167-171

[167] Serenidad,
[168] Servidores y Servicio,
[169] Shamballa,
[170] Símbolos,
[171] Síntesis

[167]

SERENIDAD

Serenidad y paz no tienen idéntico significado. La paz debe ser siempre temporaria y se refiere al mundo de los sentidos y a las condiciones que son susceptibles de perturbación. Es un acontecimiento inevitable y esencial para el progreso, que cada paso adelante está seguido por perturbaciones, puntos de crisis y caos, los cuales serán posteriormente reemplazados (cuando sean manejados con éxito) por períodos de paz. Pero esta paz no es serenidad, pues al discípulo sólo se le permitirá morar dentro del aura del Maestro cuando la serenidad haya sustituido a la paz. Serenidad significa esa calma profunda, desprovista de perturbaciones emocionales, que caracteriza al discípulo que está enfocado en la "mente mantenida firme en la luz". La superficie de su vida puede hallarse (desde el punto de vista mundano) en un estado de violenta ebullición. Todo lo que estima y aprecia en los tres mundos, puede derrumbarse a su alrededor, pero a pesar de ello se mantiene firme, equilibrado en la conciencia del alma, permaneciendo imperturbables las profundidades de su vida. Esto no es insensibilidad ni una forzada autosuges­tión, tampoco es la capacidad de exteriorizar la conciencia de modo que los acontecimientos individuales sean ignorados. Es la intensidad del sentimiento trasmutado en comprensión enfocada. Cuando esto se haya logrado, el discí­pulo tiene derecho a vivir dentro del aura del Maestro. Nada queda en él que obligue al Maestro a desviar su atención de los esfuerzos vitales hacia la insignificante tarea de ayudar al discípulo. (5 - 687/8)

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[168]

SERVIDORES Y SERVICIO

(1). Del deber cumplido esmeradamente, surgirán esos deberes mayores que llamamos trabajo mundial; de llevar la carga de la responsabilidad de la familia se fortalecerán nuestros hombros y nos permitirá soportar las del grupo mayor. (4 - 63)

(2). Así sirve la humanidad, y en el desarrollo de una aptitud consciente de servicio, en el acrecentamiento de una comprensión consciente de la parte individual que debe desempeñar en el desarrollo del plan y en el sometimien­to de la personalidad al alma, se logrará el constante progreso de la humani­dad hacia su meta de servicio mundial. (4 - 84)

(3). Al Maestro no le interesa la fuerza o posición mundana del trabajador, ni la cantidad de personas que se reúnan alrededor de su personalidad, sino los móviles que impulsan su actividad y el efecto que su influencia ejerce sobre sus semejantes. El verdadero servicio es la emanación espontánea de un corazón amoroso y de una mente inteligente, el resultado de hallarse en el lugar correspondiente y permanecer en él; el producto de la inevitable afluencia de la fuerza espiritual y no de la intensa actividad en el plano físico; es el efecto del hombre cuando expresa lo que en realidad es, un divino Hijo de Dios, y no el efecto estudiado de sus palabras o actos. Un verdadero servidor reúne alrededor de él, a quienes es su deber servirlos y ayudarlos por medio de la fuerza de su vida y su personalidad espiritualizada, y no por sus pretensiones o aseveraciones orales. Sirve olvidándose de sí mismo, sigue su camino abnegadamente, no piensa en la magnitud o el fracaso de sus realiza­ciones, ni tiene ideas preconcebidas de su propio valor o utilidad. Vive, sirve, trabaja y ejerce influencia, sin pedir nada para el yo separado. (4 - 144)

(4). Sólo recomiendo a cada uno y a todos renovar sus esfuerzos a fin de equiparse en el servicio mediante un consciente y deliberado esfuerzo, desa­rrollar la intuición y lograr la iluminación. Todo ser humano que alcanza la meta de la luz y la sabiduría, tiene, automáticamente, un campo de influencia que se extiende hacia arriba y hacia abajo, y ambos llegan internamente a la fuente de la luz, como exteriormente a los "campos de la oscuridad". Cuando haya logrado la realización, llegará a ser un centro consciente de fuerza dadora de vida, y lo hará sin esfuerzo alguno. En renovado esfuerzo estimu­lará, energetizará y vivificará todas las vidas con las cuales se pone en contacto, ya sea un compañero aspirante, un animal o una flor. Actuará como trasmisor de luz en la oscuridad, dispersará el espejismo a su alrededor y permitirá la irradiación de la realidad.

Cuando en gran número los hijos de los hombres puedan actuar de esta manera, entonces la familia humana emprenderá su destinado trabajo de servicio planetario. Su misión es actuar como puente entre el mundo del espíritu y el mundo de las formas materiales. Todos los grados de materia se encuentran en el hombre y todos los estados de conciencia son posibles para él. La humanidad puede trabajar en todas direcciones, elevando al cielo los reinos subhumanos, y trayendo el cielo a la tierra. (4 - 388/9)

(5). Este llamado al servicio halla generalmente una respuesta, pero una respuesta matizada por la personalidad del aspirante y por su orgullo y ambición. La necesidad es verdaderamente comprendida. El deseo de satis­facer esa necesidad es genuino y sincero; el anhelo de servir y elevarse es verdadero. El estudiante da los pasos necesarios que lo capacitarán para adaptarse al plan. Pero el inconveniente que debemos enfrentar forzosamen­te en el aspecto interno es que, aun no existiendo duda alguna respecto a la voluntad y deseo de servir, los caracteres y temperamentos son de tal índole, que se presentan dificultades casi insuperables. Por medio de estos aspirantes tenemos que hacer el trabajo, y con frecuencia el material que nos brindan da mucho que hacer. (4 - 444)

(6). Es tan fácil dejarse ilusionar por la belleza y visión de los ideales propios, por la supuesta rectitud de su propia posición y, sin embargo, estar todo el tiempo bajo la influencia subjetiva del amor al poder personal, ambición individual, celos de otros trabajadores y las muchas trampas que acechan al incauto discípulo.

Pero si se cultiva verdadera impersonalidad, se desarrolla el poder de mantenerse firme, se maneja toda la situación con espíritu de amor, no se actúa precipitadamente ni permite que se infiltre la separatividad, entonces se desarrollará un grupo de verdaderos servidores, que reunirá a quienes puedan materializar el plan, producir el nacimiento de la nueva era y sus consiguientes milagros. (4 - 446)

(7). Tres cosas son importantes en la prestación del servicio:

1. Móviles para el servicio.

Son tres, de acuerdo al orden de importancia:

  1. La comprensión del plan de Dios para la evolución, la apreciación de la tremenda necesidad del mundo; la percepción del punto inmediato de realización que debe lograr el mundo, y la consi­guiente concentración de todos nuestros recursos para realizarla.
  2. Una meta personal determinada; algún gran ideal ‑como la santidad‑ que exige los mejores esfuerzos del alma, o la convic­ción de que existen los Maestros de Sabiduría; la firme determi­nación interna de amarlos, servirlos y llegar a Ellos a cualquier precio. Cuando se tiene una comprensión intelectual del plan de Dios, unido a un fuerte anhelo de servir a los Grandes Seres, se desarrollará en las actividades del plano físico.
  3. La comprensión de nuestras capacidades innatas o adquiridas, y su adaptación a las necesidades percibidas. El servicio es de muchas clases, y el que lo presta inteligentemente y trata de hallar su esfera particular y, al encontrarla, dedica gozosamente todos sus esfuerzos en beneficio de la totalidad, es el hombre cuyo desenvolvimiento prosigue constantemente; no obstante, su pro­greso personal queda como objetivo secundario.

2 . Métodos de servicio.

Son muchos y diversos. Sólo puedo indicar los de primordial importancia.

Lo primero y más importante, como frecuentemente he repetido, es la facultad de la discriminación. Quien cree que lo puede intentar todo, que no se detiene ante nada, que se precipita ciegamente donde los más inteligentes se abstienen de hacerlo, que tiene aptitudes para cuanto se ofrezca, que pone celo pero no cerebro para solucionar este problema del servicio, no hace más que disipar fuerza; a menudo su acción es destructiva; malgasta el tiempo de los más avanzados e inteligentes, en corregir sus bien intencionados errores y no sirve a otra finalidad que satisfacer sus propios deseos. Podrá obtener la recompensa de sus buenas intenciones, pero ésta es frecuentemente anulada por las consecuencias de sus imprudentes acciones. Sirve con discriminación quien descubre su propio nicho, grande o pequeño, en el esquema general; quien calcula sobriamente su capacidad mental e intelectual, su condición emocional y sus dotes físicas y luego con todas sus cualidades se dedica a ocupar su nicho.

Sirve con discriminación quien juzga con la ayuda de su Yo superior y del Maestro, de qué naturaleza es el problema a resolver y su magnitud, y no se deja guiar por las indicaciones, requerimientos y exigencias, bien intenciona­dos, pero a menudo irreflexivos, de sus compañeros servidores.

Sirve con discriminación quien sabe poner el factor tiempo en actividad y, comprendiendo que el día no tiene más que veinticuatro horas y que su capacidad no le permite más que emplear únicamente la cantidad justa de fuerza, adjudica inteligentemente a cada uno su capacidad y el tiempo disponible.

A esto sigue un inteligente control del vehículo físico. Un buen servidor no es motivo de ansiedad para el Maestro por causas físicas, y puede confiarse en que cuidará y distribuirá su fuerza física de tal manera que siempre estará en condiciones de cumplir los requisitos del Maestro. Nunca falla debido a la incapacidad física. Procura que su vehículo inferior obtenga suficiente descanso y sueño adecuado. Se levanta temprano y se retira a una hora conveniente. Descansa cuando es posible; toma alimento adecuado y sano y evita comer con exceso. Un poco de alimento bien escogido y bien masticado, es mucho mejor que una comida abundante. Hoy la raza humana come por lo general cuatro veces más de lo necesario. Deja de trabajar cuando su cuerpo se resiste a la acción y reclama cuidado. Entonces busca el descanso, el sueño, toma precauciones respecto al régimen alimenticio, se somete a la atención del médico y obedece sus instrucciones, empleando el tiempo necesario para el restablecimiento.

El siguiente paso es constante cuidado y control del cuerpo emocional. Como es bien sabido, éste es el vehículo más difícil de manejar. No se debe permitir los excesos emotivos, pero sí que el cuerpo emocional sea atravesado por fuertes corrientes de amor dirigidas hacia todo cuanto alienta. Por ser el amor la ley del sistema, es constructivo y estabilizador y hace que todo progrese de acuerdo con la ley. Ningún temor, ansiedad o preocupación debe agitar el cuerpo emocional del aspirante a servidor. Tiene que cultivar la serenidad, la estabilidad y el sentimiento de que puede confiar y depender de la Ley de Dios. Su actitud habitual debe tener por característica la confianza gozosa. No siente envidia ni depresión ensombrecedora, codicia ni autoconmiseración sino que, convencido de que todos los hombres somos hermanos y que todo cuanto existe es para todos, sigue su camino imper­turbable.

Viene luego el desenvolvimiento del vehículo mental. Al controlar el cuerpo emocional, el servidor asume la actitud de eliminación. Su objetivo es entrenar el cuerpo emocional para que se trasforme en incoloro; establecer una vibración estable, que sea clara, blanca y límpida como un lago en un apacible día estival. Al preparar el cuerpo mental para el servicio, los esfuer­zos del aspirante van en sentido opuesto al de la eliminación. Procura acumular información, proporcionarle conocimientos y hechos, entrenarlo intelectual y científicamente, para que pueda probar con el tiempo que tiene una base sólida para la sabiduría divina. La sabiduría debe reemplazar al conocimiento. Sin embargo, se requiere conocimiento, como paso preliminar. Deben recordar que el servidor pasa por el Aula del Aprendizaje antes de ingresar al Aula de la Sabiduría. Al entrenar el cuerpo mental el aspirante trata, por lo tanto, de adquirir el conocimiento en forma ordenada, acumular lo que le hace falta, captar progresivamente las facultades mentales innatas acumuladas en vidas anteriores y, finalmente, estabilizar la mente inferior, así la superior podrá controlar y la facultad creadora del pensamiento proyec­tarse a través de la quietud.

La quietud negativa del cuerpo emocional lo hace receptivo a las impre­siones superiores. La quietud positiva del cuerpo mental lo conduce a la inspiración superior.

Habiendo tratado de controlar y utilizar inteligentemente a la personali­dad, en sus tres aspectos, quien ama a la humanidad busca la perfección en la acción. No embargan su atención los magníficos sueños de martirio y de gloria ni las efímeras quimeras espectaculares del servicio, sino que se preocupa de aplicar instantáneamente todos sus poderes al deber inmediato, objetivo de sus esfuerzos. Sabe que la perfección del plano inmediato de su vida y de los detalles del trabajo ambiental proporcionará precisión al plano mediato, dando por resultado un cuadro de rara belleza. La vida progresa a pasos cortos, cada uno dado en el momento oportuno, y cada momento inteligen­temente utilizado lleva muy lejos y a una vida bien empleada. Quienes guían a la familia humana someten a prueba, en los pequeños detalles de la vida cotidiana, a aquellos que solicitan servir, y quien demuestra actividad fiel para desempeñar las cosas aparentemente no esenciales, será trasferido a una esfera de mayor importancia. Cómo pueden Ellos, en caso de emergencia o crisis, confiar en quien realiza un trabajo desprolijo y despreocupado, en los asuntos de la vida diaria.

Otro método de servicio es la adaptabilidad. Esto implica la disposición para retirarse cuando alguien más capaz es enviado a llenar el lugar que él ocupa o (a la inversa) la capacidad de pasar de un trabajo sin importancia a otro de mayor importancia, cuando otro menos competente puede hacer con igual facilidad y buen criterio el trabajo que él estaba realizando. Demuestran sabiduría los servidores que no se valoran ni demasiado alto ni demasiado bajo. El trabajo es deficiente cuando una persona incapaz ocupa un puesto; pero también constituye una pérdida de tiempo y de poder cuando trabaja­dores hábiles ocupan posiciones donde su capacidad no puede ser empleada plenamente y los menos dotados podrían desempeñarse bien. Por lo tanto, quienes sirven deben estar dispuestos a permanecer toda la vida desempe­ñando un puesto, no espectacular ni aparentemente importante, pues quizás sea su destino, y donde puedan servir mejor; pero también deben estar dispuestos a pasar a un trabajo aparentemente más valioso cuando lo pide el Maestro y las circunstancias ‑y no los proyectos del servidor‑ indiquen que ha llegado ese momento. Mediten sobre esta última frase.

3 . Actitud después de la acción.

¿Cuál debe ser esta actitud? Total desapasionamiento, completo olvido de sí mismo y absoluta dedicación al siguiente paso a dar. Servidor perfecto es quien hace todo cuanto es capaz para cumplir con lo que cree que es la voluntad del Maestro y el trabajo que debe realizar en colaboración con el plan de Dios. Luego, habiendo hecho su parte, prosigue su trabajo sin preocuparse del resultado de su acción. Sabe que ojos más sabios que los suyos ven el fin desde el principio; que una percepción interna más profunda y amorosa que la suya, valoriza los frutos de su servicio y que un juicio más profundo que el suyo comprueba la fuerza y la magnitud de la vibración establecida, ajustando la fuerza de acuerdo al móvil. No se envanece por lo que ha hecho, ni se siente indebidamente deprimido por lo que no ha realizado. Hace en todo momento lo mejor que puede y no pierde tiempo en contemplación retrospectiva, sino que sigue adelante persistentemente, hacia el desempeño del siguiente deber. Cavilar sobre las acciones pasadas y pensar retrospectivamente sobre las antiguas realizaciones es contrario a la evolu­ción, pues el servidor procura trabajar con la ley de evolución. Esto es algo importante que se debe tener en cuenta. El servidor inteligente, después de la acción, no se preocupa de lo que dicen sus compañeros servidores, con tal que sus superiores (sean individuos encarnados, o los Grandes Seres mismos) estén satisfechos o guarden silencio; despreocupándose por el resultado inesperado si lealmente hizo lo mejor que sabía; tampoco le interesa el reproche ni la desaprobación mientras su yo interno permanece sereno y su conciencia no lo acusa; no se preocupa si pierde amigos, parientes, hijos, la popularidad de que antes disfrutaba o la aprobación de los colaboradores que lo rodean, con tal de no perder el sentido interno de contacto con Quienes guían y dirigen; no se queja si aparentemente trabaja en tinieblas y si es consciente del poco resultado de su trabajo, con tal que la luz interna se intensifique y su conciencia no tenga nada que reprocharle. (2 - 248/53)

(8). ¿Sirvo para algo? ¿Cómo puedo servir al mundo en mi pequeña esfera?”. Permítaseme responder a estas preguntas diciendo que si llevan mentalmente el contenido de este libro a la mente del público, si explican al prójimo la enseñanza que imparte y si viven una vida de acuerdo a sus enseñanzas, su servicio a prestar será muy real.

Esto necesariamente implicará la consagración de la entera personalidad para ayudar a la humanidad y la promesa hecha al Yo Superior de que hará el esfuerzo necesario para olvidarse del yo inferior al servir ‑ servicio que se prestará en el lugar y circunstancias que el destino del hombre y su deber le hayan deparado. (14 - 21)

(9). Deben adoptar la actitud de que toda enseñanza se funda en servir voluntariamente sin pensar en el yo. Lo más importante es acrecentar la comprensión espiritual y la elevación de la humanidad, no el propio progreso o desarrollo, ni la autosatisfacción al recibir nueva y especial información. Cuando dediquen la mente y el esfuerzo a servir en forma grupal y cuando las palabras sean inofensivas, debido a la afluencia de¡ Amor, entonces progresarán y el alma se aferrará más a su instrumento. (14 - 108)

(10). Esta Ley del Servicio la expresó plenamente, por primera vez, el Cristo hace dos mil años...Hoy el mundo está llegando firmemente a comprender que "ningún hombre vive para sí mismo" y que sólo cuando el amor, sobre el cual se ha escrito y hablado tanto, se exterioriza como servicio, el hombre puede estar a la altura de su capacidad innata.

El servicio generalmente se interpreta como algo muy deseable, pero raras veces se comprende cuán difícil es servir. Implica sacrificar tiempo, todo aquello que nos interesa y las propias ideas; requiere un trabajo excesivamen­te arduo, porque necesita un esfuerzo deliberado, sabiduría consciente y habilidad para trabajar sin apego. Estas cualidades no las logra fácilmente el aspirante común; sin embargo, la tendencia a servir es una actitud que posee hoy una vasta mayoría de personas en el mundo. Tal el éxito obtenido por el proceso evolutivo. (15 - 102/3)

(11). El servicio es un instituto del alma. Constituye la característica sobre­saliente del alma, así como el deseo es la característica sobresaliente de la naturaleza inferior. Es un deseo grupal, así como en la naturaleza inferior existe el deseo personal. Es el impulso hacia el bien grupal. Por lo tanto, no puede ser enseñado ni impuesto sobre persona alguna como evidencia desea­ble de la aspiración, que actúa desde afuera y está basada en la teoría del servicio. Es sencillamente el primer efecto verdadero que se evidencia en el plano físico, de que el alma comienza a expresarse externamente. (15 - 107)

(12). En la actualidad, se busca con tanto ahínco dónde poder servir y se realizan tantos esfuerzos filantrópicos. Sin embargo, todo ello está profunda­mente coloreado por la personalidad y, con frecuencia, produce mucho daño, porque la gente procura imponer sus ideas sobre cómo servir y también sus técnicas personales a otros aspirantes. Quizás sean sensibles a la impresión, pero interpretan erróneamente la verdad y son influidos por los objetivos de la personalidad. Deben aprender a poner el énfasis sobre el contacto con el alma y familiarizarse con la vida egoica y no sobre el aspecto forma del servicio. Al poner cuidadosa atención en lo esencial del servicio ‑el contacto con el alma‑, éste será expresado en forma espontánea, en líneas correctas y dará muchos frutos. El servicio altruista y la profunda afluencia de la vida espiritual demostrada últimamente en el trabajo mundial, es un esperanzado indicio. (15 - 107/8)

(13). Muchas personas poseen tanta teoría respecto al servicio y su expresión, que no prestan servicio alguno ni captan comprensivamente el período de dolor que precede siempre a un más amplio servicio. Las teorías obstruyen el camino hacia la veraz expresión y cierran la puerta a la verdadera compren­sión. El elemento mente es demasiado activo. (15 - 109)

(14). ¿Qué efecto produce el servicio sobre la mente, las emociones y el cuerpo etérico?

Servir es el resultado definido de un grandioso acontecimiento interno, y cuando tiene lugar ese resultado habrá producido un sinnúmero de causas creadoras secundarias, que son principalmente un cambio en la conciencia inferior, una tendencia a apartarse de las cosas del yo personal y dirigirse a los asuntos esenciales del grupo, una real reorientación que expresa el poder de cambiar las condiciones (por medio de la actividad creadora), demostran­do algo dinámicamente nuevo.

>El primer efecto de la afluyente fuerza del alma, factor principal que conduce a prestar servicio, es integrar la personalidad y unir los tres aspectos inferiores del hombre en una sola unidad de servicio. Esta etapa es elemental y difícil, respecto al estudiante que está en el Aula de la Sabiduría. El hombre llega a ser consciente de su poder y capacidad después de comprometerse a prestar servicio, lo hace impetuosamente; crea un canal tras otro a fin de expresar la fuerza que lo impele, y derriba y destruye tan rápidamente como crea. Momentáneamente se convierte en un serio problema para los otros servidores con los cuales está asociado, pues sólo percibe su propia visión; entonces el ambiente de crítica que lo circunda y el fuerte empuje de la fuerza impulsora contenida dentro de él, constituyen el obstáculo con que tropiezan los “pequeños” lo cual obliga a los discípulos más antiguos y experimentados a hacer constantemente reparaciones, en vez de hacerlas él, quien es momen­táneamente víctima de su propio anhelo de servir y de la fuerza que fluye a través de él. En algunos casos, en esa etapa, se aventará la llama de la ambición latente. En último análisis, esta ambición es sólo el anhelo de la personalidad por mejorar, constituyendo en su debido lugar y tiempo un haber divino que debe ser extirpado cuando la personalidad se convierte en instrumento del alma. En otros casos, la visión del servidor será más amplia y amorosa y, se despreocupará de sus propias realizaciones, trabajará al unísono y silenciosamente con los grupos de verdaderos servidores y sumergirá sus tendencias personales, sus ideas y ambiciones en el bien del todo, y el yo se perderá de vista. Quizás la sugerencia más valiosa que puede hacerse al hombre o a la mujer que tratan de actuar como verdaderos servidores, es pedirles que pronuncien diariamente, poniendo detrás de las palabras el corazón y la mente, la promesa siguiente:

"Desempeño mi parte con firme decisión y decidida aspiración; miro arriba, ayudo abajo; no sueño ni descanso; trabajo; sirvo; ruego; Yo soy la Cruz; Yo soy el Camino; olvido mi trabajo realizado; me elevo sobre mi yo vencido; mato el deseo; me esfuerzo, olvidando toda recompensa; renuncio a la paz; rechazo el descanso y, en la tensión del dolor, me pierdo a mí mismo, para encontrarme a Mí mismo, y así penetrar en la paz. Solemnemente me comprometo a realizar todo esto, invocando a mi Yo Superior". (Extraído del Archivo XIII de los Anales de los Maestros)

A medida que el trabajo de aprender a servir prosigue y el contacto interno se afirma, le seguirá la profundización de la vida de meditación, y la luz del alma iluminará con mayor frecuencia a la mente. Así se ha revelado el Plan. (15 - 113/4)

(15). Que la simplicidad los guíe y el amor centralizado sea el principal objetivo. Elijan un campo de servicio cuyos límites sean definidos (porque todos los discípulos están limitados y no pueden abarcar un campo planetario, en sus pensamientos) y trabajen ‑mental y físicamente‑ dentro de esos límites. La consumación de una tarea autoimpuesta, dentro del campo de limitaciones kármicas y del ambiente que el destino les ha deparado, es todo lo que se exige de ustedes. ¿Qué es lo que verdaderamente están realizando en la actualidad? Presten servicio dentro del campo de contacto donde se encuentran y no traten de abarcar todo el planeta. ¿Existe mayor tarea y más importante, que cumplirla y terminarla en el lugar donde se encuentran y con los compañeros elegidos? (17 - 275), (5 - 534)

(16). Que el humanidad constituya su campo de servicio y pueda decirse de ustedes que, conociendo los hechos espirituales, fueron parte dinámica de dichos acontecimientos espirituales; que no se diga que conocían estas cosas y no hicieron nada ni se esforzaron por hacerlo. Tampoco permitan que el tiempo se deslice cuando trabajan. (18 - 623)

(17). Tienen la tarea de ayudar en el trabajo que la Jerarquía planea realizar; encontrar los métodos y medios por los cuales ese servicio puede ser inteli­gentemente prestado; descubrir cómo satisfacer la necesidad mundial (no la necesidad de su grupo); financiar la parte del trabajo que les corresponde en la Hermandad que el alma les ha asignado, y desempeñar su parte en le desarrollo de esas actitudes humanas necesarias, si queremos que exista la verdadera paz en el mundo. (13 - 271/2)

(18). No trabaje bajo presión o con esfuerzo. Exprese con facilidad y sin esfuerzo sus relaciones diarias. La conservación de la energía y el acrecentado trabajo interno producirán una mayor realización magnética, pero una menor actividad en el plano físico. Trabaje más en la luz y vea a las personas como si estuvieran en esa luz con usted. Todo lo que cualquier discípulo o aspirante debe hacer en relación con sus semejantes, es estimular la luz que está en ellos, dándoles libertad para que caminen en su propia luz y a su manera en el sendero. (5 - 387)

(19). Algunas personas están constituidas de tal modo, que llegan a ser públicamente servidores y centros de luz para sus semejantes. Su influencia y poder son grandes. Otros trabajan (con igual poder) desde un centro tranquilo de relativo retiro, y manejan, si puedo repetirlo, una fuerza análoga. (5 - 402)

(20). Quizás pregunte qué servicio prestará: Eso hermano mío lo sabrá durante la meditación. No me corresponde decirle qué actividad desempe­ñará su personalidad, se lo dirá su propio alma. (5 - 526)

(21). El trabajo se realiza actuando y no hablando. (5 - 541)

(22). Sea equilibrado, recuerde que el trabajo llevado a cabo para nosotros abarca muchas cosas, incluso las horas de distracción, y ciertamente es necesario el discernimiento para cerciorarse de las cosas esenciales y luego separarlas de las no esenciales. (5 - 558)

(23). No es muy clara la línea de servicio que presta. Anda de aquí para allá en diversos campos de servicio, que no son los suyos y donde no lo quieren. (5 - 561)

(24). En nuestro trabajo no hay tarea grande o pequeña, sino cumplir el deber, cualquiera sea. (5 - 561)

(25). Posiblemente, no podrá hacer todo lo que cree necesario; por lo tanto realice aquello que traiga mayor bien a un mayor número de almas buscado­ras.(6 - 387)

(26). En la actualidad el problema de todos los discípulos consiste en llevar a cabo con éxito la actividad propia de la tarea elegida como ciudadano competente y vocacional en la vida y, no obstante, y al mismo tiempo, llevar a cualquier precio una vida práctica de servicio. (6 - 491)

Ver también: (6 - 60/1)

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[169]

SHAMBALLA

(1). Shamballa, donde Ellos moran, (Sanat Kumara y Sus discípulos) existe en materia física igual que los Kumaras, pero es materia de los éteres superiores del plano físico, y sólo cuando el hombre haya desarrollado la visión etérica, develará el misterio que hay detrás de los Himalayas. (3 - 604)

(2). Si bien se habla de Shamballa como que existe en materia física y ocupa una localidad definida en el espacio, la materia física a que se refiere es etérica; el Señor del Mundo y Sus ayudantes de los grados superiores, ocupan cuerpos formados de materia etérica.

Hace alrededor de diecisiete millones de años (el advenimiento de la Jerarquía y la fundación de Shamballa tuvo lugar hace dieciocho millones y medio de años) se decidió tener en el plano físico denso una organización y sede de los misterios, y un grupo de Adeptos y Chohanes que actuarían en cuerpos físicos densos, y así satisfarían la necesidad de la humanidad que rápidamente estaba despertando. (4 - 276)

(3). El primer puesto de avanzada para la Fraternidad de Shamballa fue el templo original de Ibez, situado en el centro de Sud América, y una de sus ramas, en un período muy posterior, se encontraba en las antiguas institucio­nes mayas.

Una segunda rama se estableció posteriormente en Asia, y de esta rama los adeptos del Himalaya y del sur de la India, son los representantes, aunque el trabajo ha cambiado materialmente. En el futuro se harán descubrimientos que revelarán la realidad del antiguo tipo de trabajo jerárquico; antiguos archivos y monumentos serán revelados, algunos a flor de tierra y muchos en refugios subterráneos. A medida que se exploran los misterios del Asia Central, en las tierras que se extienden desde Caldea a Babilonia a través del Turquestán hasta Manchuria, incluyendo el desierto de Gobi, está proyecta­do revelar gran parte de la primitiva historia de los trabajadores de Ibez. (4 - 276)

(4). La fuerza más evidente y poderosa del mundo es hoy la de primer Rayo de Voluntad y Poder. Esta fuerza afluye al mundo desde el principal centro mundial, Shamballa. Muy poco se sabe sobre Shamballa. Sólo dos veces en la historia del género humano ha aparecido esta energía de Shamballa, y su presencia se hizo sentir por los enormes cambios producidos:

1. Cuando ocurrió la primera gran crisis humana en la época de la individualización del hombre en la antigua Lemuria.

2. En la época de la gran lucha en el período atlante, entre "los Señores de la Luz y los Señores de la Expresión Material".

Esta energía divina poco conocida, afluye del Centro Sagrado. Personifica en sí la energía que subyace en la crisis mundial del momento. La Voluntad de Dios es producir ciertos cambios radicales y trascendentales en la concien­cia de la raza, que alterarán completamente la actitud del hombre hacia la vida y su captación espiritual, esotérica y subjetiva, de las esencialidades del vivir. Esta fuerza traerá (conjuntamente con la fuerza de segundo rayo) esa tremenda crisis ‑inminente en la conciencia humana‑ denominada segun­da crisis, la iniciación de la raza en el Misterio de las Edades, misterio que ha permanecido oculto desde el principio. (9 - 13/4)

(5). También quisiera recordarles que el empleo de la energía de primer rayo significa inevitablemente destrucción en las primeras etapas, pero fusión y mezcla en los resultados posteriores y finales. Si se estudian desde este ángulo las naciones del mundo actual, se observará que la energía shambállica de la voluntad actúa poderosamente por medio de ciertas grandes y destaca­das personalidades. El Señor de Shamballa, en esta época de urgencia, por amor al aspecto vida y por comprensión al Plan, así como también por amor a la humanidad, envía continuamente esta energía dinámica. Destruye la forma y acarrea la muerte de esas formas materiales y de los grupos organi­zados que coartan la libre expresión de la vida de Dios, porque niegan la nueva cultura, haciendo estériles las simientes de la civilización futura.

Debido a este despliegue de energía, la humanidad irreflexiva se sobrecoge de temor y desagrado. Cuando los seres humanos manifiestan odios personales y autovoluntad, emplean frecuentemente esta energía para sus propios fines egoístas,. Si los seres humanos, aún los mejores, no fueran tan subdesa­rrollados ni tan superficiales en sus razonamientos y visiones, podrían pene­trar detrás de lo que acontece en los países clave del mundo y verían el surgimiento gradual de nuevas y mejores condiciones y la desaparición de las apreciadas, aunque lentamente decadentes formas. No obstante, la energía de Shamballa, es tan nueva y extraña que a los humanos les resulta difícil conocerla por lo que es: la demostración de la Voluntad de Dios en una nueva y potente vivencia. El problema de la Jerarquía en esta época es producir una sabia y adecuada fusión de las energías shambállica y jerárquica, para atem­perar así la destrucción y provocar el afloramiento del espíritu constructivo, poniendo en acción las fuerzas de construcción y rehabilitación de la energía de segundo rayo. La energía de Shamballa prepara el camino para la energía proveniente de la Jerarquía. Siempre ha sido así desde el comienzo de los tiempos, aunque los ciclos de la Jerarquía, relativamente frecuentes, no han coincidido con los de Shamballa, que son poco frecuentes y raros. A medida que el tiempo avanza, el impacto de la fuerza de Shamballa será más continuo, porque los hombres habrán desarrollado el poder de hacerle frente y resistirlo. Hasta ahora ha sido demasiado peligroso aplicar esta energía al género humano, porque los resultados fueron destructivos, excepto en la primera gran crisis lemuriana. Su acción ha quedado por lo tanto limitada casi totalmente a la Jerarquía, cuyos miembros están equipados para manejarla y asimilarla correctamente y también emplearla en beneficio de la humanidad.

Actualmente se está intentando el experimento de permitir al hombre recibir esta energía y su impacto, libres de toda mediación de la Jerarquía. Quizás el esfuerzo sea prematuro y abortivo, pero todavía la cuestión no ha sido determinada y el Señor de Shamballa y quienes Lo asisten, más la ayuda de los observadores Miembros de la Jerarquía, no se han desalentado por los resultados iniciales. La humanidad va respondiendo inesperadamente bien. Se ha logrado un gran éxito en esta línea, pero los resultados no aparecen claros a los seres humanos inteligentes, porque no ven otra cosa que el aspecto destructivo y la desaparición de las formas, a las cuales han entregado sus emociones, deseos y percepciones mentales. Hasta ahora no han podido ver la evidencia irrefutable de la actividad constructiva y del verdadero trabajo creador. El templo de la humanidad de la nueva era se está erigiendo rápidamente, pero sus lineamientos no pueden verse, porque los hombres se ocupan únicamente de su egoísta punto de vista individual o nacional, y de sus instintos e impulsos personales o nacionales. Gran parte de la respuesta a la actividad de Shamballa se caracteriza por e1 terror y el temor, por la sensibilidad y las reacciones penosamente desarrolladas hacia las fuerzas del odio y la separación. Sólo unos pocos, aquí y allá, captan realmente la visión del futuro y comprenden lo que sucede, contemplando en toda su belleza el emergente plan. Con estos pocos, los Miembros de la Jerarquía pueden trabajar, pues (aunque carezcan de comprensión) no manifiestan hacia los demás mala voluntad u odio. El amor es el gran unificador e intérprete. (9 - 16/9)

(6). La humanidad es el resultado de todas las formas subhumanas de expresión y de experiencia y de la actividad de Seres superhumanos. Estos seres superhumanos son el producto de sistemas evolutivos anteriores y constituyen en sí la suma total del gran Sacrificio Divino a medida que se enfoca en nuestra vida planetaria. Debido a que han pasado por todas las fases anteriores de la existencia y perfeccionado el aspecto conciencia en Sí Mismos, mediante la experiencia humana, han trascendido todo lo que el hombre puede saber y todos los estados de conciencia con los cuales está familiarizado o lo estará en el futuro; ahora están expresando una fase de la divinidad de la cual el hombre nada puede saber. Ellos VIVEN. Son la energía misma, y en Su totalidad forman el “lejano y brillante centro”, Shamballa. (18 - 76)

Ver también: (6 - 352), (6 - 447/8)

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SÍMBOLOS

(1). Para algunas personas este estudio de símbolos, resulta relativamente fácil, pero no para la mayoría, lo cual indica la falta de algo que debe ser llenado, empleando esas facultades que en la actualidad están dormidas. Siempre es desagradable despertar las facultades latentes y requiere un gran esfuerzo y determinación para no ser desviados por las reacciones de la personalidad. A muchos les resulta difícil comprender en qué forma el desentrañamiento del significado de un símbolo puede proporcionar el medio para poner en actividad funcionante las aletargadas facultades búdicas o intuitivas. La lectura de símbolos, "lectura espiritual" como nuestro antiguo maestro Patanjali la llama, es un arte refinado. El poder para interpretar símbolos siempre precede a la verdadera revelación. (10 - 16)

(2). La capacidad para leer el "significado" que encierra un símbolo depen­de también de la riqueza del significado que adjudican a los acontecimientos de la vida diaria y a la capacidad para practicar la verdadera meditación. No hay una interpretación establecida para cada símbolo, pues a cada ser huma­no le impartirá un significado especial. La falta de interés en los símbolos presupone generalmente falta de interés en la debida interpretación de las formas de la vida y su significado. Demostrar un interés muy académico por los símbolos, presupone una mente tortuosa y compleja que ama los dibujos, las líneas, las formas y las relaciones numéricas, escapándosele totalmente la significación del significado. Es vital para el crecimiento del discípulo y de los aspirantes el equilibrio mental entre forma y concepto, expresión y cualidad, signo y significado. (10 - 19)

(3). Debemos aprender a ver los símbolos a nuestro alrededor y luego penetrar detrás de él y llegar a la idea que éste debe expresar. (10 - 19)

(4). La enseñanza que sería inteligible para un iniciado de tercer grado, resultaría inútil e incomprensible hasta para el discípulo altamente integrado e inteligente, especialmente cuando tal enseñanza es necesario darla por medio de símbolos muy abstractos y complicados, que requieren un cuidado­so análisis e interpretación. Ninguna de estas enseñanzas superiores se imparte por medio de palabras, habladas o escritas. (15 - 268).

(5). En esta fase de la impresión el tema de los SIMBOLOS está necesaria­mente implicado. Todas las impresiones deben ser interpretadas y traducidas en símbolos, por medio de la palabra o por representaciones pictóricas; el aspirante no puede evitar esto, pues es en el empleo de las palabras (es innecesario decir que son símbolos) donde está propenso a cometer errores. Son el medio por el cual la impresión registrada es impartida a la conciencia cerebral; por ejemplo, la percepción en el plano físico que tiene el discípulo, posibilitando así la comprensión práctica de las ideas abstractas o de esos aspectos del Sendero que le corresponde comprender y enseñar. (11 - 86/7)

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SÍNTESIS

(1). El primero de los factores que revela la naturaleza divina y el primero de los grandes aspectos sicológicos de Dios es la tendencia a la síntesis. Esta tendencia existe en toda naturaleza, en toda conciencia y es la vida misma. El impulso motivador de Dios y su descollante deseo es lograr la unión y la unificación. Esta fue la tendencia o cualidad que el Cristo trató de revelar y dramatizar para la humanidad. (15 - 186)

(2). Esto nos indica la síntesis del alma y del espíritu, y también subraya la síntesis del alma y la materia, completando de esta manera la fusión y la deseada unificación.

Pero la síntesis de la Deidad, Su tendencia a mezclar y fusionar, es mucho más incluyente y universal que cualquier posible expresión del reino humano que, después de todo, sólo es una pequeña parte del todo mayor. El hombre no es todo lo que puede llegar a ser ni constituye la consumación del pensamiento de Dios. El alcance de este instinto a la síntesis sustenta a todos los universos, constelaciones, sistemas solares, planetas y reinos de la natura­leza, así como también el aspecto actividad y la realización del hombre, el individuo. (15 - 186)

(3). La tendencia a la síntesis constituye el instinto inherente en todo el universo y, sólo ahora, el hombre está percibiendo su proximidad y potencia.

Este atributo divino del hombre hace que su cuerpo físico sea parte integrante del mundo físico; lo hace síquicamente gregario y está dispuesto a vivir en grupos (por elección u obligación). Este principio, actuando o funcionando por medio de la conciencia humana, ha conducido a la forma­ción de nuestras enormes y modernas ciudades ‑símbolos de una futura civilización más elevada, denominada Reino de Dios, donde las relaciones entre los hombres serán excesivas y síquicamente estrechas. El instinto a la unificación subyace en el misticismo y en todas las religiones, pues el hombre busca siempre una relación más estrecha con Dios y nada puede detener esta unificación (en la conciencia) con la Deidad. El instinto es la base de su sentido de inmortalidad y garantiza la unión con el polo opuesto de la personalidad, el alma. (15 - 187)

(4). Mucho se ha enseñado respecto a la gran herejía de la separatividad, la cual es contrarrestada cuando el hombre permite que la “tendencia hacia la síntesis” afluya a través de él como una potencia divina y condicione su conducta. Dichas tendencias divinas han constituido los impulsos básicos y subconscientes desde los albores de la evolución. La humanidad puede adaptarse hoy conscientemente a ellos y así apresurar el momento en que reinará la verdad, la belleza y la bondad.

Los discípulos mundiales y el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, como también todos los aspirantes inteligentes y activos, tienen hoy la res­ponsabilidad de reconocer estas tendencias y particularmente, la tendencia a la unificación. El trabajo de la Jerarquía está en la actualidad peculiarmente conectado con esto, y Ella y todos nosotros, debemos fomentar y nutrir esta tendencia, dondequiera la observemos. La estandarización y la regimen­tación de las naciones sólo son un aspecto de este movimiento para lograr la síntesis, pero está siendo mal aplicado y prematuramente puesto en vigen­cia. Todos los movimientos que tienden a las síntesis nacional y mundial, son buenos y correctos; pero deben ser consciente y voluntariamente emprendi­dos por hombres y mujeres inteligentes; los métodos empleados para llevar a cabo esta fusión no deben infringir la ley del amor. El impulso actual hacia la unidad religiosa es también parte de la belleza que emerge y, aunque las formas deben desaparecer (porque son el origen de la separatividad), debe ser desarrollada la síntesis espiritual interna. Se mencionan aquí estos dos destacados ejemplos de esta divina tendencia, cuando emergen en la concien­cia humana, porque deben ser reconocidos. Todas las almas que están en proceso de despertar tienen que trabajar para tales fines. Desde el momento que hay un conocimiento y destello de comprensión, allí comienza la respon­sabilidad del hombre. (15 - 189)

(5). La síntesis dicta hoy la tendencia del proceso evolutivo; todo tiende a la unión de los grandes grupos: unificación, relaciones internacionales, planifi­cación global, hermandad, fusión económica, libre intercambio de productos, interdependencia, fraternidad de credos, movimientos basados en el bienes­tar de toda la humanidad y conceptos ideológicos que atañen a las totalidades y militan contra el fraccionamiento, la separatividad y el asilamiento. (18 - 109)

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