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LOS CENTROS Y EL PRANA

[i565] Cuanto más nos acercamos en pensamiento al plano físico, tanta mayor dificultad experimentará el mago, ya sea el Ángel solar que se ocupa del trabajo mágico de manifestación, o un trabajador experto en el plan. Esto se debe a dos causas:

  1. La respuesta automática de la materia física densa a la sustancia, recordando siempre que la sustancia es fuerza.
  2. Los peligros incidentales a la tarea de trabajar con los fuegos o pranas del universo. Este último peligro es el que concierne a esta regla.

Hay muchas formas de interpretarla. Podemos estudiar el trabajo del Ángel solar cuando se acerca al plano físico denso para encarnar, y llegar así a ese punto crítico de su trabajo creador donde la triple envoltura está en la etapa que debe ineludible e inevitablemente hacer contacto con el aspecto materia, etapa en la cual, expresando esta verdad en términos ocultos, literalmente lo induce a “vestirse y desaparecer dentro de la luz del día”. El ser humano espiritual está ahora velado por una envoltura mental o por un fuego. Está envuelto “en una niebla acuosa”, expresión antigua que se refiere a la gran ilusión. Este término transmite no solo el concepto de la posesión de un cuerpo astral o acuoso, sino que también presenta a la mente el efecto que ese cuerpo tiene que producir sobre el oculto Ángel solar, el cual mira a través del fuego y [i566] de la niebla, y ve distorsión y reflexión y aquello que extravía.

Además de las envolturas de fuego y niebla, se ha revestido de una red externa estrechamente entrelazada de corrientes de fuerza. Estas constituyen su cuerpo de naturaleza etérica o vital, semejante a una trama o red de millares de nadis de energía, entretejidos y formando, en ciertas partes de este cuerpo de energía, varios puntos focales de fuerza, de los cuales los más importantes son los siete centros. Sin embargo, hay muchos puntos focales similares.

Cuando el Ángel solar ha asumido este ropaje, se llega a una etapa final, y el fuego solar y el fuego por fricción deben ponerse en contacto con “tres fuegos muy antiguos”. Estos son los fuegos de la materia físico-densa objetiva, o de esas unidades de energía material que normalmente describimos con las palabras “gaseoso, líquido y sólido”, una frase sin sentido que solo nos sirve para establecer la diferenciación. Estos tres fuegos antiguos son un aspecto del fuego por fricción.

A esta altura llega la hora del peligro para el alma valerosa. Es el momento en que el alma debe unificar el cuerpo etérico y la envoltura gaseosa, aspecto superior de la envoltura físico-densa, el instrumento de manifestación orgánica tangible.

Podemos estudiar también esta regla desde el punto de vista del iniciado que se ocupa de la manipulación de fuerza y que, mediante el poder de su pensamiento, pudo haber creado una forma mental. A esta forma mental la ha revestido de una envoltura astral o de deseo, vitalizada premeditadamente con su energía, y ahora trata de darle existencia objetiva y enviarla a cumplir su propósito o intención. En todo trabajo creador, el momento decisivo se encuentra siempre en esta etapa, en que la forma vibrante y subjetiva tiene que atraer hacia sí ese material que la organizará en el [i567] plano físico. Este hecho debe ser recordado, no importa lo que el mago trate de objetivar, sea una organización, un grupo o una sociedad, la materialización del dinero o la exteriorización de una idea. El momento de peligro para el mago se produce en la etapa final. Llega un punto de sutil discriminación y el mago debe proceder ahora con mucha cautela. La mayoría de los buenos planes no se materializan, y la razón reside aquí. Después de todo, un plan es una idea liberada en tiempo y espacio para hallar una forma y hacer su trabajo. La mayoría no llega a nada porque su creador, o la mente creadora de la que emanó, no se da cuenta de este período crítico. Debe concertarse un ajuste correcto de fuerzas para no utilizar ni mucha ni poca energía. Cuando se libera demasiada energía a través del cuerpo vital, resplandece un fuego al ponerse en contacto la energía gaseosa del plano físico denso con la energía vital etérica. Así se destruye la forma embrionaria. Cuando no hay suficiente energía o una adecuada y persistente atención, y cuando el pensamiento del mago titubea, entonces la idea queda en la nada, la criatura nace sin vida y nada llega a manifestarse objetivamente. Esto tiene un equivalente literal en el plano físico. Muchas criaturas nacen muertas justamente porque el Ángel solar titubea en su designio y no tiene suficiente interés. Numerosas y excelentes ideas no se materializan o no tienen existencia viviente y persistente “a la luz del día”, porque no hubo energía suficiente para generar la chispa de llama viviente que debe arder siempre en el centro de todas las formas. El peligro por lo tanto, es doble:

1. Destrucción por el fuego, debido al excesivo desgaste de energía y a la expresión de un propósito demasiado violento. [i568]

2. Muerte, por falta de vitalidad y porque “la atención dirigida” del mago no tiene la fuerza y duración adecuadas como para dar vida a la forma. La ley oculta afirma que la energía sigue al pensamiento.

Podríamos estudiar esta regla, desde el punto de vista del aspirante; cuando aprende a trabajar con energía y con las fuerzas de la naturaleza, aprende el significado y el propósito del cuerpo vital y adquiere poder para controlar los fuegos vitales o pranas de su propio pequeño sistema. Me parece que, para nuestro propósito, este método de acercamiento sería el de mayor utilidad. Estas instrucciones van dirigidas a quienes están muy interesados en liberarse de la forma, y procuran prepararse a sí mismos para trabajar en colaboración con la Gran Logia Blanca. Están aprendiendo los primeros pasos en el trabajo mágico y, por lo tanto, es de primordial importancia la comprensión de los fuegos y las energías con que ellos deben trabajar. Por eso, limitaremos nuestra atención a este aspecto del gran trabajo y no consideraremos el trabajo del alma, cuando encarna y se manifiesta objetivamente por medio de una forma, ni el trabajo de los iniciados, cuando actúan como magos creadores bajo el impulso grupal y mediante una comprensión inteligente del plan evolutivo. Estas instrucciones están destinadas a ser prácticas y a transmitir la necesaria enseñanza a esos estudiantes que saben leer entre líneas y están desarrollando la capacidad de ver el sentido esotérico detrás de los velos externos y las formas exotéricas.

Vamos, ahora, a considerar los pranas, y quisiera acotar aquí algunos párrafos del libro La Luz del Alma, donde se los describe. En el Libro II, Af. 39, encontramos cinco aspectos del prana que [i569] actúan a través de todo el cuerpo etérico o vital, y por lo tanto, lo constituyen.

Prana es quíntuple en su manifestación y corresponde a los cinco estados de la mente, el quinto principio, y a las cinco modificaciones del principio pensante. Prana se manifiesta en el sistema solar como los cinco grandes estados de energía denominados planos, el medio de la consciencia...

Las cinco diferenciaciones de prana en el cuerpo humano son:

  1. “Prana, se extiende desde la nariz al corazón, teniendo relación especial con la boca y la palabra, el corazón y los pulmones.
  2. “Samana, abarca desde el corazón al plexo solar; concierne al alimento y la nutrición del cuerpo, por medio de la comida y la bebida, y tiene relación especial con el estómago.
  3. “Apana, controla desde el plexo solar hasta las plantas de los pies; concierne a los órganos de eliminación, evacuación y nacimiento; tiene una relación especial con los órganos genitales y evacuantes.
  4. “Upana, se encuentra entre la nariz y la cima de la cabeza; tiene relación especial con el cerebro, la nariz y los ojos; cuando está adecuadamente controlado produce la coordinación de los aires vitales y su correcto manejo.
  5. “Vyana, es el término aplicado a la suma total de la energía pránica, al distribuirse equilibradamente por todo el cuerpo. Sus instrumentos son los miles de nadis o nervios que se encuentran en el cuerpo, y tiene una conexión peculiar y definida con los canales sanguíneos, las venas y las arterias” (pp. 329-330 e.i.).

“El cuerpo etérico constituye el cuerpo vital o de fuerza; interpenetra cada parte del vehículo denso, siendo el fundamento y la verdadera sustancia del cuerpo físico. Según sea la naturaleza de la fuerza que anima al cuerpo etérico, la actividad de esa fuerza sobre el mismo y el dinamismo o lentitud de las partes más importantes del cuerpo etérico (los centros a lo largo de la columna vertebral), así será la actividad correspondiente del cuerpo físico. En forma similar y simbólicamente, según sea la plenitud del aparato respiratorio y su capacidad para oxigenar y purificar la sangre, así será la salud o plenitud del cuerpo físico denso” (pp. 218-219 e.i.).

[i570] Encontramos también que las fuerzas que componen el cuerpo vital o los diversos pranas de que está compuesto, emanan:

a. “Del aura planetaria. En este caso es prana planetario, que concierne principalmente al bazo y a la salud del cuerpo físico.

b. “Del mundo astral, por conducto del cuerpo astral. Esta fuerza será puramente kámica o de deseo, y afectará principalmente a los centros ubicados abajo del diafragma.

c. “De la mente universal o fuerza manásica, la cual constituye mayormente fuerza mental e irá al centro laríngeo.

d. “Del ego mismo, estimulando principalmente los centros coronario y cardíaco” (pp. 220 e.i.).

Leemos, además, que “la mayoría de las personas reciben fuerza solo de los planos físico y astral, pero los discípulos reciben también fuerza de los niveles mental y egoico”. Finalmente leemos:

“Podrá ser de ayuda para el estudiante comprender que el correcto control del prana implica el reconocimiento de que la energía es la suma total de la existencia y de la manifestación, y que los tres cuerpos inferiores son cuerpos de energía, constituyendo cada uno el vehículo para un tipo superior de energía, y son también transmisores de energía. Las energías del humano inferior constituyen las energías del tercer aspecto, el aspecto Espíritu Santo o Brahma. La energía del ser espiritual constituye la energía del segundo aspecto, la fuerza crística o búdica. La finalidad de la evolución, en la familia humana, es llevar esta fuerza crística o principio búdico a su plena manifestación en el plano físico, mediante la utilización de la triple envoltura inferior” (pp. 227 e.i).

Esto proporciona un panorama general del tema en consideración y también imparte los hechos elementales, sobre los cuales deben basarse nuestros pensamientos. Es evidente, por lo tanto, a medida que estudiamos lo precedente, que el aspirante debe hacer tres cosas:

Primero, aprender la naturaleza de las energías o [i571] pranas que han traído su creación mágica, el cuerpo físico, a la manifestación, o lo mantienen en tales condiciones que puede o no alcanzar rápidamente el objetivo espiritual de su alma. Esta lección implica:

a. Llegar a un conocimiento de esas fuerzas que son especialmente poderosas en su vida y que aparentan dirigir sus actividades. Esto le traerá el conocimiento de los centros de su cuerpo etérico que están despertando y de los que no lo están. Todos los aspirantes deben comprender esto antes de poder consagrarse al verdadero entrenamiento para el discipulado.

b. Captar la relación entre estas fuerzas de la naturaleza que ha tomado para su propio uso, y que constituyen la suma total de sus energías personal, mental, sensorial, vital, y esas mismas fuerzas que se hallan en el mundo natural y rigen la manifestación del Macrocosmos.

c. Aprender a trabajar con estas energías en forma inteligente para llevar a cabo tres acontecimientos:

  • Una armoniosa colaboración con su propio Ángel solar, a fin de que las fuerzas solares puedan imponer su ritmo sobre las fuerzas lunares.
  • Una inteligente respuesta y afiliación con el grupo de Trabajadores del Mundo, que en un momento dado han emprendido el trabajo de dirigir, por el poder del pensamiento, las fuerzas de la naturaleza y así llevan todo el cuerpo creador adelante, en línea con la intención divina.
  • La producción en el plano físico de una personalidad adecuada a su tarea creadora, capaz de adoptar esas formas de actividad que emanan [i572] de la mente, lo cual le permitirá llevar adelante el trabajo de los agentes dirigentes.

Segundo, aprender a vivir como alma y, por lo tanto, libre de identificación alguna con la naturaleza corporal. Esto traerá tres cosas:

a. La capacidad de penetrar en la consciencia de la cabeza, y desde ese punto elevado dirigir la vida del yo personal.

b. El poder pasar, a través de los distintos centros del cuerpo, esas fuerzas y energías universales necesarias para el trabajo mundial. Esto debe hacerse conscientemente y con pleno conocimiento de la fuente de donde provienen, de las modalidades de su actividad y del propósito para el cual deben ser utilizadas. Esto implica también saber qué fuerza está relacionada con un centro, y por consiguiente, implica la necesidad de desarrollar los centros, llevarlos a un estado de potencia y armonizarlos en un ritmo unificado.

c. La capacidad, por lo tanto, de trabajar a voluntad por intermedio de algún centro particular. Esto es solo posible cuando el alma puede morar como regente en el “trono entre las cejas”, y cuando el fuego kundalini ha sido elevado ocultamente. Este fuego tiene que ascender, a través de la red que separa un centro de otro, al “Centro Dorado de Poder”.

Tercero, estudiar las reacciones que puede producir sobre los demás cualquier energía que él exprese mediante su personalidad, o si es un iniciado, un trabajador

consciente del Plan, puede ser su privilegio utilizar o transmitir. Por un intenso estudio del [i573] “efecto” personal ejercido sobre sus semejantes, y mientras vive, piensa, habla y actúa entre ellos, aprende la naturaleza de ese tipo de fuerza que puede fluir a través de él. Por lo tanto, puede llegar a comprender su tipo, su cualidad, su fortaleza y su rapidez. Estas cuatro palabras merecen ser consideradas y dilucidadas:

A. El tipo de fuerza utilizado por el aspirante y un estudio de la misma, significará la fuente o entidad de la cual ha emanado. Un conocimiento de dicho tipo responderá a la pregunta: ¿en qué línea de energía y rayo se encuentra esta fuerza? Una cuidadosa observación sobre este aspecto del trabajo le indicará rápidamente al aspirante:

  1. Sobre qué plano está trabajando.
  2. La naturaleza de su rayo, rayo egoico y rayo de la personalidad. Solo el iniciado de tercer grado puede determinar su rayo monádico.
  3. El “tattva” especial, en el cual está implicado.
  4. El centro a través del cual puede estar transmitiendo la fuerza.

Es evidente, por lo tanto, que el estudio de los tipos de energía será de utilidad práctica y no dejará de considerar parte alguna de la naturaleza del estudiante. Reflexionen un momento sobre las lecciones que puede aprender el ser humano que somete la energía verbal, por ejemplo, al escrutinio del Regidor Interno, a quien -después de tomar parte en las conversaciones y comentarios de la vida diaria- se formula las preguntas siguientes. ¿Qué tipo de energía empleé hoy al hablar? ¿Qué fuerza utilicé en el contacto con mis semejantes? Tal vez quieran que ilustre esto. Trataré de hacerlo. Simplificaré todo aquello considerado abstruso y difícil. Que el estudiante se pregunte [i574] a sí mismo si la posición que mantuvo mentalmente y las palabras que pronunció en algún momento especial, fueron impulsadas por el deseo de imponer su voluntad sobre los oyentes. Esta imposición de su voluntad podría ser correcta o incorrecta. Si fue correcta, significa que habló bajo el impulso de su voluntad espiritual, que sus palabras estarían de acuerdo con el propósito e intención de su alma y regidas por el amor y, por lo tanto, deberían ser constructivas, provechosas y paliativas. Entonces, su actitud sería de desapego y sin ningún deseo de aprisionar la mente de su hermano. Pero, si sus palabras fueron inducidas por propia voluntad y por el deseo de imponer sus ideas sobre otras personas y destacarse ante su presencia u obligarlas a estar de acuerdo con sus conclusiones, su método sería entonces destructivo, dominador, agresivo, violento, descortés, torpe e irritable, según sus tendencias e inclinaciones personales. Esto indicaría la utilización correcta o incorrecta de la fuerza de primer rayo.

Si el tipo de fuerza que maneja es de segundo rayo, puede someterlo también a un análisis similar. Entonces hallará que está basado en el amor grupal, el servicio y la compasión, o en el anhelo egoísta de ser admirado, o en el sentimentalismo y el apego. Sus palabras se lo revelarán si las estudia cuidadosamente. Del mismo modo, si utiliza la fuerza de tercer rayo en forma personal, será tortuoso en sus proposiciones, sutil y avieso en sus argumentos, manipulará las relaciones con sus semejantes, interferirá en todo, tratará de arreglar el mundo, manejará las vidas de otras personas, o tomará tan firmemente las riendas del gobierno, en beneficio personal, que sacrificará todo y a todos para sus propios fines. Sin embargo, si es un verdadero discípulo y aspirante, trabajará con el Plan y manejará la fuerza de tercer rayo para llevar a cabo los propósitos amorosos de la Realidad espiritual. Será activo y su palabra transmitirá [i575] la verdad, la cual conducirá a ayudar a otros, porque serán sinceras y ecuánimes.