154-162

[154] Reconocimiento,
[155] Reencarnación,
[156] Relaciones Grupales,
[157] Renunciación,
[158] Revelación,
[159] Sabiduría,
[160] Salud y Enfermedad,
[161] El Sannyasin

[154]

RECONOCIMIENTO

La tercera falla que debe ser totalmente desarraigada y destruida, es toda reacción para obtener el reconocimiento, provenga del mundo de los hom­bres, de otros discípulos o del Maestro. La capacidad de trabajar sin ningún reconocimiento compensador, de ver que los demás exigen recompensa por la actividad emprendida, sin preocuparse de que otros se adjudiquen los resultados obtenidos del bien que ha iniciado el discípulo individual o el grupo, constituyen los blasones del trabajador jerárquico. A los Maestros, aunque hayan iniciado el impulso original y proporcionado guía y dirección, no se Les reconoce el trabajo de Sus discípulos; el discípulo lleva a cabo el Plan, se hace cargo de la responsabilidad, paga el precio de lo bueno o malo de los efectos kármicos, derivados de la actividad instituida, y es quien recibe el reconocimiento del vulgo. Pero ‑mientras no deje de esperar reconoci­miento y piense en los resultados, y mientras sea inconsciente de la reacción del mundo por el trabajo realizado, como discípulo individual‑ el discípulo tendrá aún mucho que andar para recibir las iniciaciones superiores. (18 - 180/1)

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[155]

REENCARNACIÓN

(1). El cristiano confunde la Ley de Renacimiento con lo que él denomina “la trasmigración de las almas”, y frecuentemente cree que dicha ley significa que los seres humanos renacen en cuerpos de animales o formas inferiores de vida, lo cual es absolutamente erróneo.

Más allá del hecho de que la Ley de Renacimiento existe, muy poco sabemos...Muy pocas cosas pueden decirse que sean exactas respecto a ella, lo cual no puede ser refutado.

a. La Ley de Renacimiento es una de las grandes leyes naturales de nuestro planeta.

b. Es un proceso establecido, que se lleva a cabo de acuerdo a la Ley de Evolución.

c. Está íntimamente relacionada y condicionada por la Ley de Causa y Efecto.

d. Es un proceso de desenvolvimiento progresivo que permite al hombre avanzar desde las formas groseras del materialismo irracional hasta lograr la perfección espiritual y una inteligente percepción que le permitirá llegar a ser un miembro del Reino de Dios.

e. Explica las diferencias que existen entre los hombres y ‑en conexión con la Ley de Causa y Efecto (denominada Ley del Karma en Orien­te)‑ justifica las diferentes circunstancias y actitudes hacia la vida.

f. Es la expresión del aspecto voluntad del alma y no el resultado de la decisión de una forma material; es el alma, que existe en todas las formas, quien reencarna, elige y construye los adecuados vehículos físico, emocional y mental, con los cuales puede aprender las corres­pondientes y necesarias lecciones.

g. La Ley de Renacimiento (en lo que concierne a la humanidad) entra en vigencia en el plano del alma. La encarnación es motivada y dirigida desde el nivel del alma en el plano mental.

h. Las almas encarnan cíclicamente en grupos, de acuerdo a la ley, a fin de establecer correctas relaciones con Dios y con sus semejantes.

i. El desenvolvimiento progresivo, de acuerdo a la Ley de Renacimiento, está condicionado en gran parte por el principio mental, "así como el hombre piensa en su corazón, así es él". Estas breves palabras mere­cen cuidadosa reflexión.

j. De acuerdo a la Ley de Renacimiento el ser humano desarrolla su mente con lentitud; luego ésta comienza a controlar la naturaleza emocional‑sensoria y, finalmente, revela al hombre su alma, naturale­za y medio ambiente.

k. En esa etapa de desarrollo el hombre empieza a hollar el Sendero de Retorno y se dirige gradualmente (después de muchas vidas) hacia el Reino de Dios.

l. Cuando el hombre por el desarrollo de la mente, por la sabiduría, el servicio práctico y la comprensión, ha aprendido a no pedir nada para el yo separado, ya no desea vivir en los tres mundos y se libera de la Ley de Renacimiento.

m. Entonces es consciente del grupo, del alma de su grupo y del alma de todas las formas, alcanzando, tal como Cristo dijera, una etapa de perfección crística, llegando "a la medida de la edad de la plenitud de Cristo" (Ef. 4,13). (8 - 102/5)

(2). Ninguna persona inteligente tratará de ir más allá de esta amplia generalización. Cuando Cristo reaparezca poseeremos un conocimiento más realista y verdadero, sabremos que estamos eternamente vinculados con las almas de todos los hombres y definidamente relacionados con aquellos que reencarnan con nosotros, que aprenden las mismas lecciones y pasan las mismas experiencias y experimentos que nosotros. (8 - 105/6)

(3). Las civilizaciones, las culturas, las razas y las naciones aparecen y desaparecen, pero con ellas van y vienen las mismas individualidades, cose­chando los frutos de la experiencia y avanzando progresivamente hacia un gobierno propio más pleno, y una organización y síntesis grupales. (12 - 124)

(4). Parecería que únicamente son aplicables hasta ahora dos reglas, en conexión con el retorno del ego a la encarnación física. Primero, sí no se ha alcanzado la perfección, el alma debe retornar y continuar el proceso de perfeccionamiento en la Tierra. Segundo, el deseo insatisfecho constituye el impulso que predispone al ego a tal actividad. Ambas afirmaciones son parcialmente verídicas y genéricas en su efecto, pero sólo verdades parciales e incidentales a otras verdades mayores, aún no presentidas y observadas con exactitud por los esoteristas; son secundarias y están expresadas en términos de los tres mundos de la evolución humana, de la intención de la personalidad y de los conceptos sobre tiempo‑espacio. Fundamentalmente no es el deseo el que impulsa al retorno, sino la voluntad y el conocimiento del plan. Tampoco es la necesidad de lograr la perfección final lo que impele al ego a adquirir experiencia en la forma, porque el ego o yo ya es perfecto. El incentivo principal es sacrificio y servicio para esas vidas menores que dependen de la inspiración superior (que puede dar el alma espiritual) y la determinación de que ellas pueden, además, alcanzar estados planetarios equivalentes al del alma sacrificada...Los términos renacimiento y reencar­nación son engañosos; "impulso cíclico", "repetición inteligente, plena de propósito" y "consciente inhalación y exhalación", describirían con más exactitud este proceso cósmico. Sin embargo, es difícil que capten esta idea, porque es necesario poseer la capacidad de identificarse con Aquel que así respira ‑el Logos planetario‑, y el tema por lo tanto debe permanecer relativamente confuso hasta haber recibido la iniciación. Esotéricamente hablando, el punto de mayor interés reside en el hecho de que el renacimiento grupal tiene lugar en todo momento y la encarnación del individuo es inci­dental a este gran acontecimiento. Esto ha sido en gran parte ignorado u olvidado, debido al intenso y egoísta interés en la vida y experiencia persona­les, evidenciado en las detalladas conjeturas sobre el retorno del individuo, expuesto en los libros comunes seudo ocultistas, siendo la mayoría inexacta y ciertamente sin importancia. (16 - 245/6)

(5). Cada alma que se retiró del cuerpo, ha vuelto repetidas veces a la tierra, y muchos millones de ellas están hoy aquí, particularmente aquellas que estuvieron presentes en los últimos días de la época atlante y constituyen la flor y el producto más elevado de esa raza altamente emocional. Traen consigo las predisposiciones y las tendencias innatas con que su historia pasada los ha dotado. (17 - 173)

(6). Una determinada encarnación no es un acontecimiento aislado en la vida del alma, sino parte y aspecto de una secuencia de experiencias destina­das a conducir a una meta clara y definida, meta elegida libremente, retorno deliberado de la materia al espíritu y eventual liberación. (17 - 193)

(7). El hombre ha consumado así, conscientemente, su propia liberación. Estos resultados son autoinducidos por el hombre al emanciparse en los tres mundos, quien destruye la rueda de los renacimientos, en lugar de ser destruido por ella. (3 - 127)

(8). No todas las encarnaciones en el plano físico tienen la misma importan­cia; algunas, desde el punto de vista del Ego, son insignificantes y otras de valor. (3 - 265)

(9). Cuando la vida de la personalidad ha sido plena y rica, pero no ha alcanzado la etapa en que el yo personal puede colaborar conscientemente con el Ego, la personalidad atraviesa por períodos nirvánicos cuya duración depende del interés en la vida y de la capacidad del hombre para reflexionar sobre sus experiencias. Más tarde, cuando el Ego domina la vida de la personalidad, el hombre se interesa en cosas más elevadas, y el nirvana del alma se convierte en su meta. Ya no le interesa el devachán. Empero, aquellos que están en el Sendero (ya sea el de probación o el de Iniciación) por regla general no van al devachán, sino que encarnan inmediatamente al girar la rueda de la vida, lo cual ahora sucede por la colaboración consciente entre el yo personal y el Yo divino o Ego. (3 - 592)

(10). Al finalizar la evolución, cuando el ente humano se halla en el Sendero, controla conscientemente su destino y agota su karma, los intervalos entre dos encarnaciones serán más o menos breves, según la elección que haga el hombre en beneficio del trabajo a realizar y de acuerdo a su intención de liberarse de la forma. (3 - 632)

(11). Si el deva o Ángel solar ama todavía la manifestación y desea existir objetivamente, identificándose voluntariamente con la sustancia, se produce el fenómeno de la reencarnación. (3 - 797)

(12). Algunos Egos cumplen sus ciclos de encarnaciones y pralayas muy rápidamente, otros emplean incontables eones, por lo tanto es imposible determinar el "promedio" que existe por ejemplo, en la aparición de los Egos' en el plano astral. (3 - 815)

(13). Cuando han desencarnado los entes humanos ...pasan al mental a través del astral y descienden nuevamente a la encarnación desde niveles mentales. (3 - 890)

(14). Los factores que rigen la venida a la encarnación de un discípulo son los siguientes:

Primero, su deseo de eliminar karma rápidamente a fin de liberarse para prestar servicio. El Ego plasma este deseo, en el discípulo, durante la encar­nación, eliminando así cualquier deseo por continuar en la bienaventuranza del devachán o trabajar en el plano astral. Por lo tanto, el objetivo del discípulo después de la muerte es desembarazarse de sus cuerpos sutiles y adquirir otros nuevos. No desea tener un período de descanso...Entonces el hombre se ausenta del plano físico por breve tiempo y es impelido por su Ego a tomar un cuerpo físico con gran rapidez.

Segundo, su deseo de realizar alguna obra de servicio dirigido por su Maestro. Esto implicará algunos ajustes, y ocasionalmente la temporaria detención de su karma.

Tercero, un discípulo volverá a la encarnación ocasionalmente a fin de adaptarse al plan de un discípulo más avanzado que él. Cuando un mensajero de la gran Logia necesita un vehículo para expresarse y no puede usar un cuerpo físico debido a la sutilidad de sus sustancia, utilizará el cuerpo de un discípulo. Tenemos un ejemplo, en la forma que Cristo usó el cuerpo del iniciado Jesús, al tomar posesión de él en el momento del Bautismo.

Cuarto, un discípulo puede estar muy avanzado en ciertas líneas, pero, debido a su desarrollo incompleto, carece de lo que se llama pleno desenvol­vimiento de un principio particular. Por lo tanto puede decidir (con pleno consentimiento de su Ego y de Su Maestro) tomar una rápida serie de encarnaciones consecutivas con la intención de trabajar específicamente para llevar cierta cualidad o serie de cualidades, a un punto elevado de vibración, completando así su esfera de manifestación. Esto explica que se encuentren a veces personas peculiares aunque poderosas; son tan unilaterales que parecen estar desequilibradas y dedican toda su atención a una línea de desarrollo, en tal forma que otras líneas son casi imperceptibles. Sin embargo, aparentemente tienen gran influencia, fuera de toda proporción, en relación a su valor superficial. Una comprensión de estos factores disuadirá al estudiante inteligente de emitir juicios precipitados y llegar a rápidas conclusiones respecto a sus semejantes.

Ocasionalmente aparece una variante en estas rápidas e inmediatas encar­naciones, cuando un iniciado (cuyo ciclo casi ha cumplido), reencarna expre­sando casi totalmente un principio perfecto. Esto lo hace para bien de determinado grupo que ‑a pesar de ocuparse en trabajar para la humani­dad‑ fracasa en su objetivo por carecer de una cualidad particular o corrien­te de fuerza. Cuando esto se evidencia en el aspecto interno, algún discípulo avanzado pone a disposición de la Jerarquía la energía de esa cualidad particular y la envía para equilibrar al grupo; con frecuencia lo hace durante un período de rápida sucesión de vidas.

Tales son algunas de las causas que rigen la manifestación periódica de quienes están clasificados en los archivos jerárquicos como "puntos alineados de fuego". Se caracterizan por la energía que fluye a través de ellos, la cualidad magnética de su trabajo, sus poderosos efectos grupales y su com­prensión del plan en el plano físico. (3 - 899/900)

(15). La Ley de Renacimiento oculta en sí el secreto de la crisis actual. Los egos se reúnen en grupos para agotar cierto karma acumulado en el pasado. (4 - 93)

(16). Las diversidades entre los hombres son innumerables, pero en cada vida hay una tendencia predominante hacia la que se dirigen todas las energías de su naturaleza...No obstante, llega el día en que el alma despierta a la necesidad de dominar la situación y afirmar su propia autoridad. (4 - 154)

(17). Todas las almas encarnan y reencarnan bajo la Ley del Renacimiento. De allí que en cada vida no sólo se recapitulan las experiencias anteriores sino que se reasumen antiguas obligaciones, se restablecen antiguas relacio­nes, se tiene la oportunidad de saldar antiguas deudas, la posibilidad de retribuir y no progresar, despertar cualidades hondamente arraigadas, reco­nocer antiguas amistades y enemistades, solucionar detestables injusticias y explicar lo que condiciona al hombre y hace que sea lo que es. Tal es la ley que ahora reclama un reconocimiento universal. (14 - 240)

(18). La nueva sicología debe ser inevitablemente construida sobre la pre­misa de que una sola vida no es la única oportunidad del hombre en la que se debe lograr la integración y eventual perfección. La gran Ley de Renacimiento debe ser aceptada, entonces se hallará que es en sí misma el agente liberador en cualquier momento de crisis o caso problema psicológico. El reconocimiento de que existen otras oportunidades, y un extenso sentido del factor tiempo, son tranquilizadores y de gran ayuda para muchos tipos de mente. (15 - 331)

(19). Toda enseñanza dada en relación al renacimiento o a la reencarnación, prácticamente ha puesto el énfasis sobre el aspecto fenoménico material, aunque siempre se ha referido más o menos en forma casual a las adquisicio­nes espirituales y mentales, obtenidas en la escuela de la vida en este planeta, una encarnación tras otra. Poca atención se ha puesto sobre la verdadera naturaleza de la percepción en desarrollo y el desarrollo de la conciencia interna del verdadero hombre; raras veces o ninguna, se hace hincapié sobre la comprensión adquirida en cada vida, respecto al mecanismo de contacto y el resultado de la creciente sensibilidad al medio ambiente. (15 - 332)

(20). Todo el tema del renacimiento es en la actualidad muy poco compren­dido. En su moderna presentación y en el énfasis puesto tan fuertemente en los pequeños e insignificantes detalles, han tergiversado y desviado el amplio alcance del tema, ignorando la verdadera importancia del proceso. Los grandes rasgos del proceso de la encarnación han sido mayormente pasados por alto. En la discusión sobre la longitud del tiempo en que un hombre está desencarnado y en la consideración de la necia información sobre lo no comprobable y lo probable, y en la pueril reconstrucción de vidas pasadas que hacen quienes se inclinan hacia la Teosofía (ninguno de ellos posee conocimiento alguno de la verdad), se pierde de vista la real verdad y belleza del tema. (16 - 240)

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[156]

RELACIONES GRUPALES

(1). Ningún hombre puede hacer un progreso definido y especializado sin que su hermano se beneficie. Este beneficio se concreta en

el acrecentamiento de la conciencia total del grupo,
el estímulo para las unidades del grupo,
el magnetismo grupal que produce acrecentados efectos curativos y fusionadores sobre grupos afines.

Este concepto contiene para el servidor de un Maestro, el incentivo para ­sus esfuerzos. Todo aquel que se esfuerza por alcanzar maestría, lucha para realizar y trabaja para expandir su conciencia, produciendo algún efecto, en espirales cada vez más amplias, sobre aquellos con quienes se pone en contacto, ya sean devas, hombres o animales. Puede ser que no lo sepa y que sea totalmente inconsciente de las sutiles emanaciones estimulantes que surgen de él, pero a pesar de ello la ley actúa. (3 - 387)

(2). Los niños que nacen ahora vienen equipados con un sentido más profundo del grupo y una conciencia grupal más desarrollada que hasta hoy...El individuo o ente, aprenderá a subordinar lentamente el bien y los placeres personales a las condiciones y requisitos grupales. (14 - 241/2)

(3). En todo grupo –en el cielo como en la tierra‑ algunos entes del grupo tienden a rebelarse y a demostrar una iniciativa distinta de los demás entes del grupo. (14 - 308)

(4). El sendero del discípulo es escabroso; las dificultades y los obstáculos lo enfrentan en cada recodo del camino. Sin embargo, hollando el sendero y venciendo las dificultades, adhiriéndose al grupo en bien del mismo y unién­dose a los individuos y al desarrollo evolutivo en forma equilibrada, sobre­vendrá al fin la fructificación y el logro de la meta. Así se evidencia el SERVIDOR de la raza. Es servidor porque no sirve a sus propios fines, y sus cuerpos inferiores no emiten vibraciones que puedan desviarlo del sendero elegido. Sirve porque sabe lo que hay en el hombre, y porque durante muchas vidas ha trabajado con individuos y grupos, ampliando gradualmente su campo de esfuerzo hasta reunir a su alrededor esas unidades de conciencia que puede energetizar y utilizar, y a través de las cuales llevará a cabo los planes de sus superiores. Tal es la meta, pero en las etapas intermedias abundan las dificultades para quienes están al borde del autodescubrimiento y de convertirse en el sendero mismo. (1 - 71)

(5). Estar alerta y vigilar el corazón...No es fácil amar como lo hacen los Grandes Seres, con amor puro, que no exige recompensas; con amor per­sonal, que se regocija cuando hay respuesta, pero no la espera, y ama constante, silenciosa y profundamente, a través de las aparentes divergencias, con la seguridad de que cuando todos hayan encontrado el camino hacia el hogar, comprenderán que ese hogar es el lugar de unificación.

Cultivar la felicidad, sabiendo que la depresión, la investigación excesiva­mente morbosa del móvil y la exagerada susceptibilidad a la crítica ajena, llevan a un estado en que el discípulo se hace casi inútil...El sufrimiento sobreviene cuando el yo inferior se rebela. El yo inferior controlado y la eliminación del deseo, traen alegría. (1 - 71/2)

(6). Cada miembro de esos grupos debe aprender a trabajar en estrecha colaboración mental y espiritual con los demás, y esto toma tiempo debido al actual grado de desarrollo evolutivo de los aspirantes del mundo. Cada uno debe poner amor en todas las cosas, lo cual no es fácil. Cada uno debe aprender a subordinar las ideas que tiene sobre su personalidad y su progreso personal a los requisitos del grupo, pues en la actualidad algunos tendrán que apresurar su progreso en ciertas direcciones y otros reducirlo, como servicio prestado a los demás. Este proceso tendrá lugar automáticamente a medida que la identificación e integración grupales lleguen a convertirse en el pen­samiento predominante en la conciencia grupal, y el deseo de progreso personal y satisfacción espiritual sean relegados a segundo término. (15 - 149)

Ver también: para “Iniciación Grupal", ver “Enseñanzas sobre la Inicia­ción”, (6 - 217/380) y (6 - 332/7)

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[157]

RENUNCIACIÓN

(1). El alma debe desprenderse de la personalidad. Durante épocas, ésta se ha identificado con el yo personal inferior y, por intervención del mismo, ha adquirido experiencia y mucho conocimiento. Llegará el momento en que ese medio "no será tan apreciado" por el alma, y se invertirán sus respectivas posiciones. El alma ya no se identifica con la personalidad, pero ésta se identifica con el alma y pierde su cualidad y posición separatista. Todo lo que ha adquirido en el trascurso de largos siglos de lucha y contienda, dolor y placer, desgracias y deseos satisfechos y todo lo que la rueda de la vida, girando incesantemente, ha puesto en posesión del alma, Todo debe ser abandonado. La vida del discípulo se convierte entonces en una serie de desprendimientos, hasta haber aprendido la lección del renunciamiento...El alma también debe desprenderse... definitivamente de su atadura con los otros yoes personales. Los discípulos tienen que aprender a conocer a las personas únicamente en el plano del alma, y aquí reside una dura lección para muchos discípulos. Pocos son los que se han preocupado de si mismos y lograron el desapego personal y no les interesa el contacto con el yo personal inferior. Están aprendiendo a trascender todo eso, o lo habrán trascendido en cierta medida, pero su amor por los hijos, la familia, los amigos y los íntimos, es para ellos de suprema importancia, amor que los mantiene prisioneros en los mundos inferiores. No se han detenido a pensar que ese amor es primordialmente amor a las personalidades y sólo secundariamente amor por las almas. Contra esta roca, muchos discípulos se estrellan durante vidas, hasta que llega el momento en que por el dolor, el pesar y las constantes pérdidas de lo que más quieren, su amor entra en una faz nueva, superior y verdadera. Se elevan por encima de lo personal y vuelven a encontrar - des­pués de las pérdidas y el sufrimiento- a quienes ahora aman como almas. Entonces se dan cuenta que en lugar de perder han ganado, que sólo ha desaparecido lo ilusorio, efímero y falso, adquiriendo al Hombre verdadero que jamás volverán a perder.

Tal es el problema que frecuentemente deben enfrentar los padres que se hallan en el Sendero del Discipulado y aprenden, por intermedio de sus hijos, la lección que los liberará para recibir la iniciación. Retienen a sus hijos, y por ser esto contrario a la ley de la naturaleza, les ocasionan desastre. Este es el máximo egoísmo. Sin embargo, si sólo pudieran saber y ver correctamen­te, se darían cuenta que para retener hay que desapegarse y para conservar hay que liberar. Tal es la ley.

El alma debe también aprender a renunciar a los frutos, o a lo adquirido, sirviendo, y a servir sin apegarse a los resultados, a los medios, a las personas o a las alabanzas. Trataré esto más adelante.

El alma debe también desprenderse del sentido de responsabilidad por lo que otros discípulos puedan hacer... La relación que existe entre los discípulos es egoica y no personal. Es el vínculo del alma, no de la mente. Cada personalidad sigue su propio curso, debe hacerse cargo de sus propias responsabilidades, cumplir su propio dharma, y agotar su propio karma, la cual será responsable de sí misma ante su Señor y Maestro, el Alma. Y tendrá que responder.

Es magníficamente posible establecer contacto y conexión internos (con otros servidores) basados en la comprensión de la unidad de propósitos y en el amor del alma y, para ello, todos los discípulos deben luchar y esforzarse. Debido a que predomina en esta época la mente separatista, no es posible en el plano externo llegar a un completo acuerdo sobre los detalles, métodos e interpretaciones de los principios. La colaboración y las relaciones internas deben ser establecidas y desarrolladas a pesar de las divergentes opiniones externas. Cuando el alma mantiene ese vínculo interno y los discípulos se desprenden del sentido de autoridad sobre los demás y de su responsabilidad por las actividades ajenas y, al mismo tiempo, contribuyen mutuamente en el Trabajo Uno, entonces las diferencias, las divergencias y los puntos de desacuerdo serán automáticamente superados. Existen actualmente tres re­glas de importancia para los discípulos:

a. Abandonar o sacrificar la antigua tendencia a criticar y a inmiscuirse en el trabajo de otro y, así, conservar la integridad del grupo interno. Muchos planes para el servicio han sido desviados y muchos trabaja­dores han sido también obstaculizados por la crítica más que por cualquier otro factor.

b. Abandonar o sacrificar el sentido de responsabilidad por la acción de otros y, particularmente, de los discípulos. Traten de que la propia actividad se ajuste a la de ellos y, en la alegría de la lucha y por medio del servicio, las diferencias desaparecerán y se logrará el bien general.

c. Abandonar el orgullo mental que considera correctas y verdaderas sus modalidades e interpretaciones, y las de los demás, falsas y erró­neas, lo cual conduce a la separación. Adhesión al camino de integra­ción, el del alma, no el de la mente.

Estas palabras son severas, pero constituyen las reglas por las cuales los Instructores internos guían Sus actos y pensamientos, cuando trabajan juntos y con Sus discípulos. La integridad interna es lógicamente un hecho probado para ellos, pero no para los discípulos. Los Instructores internos consideran detestables las diferencias externas. Cada uno da libertad al otro para servir al Plan. Entrenan a Sus discípulos (sin distinción de grado) para servir libremente al Plan, porque el mejor trabajo se realiza cuando existe libertad y alegría más la fortaleza del amor interno colaborador. Ellos buscan la sinceridad y la disposición a sacrificar lo menor cuando se percibe lo mayor. Están guiados por el espontáneo abandono de los ideales largamente susten­tados, cuando se presentan otros mejores y más incluyentes. El sacrificio del orgullo y de la personalidad los impele a colaborar cuando comprenden la vastedad del trabajo y la urgencia de la necesidad. Es esencial que los discípulos aprendan a sacrificar lo no esencial, para que el trabajo pueda ir adelante. Aunque no sea bien comprendido, las variadas técnicas, métodos y procedimientos, son secundarios en comparación con la gran necesidad mundial. Hay innumerables modalidades y puntos de vista, experimentos y esfuerzos que fracasan o triunfan, y todos aparecen y desaparecen, pero la humanidad permanece. Todos evidencian la multiplicidad de pensamientos y experiencias, pero la meta permanece. Las diferencias existen siempre en ­la personalidad. Cuando esta Ley del Sacrificio rija la mente, conducirá inevitablemente a que los discípulos abandonen lo personal en bien de lo universal y del alma, que no conoce separación ni diferencia alguna. Entonces el orgullo, la perspectiva estrecha y miope, el placer de entrometerse (tan caro a muchas personas) y la incomprensión del móvil, no impedirán la mutua colaboración como discípulos, ni su servicio prestado al mundo. (15 - 91/5)

(2). La Gran Renunciación sólo es posible cuando la práctica de las pequeñas renunciaciones rige la vida del discípulo y la del grupo. La renunciación a la ambición, a las ataduras de la personalidad y a todo lo que obstaculiza el progreso, a medida que se va revelando al ojo del alma, establece un sólido cimiento para la grande y final trasferencia, basada en la renunciación de todo aquello que durante eones ha significado belleza, verdad y bondad, y fue considerado como la ultérrima meta de todo esfuerzo aspiracional. La tenta­tiva de ver lo que está por delante y más allá de la aparente finalidad de la fusión del alma, enfrenta a los discípulos, y actualmente algunos de ustedes se cuentan entre ellos; que todos penetren más allá del velo del alma, que eventualmente vean el velo “rasgado de arriba abajo” y estén capacitados para exclamar, a la par de quienes poseen el mismo grado, “consumado es”, constituye mi más ferviente esperanza. Entonces se abrirá para ustedes y para otros, el camino de Evolución Superior, y la gloria del Señor se verá en una nueva luz, luz que oscurecerá y eclipsará todas las metas y visiones anteriores. (18 - 190/1)

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[158]

REVELACIÓN

(1). Durante los períodos finales del ciclo de encarnaciones, donde el hombre hace malabarismos con los pares de opuestos y que, a través de la discriminación está siendo consciente de la realidad y de la irrealidad, surge en su mente la comprensión de que él mismo es una Existencia inmortal, un Dios imperecedero y una parte de lo Infinito. Cada vez se hace más evidente el eslabón entre el hombre en el plano físico y este Regidor interno, hasta que sobreviene la gran revelación. Llega un momento en la existencia del hombre en que se encara conscientemente con su yo real, y sabe que él es ese yo en realidad y no en teoría. Adquiere conciencia del Dios interno, no por medio del oído ni de su atención a la voz interna que dirige y controla, denominada la "voz de la conciencia", sino por medio de la percepción y de la visión directa. Ahora responde no sólo a lo que oye sino también a lo que ve, (1 - 99/100)

(2). Gran parte de la verdadera revelación, desde la época de Cristo, ha llegado al mundo por medio de la ciencia...las revelaciones básicas y funda­mentales de la ciencia son tan divinas como las de la religión, pero ambas han sido tergiversadas para satisfacer la demanda humana. Se aproxima la época en que la ciencia dirigirá todos sus esfuerzos en curar las heridas sufridas por la humanidad y en construir un mundo mejor y más feliz.

Las revelaciones de la ciencia aunque, con frecuencia, están enfocadas en un hombre o una mujer, constituyen específicamente más que las denomina­das revelaciones de la religión, el resultado del esfuerzo grupal y de la actividad grupal entrenada. Por lo tanto la revelación llega en dos formas:

1. Mediante el esfuerzo, la aspiración y la realización de un hombre que se encuentra tan cercano a la Jerarquía y tan imbuído en la conciencia divina, que puede recibir el mensaje directamente desde la Fuente divina central. Se ha unido a las filas de los grandes Intuitivos y trabaja libremente en el mundo de las Ideas divinas. Conoce bien Su misión; elige Su esfera de actividad deliberadamente y aísla la verdad o las verdades que juzga apropiadas a la necesidad de la época. Viene como un Mensajero del Altísimo; lleva una dramática y conmovedora vida de servicio, y simboliza en los acontecimientos de Su vida ciertas verdades básicas que ya han sido reveladas, pero que El reactualiza pictóricamente.

2. Mediante el esfuerzo que realiza un grupo de buscadores, tales como los investigadores científicos de cada país, que unidos buscan luz para resolver los problemas de la manifestación o para lograr los medios de aliviar el sufrimiento humano. El esfuerzo del grupo, a menudo eleva a un hombre en aras de su aspiración no realizada, el cual puede entonces penetrar en el mundo de las Ideas divinas y hallar allí el ansiado remedio o la llave, descubriendo intuitivamente de este modo un secreto largamente buscado. El descubrimiento, es de primordial importancia, es una revelación, como lo son las verdades presentadas por los Instructores del mundo. ¿Quién puede decir que la afirmación de que Dios es Amor, tiene mayor valor que la afirmación de que Todo es Energía?

El camino que sigue luego la revelación es el mismo en ambos casos, después la ilusión se posesiona de las revelaciones, aunque ‑aquí hay algo sobre lo cual quisiera que reflexionen‑ hay menos ilusión respecto a las revelaciones de la ciencia que a las revelaciones de lo que la humanidad denomina más definidamente verdades espirituales. Existe una razón en el hecho de que el desarrollo de la mente del hombre y su sensibilidad hacia la verdad han aumentado enormemente desde la última gran revelación espiri­tual, dada por Cristo, hace dos mil años. Asimismo, las revelaciones de la ciencia son en gran parte el resultado de la tensión grupal, enfocada oportu­namente en un receptor intuitivo, siendo por ello protegida la revelación. (10 - 146/7)

(3). Vamos de una luz a otra y de una revelación a otra, hasta que salimos del reino de la luz y entramos en el reino de la vida que es, todavía para nosotros, plena oscuridad.

Es evidente que esta acrecentada luz, trae consigo una constante serie de revelaciones que, como todo lo demás en el mundo de la experiencia humana, despliega ante los ojos, primero, el mundo de las formas, luego el mundo de los ideales y después la naturaleza del alma, de las ideas y de la divinidad. He elegido unas pocas palabras que encierran la revelación y simbolizan su carácter. Pero todas estas revelaciones constituyen una gran revelación uni­ficada que va abriéndose lentamente ante los ojos de la humanidad. La luz del yo inferior personal revela al hombre el mundo de las formas, de la materia, del instinto, del deseo y de la mente; la luz del alma revela la naturaleza de la relación que existe entre estas formas de vida y el mundo de lo amorfo, y el conflicto entre lo real y lo irreal. La luz de la intuición despliega, ante la visión del alma, dentro de la personalidad, la naturaleza de Dios y la unidad del Todo. La inquietud que proporciona el deseo por lo material, tratando de ser satisfecho en los tres mundos, cede su lugar oportunamente a esa aspiración para establecer contacto con el alma y lograr la vida del alma. A su vez, esto es reconocido como un paso dado hacia esas grandes experien­cias fundamentales que denominamos las cinco iniciaciones mayores, las cuales revelan al hombre el hecho, hasta entonces ignorado, de su insepara­bilidad y de la relación de su voluntad individual con la voluntad divina. (10 - 159)

(4). El Misterio de las Edades está al borde de ser revelado, y a través de la revelación del alma, el misterio que está oculto será revelado. Las escrituras del mundo, como ya sabemos, siempre han profetizado que al fin de la era se revelará lo que es secreto, y emergerá a la luz del día lo que hasta entonces estuvo oculto y velado. Nuestro presente ciclo es el fin de la era; los próximos doscientos años verán la abolición de la muerte, tal como ahora comprende­mos esa gran transición, y el establecimiento de la realidad de existencia del alma. El alma será conocida como un ente y como impulso motivador y centro espiritual que está detrás de las formas manifestadas. (14 - 97)

(5). Todo el sistema de revelación ocultista o esotérica está basado en la maravillosa doctrina de interdependencia, vinculación consciente y ordena­da, y trasmisión de energía de un aspecto de la divina manifestación a otro; en todas partes y a través de todo, existe circulación, trasmisión de energía y métodos para pasar la energía de una forma a otra, siempre por medio de un mecanismo adecuado. (17 - 450)

(6). El propósito que subyace en la revelación. Detrás de las sucesivas revelaciones de la divinidad en el trascurso de las épocas, descubrimos un propósito significativo; todas son aspectos de la Gran Revelación y lo comprobarán por sí mismos. Mediante los procesos revelatorios, la divinidad está surgiendo lentamente en la conciencia humana. (18 - 203/4)

(7). El objetivo del proceso evolutivo, al que deben someterse todas las vidas de nuestro planeta, ha sido desarrollar esta sensibilidad, lo cual hará posible la revelación y podría decirse que (desde un ángulo definido) la meta de toda experiencia ha sido la revelación; cada revelación "acerca más al iniciado al Corazón del Sol, donde todas las cosas son conocidas y sentidas y, por su intermedio, todas las formas, todos los seres y todas las cosas, pueden ser anegados en amor". Reflexionen sobre estas palabras, porque la analogía microcósmica de la realidad macrocósmica está colmada de valor educativo. Procuren que "toda lección aprendida cada día, que toda revelación captada y comprendida, colmen de amor sus corazones y les permita amar a sus semejantes con ardor y calidez". (18 - 595)

(8). Ha habido muchas revelaciones del propósito divino a través de las edades, cada una de las cuales alteró excepcionalmente el punto de vista Y el canon de vida de los hombres de todas partes. (13 - 450)

(9). Una vez que el iniciado ha penetrado hasta donde la revelación es posible, logra automáticamente la necesaria fijeza, concentración, aplomo, polarización y enfoque, que le permitirán traducir en términos y símbolos lo revelado, e impartir la significación a los intelectuales con los cuales trabajan principalmente todos los iniciados. (6 - 275)

(10). La revelación raras veces irrumpe en toda su belleza en la conciencia del discípulo; es un proceso de gradual y constante desarrollo. (6 - 282)

(11). La revelación no es sólo la prerrogativa y recompensa del iniciado que se va realizando, sino que adopta acrecentadamente nuevas formas y renova­dos delineamientos para los Maestros que alcanzaron la realización. (6 - 308)

(12). CATECISMO:

¿Qué ves tú, oh discípulo, en el Sendero?
Sólo a mí mismo, oh Maestro de mi vida.

Obsérvate más detenidamente y habla nuevamente. ¿Qué ves tú?
Un punto de luz que crece y decrece, haciendo más oscuras las tinieblas.

Mira con intenso deseo hacia las tinieblas y, cuando brille la luz, aprovecha la oportunidad ¿Qué aparece ahora?
Un espectáculo horrible, oh Maestro de mi vida. Me desagrada. No es verdad. Yo no soy esto o aquello. Esta cosa maligna y egoísta no soy yo. Yo no soy esto.

Con la voluntad, el poder y el ardiente deseo, enciende la luz y, cuando brille, relata la visión que pueda aparecer. ¿Qué ves tú?
Más allá de las tinieblas, revelada por la luz, una forma radiante haciendo ademanes para que me acerque. ¿Quién es este Ser afable, de pie en la oscuridad y en la luz? ¿Es y puede ser yo mismo?

¿Qué alborea ante tu vista cuando permaneces en el Camino, oh exhausto y cansado discípulo, aunque victorioso en la luz?
Una forma radiante y fulgurante que es mi Yo, mi alma. Un lóbrego y sombrío personaje, sin embargo, anciano y sabio, experimentado y triste. Este es mi yo, mi yo inferior, mi antigua apariencia, experimentada en los caminos de la tierra. Ambos se enfrentan y, entre ellos, la tierra ardiente...Se mueven y fusionan...el Sendero llega a su fin. El camino se extiende adelante. Se desarrolla la vista y aparece la realidad de la luz.

¿Qué puedes revelar ahora, oh Servidor en el Camino?
La revelación viene a través mío, oh Señor de la vida. No la puedo ver.

¿Por qué no puedes verla? ¿Qué impide su captación?
Nada lo impide. No busco la visión porque he visto. Mi tarea es revelar. Sólo me busco a mí mismo.

¿Qué va hacia ti para que lo reveles? ¿Qué tienes tú que revelar?
Sólo lo que durante eones ha existido y ha estado aquí. La Unicidad de la Presencia, la zona de amor; el viviente, amoroso, sabio e incluyente Uno, que abarca todo y es todo, sin dejar nada afuera.

¿A quién debe llegar esta revelación, oh Servidor del mundo de las cosas vivientes?
A todos los que están incluidos en la viviente y amorosa Presencia; a aquellos que aún sin saberlo mantienen esa Presencia y perdurarán eterna­mente, como perdura esa Presencia.

¿Quiénes son los que viven dentro de esa Presencia y no lo saben?
Somos yo y tú, no obstante soy yo mismo y todos aquellos con quienes entro en contacto. Son los residentes en cada forma, que quizás consideran que la forma es todo y, viviendo en tiempo y espacio, no ven la luz o la vida dentro de la forma, se ocultan detrás y dentro de los velos existentes entre los cuatro y el cinco (los cuatro reinos de la naturaleza y el reino de Dios. A.A.B.), y no ven nada más. A ellos debo revelarles la verdad.

¿Cómo desempeñarás esta tarea, la más ardua de todas, oh triunfante discípulo?
Dejando ver que yo soy la verdad; viviendo como un fragmento de esa presencia, y viendo las partes del todo. Así la revelación llega a los cuatro por el quinto. (18 - 251/3)

Ver también: "Enseñanzas sobre la Iniciación" (6 - 217/380) y (3 - 378/80), (6 - 383)

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SABIDURÍA

(1). La Sabiduría concierne al desarrollo de la vida dentro de la forma, al progreso del espíritu a través de los vehículos, siempre mutables, y a las expansiones de conciencia que se suceden una vida tras otra. Trata del aspecto vida de la evolución. Debido a que se refiere a la esencia de las cosas y no a las cosas mismas, es la captación intuitiva de la verdad, independiente de la facultad razonadora; la innata percepción, capaz de diferenciar lo falso de lo verdadero, lo real de lo irreal. Es algo más que eso, constituye la creciente capacidad del Pensador para penetrar cada vez más dentro de la mente del Logos, comprender la verdadera interiorización del gran espectá­culo del universo, ver el objetivo y armonizarse progresivamente con la medida superior. Puede ser descrito para nuestro propósito (que consiste en estudiar el Sendero de santidad y sus diversas etapas), como el conocimiento del "Reino del Dios interno" y la captación del "Reino del Dios externo" en el sistema solar. Quizás podría decirse que es la gradual fusión de los senderos del místico y del ocultista, la construcción del templo de la sabiduría sobre los cimientos del conocimiento.

La sabiduría es la ciencia del espíritu, así como el conocimiento es la ciencia de la materia. El conocimiento es separatista y objetivo, mientras que la sabiduría es sintética y subjetiva. El conocimiento separa, la sabiduría une. El conocimiento hace diferencias, mientras que la sabiduría fusiona.

La sabiduría concierne al yo y el conocimiento al no‑yo, mientras que la comprensión es el punto de vista del ego o pensador, o la relación entre el yo y el no‑yo. (1 - 24/5)

(2). La sabiduría activada y motivada por el amor, e inteligentemente aplicada a los problemas mundiales, es hoy muy necesaria, lo cual no fue aún descubierta excepto por las pocas almas iluminadas de todas las naciones, ‑repito de todas las naciones, sin excepción. Debería haber más personas que sepan amar con sabiduría y apreciar la aspiración grupal, antes de poder ver la próxima realidad que debemos conocer, la cual surgirá de las tinieblas que estamos ahora en proceso de disipar. (14 - 269)

(3). Sabiduría implica habilidad en la acción, como resultado del amor desarrollado y de la luz de la comprensión; es ser consciente de los requisitos y de la capacidad pare reunir, en una relación fusionada, la necesidad y lo que la satisfará. (16 - 369)

(4). Sabiduría es la aplicación iluminada del conocimiento, por medio del amor, a los asuntos de los hombres. (13 - 387)

(5). La sabiduría ocupa el lugar del conocimiento cuando en la trasmutación de los fuegos de la lucha, el dolor y el arduo trabajo, el aspirante se trasforma en discípulo activo y es gradualmente absorbido en las filas de la Jerarquía. (6 - 344)

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SALUD Y ENFERMEDAD

(1). Las enfermedades de los seres humanos que afectan el sistema circula­torio, los riñones, la vejiga y la lubricación de las coyunturas, serán curadas por los constituyentes vegetales y, sobre todo, mediante el correcto equilibrio de la naturaleza emocional. (3 - 746)

(2). En caso de imbecilidad e idiotez y en esa etapa de la vejez que llamamos decadencia senil, el hilo introducido en el cerebro es retirado, mientras el que trasmite el impulso o anhelo de vivir aún permanece introducido en el corazón. Hay vida, pero ninguna percepción inteligente; hay movimiento, pero no dirección inteligente; en el caso de la decadencia senil, cuando durante la vida se ha utilizado un mecanismo de alta calidad, puede haber, aparentemente, un funcionamiento inteligente; pero eso es una ilusión debido a viejos hábitos y a un propósito coordinado y coherente. (4 - 361)

(3). Los trastornos del cuerpo físico denso pocas veces tienen origen en el mismo. Algunos provienen directamente del cuerpo etérico, pero, en la presente etapa de evolución, la mayor parte proviene del cuerpo emocional y el resto del mental. Podemos generalizar y decir que:

El 25% de las enfermedades de la carne son heredadas o provienen del cuerpo etérico.
El 25% provienen del mental.
El 50% tienen su origen en el cuerpo emocional. (2 - 123)

(4). A menudo surge la siguiente pregunta: ¿Por qué son tan frecuentes las dolencias, desórdenes nerviosos y las diversas condiciones patológicas entre los santos de la tierra y los que están claramente orientados hacia la luz? Responderé que la tensión sobre el vehículo físico, debido al cambio de fuerzas, es por lo general excesivamente grande, produciendo así esas condi­ciones indeseables. Estas también aumentan con frecuencia, debido a las tonterías que comete el aspirante cuando trata de controlar su propio cuerpo físico. Sin embargo, es mucho mejor que los resultados indeseables se pro­duzcan sólo en el vehículo físico y no en los cuerpos astral o mental, lo cual raras veces se tiene en cuenta, por eso se acentúa tanto la idea de que las enfermedades, la mala salud y las dolencias, indican que el individuo ha cometido errores, ha fracasado y ha pecado. Lógicamente pueden originar todas estas cosas, pero en el caso del verdadero aspirante que trata de disciplinar y controlar su vida, siempre se debe a estas causas. Inevitablemente son el resultado del choque de fuerzas, las energías que han despertado y están en proceso de ascender, y las energías del centro, al cual están ascendiendo. Este choque produce tensión, malestar físico y (como hemos visto) muchas clases de desórdenes angustiosos. (15 - 415)

(5). Hablando en forma general, las enfermedades pueden agruparse en cinco categorías principales, y sólo nos ocuparemos de la última, y son:

1. Enfermedades hereditarias:

a. Inherentes al planeta mismo, que tienen un efecto definido sobre la humanidad, por el contacto con el suelo y el agua.
b. Desarrolladas en el género. humano durante épocas pasadas y heredadas de una generación a otra.
c. Características de alguna familia determinada y heredadas por el miembro de esa familia como parte del karma elegido. Hay almas que nacen en ciertas familias debido a esta oportunidad.

2. Enfermedades originadas por las tendencias del hombre, regidas por su signo astrológico, el signo solar o el signo ascendente, lo cual consideraremos más adelante.

3. Enfermedades contagiosas (epidémicas o endémicas) de origen gru­pal, que conciernen al hombre como parte del karma grupal de su grupo, pero frecuentemente no tienen relación con su karma personal.

4. Enfermedades adquiridas y accidentes resultantes de las acciones imprudentes, o de las costumbres ignorantes que en esta vida condi­cionan definidamente su futuro karma. Aquí podría decirse algo interesante respecto a los accidentes. Frecuentemente se producen debido a lo que podríamos considerar "explosiones de fuerzas". Estas las generan un hombre, o un grupo de seres humanos por odio, envidia o venganza, defectos que producen reacciones o "son devueltos" a la vida individual como un "boomerang".

5. Las enfermedades de los místicos, que nos conciernen en estos mo­mentos, provocadas, hablando en forma general, por la energía de un despierto y activo centro inferior que está siendo trasferido a otro superior. Esto se realiza en tres etapas y cada una de ellas acarrea sus propias dificultades fisiológicas:

a. La energía del centro inferior entra en intensa actividad previa­mente a su elevación. Producirá una excesiva actividad de los órganos en la zona física regida por ese centro con la consiguiente congestión, inflamación y, por lo general, enfermedad.

b. Cuando el "proceso de elevación" se efectúa, produce una intensa actividad del centro superior y disminuye la del inferior. Sobre­viene un período de fluidez en que las fuerzas van y vienen entre los dos centros, lo cual explica la vida irregular del místico durante las primeras etapas de su desarrollo. Esto es así particularmente en lo que se refiere al plexo solar. Al principio el centro superior rechaza la energía, y luego es reabsorbida por el centro inferior para ser elevada repetidas veces hasta que el centro superior puede absorberla y transmutarla.

c. La energía es elevada definitivamente al centro superior, condu­ciendo a un difícil período de reajuste y tensión, que también produce males físicos pero, esta vez, en la zona controlada por el centro superior. (15 - 416/8)

(6). A medida que el centro cardíaco y los centros superiores asuman el control, las enfermedades como el cáncer, la tuberculosis y las distintas dolencias sifilíticas (debido a la milenaria actividad del centro sacro), gra­dualmente desaparecerán. (15 - 420)

(7). Gran parte de las dificultades de los místicos y de los ocultistas en la actualidad se deben a que literalmente "están jugando con fuego" y no se dan cuenta de ello; tampoco mantienen la correcta u ordenada secuencia de desarrollo...; llevan a cabo prácticas para las cuales no están todavía prepa­rados, que no han sido modificadas de acuerdo al tipo de cuerpo occidental, y las siguen ciegamente sin comprender el proceso ni sus resultados. A no ser que se capte la regla fundamental de que “la energía sigue al pensamiento”, son inevitables los desastrosos resultados. Por ejemplo, el místico cuyo pensamiento está enfocado en el Cristo, considerando que El, se halla en alguna parte del cielo, pero fuera de sí mismo, cuya aspiración hace del Cristo el objetivo de todos sus deseos, frecuentemente se debilita y está físicamente enfermo. ¿Por qué sucede esto? Porque la energía que trata de penetrar en él y compenetrar todo su organismo, sólo llega hasta el centro cardíaco, siendo allí rechazada constantemente y expulsada del cuerpo físico por el poder rector de su pensamiento místico. Para él, el Cristo está en otra parte. Su pensamiento está fuera de sí mismo y en consecuencia la energía se escurre de su cuerpo. Entre los iniciados de hoy se discute mucho el problema de si la condición generalmente débil de la raza humana no se debe en parte al ­hecho de que la aspiración y los pensamientos del género humano han sido dirigidos constantemente a una meta externa y no (como debería haberse hecho) al centro de la vida y del amor, dentro de cada ser humano, lo cual ha agotado gran parte de la energía necesaria del hombre. A pesar de que se le ha enseñado durante siglos que el reino de Dios está adentro, los pueblos de Occidente no lo han aceptado ni han actuado sobre la premisa presentada, sino que han buscado la realidad en lo externo y han puesto su atención sobre la Personalidad de Aquel que les ha enseñado una verdad mayor. En ningún momento El deseó ni buscó su devoción. El precio de esta distorsión de la verdad ha sido pagado repetidas veces con un cuerpo desvitalizado y con la incapacidad del místico común de vivir una vida concreta y, sin embargo, divina sobre la tierra. (15 - 453/4)

(8). Desde cierto ángulo, la enfermedad es un proceso de liberación y el enemigo de lo estático y cristalizado. No crean por lo que expongo que debería aceptarse la enfermedad y anhelar el proceso de la muerte. Si así afuera cultivaríamos la enfermedad y premiaríamos el suicidio. Afortunada­mente para la humanidad, toda la tendencia de la vida es contraria a la enfermedad, y la reacción que produce la vida de la forma en el pensamiento del hombre, fomenta el temor a la muerte. Esto ha sido correcto, porque el instinto de autoconservación y la preservación de la integridad de la forma, es un principio vital de la materia, y la tendencia hacia la autoperpetuación de la vida dentro de la forma, es uno de los más grandes dones de Dios y persistirá. Pero en la familia humana esto debe oportunamente ceder su lugar a la muerte como un proceso organizado y liberado, a fin de conservar fuerza y proporcionar al alma un mejor instrumento de manifestación. Para esta libertad de acción la totalidad del género humano no está aún preparada. Los discípulos y aspirantes del mundo deberán comenzar a captar estos nuevos principios de la existencia. (17 - 20/1)

(9). ¿Qué es la enfermedad? Sugiero lo siguiente:

1. Toda enfermedad es desarmonía y falta de alineamiento y control:

a. La enfermedad se halla en los cuatro reinos de la naturaleza.
b. La enfermedad es de efecto purificador.
c. Los métodos definidos de curación son peculiares a la humanidad y de orige