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2. La Coordinación de la Personalidad - Parte 2

Tercer Rayo

“«Manejando los hilos de la Vida, permanezco enredado en mí ilusión autocreada. Circundado por la trama que he tejido, no veo nada más».

“El amor a la verdad debe prevalecer. No el amor a mis propios pensamientos o a mis ideas o formas; debe controlar el amor a los procesos ordenados, no el amor a mi desenfrenada actividad.

“La palabra surge del alma y va a la forma; «aquiétate, aprende a permanecer silencioso, tranquilo y sin temor. Yo en el Centro Soy.

«Mira arriba en una sola línea y no a lo largo de las muchas que has tejido en el transcurso de eones. Éstas te mantienen prisionero. Mantente quieto, no te precipites de un lado a otro, no te dejes engañar por las formas externas y por aquello que desaparece. Tras las formas se encuentra el Tejedor, que teje silenciosamente»”.

Este silencio impuesto produce el verdadero alineamiento. No es el silencio de la meditación, sino el de vivir. El aspirante que pertenece al tercer rayo, tiene propensión a malgastar mucha energía para perpetuar las formas ilusorias de las cuales se rodea continuamente. ¿Cómo puede alcanzar su meta si está incesantemente corriendo de aquí para allá, tejiendo, manipulando, planeando y arreglando? Así, no llega a ninguna parte. Se ocupa continuamente de alcanzar un objetivo distante; se preocupa de lo que se materializará, en un futuro lejano e indefinido, y nunca logra alcanzar el objetivo inmediato. Frecuentemente es la expresión y el ejemplo de las energías malgastadas. Teje para el futuro, olvidando que lo poco que ha tejido es una parte insignificante de un gran Todo, y que el tiempo puede intervenir y frustrar -debido al cambio de circunstancias- sus planes cuidadosamente preparados y los sueños de los primeros años. Por lo tanto, el resultado es futilidad.

A fin de contrarrestarlo, debe permanecer tranquilo en el centro y (por un tiempo) dejar de tejer; ya no debe crear oportunidades para sí mismo, sino enfrentar las que se le presentan (lo cual es algo muy distinto), dedicándose a la necesidad que debe satisfacer. Esto es algo muy diferente y [i361] pone en actividad una psicología muy distinta. Cuando puede hacer esto y está dispuesto a lograr la divina ociosidad (desde el punto de vista de la actitud ilusoria del tercer rayo), descubrirá que ha logrado súbitamente el alineamiento. Este alineamiento produce, lógicamente, una crisis que se caracteriza por:

  1. Un estado de profunda angustia, un período de dificultades y de verdadera preocupación, pues surge, en su conciencia, la idea de cuán relativamente inútil es su tejido y sus manipuleos, y cuán serio es el problema que presenta a otros Tejedores.
  2. Un estado que podría definirse como la determinación de mantenerse en el ser espiritual y comprender la significación del antiguo aforismo, dado frecuentemente a los aspirantes de tercer rayo: “Cesa tu quehacer. No entres en el Sendero hasta que hayas aprendido el arte de permanecer quieto. Observa a la araña, hermano, que no se enreda en su telaraña como te enredas tú en la tuya”.

Esta crisis trae comprensión, la cual -como muchos sabrán- es un aspecto de la luz. El aspirante, entonces, empieza poco a poco a trabajar con el Plan tal como es, y no como cree que es. A medida que trabaja, le llega la revelación y ve, con claridad, lo que tiene que hacer. Por lo general, implica, ante todo, desenredarse y liberarse de sus propias ideas, proceso que toma mucho tiempo y puede ser comparable al tiempo que pierde en construir el espejismo milenario. El aspirante que pertenece al tercer rayo, aprende con más lentitud que el de segundo rayo, así como el aspirante de primer rayo aprende con más rapidez que el de segundo. Sin embargo, cuando ha aprendido a estar quieto y en silencio, puede llegar a su meta con mayor rapidez. El aspirante de segundo rayo debe alcanzar el silencio que reina siempre, [i362] en el corazón de una tormenta o en el centro de un remolino. El aspirante de tercer rayo debe obtener ese silencio, que es similar a las aguas de un tranquilo estanque, lo cual le es muy desagradable.

Cuando lo ha aprendido, entonces, tiene lugar la integración, y está preparado para desempeñar su parte.

Es interesante observar que el primer resultado del empleo de estas tres fórmulas puede resumirse en una sola palabra, en bien de la claridad, palabras que encierran los primeros y más sencillos pasos, en el camino de la unificación. Incluyen los aspectos más simples de la técnica necesaria.

Primer Rayo............... Inclusión.

Segundo Rayo............ Centralización.

Tercer Rayo................ Quietud.

Lo que antecede será suficiente para definir las técnicas de integración de los tres rayos mayores. Ahora, trataremos las fórmulas que encierran las técnicas de integración de los cuatro rayos menores, y observaremos las posibilidades que éstos pueden presentar. Acentuaremos las cinco etapas mismas de la técnica que estamos estudiando:

  1. Alineamiento.
  2. Crisis de Evocación.
  3. Luz.
  4. Revelación.
  5. Integración.

Al mismo tiempo, debemos tener presente que el alineamiento que tratamos, corresponde a una forma de expresión, y esto se alcanza mediante la disciplina, la meditación y el servicio. Estas técnicas de integración se refieren, sin embargo, al establecimiento de la continuidad de conciencia, dentro de las formas alineadas. Por lo tanto, en estos casos, comenzaremos con el alineamiento, pero no terminaremos allí [i363].

Cuarto Rayo

“«Me encuentro a medio camino entre fuerzas opuestas. Anhelo armonía, paz y belleza como resultado de la unidad. Veo a ambas. Veo nada más que fuerzas opuestas alineadas, y yo, el uno, permanezco en el centro del círculo. Demando paz. Mi mente está decidida a lograrla. Busco la unicidad con todos, sin embargo, la forma divide. Por todos lados enfrento guerra y separatividad. Permanezco solo y lo estoy. Sé demasiado».

“El amor por la unidad y el amor por la paz y la armonía deben predominar. Pero no el amor basado en el anhelo de alivio y de paz para el yo y la unidad, porque contiene lo que agrada.

“La palabra va del alma a la forma. «Ambos bandos son uno, no hay guerra, diferencia ni aislamiento. Las fuerzas bélicas parecen luchar, desde el punto en que te encuentras. Avanza un paso. Ve verdaderamente, con el ojo abierto de la visión interna, y descubrirás no dos, sino uno, no la guerra sino la paz, no el aislamiento sino un corazón que descansa en el centro. Así brillará la belleza del Señor. La hora ha llegado»”.

Debería recordarse que el cuarto rayo es preeminentemente el rayo de la cuarta Jerarquía creadora, el reino humano, y tiene por consiguiente, un vínculo peculiar con las funciones, relaciones y servicio del ser humano, como grupo intermediario, grupo de enlace en nuestro planeta. La función de este grupo intermediario consiste en personificar cierto tipo de energía, la de la unificación, fuerza esencialmente sanadora que conduce a todas las formas a la perfección final, por el poder de la vida inmanente, con la cual llega a unificarse perfectamente. Esto es producido por el aspecto alma o conciencia, cualificado por el rayo en cuestión. La relación de la familia humana con el esquema divino, tal cual existe, pone en estrecha armonía los tres reinos superiores de nuestro planeta y los tres reinos inferiores de la naturaleza, sirviendo así como centro de distribución de la energía divina. El servicio que la humanidad [i364] debe prestar, consiste en crear la unidad, la armonía y la belleza de la naturaleza, fusionando el alma en todas la formas en una unidad relacionada y activa. Al principio, se logra individualmente, luego, en forma grupal, y finalmente, se manifiesta por medio de un reino de la naturaleza. Cuando esto sucede, la cuarta Jerarquía creadora será controlada predominantemente por el cuarto rayo (con esto quiero significar que la mayoría de sus egos tendrán personalidades de cuarto rayo, que facilitará la tarea de lograr la fusión) y la conciencia de sus entes evolucionados funcionará normalmente en el cuarto plano de la energía búdica, o la percepción intuitiva.

La comprensión de esto proporcionará el incentivo adecuado para lograr el alineamiento. Este alineamiento o sentido de unicidad no es, en manera alguna, una realización mística ni lo que pone al místico en armonía con la divinidad. El místico tiene el sentido de dualidad. No es el sentido de identificación que caracteriza al ocultista, pues en esa identificación existe la percepción de la individualidad, aunque corresponda a un individuo que puede fusionarse a voluntad con el todo. Constituye una conciencia casi indefinible de fusión grupal con el gran todo, y no la fusión individual con el todo. Hasta que esto no se experimenta, resulta casi imposible comprender, mediante las palabras, su significación y significado. Es el reflejo, si puedo expresarlo así, de la conciencia Nirvánica; quisiera que observaran que digo reflejo, no conciencia Nirvánica.

Cuando tiene lugar el alineamiento de cuarto rayo y el discípulo se da cuenta de ello, también se produce una crisis. La frase “el discípulo se da cuenta de ello” es significativa, pues indica que esos estados de conciencia pueden existir y el discípulo no percibirlo. Sin embargo, son subjetivos y no pueden ser aplicados hasta que descienden a la zona del cerebro y son reconocidos por el [i365] discípulo en su conciencia física y de vigilia. No tienen beneficio práctico para el ser humano en el plano físico. La crisis precipitada así, conduce a una nueva iluminación cuando se la maneja hábilmente. Dichas crisis se producen por el encuentro (a veces, el choque) de las fuerzas superiores de la personalidad y la energía del alma. En consecuencia, no pueden producirse en una etapa inferior del desarrollo evolutivo, donde las energías de grado inferior están activas y la personalidad no está integrada, refinada, ni posee cualidades elevadas. (¿Es posible emplear la frase “energías de grado inferior” si todas son divinas? La frase nos da la idea y eso es lo que se desea). Las fuerzas implicadas en tal crisis son las fuerzas de integración, que actúan en una personalidad de orden muy elevado y poseen necesariamente una potencia relativamente elevada; la fuerza de la personalidad integrada, puesta en relación con la energía del alma, siempre produce el tipo de crisis que aquí se analiza. En consecuencia, constituye un momento o momentos muy difíciles en la vida del discípulo.

La crisis de cuarto rayo evocada mediante la correcta comprensión y el correcto empleo de la fórmula de cuarto rayo, produce los siguientes y sucesivos resultados:

  1. El sentido de aislamiento. En léxico moderno significa que se produce un complejo de la misma índole del que venció momentáneamente a Elías. Fue abrumado por la claridad de su visión, respecto al problema que lo enfrentaba y su excepcional respuesta al mismo, y también por el sentido de soledad que lo atormentaba.
  2. El sentido de incapacidad desesperante. Las fuerzas alineadas contra el discípulo parecen ser tan grandes que su equipo es inadecuado y débil [i366].
  3. La determinación de permanecer en el medio, y aunque no triunfe, por lo menos no debe aceptar la derrota, adoptando con determinación la posición expresada por Pablo en las palabras “Después de haber realizado todo, permanecer».
  4. El repentino reconocimiento del Guerrero interno, invisible y omnipotente, que sólo puede iniciar Su verdadero trabajo cuando ha logrado alinear la personalidad y reconocer la crisis y está presente la voluntad de vencer. Sería de valor reflexionar sobre esto.

Por lo tanto, cuando se ha alcanzado este estado mental, y el discípulo y el Maestro interno, el soldado y el Guerrero, son conocidos como uno, entonces, tiene lugar lo que se ha denominado, en algunos libros antiguos, “la irrupción de la luz de la victoria», victoria que no inflige derrota a los contendientes, sino que constituye la triple victoria de ambos contrincantes y del Uno que está en el centro. Los tres avanzan hacia la perfección. Esto es típico de la culminación de cuarto rayo, y si este concepto se aplicara con la debida reflexión al problema del cuarto reino de la naturaleza, la cuarta Jerarquía creadora, la humanidad misma, inevitablemente se evidenciaría la belleza de la fraseología y la verdad de la afirmación.

Conjuntamente con el surgimiento de esta luz, viene la revelación expresada tan adecuadamente en las palabras finales de la fórmula del cuarto rayo. El ser humano ve y capta el propósito final de la raza y la meta que tiene por delante, el cuarto reino en la vastedad de la manifestación divina. Sería también de valor recordar que esta revelación llega a la raza en tres etapas:

  1. Individualmente. Cuando el discípulo “abandona la lucha a fin de detenerse y descubrir, así, la victoria que tiene por delante, [i367] logrando, entonces, la unicidad con el enemigo, el Guerrero y el Uno”.
  2. Grupalmente. Este acercamiento a la revelación se está desarrollando ya y produciendo, en el mundo, momentos de extrema crisis en conexión con el trabajo del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo. Su momento crítico reside en el futuro inmediato.

En la familia humana, como totalidad. Esta revelación vendrá a la raza al finalizar la era, de manera que, por ahora, no nos ocuparemos de ella. Es esencialmente la revelación de todo el Plan, abarcando los diversos aspectos del mismo, a medida que, ciclo tras ciclo, la raza haya ido captando los aspectos y las revelaciones menores y haya conseguido, con el tiempo, manifestarlos en forma concreta. Constituyen la revelación de los propósitos de la Deidad -propósitos pasados, presentes y futuros- tal como la captan quienes han desarrollado los aspectos divinos y, en consecuencia, pueden comprenderla.

Esta serie de acontecimientos espirituales o desenvolvimientos de conciencia, en la vida del individuo y del grupo, producen una integración definida, en los tres niveles de la actividad de la personalidad (mental, emocional y física). También preparan el terreno para esos procesos de fusión que amalgamarán los rayos de la personalidad y del alma. Si se aplica este concepto de integración (llevada a cabo en los tres niveles de los tres mundos del esfuerzo humano) a las actividades y relaciones grupales, se hallarán cosas muy interesantes y de valor informativo, en lo que concierne al trabajo del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo. Este grupo constituye, si puedo expresarlo así, un esfuerzo para exteriorizar la personalidad de un grupo de discípulos relacionado con la Jerarquía. Si reflexionamos sobre esto, se evidenciarán la función y la relación [i368].

Ahora agregaremos, a las tres palabras que expresan la fórmula de cada uno de los tres rayos dados, la palabra que corresponde a este Rayo: Persistencia. En consecuencia, tenemos:

Primer Rayo.................. Inclusión.

Segundo Rayo............... Centralización.

Tercer Rayo................... Quietud.

Cuarto Rayo.................. Persistencia.

A medida que cavilamos sobre estas palabras y las tres que se indicarán más adelante, se aclarará, en nuestra conciencia, la nota clave que corresponde hoy a

los discípulos del mundo, que están en situación de descubrir que sus personalidades o almas pertenecen a uno de esos rayos. El empleo de estas palabras, en conexión con los rayos de la personalidad y su expresión, por quienes no son discípulos juramentados, puede ser muy indeseable. La personalidad de tercer rayo, por ejemplo, cuando pone el énfasis sobre la quietud, descubrirá que cae en el letargo; la personalidad de primer rayo, al tratar de desarrollar la inclusividad puede llegar a extremos y considerarse un centro incluyente. Éstas son Palabras de Poder cuando las emplea un discípulo, y debe emplearlas a la luz del alma, de lo contrario, tendrán un efecto extremadamente perjudicial.

Quinto Rayo

“«Atraigo hacia mí las vestiduras de mi Dios. Veo y conozco Su forma. Tomo esas vestiduras una por una. Conozco su forma, su color, su contorno y su tipo, sus partes componentes, propósitos y usos. Estoy sorprendido y no veo nada más. Penetro en los misterios de la forma, pero no en el Misterio. Veo la vestidura de mi Dios y nada más».

“Amar la forma es bueno, pero sólo cuando la forma se conoce por lo que es, o sea, el ánfora que vela la vida. El amor a la forma nunca debe ocultar la Vida que está detrás; el Uno que trajo la forma a la luz del día la conserva [i369] para Su uso -el Uno que vive, ama y sirve la forma, el Uno Que Es.

“La Palabra surge del alma y llega a la forma: «Detrás de esa forma estoy Yo. ConóceMe. Aprecia, conoce y comprende la naturaleza de los velos de la vida, pero también conoce al Uno que vive. ConóceMe. No permitas que la forma de la naturaleza, sus procesos y poderes impidan que busques el Misterio que te trajo los misterios. Conoce bien la forma, pero déjala alegremente y búscaMe.

“«Aparta tu pensamiento de la forma y descúbreMe, esperando bajo los velos de los contornos multifacéticos, los espejismos y las formas mentales que ocultan mi verdadero Yo. No te engañes. DescúbreMe. ConóceMe, luego, emplea las formas, que no velan ni ocultan al Yo, sino que permiten a la naturaleza de ese Yo trascender los velos de la Vida, revelando toda la radiación de Dios, Su poder y magnetismo, y todo lo que hay de forma, de vida, de belleza y de utilidad. La mente revela al Uno; la mente puede mezclar y fusionar la forma y la vida. Tú eres el Uno, tú eres la forma, tú eres la mente, sábelo»”.

Esta fórmula de quinto rayo es excesivamente poderosa en esta época, y debería ser utilizada con frecuencia, pero con mucho cuidado por quienes están en la línea de la energía divina. Posee propiedades integradoras muy poderosas, pero la persona que la emplea debe tener la precaución de visualizar y mantener, en el ojo de la mente, la distribución equitativa, balanceada y equilibrada de la energía divina, puesta en movimiento por el empleo de esta fórmula de quinto rayo, a fin de que los tres aspectos de la entidad espiritual involucrada -la mente, el Uno que la emplea (el Yo) y la naturaleza forma- puedan ser estimulados similarmente. Esta afirmación significa que, si toda la fuerza disponible de la energía del alma se derrama, por ejemplo, sobre la naturaleza inferior, el ser humano natural, puede producir la desintegración de la forma y la consiguiente inutilidad del ser humano para servir. Por otra parte, si toda esta energía se vierte en el cáliz receptor de la naturaleza astral, puede servir únicamente para intensificar el espejismo y despertar el fanatismo [i370]:

  1. El ser humano psíquico, físico y astral inferior debe recibir una dosis equilibrada de fuerza.
  2. La mente debe recibir su parte de energía iluminadora.
  3. La tercera dosis de esa energía debe ser retenida dentro de la periferia de la naturaleza del alma para equilibrar a las otras dos.

Ésta es una réplica de la experiencia de la Mónada cuando viene a la manifestación, porque retiene una medida de energía dentro de sí misma y la envía, la cual se arraiga en ese centro de energía denominado alma. También afluye más energía por conducto del alma para crear un ser humano -una expresión del alma- en el plano físico, así como el alma constituye la expresión de la mónada en el plano mental y ambas son también expresiones de esa sola mónada.

El empleo de esta fórmula produce, con el tiempo, una relación precisa entre el alma y los diversos aspectos de la forma, y también el alineamiento necesario (considerados ya anteriormente) que trae y evoca una crisis, lo cual produce dos crisis menores en la conciencia de la personalidad:

  1. Aquella en que se logra el equilibrio, o lo que podría denominarse “un punto de vista equilibrado”, visión equilibrada que trae muchas dificultades y conduce a lo que podría denominarse “la terminación de esa vida de gozo y deseo”, experiencia que no es placentera para el discípulo, y lleva a una árida experiencia en la vida y a un sentido de pérdida; esto demanda, a menudo, un hábil manejo y, con frecuencia, mucho tiempo antes de que el discípulo haya pasado la experiencia.
  2. Esta condición equilibrada en que el no-yo y el Yo, el aspecto vida y el aspecto forma el aspecto forma y el aspecto Vida, se ven como [i371] esencialmente son (mediante la ayuda y el empleo de la facultad discriminadora de la mente), conduce oportunamente a una crisis de elección y a la tarea principal que debe desempeñar el discípulo en la vida, la cual consiste en zafarse del aferramiento a la forma y prepararse consciente, rápida, intencionada y definidamente, para las grandes expansiones de la iniciación.

Cuando haya terminado esta doble crisis, o lo que ella ha evocado haya sido manejado correctamente, entonces, afluye la luz que conduce a la revelación de la relación entre la forma y el alma. Ambas se ven como una, algo no logrado anteriormente, y su relación es muy distinta de las presentadas teóricamente por las comunes enseñanzas ocultistas y religiosas. Por lo tanto, se evidenciará que una nueva relación y un nuevo tipo de integración son posibles y que la cualidad mental del quinto rayo (crítica analítica, separatista y excesivamente discriminadora) puede llegar a ser lo que, en la edad media, se llamaba “sentido común”.

Cuando esto tiene lugar, la forma y la vida son ciertamente una unidad, y el discípulo utiliza la forma a voluntad como instrumento del alma para desarrollar los planes de Dios, planes unificados con la intención jerárquica. Tenemos cinco palabras que deben ser estudiadas por los discípulos que pertenecen a cada uno de los cinco rayos:

Primer Rayo................ Inclusividad.

Segundo Rayo............ Centralización.

Tercer Rayo................ Quietud.

Cuarto Rayo............... Persistencia.

Quinto Rayo............... Desapego.

Sexto Rayo

“«Veo una visión. Satisfago el deseo; estimulo y nutro su crecimiento. Ofrendo mi vida en el altar del deseo -lo que se ve, lo que se siente, lo que me atrae, la satisfacción de mi [i372] necesidad- la necesidad de lo material, lo que nutre la emoción, satisface la mente, responde a mi demanda por la verdad, por el servicio y a mi visión de la meta. Es la visión que percibo, el sueño que sueño, la verdad que sostengo, la forma activa que satisface mi necesidad, lo que capto y comprendo. Mi verdad, mi paz, mi deseo satisfecho, mi sueño, mi visión de la realidad, mi ideal limitado, mi pensamiento finito de Dios -por éstos me esfuerzo, lucho y muero-».

“El amor a la verdad debe existir siempre. Debe satisfacerse el deseo y la aspiración por alcanzar lo material y lo que asciende hasta la visión de la realidad. Los seres humanos deben trabajar para esto, esforzándose a sí mismos e incitando a otros. Aman la verdad según la interpretan; aman la visión y lo soñado, olvidando que la verdad está limitada por la mente -estrecha y fija, unilateral, no incluyente-, y que la visión sólo llega al borde externo del misterio y vela y oculta la realidad.

“La palabra surge del alma y llega a la forma: «No corras en línea recta». El sendero que hollas, lleva al círculo externo de la vida de Dios; la línea llega hasta el borde externo. Permanece en el centro, mira hacia todos lados; no mueras por las formas externas. No olvides a Dios, que mora detrás de la visión. «Ama a tus semejantes”.

Esto pone de manifiesto, por lo tanto, que el discípulo de sexto rayo debe realizar, ante todo, la ardua tarea de desapegarse, de disociarse de su visión, de su adorada verdad, de sus amados ideales, del concepto que se ha forjado de sí mismo, como servidor y discípulo consagrado que sigue a su Maestro hasta la muerte, si es necesario, esforzándose (por ese mismo amor a la forma) y obligando a sus semejantes a dedicarse a lo que él ve.

Debe reconocerse que carece de ese amor amplio que posee el discípulo de segundo rayo, reflejo del amor de Dios. El discípulo de sexto rayo se ocupa continuamente de sí mismo, de su trabajo, su sacrificio, su tarea, sus ideas y sus actividades. Él, el devoto, se pierde en su devoción. Él, el idealista, es impulsado por su idea. Él, el seguidor, sigue ciegamente a su Maestro, su ideal elegido, y se pierde en el caos de su aspiración incontrolada [i373] y en el espejismo de sus propios pensamientos. En forma curiosa, existe una estrecha relación entre el tercero y el sexto rayos, así como entre el primero y el segundo, y el segundo y el cuarto. El cuarto, el quinto, el sexto y el séptimo no tienen tal relación paralela, uno más uno es igual a dos, dos más dos es igual a cuatro, tres más tres es igual a seis. Entre estos pares de rayos, afluye una línea especial de energía que merece la atención de los discípulos que están llegando a ser conscientes de su relación, relación e interacción que sólo entra en actividad en una etapa relativamente elevada de la evolución.

Por lo tanto, el problema del aspirante de sexto rayo es liberarse de la esclavitud de la forma (aunque no de ella) y permanecer tranquilamente en el centro, así como el discípulo de tercer rayo debe aprender a hacerlo, aprendiendo a obtener amplitud de visión y un correcto sentido de proporción. Siempre carece de estas dos cualidades, hasta que llega el momento en que se afirma y se alinea con las visiones, las formas verdaderas y los sueños de la realidad y descubre que detrás de todas ellas se hallan Dios y sus semejantes. Sólo entonces, se puede confiar en que trabajará con el Plan.

El alineamiento producido por este “modo pacífico de estar quieto”, provoca lógicamente una crisis y es muy difícil que el aspirante la resuelva. Durante esta crisis le parece que ha sido desposeído de todo incentivo, móvil, sensación, estima de los demás y hasta del propósito de la vida. El concepto de “mi verdad, mi maestro, mi idea, mi modo”, lo abandona y no tiene con qué reemplazarlo. Por pertenecer al sexto rayo y estar, por lo tanto, vinculado al mundo de la vida psíquica astral, el sexto plano, es peculiarmente sensible a sus propias reacciones y a las ideas de otros, en lo que a él y a sus verdades concierne. Se siente tonto y cree que los demás piensan que lo es. La crisis es por lo tanto grave, porque tiene que lograr un completo reajuste del Yo con el yo. Su fanatismo, su devoción, su [i374] manera frenética de impulsarse a sí mismo y a los demás, sus esfuerzos perdidos y su falta de comprensión del punto de vista que sostienen otros, han desaparecido pero todavía nada los ha reemplazado. Lo embarga el sentido de futilidad y el mundo oscila bajo sus pies. Entonces, debe permanecer quieto en el centro, fijar los ojos en el alma y cesar toda actividad durante un breve período de tiempo, hasta que irrumpa la luz.

Es interesante observar que, cuando el Maestro Jesús estaba en la cruz, experimentó (en una vuelta de la espiral mucho más elevada de lo que le es posible al discípulo) la máxima culminación de dicha crisis, aunque en Su caso -por estar sintonizado con Dios y con todos los hijos de Dios- tuvo que sufrir todos los padecimientos de los discípulos del mundo y toda la agonía que implica la percepción astral del sufrimiento, expresado en las palabras agonizantes “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”.

Pero, al encarar la futilidad y al enfrentarse a sí mismo, se entregó a la vida que está en el centro, y allí se mantuvo equilibrado y quieto y, aunque alerta, la luz irrumpirá y revelará al discípulo lo que necesita saber. Así aprende a expresar ese amor incluyente, que es su principal requisito, y a abandonar la actitud estrecha y centrada que, hasta entonces, ha considerado como amor. Acepta todas las visiones, si sirven para elevar y confortar a sus hermanos; acepta todas las verdades, si son medios de revelación para otras mentes, y acepta todos los sueños, si pueden servir como incentivo para sus semejantes. Participa en todo ello, no obstante, mantiene su posición equilibrada en el centro.

Podrá verse, por lo tanto, que ahora puede tener lugar esta integración esencial del ente en su grupo.

El problema del discípulo de este rayo se acrecienta grandemente, debido a que el sexto rayo ha dominado durante muchos siglos y sólo ahora empieza a desvanecerse. En consecuencia, las formas mentales idealistas y fanáticas, construidas por los [i375] devotos que pertenecen a este rayo, son poderosas y persistentes. El mundo es hoy fanáticamente idealista, siendo una de las causas de la actual situación mundial. Es difícil, para el ser humano unilateralmente devoto, liberarse de la influencia prevaleciente, pues la energía así generada nutre lo que trata de abandonar. Sin embargo, si puede captar el hecho de que la devoción, expresada a través de la personalidad, engendra fanatismo, y que el fanatismo es separatista y frecuentemente cruel, a menudo animado por buenos ideales, pasando generalmente por alto la realidad inmediata, al correr detrás de una visión auto engendrada de la verdad, habrá llegado a resolver gran parte de su problema. Si es capaz de comprender que la devoción, cuando se expresa por medio del alma, es amor, inclusividad y comprensión, aprenderá oportunamente a liberarse del idealismo de los demás y de sí mismo, y a identificarse con el idealismo de la Jerarquía, que es el desarrollo amoroso del Plan de Dios. También se liberará del odio, no pondrá intenso énfasis sobre un aspecto o sector, ni estará limitado por el factor tiempo.

Séptimo Rayo

«Trato de unir a ambos. El plan está en mis manos. ¿Cómo trabajaré? ¿Dónde pondré el énfasis? Permanece alejado el Uno que Es. A mi alcance está la forma, la actividad, la sustancia y el deseo. ¿Puedo relacionar y moldear una forma para Dios? ¿Dónde podré enviar mi pensamiento, mi poder y la palabra que puedo pronunciar?

“Permanezco en el centro, como trabajador en el campo de la magia. Conozco ciertas reglas, controles mágicos, Palabras de Poder y ciertas fuerzas que puedo dirigir. ¿Qué debo hacer? Existe peligro. La tarea que he emprendido no es fácil de realizar, sin embargo, amo el poder. Me agrada ver cómo emergen las formas creadas por mi mente, y cómo realizan su trabajo, cumplen con el Plan y desaparecen. Puedo crear. Conozco los rituales del Templo del Señor. ¿Cómo debo trabajar?

«No ames al trabajo. Deja que el amor al Plan eterno de Dios controle [i376] tu vida, tu mente, tu mano, tu ojo. Trabaja para lograr la unidad del plan y del propósito que debe descubrir su lugar duradero en la tierra. Trabaja con el Plan; concéntrate en la parte que te corresponde en esa gran tarea».

“La palabra surge del alma y llega a la forma: «Mantente en el centro del pentagrama trazado en un lugar elevado de Oriente, dentro de la luz que siempre brilla. Trabaja desde ese centro iluminado. No abandones el pentagrama. Mantente firme en el medio. Luego, traza una línea entre lo que está afuera y lo que está adentro, y ve que el Plan toma forma».No me es posible ser más explícito. Este grande y poderoso rayo está entrando en manifestación, trae nueva energía para el ser humano y es de naturaleza tan poderosa, que los actuales discípulos deben moverse y trabajar con cuidado. Literalmente dicho, manejan fuego. Los niños que vienen ahora a la existencia trabajarán, finalmente, con mayor seguridad y más correctamente con estas nuevas potencias. Mientras tanto, hay mucho que hacer y los discípulos de séptimo rayo pueden reflexionar sobre esta fórmula y tratar de darle su propia interpretación, procurando, ante todo, permanecer en Oriente, bajo la protección del pentagrama. Cuando el trabajador de séptimo rayo se dé cuenta de la tarea que debe desarrollar, y valore el hecho de que el trabajo mágico de crear esas formas en la tierra, que personificarán al espíritu de Dios (y en nuestra época particular requiere la construcción de nuevas formas), cada discípulo de séptimo rayo se considerará, a sí mismo, como agente de enlace que permanece en el centro del proceso de construcción, desempeñando su parte en la tarea. Si se comprende y reflexiona profundamente sobre esto, traerá como resultado el alineamiento. En cuanto se logre este alineamiento, el discípulo debe recordar que esto significará una enorme afluencia de poder y de energía, proveniente de los dos puntos alineados y desde dos direcciones que convergen sobre él, mientras permanece en el [i377] punto medio. Reflexionen profundamente sobre esta verdad, porque tal hecho trae siempre una crisis de séptimo rayo. Será evidente cuál es esta crisis. Si el ser humano implicado es de mente materialista, egoístamente ambicioso y desamorado, la energía que afluirá, estimulará la naturaleza de la personalidad y luchará inmediata y furiosamente con todo lo que denominamos naturaleza instintiva, psíquica e intelectual. Si las tres son estimuladas con frecuencia y durante algún tiempo, el discípulo es arrancado del centro y llevado al torbellino del trabajo mágico de tipo inferior -la magia sexual y muchos tipos de magia negra-. Lo ilusiona la belleza de su móvil y lo engaña el poder que ha adquirido su personalidad.

No obstante, si se le advierte el peligro que corre y se da cuenta del mismo, se mantendrá firme, en el centro del pentagrama místico, y allí sufrirá hasta que la luz de Oriente se eleve sobre la oscuridad y descubra que todavía está en el punto medio. Entonces, llegará la revelación del Plan, porque éste tiene que ser siempre el poder motivador del discípulo de séptimo rayo. Trabaja en la tierra, en el plano externo de la manifestación, en las construcciones de esas formas, mediante las cuales la voluntad divina puede expresarse. En el campo de la religión, trabaja en colaboración con los discípulos de segundo y sexto rayos. En el sector del gobierno, construye esas formas que le permitirán expresar la actividad de primer rayo. En el sector de los negocios, colabora con la energía de tercer rayo y con los ejecutivos del Plan. En el campo de la ciencia, ayuda y apoya a los trabajadores de quinto rayo. Es la expresión del constructor y del creador, que lleva a la manifestación externa el Plan de Dios. Sin embargo, comienza consigo mismo, tratando de expresar el plan de su alma, en su propio lugar y posición mundanos. Hasta no poder hacer esto, será incapaz de permanecer en Oriente, dentro del pentagrama.

En las escrituras ocultistas, se dice que “el pentagrama es un lugar abierto y [i378] peligroso cuando el discípulo no ha ordenado su propia vida, no se ha impuesto el ritual del alma, ni ha obedecido su ritmo. El pentagrama se cierra cuando se ha restablecido el orden y se ha impuesto el ritual del Maestro”. Dichas escrituras continúan diciendo: “Si el discípulo entra a través del pentagrama abierto, muere. Si penetra en el pentagrama cerrado, vive. Si trasmuta el pentagrama en un círculo de fuego, sirve al Plan”.

B. Las técnicas de la fusión y de la dualidad

Llegamos, ahora, a la consideración de un tema muy práctico, en lo que concierne a los discípulos mundiales, y trataré de dilucidarlo en forma muy simple. El punto que estudiaremos, es la Técnica de la Fusión que conduce, como inevitablemente lo hace, a que surja y controle en forma predominante el Rayo de la Personalidad. Después de un breve estudio, nos referiremos sucintamente a la Técnica de la Dualidad. La brevedad es necesaria porque sólo los discípulos con cierta experiencia y los iniciados comprenderán realmente de qué estoy hablando. Un estudio de la Técnica de la Dualidad servirá para elucidar la relación que deberá existir, entre los dos rayos de la energía en manifestación que constituyen ese ser fenoménico que llamamos ser humano. Por lo tanto, verán cuán necesario es tratar desde el principio, estos temas abstrusos en forma simple. El estudio de las Técnicas de la Integración fue definidamente abstracto y expresado en términos totalmente simbólicos. Se trató la relación que existe entre cinco de los rayos: El de la personalidad y el del ego o alma, y los rayos de los tres vehículos de la personalidad, previamente a su integración en un todo en funcionamiento.

Sería conveniente, aquí, hacerles notar que las tres palabras: Integración, Fusión y Dualidad, al considerarlas [i379] en relación, como lo están, con las etapas finales del Sendero de Evolución, son significativamente distintas. Podría decirse por un lado que:

  1. La Técnica de la Integración, técnica séptuple, se aplica en el Sendero de Probación.
  2. La Técnica de la Fusión se aplica en el Sendero del Discipulado.
  3. La Técnica de la Dualidad se aplica en el Sendero de la Iniciación.

Empleo, aquí, estos tres términos sólo en relación con lo que denominamos raza Aria, o lo que podría llamarse, más apropiadamente, conciencia aria, pues ésta se expresa en forma dual, como poder mental y fuerza de la personalidad. Prevalece, en cierta etapa, en cada ser humano y en cada raza; por lo tanto, debe recordarse que no empleo la palabra aria como sinónimo de nórdica, sino como descriptiva de la meta intelectual de la humanidad, en la cual nuestra civilización occidental está en las primeras etapas, pero ha sido demostrada individualmente por seres humanos de todas las épocas y razas. Oportunamente todos los seres humanos llegarán a obtener el estado de conciencia aria. La integración consiste en llevar a un sólo campo la actividad magnética resultante de cinco tipos distintos de energía:

Las energías física y emocional-sensorial (2 energías) están unificadas y formarán oportunamente una fuerza expresiva.

Las energías física, emocional-sensorial y mental (3 energías) también se ponen en relación entre sí, entonces, se establece un potente vórtice de fuerza que, posteriormente, se hace tan sistemático e integrado que a su expresión conjunta la llamamos Personalidad (4 energías) y, con el tiempo, este conjunto se [i380] convierte en una potencia realizada y así se completa el cuádruple ser humano inferior.

Luego, estos cuatro tipos de energía entran en relación con el ego o alma. Esto pone en actividad y expresión otro tipo más elevado de energía, y así las cinco energías se integran, se mezclan y se fusionan.

Cuando estas cinco energías se relacionan correctamente entre sí, producen un centro activo de fuerza, mediante el cual puede actuar la Mónada, empleando esta palabra para expresar la primera diferenciación de la Vida Una, si puede emplearse tal frase paradójica. Sólo es posible emplearlas desde el punto de vista del ser personal, que está aún limitado y aprisionado en la conciencia del no-yo.

La Técnica de la Fusión trata de una estrecha interacción, entre los cinco aspectos de energía ya enumerados, que, a su debido tiempo, han sido integrados en una unidad. En realidad, es la fusión de cuatro fuerzas y una energía. Esta fusión trae:

  1. La demostración de la actividad de la personalidad cuando, en respuesta a la Técnica de Integración, hay:
  • a. respuesta e interacción entre el triple ser humano inferior;
  • b. un gradual surgimiento de la nota predominante del ser humano inferior, que, a su debido tiempo, indicará la naturaleza del rayo de la personalidad;
  • c. la cualidad del rayo de la personalidad que, en sus aspectos más elevados, surge a la expresión viviente. Entonces, se expresará un buen carácter o una gran decisión

          2. Gradualmente, las cualidades de la energía de la personalidad son trasmutadas en las del ego o alma, y la fusión de las dos energías -alma y cuerpo- es, entonces, completa [i381].

La Técnica de la Fusión podría ser mejor comprendida, si se la denominara Técnica de la Transmutación, pero debe recordarse que la transmutación, a la que nos referimos, no consiste en transmutar cualidades y características malas en buenas (lo cual debería tener lugar definitivamente en el Sendero de Probación), sino la transmutación de los aspectos superiores del rayo de la personalidad en los aspectos del alma. Cuando esto ha sido logrado satisfactoriamente, en gran medida, entra en juego la Técnica de la Dualidad, dualidad que difiere grandemente de aquella a la cual nos referimos cuando hablamos del yo superior y del yo inferior.

Es una dualidad que utilizan, en el Sendero de Iniciación, Aquellos que no Conocen la separatividad, y es esa dualidad, donde las cualidades y características de la personalidad transmutadas y purificadas, son empleadas por el iniciado, en los tres mundos, para servir y llevar adelante el Plan. Las energías egoicas son puestas en actividad sólo cuando son necesarias para bien del grupo, y dentro de los confines (término paradójico que sólo tiene significación en la conciencia, desde el punto de vista de las mentes inferiores) del Reino de Dios.

Se observará, por lo tanto, que esto se refiere a las etapas relativamente avanzadas del desarrollo humano. Lo que ahora voy a decir, ocultará, bajo frases extremadamente simplificadas, verdades que serán evidentes para dos grupos de aspirantes:

  1. Los discípulos aceptados que captarán las significaciones de la Técnica de la Fusión.
  2. Los iniciados que trabajarán con la Técnica de la Dualidad. También se ha de recordar que tratamos la dualidad primordial, espíritu y materia, y no la dualidad secundaria, alma y cuerpo. Este punto es de gran importancia y merece una consideración muy cuidadosa.

El ser humano que trata de emplear la Técnica de la Fusión, es [i382] un discípulo consciente del poder de la personalidad, debido a que su mente comienza a dominar su naturaleza emocional sensorial, la cual ha controlado, durante épocas, a su cuerpo físico. El empleo de la mente se está convirtiendo en una Segunda naturaleza, en algunos seres humanos evolucionados, y entrando casi automáticamente en actividad cuando alcanzaron dicha etapa. El resultado es que la integración de las tres energías continúa rápidamente. Al mismo tiempo, el ser humano tiende definidamente a hacer contacto con el alma y a conocerla; con frecuencia, la mente (cuando controla el factor personalidad) es sometida repentina y dinámicamente al control del alma.

Esto explica lo difícil que es la vida de todo discípulo en esta etapa. Simultáneamente tienen lugar varios procesos:

  1. El factor mente va dominando firmemente, clarificándose y empleándose cada vez más.
  2. Los tres aspectos de la naturaleza inferior trabajan continuamente en estrecha unidad, aumentando cada uno al mismo tiempo su potencia individual.
  3. El rayo de la personalidad hace sentir su presencia, y el poder que expresa el ser humano (en su medio ambiente) también se acrecienta.
  4. A veces el rayo del alma se proyecta a sí mismo y esto produce, en las primeras etapas, reveses y serios trastornos, por lo general angustiosos.

Por lo tanto, en esta etapa puede utilizarse beneficiosamente la Técnica de la Fusión, manteniendo al mismo tiempo, si es correctamente captada, la integridad de:

  1. el móvil que tiene como objetivo el control por el alma, en respuesta a la reacción viviente hacia su tirón o llamado [i383];
  2. el móvil de servir, en respuesta a una comprensión sensorial de la necesidad de la humanidad;
  3. el móvil de colaborar con el Plan, en respuesta a la inteligente apreciación de su naturaleza y existencia.

Observarán, también, que retomamos los tres temas principales: el control por el Alma, el Servicio y el Plan.

Por consiguiente, podría parecer que esta técnica particular fuera séptuple, como lo es la Técnica de la Integración, pero quienes así piensen, estarán en un error. Es una técnica triple, basada en el hecho de que todas las almas, oportunamente, se dividen (otra frase paradójica para exponer el tema de las almas, pero ¿qué otra cosa se puede hacer cuando el lenguaje moderno es inadecuado para difundir el conocimiento del alma?) en tres grupos principales, o más bien, se caracterizan por tres cualidades principales, las de los rayos primero, segundo y tercero. La Vida, la Vida Una, se manifiesta por medio de estas tres cualidades principales que condicionan su séptuple apariencia y que son esencialmente Voluntad, Amor e Inteligencia.

Esta Técnica de la Fusión evoca estas tres cualidades relacionadas con el alma, el servicio y el Plan. Al mismo tiempo, ilumina a la mente (revelando así el alma y el reino de Dios), acrecienta la imaginación (creadora y dinámica) de la naturaleza emocional-sensoria, el cuerpo astral (lo que revela relación y responsabilidad), y análogamente lleva inspiración a la vida física y al cuerpo físico, a través del cerebro (revelando una efectiva capacidad para colaborar inteligentemente con el Plan). En consecuencia, consideraremos una técnica que traerá tres cosas:

  1. Iluminación, por la evocación de la Voluntad o primer aspecto de la divinidad.
  2. Imaginación, por la evocación del Amor, el [i384] segundo aspecto, o respuesta sensorial al alma del mundo de todas las formas.
  3. Inspiración, por la evocación de la Inteligencia, el tercer aspecto.

Si estudiamos cuidadosamente esta triplicidad, veremos que el proceso delineado lleva el aspecto superior del yo personal, la mente, al punto inferior de contacto y a controlar el cuerpo físico; conduce al alma a controlar conscientemente el cuerpo astral, o deseo-sensorio, y también el aspecto voluntad (el aspecto más elevado de la divinidad) a controlar la mente.

Por lo tanto, dos conceptos deben recordarse, a medida que se estudia esta Técnica de la Fusión. Primero, que es una técnica triple y está coloreada y condicionada por las cualidades del primero, segundo y tercer rayos mayores.

Segundo, que esta técnica, en cualesquiera de sus tres tipos, será de tal naturaleza que traerá la iluminación por la evocación de la voluntad. Es, precisamente aquí, donde el esotérico reconocerá la importancia que tiene la enseñanza en relación con el centro de la base de la columna vertebral, que se despierta por un acto de la voluntad, lo cual significa, en verdad, que se realiza por medio de la mente, actuando violentamente -bajo la influencia del ser humano espiritual- por medio del cerebro.

Se puede deducir que esta técnica estimulará de tal modo la imaginación, que cada vez podrá expresarse un amor mayor e incluyente y, por lo tanto, el centro cardíaco será fuertemente afectado y despertado a una actividad más plena. También se deduce de esto que la vida del plano espiritual del discípulo, tal como se expresa en su medio ambiente, será de inspiración creadora, utilizando total y conscientemente la inteligencia, lo cual a su vez traerá la plena actividad del centro laríngeo, y de esta manera, los tres [i385] centros principales, puestos en actividad en el Sendero del Discipulado, entrarán en una mesurada, controlada y total actividad. En el Sendero de la Iniciación, se completa el despertar y el funcionamiento plenamente condicionado de los dos centros de la cabeza. Éste es el resultado que obtiene el iniciado al aplicar la Técnica de la Dualidad. Uno de los centros de la cabeza, el loto de mil pétalos, representa al espíritu o aspecto vida; el otro, el centro ajna, representa a la materia o aspecto forma. De esta manera, el trabajo realizado en los senderos de evolución, de probación y del discipulado, es completado en el sendero de la iniciación, y así, una vez comprendidos los rayos, hay la posibilidad de obtener un nuevo sistema para despertar los centros o

chakras, sistema que concierne únicamente al despertar de la parte central del centro o loto de fuerza. La enseñanza dada, en los libros orientales y teosóficos, se refiere, principalmente, al despertar y a la correcta relación de los centros cuando el aspirante se halla en el sendero de probación. La enseñanza que he dado aquí, no fue publicada anteriormente en forma tan explícita, sino comunicada verbalmente. La mitad de un centro, es decir, la mitad externa (por lo tanto, la mitad de los pétalos del loto) se activa acrecentadamente en el sendero de probación; la otra mitad comienza su actividad vibratoria e intensificada en el sendero del discipulado, pero la intensificación del centro del loto (aunque la Vida Una controla al alma y al cuerpo) sólo tiene lugar cuando las dos técnicas posteriores, la de la fusión y la de la dualidad, se efectúan con éxito.

Por lo tanto, surgen ciertos interrogantes:

  1. ¿Qué técnicas producen la fusión de los tres rayos mayores?
  2. ¿Cómo estas técnicas producen
  • a. la iluminación de la mente [i386],
  • b. la capacidad imaginativa del cuerpo sensorial, y
  • c. la vida de inspiración?

Ahora, se dilucidará otro punto. Los discípulos que pertenecen a los rayos menores emplean similarmente una u otra de estas tres técnicas principales. Los discípulos de cuarto rayo emplean la técnica de segundo rayo, del mismo modo que los discípulos de sexto rayo; los de quinto rayo emplean la técnica de primer rayo. Es interesante observar que (antes de pasar la primera iniciación) las personalidades de todos los que aspiran a esta gran expansión de conciencia, pertenecen al tercer rayo, que es -como el centro plexo solar- un centro de distribución de energías y una gran estación transmutadora, si puedo emplear este término.

Con la técnica de primer rayo, se deben efectuar las siguientes cosas y producir los siguientes resultados:

  1. Debe ser evocada la voluntad divina, de la cual el aspecto mente es el reflejo, y el cerebro (o la apariencia fenoménica), la sombra. Esto conduce a una actividad funcional en el plano físico, denominada en los libros teosóficos Atma, o la primera diferenciación cualificada de la Vida monádica, cualidad que a menudo se denomina voluntad espiritual.
  2. Esta evocación traerá la iluminación de la mente, que difiere de la limitación obtenida por la meditación común, a la cual tanto se han referido los libros místicos y que es, esencialmente, la evocación de la intuición, que lleva a la mente la iluminación del conocimiento directo. A la que aquí me refiero, está, simbólicamente hablando, relacionada con el estado de conciencia del Creador al emitir el fíat que produjo el fenómeno: “Hágase la Luz”.
  3. Esta iluminación, proveniente del aspecto más elevado que [i387] el ser humano puede concebir, sigue una línea directa de acercamiento, o desciende por un canal directo que va:
  • a. desde el nivel átmico, o ese centro dinámico y efectivo de la voluntad espiritual, que raras veces entra en actividad, hasta los pétalos de la voluntad del loto egoico, al cual me referí en el Tratado sobre Fuego Cósmico. Estos pétalos reflejan, en el alma, este aspecto particular de la energía;
  • b. desde esta hilera de pétalos al cuerpo mental;
  • c. desde el cuerpo mental al cerebro;
  • d. desde el cerebro, en su momento debido y establecido, al centro en la base de la columna vertebral, despertando así el fuego kundalini.

Será interesante que los estudiantes observen cómo el discípulo de primer rayo, cuando emplea la técnica de la fusión de primer rayo, termina por producir características de segundo rayo, de las cuales la iluminación, que trae amor comprensivo y colaboración afín, es la nota predominante. El discípulo de segundo rayo, mediante la técnica correctamente aplicada, produce, curiosamente, resultados de tercer rayo, de los cuales el empleo de la imaginación creadora es la característica sobresaliente. El discípulo de tercer rayo, cuando desarrolla el “poder de inspirar”, añade a sus cualidades innatas ciertas potencias de primer rayo bien definidas. Sin embargo, todas están subordinadas a la naturaleza de segundo rayo de la manifestación divina, en este sistema solar.

La técnica de la fusión, empleada por el discípulo de segundo rayo, producirá los siguientes resultados:

Acrecentada respuesta sensorial al alma mundial y al medio ambiente en el cual se halla el discípulo.

Esto se obtendrá cultivando la imaginación creadora. Es uno de los grandes atributos constructivos [i388] de la Deidad. Se realiza por la evocación de la naturaleza del amor y, como se ha indicado anteriormente, hace que el poder del alma se exprese con toda su potencia. En el mundo de la apariencia fenoménica, el alma es el agente creador, el principal factor constructivo, el constructor de formas, y por medio de la Técnica de la Fusión, se desarrolla definida y científicamente el poder de imaginar o el empleo del poder mental imaginativo (conjuntamente con la facultad de visualizar, de desear y de soñar que lo realiza).

Esta tensión creadora o enfoque centralizado del sueño imaginativo, hace que el cuerpo astral se subordine completamente al alma. Este hecho se señala en El Bhagavad Gita, donde se dice que, en el campo de batalla del Kurukshetra, Arjuna ve repentinamente la forma de Dios, en la cual todas las formas constituyen la Forma Una. Entonces, termina la batalla. El alma ejerce pleno control y ya no volverá a haber separatividad.

El canal, a través del cual afluye esta energía sintetizadora y creadora, va:

  • a. desde la Mónada a los pétalos de amor del loto egoico;
  • b. desde estos pétalos de amor al vehículo astral, energizando toda la materia astral que está en el equipo del ser humano fenoménico. “El espíritu de Dios camina sobre la superficie de las aguas”.
  • c. De allí al centro plexo solar.
  • d. Y desde ese centro al centro cardíaco. Aparece, así, la dualidad necesaria relacionada con el cuerpo astral. Tenemos, aquí también, una analogía del descenso del fuego de la voluntad a la base de la columna vertebral, con su consiguiente ascenso a lo largo de la columna vertebral hasta la cabeza.

El discípulo de tercer rayo que emplea la Técnica de la Fusión, descubre que [i389]:

  1. Trae el pleno funcionamiento de la divina facultad creadora. Aquí, será evidente cuán importante es el móvil, porque determina la línea de actividad y diferencia la actividad del ser humano, en lo denominado por los esotéricos magia blanca y negra. También es interesante observar que, en efecto, es muy raro el ser humano que entra en el campo de la llamada magia negra. ¿No indica esto, hermanos míos, el triunfo extraordinario del trabajo de la Gran Logia Blanca?
  2. El fíat que inició esta actividad creadora, hasta donde concierne al ser humano, ha sido inadecuadamente velado en las palabras “Que la tierra produzca abundantemente”, inaugurando, así, la era de la creatividad. Esta fecundidad creadora ha ido continuamente convirtiéndose, durante los últimos mil años, en la creación de esos efectos de los cuales las ideas son las causas, produciendo, dentro de la capacidad creadora de la mente del ser humano:
  • a. Lo útil, contribuyendo, así, a la actual civilización del ser humano.
  • b. Lo bello, desarrollando, así gradualmente, la conciencia estética, el sentido del color y el reconocimiento del empleo de formas simbólicas, a fin de expresar la cualidad y el significado.

Cuando el discípulo emplea esta técnica, logra una vivencia acrecentadamente vital y una afluencia dinámica de vida espiritual, en el plano físico de la experiencia. El discípulo es inspirado por el fuego del amor y esto evoca el “servicio creador” como expresión de ese amor.

El poder que lo inspira y lo hace dinámico y creador, en su medio ambiente, proviene también del aspecto voluntad de la Mónada y pone a la mente superior en actividad en el nivel mental [i390] superior, donde las ideas creadoras de Dios surgen como formas que pueden ser reconocidas por la conciencia humana.

El canal de acercamiento o de descenso, es el siguiente:

  • a. Del aspecto voluntad de la vida monádica a ese nivel de conciencia y energía, denominado el aspecto de la mente superior.
  • b. De la mente superior a los pétalos del conocimiento del loto egoico.
  • c. De estos vórtices de fuerza a la mente inferior o concreta -en la cual actúa con toda familiaridad el ser humano inteligente común- al centro laríngeo, y de allí inmediatamente al centro sacro (el centro de creación o de reproducción en el plano físico). Desde allí, asciende nuevamente al centro laríngeo, donde el anhelo físico creador es trasmutado en algún tipo de creación artística o literaria, y más tarde, se trasmuta en el poder de crear grupos u organizaciones que expresarán alguna idea o pensamiento emanado de la mente de Dios, que exige una precipitación inmediata sobre la tierra.

Esta afluencia de energías supremamente elevadas tr