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3. Algunos Problemas Psicológicos - Parte 1

INTRODUCCIÓN

Lo que diré aquí, debería despertar el interés general. Lo haré en forma simple, evitando términos técnicos de psicología académica y exponiendo los problemas psicológicos humanos, en un léxico tan sencillo que pueda ser de ayuda real para muchos. Estos momentos son muy difíciles, y a veces, podrá parecer que los reajustes ambientales necesarios implican tantas dificultades, y que el equipo resulta tan inadecuado para la tarea exigida, que se le pide a la humanidad realizar lo imposible. Es como si la estructura humana hubiera acumulado tanta incapacidad física, tanta tensión emocional, y [i402] heredado tantas enfermedades e hipersensibilidad, que los seres humanos caen vencidos; es como si la actitud adoptada por el ser humano hacia el pasado, el presente y el futuro, fuera de tal naturaleza, que pareciera no tener razón de existir, ni algo que le sirviera de estímulo y tampoco de ayuda en la retrospección.

Verán, por lo tanto, que generalizo ampliamente. Para algunos no es aplicable esta generalización, pero si aún ellos se dedicaran a estudiar el equipo y los asuntos humanos y las condiciones sociológicas, estarían propensos a la duda y a veces a la desesperación. La vida es muy difícil en estos días, la tensión a la cual los seres humanos están sometidos, es muy extrema, el futuro parece muy amenazador y la mayoría de los seres humanos son muy ignorantes y están enfermos y angustiados. Les presento este cuadro tenebroso al iniciar nuestro tema, a fin de no eludir ninguna cuestión ni describirles una situación ilusoria y tontamente optimista, ni bosquejar una fácil escapatoria, que sólo nos introduciría más profundamente en la oscura selva de la ilusión y del error humano.

Sin embargo, si se dieran cuenta de las condiciones actuales, conocerían su propia causa y su cura. Confío en que, cuando hayamos estudiado el problema sucintamente, pues comprendo que es todo lo que se puede hacer, habré podido mostrar una posible salida y hacerles unas sugerencias tan prácticas, que la luz aparecerá en la densa oscuridad, el futuro será promisorio y el presente tendrá muchas experiencias que los conducirán a un mejoramiento y a una mayor comprensión.

La ciencia más importante en la actualidad es la Psicología; ciencia que está todavía en su infancia, pero tiene en sus manos el destino de la humanidad y el poder (correctamente desarrollado y aplicado) de salvar a la raza. La razón de su grandeza y utilidad reside en el hecho de que pone el énfasis sobre la relación del ente con el todo, el medio ambiente y los contactos; estudia el equipo y el mecanismo del ser humano para establecer ese contacto, y trata de [i403] lograr una adaptación, integración y coordinación correctas, y la liberación del individuo para que viva una vida útil de realización y servicio.

Algunas de las dificultades que se deben encarar, a medida que se analizan las conclusiones a que llegan numerosas escuelas de psicología, consisten en que han fracasado en relacionar los incontables puntos de vista que posee cada una. Dentro de los límites de esta ciencia, existen las mismas separaciones, incluso los antagonismos, que imperan en el individuo o en el campo religioso. Allí no existe la síntesis, ni la habilidad para relacionar entre sí los resultados, pero existe la tendencia a sobrestimar un aspecto de la verdad comprobada, excluyendo otros aspectos igualmente importantes. Se considera la debilidad o debilidades, más sobresalientes en el equipo de un individuo o en la presentación de su vida (y también en las del grupo u orden social), excluyendo y hasta negando otras debilidades no tan evidentes pero que igualmente incapacitan. El prejuicio, dependiendo de una formación escolástica parcial, a menudo frustra la perspectiva, de manera que la debilidad en el equipo del propio psicólogo, anula sus esfuerzos para ayudar al paciente. El fracaso en la educación actual en tomar en consideración al ser humano en su conjunto, o en dar cabida a la actividad de un centro integrador, un punto central de conciencia y factor determinante dentro del mecanismo, de aquel a quien se debe ayudar para que se adapte a su condición de vida -esto sobre todo- es responsable de la mayor parte de las dificultades. La afirmación de la actitud puramente materialista y científica, que reconoce sólo lo definitivamente comprobado, lo que puede ser probado por la aceptación de una hipótesis inmediata, ha ocasionado mucha pérdida de tiempo. Además, cuando la imaginación creadora pueda nuevamente ser liberada, en cada sector del pensamiento humano, saldrán a la luz muchas cosas nuevas que, en la actualidad, sólo las aceptan quienes tienen inclinación religiosa [i404] y mentes precursoras. Uno de los primeros campos de investigación que se beneficiará con esta liberación, será el de la psicología.

Lamentablemente, la religión organizada es muy culpable de ello, debido al énfasis fanático puesto sobre pronunciamientos doctrinarios; el castigo impuesto a quienes no aceptan sus dictados sólo ha servido para entorpecer el acercamiento humano a Dios y a la realidad. La importancia indebida, dada a lo inaccesible, y el hecho de cultivar el sentido del pecado, en el transcurso de los siglos, ha conducido a condiciones muy desastrosas, a conflictos internos que han distorsionado la vida, a la morbosidad, a las actitudes sádicas, a justificar las propias virtudes y a la desesperación final que es la negación de la verdad.

Cuando la correcta educación (la verdadera ciencia de adaptación), la verdadera religión (el cultivo del sentido de la divinidad) y el correcto desarrollo científico (la correcta apreciación de la forma o de las formas, por medio de las cuales se revela la vida subjetiva de la divinidad) puedan ser puestos en relación correcta entre sí, complementando recíprocamente sus conclusiones y esfuerzos, tendremos hombres y mujeres entrenados que habrán desarrollado todas las partes de su naturaleza. Serán, simultáneamente, ciudadanos del reino de las almas, miembros creadores de la gran familia humana y animales sanos, con un cuerpo animal tan desarrollado, que proporcionará el instrumento necesario en el plano externo de la vida para la revelación divina, humana y animal. Esto tendrá lugar en la nueva Era venidera, y hoy los seres humanos se están preparando consciente o inconscientemente para ello.

Clasificaremos los problemas de psicología en los siguientes grupos:

  1. Los Problemas de la Separatividad, que conducen frecuentemente a los innumerables caminos de escape, que constituyen la mayoría de los complejos modernos [i405].
  2. Los Problemas de la Integración, que causan muchas dificultades a las personas más evolucionadas.
  3. Los Problemas Hereditarios, raciales, familiares, etc., que implican los problemas de las enfermedades heredadas, con la consiguiente incapacidad del individuo.

Expondré muy poco respecto a este tercer grupo. Mucho no se puede hacer, excepto dejar que el tiempo y una mayor sabiduría resuelvan gran parte del problema, conjuntamente con el esfuerzo realizado para aliviar al individuo afectado, suplir la deficiencia glandular, entrenarlo para que se controle a sí mismo, si es posible, y llevar el vehículo físico al máximo grado de desarrollo factible dentro de ciertos límites. Se aproxima el momento en que cada niño, en los primeros años, será sometido a ciertas pruebas y a hábiles cuidados, a fin de que el mecanismo de contacto sea lo más útil posible, adaptable y sano. Les recordaré, aquí, que ningún equipo físico puede ser llevado más allá de determinado grado de desarrollo, en una vida, grado determinado por la etapa alcanzada en el proceso evolutivo, por los factores raciales, la cualidad de la naturaleza sutil o subjetiva, la experiencia pasada, el contacto (distante, cercano o realizado) con el alma y por el equipo mental.

Para la correcta comprensión de nuestro tema y la forma de tratarlo, desearía exponer cuatro proposiciones fundamentales:

Que, en tiempo y espacio, el ser humano es esencialmente dual, posee un alma y un cuerpo, una vida inteligente y una forma, una entidad espiritual y un mecanismo de contacto, o la naturaleza corpórea mediante la cual esa entidad se hace consciente de mundos fenoménicos y estados de conciencia, de naturaleza distinta de los de su propio nivel de conciencia.

Que esta naturaleza corpórea está constituida por una forma física externa, [i406] por la máxima vitalidad o cuerpo etérico (que la ciencia va reconociendo hoy rápidamente), por el cuerpo sensorial emocional y de deseos y por la mente. A través del cuerpo físico, se hace contacto con el mundo tangible circundante; mediante el cuerpo vital, llegan los impulsos que producen orientación y actividad en el plano físico; mediante el vehículo sensorio, la naturaleza astral o emocional origina el conjunto de deseos e impulsos que dirigen al ser humano, aún no evolucionado o común, y se los denomina también impulsos o vida de deseos del individuo; a través de la mente, llega con el tiempo la comprensión inteligente y la vida es dirigida por el propósito y la planificación, en vez del deseo.

Que el desarrollo humano se efectúa por una serie de integraciones, de procesos de coordinación o síntesis, implicando (especialmente cuando la inteligencia comienza a controlar) el sentido de separación o dualidad. Estas integraciones, en lo que se refiere a la humanidad, subyacen en un pasado lejano, tienen lugar en la actualidad y lo tendrán en el futuro.

Integraciones Pasadas.

Entre los cuerpos animal y vital.

Entre ambos y la naturaleza sensorial de deseo.

Entre estos tres y la mente concreta inferior.

Integraciones Presentes.

Entre los cuatro aspectos mencionados, produciendo así una personalidad coordinada.

Integración Futura.

Entre la personalidad y el alma.

Existen otras integraciones superiores a las cuales [i407] no me referiré aquí. Se alcanzan mediante los procesos de la iniciación y el servicio. Debe recordarse que, en la historia racial, han tenido lugar, en forma inconsciente, muchas de estas integraciones como resultado del estímulo de la vida, del impulso evolutivo, de los procesos normales del vivir, de la experiencia por medio del contacto con el medio ambiente y también de la satisfacción, que conduce a la saciedad de la naturaleza de deseos. Pero llega un momento, en el desarrollo racial, como en las vidas de los individuos, en que el proceso ciego de la pasividad evolutiva se convierte en un esfuerzo consciente viviente, y es exactamente en este punto, donde se halla la humanidad hoy. De ahí, la comprensión del problema humano en términos de la psicología moderna; el sufrimiento tan ampliamente extendido de los entes humanos, en todas partes; el esfuerzo que debe realizar la educación moderna, y de ahí también, la aparición, en una escala amplia en todos los países, del número creciente de tres tipos de personas, los que:

Aquellos que son conscientes de la separación.

Aquellos que logran la integración con mucho sufrimiento y dificultad.

Personalidades o personas integradas y, por tanto, dominantes.

4. Que, al mismo tiempo y en todos los países, hombres y mujeres están logrando una síntesis aún más elevada: la síntesis del alma y del cuerpo. Esto da un sentido del destino individual y racial; un sentido del propósito y del plan. Trae también el desarrollo de la intuición (la sublimación del intelecto, así como éste fue la sublimación de la naturaleza instintiva) y el consiguiente reconocimiento de las ideas e idealismos elevados y de esas verdades fundamentales que, cuando se difundan entre las personas reflexivas del mundo, producirán grandes cambios mentales y materiales, con su corolario transitorio de disturbios y caos, experimento, destrucción y reconstrucción [i408].

La humanidad proporciona un campo cultural para todos los tipos, por ejemplo, los que en la actualidad expresan integraciones pasadas y están en proceso de convertirse en seres humanos pensantes. Las dos integraciones anteriores, entre el cuerpo vital y la forma física, y entre ambas y la naturaleza de deseo, no están representadas. Son universales y están bajo el umbral de la actividad consciente y muy atrás en la historia racial. El único campo en que se puede estudiarlos, es recapitulando la historia infantil, donde se puede ver con toda claridad el poder de moverse y responder al mecanismo sensorial y el de expresar los deseos. Lo mismo puede constatarse en las razas primitivas y salvajes. Pero la tercera etapa de integración, la del desarrollo mental gradual, se está llevando a cabo a grandes pasos y puede ser y está siendo estudiada muy cuidadosamente. La educación moderna se ocupa, en la actualidad, casi exclusivamente de esta etapa, y cuando los educadores dejen de entrenar las células del cerebro o de tratar la evocación de la memoria, y también de considerar al cerebro y a la mente como una misma cosa, y aprendan a diferenciarlos, se harán grandes progresos. Cuando el niño reciba entrenamiento para controlar la mente, cuando se enseñe a esa mente a dirigir la naturaleza de deseos, y el cerebro dirija el vehículo físico desde el nivel mental, entonces, veremos a estas tres integraciones realizadas con precisión y rapidez. Entonces, se prestará atención a la integración de la personalidad, de manera que los tres aspectos funcionen como una unidad. Tenemos, por lo tanto:

  1. El estado infantil, en el cual se llevan a cabo las tres primeras integraciones, y el objetivo del procedimiento de la educación será efectuar esto con la mínima dificultad.
  2. El estado humano, que trata de la integración de todos los [i409] aspectos, en una personalidad, autoconsciente y autodirigida.
  3. El estado espiritual, que concierne a la integración de la personalidad con el alma, evocando así la conciencia del Todo. Cuando esto se haya realizado, la conciencia grupal será agregada a la autoconciencia; éste es el segundo gran paso en el camino hacia la conciencia de Dios.

La dificultad reside, hoy, en que tenemos, en todas partes, personas que se hallan en diferentes etapas del proceso integrador; todas se hallan en un “estado de crisis” y proporcionando, por lo tanto, los problemas de la psicología moderna.

Estos problemas pueden clasificarse, en forma precisa, en tres grupos principales:

a. Los Problemas de la Separatividad. Son, a su vez, de dos tipos:

1. Los problemas de integración.

2. Los que surgen de un sentido de dualidad.

Este sentido de dualidad, resultado de la separación realizada, abarca desde las dificultades de la doble personalidad que sufren tantas personas, hasta las del místico, por su énfasis puesto en el que ama y el amado, en el que busca y el buscado, en Dios y Su hijo.

b. Los Problemas de la Integración. Producen la mayoría de las dificultades de las personas más evolucionadas.

c. Los Problemas del Estímulo. Surgen como resultado de una síntesis e integración logradas, produciendo, en consecuencia, una afluencia desacostumbrada de energía, la cual puede expresarse como ambición desmedida, sentido de poder, deseo de influencia personal, o como poder y fuerza verdaderamente espirituales. Sin embargo, [i410] en todos los casos, es necesaria una comprensión y un manejo cuidadoso de los fenómenos resultantes.

De estos problemas además surgen:

Los Problemas Mentales. Aparecerán ciertos complejos definidos cuando se haya logrado integrar la mente con los tres aspectos inferiores, y será útil reflexionar sobre ello.

Las Enfermedades de los Místicos. Conciernen a esas actitudes de la mente, a las ideas complejas y “empresas espirituales”, que afectan a quienes se inclinan al misticismo o se dan cuenta del dualismo espiritual, al cual se refirió San Pablo en la Epístola a los Romanos.

“Sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido bajo el pecado.

Porque lo que hago no lo entiendo, pues el bien que quiero no hago; sino hago lo que aborrezco.

Y si hago lo que no quiero, consiento que la ley es buena.

De manera que no soy yo quien lo hace sino el pecado que mora en mí.

Porque sé que en mí (es decir en mi carne) no mora el bien, porque en querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.

Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.

Así que, queriendo hacer el bien, descubro la ley: que el mal está en mí.

Porque, según el ser humano interno, me deleito en la Ley de Dios.

Más veo otra ley en mis miembros rebelándose contra la ley de mi mente y me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros [i411].

Miserable de mí. ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?» (Romanos VII, 14-24.)

Estas dificultades exigirán una mayor dedicación, a medida que la raza vaya hacia la integración de la personalidad, y una vez lograda, hará contacto con el alma.

Por lo tanto, verán cuán amplio e importante es nuestro tema. También observarán que gran parte de nuestras enfermedades nerviosas, inhibiciones, represiones, sumisiones, o sus aspectos inversos, se relacionan con este proceso de síntesis o fusiones sucesivas.

Aquí, deberíamos referirnos a dos puntos: Primero, que cualquier consideración sobre el ser humano -lo consideremos simplemente como un ser humano o como un ente espiritual- tratamos en realidad con un conjunto muy complejo de energías diferenciadas, a través de las cuales y en ellas, actúa la conciencia. En las primeras etapas, esta conciencia no es más que una percepción vaga y difusa, indefinida, no identificada, libre de cualquier enfoque definido de la atención. Posteriormente, despierta, percibe y centra su enfoque en el plano de los deseos egoístas y en su satisfacción. A esto lo denominamos, en forma genérica, “vida de deseo”, con su felicidad objetiva y personal, que conduce posteriormente al deseo consumado, deseo cuya consumación ha sido postergada hasta después de la muerte, que denominamos cielo. Después, cuando la mente se integra con otros aspectos más desarrollados, tenemos el surgimiento de una entidad definidamente autoconsciente, y viene a la actividad un ser estrictamente humano, caracterizado por la inteligencia. Continúa poniendo su atención en la satisfacción del deseo, pero es el deseo de saber y el anhelo de comprender, por medio de la investigación, el discernimiento y el análisis.

Finalmente, llega el período en que se íntegra la personalidad, donde [i412] existe la voluntad de poder, y la autoconciencia se dirige a dominar la naturaleza inferior, con el fin de dominar el medio ambiente, a otros seres humanos en menor o mayor número, y a las circunstancias. Cuando esto ha sido captado y comprendido, se enfoca la atención en el reino de las energías superiores, y el factor alma llega a ser acrecentadamente activo y prominente, dominando y disciplinando a la personalidad, dándole una nueva interpretación a su medio ambiente y produciendo una síntesis, desconocida hasta entonces, entre los dos reinos de la naturaleza, el humano y el espiritual.

A través de todos estos procesos, vemos la unión de muchos tipos de energía, todos caracterizados por determinada cualidad, que, cuando se relacionan entre sí, producen, ante todo, un período de caos, anarquía y dificultad. Luego, viene un período de síntesis y de actividad organizada, donde se expresa más plenamente la divinidad. Durante largo tiempo, habrá necesidad de reconocer la energía y su correcto empleo.

Segundo, quiero señalar que estas energías internas hacen contacto por intermedio del cuerpo etérico, compuesto por corrientes de energía que actúan a través de

siete puntos focales o centros de fuerza del cuerpo etérico. Estos centros de energía están muy cerca de los siete principales sistemas de glándulas o se relacionan con ellos:

1 La pineal.

2 La pituitaria.

3 La tiroides y la paratiroides.

4 El timo.

5 El páncreas.

6 Las adrenales.

7 Las gónadas [i413].

Estos centros son:

1 El coronario.

2 El ajna.

3 El laríngeo.

4 El cardíaco.

5 El del plexo solar.

6 El de la base de la columna vertebral.

7 El sacro.

Dichos centros están íntimamente relacionados con el sistema endocrino, y lo determinan y condicionan de acuerdo con la cualidad y la fuente de energía que fluye a través de ellos. Esto lo he tratado extensamente en otros libros, por lo tanto, no me extenderé más, excepto para llamarles la atención sobre la relación que existe entre los centros de fuerza en el cuerpo etérico, los procesos de integración, que llevan a la actividad un centro tras otro, y el control final que ejerce el alma, después de obtener la unificación total de la personalidad.

Sólo cuando los psicólogos modernos agreguen, al maravilloso conocimiento que ya poseen sobre el ser humano inferior, una interpretación occidental de la enseñanza oriental, referente a los centros de fuerza mediante los cuales han de expresarse los aspectos subjetivos del ser humano-inferior, personal y divino-, resolverán el problema humano y llegarán a una comprensión de la técnica de desarrollo e integración, que conducirá a una comprensión inteligente, a una sabia solución de las dificultades y a una correcta interpretación de las particularidades que enfrentan frecuentemente. Cuando a ello se agregue un estudio de los siete tipos principales de sujetos, la ciencia de la psicología dará otro paso que la hará oportunamente más útil como instrumento esencial en la técnica del perfeccionamiento humano. También ayudará grandemente el estudio de la astrología, desde el punto de vista de los contactos de las energías, de las [i414] líneas de menor resistencia, como influencias y características determinantes del tipo de ente en consideración. No me refiero aquí a la confección de un horóscopo con el objeto de descubrir el futuro o determinar una acción. Este aspecto de la interpretación astrológica será cada vez menos útil, a medida que los seres humanos vayan adquiriendo el poder de controlar y regir sus astros, y así, dirigir sus propias vidas. Me refiero al conocimiento de los distintos tipos astrológicos, sus características, cualidades y tendencias.

Teniendo presente el análisis realizado anteriormente de los diversos aspectos del ser humano, que -durante el proceso evolutivo- se fusionan gradualmente en una personalidad integrada, recuérdese que la fusión efectuada y los cambios realizados son el resultado del cambio continuo de la conciencia, que va siendo acrecentadamente incluyente. No tratamos aquí principalmente del aspecto forma, sino de conocer conscientemente al morador del cuerpo. En esta zona residen nuestros problemas, y de esta conciencia en desarrollo, debe ocuparse principalmente el psicólogo. Desde el punto de vista del alma omnisciente, la conciencia es limitada, confusa, excluyente, autocentrada, desviada, errática y, en las primeras etapas, engañosa. Sólo cuando los procesos de desarrollo han sido llevados a un punto relativamente elevado y comienza a aparecer la percepción de la dualidad, entonces, se enfrentan los verdaderos problemas, las mayores dificultades y peligros, y el ser humano se da cuenta de su situación. Antes de ello, las dificultades son distintas y giran casi totalmente alrededor del equipo físico, y tienen conexión con la lentitud de las reacciones vitales y los deseos inferiores de la naturaleza animal. En esa etapa, el ser humano es, en gran parte, un animal, y el ser humano consciente está profundamente oculto y aprisionado. El principio vida y el anhelo dominan y la naturaleza instintiva controla. El plexo solar es el [i415] asiento de la conciencia; la cabeza y el cerebro se hallan inactivos.

Debe también recordarse (como lo he señalado a menudo) que esa realidad, que llamamos alma, es básicamente una expresión de tres tipos de energía: vida, amor e inteligencia. La triple naturaleza inferior ha sido preparada para la recepción de estas tres energías, y el aspecto inteligencia se refleja en la mente; la naturaleza amor, en el cuerpo emocional de deseos; y el principio vida, en el cuerpo etérico o vital y a través de él. Referente al cuerpo físico, en su más densa expresión (pues el cuerpo etérico es el aspecto o expresión más sutil del cuerpo físico), el alma se afirma en dos corrientes de energía, en dos puntos de contacto: la corriente de vida en el corazón y la corriente de la conciencia en la cabeza. Este aspecto conciencia es, en sí mismo, dual, y lo que llamamos autoconciencia, es gradualmente desarrollado y perfeccionado hasta que se despierta el centro ajna, o centro entre las cejas. La conciencia grupal latente, que lleva a conocer al Todo mayor, permanece pasiva durante la mayor parte del ciclo evolutivo, hasta que el proceso de integración llegue a un punto en que la personalidad funcione. Así, el centro de la cabeza empieza a despertar y el ser humano se hace consciente en un sentido más amplio. Entonces, la cabeza y el corazón se vinculan y el ser humano espiritual aparece en una expresión más plena.

Sé muy bien que esto les es familiar, pero resulta útil recapitularlo brevemente y tener una idea clara de ello. Manteniendo estas premisas en la mente, no nos ocuparemos de las primeras dificultades, sino que empezaremos con las del ser humano moderno y con esas condiciones con las cuales todos, lamentablemente, estamos familiarizados.

A. Problemas de la separatividad

Los pensadores, en la actualidad, están despertando a este tipo particular de dificultad y descubren que las separaciones existentes en la naturaleza humana, están muy difundidas y tan arraigadas en la constitución de la raza, [i416] que les preocupa grandemente la situación. Estas separaciones parecen ser básicas y producen las divisiones que vemos, en todas partes, entre razas y entre una religión y otra; su origen puede ser retrotraído a la condición fundamental de la manifestación, llamada relación entre lo positivo y lo negativo, el macho y la hembra y, hablando esotéricamente, el sol y la luna. El misterio del sexo está vinculado con el restablecimiento del sentido de unión y equilibrio, de “unidad y plenitud”. En su aspecto humano más elevado, la diferenciación sexual es sólo el símbolo o la expresión inferior de la separación, o la separatividad, de la cual el místico es consciente, y que lo impele a buscar la unificación o unión con aquello que él denomina divinidad. Entre esta separación física y este reconocimiento espiritual de la divinidad, hay un gran número de separaciones menores que el ser humano llega a percibir.

Detrás de todo esto, existe una separación aún más fundamental -entre el reino humano y el reino de las almas-, separación en la conciencia más que en los hechos. La separación entre el reino animal y el reino humano ha sido, en gran parte, resuelta por el reconocimiento de la identificación física de la naturaleza animal y la uniformidad de expresión de la naturaleza instintiva. Las diversas separaciones que el ser humano percibe tan penosamente, dentro de la familia humana, cesarán y se eliminarán cuando la mente esté entrenada para controlar y dominar, dentro del reino de la personalidad, y sea correctamente empleada como factor analítico integrante, en vez de un factor que censura, discrimina y separa. El uso correcto del intelecto es esencial para eliminar las separaciones de la personalidad. La separación entre la personalidad y el alma se resuelve empleando correctamente [i417]:

  1. El sentido instintivo de la divinidad, que conduce a la reorientación en la dirección correcta. Esto conduce a:
  2. El uso inteligente de la mente para percibir conscientemente al alma y las leyes que gobiernan el desarrollo del alma.
  3. El reconocimiento intuitivo de la realidad, que trasforma las partes diferenciadas en una unidad, trayendo iluminación.
  4. Dicha iluminación revela la unicidad esencial que existe, en el aspecto interno de la vida, y niega la apariencia externa de la separatividad.

Se evidenciará que las separaciones se subsanan empleando correcta e inteligentemente el aspecto cualidad de la naturaleza forma:

  1. El instinto caracteriza a la naturaleza física automática, al vehículo de la vida o vital, y a la naturaleza de deseo. Actúa por medio del plexo solar y de los órganos de reproducción.
  2. La inteligencia caracteriza al aspecto mente o vehículo mental, y actúa como centro de distribución del cerebro por medio de los centros ajna y laríngeo.
  3. La intuición caracteriza a la naturaleza del alma y actúa por medio de la mente y de los centros cardíaco y coronario. Desde estos tres puntos principales, el alma rige finalmente a la personalidad.

Les recomiendo que consideren cuidadosamente estas ideas, y les aseguro que, cuando las comprendan debidamente, ayudarán a solucionar los problemas vinculados a las distintas separaciones de la naturaleza humana.

No existe actualmente separación alguna entre el cuerpo vital y el cuerpo físico, sólo a veces una separación parcial y lo que podría denominarse una “conexión floja”. Las dos corrientes de energía vital -vida y conciencia- se [i418] hallan generalmente introducidas en la cabeza y en el corazón. Sin embargo, en el caso de cierto tipo de idiotez, la corriente de la conciencia no está arraigada en el cuerpo, sino que sólo la corriente de vida ha hecho su contacto en el corazón. Por consiguiente, no existe autoconciencia, ni el poder de un control centralizado, ni la capacidad de dirigir la acción, ni de proporcionar, en forma alguna, el programa o plan de vida. Únicamente existe respuesta a aspectos de la naturaleza instintiva.

Ciertas formas de epilepsia se deben a lo que podríamos llamar “conexión floja”, la corriente de la conciencia o el hilo de energía que, a veces, se retira o abstrae y esto produce los síntomas epilépticos conocidos y las penosas condiciones que se observan en los ataques habituales. En menor grado, y sin producir resultados permanentes y peligrosos, la misma causa básica produce el así llamado “crisis de epilepsia leves” y ciertas clases de desmayos causados por un retiro breve y momentáneo del hilo de la energía de la conciencia. Debe recordarse que, cuando tiene lugar este retiro y se produce una separación entre la conciencia y el vehículo de contacto consciente, todo lo que entendemos por el término conciencia, autoconciencia, deseo o inteligencia, es retirado, y sólo queda la vida y la conciencia inherente en las células del cuerpo físico.

Sin embargo, como regla general, el actual ser humano común es una unidad bien constituida y activa. (Lo anteriormente dicho atañe tanto a las masas no evolucionadas como a los ciudadanos de mente materialista). Se halla firmemente integrado, física, etérica y emocionalmente. Su cuerpo físico, su cuerpo vital y su naturaleza de deseo (la emoción no es más que la expresión de cualquier deseo) están estrechamente unidos. Al mismo tiempo, puede haber una falla, en la integración etérica, de tal naturaleza, que produzca una baja vitalidad, la ausencia de impulsos del deseo, una incapacidad para registrar incentivos dinámicos adecuados, falta de madurez y, [i419] a veces, obsesión o posesión. A menudo, lo que se denomina falta de voluntad o se califica de “poca voluntad” o “debilidad mental”, en realidad, nada tiene que ver con la voluntad; posiblemente sea el resultado de esa débil integración y de esa floja conexión entre la conciencia y el cerebro, lo cual hace que el ser humano no responda a los impulsos del deseo, que deberían afluir normalmente a su cerebro, energizando a su vehículo físico para desplegar alguna forma de actividad.

 La voluntad, que generalmente se demuestra mediante un programa o plan ordenado, se origina en la mente y no en los niveles de percepción del deseo, y este plan se fundamenta en el sentido de dirección y en la orientación definida de la voluntad, hacia un objetivo determinado, que no es, en estos casos, la causa de la dificultad, la cual es más sencilla e inmediata. El tratamiento de dichas dificultades y su correcta solución son definidamente de naturaleza materialista y pueden subsanarse frecuentemente aumentando la vitalidad del cuerpo, reconstruyendo el cuerpo etérico por medio de los rayos solares, alimentos vitamínicos y ejercicios, además de un tratamiento correcto y un equilibrio del sistema endocrino. Muchos experimentos se están realizando, dentro de estas líneas, en la actualidad, y las formas menos graves de separaciones etéricas van cediendo rápidamente al tratamiento. Serán menos frecuentes la falta de vitalidad, la falta de madurez, la depresión basada en una conexión vital débil y la falta de interés por la vida, que tanto prevalece hoy.

No puedo tratar, aquí, ampliamente los problemas de la obsesión, que se deben al retiro del aspecto autoconciencia del morador del cuerpo. Este proceso de abstracción deja un cascarón viviente, una casa vacía. Sería demasiado extenso ocuparse de ello, en un tratado como éste. No es fácil, para el psicólogo científico e investigador, aceptar la premisa de que puede ser sustituida la conciencia [i420] por otro ente, en el lugar de la conciencia de quien ha sido incapaz de mantener el vínculo dentro del cerebro con la firmeza adecuada.

Sin embargo, hablando con conocimiento de causa, tales casos ocurren frecuentemente y conducen a los innumerables problemas denominados “doble personalidad”, tratándose en realidad de la posesión de un cuerpo físico particular por dos personas, una provee la corriente de la vida (introducida en el corazón) y la otra la corriente de la conciencia (introducida en el cerebro), controlando así el cuerpo, dirigiendo sus actividades y expresándose por medio de los órganos vocales. Algunas veces, esta posesión se alterna entre las dos personalidades. A veces hay más de dos, cuando varias personas que pertenecen al mundo interno de la vida, emplean el mismo cuerpo físico. De esta manera, existen personalidades múltiples. Sin embargo, ello se debe a la debilidad definida de la conexión etérica del morador original, o también al enorme desagrado que siente el morador por la encarnación física; además, puede ser causado por algún shock o desgracia que súbitamente rompe el vínculo de la conciencia, y en este caso, no hay esperanzas de restablecerlo. Cada caso debe ser diagnosticado y tratado, de acuerdo a sus méritos individuales y, preferentemente, tratar en forma directa con el verdadero morador cuando está de vuelta “en su propia morada”. Además, la conciencia de este morador se halla, a veces, tan fuertemente orientada hacia otras direcciones, que no son las de la existencia física, que ha tenido lugar un proceso de abstracción, enfocando el interés de la conciencia en otra parte. Lo antedicho es la parte o expresión indeseable de ese mismo poder de abstracción, que permite al místico ver visiones y participar en acontecimientos celestiales, y al adepto avanzado entrar en estado de Samadi. En el primer caso, el vehículo ha quedado abandonado, constituyendo una presa para cualquier huésped; en el segundo caso, el vehículo queda debidamente custodiado y muy atento al llamado y a la nota de su amo [i421].

Sólo puedo hacer sugerencias, respecto a estas distintas explicaciones, y así encaminar a los investigadores de mente abierta y dispuestos a aceptar hipótesis poco comunes, por una senda que podrá conducirlos al valle de la comprensión. La clave para eliminar con éxito los distintos tipos de dificultades, reside en la atención prenatal y en el estudio de las taras hereditarias; la sífilis y otras enfermedades venéreas son poderosas causas predisponentes. El cuidado correcto de la naturaleza corpórea, después del nacimiento, y el desarrollo en el niño de un positivo sentido de sí mismo, que lo hará positivo en su modo de pensar y entrenará su sentido de auto identificación, ayudarán sólidamente a eliminar este tipo de dificultad. La tendencia actual de dar importancia a las vitaminas que contienen los alimentos y recetar regímenes equilibrados, es beneficioso.

Sin embargo, el verdadero sentido de la separatividad y las dificultades realmente serias, surgen cuando han ocurrido dos cosas:

1. La autoconciencia del ser humano ha llegado a esa etapa, donde sus deseos son tan dominantes y apremiantes, que llega a percibir la fuerza de los mismos; simultáneamente se da cuenta de que es incapaz de satisfacerlos y a la vez reconoce que cierto aspecto de sí mismo no quiere en realidad satisfacerlos. Entonces, lo embarga el sentido de frustración, y dolorosamente percibe lo que desea y lo que llegaría a ser, si satisficiera y saciara sus deseos, siendo entonces impelido hacia dos direcciones: la mente centralizada en el deseo lo mantiene en el reino del anhelo, de la esperanza y del deseo, mientras que su cerebro y su naturaleza física lo convencen de que no es posible lograr lo que desea y, si lo lograra ¿lo desearía realmente? Esto es verdad, respecto al ser humano cuyo objetivo es satisfacer sus deseos materiales o aquel que responde a la satisfacción del deseo intelectual o espiritual. [i422] En el primer caso, la separación empieza a aparecer en los aspectos inferiores de su naturaleza de deseo. En el segundo, aparece en los aspectos superiores, pero, en ambos casos, las líneas de separación están bien definidas, ha comenzado el conflicto y tiene por delante dos posibilidades:

  • a. Una eventual pasividad, de tal naturaleza, que la vida termina en futilidad, profunda depresión y en un sentido de frustración, que va desde la vida sumisa que acepta todo, hasta los diferentes caminos de escape que empujan al ser humano a un mundo de ensueño, al país de la ilusión, a un estado negativo e, incluso, al borde de la muerte, mediante la propia destrucción.
  • b. Un encarnizado conflicto basado en no querer ser moldeado por las circunstancias y el medio ambiente. Esto lleva al ser humano al éxito, a la satisfacción de sus deseos o se destruye, en la rueda de la vida, física o mentalmente.

2. La separación también se produce cuando el ser humano no emplea el intelecto que Dios le ha otorgado y es incapaz de elegir entre lo esencial y lo no esencial, la dirección correcta y las metas erróneas, las distintas satisfacciones que apelan a los variados aspectos de su naturaleza inferior y, en su oportunidad, entre la dualidad superior y la inferior. Debe aprender a captar la diferencia entre:

  • a. El sometimiento a lo inevitable y al apremio de su propio deseo.
  • b. El reconocimiento de la capacidad y de la potencialidad. Muchos conflictos se resolverían resumiendo, comprendiendo y utilizando correctamente el acervo reconocido, eliminando las metas imposibles y la consiguiente e inevitable frustración. Cuando esta parte del conflicto [i423] ha sido superada, entonces, la potencialidad puede surgir como un reconocimiento y convertirse en una expresión de poder.
  • c. El reconocimiento de las metas individuales y grupales, y la habilidad de ser social o antisocial. Mucho se está realizando, en este sentido, pero se sigue haciendo hincapié sobre el individuo y no sobre el grupo. Cuando esto sucede, somos responsables de los grupos antisociales.

He mencionado sólo tres de los innumerables reconocimientos posibles, pero la eliminación de las separaciones de la cual son responsables, dará por resultado la liberación de gran parte de quienes sufren. Quizás podría decirse que la liberación de esa mayoría, cuya separación radica principalmente en el reino de la naturaleza de deseo, que conduce a un sentido de frustración y a perder el interés por la vida, podría ser curada:

  1. Atendiendo el equipo físico y las glándulas, particularmente la glándula tiroides, además de la regulación del régimen alimenticio.
  2. Atendiendo la coordinación física del paciente, la cual es la expresión externa de un proceso interno de integración, y mucho podrá lograrse mediante el entrenamiento.
  3. Interpretando la vida y el medio ambiente, en términos de valores. Reflexionen sobre esto.

Por la descentralización que se obtiene:

  • a. proporcionando el aliciente, la educación y el entrenamiento vocacional apropiados;
  • b. cultivando el poder de reconocer y satisfacer la necesidad circundante, despertando, así, el deseo de servir y proporcionando ese sentido de satisfacción, resultado del cumplimiento y de la valorización [i424];
  • c. transmutando lenta y cuidadosamente el deseo en aspiración.

3. Por la reorientación hacia metas más elevadas y por el desarrollo del sentido de la correcta dirección, lo cual implica:

  • a. el cultivo de una visión más amplia;
  • b. la formulación de un programa interno inteligentemente recopilado y adecuado al grado correspondiente de evolución, pero no tan evolucionado que sea imposible cumplirlo, y
  • c. la supresión de esos pasos y actividades que están destinados a fracasar.

4. Más adelante, cuando se haya captado algo de lo antedicho, debe tener lugar la búsqueda y el desarrollo de cualquier facultad creadora, satisfaciendo así el deseo de contribuir y de llamar la atención. Gran parte del esfuerzo artístico, literario o musical, se funda en el deseo de ser el centro de atención, y no en la verdadera capacidad creadora, que es el sentido del “yo, el actor dramático”. Esto, correctamente empleado y desarrollado, es de gran valor e importancia.

5. La eliminación del sentido del pecado, de la desaprobación, con sus secuelas: rebeldía, sospecha y complejo de inferioridad.

Siento la necesidad de volver a poner definidamente el énfasis sobre un punto, y es que, cuando consideramos al ser humano, su expresión y existencia, es imprescindible recordar que tratamos de la energía y de la relación o no relación de las fuerzas. Si mantenemos esto en la mente, no nos desviaremos del tema. Tratamos con unidades relacionadas de energía que funcionan en un campo de energía; si lo recordamos, podremos (por lo menos simbólicamente) obtener una clara idea del tema. Mientras consideremos que el problema constituye la interrelación de [i425] muchas energías, su fusión y equilibrio, más la síntesis final de dos energías principales, la fusión y su equilibrio, llegaremos a obtener cierta comprensión y la consiguiente solución. El campo de energía que denominamos alma (la energía principal que concierne al ser humano), absorbe, domina o utiliza las energías menores que llamamos personalidad. Es necesario comprender y recordar, al mismo tiempo, que la personalidad está compuesta de cuatro tipos de energía. El empleo de las palabras “absorbe, domina y utiliza” estará de acuerdo al tipo de rayo que nos corresponde. Recordaré, como a menudo lo hago, que las palabras no alcanzan a expresar el objetivo fijado, y el lenguaje obstaculiza más bien que ayuda. El pensamiento humano está entrando ahora en un campo, para el cual no existe, hasta hoy, ninguna verdadera forma de expresión; no existen términos adecuados y las palabras símbolos dicen muy poco. Cuando se inventó el automóvil y la radio, fue necesario crear una serie de términos, frases, sustantivos y verbos totalmente nuevos; así en el futuro, el descubrimiento de la realidad de la existencia del alma deberá ser encarado con un nuevo lenguaje. Un ser humano de la era Victoriana que escuchara el léxico técnico desde los actuales laboratorios de radio, o el empleado en los talleres actuales, no comprendería absolutamente nada. Del mismo modo, el psicólogo moderno muchas veces ignora y no comprende lo que tratamos de decir, porque no se ha desarrollado aún el nuevo léxico, y los antiguos términos son inadecuados. En consecuencia, sólo puedo emplear los términos que me parecen ser más convenientes, sabiendo que no expreso la verdadera significación de mis ideas y, por lo tanto, sólo obtienen una comprensión y concepción aproximadas de las ideas que me esfuerzo por exponer.

Hemos considerado, en parte, el problema de las [i426] separaciones a las que está sujeto el ser humano, y hemos visto que el proceso evolutivo o humano, en último análisis, era una serie de unificaciones; cada paso dado adelante significó reunir ciertos tipos de energía a fin de que su fusión pudiera proporcionarnos una persona más completa. ¿Puedo enunciar aquí algo interesante? El problema mismo tiene sus causas en el hecho de que existe un Observador. Este Observador, en ciertas etapas del desarrollo normal del ser humano, se da cuenta de que existen separaciones y sufre porque las hay en su propia conciencia. Comprende que es víctima de las divisiones de su naturaleza, sin embargo -y esto es muy importante- el ser humano en el plano físico es incapaz de comprenderlas, o aparentemente eliminarlas sin la ayuda del alma, el Observador, el aspecto superior de sí mismo. Un ser humano, por ejemplo, que sufre de la disociación que existe, entre la parte emocional sensorial de sí mismo y el aspecto mental, es consciente de la necesidad, la frustración y los intensos sufrimientos y dificultades, y necesita, no obstante, la ayuda comprensiva del psicólogo entrenado o de su propia alma, antes de que pueda tener lugar la fusión, y él, como individuo, “sea hecho de nuevo”.

La misma verdad es aplicable en lo que atañe a las separaciones que existen en el ser humano, pero tres de ellas son de gran importancia:

  1. La separación entre la mente y la naturaleza inferior -física, vital, astral o emocional-.
  2. La separación entre el ser humano y su medio ambiente que -una vez subsanada y eliminada- lo convierte en un ser humano responsable y en un buen ciudadano que acepta su medio ambiente y le dedica lo mejor de sí mismo. De esta manera, fortalece su carácter y aumenta su capacidad, como resultado de la interacción definida entre ambos -él y su medio ambiente-. [i427].
  3. La separación entre el ser humano (la personalidad) y el alma, que produce sucesivamente:

a. Una personalidad egoísta dominante.

b. Un místico práctico, consciente de la necesidad de fusionarse y unificarse.

Análogos estados de conciencia existen en el adolescente, en el ser humano que se va integrando al trabajo que debe realizar en su vida y también en el aspirante reflexivo. Esto sucede aunque sus pensamientos, propósitos y ambiciones estén egoístamente polarizados o espiritualmente orientados. El sentido de separatividad, la necesidad de ser orientado, el proceso de tender el puente y el sentido esencial de haber logrado la realización, son idénticos en ambos casos.

Cuando el psicólogo enfrenta estas situaciones, debería regirse por ciertas reglas y ciertas premisas generales, que posteriormente deberían ser aceptadas por el sujeto que constituye el caso problema. Estas mismas reglas y premisas pueden ser consideradas y aceptadas por el ser humano, que sin la ayuda de un psicólogo entrenado, ha sido capaz de entrenarse a sí mismo y de eliminar las separaciones. Tales premisas fundamentales son:

1. Que toda dificultad psicológica es universal y no única. Considerarla única -con su tendencia separatista y su consabida soledad- es, a menudo, el factor omniabsorbente. Hace que la personalidad se sienta demasiado importante, y esto debería rechazarse definitivamente.

2. Que la crisis enfrentada indica progreso y oportunidad, y no desastre y fracaso. El paciente (¿puedo emplear este término?) debe comprender que la raza ha progresado, hasta alcanzar su actual punto de evolución por haber pasado crisis similares. Así también progresa el ente humano individual. En último análisis, las crisis psicológicas indican los pasos progresivos dados en el Camino, trayendo la necesidad de realizar un esfuerzo y, al mismo tiempo, [i428] un sentido de adquisición y liberación cuando fueron superadas, vencidas y resueltas.

3. Que el poder para lograr la necesaria integración y dar fin a un ciclo, en que se siente la dualidad, reside dentro del ser humano mismo, porque

  • a. El desasosiego, la falta de coordinación, el dolor y la angustia son síntomas de aspiración, quizás incomprendida, pero existentes. Son reacciones de los aspectos integrados contra ese aspecto que está tratando de integrarse.
  • b. El aspecto que debe ser integrado, es esencialmente más poderoso que los aspectos inferiores que están a la expectativa, pues ellos son negativos o receptivos, y el que debe ser comprendido y aceptado es positivo y dinámico. De ahí el sentimiento de desasosiego.

4. Que la capacidad innata de esa criatura imaginativa, el ser humano, para actuar “como si”, contiene la solución del problema. Si emplea la imaginación creadora, puede tenderse y construirse el puente entre el aspecto inferior y el superior. “Como el ser humano piensa, anhela y quiere”, así es él. Esta es la enunciación de un hecho inmutable.

Cuando los modernos psicólogos comprendan totalmente el propósito creador de la humanidad y traten de desarrollar la imaginación creadora, en forma más constructiva, y traten de entrenar la voluntad rectora, mucho se habrá logrado. Cuando estos dos factores (evidencia notable de la divinidad en el ser humano) sean estudiados y científicamente desarrollados y utilizados, se logrará la propia liberación de todos los casos-problema que existen en nuestras clínicas en la actualidad. De esta manera, por medio de la experimentación, se llegará a una comprensión más rápida del ser humano. La psicología puede contar definidamente con la capacidad innata, en el [i429] ente humano, para comprender el empleo de la imaginación creadora y del propósito dirigido, pues existe frecuentemente aún en los niños. Desarrollar el sentido de la fantasía y entrenar a los niños a tomar decisiones (para que el propósito ordenado pueda emerger en sus vidas), serán dos de los ideales que regirán la nueva educación. El sentido de la fantasía pone en actividad la imaginación, la percepción de la belleza y el concepto de los mundos subjetivos; el poder de decidir, con sus implicaciones de por qué, para qué y con qué fin (si es inteligentemente enseñado, desde los primeros días), sería muy bueno para la raza, especialmente si en la época de la adolescencia, el panorama general del mundo y el plan mundial fueran llevados a la atención de la inteligencia incipiente. Por lo tanto:

  1. El sentido de la fantasía.
  2. El sentido de la elección.
  3. El sentido de la totalidad,

más

  1. El sentido del propósito ordenado,

deberían regir el entrenamiento que se dará a los niños que vienen a la existencia. El sentido de la fantasía pone en actividad la imaginación creadora, proporcionando a la naturaleza emocional exteriorizaciones constructivas; esto debería ser equilibrado y motivado por el reconocimiento del poder de decidir correctamente y por la significación de los valores superiores. Estos, a su vez, pueden ser desarrollados en forma altruista, reconociendo debidamente la totalidad del medio circundante, en el cual el individuo debe desempeñar su parte, mientras que la serie de reacciones se subordinan acrecentadamente mediante la comprensión del propósito ordenado que se va desarrollando en el mundo.

Estas premisas fundamentales deberían emplearse, en las nuevas técnicas que la psicología aplicará cuando esté por aceptar (o por lo menos experimentando) las [i430] ideas mencionadas. Utilizándolas se hallará que el caso-problema o problema estudiado puede ser llevado a una correcta actividad, pues todas las facultades innatas que no fueron utilizadas por el ser humano, serán impulsadas a una actividad integradora. El procedimiento es siempre inevitablemente el mismo:

  1. La separación.
  2. El reconocimiento de la dualidad, subjetivamente o en la conciencia de vigilia.
  3. El período de una intranquilidad, frustración y futilidad desenfrenadas, que, a veces, conduce al desastre, a ciertos trastornos nerviosos o mentales, y a condiciones generalmente caóticas e indeseables.
  4. La aplicación inteligente del proceso de tender el puente, llevado a cabo gradualmente, cuando se ha establecido el punto de separación.
  5. Los períodos en que se reconoce la fusión, la integración o la verdadera normalidad. Será de utilidad hacer un análisis. Más adelante, se hallará que el psicoanálisis llegará a ser de verdadera utilidad, cuando ayude al ser humano a explicar sus realizaciones, más bien que a desentrañar los detalles de su aparente desastre. No existe tal desastre. Sólo hay un punto de crisis que no ha sido reconocido, un momento de realización incomprendido. El desastre acontece cuando no se utiliza ni se comprende dicha crisis, entonces, sirve para aumentar la separación en vez de considerarla como un momento de oportunidad.
  6. El establecimiento de un ritmo definido que incluye la imaginación creadora, la elección discriminadora, el valor que tiene la relación de la parte con la totalidad y la aceptación del propósito grupal. Cuando se establece este ritmo debidamente, en una vida o serie de vidas, conduce oportunamente a:
  7. La integración [i431].

Quisiera detenerme, aquí, y hacerles ver que la estructura de la nueva psicología debe ser inevitablemente construida sobre la premisa de que una sola vida no es la única oportunidad del ser humano en la que ha de lograr la integración y la perfección final. La gran Ley de Renacimiento debe ser aceptada, entonces, se hallará que es, en sí misma, el agente liberador en cualquier momento de crisis o problema psicológico estudiado. El reconocimiento de que existen otras oportunidades, y un extenso sentido del factor tiempo, son tranquilizadores y de gran ayuda para muchos tipos de mente; su valor interpretativo será iluminador, a medida que el paciente comprende que ha pasado por crisis en las cuales puede comprobar, por medio de su equipo actual, que ya logró la integración, garantizándole la victoria sobre su crisis actual y su difícil conflicto. La luz que esto arroja, sobre las relaciones y el medio ambiente, servirá para estabilizar su propósito y hacerle comprender lo inevitable de la responsabilidad. Cuando esta gran ley sea comprendida, en sus verdaderas implicaciones, y no interpretada en términos de su actual presentación infantil, el ser humano aceptará la responsabilidad de vivir reconociendo diariamente el pasado, comprendiendo el propósito del presente y mirando el futuro. Esto disminuirá grandemente la creciente tendencia al suicidio que la humanidad demuestra.

Por lo tanto, es evidente que el factor tiempo puede aplicarse al problema en forma útil, y es aquí donde una comprensión real de la Ley de Renacimiento o la Ley de Oportunidad (como preferiría denominarla) será de mucha utilidad. Ante todo, introducirá una esperanza en la actitud del psicólogo y del caso-problema, y también la idea del logro y de la realización final.