, tiene la misma forma general que una rama más grande; y esta tiene, a su vez, una estructura similar a la de todo el árbol. Los estudios científicos han demostrado que la corteza del cerebro es de naturaleza fractal; es decir, las estructuras más pequeñas dentro de él presentan el mismo patrón general que la corteza misma en todas las escalas. 3

Como ha descubierto el Dr. Walling, la dinámica de la conciencia también es de naturaleza fractal; así que está claro que el punto de intersección entre los reinos de la conciencia y la materia se basa en la geometría fractal de algún tipo. En la materia la conciencia necesita una estación receptora y una estación de acoplamiento con formas adecuadas, para que puedan recibir los mensajes desde el espacio perceptivo y devolverles información objetiva; y este intercambio de comunicación se produce a través de patrones fractales basados en hexágonos. El primer patrón hexagonal está en la parte del cerebro que es responsable de la memoria y la navegación: la corteza entorrinal.

Cuando se traza un gráfico de cómo las neuronas de esta parte del cerebro de animales de laboratorio transmiten impulsos cuando se desplazan por un lugar, se ve que estos se sincronizan en patrones hexagonales. Los animales y los seres humanos tienen una representación espacial hexagonal del entorno. Esto está en armonía con el punto de vista esotérico, ya que el número 6 está asociado con la forma y la manifestación.

En vista de que los tres planos inferiores del sistema solar forman la prisión del hombre, el número 666 es considerado como el número del materialismo, el número del dominio de los mundos físico, astral y mental inferior, antes del proceso de reorientación hacia las esferas más elevadas.


Neurociencia: Cerebros de Noruega

   Los mismos patrones hexagonales también se han encontrado en los niveles más profundos de la corteza entorrinal, pero a escalas más reducidas. El interior de las células del cerebro tiene una estructura conocida como microtúbulos, que posee una forma cilíndrica, con un enrejado hexagonal en su superficie. Esta superficie hexagonal es perfectamente adecuada para las ráfagas de enzimas, en forma de copos finos de nieve, que son atraídas a estos cilindros por afinidad electrostática. Estos catalizadores biológicos (conocidos como CaMKII) son doble hexágonos huecos.

Al esoterista, es precisamente su naturaleza hueca lo que le interesa, porque esto siempre indica una zona de transición entre los planos interno y externo. Los vórtices hexagonales que rodean cada una de estas proteínas constituyen, probablemente, el secreto de la transferencia de información entre la conciencia y el cerebro físico.

Cuando estas pequeñas proteínas se posan sobre la superficie del microtúbulo, ellas extienden seis patas, semejantes a diminutas lanchas de desembarco; cada pata actúa como un «bit» de información, y los seis bits constituyendo un «byte». A través de esta interacción se forman patrones dinámicos en el enrejado hexagonal de los microtúbulos; y algunos perspicaces investigadores creen que esta interacción controla y organiza los patrones de los impulsos neuronales en el cerebro.

 
            
Otro anestesiólogo, el Prof. Stuart Hameroff de la Universidad de Arizona y del Centro para el Estudios de la Conciencia, sugiere que, en el cerebro, este conjunto de hexágonos fractales, en escala descendente, se relacionan con la experiencia consciente. La conciencia puede subir y bajar varios niveles en una jerarquía cerebral de tipo fractal, de manera similar a una escala musical.

En las frecuencias de 40 a 100 Hz, la sincronía gamma aparece como un patrón de oscilación neuronal. Esta aumenta a 10.000 hertzios en los microtúbulos, e incluso hasta megahertz, gigahertz y terahertz; y cada banda de frecuencias corresponde a estructuras cada vez más pequeñas dentro del cerebro. El Prof. Hameroff señala que estas están separadas por tres órdenes de magnitud, que es la escala óptima para que las jerarquías fractales aparezcan con sus patrones que se repiten.

Él compara estas escalas de octavas con los Lokas de la filosofía oriental; loka es un término sánscrito que significa “mundo” en la literatura védica. Cuanto más se enfoca la conciencia en la meditación o en el pensamiento concentrado, tanto más ella desciende en la escala jerárquica fractal del cerebro, y la frecuencia de las señales electromagnéticas aumenta dramáticamente hasta llegar a ser tan rápida que puede decirse que la conciencia está actuando independientemente de la materia física del cerebro en uno de los mundos sutiles, o lokas.  

Pero es al Dr. Walling a quien volvemos para investigar la verdadera naturaleza de la conciencia, independientemente del mundo, o loka, en el que esté actuando; y esto nos lleva a la concepción del espacio perceptivo. La conciencia nunca será descubierta como una «cosa» sustancial, ubicada en un lugar específico, ni siquiera en el plano espiritual más elevado que podamos imaginarnos, porque, cualquiera que sea el plano en el que la vida esté funcionando, la dinámica de la conciencia actúa en el espacio perceptivo relacionado con ese plano, a saber, en una dimensión aparte de todas las demás. Es aquí donde la conciencia reside, en un intangible e indefinible reino de relaciones matemáticas. «Dios geometriza» y la conciencia es el resultado.

La Filosofía Esotérica afirma que la conciencia surge de la interacción entre el espíritu y la materia; por lo tanto, cualquiera que sea el plano (uno de los siete planos de espíritu/materia) en el que la vida esté desarrollándose, la dinámica de la conciencia opera en el espacio perceptivo relacionado con ese determinado plano —un tipo diferente de espacio.

«Para el ocultista no existe tal cosa como sustancia, sino únicamente Fuerzas en distintos grados (...), y es solo la Conciencia la que produce un efecto inteligente por intermedio del espacio».  A.A. Bailey

 

 

 

 

 

 


1.     Fractal, Scale-Free Consciousness [Conciencia fractal y sin escalas]. Stuart Hameroff MD https://www.youtube.com/watch?v=yp20eWejD6Q&t=3s
2.    Zen Gamma Scientific American   http://www.scientificamerican.com/article/zen-gamma/
3.    Is the brain cortex a fractal? [La corteza cerebral, ¿es un fractal?]  https://www.researchgate.net/publication/8605535_Is_the_brain_cortex_a_fractal

Ref:      Consciousness: Anatomy of the Soul [La Conciencia: Anatomía del Alma],  Peter T. Walling and Kenneth N. Hicks