La ancianidad debe pasarse meditando en los trabajos de los filósofos, una ocupación que traerá paz y felicidad y abrirá el camino a la eternidad.
- Séneca, Siglo I D.C.

Introducción

Mientras nos embarcamos en un nuevo milenio, quienes integramos el reino humano enfrentamos un fenómeno sin precedentes en nuestra larga historia: una población creciente de personas ancianas en casi todos los países del mundo. Este crecimiento en el extremo de mayor edad de la escala es, por una parte, un tema de preocupación para los gobiernos y comunidades, cuya responsabilidad es cuidar de sus ciudadanos mayores; por otra parte, puede verse como un enorme potencial humano que está sumamente desaprovechado como un recurso de valor. Durante varias décadas hemos visto desarrollarse este incremento de personas ancianas, especial-mente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y el nacimiento de la generación de la explosión demográfica, apenas de 1946 a 1964. Las personas nacidas durante la explosión demográfica han creado un fenómeno de “ola de edad” que mientras circula está impactando en cada segmento de la sociedad: vivienda, producción de alimentos, vestimenta, educación, cultura y atención médica. En otra década y media finalmente hará impacto sobre las orillas del retiro. La gran pregunta es: ¿devastará el terreno la fuerza de esta ola, dejando a la generación más joven ahogándose en el empobrecimiento, o proveerá esta fuerza de ancianos la fertilidad para una nueva clase de crecimiento, cuyos beneficios ahora sólo estamos comenzando a comprender?. Si montamos la ola con mentes abiertas, se dará el último caso.

La elección involucra a la mente, al pensamiento profundo, a la mente reflexiva, porque el potencial de los ancianos yace primordialmente en el reino de la conciencia. Es por esta razón que Buena Voluntad Mundial considera que este es un tema de gran interés. La conciencia, creemos, es un don y un producto del alma humana. Y lo que los humanos pensamos, decimos y hacemos en el mundo está condicionado en gran parte por la presencia o ausencia de la conciencia y los valores del alma. La influencia del alma en la vida de una persona --vista primordialmente en las cualidades de luz, amor y voluntad-- es materia de grado, el grado al cual somos sensitivos a nuestro yo más profundo.

La conciencia humana ha atravesado un tremendo despertar desde la Segunda Guerra Mundial, y en gran parte a causa de ella. La guerra fue un eje central para la familia humana, más de lo que nos damos cuenta. Si las fuerzas aliadas de la luz no hubieran salido victoriosas, el mundo se hubiera metido de cabeza en otra larga era de oscurantismo material. Pero ellas ciertamente triunfaron, y se abrió una gran puerta para la vertiente de un nuevo grupo de almas despiertas y altamente creativas. Ellas están inundando el mundo con su energía, estimulando por igual lo bueno y lo malo en la condición humana, pero como resultante, el efecto fue extremadamente bueno. Se ha derramado mucha luz en innumerables problemas humanos a los que nunca antes se les había dado tratamiento. Y la difícil situación, y la promesa de las personas mayores es algo que está recibiendo creciente atención. Se espera que este Comentario ayude a elevar la conciencia del potencial creativo de nuestros ciudadanos mayores, y quizás ofrezca una visión fresca de nuevas posibilidades espirituales en el sendero del alma.

El Papel de las Naciones Unidas

Adquirir una imagen clara del número de ancianos en el mundo y de sus necesidades personales es una tarea formidable. Afortunadamente los vastos recursos de las Naciones Unidas han sido capaces de compilar las estadísticas y otros datos necesarios para posibilitarnos ver la inmensidad del problema. (A propósito, debería remarcarse aquí que las Naciones Unidas es en sí uno de los primeros productos de las fuerzas de amor y luz que se están vertiendo en el mundo de Segunda Postguerra Mundial. Es la evidencia viviente de que el corazón y el alma universal de la humanidad son definitivamente fuertes y vitales). Con todos los datos acumulados, se hizo evidente que sería necesario un plan de acción internacional para hacer frente al envejecimiento creciente de la población. Se adoptó tal plan en la Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento que tuvo lugar en Viena, Austria, en 1982. La meta de este plan de acción internacional era “fortalecer las capacidades de los Gobiernos y de la sociedad civil para hacer frente con efectividad al envejecimiento de las poblaciones, y abordar el creciente potencial y las necesidades de dependencia de las personas mayores.”1 El plan incluía recomendaciones para la investigación de acciones de abordaje, recopilación y análisis de datos, entrenamiento y educación en áreas tales como salud y nutrición, protección de los consumidores ancianos, alojamiento y medio ambiente, familia, bienestar social, empleo y seguridad de renta y educación. Luego, este Plan Internacional de Acción fue adoptado por la Asamblea General de la O.N.U. y se designó el año 1999 como el Año Internacional de la Ancianidad.

La sección Introducción del Plan de Acción, da una imagen en resumen del alcance del crecimiento de la población mundial. La Introducción declara, en parte:

“Sólo en las recientes décadas se atrajo la atención de las sociedades nacionales y de la comunidad mundial a los interrogantes sociales, económicos, políticos y científicos provocados por el fenómeno del envejecimiento en una escala masiva. Previamente, mientras los individuos podían haber vivido en estados avanzados de vida, la cantidad y proporción dentro de la población local no era elevada. El siglo veinte, sin embargo, ha sido testigo en muchas regiones del mundo del control de la mortalidad prenatal e infantil, de un decrecimiento en la tasa de natalidad, de mejoras en la nutrición, en la atención primaria de salud y en el control de muchas enfermedades infecciosas. Esta combinación de factores ha resultado en un creciente numero y proporción de personas que sobreviven a estados avanzados en la vida”.

“En 1950, de acuerdo a las estimaciones de las Naciones Unidas, hubo aproximadamente 200 millones de personas de edad igual o mayor a 60 años en todo el mundo. Para 1975, su número había aumentado a 350 millones. Las proyecciones de las Naciones Unidas para el año 2000 indican que el número aumentará a 590 millones, y para el año 2025 a más de 1100 millones; es decir, un incremento de 224 por ciento desde 1975. Durante este mismo período, se espera que la población mundial en su totalidad aumente de 4100 millones a 8200 millones, un incremento del 102 por ciento. De esta forma, dentro de 45 años la ancianidad constituirá el 13,7 por ciento de la población mundial”.

Y dentro de ese 13,7 por ciento de ancianidad, la categoría de “ancianos mayores”, de más de 80, está aumentando aún más rápidamente que todos los otros grupos de edad. Un reporte de las Naciones Unidas estima que en 1998 “hubo 66 millones de personas de más de 80 años de edad, lo cual suma una persona de cada 100 en la tierra, y se espera que aumenten a 370 millones para el 2050. Ya hay 135.000 personas que tienen más de 100 años de edad”.

El reporte del Plan Internacional de Acción sobre el Envejecimiento contiene muchas recomendaciones sobre la atención humanitaria de la ancianidad que los organismos comunitarios y gubernamentales deberían considerar. Las personas ancianas son aún un recurso vital y tienen un papel definido que representar mucho después de que han pasado la edad de jubilación. El reporte del Plan de Acción lo declara muy elocuentemente:

“La raza humana se caracteriza por una larga infancia y por una larga vejez. A lo largo de la historia esto les ha permitido a las personas ancianas educar a los más jóvenes y transmitirles valores; este papel ha asegurado la supervivencia y el progreso del hombre. La presencia de los ancianos en el hogar familiar, en la vecindad y en todas las formas de vida social aún enseña una lección irreemplazable de humanidad. Las personas de edad nos enseñan a todos una lección, no solamente por su vida, sino ciertamente por su muerte. A través de la pena los sobrevivientes llegan a entender que la muerte en verdad continúa participando en la comunidad humana, por los resultados de su labor, los trabajos e instituciones que dejan detrás, y la memoria de sus palabras y de sus acciones. Esto puede alentarnos a considerar nuestra propia muerte con mayor serenidad y a crecer más completamente conscientes de las responsabilidades hacia las futuras generaciones.

Una vida más larga suministra a los humanos una oportunidad de examinar sus vidas en retrospectiva, de corregir algunos de sus errores, de acercarse a la verdad y de alcanzar un diferente entendimiento del sentido y valor de sus acciones. Esto puede ser la más importante contribución de las personas de edad a la comunidad humana. Especialmente en estos tiempos, luego de los cambios sin precedentes que han afectado a la humanidad en su periodo de vida, la reinterpretación de las historias de vida por los ancianos debería ayudarnos a todos a alcanzar la reorientación de la historia urgentemente necesitada”.

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La conciencia humana posee ahora la habilidad intelectual y técnica para abordar los problemas de las personas de edad en una escala global. Una expresión de esta conciencia global se ve en el Plan de Acción sobre el Envejecimiento de las Naciones Unidas establecido en Viena. Esto marca una significante etapa en el crecimiento y expansión de la conciencia humana. En muchos países del mundo, particularmente en las regiones desarrolladas, se crearon programas sociales, financieros y de salud específicos, para abordar las necesidades de sus ciudadanos. Estos programas crecieron debido al reconocimiento consciente de que una sociedad tiene una responsabilidad en el cuidado de todos sus ciudadanos, desde la infancia hasta la ancianidad. Ningún grupo de edades puede, en toda buena conciencia, descartarse como si no tuviera importancia. Los ciudadanos responsables --quienes tienen la habilidad consciente de responder a la necesidad— dan esto por sentado. Pero tal conciencia de inclusividad no fue siempre el caso. La historia de la responsabilidad humana hacia las personas de edad fue, hasta tiempos muy recientes, bastante deprimente.

Perspectiva Histórica

En las sociedades antiguas, particularmente en las regiones rurales y agrarias, la ancianidad no se consideraba como una categoría separada; los ancianos sólo eran adultos mayores. El criterio era útil. Una vez que los niños tenían la suficiente edad, se los ponía a trabajar en el hogar o en el campo. Cuando llegaban a viejos y eran físicamente incapaces de trabajar, se detenían. Nunca hubo concepto alguno de retiro. Usualmente se respetaba a los adultos mayores mientras fueran útiles, pero si resultaban incapacitados por la senilidad o la enfermedad física, se los veía como una carga, especialmente por las generaciones más jóvenes. Si la persona de edad tenía alguna riqueza y poseía propiedades –usualmente el hombre de mayor edad en la familia— podía pasar sus años restantes en relativa comodidad en su granja o finca. Pero si la persona de edad no tenía familia que estuviera dispuesta a cuidarlo, sería desalojada de la casa y dejada sola a mendigar en las calles.

El destino de los ancianos no era mucho mejor en algunas sociedades primitivas. Si se tornaban enfermos e inútiles para la tribu, eran ejecutados o se los alentaba a cometer suicidio. Pero en estas mismas sociedades primitivas, la utilidad no siempre significaba solamente habilidad física. En las denominadas sociedades orales muchos ancianos eran respetados como una fuente de conocimiento y sabiduría; eran la memoria de la tribu y representaban la continuidad entre las generaciones. También se los convocaba con frecuencia para actuar como jueces en las disputas.

Tal respeto por los ancianos de una tribu, clan o villa se veía también en el primitivo mundo hebraico. Cada ciudad o clan tenía su consejo de ancianos quienes eran considerados como los líderes del pueblo y eran todopoderosos. En el Libro de los Números el Señor instruyó a Moisés así:

“Recoge ante mí a setenta hombres de los mayores de Israel, quienes tú sepas que sean los jefes y secretarios del pueblo; y convócalos al tabernáculo de la congregación, y que se reúnan allí contigo. Yo bajaré y hablaré allí contigo; y tomaré del espíritu que está sobre ti y lo pondré sobre ellos; y ellos llevarán la carga del pueblo contigo, para que no tengas que llevarla tu solo”. 2

Aquí se le confirió el espíritu divino a un grupo de ancianos, y así poseyeron considerable respeto, poder religioso y judicial.

Sin embargo, este respeto no se sostuvo universalmente. Mientras las ciudades y sociedades se tornaban más desarrolladas y organizadas, la pre-gunta de quién llevaría el control de la riqueza –los impuestos— frecuente-mente llegó a ser un tema divisorio entre los más viejos y los más jóvenes y ambiciosos hombres de la ciudad. En el Libro de los Reyes, escrito en el siglo séptimo A.C. está el relato del conflicto entre el Rey Rehoboam –hijo de Salomón—y el consejo de ancianos. Los ancianos querían una reducción de los impuestos. Rehoboam no estuvo de acuerdo y consultó a los hombres más jóvenes que habían crecido con él; ellos le aconsejaron incrementar los impuestos y el Rey siguió su consejo. 3 Desde esa época en adelante, mientras las monarquías jóvenes se tornaban más poderosas, el respeto por la sabiduría de los mayores comenzó a declinar.

La Ancianidad en el Mundo Grecorromano

Mientras el mundo judío del período del Antiguo Testamento le concedió privilegios a la ancianidad, tal actitud no prevaleció en los días de juventud de la Grecia primitiva. Tal como observó el historiador Georges Minois, “Para un pueblo en búsqueda de la perfección humana, la belleza y el logro del completo potencial humano, la vejez podía clasificarse entre las maldiciones divinas”. 4 La orientación de la conciencia en la temprana sociedad griega estaba decididamente orientada hacia la exploración de la Verdad y la Belleza tal como se expresa en el vigor de la juventud. Los achaques, la senilidad, la decrepitud que frecuentemente afectaban a los cuerpos de los ancianos eran un anatema en la persecución de la belleza. La belleza se expresaba en el agraciado diseño de los templos. Los escultores trabajaron para descubrir las dimensiones perfectas de la forma humana, sólo en la forma de un adulto joven. Tal como Alejando el Grande, sus héroes eran jóvenes y alabados por su fortaleza física. Los guerreros viejos eran buscados por su sabiduría. Pero ellos eran honrados más por su pasada experiencia y conocimiento que por su edad.

Por otra parte, eminentes filósofos griegos escribieron copiosamente sobre los ancianos y sopesaron su valor. Epicuro, quien murió a la edad de 72, escribió: “Que nadie sea lento en buscar sabiduría cuando es joven ni se fatigue en su búsqueda cuando ha envejecido. Porque ninguna edad es demasiado temprana o demasiado tardía para la salud del alma. Y decir que la estación para estudiar filosofía aún no ha llegado, o que ha pasado y se ha ido, es como decir que la estación para la felicidad aún no ha llegado o que ya no existe más. Por lo tanto jóvenes y ancianos deben buscar sabiduría”. 5

Platón (en La República) escribió sobre una conversación entre Sócrates y Cefalus, un acaudalado comerciante del Pireo. Sócrates dijo: “Disfruto conversar con los ancianos, porque ellos fueron antes que nosotros, como ha sido, en el camino que nosotros también habremos de hollar, y me parece que deberíamos descubrir de ellos cómo es y si es accidentado y dificultoso, o amplio y fácil”.

Platón, quien vivió 81 años, también escribió sobre el anciano ideal. En su Utopía él soñó con una república ideal gobernada por un grupo de ancianos: “… es para los mayores gobernar y para los más jóvenes someterse… Los ancianos deben establecer un ejemplo hacia los jóvenes: si alguien maltrata a sus padres, él será juzgado por un tribunal conformado por 101 ciudadanos de los más viejos; las cortes legales serán supervisadas por personas… de entre 50 y 70 años; en todos los casos difíciles, se consultará a los más viejos guardianes de las leyes”. 6

Si Platón imaginó a la sociedad ideal gobernada por la sabiduría de los ancianos, Aristóteles, en contraposición, tomó una visión opuesta. En la Retórica presenta una imagen muy repulsiva de los ancianos. “Los ancianos vivieron mucho, frecuentemente fueron defraudados, cometieron muchos errores de su parte; la mayor parte de las veces ven un mal desenlace en los asuntos de los hombres. Y entonces no son positivos acerca de nada … Son cobardes, aprensivos por todo, en temperamento justamente lo opuesto de la juventud; porque se vuelven fríos, mientras que la juventud es cálida, de modo que la avanzada edad preparó el camino para la cobardía, ya que el temor mismo es una especie de escalofrío”. 7

Las actitudes respecto a la ancianidad variaron ampliamente en la Grecia primitiva.

Mientras Platón escribió sobre la utilización ideal para ciertos respetables ciudadanos ancianos, la ciudad estado de Esparta ciertamente llevó esto a la práctica. Estableció un consejo de gobierno de 30 hombres todos mayores de 60. Se los elegía de por vida; gobernaban todo lo relativo a la política y actuaban como jueces en causas criminales. Por otra parte, los atenienses no tenían a sus ancianos en tan alta estima, otorgándoles sólo poderes honorarios. El vigor de la juventud tenía una imagen más potente en la conciencia de la época. Por cierto, estas actitudes se reflejaban en los escritos filosóficos, en las obras griegas, en los estudios médicos y en la política. Las necesidades de las personas más viejas no se tomaban tan en serio porque su número era reducido; ellos, en su mayoría, no constituían un problema social.

Parece que la ancianidad no era una etapa de la vida que muchos ciudadanos griegos esperasen ansiosamente, particularmente si significaba sufrir las penas de la enfermedad y la senilidad. En consecuencia, más que enfrentar esta (para ellos) humillante condición, muchos optaban por el suicidio como una salida temprana. Era una solución aceptable, y como sabemos, fue una opción adoptada por Sócrates.

Estas actitudes prevalecieron a través del período del Imperio Romano, y aún se agravaron después de que los invasores visigodos del norte tomaron el poder. En realidad, a partir de este período, pasando por las Edades Oscuras de Europa, el valor de los ancianos y de los débiles fue escaso. La ley se regía por la espada; el castigo por el asesinato era una multa o un impuesto, y la cantidad dependía de la edad de la víctima; por los ancianos el impuesto era menos que por un hombre joven, y por las mujeres pasadas de la edad de tener hijos, la multa era prácticamente nula.

La única gracia salvadora durante este período oscuro fue la influencia de la conciencia de la Iglesia Cristiana. Las enseñanzas cristianas enfati-zaban el amor y la compasión por el prójimo humano, sin consideración de su condición de vida. A partir del siglo tercero D.C. los monasterios y hospicios de la Iglesia comenzaron a aceptar a los menos afortunados. Esto marcó un verdadero punto de inflexión en la conciencia humana, la que incrementó su fuerza cuando los valores cristianos adquirieron un papel más dominante en el pensamiento europeo. Mientras las acciones compasivas de la Iglesia eran paternales y nobles, y salvaban a muchos de una agonía de muerte en las calles, la visión de la Iglesia acerca de la ancianidad comenzó a dar un giro más bien oscuro. La enfermedad, las dolencias y decrepitud que comúnmente afligían a los ancianos se veían ahora como una especie de castigo divino, una maldición impuesta sobre un hombre a causa de sus pecados. Y tal maldición no era un buen augurio para nadie que esperase encontrar paz en la otra vida. La salvación, en esta vida y en la próxima, se volvió un tema de real preocupación. Así, mientras las enseñanzas de la Iglesia inyectaban el temor de la maldición sobre la sociedad, también suministraban un camino hacia la salvación. Así comenzó la práctica de las indulgencias. Y los acaudalados, particularmente los ancianos acaudalados, tomaron completa ventaja de este seguro de supervivencia.

Alrededor del siglo decimocuarto la idea del retiro en un hogar separado comenzó a prender. “En 1351, en Francia, el rey Jean le Bon –quien había creado la Orden de los Caballeros de la Estrella— fundó un hogar de retiro para los caballeros ancianos donde habían de ser tratados con respeto y servidos cada uno por dos valets. Este fue el primer Hotel des Invalides para los exmilitares ancianos”. 8

A partir de este momento, la idea del retiro comenzó a esparcirse a través de la clase media. Los comerciantes, los artesanos y ciertos grupos de trabajadores donaron una porción de sus ganancias a los hogares de descanso y hospitales como una forma de asegurarse que tendrían un lugar adonde ir en su vejez. Que tales instituciones para el retiro fueran establecidas, en absoluto fue una evidencia de una conciencia social en expansión. Esto ocurría en los comienzos del Renacimiento en Europa y se estaban expresando nuevas energías creativas en el arte, la música, la arquitectura y la literatura. Muchos de los grandes artistas tales como Leonardo da Vinci, Tiziano y Miguel Angel, realizaron su labor más creativa en sus últimos años de vida. Así fue apareciendo un nuevo respeto por las habilidades creativas de los ancianos. Pero irónicamente, a las personas de edad, que estaban enfermas y decrépitas, todavía se les retrataba negativamente en el arte y la literatura. Fue la época del renacimiento griego en Europa el que trajo un regreso a una nueva búsqueda de la verdad, la belleza y el culto a la juventud en la forma y en el pensamiento.

Parece que siempre hubo una búsqueda de la eterna juventud. Fue un tema recurrente, en una u otra época, a través de los siglos. Es como si el alma inmortal dentro de nosotros, insistiera en impresionarnos para crear una forma más perfecta, una que aparentemente fuese impermeable a los estragos de la ancianidad. Los estudios del proceso del envejecimiento se remontan a la Grecia primitiva con Hipócrates (460-377 A.C.) a quien se considera como el padre de la medicina moderna. Su teoría era que el proceso de envejecimiento involucraba la pérdida del calor y la humedad; entonces el cuerpo envejece y se seca. La fuente de este calor reside en el lado izquierdo del corazón, y de aquí se esparce a través del cuerpo. Aristóteles (384-322 A.C.) desarrolló aún más esta teoría. - Todo lo que vive -escribió- posee un alma, localizada en el corazón, la cual no puede sobrevivir sin calor. El alma y el calor natural están estrechamente vinculados en el nacimiento, y la vida consiste en mantener este calor y su relación con el alma. Es como un fuego que debe ser mantenido y alimentado con combustible, pero que está destinado a extinguirse luego de un largo período de debilitamiento. Todos los organismos tienen una cierta cantidad de calor latente innato, el que progresivamente se disipa y termina extinguiéndose, dando lugar a la muerte natural”. 9

Durante la Edad Oscura parecía haber poca curiosidad sobre el proceso de envejecimiento. Como se mencionó anteriormente, este período estaba influenciado por actitudes fomentadas por la Iglesia Cristiana que tendía a ver a los cuerpos viejos y enfermos como maldecidos. Pero en la Edad Media, Roger Bacon (1210-1292) revivió nuevamente los estudios sobre el envejecimiento. Él enfocó al envejecimiento más científicamente. Entre sus escritos estaba La Cura de la Vejez, la Preservación de la Juventud y Sobre el Retraso de la Vejez. Fue quizás el primero en enfatizar el mejoramiento del propio estilo de vida como una forma de extender gradualmente la propia longevidad y limitar el sufrimiento experimentado en la vejez. Trescientos años luego, en el siglo decimosexto, Paracelso, un doctor suizo, adelantó la noción de que la vida era un “espíritu” derivado del aire dotado con “poder y virtud”. Comparó al envejecimiento con la oxidación de los metales, llevando a la descomposición. También él vio al envejecimiento como afectado por la propia cualidad de vida; que este proceso podía ser retardado al seguir una dieta balanceada y viviendo en un clima agradable.

Las actitudes relativas al valor de las personas de edad no cambiaron mucho a través de los siglos XVII, XVIII y XIX. La esperanza de vida promedio todavía era relativamente baja. A mediados del siglo XVIII en América sólo era 35; un siglo después había aumentado a 40. Los ancianos constituían todavía una pequeña minoría de la población total y usualmente los cuidaban sus familias. El autor Ken Dychtwald dice: “Los primitivos americanos no le hacían mucho caso a su vejez. La gente de mediana edad no se preocupaba acerca de sus padres ancianos, porque la mayoría de sus padres se habían ido” (esto es, habían muerto para esa edad). 10

El número de ancianos en la población llegó a ser significativo recientemente, luego del 1900. Durante el siglo XX ha habido un tremendo incremento de la longevidad. Con los avances de la medicina, la mejora en la atención médica preventiva y, sobre todo, un mejor conocimiento del valor de la nutrición y el ejercicio, el lapso de vida promedio aumentó rápidamente. En 1900 era de 47 años. Hoy, en las regiones desarrolladas del mundo es de 70,6 para los hombres y 70,8 para las mujeres. 11

Y con este incremento de la longevidad, las actitudes hacia el valor de los ancianos están cambiando positivamente. Las personas de edad ahora están más organizadas y se convirtieron en un poder político que ningún político o gobierno puede ignorar.

EL REGALO DE LA SABIDURÍA

Hemos dado un breve vistazo a las dimensiones del rango de edades de la población mundial y la evidencia indica que está creciendo más rápidamente en el extremo de mayor edad de la escala que en el de menor edad. Es un fenómeno sin precedentes en toda la historia humana. A causa del número creciente de personas de edad en casi todos los países del mundo, los gobiernos, tanto locales como nacionales, se están dando cuenta de que deben instituirse programas y planes de acción para abordar las necesidades de sus ciudadanos ancianos. Reconocen que tienen la responsabilidad de atenderlos si los mayores no poseen los medios adecuados para cuidar de sí mismos. Este reconocimiento de responsabilidad marca ciertamente una etapa significativa en el desarrollo de la conciencia humana. La responsabilidad (literalmente, la habilidad de responder) es una reflexión del alma y es evidencia de su amor en acción en el mundo. Como hemos visto en la sección anterior, tales responsabilidad y respeto por las personas de edad no estuvieron siempre en primer lugar en el pensamiento humano en el pasado. Hoy deberíamos vernos alentados por el hecho que, en su mayor parte, nuestra conciencia no está más tan condicionada por la mentalidad degradada de las Edades Oscuras.

Ahora reconocemos que, sin que los cuerpos ancianos sobresalgan, las personas de edad tienen mucho que dar a la sociedad, mucho después de alcanzar la “edad de retiro”. De hecho, para cada vez más de ellos, el retiro no es ni siquiera una opción que considerarían. Cesarían en su período de “labor rentada”, pero continuarían trabajando como voluntarios o consultores. Se ha sugerido (por parte de un colaborador de este Comentario) que adoptemos una nueva terminología para los denominados años de retiro. Los términos tales como “retirado” podrían ser reemplazados por “en trabajo no rentado” o también “retirado del trabajo rentado”. Esto deja el término “trabajo” libre para la consideración del trabajo no pagado, tal como el trabajo en la enseñanza u otra tarea conectada con los intereses del corazón o de la mente. Tal vez podríamos remontarnos hacia la época en el tiempo en que la finalización del trabajo rentado llegue a ser visto como el abrirse el camino hacia un período de autodefinición, frecuentemente minimizado en la vida más temprana por la persecución de las demandas de los medios de subsistencia. La finalización del trabajo rentado sería visto así como un medio de acceso a la luz. 12

Ya sea que cobren un sueldo o no, muchas otras personas se ven a ellas mismas como individuos vigorosos; dejar de trabajar completamente es aburrido. Sus conciencias internas buscan más crecimiento. Para ellas, una mente que se cierra a los 65 o 70 es una invitación a una muerte prematura.

Esto lleva a otra característica significativa en el proceso de envejecimiento. Es inevitable que el cuerpo físico se deteriore durante los ciclos naturales de nacimiento, maduración, decadencia lenta y muerte. Podríamos tratar de “revertir” o aminorar la marcha del proceso de envejecimiento, pero finalmente, como sabemos, es una batalla destinada a perderse. No se espera que nuestro cuerpo físico dure para siempre, ni deberíamos querer que así fuera. Muchos ven ahora al cuerpo físico simplemente como un “vehículo” que usamos durante un tiempo. Por lo tanto deberíamos tratar de mantenerlo tan saludable como fuera posible, pero realmente no tratarlo como el único objeto de valor; porque dentro de este vehículo está anclado un punto de conciencia, una identidad, que no parece ser afectada por el proceso de envejecimiento. En realidad, es completamente eterna en su propia naturaleza. Se cree que es la presencia de este yo eterno, si se quiere, que da lugar a la sensación que muchas personas de edad tienen de ser más jóvenes que su edad física real. “Podré tener 65, pero más me siento como si tuviera 45” es un sentimiento común. Se podría decir que sólo están atravesando una etapa de negación, no queriendo admitir que se están volviendo viejos, pero más que seguro es que, a causa de un despertar general en la conciencia humana, ellos estén desarrollando una sensibilidad a ese eterno punto del ser interno que condiciona la forma en que se identifican a sí mismos en la vida. El reconocimiento de un yo dual –uno eterno y el otro envejeciendo— quizá esté motivando (aún inconscientemente) a algunas personas de edad a mirar más allá de su edad física. Sus identidades están cambiando para buscar ese potencial que yace adentro. Están buscando para horadar dentro de esa parte subjetiva e interna de su ser, la cual no está afectada por el proceso de envejecimiento. Están descubriendo que pueden continuar creciendo en conocimiento y sabiduría aún mientras los sistemas de sus cuerpos físicos están aminorando su marcha.

Es un proceso de crecimiento que el actor Zalman Schachter –Shalomi Lama “envejecimiento sabio”. - Las personas no se vuelven sabias automáticamente, -dice-, simplemente por llegar a una avanzada edad. Se tornan sabias por emprender el trabajo interno que conduce por etapas a la expansión de conciencia. 13

Es un sendero que él describe como de “envejecimiento espiritual”, “una búsqueda interna de Dios, un florecimiento autodirigido del espíritu que unifica a todas las personas en esa búsqueda común, sin importar cuál sea su afiliación (religiosa)”. 14

El envejecimiento sabio es un sendero de descubrimiento que más y más ancianos están explorando. Como ejemplo, se incluyen aquí algunos extractos de comentarios escritos de un pequeño grupo de personas de edad que han pasado una buena parte de sus vidas buscando y desarrollando sus potenciales espirituales internos. Sus etapas de envejecimiento sabio no comenzaron necesariamente en sus años de retiro: en realidad, para algunos fue una búsqueda de toda la vida. Pero sus últimos años han sido un tiempo de afirmación del valor del estudio espiritual profundo y de la meditación de lo que se llama “la sabiduría eterna”. La verdadera sabiduría no tiene edad, y aquellos que la buscan expresan el regocijo de su vivencia.

SABIDURÍA VIVIENTE

Debes aprender mientras no sepas -
y eso será mientras vivas.
- Séneca

M.B. 89 años

Llega un momento en las vidas de muchos de nosotros (¿quizá de la mayoría?) cuando “la tarea común, el ciclo diario” ya no “nos da el sustento necesario”.

Cuando me llegó ese momento, yo tenía casi 40 años, la edad que se supone es un evento tan dramático en la vida de una mujer. En esa época fui lo suficientemente afortunada como para ser puesta casi inmediatamente en contacto con lo que llegué a conocer, a reconocer y a entender como las enseñanzas de la sabiduría eterna.

Mis propios estudios, investigación y mis períodos de meditación revolucionaron mi estilo de vida, mi estado de conciencia y mis actividades diarias. Fui llevada a un entendimiento en constante expansión de lo que constituye mi responsabilidad humana de amar y de servir a los propósitos de nuestro Dios planetario para Su creación.

Recuerdo bien el día que por primera vez experimenté por mí misma la realidad de la unidad del mundo. No fue simplemente la unidad de la “humanidad una”, sino la unidad de toda la vida en todos los reinos. Esta experiencia trajo consigo un indescriptible sentimiento de júbilo y de la rectitud y adecuación del “Plan de Dios para la humanidad”, que nunca me ha abandonado. Me hizo más completamente consciente de la responsabilidad que el reino humano debe aceptar, no solo por el progreso evolucionario de la humanidad, sino por todos los reinos que llamamos “inferiores” : los reinos animal , vegetal y mineral. En realidad no existe tal como materia “inanimada”. Todo lo que está en manifestación se encuentra en un estado de desarrollo evolucionario y el reino humano está en una situación clave para servir a todos, porque, por primera vez en la historia, hemos desarrollado un estado de conciencia planetaria que puede amar y servir desinteresadamente, que puede contactar a la Luz, al Amor y al Poder que representan la Mente, el Corazón y la Voluntad de Dios, y que puede atraer a las energías hacia la manifestación.

Todas estas cosas revolucionaron mi modo de vida, mis relaciones con los otros y mi estado de conciencia. Los inevitables sacrificios que implica-ron las primeras etapas cayeron hace mucho debajo del nivel de conciencia, para ser reemplazadas por una serenidad y una paz en la mente y en el cora-zón que ningún desastre terreno puede perturbar. Sé que las actuales crisis y cataclismos mundiales son el preludio inevitable de la emergencia de un nuevo y más inclusivo estado de mente y corazón para el mundo de mañana.

R. H. 91 años

Desde mis primeros años, he estado inclinado espiritualmente y he buscado una creencia que pudiera aceptar.

En mi memoria, sigo los hilos que he tejido mientras caminaba el sendero de esta encarnación. Reflexiono sobre lo que puedo haber logrado y me doy cuenta de que fue más un proceso de aprendizaje que de realización.

Para ayudarme a llegar a ser lo que deseo ser, comienzo cada día en meditación y me dedico nuevamente al servicio de Aquel que Viene. Mi cuerpo físico, lo uso inteligentemente, de acuerdo a su fuerza; mis emociones o sentimientos, pienso en cómo deben sentir y no en cómo me siento. A veces esto es difícil de hacer, pero las recompensas son cuantiosas. La mente, el activo más grande que se nos dio para desarrollar … es un potente poder que puede usarse destructivamente o que puede ser reorientado y usado constructivamente. A través del correcto pensamiento somos capaces de controlar las emociones, pensemos antes de hablar. Deberíamos elegir cuidadosamente las palabras que proceden de la boca, porque somos considerados responsables de ellas. Esto requiere gran esfuerzo y perseverancia y, para mí, el uso correcto de la mente es la Voluntad de Dios en acción. Estas son las metas que me impuse. La vejez es un buen momento para aprender autodisciplina.

J. B. 80 años

Años atrás, mis primeros pasos en la meditación tomaron la forma de un ejercicio de concentración. Me esforcé en concentrarme sobre un tema o concepto por un corto período de tiempo sin que la mente deambulara en todas direcciones … La pregunta que una y otra vez pasaba por mi mente era: ¿Cómo sabe la mente que está deambulando?. ¿Puede observarse a sí misma?. Seguramente esto sólo puede hacerse desde un nivel más elevado. Lentamente caí en la cuenta de que bien debía haber algo más que era el Observador y Controlador potencial, algo que estaba más allá de la naturaleza física, emocional y mental. Se me ocurrió la bien conocida analogía: la del cochero manejando (¿o siendo manejado?) por tres vigorosos caballos, simbolizando al alma interior y a los tres aspectos de la naturaleza inferior. El grado de control sobre estos tres caballos (el triple yo inferior) era enteramente dependiente del entrenamiento, experiencia y habilidad del cochero (el alma).

P. B. 72 años

La propia regeneración (re - gene - ración: volverse racional nuevamente) está en HACER, y no en simplemente sentarse esperando a Dios, o esperando que la gente ande atrás tuyo.

Una tarea primaria durante el retiro fue la síntesis. Hay signos de que esto está siendo logrado, y en un sentido profundo - un sentido del alma - puede ser ya una realidad. En verdad lo es … Sin embargo, la síntesis necesaria está claramente a la vista. Hay ahora una calma predominante, un sentimiento de totalidad, un sentimiento de propósito espiritual, y un entendimiento y conocimiento de aquellas técnicas que son necesarias para preservar el equilibrio en el punto de Luz cuando fuerzas conflictivas y no redimidas buscan su expresión. Este conocimiento y conciencia, en realidad, estuvieron presentes por un largo tiempo; pero llevarlas a la realidad, fijarlas, y hacer lo que la intuición espiritual insiste que debe hacerse, es trabajo de toda una vida.

Lo que se requiere de nosotros es: que apuntemos a irradiar Luz a través del reconocimiento de qué y de quiénes somos; y de igual manera, que busquemos ser canales del Amor y de la inteligencia creativa … No hay necesidad de especular acerca de qué significa la palabra Dios cuando la luz ya está brillando. Tampoco es necesario preocuparse sobre la continuidad de la conciencia después de la muerte cuando uno ya está “muerto”, desde el punto de vista espiritual, y cuando existe verdadera fe en la Luz y una práctica regular de la meditación en el Sendero que a ella conduce. Uno debe estar totalmente abierto a la Luz, sin ninguna atadura … Recuerden estas proposiciones: El egoísmo es muerte. El altruismo es inmortal.

Pero así como la muerte física termina con el cuerpo físico, y con cualquier sentimiento de identificación con él, el brindarse a uno mismo espiritualmente implica abandonar todo lo que uno pensaba que era. En la meditación budista, uno reconoce ahora que no es el cuerpo, ni las emociones, ni los pensamientos y que uno no es ni siquiera el “yo”, y abandona aún eso. Es el reconocimiento desinteresado que constituye los cimientos del verdadero servicio en el mundo.

J. B.80 años

La llegada de la vejez puede saludarse con confianza, aún con júbilo, si se reconoce que es una oportunidad brindada por el alma para prepararse para la próxima encarnación. Mientras los fuegos de las emociones se extinguen y cesan los eventos y ocupaciones de una vida activa, la personalidad tiene una oportunidad de mirar hacia atrás con objetividad y desapasionamiento, para evaluar la utilidad de la presente expresión de vida.

Cuando tenía alrededor de seis años, tuve una experiencia que fijó mi actitud hasta la muerte. Una tarde … mientras estaba en la cama, mirando en forma vacía a las cortinas que estaban corridas y a través de las que la luz del día perfilaba las siluetas de innumerables enredaderas de rosas, irrumpió a mi mente el pensamiento de que no existía la muerte. Se me ocurrió que la muerte no era un final, sino que todo el mundo desperdiciaba su energía temiéndole. Y tomé la decisión, en ese momento y en ese lugar, de que no iba a desperdiciar mi energía de esa manera. Debería decir que hasta ese momento no había habido en nuestra familia o en nuestro ambiente ningún indicio de muerte o de desastre. En años posteriores, esta revelación sobre la muerte se desarrolló en una creencia y aceptación de la reencarnación. Cuando me golpearon circunstancias adversas, nunca pregunté - ¿Por qué a mí?. ¡Yo sabía porqué!.

R. D. 76 años

El contacto con el alma … estuvo presente aún en mi adolescencia, cuando se me dio un breve vistazo de lo que sería mi vida. Aún entonces, yo sabía que viajaría extensamente, como por cierto lo hice.

Mirando hacia atrás sobre el intervalo de tiempo … por cierto que estuvo ese “continuo subyacente que se desenvuelve lentamente a lo largo de la propia vida”. Hubo reunión gozosa con aquellos que fueron amigos y compañeros a lo largo de las edades - ellos fueron reconocidos - y una renovada relación con aquellos que, ni completamente amigos ni completamente enemigos, formaban un vínculo con el propio pasado.

El estudio espiritual, la meditación y el servicio … dieron origen a la disciplina y al posterior entrenamiento tan duramente necesitado. La necesidad de organizarse a uno mismo, de descender de la torre de marfil … la necesidad de salir de dentro de uno mismo y encontrar gente, para verlos como realmente son, fueron algunas de las lecciones aprendidas.

Estos últimos años, la mala salud ha complicado la vida diaria, pero uno aprende a vivir según la afirmación “continuar, continuar”. Simplemente no hay nada más que hacer.

J. G. 88 años

Al mirar hacia atrás en mi vida me doy cuenta de cuanto se ganó a través de las muchas oportunidades presentadas desde una temprana edad, aceptadas como desafíos a cumplir y entender. Como celta, fui afortunado de haber nacido con una mente inquisidora y sin noción del miedo …

Siempre estuve rodeado de amor, un enfoque amoroso que instintivamente me enseñó a ser impersonal, con una impersonalidad que es liberadora, logrando relaciones gratificantes a todo nivel.

Espero ansioso a la próxima fase de nuestro regreso a la fuente, de mayor utilidad para el nuevo grupo de servidores del mundo y vivo en el poder de buena voluntad. La vida está llena de intereses y estoy profundamente agradecido por las continuas oportunidades de servir dentro del grupo como un todo.

S. G. 80 años

Parecería que la adhesión a una estructura disciplinada para cada día y cada semana, más un propósito y sentido de responsabilidad hacen una buena receta para un envejecimiento productivo.

Fui bendecida en muchos aspectos. Los primeros son: mi afectuoso y comprensivo marido, ahora de 90 años y todavía realizando trabajo volun-tario en la comunidad, y un cuerpo y una mente cooperativos, estos últimos sustentados por yoga y meditación diarios. Ellos me permiten “cumplir mi parte en el Trabajo uno” al ser, tanto como puedo, un vínculo confiable, un agente transmisor dentro de esa esfera vastamente interconectada que llamamos Vida.

Mi ferviente deseo y súplica es que me sea dado el privilegio de continuar así para vivir y trabajar hasta que llegue el día de transición a otro reino de actividad.

R. C. 88 años

Aunque cada uno de nosotros en esta categoría (de ancianos) ha evolucionado en circunstancias diferentes a las de los demás, todos encajamos en un modelo de crecimiento en diferentes etapas de desarrollo, pero todos moviéndonos en la misma dirección. En esas tempranas etapas (de estudio espiritual) llegó a ser aparente para mí que la reencarnación era una realidad de la existencia y no una teoría.

Hoy encuentro que las impresiones que adquirí a través de esta vida se cristalizaron en un modelo de existencia lógicamente organizado. A través de constante e ininterrumpida meditación mi pensamiento es más claro y alcanzo las soluciones a los problemas más rápidamente. Mi actitud hacia la gente es más amorosa y comprensiva y esto se refleja en su actitud hacia mí. También encontré que soy más capaz de sobrellevar el cuidado intensivo de mi esposa, quien se encuentra en un estado avanzado del mal de Alzheimer y al mismo tiempo llevar animosas relaciones con nuestros vecinos. Hallé una felicidad creciente en todas mis asociaciones. Soy optimista sobre el futuro y rara vez sufro depresión. Creo que todas estas tendencias estuvieron conmigo y que ahora han sido considerablemente aumentadas.

Otra doctrina que ha evolucionado de mis… estudios es la de la necesidad de un crecimiento completamente independiente. Los símbolos y la lectura pueden mostrar la dirección, pero eso es todo, y nunca hay una palmada en la espalda por hacer lo correcto. Eso no afecta sino que aumenta mi contribución a la vida espiritual.

L. H. 89 años

Llegó a ser completamente claro que esta vida sería de introspección.

Aquellos años (durante la Gran Depresión) nos enseñaron paciencia y persistencia; nuestros padres fueron alentadores y a pesar de un rígido programa de trabajo, el alma adentro se embarcó en su persecución del gran misterio…

Con el retiro… llegó el obsequio invaluable, el ocio. Qué alegría fue tener tiempo para leer extensamente, para reflexionar, para estudiar las noticias mundiales en profundidad, para expandir mis horizontes, para mantenerme en contacto con una familia ampliamente dispersa… En estos últimos años gané un sentido de comunidad, de propósito, de una meta común con los estudiantes de la sabiduría eterna de todas partes. Fue un delicioso viaje, lleno de encantos, de amor, humor y esperanza.

M. A. 84 años

Pienso que siempre sentí que por alguna razón debería ser capaz de pensar mis propios pensamientos, pero que nunca me fue permitido, aún cuando de alguna forma completamente inarticulada ese “otro algo” (que luego llegué a ver como el alma) me mantenía andando …

Ahora hace más de 15 años que soy viuda, y al presente me encuentro en la maravillosa etapa de la entera libertad de pensar y de actuar como quiero, dentro de las simples pero adecuadas circunstancias externas en las que se me permite vivir.

Y veo todo lo anterior (las precedentes experiencias de vida) como eta-pas en las que el alma estaba sosteniendo a este mecanismo individualizado y trabajando dentro de sus procesos, de modo que al lograr liberarse de ellos podría usarlos para la transmisión de luz. Veo mi particular línea de servicio como la de un intérprete espiritual … Wordsworth escribió en alguna parte “Ahora que estoy libre, liberado y suelto/ Puedo acomodar mi morada donde quiera”. Con esto parece venir un profundo reconocimiento del “espacio”.

Así, en parte por todo lo anterior, y en parte por el hecho evidente del proceso de envejecimiento, ahora la evolución de la vida subjetiva dentro de la forma llega a ser una realidad completamente abarcable, no sólo en conciencia, sino también en comprensión. Como en toda experiencia, sólo aquellos que también atraviesan sus particularidades, realmente pueden en-contrar realizaciones compartidas. Quizás éste sea uno de los componentes de las relaciones de grupo, ya sea dentro de una escuela esotérica, cualquier agrupación externa de elección, y más aún incluyendo a los propios contemporáneos en ancianidad. Es mucho más fácil reírse de la disminución de la energía física y del olvido de lo que se está diciendo, con otros que se encuentran exactamente en la misma situación.

En mi caso, comienzo a sentir que la forma se está volviendo menos adecuada para el trabajo a hacer, y que ahora estoy como si fuera en la recta final. No tengo inquietud en absoluto acerca de la transición, y en el momento en que venga creo que será bienvenida por mí y un acontecimiento aceptado con beneplácito.

Mientras tanto, creo que esta etapa presente es también una preciosa experiencia, y que debe ser valorada. Trae consigo un sentido diferente del “tiempo”, de “habiéndolo hecho todo, detenerse”, como apuntó San Pablo … Se torna más fácil distanciarse y vislumbrar algo más de “la magnificencia del diseño”, como (un maestro tibetano) lo describe … y compartir algo de la visión de “aquel ojo interior que es la dicha de la soledad”. “En la soledad florece la rosa del alma”, como el Maestro expresó tan memorablemente.

Mi cita favorita está al final del poema de Longfellow “Morituri Salutamos”:

Porque la edad no es oportunidad menor
Que la juventud misma, aunque vestida de otra forma
Y mientras la luz del crepúsculo se esfuma
El cielo se llena de estrellas, invisibles en el día.

S. M. 72 años

En su poema, “La Llegada de la Sabiduría con el tiempo”, W. B. Yeats escribió: “Ahora puedo marchitarme hacia la verdad”. En el sentido de que en el último período de la vida, hay un abandono progresivo de los pensamientos y sentimientos, y por lo tanto, de las cosas que forman un bagaje de anticuada importancia, y es verdad que ocurre una contracción o marchitamiento hacia la simplicidad. En realidad, supongo que es un subproducto del empeño cada vez más consciente de “permanecer en el ser espiritual” y para ejemplificar, tanto como uno puede el hecho de esa divinidad esencial, tan frecuentemente oscurecida, que es la base de toda vida en la forma.

Mientras tanto, personalmente, no puedo afirmar el haberme liberado a mí misma de más que de una porción de la irrelevancia acumulada en mi vida, sin embargo una mente crítica se está transformando en una que per-dona, la tolerancia está reemplazando a la emoción de la ansiedad y, a pesar de la relativamente poca codicia que queda, estoy simplemente agradecida por lo que tengo, y por el hecho de que un poco de esto excede a la necesidad.

Para aquellos que son lo suficientemente afortunados como para ser conscientes de este decaimiento de mucho de lo que se ha interpuesto entre ellos y la luz de la verdad espiritual, la significación y el gozo de envejecer se encuentra especialmente en la visión de la relación entre pasado y futuro en el momento presente. Por cierto, en esta relación infantil con el tiempo, el anciano encuentra una especie de “segunda niñez” completamente diferente del infantilismo de la senilidad. Los sentidos físicos podrán marchitarse, pero al hacerlo, dejan lugar a una creciente atención espiritual.

Uno podría lamentar la perspectiva de malestar en el proceso de la muerte, pero cuando el momento se acerca, uno incluye al cuerpo físico entre todas las otras cosas que ya están marcadas como listas para el descarte. La atención de la conciencia está más bien sobre qué sucede luego, y la experiencia de la vida como es - y no como un piensa que debería ser - trae la misma gratitud y gozo que trascienden, siendo cualidades del Alma eterna, enteramente al tiempo y al espacio. [?]

Cualidades tales como éstas son una indicación de la verdad esencial que emerge de un mundo efímero de ilusión. El arrepentirse por los defectos personales y por las oportunidades perdidas en el “pasado” se ve tan inútil como lo es el preocuparse acerca de un “futuro” que se aproxima rápidamente, y así uno es liberado dentro de esa condición reflexiva en la cual la meditación, el estudio y el servicio se funden en una sola actividad. No estando más separados, aunque sí relacionados, se convierten en una experiencia diaria, en una triple unidad en la cual el júbilo y la gratitud del anciano expresan al Alma, y desembarazado de las cargas de la juventud relativa, irradia el poder de la buena voluntad.

La Buena Voluntad es Poder en acción, y en este universo, el Amor es Verdad. Me parece que el privilegio de la edad es servir de esta forma, y así uno acepta voluntariamente el “marchitarse hacia la verdad” como nada menos que una oportunidad espiritual que ha de recibirse con brazos libres y abiertos.

EL ENVEJECIMIENTO ESPIRITUAL HOY

Ciertamente, envejecer en el sendero del alma puede ser un “marchitarse hacia la verdad”, lo que debería aceptarse, como dice S. M., como “una oportunidad espiritual que ha de recibirse con brazos … abiertos”. Con la población mundial creciendo más rápido en el extremo de mayor edad durante los próximos cincuenta años, se está formando una potencial “mente grupal” que tiene la oportunidad de desarrollar este poder de pensamiento como una herramienta constructiva de servicio. Como hemos visto en los comentarios anteriores, el usar los propios años postreros como un tiempo de profundo y reflexivo pensar, puede verter un sentido de elevación y gozo que trascienda las limitaciones de un cuerpo que se marchita. Mientras las demandas de una vida personal activa comienzan a mermar y a disipar su potencia, se torna visible un nuevo potencial: la sabiduría. Pero no tiene que ser una sabiduría intensa y profunda; la mayoría de nosotros no somos pensadores filosóficos. Sabemos que la vejez física no implica automática-mente sabiduría. Pero la mayoría de nosotros ha ganado una cierta percepción simplemente a partir de la experiencia de vivir todos esos años. Y ese es un sitio de partida en el sendero a algún nuevo nivel de la verdad.

El historiador Theodore Roszak, en su libro America the Wise (América la Sabia), ve a esta creciente población de ancianos como una especie de amenaza a las élites empresarias que manipulan los hilos del mercado competitivo. Lo que ellos temen, dice, es “La sabiduría, el duramente ganado resultado de la experiencia y la reflexión… Lo último que desean es una discusión de investigación sobre el significado de la vida, sus más altos valores y responsabilidades éticas. En efecto, ello

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