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I. La Apropiación de los Cuerpos - Parte 2

Debe recordarse que el cuerpo etérico tiene una constitución singular; es predominantemente el instrumento de la vida, más bien que el instrumento de la cualidad. Es el factor que produce y sostiene el instrumento de la apariencia, el cuerpo físico. Recordarán que, en el Tomo I de este Tratado, se diferenció al ser humano en [i294] tres aspectos divinos: Vida, Cualidad, Apariencia. Por medio de los siete centros del cuerpo etérico, las energías de los siete rayos aparecen y producen sus efectos, pero, en el corazón mismo de cada centro, chakra o loto, existe un vórtice de fuerza compuesto de energía puramente manásica o mental, y, por lo tanto, es estrictamente energía de los tres primeros rayos. Dicha energía permanece en estado pasivo hasta alcanzar una etapa avanzada en el discipulado. Sólo entra en su ritmo y actividad divinos, cuando las tres hileras de pétalos del loto egoico (la analogía superior) comienzan a abrirse y el centro del loto egoico empieza a vibrar. Aunque el cuerpo etérico del ser humano expresa las cualidades de los siete rayos, en distintos grados de fuerza, el cuerpo etérico de un Maestro es la expresión de la energía monádica y entra en plena actividad después de la tercera iniciación.

Por lo tanto, es evidente, que cuando los sicólogos consideren los diversos tipos de energía que entran en la constitución del ser humano, y sean capaces de diferenciar (por el estudio y la investigación, además de la comprensión de los rayos) cuáles son las energías que condicionan a un paciente, entonces, se habrán dado grandes pasos en el manejo de las personas. La naturaleza del equipo humano y sus relaciones internas, como también sus efectos externos, serán mejor comprendidos. Hablando técnicamente, la posición psicológica extrema (como lo expresa la

Escuela Objetivista, esencialmente sana en lo que se refiere al mecanismo material denso del ser humano) tomará el lugar que, por derecho, le corresponde. Los psicólogos materialistas se han ocupado de la energía de la sustancia y de la vida instintiva del organismo. Éstas constituyen la suma total de las energías disponibles, organizadas en la forma de un cuerpo físico automático, coloreado, como lo están sus átomos, por las tendencias y cualidades desarrolladas en un sistema solar anterior. En nuestro sistema solar, se está llegando a la comprensión y al [i295] desarrollo del aspecto conciencia de la divinidad, sus cualidades y características, así como la inteligencia instintiva o actividad automática fue la contribución de la manifestación primitiva de Dios en la que predominaba el tercer aspecto.

Puede exponerse el problema y aclararse su magnitud, por medio de la siguiente clasificación, la cual enumerará los rayos que se supone o imagina que rigen o controlan, a un hipotético ser humano en una encarnación dada:

1. El Rayo de la Mónada (el aspecto vida)................ Segundo Rayo de Amor-Sabiduría

2. El Rayo del Alma (el aspecto conciencia).............. Primer Rayo de Voluntad o Poder

3. El Rayo de la Personalidad (el aspecto materia)... Segundo Rayo de Amor-Sabiduría

a. El rayo del cuerpo mental .....................................  Quinto Rayo de Ciencia Concreta

b. El rayo del cuerpo astral ........................................ Sexto Rayo de Devoción

c. El rayo del cuerpo físico ........................................ Segundo Rayo de Amor-Sabiduría

Aquí deberían considerarse ciertas ideas, que expondremos como enunciados y no las detallaremos para que el estudiante piense y reflexione sobre ellas:

1. Sólo los iniciados están en condiciones de presentir, determinar o descubrir la naturaleza de su rayo monádico o el de sus discípulos. El rayo monádico es el elemento vida del ser humano, del cual deben ocuparse los iniciados cuando lo preparan para la iniciación. Constituye la “cantidad desconocida” en la naturaleza del ser humano. Sin embargo, no se complica grandemente su problema, en los tres mundos del esfuerzo humano común, porque permanece relativamente pasivo hasta después de la tercera iniciación, aunque básicamente condiciona el cuerpo etérico.

2. Los tres Rayos (llamados en La Doctrina Secreta “los [i296] tres vehículos periódicos”) son, por lo tanto, los rayos de la mónada, del ego y de la personalidad, y esencialmente constituyen tres corrientes de energía que forman la gran corriente de la vida. Éstas relacionan al ser humano con los tres aspectos o expresiones de la divinidad en manifestación:

a. El rayo monádico es la energía que, cuando se la emplea conscientemente, relaciona al iniciado con el Padre o aspecto Espíritu, y le otorga “la liberación en el sistema solar”.

b. El rayo egoico, cuando se emplea conscientemente, relaciona al discípulo con el segundo aspecto de la divinidad y le otorga “la liberación en la esfera planetaria».

c. El rayo de la personalidad, cuando se domina y emplea conscientemente, relaciona al ser humano con el aspecto sustancia o materia de la divinidad, y le otorga “la liberación en los tres mundos” y en los tres reinos subhumanos de la naturaleza.

3. Analizando el esquema hipotético anterior, los estudiantes deberían observar en que forma los rayos de la personalidad los relacionan, dentro de la esfera o periferia de su propia manifestación, con los rayos mayores de la mónada, del ego o de la personalidad. Esto es una analogía (dentro de la manifestación microcósmica) de la situación macrocósmica tratada en un párrafo anterior. En el caso mencionado (algo muy común) vemos que:

a. El quinto rayo del cuerpo mental relaciona al ser humano con su rayo egoico, lo cual facilita el contacto con el alma. Si lo hubiese relacionado con el rayo monádico, se hubiera producido una situación muy distinta. No debe olvidarse la línea 1, 3, 5, 7.

b. El sexto rayo del cuerpo astral relaciona al ser humano con su rayo [i297] monádico y constituirá, finalmente, su acercamiento astral-búdico a la vida, y será aplicado cuando reciba la cuarta iniciación. Este rayo lo relaciona también con su personalidad e intensifica su problema natural. También hay que tener muy en cuenta la línea 2, 4, 6.

c. La cualidad de segundo rayo del cuerpo físico lo relaciona con la personalidad y, finalmente, con la mónada. Por lo tanto, constituye para él un serio problema y una gran oportunidad y una energía vinculadora. Hace que la vida de la personalidad sea excesivamente dominante y atractiva y, al mismo tiempo, facilita el futuro contacto (mientras esté en el cuerpo físico) con la mónada. Sin embargo, su problema, el de ser consciente del alma, no será solucionado tan fácilmente.

Observarán también que la mónada (segundo rayo), el cuerpo astral (sexto rayo) y el cuerpo físico (segundo rayo) están en la misma línea de actividad o energía divina, y crean un problema psicológico muy interesante. El alma (primer rayo) y el cuerpo mental (quinto rayo) están en otra línea, y esta combinación ofrece una gran oportunidad, a la vez que mucha dificultad.

4. En la expresión inferior del ser humano, cuyo esquema psicológico estamos considerando, el psicólogo se halla ante una persona intensamente sensible, incluyente y voluntariosa. Debido a que la personalidad de segundo rayo y el cuerpo físico se relacionan por similitud de rayo, existirá también una tendencia muy pronunciada a recalcar la inclusividad material y la adquisición tangible y, por lo tanto, el individuo será excesivamente egoísta y autocentrado. [i298] No será particularmente inteligente, puesto que sólo su cuerpo mental de quinto rayo lo relaciona, en forma definitiva y directa, con el aspecto mente de la Deidad, mientras que la fuerza egoica de primer rayo le permite emplear todos los medios para forjar planes por sí mismo y utilizar el aspecto voluntad para adquirir y atraer los bienes materiales que desea y cree que necesita. Su equipo predominante de segundo rayo pondrá finalmente en actividad los valores superiores.

Cuando este mismo individuo haya logrado su expresión más elevada y el ciclo evolutivo haya realizado su obra, tendremos un discípulo sensible, intuitivo e incluyente, cuya sabiduría habrá florecido y cuyos vehículos serán preeminentemente un canal para el amor divino.

Se podrían trazar y estudiar muchos esquemas parecidos, y muchos casos hipotéticos parecidos servirían de base a la investigación ocultista para diseñar y estudiar la Ley de Correspondencia. Sería de valor que los estudiantes se analizaran de esta manera y, con la información dada en este Tratado, podrían trazar sus propios diagramas y estudiar los rayos, que creen que les corresponden, y el efecto que producen en sus vidas, y de acuerdo a ello, trazar un gráfico muy interesante de su propia naturaleza, sus cualidades y características.

Será interesante mencionar el hecho de que, cuando el individuo se convierte en discípulo aceptado, se prepara un gráfico de esta naturaleza y se lo da a su Maestro. En realidad, se dispone de cuatro gráficos, porque los rayos de la personalidad varían de un ciclo de expresión a otro, y es necesario mantener al día el gráfico de la personalidad. Los cuatro gráficos fundamentales son:

1. El de la expresión del ser humano en el momento de su [i299] individualización. Lógicamente es un gráfico muy antiguo, donde los rayos de los cuerpos mental y emocional son muy difíciles de determinar, porque hay muy poca expresión mental y experiencia emocional. Sólo se definen claramente el rayo del alma y el del cuerpo físico, los demás rayos se insinúan solamente.

Este gráfico corresponde al ser humano que aún no ha despertado.

2. El de la expresión del ser humano cuando la personalidad ha logrado el punto más elevado de independencia, es decir, antes que el alma controle conscientemente y actúe en forma predominante.

Este gráfico corresponde al ser humano soñador.

3. El de la expresión del ser humano, en ese peculiar momento de crisis determinante en que luchan el alma y la personalidad, donde la batalla por la reorientación ha alcanzado su punto culminante y el aspirante lo sabe; sabe que mucho depende del resultado de esa batalla. Él es Arjuna que se encuentra en el campo de Kurukshetra.

Este gráfico corresponde al ser humano que está despertando.

4. El de la expresión del ser humano durante la vida, cuya orientación ha sido alterada y el énfasis puesto en las fuerzas de la vida ha cambiado, y el individuo se convierte en un discípulo aceptado.

Estos cuatro gráficos descritos o trazados en colores, de acuerdo a los rayos, conforman el legajo del discípulo, pues el Maestro sólo se ocupa de las tendencias generales y nunca de los detalles. Se interesa por las tendencias y predisposiciones de orden general, las características sobresalientes y los cánones evidentes de la vida.

Llamaré la atención sobre el creciente empleo que hacen los psicólogos y los pensadores de la raza, de la palabra canon, la cual tiene una profunda significación ocultista. Uno de los ejercicios, dados al discípulo en los planos internos, está vinculado [i300] con estos gráficos psicológicos o cánones de vida. Se le pide que estudie detenidamente los cuatro y que trace un diseño que representa su meta, hasta donde pueda presentirla, en su actual etapa de desarrollo. Al pasar la primera iniciación, el Maestro agrega otro diseño o gráfico, al legajo del discípulo, y entonces puede estudiar:

a. El gráfico que describe su condición, en el momento de convertirse en discípulo aceptado.

b. El gráfico hipotético que trazó, al iniciar su entrenamiento como discípulo aceptado.

c. El gráfico que describe su condición psicológica general, cuando recibió la primera iniciación.

Mediante un cuidadoso análisis y comparando los tres gráficos, el estudiante podrá descubrir la exactitud o inexactitud de su propia diagnosis, y así desarrollar un mejor sentido de proporción sobre la percepción mental de sí mismo.

Sería interesante que los estudiantes efectúen, más adelante, un análisis de sí mismos, incorporándolo al gráfico que indique los rayos que, a su juicio, rigen su equipo, y expusieran luego las razones por las cuales se han asignado esas cualidades de rayo.

Cuando el psicólogo del futuro utilice todas las ciencias disponibles y, al mismo tiempo, haga hincapié sobre las ciencias que se ocupan del ser humano subjetivo, y no tan predominantemente del ser humano objetivo (aunque este último no debe omitirse), tendremos entonces un cambio fundamental en el manejo del problema o la ecuación humana. Este problema enfrenta hoy y preocupa seriamente al psicólogo, al psiquiatra, al neurólogo, al asistente social y al humanista [i301].

El psicólogo utilizará entonces:

  1. La moderna ciencia exotérica de la psicología, con su énfasis sobre las facultades, las glándulas y sus efectos, los sueños y sus efectos ocasionales, el comportamiento instintivo (que es, en gran parte, la reacción del cuerpo físico) y las últimas conclusiones a que han llegado los científicos materialistas e investigadores de todo el mundo.
  2. La psicología esotérica, tal como la presenta este Tratado sobre los Siete Rayos. Indica los tipos de energía y las fuerzas que rigen, controlan y determinan los aspectos variables de las facultades del individuo medio y condicionan su conciencia.

La astrología y las indicaciones dadas (aún poco comprendidas), sobre el lugar que le corresponde al ser humano “en el Sol” y en el esquema general de las cosas y, aunque no lo crea, lo relacionan con el todo planetario y le proporcionan una copiosa información acerca del factor tiempo que rige a todo individuo.

Debería reconocerse que la astrología que estamos considerando, y que más adelante detallaré, no tiene que ver con la expresión de la personalidad. Quienes trabajan internamente, saben muy bien que la astrología planetaria y racial tiene una profunda significación. Lo que ellos consideran de importancia, es la astrología del discipulado y la relación que existe entre las estrellas y las actividades del alma. Además, les interesa grandemente la astrología de la iniciación. Aunque el tiempo no ha llegado aún, algún día podremos trazar el horóscopo del alma e indicar con claridad al ser humano, que está en proceso de despertar, el camino que debe seguir. Sobre esto me explayaré más adelante.

Debería también ser evidente que, a medida que aparecen las relaciones de los distintos aspectos de la vida manifestada del ser humano, sus siete centros se relacionan con los siete aspectos o cualidades, [i302] que contienen la divinidad esencial del ser humano. Por lo tanto, resultará de interés lo siguiente:

1. El centro coronario   Mónada.Vida. Primer aspecto

2. El centro cardíaco     Alma. Conciencia. Segundo aspecto.

3. El centro ajna            Personalidad. Sustancia. Tercer aspecto.

Estos son los tres centros principales del ser humano evolucionado

4. El centro laríngeo      Mente. El aspecto y energía mental

5. El centro plexo solar  Emoción. El aspecto astral y el centro de energía

6. El centro sacro           Físico

7. El centro en la base de la columna vertebral

Este último centro sólo se despierta, en su sentido real y definitivo, en la tercera iniciación. Entonces, se completa el círculo, como se dijo anteriormente, el cuerpo etérico está relacionado con la mónada y es la exteriorización del aspecto vida. Dicho cuerpo, con sus siete centros, entra en actividad al despertar el centro básico, despertando así el fuego kundalini. Será de valor indicar al estudiante que, con frecuencia, cuando cree o tiene la impresión de que se ha despertado en él el fuego kundalini, todo lo que ocurre es que la energía del centro sacro (el centro sexual) está siendo trasmutada y elevada a la laringe, o que la energía del plexo solar va elevándose al corazón. Sin embargo, a los aspirantes les gusta saborear la idea de que han logrado despertar el fuego kundalini. Muchos ocultistas evolucionados han confundido la elevación del fuego sacro -o la fuerza del plexo solar que emana del diafragma- con la “elevación del kundalini” y, por consiguiente, se consideran, ellos mismos y consideran a otros, como iniciados. En realidad, son sinceros y ese error es fácil de cometer. [i303] C. W. Leadbeater frecuentemente cometía este error; sin embargo, no pudo dudarse de su sinceridad y de la realización que alcanzó.

La complejidad y dificultad de lo antedicho es muy verídica, y debido a que el discípulo vive en un mundo de espejismo e ilusión, no es fácil para el aspirante medio seleccionar sus ideas sobre este tema o ver su amplitud con la perspectiva necesaria. Ante todo, debe empezar por aceptar la premisa de que los rayos existen, lo cual no puede comprobar, pero puede hacer dos cosas:

  1. Correlacionar la idea sobre estas energías de rayo con las enseñanzas modernas de la ciencia exotérica, según la cual no existe nada más que energía como sustancia subyacente en toda apariencia fenoménica.
  2. Considerar la teoría como que se ajusta, algo mejor que otra, a los hechos tal como él los conoce, aunque para él todavía sean sólo una hipótesis. Se puede predecir, con seguridad, que con el tiempo convertirá su hipótesis en una realidad viviente si se estudia detenidamente a sí mismo. El discípulo debe aprender primeramente que es, en verdad, el microcosmos del macrocosmos y que, en sí mismo, debe hallar la puerta abierta que conduce al universo.

Lo expuesto aquí es bastante difícil y adecuadamente interesante para merecer una detenida consideración.

Me pregunto si los estudiantes tendrán alguna idea de la forma en que los ideales que trato de presentarles, podrían iluminar sus vidas si los introdujeran en sus conciencias reflexivas, aunque sea durante un mes. Este aspecto de la conciencia es la analogía del aspecto madre que existe en el cuerpo del alma, que resguarda y cuida y, con el tiempo, da nacimiento al aspecto crístico. Las vidas se modifican principalmente por la reflexión; las cualidades se desarrollan mediante el pensamiento consciente dirigido; las características [i304] se adquieren mediante la consideración reflexiva. Les llamo la atención sobre esto.

Me he apartado brevemente para abocarme al tema de los rayos de los tres cuerpos de la personalidad, antes de completar los detalles del delineamiento dado previamente sobre el rayo de la misma. Lo hice deliberadamente, pues ansiaba establecer con toda claridad la diferencia que existe entre los rayos que rigen a los elementales de los tres cuerpos inferiores y el rayo de la personalidad. La vida de estos tres elementales se basa, primordialmente, en los tres centros inferiores del cuerpo etérico:

1 El centro sacro            La vida elemental. Transferida después al centro laríngeo

 2 El centro plexo solar   La vida astral elemental. Transferida después al centro cardíaco

 3 El centro en la base de la columna vertebral    La vida física elemental. Transferida después al centro coronario

La vida del alma inmanente está enfocada en los tres centros superiores:

1. El centro coronario  La conciencia mental

2. El centro laríngeo    La conciencia creadora

3. El centro cardíaco    La conciencia sensorial

Dos importantes etapas tienen lugar en la vida del ser humano, durante el proceso evolutivo.

Primero: La etapa en que se produce la primera gran fusión o “la afirmación del control” por parte del alma. Entonces, el centro ajna entra en actividad. Esta etapa precede la entrada del ser humano en el Sendero de Probación, la cual caracteriza al hombre y mujer común actualmente en el mundo.

Segundo: La etapa en que se produce un despertar espiritual [i305] más definido; entonces, el centro en la base de la columna vertebral se pone en armonía -mediante su vida circulante- con todos los centros del cuerpo etérico. Este paso precede a lo que se llama iniciación y señala la entrada en la actividad de un foco central de poder en el corazón de cada chakra o loto etérico. En las etapas precedentes, los pétalos de los diversos lotos, chakras o vórtices de fuerza, aumentaron su actividad. En esta última etapa, el “eje” de la rueda, el “punto en el centro” o “el corazón del loto”, entra en acción dinámica y el cuerpo interno de fuerza relaciona todas sus partes y comienza a actuar armónicamente.

Será de valor recordar lo antedicho, porque sobre esta enseñanza se funda la psicología esotérica. Tenemos, por lo tanto, tres etapas de actividad distribuidas, durante un largo ciclo evolutivo, que difieren de acuerdo al rayo y a las condiciones kármicas engendradas.

1. La etapa de estar vivo es la más sencilla y primitiva, donde el individuo funciona como un ser humano elemental. Durante este período, los centros están activos en forma lenta y rítmica. Todos contienen luz en sí mismos, pero débil y tenue; en ellos sólo vibran tres pétalos (nada más), y esto puede verlo el clarividente. A medida que el tiempo avanza, todos los pétalos de los centros que están debajo del diafragma, entran en actividad, pero no son dinámicos en el sentido esencial, ni son brillantes focos de luz.

2. La etapa en la que se produce la primera fusión, descrita anteriormente. Entonces, todos los centros tienen sus pétalos vibrando. Al mismo tiempo, su condición depende de:

a. Si el impulso de la vida está encima o debajo del diafragma [i306].

b. La naturaleza de la energía del rayo particular.

c. La etapa alcanzada en el camino evolutivo.

d. El tipo de mecanismo físico, que, a su vez, está condicionado por el karma del individuo y el campo de servicio elegido en determinada vida.

e. La cualidad de la aspiración y muchos otros factores.

3. La etapa en la que tiene lugar la segunda fusión, donde el iniciado se expresa por medio de todos los centros, en los cuales, tanto el grupo de pétalos como el punto central de energía, están plena y dinámicamente activos.

El Cristo expresó simbólicamente estas tres etapas en la experiencia del Nacimiento, en la iluminación de la Transfiguración y en la liberación de la Ascensión.

En resumen podría decirse que:

1. En la etapa de la individualización:

a. Los centros del cuerpo despiertan y comienzan a funcionar débilmente.

b. Los centros que están debajo del diafragma reciben el mayor impacto y efecto de la vida entrante.

c. Tres de los pétalos de cada centro están despiertos y demuestran actividad, cualidad y luz.

2. En la etapa de la intelectualidad, cuando el ser humano se convierte en un ser autoconsciente y autodirigido y en una personalidad definida:

a. Los pétalos de todos los centros están despiertos, pero el punto focal central de cada centro se halla en estado pasivo. Brilla con una débil luz y no hay una verdadera actividad.

b. Los centros que están encima del diafragma, excepto el ajna y el coronario, son receptores del impacto y de la afluencia de vida [i307].

3. En la etapa del discipulado, cuando la individualidad y la personalidad comienzan a fusionarse:

a. Los dos centros de la cabeza se hacen acrecentadamente activos.

b. Todos los pétalos vibran y la vida dinámica del alma comienza a poner en actividad el centro del loto.

c. La luz de los pétalos, que corresponden a los centros que están debajo del diafragma, comienza a amortiguarse, pero el centro del loto va adquiriendo mayor brillo y vida.

Todo el proceso que antecede, toma mucho tiempo e incluye el Sendero de Probación o Purificación y el Sendero del Discipulado.

4. En la etapa de la iniciación, se establece la unificación total.

a. Los cuatro centros que se hallan encima del diafragma, actúan predominantemente.

b. El centro en la base de la columna vertebral despierta a la actividad, y los tres fuegos del aspecto materia, del alma y del espíritu (fuego por fricción, fuego solar y fuego eléctrico) se mezclan y fusionan.

c. Todos los centros que están en el cuerpo del iniciado, pueden ser intensificados a voluntad eléctricamente y utilizados simultánea o aisladamente, de acuerdo a las exigencias y a la necesidad que debe enfrentar el iniciado.

Lo que antecede tiene lugar, en forma progresiva, en el Sendero de Iniciación. Esta misma verdad puede también ser expresada en términos de rayos:

En la etapa de la Individualización predominan los rayos que gobiernan los cuerpos físico y emocional. El rayo del alma apenas se hace sentir y únicamente parpadea con luz mortecina en el corazón de cada loto.

En la etapa de la Intelectualidad, entra en actividad [i308] el rayo del cuerpo mental. Este segundo proceso comprende esas dos etapas en las que:

Se desarrolla la mente inferior concreta.

El ser humano se convierte en una persona integrada y coordinada.

En cada una de estas etapas, los rayos de la naturaleza inferior acrecientan su poder. Se desarrolla la autoconciencia y, entonces, la personalidad se define cada vez más, y los tres elementales de la naturaleza inferior, la fuerza de los denominados “los tres señores lunares” (las triples energías de la personalidad integrada) van siendo constantemente controlados por el rayo de la personalidad. En esta etapa, por lo tanto, están activos en el ser humano cuatro rayos, cuatro corrientes de energía hacen de él lo que es, y el rayo del alma comienza, aunque muy débilmente, a hacer sentir su presencia, produciéndose el conflicto que todos los pensadores conocen.

En la etapa del Discipulado, el rayo del alma entra en conflicto con los rayos de la personalidad; así se inicia la gran batalla entre los pares de opuestos. El rayo o energía del alma domina lentamente al rayo de la personalidad, el cual ha dominado, a su vez, los rayos de los tres cuerpos inferiores.

En la etapa de la Iniciación, continúa el control y, en la tercera iniciación, empieza a controlar el tipo de energía más elevado que un ser humano puede expresar en este sistema solar, el de la mónada.

En la etapa de la individualización, el ser humano viene a la existencia, es decir, comienza a existir. En la etapa de la intelectualidad, la personalidad se va definiendo con claridad y llega a ser naturalmente expresiva. En la etapa del discipulado, el ser humano se hace magnético. Y en la etapa de la iniciación, se hace dinámico.

Referente a los pares de opuestos y al conflicto existente entre ellos, será interesante observar los siguientes hechos:

[i309]Los estudiantes deberían tener en cuenta que existen varios pares de opuestos, de los cuales deberán ocuparse secuencialmente. Esto frecuentemente se olvida. Por lo general, el énfasis se pone en los pares de opuestos del plano astral, y se omite mencionar a los aspirantes del plano físico y de los niveles mentales. No obstante, es esencial que se reconozcan debidamente estos otros pares de opuestos.

La energía etérica enfocada en el cuerpo etérico individual, antes de entrar en el período del discipulado, pasa por dos etapas:

  1. Cuando asimila la fuerza latente en la forma física densa -la energía de la sustancia atómica que produce una mezcla y fusión definidas-. Esto hace que la naturaleza animal se ajuste totalmente a los impulsos internos, procedentes del mundo de influencia pránica, en lo que se refiere al ser humano no evolucionado, y del mundo astral inferior, en lo que concierne al ser humano común o más evolucionado. Tal es la verdad que reside detrás de la frecuente afirmación de que el cuerpo físico denso es un autómata.
  2. Sin embargo, en el momento en que tiene lugar la orientación interna, hacia el mundo de los valores más elevados, entonces, la fuerza vital o etérica se pone en conflicto con el aspecto más bajo del ser humano, el cuerpo físico denso, y se libra la batalla entre los pares de opuestos inferiores.

Es interesante observar que, durante esta etapa, el énfasis se pone en las disciplinas físicas o en los factores controladores, como la total abstinencia, el celibato, el vegetarianismo, la higiene y los ejercicios físicos. A través de éstos, puede contrarrestarse el control que ejerce la forma sobre la vida, expresión inferior del tercer aspecto de la divinidad, lo cual libera al ser humano para librar la verdadera batalla de los pares de opuestos [i310].

Esta segunda batalla constituye el verdadero kurukshetra, y tiene lugar en la naturaleza astral, entre los pares de opuestos característicos de nuestro sistema solar, de la misma manera que los pares de opuestos físicos son característicos del sistema solar anterior. Podrá observarse, desde un interesante punto de vista, que la batalla entre los pares de opuestos, en la espiral inferior (que concierne al cuerpo físico, en su doble aspecto), ocurre en el reino animal. Durante este proceso, los seres humanos actúan como agentes disciplinarios (a su vez, la Jerarquía lo hace con la familia humana), y los animales domésticos, forzados a ajustarse al control humano, luchan (aunque sea inconscientemente, desde nuestro punto de vista) con el problema de los pares de opuestos inferiores. Su batalla se desarrolla por medio del cuerpo físico denso y las fuerzas etéricas; entonces, se inicia una aspiración más

elevada. Esto produce, con el tiempo, la experiencia que llamamos individualización, en la cual se siembra la simiente de la personalidad. En el campo de batalla humano, el kurukshetra, comienza a actuar el aspecto superior del alma y finalmente a dominar, llevando a cabo el proceso de integración humano-divino, denominado iniciación. Será de valor para los estudiantes reflexionar sobre este concepto.

Cuando un aspirante ha alcanzado el grado de evolución, en que el control de la naturaleza física es una necesidad urgente, repite, en su propia vida, esta primera batalla contra los pares de opuestos inferiores y comienza a disciplinar su naturaleza física densa.

Haciendo una amplia generalización, se puede decir que la familia humana, masivamente, desarrolló este conflicto denso-etérico en la guerra mundial, lo cual constituyó una tremenda prueba y una gran disciplina. Debe recordarse que nuestras pruebas y disciplinas son autoimpuestas y proceden de nuestras limitaciones y oportunidades. El resultado de tal prueba hizo que un gran [i311] número de seres humanos pasaran al Sendero de Probación, debido a la limpieza y purificación a que fueron sometidos. El proceso purificador los preparó, en cierta medida, para el prolongado conflicto, en el plano astral, que tienen ante sí todos los aspirantes, antes de alcanzar la meta de la iniciación. La experiencia de “Arjuna” la tienen que pasar hoy innumerables personas. Esto es un punto muy interesante para pensar y reflexionar, pues encierra gran parte del misterio y la dificultad implícita, en la secuencia del desarrollo humano. El aspirante individual tiende a pensar únicamente en sí mismo, y en sus pruebas y ensayos individuales. Debe

aprender a pensar, en términos de actividad masiva y su efecto preparatorio, en lo que concierne a toda la humanidad. La guerra mundial fue el punto culminante, en el proceso de desvitalizar el maya mundial, en lo que respecta a la humanidad. Se liberó y agotó mucha fuerza y se empleó también mucha energía; en consecuencia, mucho se esclareció.

Infinidad de personas enfrentan, hoy, individualmente el mismo proceso y conflicto. En pequeña escala, se desarrolla, en sus propias vidas, lo que se desarrolló en la guerra mundial. Están embebidos por los problemas de maya. De ahí, el actual interés por la cultura física, las disciplinas y el entrenamiento físico en boga, expresados en el mundo del deporte, en los ejercicios atléticos, en el entrenamiento militar y en la preparación para competir en los juegos olímpicos, los cuales constituyen en sí mismos una iniciación. A pesar de todos los móviles erróneos y de los terribles y malos efectos (generalizando ampliamente), el entrenamiento del cuerpo y la dirección física organizada (que tiene lugar, hoy, en la juventud de todas las naciones), preparan el camino para que millones de seres entren en el Sendero de Purificación. ¿Es severa esta expresión? La humanidad está bien dirigida, aunque momentáneamente interprete mal el proceso y aplique móviles erróneos a actividades correctas [i312].

Existe una dualidad superior, a la cual es necesario referirnos. Los discípulos deben encarar la dualidad que se manifiesta cuando el Morador en el Umbral y el Ángel de la Presencia se enfrentan. Esto constituye el último par de opuestos.

Con frecuencia se considera al Morador en el Umbral como algo desastroso, un horror que debe evitarse y un mal final y culminante. Sin embargo, quiero recordarles que el Morador es “el que está ante el portal de Dios”, mora en la sombra del portal de la iniciación y enfrenta con los ojos abiertos al Ángel de la Presencia, como lo denominan las antiguas escrituras. El Morador puede ser definido como la suma total de las fuerzas de la naturaleza inferior, según se expresan en la personalidad, antes de la iluminación, de la inspiración y de la iniciación. La personalidad, en esta etapa, es por sí misma excesivamente potente, y el Morador personifica todas las fuerzas psíquicas y mentales que, en el transcurso de las épocas, el ser humano ha desarrollado y nutrido cuidadosamente. Se lo puede considerar como el poder de la triple forma material, antes de colaborar y dedicarse conscientemente a la vida del alma y a servir a la Jerarquía, a Dios y a la humanidad.

El Morador en el Umbral es una réplica del ser humano separado de su yo espiritual superior, siendo también el tercer aspecto de la divinidad, según se expresa en y por medio del mecanismo humano. Este tercer aspecto debe quedar, con el tiempo, subordinado al segundo aspecto, el alma.

Las dos grandes fuerzas opuestas, el Ángel y el Morador se enfrentan, y así se inicia el conflicto final. Observarán que se produce nuevamente el encuentro y la lucha entre los pares de opuestos superiores. Por lo tanto, el aspirante debe enfrentar a tres pares de opuestos a medida que progresa hacia la luz y la liberación [i313]:

los pares de opuestos

1. En el plano físico      Las fuerzas densas y las etéricas

Nos enfrentamos con ellas en el Sendero de Purificación

2. En el plano astral      Las dualidades ya conocidas

Nos enfrentamos con ellas en el Sendero del Discipulado

3. En el plano mental     El Ángel de la Presencia y el Morador en el Umbral

Nos enfrentamos con ellos en el Sendero de la Iniciación