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LA ENERGÍA ASTRAL Y EL TEMOR

LA ENERGÍA ASTRAL Y EL TEMOR

[i293] El tema a considerar es de aplicación sumamente práctica, por tratarse del cuerpo astral -cuerpo en el que el ser está más polarizado y del que es más potentemente consciente-. En realidad el cuerpo etérico está bajo el umbral de la consciencia. Los seres humanos son inconscientes del paso de las fuerzas a través de este vehículo, pero se acercan más a su reconocimiento cuando hablan en términos de vitalidad o carencia de ella. El cuerpo físico hace sentir su presencia cuando algo anda mal o desea satisfacer uno de sus apetitos. Sin embargo, la situación cambia respecto al cuerpo astral, porque es el vehículo de experiencia para la mayoría, y la mayoría pasa gran parte de su vida consciente, registrando las reacciones de dicho cuerpo y vibrando entre dos polos, la felicidad y el sufrimiento, la satisfacción y el descontento, la seguridad y la duda, el valor y el temor. En verdad, esto significa que la fuerza inherente y la vida del vehículo emocional sensorial rigen la expresión de la vida y moldean la experiencia del alma encarnada. Por lo tanto, es de valor comprender algo respecto a estas fuerzas, de dónde proceden y cómo actúan y reaccionan en el ser. Ahí está su campo de batalla y también su campo de victoria.

Para comenzar conviene tener presente que toda energía astral es parte de la energía astral del sistema solar y que, por consiguiente:

  1. El cuerpo sensorial de un ser humano es un átomo de sustancia en el cuerpo sensorial del Logos planetario.
  2. El cuerpo sensorial (término que prefiero al de astral, y que continuaré empleando) del Logos [i294] planetario, es un aspecto -no un átomo- del cuerpo sensorial del Logos solar.
  3. Este a su vez es un canal para las fuerzas sensoriales que emanan de grandes centros de energía totalmente fuera de nuestro sistema solar y bajo su influencia.

Si se tiene presente lo anterior, se evidenciará que el ser humano, por ser solo un diminuto fragmento de una totalidad mayor que, a su vez, está incorporada a un vehículo aún más vasto, es el campo donde se encuentran fuerzas mayores y más diversificadas de lo que su cerebro puede reconocer. De ahí la complejidad de su problema y todas las posibilidades que surgen de esas expansiones de consciencia que llamamos iniciación. Toda corriente de energía que pasa por su cuerpo de deseos y reacción sensorial, es solo un sendero que lo conduce a contactos y conocimientos cada vez más amplios. Ello constituye también una protección para la mayoría de los seres humanos, debido a que poseen aún un mecanismo inadecuado para el registro y la impresión de ese sinnúmero de posibilidades que ofrecen los canales de la comprensión. Hasta que el mecanismo mental no está suficientemente despierto y controlado, no le será posible al ser humano interpretar y utilizar correctamente la información que su cuerpo sensible de respuesta podría transmitirle, y afortunadamente aún no lo hace.

Aparte de la constante circulación, a través de su cuerpo astral, de energías planetarias, solares y cósmicas, todo ser humano ha extraído del gran Todo mayor la energía astral necesaria para construir su cuerpo astral individual separado, que responde a su nota específica, matizado por su cualidad particular y, limitado o no, de acuerdo al punto alcanzado en la etapa de evolución.

Esto constituye su “círculo infranqueable” astral, que define los límites de su respuesta emotiva a la experiencia de la vida, e [i295] incorpora a su cualidad la amplitud de su vida de deseo, pero al mismo tiempo es capaz de una enorme expansión, desarrollo, ajuste y control, por el impulso del cuerpo mental y del alma. También está sujeto a la actividad vibratoria, como resultado de la interacción entre el “círculo” y la experiencia de la vida en el plano físico; así se pone en movimiento la gran rueda de la experiencia que persistirá hasta ser conocidas y comprendidas las cuatro Nobles Verdades del Buda.

Este cuerpo astral contiene en sí la contraparte de los centros etéricos o laya, y a través de ellos las fuerzas y energías tratadas anteriormente pasan al cuerpo etérico. Estos centros llevan, a cada parte del organismo astral, energías de los siete planetas y del sol, poniendo así al ser humano en relación con todas las partes del sistema solar, y dando por resultado la determinación del destino humano, hasta elmomento en que se da cuenta de su herencia inmortal y llega a ser sensible a las fuerzas que hasta ahora la mayoría no conoce. Dichas fuerzas emanan de la forma. Esta es la razón por la cual un horóscopo frecuentemente es exacto en su pronóstico para quienes no han evolucionado ni están aún despiertos, siendo completamente erróneo y falso respecto al ser altamente evolucionado. El ser humano, en su conjunto, es producto de su cuerpo de deseos. Después, “como el ser humano piensa, así es él”. El cuerpo astral con sus anhelos, apetitos, modalidades, sentimientos y vehementes deseos, moldea el cuerpo físico mediante las fuerzas atractivas que fluyen a través de él, y lo llevan infaliblemente a satisfacer sus deseos. Si los apetitos de la naturaleza sensorial son predominantemente animales en su objetivo, tenemos al ser humano de fuertes apetitos, dedicando su vida a satisfacerlos. Si sus deseos son de bienestar y felicidad, tenemos a un ser humano sensual, amante de la belleza y las diversiones, regido casi completamente por el egoísmo. Lo mismo sucede con los innumerables tipos de deseo, buenos, malos [i296]  y comunes, hasta tener lugar esa reorientación que reenfoca en tal forma las energías astrales, que las encamina hacia otra dirección. Así el deseo se convierte en aspiración y el ser humano se libera de la rueda de nacimientos y de la necesidad de reencarnar. Entonces, el horóscopo, tal como se lo conoce, resultará fútil, falso e inútil, y la frase empleada comúnmente, aunque errónea, “el horóscopo del ego o alma” carece de sentido. El alma no tiene un destino individual, sino que está sumergida en el Uno. Su destino es el del grupo y el del Todo, su deseo es la elaboración del gran Plan, y su voluntad, la glorificación del Logos encarnado.

Quisiera sugerir a los estudiantes que procuren leer, si es posible, La Ciencia de las Emociones, de Bhagavan Das. Es un buen tratado sobre los cuerpos astral y sensorial y trata de los factores que conciernen más de cerca al aspirante, a medida que enfrenta el problema de comprender y controlar su naturaleza emocional, dominar la técnica del desarrollo, reorientarse hacia una experiencia más amplia y prepararse para las pruebas y expansiones de la segunda iniciación mayor -la del bautismo-, hasta entrar finalmente en la corriente. Metafóricamente hablando, la experiencia que tiene por delante en el sendero, está descrita en las siguientes frases esotéricas:

“Cuando la corriente entra en el Río de la Vida, su paso puede ser visto durante un breve instante, luego se pierde. Cuando las corrientes de la vida sensorial se encuentran donde el río circunda la base maciza de la montaña, entonces se ve una sola y vasta corriente que fluye hacia el norte.”

Es evidente esta simbología, y también se la puede aplicar para representar la afluencia de las dos corrientes -Ida y Pingala- y su fusión en el río de la energía que asciende hacia la cabeza. Allí está el lugar de encuentro, y también el sacrificio consumado en el Monte del Gólgota (el lugar de la calavera).

[i297] Al considerar el cuerpo sensorial de un ser humano, probablemente será de mayor utilidad si lo hago en términos de temperamento y expresiones comunes, porque solo al tratar sus efectos y procurar dominarlos, el ser humano llega al conocimiento de sí mismo y se convierte en Maestro. Las manifestaciones más comunes de la actividad astral son:

I. Temor.

II. Depresión o su polo opuesto, regocijo.

III. Deseo de satisfacer los apetitos animales.

IV. Deseo de felicidad.

V. Deseo de liberación. Aspiración.

Estas resumen prácticamente la mayoría de las experiencias sensoriales del ser humano, y las consideraremos cada una desde los siguientes ángulos:

  1. La causa.
  2. El efecto.
  3. El método de dirección.

Observarán que digo “método de dirección”, no método de control. Los aspirantes deben comprender que trabajan con las fuerzas y dentro de ellas, y que la actividad correcta o errónea del plano físico se debe simplemente a una buena o mala dirección de las corrientes de fuerza, y no a algo bueno o malo de las energías mismas.

I. Temor. Es una de las manifestaciones más comunes de la energía astral, y se la enumera primero porque constituye, para la mayoría, el Morador en el Umbral y, en último análisis, el mal astral básico. Todo ser humano conoce el temor; el alcance de las vibraciones del temor abarca desde los temores instintivos del ser humano salvaje, basados en su ignorancia de las leyes y fuerzas de la naturaleza, y en su terror a la oscuridad y a lo desconocido, hasta los temores, tan prevalecientes hoy,

de perder a los seres queridos, los amigos, la salud, la riqueza, el dinero, la popularidad, [i298] y así sucesivamente hasta los últimos temores del aspirante: temor al fracaso, temor arraigado en la duda, o al último rechazo o aniquilamiento, temor a la muerte (que comparte igualmente con toda la humanidad), temor a la gran ilusión del plano astral, a la fantasmagoría de la vida misma y además temor a la soledad en el sendero, hasta temer al temor mismo. Esta lista podría extenderse, pero es suficiente para indicar la prevalencia de toda índole de temores. Dominan la mayoría de las situaciones y oscurecen muchos momentos felices. Reducen al ser humano a un tímido y atemorizado átomo de vida sensorial, atemorizado ante los enormes problemas de la existencia, consciente de su insuficiencia como ser humano para resolver todas las situaciones, e incapaz de abandonar sus temores y dudas, y heredar la libertad y la vida. A menudo está tan embargado por el temor, que hasta teme perder la razón. Nunca podrá ser suficientemente descrito este panorama sombrío, porque el temor es la energía astral que predomina en la actualidad, y la humanidad sensible sucumbe demasiado fácilmente a él.

Se preguntarán: ¿cuáles son las causas fundamentales del temor? Esta pregunta, si la llevamos retrospectivamente hasta los orígenes de la historia esotérica del sistema solar, no tiene respuesta inteligible. Solo el iniciado avanzado puede comprenderla. El temor tiene sus raíces en la trama y urdimbre de la materia misma, y es por excelencia la formulación o efecto del principio mente y resultado de la actividad mental. El hecho de que las aves y los animales conozcan el temor, ubica el tema sobre una base más amplia que si solo se tratara simplemente de la debilidad humana y el resultado de la actividad del funcionamiento de la mente humana. No es algo que proviene del poder de razonar del ser humano, pero si empleara su razón en forma correcta, podría eliminar el temor. Reside en lo que se denomina mal cósmico -frase altisonante, pero que nada dice. Es inherente a la realidad de la materia y a la acción de los pares de opuestos -alma y materia-. Las almas sensoriales [i299] de los animales y de los seres humanos se dan cuenta subconscientemente de factores tales como:

  1. La inmensidad y, por lo tanto, la sentida opresión que ejerce el Todo.
  2. La presión de otras vidas y existencias.
  3. La actuación inexorable de la ley.
  4. La sensación de aprisionamiento, limitación y su consiguiente incapacidad.

En estos factores, que surgen del mismo proceso manifestado, y persisten y aumentan en potencia durante épocas, residen las causas de todo el temor moderno y la base de todo terror, primordialmente el estrictamente psicológico y no solo el temor instintivo del animal.

No tendría ninguna utilidad concretar la cuestión con mayor claridad. ¿De qué sirve decir que el temor es una cualidad del mal (o sea de la materia), que colora fundamentalmente o caracteriza al cuerpo sensorial o astral de nuestro Logos planetario? ¿Qué se obtendría si explicara el problema de esa gran Vida en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, a medida que Él, en su propio plano cósmico, busca la liberación y encara sus propias pruebas y experiencias peculiares? ¿Qué palabras adecuadas existen para describir la lucha cósmica entre esas Vidas de consciencias tan impersonales y excelsas, que las palabras “suyo, él o prueba” son irrisorias y no dan a entender ningún aspecto de la verdad ni de la realidad? El mal cósmico, la progresión cósmica o los problemas cósmicos, pueden muy bien dejarse para esa lejana época en que los aspirantes hayan recibido la tercera iniciación, perdido el sentido de separatividad y -identificados con el aspecto Vida y no con el aspecto forma- puedan penetrar hasta cierto punto en el estado de consciencia de nuestro Logos planetario, percibir su destino y tener una visión fugaz de la maravilla de la consumación.

En consecuencia, limitemos nuestra atención al ser humano y muy [i300] especialmente al individuo común, y veamos de dónde proceden las oleadas de temor que constantemente lo arrastran:

1. Temor a la muerte. Está basado en:

a. El terror, en el proceso final del desgarramiento en el acto de la muerte.

b. El horror a lo desconocido y a lo indefinido.

c. La duda respecto a la inmortalidad.

d. El pesar por tener que abandonar a los seres queridos o ser abandonado por ellos.

e. Las antiguas reacciones a las pasadas muertes violentas, arraigadas profundamente en el subconsciente.

f. El aferrarse a la vida de la forma, por estar principalmente identificados con ella en la consciencia.

g. Las viejas y erróneas enseñanzas referentes al cielo y al infierno, siendo ambas perspectivas desagradables para cierto tipo de personas.

Como conozco el tema, tanto por la experiencia en el mundo externo como por la expresión de la vida interna, diré: La muerte no existe. Como bien saben, hay una entrada en una vida más plena. Hay liberación de los obstáculos del vehículo carnal. El tan temido proceso de desgarramiento no existe, excepto en los casos de muerte violenta o repentina, entonces lo único desagradable es la sensación instantánea y abrumadora de peligro y destrucción inminentes, y algo que se parece a un shock eléctrico. Nada más. Para los no evolucionados, la muerte es un sueño y un olvido, porque la mente no está bastante despierta para reaccionar, y el archivo de la memoria está prácticamente vacío. Para el ciudadano común y bueno, la muerte es la continuidad en su consciencia del proceso de la vida, y lleva a cabo los intereses y tendencias de esa vida. Su consciencia y sentido de percepción son los mismos e invariables. No percibe mucha diferencia, está bien cuidado y, a menudo, no se da cuenta de que ha pasado [i301] por la muerte. Para el perverso y cruel egoísta, el criminal y esos pocos que viven únicamente para el aspecto material, se produce esa situación denominada “atados a la tierra”. Los vínculos que han forjado con la tierra, y la atracción hacia ella de todos sus deseos, los obliga a permanecer cerca de la misma y de su último medio ambiente terreno. Tratan desesperadamente, por todos los medios posibles, de ponerse en contacto y volver a penetrar en él. En contados casos, un gran amor personal por quienes han dejado, o el incumplimiento de un deber reconocido y urgente, mantienen a quienes poseen bondad y belleza, en semejante situación. Para el aspirante, la muerte es la entrada inmediata en una esfera de servicio y de expresión a que está muy acostumbrado, percibiendo enseguida que no es nueva. En las horas de sueño ha desarrollado un campo de servicio activo y de aprendizaje. Ahora sencillamente funciona en él durante las veinticuatro horas (hablando en términos de tiempo del plano físico) en vez de las breves horas de sueño en la tierra.

A medida que pasa el tiempo y antes de finalizar el próximo siglo, se comprobará que la muerte no existe tal como se la comprende ahora. La continuidad de consciencia será desarrollada tan ampliamente y tantos seres de tipo elevado actuarán simultáneamente en ambos mundos, que el antiguo temor desaparecerá y el intercambio entre el plano astral y el físico estará firmemente establecido y científicamente controlado, llegando a su fin, felizmente, la actuación de los médium de trance. La común y vulgar mediumnidad y las materializaciones controladas por los guías indios, son perversiones del intercambio entre los dos planos, como lo son las perversiones sexuales y la distorsión de la verdadera relación entre los sexos. No me refiero aquí al trabajo de los clarividentes, por pobre que sea, ni a la posesión del cuerpo por entidades de alta calidad, sino a [i302] los fenómenos desagradables de materialización, ectoplasma y al trabajo ciego e ignorante efectuado por antiguos y degenerados atlantes y almas aferradas a la tierra, tales como los guías comunes y el cacique indio. No hay nada que aprender de ellos, pero sí mucho que evitar. El reinado del temor a la muerte casi ha terminado, y entraremos pronto en un período de conocimiento y seguridad, que socavará la base de todos nuestros temores. Respecto al temor a la muerte, poco puede hacerse, excepto elevar el tema a un nivel más científico y, en este sentido, enseñar a las personas a morir. Existe una técnica de morir, así como existe una de vivir, pero se ha perdido en gran parte en Occidente y casi en Oriente, excepto en algunas agrupaciones en Oriente formadas por Conocedores. Quizás consideremos esto más adelante, y la idea de encarar este tema puede permanecer en la mente de los estudiantes que lo leen, y probablemente al estudiar, leer y pensar, quizás obtengan material de interés para ser recopilado y publicado.

2. Temor al futuro. Es un temor que todavía demuestra una creciente tendencia a desarrollarse y causará mucha angustia en el mundo antes de ser eliminado. Surge de tres facultades humanas:

a. Los hábitos de pensar, instintivos y psicológicos, profundamente arraigados en la naturaleza animal, y que se remontan al instinto primordial de autoconservación. Sin embargo, las razas primitivas tienen poco de esto. El estado mental que ve el futuro con anticipación es una característica predominantemente humana, estando ligado ese germen de la facultad imaginativa a los procesos mentales que, finalmente, se fusionarán en la meditación intuitiva, además de la visualización, verdadera base de todo trabajo creador. Por ahora, es una amenaza y un obstáculo. Antiguos sufrimientos, recuerdos espantosos, tormentos obsesivos, hondamente asentados en el subconsciente, surgen con frecuencia a la superficie y provocan una [i303] situación de temor y aflicción que ningún razonamiento es capaz de aquietar. Las facilidades de los medios de comunicación ponen a todo el mundo en relación con las tragedias, los dolores y sufrimientos de sus hermanos, a miles de kilómetros de distancia. La catástrofe económica de la época actual ha producido una condición de terror colectivo, y cuanto más sensible es el individuo, mayor es su reacción a este estado mental. Por lo tanto, el temor al futuro es una mezcla dolorosa de recuerdo instintivo e imaginación premonitoria, y pocos escapan a esta amenaza. La preocupación y la ansiedad constituyen el destino de todo ser humano, y no pueden ser ni serán contrarrestadas ni vencidas por ningún factor inferior al alma.

b. Los destellos de previsión, emanados del alma que mora en la consciencia del Eterno Ahora. Cuando se establece firmemente contacto con el alma y se estabiliza en el cerebro la consciencia del Conocedor, la previsión no nos causará terror. Entonces se verá el panorama en su totalidad, no como una vislumbre pasajera y fragmentaria, como sucede ahora. Aquí nuevamente el remedio es el mismo: el establecimiento de relaciones tan estrechas entre el alma y el cerebro, por medio de la mente entrenada y controlada, que la causa y el efecto se verán como uno y se podrán dar los pasos apropiados para solucionar las situaciones correctamente y en forma más ventajosa. La previsión raras veces anuncia felicidad, y la razón no hay que buscarla muy lejos. La raza se encuentra en el punto en que el hijo pródigo es consciente de la vacuidad y futilidad de la vida terrena, pues está ya preparado para considerar cuidadosamente el mensaje de Buda, debido a que durante siglos ha sido asolado por la guerra y el hambre, el deseo y la lucha económica. El panorama que tiene por delante parece ser desastroso y amenazador. 

[i304] Sin embargo, si los hombres llevaran el concepto de la hermandad, con todas sus implicaciones, a la vida y al trabajo diarios, a las interrelaciones entr el capitalista y el obrero, el político y el pueblo, una nación y otra o una raza y otra, se obtendría esa paz en la tierra que nadie podría derribar. ¡Una regla tan sencilla y, sin embargo, tan lejos de la comprensión de la mayoría!

c. Un conglomerado de sufrimientos y temores de otras personas pueden afectar a un individuo, sin que nada tengan que ver con él. Es muy posible que un individuo capte el temor que domina a otras personas, aunque no tema nada. Se identifica tanto con los presentimientos de futuros desastres, que los interpreta en términos de su propia y futura experiencia. Es incapaz de desligarse de sus reacciones, y absorbe tanto veneno en sus auras mental y emocional, que lo arrastran a un torbellino de temor y terror. Sin embargo, debe saber que el futuro no oculta para él ningún desastre. Está simplemente bajo una ilusión, pero el efecto sobre su cuerpo astral y plexo solar es el mismo. Desgraciadamente esto ocurre en la actualidad, donde hay miles de almas sensibles que tienen aspiraciones, inexpertas en el manejo del karma mundial, abiertas al sufrimiento de los demás e incapaces de distinguir entre su propio destino y el ajeno, en su medio ambiente y en el futuro inmediato.

También es posible, para aquellos aspirantes más avanzados y quienes están en el sendero del discipulado, hacer contacto en el plano astral con antiguas vibraciones del mal y del dolor -males acontecidos y desaparecidos hace mucho tiempo-; posiblemente puedan leer una pequeña fracción de los archivos akáshicos que conciernen a los futuros sufrimientos de un individuo o grupo, que probablemente no los verán cumplirse, no obstante adjudicarse para sí la información recibida, sufriendo las consecuencias.

3. Temor al dolor físico. En algunas personas este temor es la causa fundamental de todas sus ansiedades, aunque [i305] no lo reconozcan. En realidad es el resultado de los tres temores anteriores, de la presión ejercida sobre su cuerpo astral y de la tensión provocada por la imaginación y el raciocinio, en el sistema nervioso físico. El sistema nervioso llega a ser excesivamente sensible y puede producir intensos sufrimientos físicos. Las enfermedades y los achaques, que para las personas comunes y flemáticas tienen importancia vital, se agravan hasta convertirse en verdadera agonía. Quienes cuidan de los enfermos deben reconocerlo y dar los pasos necesarios para aliviar la condición física mediante el empleo de sedantes y analgésicos, a fin de que no haya una tensión indebida sobre el sistema nervioso, excesivamente forzado.

Me preguntarán si apruebo el empleo del éter, el cloroformo y las drogas sedantes, en las operaciones. Diré que -como principio- no, pero provisionalmente sí. Cuando el ser humano haya hecho un firme contacto con su alma y haya desarrollado la facultad de entrar y salir a voluntad de su cuerpo físico, no será necesaria la ayuda de sedantes. Mientras tanto, pueden considerarse como medidas de emergencia, necesarias para el karma mundial y el punto de evolución de la raza. Naturalmente que no me refiero al uso de narcóticos y drogas, por las personas desequilibradas e histéricas, sino al empleo sensato de lenitivos bajo la inteligente dirección de un facultativo.

4. Temor al fracaso. Afecta a la mayoría de las personas por muchas causas. El temor de no poder cumplir y de no lograr el amor y la admiración de los seres queridos, el temor al desprecio de otros y a que lo conceptúen inferior, y el temor de no ver ni aprovechar la oportunidad, son todos aspectos del complejo del temor que colorea las vidas de tantas personas dignas. Puede estar basado en un medio ambiente desagradable e incomprensivo, en un instrumento [i306] inadecuado para la tarea, y muchas veces tiene su origen en el hecho de que el ser humano es un discípulo o un alma elevada, ya preparada para hollar el sendero de probación.

Ha obtenido un leve contacto con su alma; ha percibido la visión y sus posibilidades; observa su personalidad, y la compara con el trabajo que debe realizar y la calidad de las personas con quienes se ha puesto en contacto, dando por resultado un complejo de inferioridad extremadamente fuerte, debido a que es nutrido por el descenso de verdaderas corrientes de fuerzas. Como sabemos, la energía sigue al pensamiento y está matizada por la calidad del pensamiento. El ser humano analiza con desagrado su personalidad, nutriendo las mismas cosas que deplora y haciéndose más inadecuado para la tarea. Es el círculo vicioso del esfuerzo, pero debe ser contrarrestado por la plena comprensión de la verdad contenida en las palabras: “como el ser humano piensa, así es él”. A medida que reflexiona sobre la naturaleza de su alma omnisciente, se hace a semejanza de esa alma. Su pensamiento está enfocado en la consciencia del alma y se convierte en esa alma en manifestación, por intermedio de la personalidad.

Esto solo es un breve resumen de los principales temores que afligen a la humanidad, y únicamente sirve para entrar en tema y tener la oportunidad de hacer unas sugerencias prácticas.

II. Depresión y su polo opuesto, el regocijo. Cuando tocamos el tema de la depresión, tratamos algo tan difundido que muy pocos escapan a sus ataques. Es como un miasma, una niebla que cubre al ser humano y le imposibilita ver con claridad, caminar con seguridad y conocer la realidad. Es parte de la gran ilusión astral, y si esto es comprendido, resultará evidente por qué existe la depresión y por qué su causa es astral o física, e incidental a una situación mundial o personal. Por lo tanto, estudiaremos la depresión en los individuos y buscaremos sus causas: [i307]

1. El espejismo mundial que arrastra a las profundidades de la reacción mundial a la unidad aislada, la cual está libre de esas condiciones individuales que producen depresión. Este espejismo mundial, con sus resultados desvitalizadores y deprimentes, tiene sus raíces en diversos factores, que solo describiré brevemente:

a. Los factores astrológicos que afectan al horóscopo planetario, y en consecuencia al individual o primordialmente racial, y estos generalmente son pasados por alto.

b. El recorrido del Sol en el firmamento. Su tránsito por el sur tiende a disminuir la vibración de su influencia, y los aspirantes deben tener en cuenta esto en otoño y en los primeros meses de invierno.

c. La parte oscura de la Luna, el período final del menguante y las primeras fases de la Luna nueva, como bien saben, afecta el trabajo de meditación.

d. Factores psicológicos e inhibiciones en masa, sin duda debido a fuerzas externas a nuestro planeta y a planes cuya intención es desconocida para el ser humano común. Estas fuerzas que actúan sobre la raza humana afectan a los más sensibles, que a su vez afectan a su medio ambiente, estableciéndose paulatinamente un impulso que se precipita a través de una raza o nación, durante un período o ciclo de años, produciendo estados de profunda depresión y desconfianza mutua. Causa una triste autoabsorción, a la cual denominamos pánico u oleada de inquietud. Es casual el hecho de que su desarrollo sea militar, económico, social o político, o tome la forma de una guerra, una inquisición religiosa, restricciones económicas o desconfianza internacional. Las causas tienen su origen en los anteproyectos del proceso evolutivo y están regidos -aunque no sea comprendido- por la buena Ley. [i308]

2. Polarización astral. Mientras el ser humano continúe identificándose con su cuerpo emocional, interpretando la vida en términos de caprichos y sentimientos y se deje llevar por el deseo, tendrá igualmente sus momentos de desesperación, oscuridad, duda e intenso sufrimiento y depresión. Esto se debe a la ilusión y al espejismo del plano astral, que distorsiona y engaña. No es necesario extendernos en esto. Si existe un factor que los aspirantes reconocen, es el de la necesidad de liberarse de la Gran Ilusión. Arjuna lo sabía y, sin embargo, sucumbió a la desesperación. Pero en la hora de la necesidad, Krishna no le falló, y plasmó en el Bhagavad Gita las sencillas reglas por las cuales pueden vencerse la depresión y la duda. Estas pueden resumirse brevemente como sigue:

a. Conócete a ti mismo, como el Uno imperecedero.

b. Controla tu mente, pues por su intermedio puede conocerse al Uno imperecedero.

c. Aprende que la forma no es más que el velo que oculta el esplendor de la Divinidad.

d. Comprende que la Vida Una compenetra todas las formas, de modo que no existe la muerte ni el sufrimiento ni la separación.

e. Deslígate, por lo tanto, del aspecto forma y ven a Mí, y así morarás donde se encuentran la Luz y la Vida. Así se desvanece la ilusión.

La polarización astral pone al ser humano a descubierto de sus innumerables reacciones emocionales y de las oleadas de sentimiento colectivo de cualquier tipo. Por esta causa su ser es arrastrado al vórtice de energías incontroladas y fuerzas emocionales mal dirigidas, que dan como resultado una guerra mundial, un pánico financiero, un despertar religioso o un linchamiento. Lo lleva también a las regiones de la hilaridad y la felicidad espuria, donde la “luz engañosa” del plano astral le descubre falsas fuentes de diversión, o la hilaridad colectiva -debido a su sensibilidad- lo arrastra a la histeria, que encuentra su desahogo [i309] en la diversión incontrolada, polo opuesto del llanto desenfrenado. No me refiero aquí al verdadero júbilo ni al sentido del buen humor, sino a esas expresiones histéricas de hilaridad, tan comunes en la mayoría de los humanos, que producen fatiga.

3. El debilitamiento del cuerpo físico. Se debe a diversas causas:

a. Un agotamiento del cuerpo etérico o vital.

b. Una enfermedad física, inherente o traída de otra vida, o accidental, por reacciones emocionales equívocas, o producidas como resultado del karma grupal, tal como una epidemia.

c. Una condición atmosférica. Esto a veces se pasa por alto, pero el clima, la densidad, la humedad o la sequedad, el calor o el frío, tienen un efecto definido sobre la perspectiva psicológica.

Encontrarán, si estudian, que todas las causas de depresión subsidiarias y temporales, y sus opuestos, pueden agruparse bajo uno de estos tres párrafos, y cuando la causa se descubre, su curación es evidente.

Me he ocupado en forma algo extensa de las dos primeras manifestaciones de la fuerza astral -el Temor-, temor a la muerte, al futuro, al sufrimiento, al fracaso y a los muchos temores menores a los cuales está sujeta la humanidad -y la Depresión-, porque estos dos temores constituyen para el ser humano el Morador en el Umbral en esta era y ciclo. Ambos indican que hay reacción sensorial a factores psicológicos y no pueden ser remediados mediante el uso de otro factor como el valor. Tienen que ser afrontados por la omnisciencia del alma, actuando a través de la mente -pero no por su omnipotencia-. Esto oculta un indicio. No me ocuparé de los otros factores enumerados, tales como el deseo de felicidad, la satisfacción de los apetitos animales y [i310] la liberación, porque ellos, para la mayoría, no constituyen un problema como los dos primeros. Podría escribirse extensamente sobre la manifestación y causa de todos ellos, pero cuando el temor y la depresión sean vencidos, la raza tomará posesión de su herencia, la felicidad, la verdadera satisfacción (símbolos de los vehementes deseos indicados anteriormente) y la liberación. Consideraremos primero los males fundamentales. Una vez dominados, todo lo que resta es la correcta orientación y la polarización en el alma.

Después, consideraremos la subyugación de la vibración errónea en el cuerpo astral y el empleo de energía astral en la correcta dirección.

Hemos tratado extensamente el tema del cuerpo astral o sensorial, y hemos considerado los modos diversos y erróneos en que ese cuerpo hace sentir su presencia. La humanidad vibra principalmente de un modo u otro, y el cuerpo sensorial del ser humano común casi nunca está libre de algún estado de ánimo, temor y emoción. Esto ha traído el desarrollo anormal del centro plexo solar. En la mayor parte de la humanidad, el centro sacro y el plexo solar rigen la vida, y debido a ello el deseo por las cosas materiales y la vida sexual están estrechamente fusionados. El plexo solar es el cerebro del animal y rige todas las reacciones instintivas, pero no se halla tan estrechamente aliado con la expresión puramente sexual como en el ser humano. Cuando el cerebro sea sensible a la mente que va despertando, y no esté tan ocupado con el mecanismo que registra la impresión sensorial, tendremos la orientación que finalmente elevará la consciencia hasta los centros situados arriba del diafragma. El plexo solar, entonces, será relegado nuevamente a su antigua función, como agente directriz de la vida animal, esencialmente instintiva. Para el discípulo mundial avanzado, el plexo solar es, por poderes psíquicos superiores reemplacen a los inferiores [i311] y el ser humano actúe como alma. Entonces la vida sensorial descenderá bajo el umbral de la consciencia.