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EL CAMPO DE BATALLA EN EL PLANO ASTRAL

Comenzaremos el estudio y la consideración de la séptima Regla de la Magia. Hemos terminado el estudio de las seis anteriores que tratan específicamente del trabajo en el plano mental, y tienen valor práctico únicamente para quienes empiezan a utilizar el poder de la mente en el trabajo mágico de creación.

Es interesante observar a este respecto que, mientras la humanidad va adquiriendo su herencia mental, surge simultáneamente una creciente tendencia hacia el trabajo mágico. En todas partes crecen escuelas de realización cuya expresa intención consiste en crear esas condiciones naturales por las cuales el ser humano puede obtener lo que considera admirable y aconsejable. Los libros sobre el tema de la mente creadora abarrotan las librerías. Las polémicas sobre la fuerza que subyace detrás de las artes creadoras se consideran de vital interés. Los psicólogos se ocupan ampliamente de este asunto, aunque en la actualidad el ideal es visto casi totalmente en términos del plano físico; sin embargo, todo indica una actividad vibratoria en el alma del mundo, a medida que se expresa a través de la humanidad y surge del reino mental. Los precursores de la raza, los pensadores más destacados y los trabajadores creadores de la humanidad, solo son sensitivos que responden más fácilmente a los impulsos mentales. Hasta ahora constituyen una minoría; gran parte de la gente responde a las fuerzas y vibraciones que emanan del plano de las emociones y del deseo. Sin embargo, va despertando un mayor

número de personas, y el significado de las seis primeras Reglas de la Magia será cada vez más evidente.

[i220] Estas quince reglas se dividen en:

  1. Seis reglas en el plano mental.
  2. Cinco en el plano astral o del deseo.
  3. Cuatro en el plano físico.

La idea principal que debe mantenerse en la mente, es que estas reglas se limitan al empleo de la energía en los tres mundos y que esta energía es manejada conscientemente por el alma regente, o es impulsada a la actividad por la fuerza inherente a la materia de los tres mundos, independientemente del alma. En este caso, la persona es víctima de las energías de sus propias formas y del aspecto materia de toda manifestación. En el otro, es el regidor inteligente que controla su propio destino e impulsa a las energías inferiores a adquirir formas y a iniciar actividades, mediante el poder de sus impulsos mentales y la atención enfocada de su propia alma. En las seis reglas ya consideradas, surgen una o dos ideas con mayor claridad, y podrían resumirse en los términos siguientes:

Regla Uno -Recogimiento, trae como resultado concentración.

Regla Dos -Respuesta, trae como resultado interacción entre lo superior y lo inferior.

Regla Tres -Radiación, trae como resultado enunciación.

Regla Cuatro -Respiración, trae como resultado trabajo creador.

Regla Cinco -Reunión, trae como resultado unificación.

Regla Seis -Reorientación, trae como resultado una visión clara del Plan.

Los estudiantes deberían considerar estas relaciones y desarrollar la síntesis subyacente.

En esta regla está sintetizada la función y el problema del plano astral. Obsérvense los términos empleados en las breves frases siguientes:

  1. El plano de las fuerzas duales.
  2. El plano de los dos senderos.
  3. El plano donde se busca el poder vital. [i221]
  4. El plano de los polos vibratorios.
  5. El plano donde se hace una elección.

Una de las cosas más vitales para todo aspirante es aprender a comprender el plano astral, entender su naturaleza y permanecer apartado de él, y luego trabajar en él. En esta instrucción trato de dar una enseñanza clara sobre este plano, porque cuando el ser humano puede “ver” en el plano astral, alcanzar el equilibrio y mantenerse firme en medio de sus fuerzas vibratorias, en ese momento está preparado para la iniciación.

Primero, reunamos algunos de los términos que se usan para describir esta esfera del Ser divino, donde la persona debe identificarse primeramente consigo mismo, penetrar hasta el centro, traspasar su velada ilusión y oportunamente, permanecer equilibrado, incólume, desapegado, exento de influencias y libre.

El término “astral”, tan empleado, en realidad está mal aplicado. H.P.B. tuvo básicamente razón cuando lo empleó en conexión con el plano etérico o vital del plano físico. Cuando se hace contacto con el mundo etérico, la primera impresión recibida es siempre la de una luz estelar que brilla y centellea. Sin embargo, la palabra se identificó gradualmente con kama o deseo, y fue aplicada al plano de la reacción emocional.

Es interesante observar esto, pues es un ejemplo del efecto del plano astral sobre el cerebro humano, que en su ignorancia invierte la realidad y ve las cosas en sentido invertido. Cuando el plano astral es nítidamente visto por primera vez por el “ojo abierto” del aspirante, es como una densa niebla, confusión, formas cambiantes, colores que se interpenetran y entremezclan, y de una apariencia tan caleidoscópica que la empresa parece desesperadamente abrumadora. No es luminoso, estelar o claro. Aparentemente es un desorden impenetrable, pues constituye el lugar de encuentro de las fuerzas. Debido a que las fuerzas [i222] están también desordenadas en el propio cuerpo del aspirante, se mezclan con el caos que lo circunda, al extremo de que al principio le es casi imposible al alma observadora disociar su propio mecanismo astral del mecanismo astral de toda la humanidad y del mecanismo astral del mundo.

Una de las primeras cosas que debe aprender el aspirante es disociar, en sentido emocional, su propia aura de lo que la circunda, y esto lleva mucho tiempo aprenderlo. Por esta razón, una de las primeras condiciones cualitativas del discipulado es la discriminación, pues por el uso de la mente, como analizadora y separadora, se llega a controlar el cuerpo astral.

Segundo, el plano astral es el de la ilusión, del espejismo y de la realidad distorsionada. La razón de esto estriba en que todo el mundo trabaja con materia astral, y la potencia del deseo humano y mundial produce esa constante “exteriorización de la imaginación” y construcción de formas que provocan efectos muy concretos de materia astral. Los deseos individuales, nacionales, raciales y de toda la humanidad, más el deseo instintivo de todas las vidas subhumanas, causan el cambio y el movimiento incesantes de la sustancia del plano; existe una continua construcción de formas pasajeras, unas de rara belleza, otras exentas de ella, y una vitalización de su creador por la energía astral. Agréguese a estas formas el escenario persistente y creciente denominado “registro akáshico”, que contiene historia emocional del pasado, y también las actividades de las vidas desencarnadas que atraviesan el plano astral, ya sea al encarnar o desencarnar; añádase el potente deseo purificado e inteligente de todas las Vidas superhumanas, incluyendo las de la oculta Jerarquía planetaria, y la suma total de estas fuerzas existentes se verá que es estupenda. Todas actúan sobre, alrededor y a través de cada ser humano, y de acuerdo a la calidad de su cuerpo físico y a la condición de sus centros, [i223] así será su respuesta. A través de este panorama ilusorio, el aspirante debe abrirse camino, encontrar la clave o hilo que lo conducirá fuera del laberinto, y aferrarse a cada pequeño fragmento de realidad, a medida que se le presenta, aprendiendo a distinguir la verdad de la ilusión, lo permanente de lo transitorio y lo real de lo irreal. Como lo expresa El Antiguo Comentario:

“Que el discípulo se aferre a la cola de la serpiente de la sabiduría, y asiéndola con firmeza, que la siga hasta el centro más profundo del Aula de la Sabiduría. Que no se engañe y caiga en la trampa que la serpiente de la ilusión le ha preparado, que cierre sus ojos al colorido arabesco de su piel, y sus oídos a la melodía de su voz. Que perciba la joya engarzada en la frente de la serpiente, a cuya cola se aferra, y por su radiación atraviese las cenagosas aulas de maya.”

Ningún espejismo ni ilusión pueden retener durante mucho tiempo al ser humano que se ha dedicado a la tarea de hollar el sendero del filo de la navaja que lo conduce, a través de la maraña y de la tupida selva, a través de las profundas aguas del infortunio y la angustia, a través del valle del sacrificio y de las montañas de la visión, al portal de la Liberación. A veces viajará en la oscuridad (y la ilusión de la oscuridad es muy real); otras en una luz tan deslumbrante y ofuscadora que apenas verá el camino que tiene por delante; sabrá de la vacilación en el sendero y el caer bajo la fatiga del servicio y de la lucha; podrá desviarse momentáneamente y errar por las sendas perdidas de la ambición, del interés personal y de la atracción de lo material, pero el lapso será breve. Nada en el cielo ni en el infierno, en la tierra ni en ninguna otra parte, podrá impedir el progreso del ser humano que ha despertado de la ilusión, ha vislumbrado la realidad más allá del espejismo del plano astral, y ha oído, aunque sea una sola vez, el toque de clarín de su propia alma.

El plano astral es también el Kurukshetra, tanto de la [i224] humanidad como de la unidad individual humana. Es el campo de batalla en que hallará su Waterloo todo aspirante. En determinada vida llega una crisis emocional donde se toma una acción decisiva y el discípulo prueba el control de su naturaleza emocional. Esto puede ser una prueba grande y vital; abarcará un breve período, pero exigirá todos los recursos de su sabiduría y pureza, o quizás constituya una tensión emocional, prolongada y continua, durante muchos años. Pero en el logro del éxito y en la realización de la clara visión y el correcto discernimiento (mediante la correcta discriminación), el discípulo testimonia su capacidad para la segunda iniciación.

Quisiera señalar que esta es la prueba y la crisis por la que está pasando ahora la humanidad, y empezó en esas condiciones que culminaron en la guerra mundial y en la actual tensión del mundo. La primera iniciación de la humanidad, como entidad, tuvo lugar cuando fue posible la individualización, y el alma nació en el cuerpo de la humanidad. Esto fue precedido por un período de espantosa dificultad y tensión, vagamente percibido por los precursores del reino humano, cuando salieron de las filas de los homo animales. Si esta crisis se pasa con éxito, tendrá como resultado la segunda iniciación de la humanidad -el paso a través del bautismo y la entrada en la corriente. De manera que la guerra mundial, y sus efectos resultantes, constituyen el Kurukshetra del Arjuna mundial, y el resultado está aún en la balanza. Esto no debe olvidarse. Sin embargo, no existe motivo para ser pesimista. El buen resultado es inevitable. Por lo tanto, es cuestión de una lenta o rápida comprensión y liberación de la gran ilusión mundial, y se requiere que cada aspirante trabaje arduamente y preste su ayuda para este fin. Todo aquel que se libera a sí mismo, ve con claridad, se libra del espejismo de la ilusión y ayuda en el Gran Trabajo.

[i225] También el plano astral es donde los pares de opuestos actúan e interactúan y se siente con mayor potencia la atracción de las grandes dualidades. La interacción se efectúa, en primer lugar, entre el alma y su vehículo, la materia, pero existen numerosas dualidades menores que desempeñan su parte y son más fácilmente reconocidas por el individuo común.

La luz y la oscuridad interactúan, como lo hacen el placer y el dolor; el bien y el mal se encuentran y forman el campo de recreo de los Dioses, y la pobreza y la riqueza se contrarrestan mutuamente. Toda la situación económica moderna es de naturaleza astral, resultado del deseo y del empleo egoísta de las fuerzas de la materia. El calor y el frío, tal como entendemos los términos, son en forma muy peculiar resultado de la interacción de los pares de opuestos, y una interesante línea del estudio esotérico trata de los efectos producidos por las emociones raciales en las condiciones climáticas. Ciertamente en un sentido significativo conformamos nuestro clima. Cuando el deseo se haya consumido, llegará a su fin la vida planetaria, pues las condiciones climáticas imposibilitarán la vida de la forma tal como la comprendemos.

Respecto a la unidad humana, el secreto de la liberación reside en equiparar las fuerzas y equilibrar los pares de opuestos. El sendero es una línea estrecha entre estos pares de opuestos que el aspirante descubre y huella, sin desviarse a la derecha ni a la izquierda.

Debe recordarse siempre que, cuando el ser humano discierne sobre los pares de opuestos, equilibra las fuerzas de su propia naturaleza, descubre el sendero y se convierte en el sendero, entonces puede trabajar con las fuerzas del mundo, equiparar y equilibrar las energías de los tres mundos y convertirse en un colaborador de los Maestros de Sabiduría. Oremos y esperemos que esto sea el resultado práctico de nuestra comprensión de la naturaleza del campo de batalla del plano astral.

 

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