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EL CAMINO DEL DISCÍPULO

Se denomina mago blanco a aquel que, mediante el alineamiento consciente con su ego, su “ángel”, es receptivo a sus planes y propósitos y, por lo tanto, capaz de recibir impresión superior. Debe recordarse que -si bien la magia actúa de arriba abajo y es resultado de la vibración solar, no de los impulsos que emanan de alguno de los pitris lunares-, el descenso de la energía impresora del pitri solar es el resultado de su recogimiento interno, de la inhalación de sus [i61] fuerzas, antes de ser enviadas en forma concentrada a su sombra, el ser humano, y de su constante meditación sobre el propósito y el plan. Será útil que el estudiante recuerde aquí que el ego (así como el Logos) está en profunda meditación durante todo el ciclo de encarnación física. Esta meditación es de naturaleza cíclica, pues el pitri involucrado proyecta hacia su “reflejo” corrientes rítmicas de energía, que son reconocidas por el ser humano implicado como sus impulsos superiores, sueños y aspiraciones. Por lo tanto, es evidente la razón por la cual quienes trabajan en magia blanca son siempre seres avanzados y espirituales, pues el “reflejo” pocas veces responde al ego o ángel solar, hasta haber transcurrido muchos ciclos de encarnación. El pitri solar se comunica con su “sombra” o reflejo, por medio del sutratma, que desciende a través de los cuerpos, hasta un punto de entrada en el cerebro físico, si así puedo expresarlo, pero el ser humano no puede aún concentrarse ni ver con claridad hacia ninguna dirección.

Si mira hacia atrás ve únicamente las nieblas y los miasmas de los planos de la ilusión, y le resulta de poco interés. Si mira hacia adelante ve una luz distante que lo atrae, pero aún no puede percibir lo que revela esa luz. Si mira en torno suyo solo ve formas cambiantes y la sucesión de acontecimientos de la vida de la forma. Si mira internamente percibe las formas proyectadas por la luz, y se da cuenta de que hay muchos obstáculos que deben ser eliminados, antes de poder alcanzar la luz que ve a lo lejos, y luego que esta penetre en él. Entonces podrá conocerse como la luz misma, caminar en esa luz y transmitirla a otros.

Quizás sea aconsejable recordar que la etapa del discipulado es, en muchos sentidos, la parte más difícil de toda la escala de evolución. El ángel solar está en incesante y profunda meditación. Los impulsos de energía que emanan de él aumentan su grado de vibración y son [i62] cada vez más poderosos. La energía afecta progresivamente las formas a través de las cuales el alma procura expresarse y controlar.

Esto me lleva a considerar el séptimo punto que traté en mi anterior análisis de la Regla Uno. Dije que “la meditación del alma es de naturaleza rítmica y cíclica, como lo es todo en el cosmos. El alma respira y su forma vive por ello”. La naturaleza rítmica de la meditación del alma no debe ser pasada por alto en la vida del aspirante. Hay un flujo y reflujo en toda la naturaleza, y en la marea del océano vemos la maravillosa representación de una ley eterna. A medida que el aspirante se ajusta a las mareas de la vida del alma, empieza a darse cuenta de que existe un constante flujo, vitalización y estímulo, seguido por el reflujo inevitable y seguro de las inmutables leyes de la fuerza. Este flujo y reflujo puede verse actuar en los procesos de la muerte y de la reencarnación. También se puede ver en el proceso de las vidas del ser humano, porque algunas vidas son aparentemente pasivas e intrascendentes, lentas e inertes, desde el ángulo de la experiencia del alma, mientras que otras son vibrantes, plenas de experiencia y desarrollo. Esto deben recordarlo todos los trabajadores cuando procuran ayudar a otros a vivir correctamente. ¿Se hallan estos en el reflujo, o están sometidos a la afluencia de la energía del alma? ¿Pasan por un período de pasividad temporal, preparatorio de un mayor impulso y esfuerzo, donde el trabajo que debe realizar consiste en el fortalecimiento y la estabilización, con el objeto de capacitarse para poder “permanecer en el ser espiritual”, o están sometidos a un influjo cíclico de fuerzas? En este caso el trabajador debe ayudar a dirigir y utilizar la energía, pues si está mal dirigida, terminará arruinando vidas, pero si es utilizada sabiamente, dará como resultado un servicio pleno y fructífero.

Quien estudia a la humanidad puede también aplicar dichos pensamientos a los grandes ciclos raciales, y así descubrirá muchas cosas que son de gran interés. Estos impulsos cíclicos son también más frecuentes, rápidos y fuertes, en la vida del discípulo que en la vida del humano común, algo muy importante [i63] para nosotros, los cuales alternan con penosa rapidez. La conocida experiencia del místico en la montaña y en el valle, es solo una forma de expresar este flujo y reflujo. A veces el discípulo camina en la luz del sol y otras en la oscuridad; unas veces conoce la alegría de la plena comunión y otras todo es oscuro y estéril; otras veces su servicio es una experiencia satisfactoria y fructífera, y cree que realmente puede ayudar, pero en otros casos siente que no tiene nada que dar y que su servicio es infecundo y sin resultado. Hay días en que todo lo ve claro y tiene la sensación de estar en la cima de la montaña, contemplando un paisaje bañado por el sol, donde todo se presenta nítido ante su vista. Sabe y siente que es un hijo de Dios; sin embargo, después descienden las nubes, pierde toda su seguridad y le parece no saber nada. Camina a la luz del sol, está abrumado por la luminosidad y el calor de los rayos solares y piensa cuánto tiempo durará esta experiencia desigual y este violento alternar de opuestos.

No obstante, una vez captado el hecho, observa el efecto de los impulsos cíclicos y de la meditación del alma sobre su naturaleza-forma, se le aclara el significado, comprende que el aspecto-forma falla en responder, y su reacción a la energía es despareja. Entonces aprende que, cuando pueda vivir en la consciencia del alma y alcanzar a voluntad esa “altitud elevada” (si puede expresarse así), las fluctuaciones de la vida-forma ya no lo afectarán. De este modo percibe el estrecho sendero del filo de la navaja que lo lleva desde el plano de la vida física al reino del alma, y descubre que, cuando pueda hollar el sendero con firmeza, será conducido fuera del mutable mundo de los sentidos, hacia la clara luz del día y al mundo de la realidad.

El aspecto-forma de la vida se convierte entonces para él en [i64] el campo de servicio y no en el de la percepción sensorial. El estudiante debe reflexionar sobre esta última frase y tratar de vivir como alma. Él mismo es responsable de los impulsos cíclicos emanados del alma, y entonces se conoce a sí mismo como la causa iniciadora y no está sujeto a los efectos.

Visto desde otro ángulo tenemos dos factores, el aliento y la forma a la que el aliento energiza e impele a la actividad. Un estudio detenido evidenciará que, durante innumerables eones, nos identificamos con la forma y hemos acentuado los efectos de la actividad impartida, pero no comprendimos la naturaleza del aliento ni conocimos la naturaleza del Uno que respira. Ahora nos ocuparemos en este estudio de ese Uno, Quien, al respirar rítmicamente, impelerá a la forma a una correcta acción y control. Tal es nuestro objetivo y meta. Sin embargo, es necesaria la correcta comprensión si queremos apreciar inteligentemente nuestra tarea y sus efectos.

Mucho más puede decirse respecto a esta regla, y ya se ha dado bastante material para ser considerado por el aspirante común al discipulado, y sobre lo cual basar su acción. La mayoría de nosotros somos aspirantes comunes, ¿no es verdad? Si nos consideramos bajo otro aspecto, nos separamos de los demás y somos culpables del pecado de la separatividad -el único verdadero.

Una apreciación de los pensamientos mencionados debería dar al aspirante cierta comprensión del valor de su trabajo de meditación, en tanto que la idea de la respuesta cíclica al impulso del alma, se halla detrás de las actividades de la meditación matutina, del recogimiento del mediodía y de la recapitulación vespertina. En los dos aspectos de la Luna nueva y la Luna llena, tenemos un mayor flujo y reflujo. Tengan esto presente.

¡Que haya un constante y pleno fluir de fuerzas cíclicas, desde el reino del espíritu, sobre cada uno de nosotros, llamándonos al reino de la luz, del amor y del servicio y evocando en cada uno [i65] una respuesta cíclica! ¡Que haya un constante intercambio entre quienes enseñan y el discípulo que busca instrucción!

Será necesario realizar un gran trabajo preliminar. El discípulo en el plano físico y el instructor interno (sea uno de los Grandes Seres o el “Maestro en el Corazón”) necesitan conocerse y acostumbrarse a sus propias vibraciones. Hay muchas cosas contra las cuales deben luchar los instructores en los planos internos, debido a la lentitud de los procesos mentales de los estudiantes en cuerpo físico. Pero la confianza y la fe establecerán la correcta vibración, lo cual finalmente producirá un trabajo exacto. La falta de fe, de tranquilidad, de dedicación y la inquietud emocional, obstaculizarán. Quienes actúan en el aspecto interno necesitan mucha paciencia para trabajar con las personas, pues carecen de mejor material. Una imprudencia física puede impedir al cuerpo físico ser receptivo; una preocupación o ansiedad puede hacer vibrar el cuerpo astral a un ritmo que imposibilite la buena recepción del propósito interno; el prejuicio, la crítica y el orgullo, pueden inutilizar el cuerpo mental. Quienes aspiran a este difícil trabajo, deben observarse a sí mismos con mucho cuidado y mantener la paz y la serenidad interna y la elasticidad mental, que les permita ser de alguna utilidad para proteger y guiar a la humanidad.

Por lo tanto, se pueden dar las siguientes reglas:

1. Es esencial hacer un esfuerzo para llegar a una absoluta pureza de móvil.

2. Poseer la capacidad de penetrar en el silencio de los altos lugares. La quietud de la mente depende de la ley del ritmo. Si vibramos en muchas direcciones y registramos los pensamientos que vienen de todas partes, esta ley no los afectará. Se debe restablecer la estabilidad y el aplomo antes de lograr el equilibrio. La ley de vibración y el estudio de la sustancia atómica están estrechamente [i66] entrelazados. Cuando se tenga un mayor conocimiento sobre estos átomos y su acción, reacción e interacción, las personas podrán controlar sus cuerpos científicamente, sincronizando las leyes de la vibración y del ritmo. Son las mismas, aunque no iguales, y constituyen fases de la ley de gravedad. La Tierra es una entidad que, por la fuerza de la voluntad, retiene todas las cosas en sí misma. Esta cuestión es muy confusa y poco se conoce sobre ella. La inhalación y la exhalación de la entidad de la Tierra afectan poderosamente a la vibración -la vibración de la materia en el plano físico. Existe una conexión entre esto y la Luna. Esos miembros de la humanidad que se hallan especialmente bajo la influencia lunar, responden más que otros a esta atracción, y resulta difícil utilizarlos como transmisores. Debe cultivarse el silencio que proviene de la calma interna. Se recomienda a los aspirantes recordar que llegará el momento en que también ellos formarán parte del grupo de instructores en el aspecto interno del más allá. Si para entonces no han comprendido aún el silencio que proviene de la fortaleza y del conocimiento, ¿cómo podrán soportar la carencia de comunicación y descubrir lo que existe entre ellos y quienes están “en el aspecto externo”? Por lo tanto aprendan a guardar silencio, de lo contrario la utilidad a prestar será obstaculizada por la inquietud astral cuando se encuentren al otro lado de la muerte.

3. Recuerden siempre que el desasosiego de la vida diaria impide a los instructores de los niveles egoicos llegar a ustedes. Procuren permanecer serenos durante el transcurso de la vida, y mantener la calma interna en el trabajo y en el esfuerzo, en los afanes y en las aspiraciones. Retráiganse constantemente en el trabajo interno, cultivando la respuesta a los planos superiores. Los Maestros necesitan un perfecto y constante aplomo interno, de parte de quienes tratan de utilizar, aplomo que mantiene la visión, mientras desempeña su trabajo externo en el plano físico, con la concentrada atención del cerebro físico, sin ser desviada en manera alguna por la receptividad interna. Esto involucra una doble actividad. [i67]

4. Aprendan a controlar el pensamiento. Es necesario vigilar lo que se piensa. Estos son días en que toda la raza está llegando a ser sensible y telepática y a responder al intercambio mental. Se acerca el momento en que los pensamientos serán de propiedad pública y se presentirá lo que los demás piensan. Por lo tanto, el pensamiento debe ser cuidadosamente vigilado. Quienes hacen contacto con las verdades superiores y son sensibles a la Mente Universal, tienen que proteger algunos de sus conocimientos de la intromisión de otras mentes. Los aspirantes deben aprender a inhibir ciertos pensamientos y evitar que algunos conocimientos se filtren en la conciencia pública, cuando están en contacto con sus semejantes.

Es de interés vital valorar el significado de las palabras “no disipa su fuerza”. Existen muchas líneas de actividad a las cuales puede entregarse el discípulo inspirado por el alma. Es muy difícil tener la seguridad de cuáles son las diferentes líneas de actividad a seguir, pues todo aspirante conoce la incertidumbre. Presentaremos el problema en forma de pregunta, ubicándolo en el plano del esfuerzo diario, pues no estamos aún en posición de comprender en qué forma el alma puede “disipar sus fuerzas” en los planos superiores.

¿Qué criterio puede aplicar el ser humano para saber cuál de las distintas actividades a emprender es la correcta? En otras palabras, ¿existe un algo revelador que permite al ser humano, inequívocamente, elegir la actividad correcta y seguir el camino correcto? La pregunta no se refiere a la elección entre el sendero del esfuerzo espiritual y el camino del ser mundano, sino a la correcta acción cuando lo enfrenta la elección.

Sin duda, el ser humano durante su progreso enfrenta diferenciaciones cada vez más sutiles. La cruda discriminación entre el bien y el mal, que preocupa al alma infantil, es seguida por las diferenciaciones más sutiles de lo correcto o más correcto, elevado o más elevado, y los [i68] valores morales o espirituales deben enfrentarse con la percepción espiritual más meticulosa. En la tensión, en los afanes de la vida y en la constante presión sobre cada uno de quienes constituyen su grupo, la complejidad del problema llega a ser muy grande.

Al resolver estos problemas, algunas amplias discriminaciones pueden preceder a las más sutiles, y cuando se toman estas decisiones, entonces las más sutiles pueden reemplazarlas. La elección entre la acción egoísta y la altruista es la más fácil a seguir al elegir entre lo correcto y lo incorrecto, y fácilmente es determinada por el alma honesta. Una elección que involucra la discriminación entre el beneficio individual y la responsabilidad grupal, elimina rápidamente otros factores, y esto resulta fácil para el ser humano que se hace cargo de su debida responsabilidad. Observen las palabras “debida responsabilidad”. Estamos considerando al ser humano normal y sensato y no al fanático, excesivamente escrupuloso y morboso. Luego viene la diferencia entre lo conveniente, implicando los factores de las relaciones comerciales y financieras del plano físico, conducente a una consideración del máximo bien para todos. Después de haber llegado a cierta posición, debido a este triple proceso eliminativo, surgen casos donde hay que hacer aún una elección, donde ni el sentido común ni la lógica ayudan, ni tampoco la razón discriminadora. Solo está presente el deseo de hacer lo correcto; la intención es actuar más elevada posible y tomar la línea de acción que produzca el máximo bien para el grupo, independientemente de toda consideración personal. Sin embargo, no se percibe la luz en el sendero a seguir; tampoco se reconoce la puerta que se debe atravesar, permaneciendo el ser humano en un estado de constante indecisión. ¿Qué se debe hacer entonces? Una de estas dos cosas:

Primero, el aspirante puede seguir su inclinación y elegir esa línea de acción que le parece más inteligente y mejor. Esto involucra la creencia en la actuación de la Ley del Karma y también [i69] una demostración de esa firme decisión, que es la mejor forma en que su personalidad puede aprender a ajustarse a las decisiones de su propia alma. También implica la capacidad de seguir adelante sobre la base de la decisión tomada, y así atenerse a los resultados, sin malos presentimientos ni vanas lamentaciones.

Segundo, basado en un sentido interno de orientación, el aspirante puede esperar, sabiendo que a su debido tiempo comprobará, al cerrar todas las puertas menos una, cuál es el camino a seguir. Existe solo una puerta abierta por la que él puede pasar. Es necesaria la intuición para reconocerla. En el primer caso, se pueden cometer errores, y por medio de estos el ser humano aprende y se enriquece; en el segundo, son imposibles los errores y solo puede emprenderse la acción correcta.

Por lo tanto, es evidente que todo se reduce a una comprensión de nuestro lugar en la escala de la evolución. Solo el ser humano altamente evolucionado puede conocer los momentos y las temporadas, y discernir adecuadamente la diferencia sutil entre una tendencia psíquica y la intuición.

Al considerar estas dos formas de llegar a una decisión final, el ser humano que emplea su sentido común y toma una línea de acción basada en el empleo de la mente concreta, no debe practicar el método superior de esperar a que se abra una puerta. Espera demasiadas cosas en el lugar en que se encuentra. Debe aprender a resolver sus problemas por la acertada decisión y el correcto empleo de la mente. Progresará mediante dicho método, pues las raíces del conocimiento intuitivo están arraigadas hondamente en el alma y, por consiguiente, debe establecer contacto con el alma antes de poder actuar la intuición. Solo se dará una sugerencia: la intuición concierne siempre a la actividad grupal y no a los pequeños asuntos personales. Si usted está centrado en la personalidad debe reconocerlo y regir sus acciones con las facultades de que dispone. Si sabe que actúa como alma y se sumerge en el interés de los demás y no está obstaculizado por el deseo egoísta, entonces [i70] cumple con la obligación que le corresponde, se hará cargo de su responsabilidad, lleva a cabo su trabajo grupal y se le abre el camino mientras desempeña la tarea que tiene por delante y cumple con su deber más inmediato. Del deber cumplido esmeradamente, surgirán esos deberes mayores que llamamos trabajo mundial; de llevar la carga de la responsabilidad de la familia se fortalecerán nuestros hombros y nos permitirá soportar las del grupo mayor. ¿Cuál es entonces el criterio?

Para el aspirante de grado superior, repito, la elección de la forma de actuar depende del sensato uso de la mente inferior, el empleo de un sólido sentidocomún y el olvido del bienestar egoísta y la ambición personal. Esto conduce al cumplimiento del deber. El discípulo debe llevar a cabo, necesaria y automáticamente, todo lo antedicho y además utilizar la intuición, que le revelará el momento en que puede hacerse cargo de las responsabilidades grupales más amplias, simultáneamente con las del grupo menor. Reflexionen sobre esto. La intuición no revela la forma en que puede fomentarse la ambición, ni la manera en que se puede satisfacer el deseo de avance egoísta.