En este número, la búsqueda de la humanidad en pos de la síntesis se enfoca desde diversos ángulos. En el pasado, hemos visto la tendencia de las religiones a proclamar que ellas son la Única Fe Verdadera, o que tienen acceso al Dios Único y Verdadero. Y en el presente, parece que la ciencia ha cogido el relevo en este intento por presentar una descripción comprehensiva de la realidad, con la búsqueda de la Teoría de Todas las Cosas. Pero puede que la imagen sea a la vez más simple y más compleja de lo que cualquiera de estos enfoques esté dispuesto a admitir. ¿No podría ser que las distintas fes existan para alimentar las necesidades espirituales de distintos tipos de persona, ofreciendo múltiples senderos hacia lo Divino? Y no podría también suceder que cada una de las múltiples teorías, tanto científicas como filosóficas, que buscan describir lo Real, esté incompleta sin todas las demás? El intento por identificar la Única Teoría Verdadera es, con toda certeza, una respuesta intuitiva a la síntesis subyacente que reside tras toda forma. Esta síntesis está arraigada en el reino abstracto del Espíritu, lo que explica por qué no puede nunca reducirse a una forma única; más bien, cada forma de pensamiento, cada teoría o ideología, es un nuevo intento de capturar algún aspecto de lo Real.

La dificultad de la humanidad ha sido, y sigue siendo, la tendencia a identificarse con una forma de pensamiento, excluyendo a todas las demás. Una de las más perniciosas de estas es la idea de que la satisfacción de las necesidades materiales constituye el principio y fin de toda existencia. El ideal de un Bien Común es entonces sacrificado en el altar de la codicia egoísta de los individuos, a medida que cada hombre lucha por agarrar su parte de los limitados recursos físicos del planeta. Este es el callejón sin salida del materialismo, que ha conducido a la humanidad a la grave crisis económica y ecológica actual. A la humanidad, el ideal de un Bien Común, de una verdadera Mancomunidad, se le hará huidizo hasta que no exista una voluntad genuina, no sólo de reconocer nuestra interconexión radical, sino de poner en marcha los arreglos sociales y económicos que respeten esa interconexión.

Otra área en la que la búsqueda en pos de la síntesis se ha perdido un tanto es la del mundo legislativo, donde el creciente intento por abarcar todas las situaciones posibles a través de la ley, mediante la extensión de normas y reglamentos, es otro ejemplo de formas multiplicándose incesantemente sin capturar su esencia o espíritu. También existe una tendencia relacionada con esto, propiciada por el fácil acceso a información y entretenimiento a través de Internet y de otros medios electrónicos, de permitir que la mente se disperse en una multitud de direcciones, en lugar de reposar sobre los principios clave que podrían formar la base de una sociedad justa. De nuevo, es la forma, más que el espíritu, lo que adquiere protagonismo. La clave de liberar la mente humana de la esclavitud de la forma reside en el corazón –porque sólo la compasión por nuestros semejantes puede proporcionar el fuerte incentivo necesario para dirigir las energías de la mente hacia el servicio a la totalidad. Sólo entonces puede atravesarse el velo de la forma, para revelar la esencia unificadora que es el verdadero objetivo de la búsqueda en pos de la síntesis.

La Tragedia de los Comunes

En los últimos quinientos años se ha producido un aumento significativo de la asertividad, el egoísmo y la competitividad humanas, conduciendo a un conflicto y lucha crecientes por todo el mundo. El problema aumenta debido al deseo humano de ejercer un estilo de vida consumista que ha generado una elevada demanda de los recursos comunes del planeta.

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La Mente No Dispersa

El ritmo de la vida se está acelerando. Ciertamente, parece haber un deseo insaciable de acelerar constantemente la velocidad del cambio. Los cantantes de pop y otras estrellas son famosos durante un año o dos y después desaparecen de vista, a medida que crece el apetito del publico por la novedad en sí. Los aparatos nuevos se convierten en historia tan pronto como aparecen, y comienza la especulación sobre la siguiente versión. Este apetito por lo nuevo tiene cierto aire desesperado –quizá es un intento de compensar por la creciente destrucción de certezas económicas, religiosas y políticas. Sea cual se su origen, este apetito contribuye a dispersar la atención; otra fuente es la proliferación de canales de comunicación –email, mensajería instantánea, SMS, etc. etc.- con la consiguiente oportunidad de charlar sin fin acerca de todo lo nuevo bajo el sol. Esta dispersión de la atención puede parecer relativamente inocua, pero oculta un peligro sutil: puede socavar la capacidad de la humanidad de enfocarse, y de tomar decisiones inteligentes sobre las muchas dificultades a las que nos enfrentamos a medida que entramos en una nueva era.

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La Búsqueda de la Partícula - Dios - La naturaleza simbólica del Gran Colisionador de Hadrones en CERN

Con un peso superior a las 38.000 toneladas y una circunferencia de 27 kilómetros, el Gran Colisionador de Hadrones es el acelerador de partículas mayor y de más energía del mundo. Que algo tan grande y complejo como el Colisionador de Hadrones se haya construido para investigar algo tan pequeño y simple como un partícula fundamental, proporciona un interesante símbolo del desarrollo intelectual de la humanidad y del coloso en el que puede convertirse el intelecto antes de ser iluminado por la luz simplificadora de la intuición.

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El Espíritu de la Ley

Vivimos en un mundo henchido de normas y reglamentos mientras que, al mismo tiempo, el espíritu humano anhela alcanzar una mayor libertad de expresión. La forma de reconciliar estos dos factores opuestos se alza como una de las grandes preguntas de nuestros tiempos. Para citar al historiador romano, Tácito: “Cuanto más corrupto el estado, más leyes” –un pensamiento interesante para reflexionar en relación con la complejidad de los florecientes sistemas legislativos de las sociedades modernas.

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