Abril 2010

Mientras que la habilidad de un líder mundial para manejar el poder de la oratoria puede comunicar una visión de unidad, se requiere el duro y poco atractivo trabajo de diálogo internacional entre todas las naciones del mundo para hacerla una realidad.

En este momento crítico, vemos que están teniendo lugar un creciente número de conferencias mundiales. Sería fácil perder las esperanzas ante el hecho de que las crisis que esas conferencias tratan de dirigir han sido causadas por los arraigados patrones de conducta de las naciones que participan en ellas. A pesar de esto, la llama de la esperanza arde profundamente y brilla en la psique de la humanidad; es como si el subconsciente colectivo fuera consciente del premio que aguarda al final del difícil camino que ha escogido –nada menos que la integración mundial y la emergencia de la Humanidad Una.

El sendero de cada nación hacia esta meta es la de la rehabilitación psicológica –la palabra “rehabilitación” significa “restaurar la buena salud o la vida útil, por medio de la terapia y la educación”. Estos días, se ha dado a conocer que famosas personalidades y celebridades de todos los campos se han sometido a “rehabilitación” para librarse de adicciones de diversos tipos. Pero no es una forma menor de re-educación terapéutica la que habitualmente están sufriendo las naciones por medio del diálogo internacional, cuando se esfuerzan por corregir hábitos degenerativos que han dado por resultado la proliferación nuclear, la amenaza del terrorismo, la degradación medio ambiental, la crisis bancaria mundial, etc.

Otra interesante definición de la palabra “Rehabilitación” es “hacer otra vez habitable”, la palabra “habilitate” procede de la misma raíz que la palabra hábitat. Otras palabras asociadas son hábito y habitar. Esas palabras relacionadas ilustran una secuencia de actitudes erróneas de la conciencia. En primer lugar, un “habito” de pensar egoísta y aislacionista incrementa gradualmente los patrones en los planos sutiles por medio de los cuales opera la conciencia. Entonces, esos patrones de pensamiento y sentimiento de bajo nivel rodean la conciencia como una concha aprisionadora. Finalmente, la consecuencia de este hábito de pensamiento erróneo es que ahora la conciencia habita un hábitat enfermizo; y desde dentro de éste forma una percepción distorsionada de sí misma, como separada del “mundo externo”. El espíritu de relación que debería sintetizar cada unidad de vida dentro de un todo orgánico queda entonces disminuido y la conciencia se vuelve sobre sí misma, cristalizando aún más su aislamiento.

De esta manera, al igual que con el ser humano, la morada psicológica de una nación se puede encontrar frecuentemente en “hábitos de residencia que ponen en peligro al residente”, por citar a uno de los grandes sabios de Oriente. Es demasiado fácil para una nación residir en el aislamiento de procesos de pensamiento separativos. Un exagerado sentido de importancia se concentra entonces sobre sus ciudadanos y la nación cae bajo el hechizo del espejismo –la servidumbre de una seductora pero engañosa percepción de de sí misma. En el libro Discipulado en la Nueva Era de Alice Bailey, uno de los muchos tipos de espejismo que distorsiona la percepción es calificado como “huida a la seguridad de la conciencia racial”. Aquí leemos que “Cada individuo, sin excepción, está sujeto a este espejismo racial y su potencia es increíble. La vida subjetiva de cualquier nación, que produce la psicología racial, las inclinaciones nacionales y los rasgos y características, subyace detrás de cada individuo y a la que puede retirarse en cualquier momento refugiándose entonces en el pasado y enfatizando ciertas actitudes raciales”. El difícil proceso de rehabilitación consiste en “la ruptura de tales lazos…y en la consiguiente entrada en la libertad de la humanidad misma”. Por eso rehabilitación supone la redención de la morada psicológica de cualquier entidad dada, sea persona o nación, haciendo el hábitat de la psique un lugar saludable en el que residir, en el que la interacción es bienvenida.

El habitual trastorno/traslado de la gente a causa de la emigración está contribuyendo a acelerar este proceso de ruptura de lazos, con las redes de comunicación mundial expandiendo también el sentido de comunidad mundial. Pero el principal órgano de esperanza para la humanidad reside en las Naciones Unidas y el ciclo de conferencias mundiales que organiza. A pesar de la constante crítica de su efectividad, las Naciones Unidas han sido esenciales para la supervivencia de la humanidad, allanando su accidentado paso a la nueva era mundial. Su propósito de mantenimiento de la paz y la seguridad internacional, de desarrollo de relaciones amistosas entre naciones, y la promoción del progreso social tiene mucho camino que recorrer, pero es el órgano excepcional para el diálogo internacional –proporcionando un foro para que sus 192 naciones miembro expresen sus puntos de vista a la comunidad mundial. El diálogo entre las naciones es de la mayor importancia, y de hecho, las conferencias mundiales que han tenido lugar desde la guerra mundial han evitado mayores conflictos en el plano físico- proporcionando un escenario para la confrontación de las ideologías nacionales en el plano mental. Así, aunque muchos comentadores puedan mofarse de las Naciones Unidas como poco más que un ineficaz encuentro de trabajo, un análisis más reflexivo indica que esto está lejos de ser cierto. Sin los intensos debates y discusiones que han tenido lugar en diferentes conferencias mundiales, muchos conflictos habrían repercutido en el plano físico- y en esta época de armamento nuclear, las consecuencias son inimaginables.

Para el observador entrenado, la penetración de la forma externa del diálogo internacional revela el aspecto cualidad de las psicologías nacionales, y el espectro de los impulsos inferiores y superiores en juego. Se revela de este modo la etapa de desarrollo espiritual de cada nación. Los resultados prácticos que emergen de las conferencias mundiales representan el terreno común más elevado entre los participantes; y aunque esto no es una regla máxima, el observador desapegado puede determinar el sendero de redención que está siendo forjado hacia la luz de nuevos valores y principios. El ve como cada nación enfrenta la crisis de decisión y busca soluciones por medio del diálogo internacional, como la oportunidad presentada para la rehabilitación por medio del establecimiento de correctas relaciones con otras naciones.

Para llegar a ser observador entrenado, es esencial la liberación de las ideas condicionantes de nuestra propia nacionalidad, porque sin este desapego es casi imposible obtener un punto de vista mundial imparcial sobre la condición psicológica de otras naciones; y esto a su vez es un requisito previo para todo el que desea trabajar subjetiva e influyentemente con las diferentes conferencias internacionales que se llevan a cabo en todo el mundo. El proyecto del Ciclo de Conferencias implica un grupo constructor de puentes en la conciencia, entre los planos espirituales internos y el grupo de diplomáticos/representantes que tienen la responsabilidad de resolver los problemas que constituyen el foco de cualquier conferencia. Ayudando a proveer una atmósfera de buena voluntad iluminada en la que esas conferencias puedan realizarse, se carga espiritualmente el medio por el que transcurre toda comunicación y las barreras de malos entendidos son disueltas progresivamente. Es un servicio esencial que puede ser proporcionado por un grupo meditador mundial, y en el que todas las personas de buena voluntad están invitadas a participar.

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