En su artículo publicado en The Guardian, el exsecretario general de la ONU, Kofi Annan, describe con sencillez y claridad de qué manera los ciudadanos ordinarios pueden ayudar a lograr el cambio que necesitamos y alentar a nuestros líderes a ejercer realmente su liderazgo en temas que van desde las drogas hasta cambio climático.
¿Qué tienen en común el comercio de drogas ilegales y el número de muertos por la epidemia del Ebola? ¿O nuestro fracaso colectivo hasta el momento para abordar el cambio climático (el acuerdo climático en París marca el comienzo, no el fin del camino) y la incapacidad del consejo de seguridad para detener la violencia en Siria e Irak? Cada uno de estos casos –como ocurre con tantas otras crisis en nuestro mundo– tienen en su esencia una falta de voluntad política y un fracaso en el liderazgo. Los estrechos intereses egoístas a corto plazo han eclipsado la comprensión de la forma como, en un mundo verdaderamente global, nuestros destinos son interdependientes.
La experticia, la experiencia y la evidencia necesarias para resolver estos problemas urgentes ya existen. Lo que nos detiene es la falta de un liderazgo que pueda galvanizar la voluntad política necesaria para ofrecer soluciones. El mundo está experimentando una crisis de liderazgo, no una crisis de conocimiento. ¿Cómo pueden los ciudadanos ordinarios ayudar a lograr el cambio que necesitamos y animar a nuestros líderes para que lideren realmente? Permítanme dar tres respuestas claras: Votar, hacerse oír y usar su poder como consumidores.
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