Febrero de 2011

A medida que los sistemas de comunicación rápida han aumentado en velocidad y capacidad, un corolario natural ha sido una mayor accesibilidad a la información que anteriormente se ocultó y la oportunidad de difundirla a todos los rincones de la tierra. Con un solo clic en el teclado del equipo, sin esfuerzo, queda disponible para todos, una información que puede tener consecuencias profundas y de largo alcance. Esto demuestra la fuerza de la información y, naturalmente, plantea cuestiones de discriminación y de responsabilidad. ¿Debe una pieza de información distribuirse amplia y libremente en interés del bien mayor? ¿O se sirve mejor al bien mayor si esta permanece privada y confidencial? ¿Debemos dar la bienvenida a la tendencia general a la divulgación como el presagio de una nueva era de transparencia basada en "el derecho a saber" y la libertad de expresión, o lo condenamos como el final de la privacidad, la confianza y la confidencialidad?

Hay mucho debate sobre lo que se debe y lo que no debería ser revelado, lo que pone en riesgo la privacidad y seguridad individual, nacional e internacional, y lo que socava la libertad periodística. Los motivos detrás de los actos de divulgación a veces están condicionados y las consecuencias inmediatas de la publicación pueden enturbiar las cuestiones divulgadas y la visión a largo plazo, pero el debate sobre lo que sirve el mayor bien para el mayor número está agudizando la discriminación de la humanidad, ampliando su perspectiva y profundizando su sentido de responsabilidad. Con todo, cualesquiera que sean los beneficios y los errores de cada acto de divulgación, nos hemos trasladado a una época en que "todo se grita desde los tejados", dejando pocas opciones distintas a trabajar con las crisis que traen las divulgaciones y, en consecuencia, tenemos que adaptarnos.

Ahora que existen los medios de divulgación global, el número de accesos, ya sean actos de subversión o de servicio, es probable que, en todo caso, aumenten. Así que, dando esto por sentado, ¿cómo se va a adaptar la familia humana a cada vez más exposición y a dónde la conducirá esto a largo plazo? Dejando de lado los beneficios y los daños de cada acto de divulgación, desde una perspectiva mayor, ¿es posible que todo esto forme parte de un desordenado proceso redentor, donde aspectos del subconsciente de la humanidad están comenzando a surgir a la superficie de la conciencia racial para ser examinados? ¿Es este proceso el precursor esencial de potentes divulgaciones de tipo espiritual? La historia da testimonio del efecto devastador que las potentes verdades y principios religiosos pueden tener cuando impactan la psique impura. Esas verdades pueden dar lugar a interpretaciones erróneas, fanatismo y conflictos debido a la imposibilidad de asimilarlas y expresarlas correctamente. Esto explica por qué deben ocurrir las agitaciones morales antes de una iluminación de cualquier tipo. En lo profundo de la psique de la humanidad parece estar ocurriendo tal proceso curativo.

En las enseñanzas de la Sabiduría Eterna, una antigua ley de curación lo resume así: "La perfección hace surgir la imperfección a la superficie. El bien expulsa el mal de la forma de hombre, en tiempo y espacio". Esto es no colocar cualquier divulgador de información sobre un pedestal, como un ángel de redención, porque se requiere de motivos puros, completamente desinteresados, y esto es raro; muchos actos de divulgación son mal calculados y a veces rayan en lo anárquico. Es más común el caso en que el divulgador es simplemente un factor en un proceso mucho mayor, mediante el cual facetas de la conciencia humana están siendo desenterradas para escudriñarlas y descartarlas, donde sea necesario, antes de la recepción y anclaje de principios espirituales superiores en la raza humana. Las fases psicológicas de este proceso de curación son crisis, tensión y emergencia. Esto puede verse en la siguiente secuencia de eventos: la crisis de la divulgación genera tensión en una serie de ejercicios de limitación de daños y deliberación sobre qué curso de acción debe tomarse para garantizar que no vuelva a suceder. Hay un amplio debate y protesta pública y aunque sea imperceptible en el momento, surge un ligero cambio en el sentido de valores hacia lo bueno, lo bello y lo verdadero.

La Sabiduría Eterna enseña que la verdad espiritual oculta es divulgada cuando la conciencia receptora resuena en armonía con ella, pero hasta ese momento ha de ser retenida para seguridad de los destinatarios potenciales. A pesar de que finalmente se conocerán todos los secretos espirituales, el momento debe ser correcto. Qué revelar y qué retener, cuándo hablar y cuándo callar es la habilidad en la acción a ser adquirida cuando se comparte cualquier tipo de información con los demás. Vivimos en un tiempo en que las personas son cada vez más sensibles e intuitivas, y si es aceptada la telepatía de masas, como una posibilidad evolutiva, ¿cuáles son las consecuencias de que cada uno pueda percibir correctamente y hasta leer realmente los pensamientos del otro? Es evidente que nuestros motivos e intenciones secretas serán conocidos, por lo que necesitamos cuidar nuestros pensamientos, expresiones y acciones en su origen. Esto se logra a través de la inofensividad. Como continúa la antigua ley de curación antes mencionada: "La inofensividad es el método utilizado por el Ser Perfecto y empleado para el bien. Esto no es negatividad sino perfecto equilibrio, cabal punto de vista y comprensión divina".

A medida que las crisis de divulgación se tornan espesas y rápidas, la humanidad debe aprender la lección de inofensividad. Porque esta cualidad es la que energiza la mente discriminante y la que finalmente nos llevará de la oscuridad a un futuro radiante. Las divulgaciones de una clase superior, espiritual, pueden fluir seguidamente, haciendo posible que el potencial evolutivo de la humanidad, en consecuencia, se desarrolle.

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