Indudablemente, la codicia estaba presente no sólo en los mercados financieros, sino en el comportamiento de los prestatarios –en otras palabras, ciudadanos comunes– aunque es dudoso que muchos prestatarios entendieran plenamente los riesgos implicados en su comportamiento. La dificultad estriba en que cuando parece fácil hacer dinero, siempre existe la tentación de hacerlo, de tirar una vez más unos dados que parecen cargados a nuestro favor. Así que los ejecutivos de los bancos hicieron esa operación más, y los ciudadanos pidieron prestado ese pequeño extra para la casa de sus sueños –solo para descubrir, cuando llegó la crisis, que sus recursos ya no daban más de sí y que eran vulnerables.

La Austeridad

Como resultado, la humanidad, especialmente en occidente, tendrá que ajustarse a las nuevas realidades de una situación en la que es posible que los impuestos suban, o en la que se supriman servicios públicos importantes, sin que se produzca una subida compensatoria en los salarios –porque los paquetes de rescate que se han utilizado están financiados en última instancia por los ciudadanos que pagan impuestos. Los gobiernos deben tener la precaución, mientras intentan salvar a sus bancos, de asegurarse que las redes de seguridad para sus ciudadanos no resulten obviadas. Es comprensible que los ciudadanos estén alarmados al descubrir que están ahora cargados con una deuda que no esperaban. Por otro lado, la situación podría verse bajo una luz positiva: se les ha otorgado una participación en la responsabilidad de unas reformas financieras sumamente necesarias. Sería bueno que los gobiernos reconocieran este nuevo papel para los ciudadanos, y le dieran algún tipo de expresión concreta –quizá mediante la inclusión de ciudadanos en un panel que revise el progreso de los planes de rescate, en una especie de deber financiero-jurídico.

En cualquier caso, todos debemos prepararnos para un período de austeridad –y, con suerte, esto proporcionará una perspectiva más precisa de las diferencias entre necesidad y capricho. El clima prevaleciente de consumismo ha nublado las percepciones, conduciendo a la gente a esperar como un derecho bienes y servicios que las generaciones previas consideraron lujos. A este respecto, Alice Bailey comentó que, “… sólo cuando el hombre permanezca con las manos vacías y adquiera una nueva norma de valores recuperará el derecho a la propiedad y a la posesión” ( Espejismo: un Problema Mundial, p. 63, Ed. Fundación Lucis) Una vida de simplicidad más austera puede ayudar a la humanidad a poner más confianza en el reino del espíritu que en las formas materiales.

Participación/Unidad/Síntesis

Un reconocimiento importante para estos tiempos atribulados es que estamos todos juntos en esto. Cada vez está más claro que esto es un problema global al que debe buscarse una solución global. Existen señales alentadoras de que los gobiernos están reconociéndolo, con un número de iniciativas multilaterales ahora en acción para intentar volver a poner en marcha el sistema. Y ahora se habla de una cumbre mundial para tratar la naturaleza del capitalismo global. La energía de la síntesis, que atañe a las totalidades, está por lo tanto operativa, y puede ser extraída por quienes buscan soluciones globales. Ciertamente, sería estupendo que semejante acción unida pudiera replicarse a la hora de hacer frente a otros desafíos globales, como el cambio climático. Y esperemos que los ciudadanos comunes encuentren formas creativas de cooperar entre sí, mediante mecanismos tales como esquemas temporales de dólar, compartir el vehículo, ideas de intercambio comercial local (IICL) y así sucesivamente, ayudando de esta manera a construir redes de verdadera confianza en sus comunidades.

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