Navegar por los Capítulos de este Libro

1. Tres Afirmaciones Básicas. - Parte 2


Podría ser de utilidad comentar aquí, en forma amplia y general, y con muchas reservas necesarias, el amplio alcance de algunas de estas respuestas:

1. La vida y circunstancias de la humanidad no desarrollada están primordialmente condicionadas por la influencia del zodíaco menor y, en consecuencia, por la posición de los planetas en las doce casas.

2. La humanidad inteligente promedio, y los que están en el Sendero de Probación, y se acercan al del Discipulado, responden conscientemente a: [i31]

  • a. Los planetas, que afectan sus personalidades.
  • b. El signo del Sol, que indica las tendencias de la vida ya establecidas y constituye la línea de menor resistencia.
  • c. El signo ascendente en pequeña medida. Indica la meta de la vida para ese ciclo particular, o si no durante un período de siete vidas. Las dos últimas constituyen el Zodíaco Mayor.


3. Los discípulos e iniciados pueden empezar a responder conscientemente a todas las influencias anteriormente mencionadas, manejándolas constructivamente, y también a esas fuerzas potentes, aunque infinitamente sutiles que, desde las tres constelaciones mayores mencionadas, afluyen a nuestro sistema solar. En las primeras etapas, hay respuesta en los vehículos sutiles y el cerebro no las registra; pero después de la tercera iniciación, hay reconocimiento de ellas en el plano físico.

Volviendo al tema de este tratado, que es el de los siete rayos, señalaré que estos tienen una estrecha conexión con las siete estrellas de la Osa Mayor (aquí se repiten los cuatro y los tres como diferenciación secundaria) y con las Siete Hermanas, las Pléyades. La primera constelación es, para el Logos planetario, el agente de fuerza positiva, y la otra le imparte el aspecto negativo. En consecuencia, existe un intercambio directo de energías entre las vidas de los siete Logos planetarios y las estupendas e insondables Vidas que animan a estas constelaciones mayores. Existen grandes triángulos de fuerza entrelazados entre los siete planetas y esos dos grupos de siete estrellas cada uno. Oportunamente se descubrirá que el secreto más recóndito de deducción astrológica, en sentido planetario, está vinculado con estos “triángulos sagrados”, que están a su vez representados por los triángulos [i32] (que cambian y se desplazan) que pueden construirse en relación con los siete centros.

En la confección del horóscopo del planeta (que algún día será posible realizar) se hallará que la línea de estas fuerzas y nuestra respuesta planetaria a ellas, tiene un efecto mucho más poderoso que la influencia de las constelaciones zodiacales sobre la unidad humana. Esto se debe a la etapa evolutiva inconmensurablemente avanzada de los Espíritus planetarios que han trascendido (en Sus vidas individuales) en gran parte la influencia de las doce constelaciones y se están haciendo rápidamente receptivos a las vibraciones superiores de sus grandes Prototipos, las “tres constelaciones íntimas”, como se denominan esotéricamente. En las vidas de estas grandes Entidades, esta analogía corresponde a la forma en que un individuo evolucionado puede contrarrestar la influencia de los planetas y dominar así la vida de su personalidad, de tal manera, que la predicción y la certeza en lo que respecta a la actividad y las circunstancia, ya no son posibles. El alma domina y los planetas dejan de condicionar la vida y lo mismo sucede con las constelaciones y los Logos planetarios. Pueden contrarrestar las influencias inferiores a medida que despiertan y responden a las vibraciones infinitamente superiores de las tres constelaciones mayores.