La reciente concesión del Premio Nobel de la Paz al Presidente Obama ha suscitado mucha controversia por el poco tiempo que lleva en la Presidencia. Algunos lo ven como una vergüenza y un estorbo para el trabajo antes de él, otros lo ven como un triunfo de las buenas intenciones por encima de la aplicación efectiva de la política, otros aún, lo consideran como poco más que un desaire contra la administración anterior. Independientemente de lo acertado o erróneo de estos y otros muchos puntos de vista, puede obtenerse una perspectiva más amplia explorando el significado detrás de este acontecimiento.

De acuerdo con la voluntad de Alfred Nobel, el Premio Nobel debería concederse a la persona que "durante el año anterior ... haya trabajado más o mejor a favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes, y la celebración y promoción de conferencias de paz ".

Aunque esta afirmación puede ser interpretada en términos de acontecimientos externos y cambios mensurables, su aspecto psicológico es posiblemente más importante, porque los ideales fundamentales que puede traer la paz internacional, deben reunir primero suficiente fuerza mental y emocional para facultar cambios externos. La proyección hábil de una visión a través del uso correcto de la oratoria es de inmensa importancia en este proceso. La gran oratoria despierta la esperanza y añade su impulso al proceso de transformación para asegurar su aparición en el mundo del plano físico de los acontecimientos. Atrapados como estamos en el mundo de los cinco sentidos, puede que no sea fácil relacionar causa y efecto; pero en el reino de la energía consciente, cada forma-pensamiento trascendental debe revelarse en el mundo en algún momento.

No en vano el término “un rayo de esperanza” es evocado en los círculos periodísticos en contracte con el trasfondo sombrío de los asuntos mundiales. Diana Mukkaled, una destacada y respetada periodista en el mundo Árabe, observa que “Obama posee una capacidad especial para llevar las cosas hacia la esperanza, no sólo en América, sino también en el resto del mundo. Quizás el Premio Nobel contribuirá a hacer de esta esperanza una realidad, sobre todo en nuestros países que se ahogan en el desaliento y la desesperación”.

Si bien la esperanza puede ser transitoria, es una oleada para un principio o verdad a ser introducida en la conciencia colectiva. Allí vive en estado latente hasta que la próxima oleada de esperanza la despierte y fortalezca. El reconocimiento de una nueva verdad, un principio espiritual, recorre así su camino progresivamente hacia el primer plano de la conciencia pública, y su presión logra con el tiempo suficiente influencia para convertirse en un agente eficaz de cambio.

Muchos discursos del Presidente Obama han “cautivado la imaginación pública”, estimulando así una visión positiva de esperanza para el futuro. Su cualidad podría describirse como la de un visionario práctico más que un soñador místico. La diferencia entre la verdadera visión y el idealismo no-pragmático es una línea muy fina, pero cuando la esperanza de las naciones renace en respuesta, es un signo seguro de que se ha tocado la nota espiritual correcta. Cuando la gente se reúne por tal visión, un vínculo de unidad mundial es reconocido y esto proporciona una oportunidad única a la Jerarquía espiritual que está tras los asuntos mundiales para ayudar a integrar más aún la conciencia de la humanidad “una”. Porque la unidad es el destino de la humanidad, como revela un estudio clarividente de la evolución de la conciencia social y su proyección imaginativa hacia el futuro.