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2. El Rayo del Planeta Tierra


Cada uno de los siete planetas sagrados (nuestra Tierra no es uno de ellos) expresa una de las siete influencias de rayo. Estos siete planetas son enumerados más adelante y clasificados con exactitud los rayos que actúan a través de ellos. Sin embargo, el estudiante debe recordar tres cosas:

1. Que cada planeta es la encarnación de una Vida, Entidad o Ser.
2. Que cada planeta, como cada ser humano, expresa dos fuerzas de rayo: el de la personalidad y el del alma.
3. Que dos rayos están por lo tanto en conflicto esotérico en cada planeta.

Indico sólo uno de los rayos y no especifico si es el rayo del alma o el de la personalidad del Logos planetario. No es conveniente dar información exacta y detallada a la humanidad en estos momentos, pues es demasiado egoísta para confiársela.

LOS PLANETAS Y LOS RAYOS

   Sagrado

Rayo

   No Sagrado

Rayo

1. Vulcano

1er rayo

1. Marte

6º rayo

2. Mercurio

4º rayo

2. Tierra

3er rayo

3. Venus

5º rayo

3. Plutón

1er rayo

4. Júpiter

2º. rayo

4. La Luna

4º rayo

5. Saturno

3er rayo

  (que vela un planeta oculto)

6. Neptuno

6º rayo

5. El Sol

2º rayo

7. Urano

7º rayo

   (que vela un planeta oculto)

Me refiero a los ciclos mayores de rayo y no a los menores. Observarán que los rayos quinto y séptimo no se manifiestan a través de los planetas no sagrados. Cinco planetas no son sagrados. Lo que hace o no sagrado a un planeta, constituye uno de los secretos de cierta iniciación mayor y no puedo [i336] dilucidarlo aquí. Bastará decir que los planetas sagrados son siete, totalizando doce manifestaciones planetarias. También será evidente para el lector observador que ciertos planetas y otros no sagrados, tienen una íntima relación a través de los rayos que los influencian, y son:

1er Rayo

Vulcano

Plutón.

2º Rayo

Júpiter

El Sol.

3er Rayo

Saturno

La Tierra.

4º Rayo

Mercurio

La Luna.

6to Rayo

Neptuno

Marte.

Estas relaciones proporcionarán a los astrólogos un campo más o menos nuevo de investigación.

En consecuencia verán cuán apropiada es la Tierra en que vivimos para que se desarrollen los hijos de Dios que encarnan. Como lo hacen todas las vidas dentro del radio de influencia de un sistema solar, el ser humano surge por inspiración del amor, expresado en sabiduría. El amor no es un sentimiento sino el gran principio de atracción, deseo y tirón magnético y, en nuestro sistema solar, ese principio se demuestra como atracción e interacción entre los pares de opuestos. Esta interacción proporciona todos los grados o tipos necesarios para el desarrollo de la conciencia. En primer lugar se responde conscientemente a la atracción más poderosa y densa de la materia, la del reino mineral. Denso y pesado como es ese tipo de vibración, expresa, sin embargo, el amor embrionario. El reino que sigue a éste responde con más facilidad y verdadera percepción y sensibilidad, al surgir la conciencia del mundo vegetal. Pero también es amor. Responde más libremente y reacciona a contactos más amplios en el reino animal, y emergen y pueden reconocerse los deseos básicos instintivos, los cuales a su debido tiempo se convierten en el móvil de la [i337] vida y, sin embargo, lo único que manifiestan es el amor de Dios. El amor entre la vida y la forma conscientes y entre los pares de opuestos, conduce a una eventual síntesis o maridaje; es la relación que existe entre las dualidades básicas, no el sentimiento, sino la realidad de un gran proceso natural. Tenemos siempre la emergente gloria y la radiación de un amor creciente, hasta que llegamos al reino humano donde el amor entra en otro plano. Entonces la respuesta, la sensibilidad y la reacción sentimental humanas se desarrollan en una mente rudimentaria. La conciencia de amar y ser amado, de atraer y ser atraído, penetra por la puerta de la inteligencia y se expande hasta el estado de percepción humana. Placer y dolor llegan a ser factores definidos en el desarrollo, comenzando así la larga agonía de la humanidad. Entonces se ve el amor en su desnudo egoísmo, aunque puede ser presentida su gloria en potencia. Luego el amor o el deseo atractivo atrae hacia sí aquello que siente que necesita, pero más adelante cambia en lo que cree que debería poseer, y con el tiempo lo trasmuta en lo que sabe que es la herencia divina inmaterial de un hijo de Dios. Reflexionen sobre estas últimas palabras, porque al comprender el amor verdaderamente como sensibilidad, pensamiento y aspiración, se esclarecerá el gran problema del ser humano, que lo liberará de la esclavitud de los amores inferiores y adquirirá la libertad que otorga el amor y la liberación del que posee todas las cosas y, sin embargo, no desea nada para el yo separado.

En nuestro planeta la atracción magnética del deseo se modifica por medio del rayo de la personalidad de nuestro particular Logos planetario. Es el Rayo de Inteligencia Activa y de Adaptabilidad selectiva. Así como cada célula y átomo en el cuerpo humano se modifican y condicionan por el rayo egoico y el rayo de cada uno de los cuerpos internos, así cada célula y átomo en el cuerpo del Logos planetario se condicionan y modifican [i338] por Su sobresaliente influencia de rayo, en este caso el rayo de Su personalidad. En esta influencia condicionante se encuentra la clave de la dificultad, el dolor y la agonía que existe actualmente en el mundo. En verdad el Logos planetario de nuestra tierra está principalmente condicionado por un rayo cósmico, pero no por Su rayo egoico. Quizás en esto resida la razón (o una de las razones) por la cual nuestra Tierra no sea uno de los siete planetas sagrados. No es necesario que me explaye sobre esto, pero debía llamarles la atención acerca de este gran factor determinante, el tercer rayo, el rayo de la personalidad de nuestro Logos planetario.

Dicho rayo introduce el factor discriminador mediante la actividad mental, que a su vez equilibra lo que se denomina la naturaleza del amor, causa verdadera de nuestro progreso evolutivo. La vida en las formas pasa a través de una actividad discriminadora y selectiva, de una experiencia a otra en una escala de contactos cada vez más amplia. Este rayo de Actividad Inteligente domina al ser humano en esta época. Los seres humanos están en gran parte centrados en sus personalidades; son “egocéntricos”, según la terminología de los psicólogos, que reconocen el principio integrador del ego (en muchos casos), pero aún no reconocen al ego o alma influyente, excepto bajo términos tan vagos como “súper-conciencia”. Por lo tanto tenemos una humanidad absorbida por una formidable actividad, demostrando en todas partes un vital discernimiento y un interés intelectual en todos los tipos de fenómenos. Esta tendencia a la actividad aumentará y se intensificará hasta que la raza aria se fusione con la venidera y principal raza raíz mayor, para la cual aún no tenemos nombre, aunque reconocemos que en dicha raza el intelecto ayudará a la intuición. Se considera hoy que la actividad humana ha adquirido una increíble aceleración e intensidad de vibración, sin embargo, desde el punto de vista de los Conocedores mundiales, apenas comienza a expresarse a sí misma y es aun relativamente endeble. Puede observarse, si se estudia la historia, [i339] que la creciente tendencia al dinamismo, la agitación en que el ciudadano vive actualmente y la complejidad y los innumerables intereses dinámicos de su vida, no pueden compararse a los del ser humano común de hace doscientos años. Los últimos veinticinco años demuestran una gran aceleración que no tiene comparación con las condiciones de hace cincuenta años.

La razón de este acrecentamiento de la actividad inteligente, la rapidez de respuesta y de contacto, reside en el hecho subjetivo de que la humanidad va integrando rápidamente los tres aspectos de la naturaleza humana en una unidad llamada personalidad. Los seres humanos se convierten continuamente en personalidades y unifican en una sola expresión sus aspectos físico, emocional y mental, de allí que sean capaces de responder al rayo de la personalidad integrada de Aquel en quien viven, se mueven y tienen su ser.

Por lo tanto, al considerar el problema de la vida del ser humano podría decirse que está poderosamente afectado por dos influencias mayores que hacen impacto en el reino humano: el rayo cósmico del sistema solar, el rayo de Amor-Sabiduría, y el rayo cósmico del planeta, que es el rayo de la personalidad del Logos planetario, el rayo de Inteligencia Activa o Adaptabilidad. El ser humano puede definirse como una unidad de vida consciente llevada a la expresión tangible mediante el amor discriminador de Dios. Por las experiencias de su vida se le presentan innumerables decisiones que van gradualmente del reino de lo tangible al de lo intangible. A medida que atrae o es atraído por la vida de su medio ambiente, se hace cada vez más consciente de una serie de valores cambiantes, hasta que llega a un grado de desarrollo en que el tirón o atracción magnética del mundo subjetivo y de las realidades intangibles mentales y espirituales, son más potentes que los factores que hasta ahora lo han inducido a seguir adelante. Su sentido de los valores ya no está determinado por: [i340]

1. La satisfacción de su naturaleza animal instintiva.
2. Los deseos más emocionales y sentimentales de su cuerpo astral.
3. La atracción y los placeres de la naturaleza mental y los apetitos intelectuales.

El alma lo atrae poderosamente, lo cual produce una gran revolución en su vida, palabra que aplicada en su verdadero sentido significa dar una vuelta completa. Esto acontece actualmente en escala universal en la vida de los individuos, y representa uno de los factores principales que producen la actual potencia de las ideas experimentadas en el mundo moderno. El poder atractivo del alma aumenta constantemente y la atracción de la personalidad se debilita paralelamente. Todo esto ha sido logrado por los experimentos que llevan a la experiencia; por la experiencia que conduce a utilizar en forma más inteligente los poderes de la personalidad; por la creciente apreciación del verdadero mundo de valores y realidades, y por el esfuerzo hecho por el ser humano a fin de identificarse con el mundo de los valores espirituales y no con el mundo de los valores materiales. El mundo de los significados y de las causas se convierte gradualmente en el mundo donde éste encuentra la felicidad; la selección de aquello que más le interesa y en lo que decidió emplear su tiempo y poder, estará finalmente condicionado por los verdaderos valores espirituales. Entonces se hallará en el sendero de iluminación. He tratado de expresar los efectos de estas dos influencias principales de rayo en los términos del místico y del filósofo; en verdad todo lo que he dicho aquí, podría expresarse científicamente y en fórmulas científicas si el ser humano estuviera preparado mentalmente para comprenderlas. Pero no es aún posible. Todas estas vibraciones de rayos, no importa cuales sean, pueden oportunamente ser reducidas a fórmulas y símbolos. [i341] La reacción al medio ambiente, la respuesta sensible a las influencias de rayo que rigen y se expresan a través de las formas que componen el medio ambiente del ser humano, el acrecentado poder de discriminar entre energías y fuerzas, el lento desarrollo del sentido de los valores (sentido que eventualmente dispersa las ilusiones mental y astral y revela la realidad) y la trasferencia del discriminado interés por el mundo de las experiencias tangibles, de la vida emocional y del interés mental expresan el efecto de la interacción entre los dos rayos del sistema solar y del planeta, que al entremezclarse afluyen a través del género humano y lo afectan.

Una de las cosas más difíciles que enfrentan hoy los Maestros es probar a los seres humanos que los antiguos y reconocidos valores y el mundo tangible de los fenómenos (emocionales y físicos), deben ser relegados a su debido lugar en el trasfondo de la conciencia de la persona, que las realidades intangibles, el mundo de las ideas y de las causas deben ser para ella, en un futuro inmediato, el foco principal de su atención. Cuando el ser humano capte esto y viva de acuerdo a este conocimiento, entonces desaparecerá el espejismo que prevalece en el mundo. Si reflexionan sobre esto, reconocerán que la gran crisis de 1914-1918 realizó un valioso trabajo que hizo desaparecer el espejismo de la seguridad material en que vivían los seres humanos y también destruyó gran parte de su egoísmo instintivo y sensual. Además se comienza ya a reconocer que lo que es importante es el grupo y que el bienestar del individuo sólo es valioso cuando el ente es parte integrante del grupo. Esto no destruirá con el tiempo la iniciativa ni la individualidad. Los errores tan penosos que cometemos en nuestros experimentos iniciales se deben a nuestra inexperiencia al emplear la facultad discriminadora. Este proceso de destruir la ilusión mundial ha continuado desde entonces en gran escala; en todos los países, mediante los diversos experimentos que se realizan, [i342] está desapareciendo el espejismo y surgen los verdaderos valores del bienestar, de la integración y del progreso grupales. El sentido de inseguridad -aspecto tan angustioso del actual caos- se debe simplemente a la destrucción del antiguo sentido de los valores, a la dispersión del espejismo, lo que revela en la actualidad un panorama desconocido, y al temor e inestabilidad que siente el ser humano cuando se enfrenta con el mundial “morador en el umbral”, que debe ser desintegrado y destruido porque obstruye el camino hacia el nuevo mundo de valores. La gran forma mental que fue construida por la codicia y el materialismo del ser humano en el transcurso de las épocas, se está derrumbando constantemente y el género humano está al borde de la liberación que lo conducirá al Sendero del Discipulado. No me refiero a la liberación final, sino a la que viene de la libre decisión sabiamente utilizada y aplicada para bien del todo y condicionada por el amor. Observen que digo “sabiamente utilizada”. La sabiduría activada y motivada por el amor, e inteligentemente aplicada a los problemas mundiales, es hoy muy necesaria, la cual no fue aún descubierta, excepto por las pocas almas iluminadas de todas las naciones, repito, de todas las naciones sin excepción. Debería haber más personas que sepan amar con sabiduría y apreciar la aspiración grupal, antes de poder ver la próxima realidad que debemos conocer, la cual surgirá de las tinieblas que estamos ahora en proceso de disipar.