• El Amor a la Verdad—esencial para una sociedad junta, inciuyente y progresista;
  • El Sentido de la Justicia—el reconocimiento de los derechos y necesidades de todos;
  • El Espíritu de Cooperación—basado en una buena voluntad activa y el principio de las rectas relaciones humanas;
  • El Sentido de la Responsabilidad Individual—con respecto al grupo, la. comunidad y los asuntos nacionales;
  • El Servicio al Bien Común—mediante el sacrificio del egoísmo. Sólo lo que es bueno para todos es bueno para cada uno de nosotros.

Estos valores son espirituales e inspiran la conciencia y la mentalidad de aquellos que sirven a fin de crear un modo de vida mejor.

El Destino de Todos Los Pueblos y Naciones Depende de los Valores que Rigen sus Decisiones

La crisis humana y mundial de hoy en día es fundamentalmente espiritual y, como tal, pone a prueba el carácter y la intención de todos los hombres y mujeres. Se nos brinda la oportunidad de reevaluar los valores quo aceptamos como normas personales de conducta..

El mundo del futuro depende de lo quo cada uno de nosotros decida hacer hoy.

Los tiempos actuales exigen elecciones esenciales a los pueblos del mundo. Es un tiempo para una reevaluación de los valores. Un valor se define en relación con ciertos aspectos de nuestra vida cotidiana o como una cualidad intrínseca reconocida o útil. Tales valores pueden ser cuestión de opinión y por lo tanto discutibles. Sin embargo, numerosos valores en la vida humana tienen como base el "bienestar general de todos los pueblos" y son principios rectores en los que pueden fundarse y planificarse la rutina cotidiana y el trabajo común Los principios establecidos en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de las Naciones Unidas son un recuerdo constante a todos los pueblos del mundo de los objetivos fundamentales y la pureza de intención que motivan sus decisiones.

Hoy en día, en un mundo que cambia rápidamente, constatamos una confrontación fundamental entre lo antiguo y lo nuevo: las formas cristalizadas y usadas y las ideas progresistas; el interés egoísta y el bienestar general, el nacionalismo y una conciencia planetaria, o entre los valores materiales y los valores espirituales.

Los valores materiales confinan al individuo, al grupo o a la nación en los límites que determinan una forma de vida creada para servir sus propios intereses. Las formas pueden cambiar, pero si la motivación es un egoísmo mezquino, nada bueno puede resultar para la cultura humana y la civilización.

Los valores espirituales tienen relación con la iluminación, la libertad y un crecimiento creador de la especie humana. Hacen avanzar la tendencia innata de la humanidad hacia la síntesis y la globalidad. Provocan una extensión en vez de imponer límites al horizonte de la visión y de las capacidades humanas. Pueden ser simbolizados como una espiral ascendente de una potencialidad infinita.

Los valores espirituales más importantes para todos nosotros son, sea cual fuere la nación que representamos, los que nos elevan fuera de nuestro egoísmo y de la rutina que hemos construido. El egoísmo no beneficia a nadie, incluidos a nosotros mismos, en una sociedad que se ha vuelto muy interdependiente y muy relacional.

El "sacrificio del egoísmo" puede liberar nuevos valores en nuestra vida nacional e internacional. Puede poner fin a la carrera armamentista, que ahora se perpetúa por motivos económicos y de poder, y puede conducir hacia la vía del desarme y de la paz mundial que se contemplan y estipulan en la Carta de las Naciones Unidas.

El "sacrificio del egoísmo" permite el reparto y la contribución de todas las partes de la sociedad al crecimiento y la prosperidad de la totalidad. Reconoce la responsabilidad, el interés y el compromiso por actitudes y acciones comunes, y por una nueva perspectiva de la vida y de sus verdaderos valores. Los verdaderos valores de los pueblos del mundo se sustentan en algunos principios o cualidades: la unidad, la tranquilidad –la armonía social, la seguridad, la libertad y un bienestar general – "para todos los pueblos". En tal estructura, el sentido de responsabilidad se desarrolla al mismo tiempo que los derechos y las libertades a los que todos tienen derecho, la confianza y el respeto mutuos proporcionan la garantía de un buen funcionamiento.

Cada nación, grande o pequeña puede jugar su parte. Una opinión pública focalizada, determinada e iluminada es la fuerza más importante del mundo y puede producir la dirección moral que se necesita. Que nuestra renuncia al egoísmo y al materialismo ilumine el camino hacia un futuro mejor para la humanidad.

EL SACRIFICIO DEL EGOÍSMO

Los obstáculos para un orden mundial nuevo y mejor para el género humano pueden resumirse en una sola palabra: el egoísmo –nacional, racial, político, religioso, económico así como el egoísmo individual.

Como sabemos, para la supervivencia de nuestro planeta, se necesitan desesperadamente nuevos valores para vivir. El egoísmo puede ser trascendido y la visión de un mundo mejor puede convertirse en realidad. Ha llegado el momento en este mundo interdependiente para que los individuos diluyan sus intereses personales en bien del grupo; para que el grupo o los grupos, fusionen sus intereses para el bien nacional; para que las naciones, abandonen sus objetivos y propósitos egoístas en interés de las relaciones internacionales justas y para el bien de la humanidad entera.

En todas las partes del mundo hay una creciente tendencia a aspirar hacia una visión que corresponde a nuevas formas de vivir. La conciencia humana se abre a la impresión espiritual y comprende que hay valores espirituales deseables a construir en todos los aspectos de la vida que superarán el materialismo que ha controlado a la humanidad durante siglos. Estos valores conciernen a las actitudes esenciales de mente y de corazón que determinan las acciones y crean las circunstancias de la vida cotidiana.

El sacrificio del egoísmo y su sustitución práctica por la cooperación internacional, la tolerancia mutua y el reparto entre los pueblos y las naciones, aumentarán los lazos de comprensión entre los pueblos del mundo. Puede liberar a los hombres y las mujeres de todas las naciones de su miedo y su deseo, conceder libertad de expresión y culto, y libertad para progresar mental y espiritualmente.

LOS VALORES HUMANOS EN LA VIDA COTIDIANA

Debe llegar una época en la historia de la especie humana en que un número tan grande de personas habrá despertado a los valores y soluciones espirituales más elevadas, que las antiguas actitudes y actividades se habrán vuelto para siempre imposibles a gran escala.

Ciertamente el objetivo del nuevo orden mundial es que cada nación, grande o pequeña (en las cuales las minorías tengan derechos iguales y proporcionales) deberá proseguir su propio desarrollo cultural y trabajar en su salvación. Cada una de ellas y todas juntas deberán comprender que son parte orgánica de un todo constituido y contribuir de forma desinteresada a este todo. Esta comprensión ya está presente en el corazón de innumerables personas del mundo; esto acarrea una gran responsabilidad. Si esto se desarrolla inteligentemente y se maneja sabiamente, llevará a relaciones humanas correctas, a la estabilidad económica, basada en el espíritu de reparto y a una nueva orientación de individuo a individuo, de nación a nación y de todos hacia la potencia suprema a la que damos el nombre de Dios.

Practicadas en términos nacionales, estas realizaciones eliminan el conflicto y la competición en los diversos aspectos de la sociedad. Si cada grupo lucha para él mismo y su propio interés, no puede haber "armonía social", tranquilidad, seguridad y unidad, ni libertad o bienestar.

El valor humano fundamental necesario hoy en día para una vida mejor en la sociedad en la que vivimos, es la utilización simple y práctica de la energía de buena voluntad. La Buena Voluntad es una actitud mental inclusiva y cooperativa, es "amor en acción", fusiona el corazón y la mente en una condición de sabiduría y de inteligencia creadora, estimula la justicia y la integridad de aquellos que tienen influencia y autoridad. Es realmente la piedra angular de la sociedad humana que responde a los valores de la nueva era.

Sostengamos por medio del pensamiento y la acción a aquellos que actúan con buena voluntad en nombre del "bien general para todos los pueblos".

LUCIS TRUST

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