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4. Enfermedades y Problemas de Discípulos y Místicos - Parte 5

c. enfermedades vinculadas con las condiciones grupales

Este tema lo trataré brevemente, debido a que el trabajo grupal -entendido esotéricamente- es relativamente nuevo, y también porque el individuo que, en la actualidad, trabaja en un grupo, apenas es afectado por estos factores, en razón de su integración relativamente parcial. Me refiero a su integración en el grupo. Las personas están todavía tan aisladas, dentro de sus personalidades, que se cierran, en muchos casos, al estímulo y a los efectos e impulsos grupales. Sólo cuando se descentralizan y, por lo tanto, responden más fácilmente a las ideas, al idealismo y al aura grupales (con su inhalación, exhalación y vivencia también grupales), pueden sucumbir y sucumbirán a las dificultades que impone la vida grupal. Hoy, a la figura central de la vida grupal, a la personalidad dominante o alma, es a quien se dirigen la vida y los pensamientos grupales, con todas las consecuencias que esto implica. El individuo, sobre quien gira la vida grupal (si puedo emplear tal término), es la víctima del grupo y el que paga el precio de cualquier debilidad grupal. La expresión de la actitud grupal halla salida en él y, a veces, es prácticamente muerto por el grupo. En la actualidad, no existe un grupo perfecto. Todos están en la etapa experimental y compuestos, en gran parte, por unos pocos acuarianos, innumerables piscianos y numerosas personas que están en la etapa de transición entre ambos. El guía o guías de los nuevos grupos son generalmente del tipo más puro de la nueva era, o de carácter acuariano, que hoy es posible obtener. Esto explica el fracaso del grupo, por regla general, ya para comprender al [i616] dirigente o colaborar con los nuevos ideales como se desea. El dirigente es un precursor, en el nuevo campo del pensamiento y de la intención y, por lo tanto, sufre el castigo de su osadía y de su espíritu emprendedor.

No tengo la intención de ocuparme, aquí, de las dificultades del grupo, porque no es mi tema. Sólo estoy considerando las dificultades (a veces son enfermedades físicas) y los problemas del individuo que es sensible a la presión y vida grupales, algo muy diferente de los problemas comunes de los místicos del pasado. Éstos sólo pueden ser estudiados e investigados, hoy, considerando las vidas, la condición física, los problemas, las dificultades y la muerte de los líderes de los grupos. Les llamo la atención sobre esto. Los miembros del grupo -aunque no quieran reconocerlo- todavía no están dispuestos a sufrir mucho por la vida, la emanación y la energía grupales, porque aún no se han integrado suficientemente en el grupo.

El problema que consideramos, puede dividirse en dos categorías principales, y a medida que trato de dilucidarlas, me doy cuenta de que tengo muy poco que decir sobre ellas. En el próximo siglo, los problemas serán más definidos y las dificultades nítidamente delineadas. Éstas son:

  1. Las que surgen como resultado del pensamiento dirigido de un grupo. Sobre esto algo puedo decir.
  2. Las enfermedades vinculadas con las vías respiratorias. Sobre éstas poco puedo decir.

Por lo tanto, analicemos dichos problemas. Primero, debemos estudiarlos desde el ángulo de aquel a quien más lo afectan, el dirigente o punto focal del grupo. Estos mismos problemas pueden también afectar a tres o cuatro personas, que conjuntamente con el guía del grupo y en colaboración con él, dirigen la política del mismo [i617].

Enfermedades y Problemas Evocados por el Pensamiento Dirigido del Grupo

Es evidente que la dificultad principal y más importante surge de la crítica grupal, ya sea verbal o fuertemente sentida. La crítica puede estar fundada en muchas cosas, pero generalmente tiene sus raíces en la envidia, en la ambición reprimida o en el orgullo del propio intelecto individual. Cada miembro de un grupo, especialmente los que pertenecen al círculo inmediato del dirigente o dirigentes, son propensos a erigirse en jueces. La responsabilidad no es de ellos, no conocen los problemas como realmente son, por lo tanto, les es fácil criticar. Deberemos recordar, aquí, que la crítica es un veneno virulento. En todos los casos, perjudica, en su momento, al que critica y -debido a que ha sido dirigida verbalmente- perjudica mucho más al que ha sido criticado. Cuando hay móvil puro, verdadero amor y una gran medida de desapego, los cuerpos sutiles de aquel que es atacado, pueden permanecer inmunes, pero los efectos físicos serán muy definidos, y cuando hay una debilidad física o limitación, allí se localizará el veneno proyectado.

La crítica que no ha sido verbalmente difundida, es muy peligrosa, porque está poderosa y fuertemente enfocada, aunque no ha sido dirigida individualmente; surge continuamente como chorro constante enviado en aras de la envidia, la ambición y el orgullo, porque ha habido una captación personal de una supuesta situación, y el que crítica cree que comprende correctamente y que podría -si se le ofrece la oportunidad- actuar debidamente. Cuando la crítica se emite y se expresa en palabras, se refuerza, por consiguiente, mediante la colaboración de los que han sido influenciados por la crítica, y las consecuencias de este pensamiento dirigidos grupalmente pueden ocasionar un desastre físico y la desintegración del cuerpo físico del dirigente o de los dirigentes. Esto quizás sea algo nuevo para algunos y haga que la mayoría de quienes componen los grupos de la nueva era, detengan sus [i618] pensamientos y liberen a sus guías del impacto desastroso de sus críticas.

Aquí no me refiero al odio, aunque a menudo está presente, ya sea consciente o inconscientemente, sino a que se “erigen en jueces” de las vanas murmuraciones que parecen tan necesarias para el miembro común del grupo. Se asemeja al aliento de la muerte, que no sólo mata al líder por el veneno acumulado y por la angustia, sino que también puede matar la vida grupal y hacer abortar el esfuerzo que podría ser -si se le dedicara la debida colaboración y el tiempo- un agente constructivo a través del cual la Jerarquía podría trabajar.

De todas partes y de todos los grupos, le llegan al dirigente del grupo oleadas de críticas, pensamientos ponzoñosos, falsas ideas, vanas habladurías destructivas, imputación de móviles, envidia y odio inexpresados, ambiciones frustradas de los miembros de un grupo, resentimientos y deseos insatisfechos de destacarse, ser reconocido por el líder o líderes, o el deseo de verlo reemplazado por ellos mismos o por alguien, más otros tipos de egoísmo y orgullo mental. Esto produce resultados, en el cuerpo físico del líder, y frecuentemente en el cuerpo emocional. Por lo tanto, la responsabilidad de un miembro del grupo es muy grande, y muy pocas veces la reconoce o acepta. Resulta difícil apreciar los efectos desastrosos, cuando una persona es el blanco de las críticas del grupo y cuando el pensamiento dirigido de un grupo de personas se enfoca en uno o dos individuos.

Cuanto más evolucionado sea el dirigente del grupo, mayor será el dolor y el sufrimiento. Las personas que pertenecen al primer rayo, que tienen por naturaleza “una técnica para aislarse”, sufren menos que la mayoría, pues saben cómo detener estas corrientes de fuerza dirigidas y cómo desviarlas y, cuando no son personas profundamente espirituales, pueden devolverlas a los que las originaron y provocar así grandes [i619] desastres en sus vidas. Las personas que pertenecen al segundo rayo, no trabajan ni pueden hacerlo de esta manera. Son absorbentes por naturaleza y atraen magnéticamente todo lo que, en su medio ambiente, va dirigido hacia ellos. Esta es la razón por la cual el Cristo sufrió la pena de muerte. Fue muerto no sólo por Sus enemigos, sino por Sus pseudo amigos.

Aquí podrán muy bien preguntar: ¿Qué puede hacer un conductor o grupo de dirigentes, en estas circunstancias desgraciadamente anormales y comunes? Nada, sino continuar con el trabajo. Retirarse dentro de sí mismo; decir la verdad con amor, cuando se ofrece la oportunidad, no amargarse por el dolor que le ocasiona el grupo y esperar hasta que sus miembros aprendan la lección de colaborar, de guardar silencio, de saber apreciar amorosamente y de captar y comprender inteligentemente los problemas que enfrentan todos los dirigentes de grupos, en estos días difíciles e individualistas. Ya llegará ese momento.

Luego, tenemos el reverso de este problema que debe enfrentar la mayoría de los dirigentes de grupo. En esta situación contraria, el guía es vencido (si puedo utilizar tal palabra) y oprimido por la devoción de ciertos miembros del grupo. Los guías del grupo casi pueden ser aniquilados por el amor que demuestra la gente hacia la personalidad, pero esto no es de naturaleza tan ponzoñosa como las dificultades ya mencionadas, porque -aunque constituye un obstáculo que conduce a innumerables formas de dificultades, malas interpretaciones y reacciones grupales- se produce por el amor, no por la separatividad y el odio. Trae lo que se denomina esotéricamente la invalidación “de aquel que trata de servir y lo ata de pies y manos”.

Trataré otra dificultad muy importante, porque es una actividad grupal llevada a cabo como un todo y no el acto de un individuo o de un puñado de individuos dentro del grupo. Me refiero a la forma en que hoy el grupo agota la vida de su líder o dirigente. El [i620] cordón umbilical (hablando simbólicamente) rara vez se corta entre el dirigente y el grupo. Esto constituye el mayor error cometido por los grupos de la era pisciana. Permanecían siempre vinculados a él o -cuando los impulsaba el odio o el desagrado- truncaban violentamente el vínculo y rompían las relaciones, causando una gran angustia y un sufrimiento innecesario al grupo y al dirigente. En la nueva era, el cordón será tempranamente cortado, en la vida del grupo, pero el líder o el grupo de líderes permanecerán siendo, durante largo tiempo, como la madre y el hijo, la inspiración guiadora, la fuerza amorosa protectora y un venero de instrucción y enseñanza. Cuando esto sucede, el grupo puede emprender su camino y vivir su vida, como un agente autodirigido, aunque el líder haya partido para el más allá, o se produzca un cambio en el liderazgo, por una u otra razón.

Según afluye la vida grupal y la actividad, así será el efecto -emocional y físico- producido sobre cualquier miembro sensitivo del grupo; cuanto más frecuente sea el contacto físico, entre los miembros del grupo, más definidos serán los problemas y las dificultades grupales. Los grupos de la nueva era se mantendrán unidos por el eslabón subjetivo, y no por una reacción emocional provocada por un contacto externo. Les pediré que reflexionen cuidadosamente sobre este último párrafo, porque contiene la clave para el trabajo exitoso de los nuevos grupos. De la vida y de la atmósfera grupal, provienen muchas infecciones que conducen a dificultades de naturaleza física. La enfermedad generalmente tiene un origen grupal y a ella sucumben los místicos y los sensitivos del mundo. En estas primeras etapas de verdadero trabajo grupal, las dificultades que sobrevienen, debido a los contactos grupales, son, con frecuencia, puramente fisiológicas y no están tan profundamente arraigadas, como aquellas que hemos analizado anteriormente. Esto es algo que debe recordarse. Las dificultades y las enfermedades físicas no son tan serias como las psicológicas [i621].

Enfermedades Respiratorias de los Místicos

Poco puede decirse sobre esto. Constituirá una de las mayores dificultades, a medida que los grupos acrecientan su fuerza y su poder. La dificultad se acrecentará, de acuerdo a su objetividad y no a su subjetividad. Me refiero a esas enfermedades que afectan al aparato respiratorio y surgen de los contactos grupales; no me refiero a las mismas dificultades que produce el individuo al grupo. Esotéricamente, la razón de esto debería ser evidente. Los errores cometidos al hablar, las charlas y las habladurías vanas, el efecto que producen las palabras del dirigente, tendrán un resultado subjetivo que no será captado ni comprendido por el estudiante común, y todos producen un efecto físico, ya sea bueno o malo. Debido a la novedad de este tema y a la falta de evidencia para sustanciar mis afirmaciones, sólo puedo llamarles la atención sobre las posibilidades latentes y dejar que el tiempo demuestre lo correcto de mi posición. En forma curiosa, el tema de la respiración -individual y grupal- evoca su propia solución paralela, en el énfasis puesto por los numerosos grupos esotéricos, en los ejercicios de respiración y en la pronunciación del Aum (que es el aliento del alma, cuando se pronuncia correctamente) y en la práctica (basada en distintas fórmulas) del ritmo. Estos esfuerzos -de naturaleza instintiva y planeada, en forma más que inteligente- no son aún reconocidos por el grupo para contrarrestar ciertos peligros grupales presentidos.

Estas prácticas pueden ser benéficas, si se las lleva a cabo cuidadosamente, pero, con frecuencia, provocan sus propios problemas peculiares. Por ejemplo, pronunciar el Aum por quien no está preparado, o por los grupos que estánintrigados por esta actividad, pero que no tienen la menor idea de lo que hacen, acarrea marcadas dificultades. Sin embargo, las dificultades especiales del trabajo grupal de la nueva era pueden contrarrestarse, mediante ciertas prácticas y ejercicios esotéricos vinculados a las vías respiratorias. Más que esto [i622] no puedo decir, porque los nuevos grupos están en su infancia y no se han producido dificultades grupales en amplia escala, ni existen problemas futuros (incidentales al ocultismo y al misticismo acentuado de estos grupos) tan definidos como para detallarlos comprensivamente.

d. problemas de los místicos, vinculados con las actuales influencias de rayo

En la actualidad, observamos el retiro de la energía del sexto rayo y el poder y la actividad acrecentados del séptimo rayo. La energía que se está retirando de nuestro planeta, constituye una de las crisis cíclicas que, durante siglos, se ha expresado por medio del plexo solar planetario y también, como podrá deducirse, por medio del centro plexo solar del aspirante común. Esto ha producido gran parte de los desórdenes digestivos, además de los problemas emocionales (muy estrechamente relacionados), que ha sufrido la mayoría de las personas en esta generación y en esta época. La actitud de intensa centralización, el estado mental fanático, el sacrificio de la vida personal por un ideal percibido, han producido una condición peligrosa, en los órganos del cuerpo situados debajo del diafragma. Esto no deben olvidarlo.

El séptimo rayo, que actúa a través del centro situado en la base de la columna vertebral, tendrá un efecto peculiar sobre el sistema circulatorio, porque este centro básico está vinculado con la fuerza vital y, como ya saben, “la sangre es la vida”. Actúa con el centro más elevado del cuerpo y, por lo tanto, está relacionado con el problema de las polaridades. En consecuencia, es uno de los factores que hará aumentar las dificultades relacionadas con las distintas “separaciones” psicológicas que hemos tratado anteriormente. Concierne a la triplicidad humana, espíritu, alma y cuerpo, a la dualidad, alma y personalidad, y a [i623] los aspectos principales de la deidad, espíritu y materia, como también a la infinidad de grupos de pares de opuestos que preocupan constantemente al místico y que, oportunamente, han de convertirse en una unidad. El reconocimiento de esto demostrará cuán complejos son los problemas y las posibilidades que surgen por el estímulo que se sentirá, a medida que “la voluntad de circular, la voluntad de relacionar y la voluntad de expresarse” hacen sentir su presencia, al manifestarse el séptimo rayo. Esta fuerza, en lo que concierne al individuo, actuará sobre el centro que se halla en la base de la columna vertebral, despertándolo a una actividad hasta ahora desconocida. Estos aspectos de la vida de la voluntad están, afortunadamente para la humanidad, muy lejos de su pleno desarrollo, pero gran parte de la confusión mundial de hoy y la oscilación entre los extremos expresados, pueden atribuirse a la actividad de estas nuevas fuerzas. La mayoría de la inoportuna y excesivamente enfatizada expresión del aspecto Voluntad de ciertas naciones e individuos, está vinculada con la entrada a la manifestación de este séptimo rayo y la salida del sexto. El problema aumenta enormemente por el hecho de que existe aparentemente una pronunciada afinidad entre la voluntad idealista y fanática del sexto rayo -énfasis cristalizado, dirigido, firme y emocional- y la fuerza de voluntad del trabajador mágico, no entrenado, que está influenciado por la energía del séptimo rayo, actuando a través del centro que está en la base de la columna vertebral.

La diferencia que existe entre estas dos fuerzas y su expresión, es muy sutil, siendo muy difícil que las distinga el neófito. Cada una acarrea sus propias dificultades. Sólo las menciono, aquí, porque constituyen un problema de naturaleza mística que la Jerarquía debe enfrentar, pero el aspirante común no debe intentar resolverlo todavía.

Al finalizar esta discusión, sobre los problemas y las enfermedades de los místicos, me doy cuenta más que ustedes [i624] de lo poco que he podido decir sobre estos últimos puntos, especialmente sobre los que están vinculados con los problemas grupales o de rayo. Esto fue ineludible e inevitable. Los grupos de la nueva era son todavía muy reducidos, aunque están viniendo a la manifestación muchas personas que pertenecen a la nueva era. Sólo a mediados del próximo siglo aparecerán los nuevos tipos de grupos. Las tentativas iniciales de formar dichos grupos ya se están realizando, pero su éxito o fracaso es impredecible y tan efímero que no es fácil someterlos a la ley. Por ejemplo, una persona ambiciosa y desleal puede destruir al grupo; una persona desinteresada y dedicada que no critique, puede llevar al grupo a realizar un trabajo exitoso. Esto les demostrará el poder que tiene el individuo y el hecho de que, temporalmente y en un momento determinado, puede ser más fuerte que el grupo, porque éste todavía no ha llegado a comprender verdaderamente la actividad, la coherencia y la vitalidad grupales. Por lo tanto, el místico sufre como resultado de esta condición, produciéndole enfermedades y desórdenes psicológicos que no sólo son personales, sino que, frecuentemente, son el resultado de las condiciones versátiles en que tiene que vivir.

Una de las razones que garantizan el poder de la Jerarquía y su carencia de cualquier problema psicológico, inherente al trabajo grupal y a los desórdenes místicos y ocultistas, es su estabilidad, coherencia y seguridad de su contacto con la vida. El místico y el ocultista atraviesan, a menudo, períodos de inseguridad, pasando de la duda sobre las futuras y posibles revelaciones, a la creencia de que el testimonio de las épocas se basa en hechos irrebatibles. Al místico común y al estudiante de ocultismo les faltan estabilidad en las condiciones ambientales y fe en sus afiliaciones grupales. La mayor contribución hecha al mundo del pensamiento, en la actualidad, es el reconocimiento en todas partes, [i625] de lo finito que es el conocimiento del ser humano, de la insuficiencia de la sabiduría que ha acumulado para encarar la situación mundial y de su incapacidad de formular un plan aplicable para sacar a la raza de su dificultad y su encrucijada actuales. Los seres humanos no están seguros de sí mismos ni de los demás, y cuanto mayor es su sensibilidad, más compleja es su reacción y más complicados y desastrosos los efectos fisiológicos y psicológicos. La humanidad, en su totalidad, está siendo mística en su orientación y su conciencia. Los intelectuales de la raza agregan a esa percepción mística (que siempre ha existido, aunque no reconocida ni rechazada) el rápido desarrollo de la comprensión oculta.

La conciencia atlante de la humanidad adolescente está siendo reemplazada por la conciencia más desarrollada del ser humano adulto. Los problemas, las dificultades, las enfermedades y los desórdenes del ser humano místicamente orientado, introspectivo e investigador, cederán su lugar, durante los próximos siglos, a los problemas y complejos del ser humano que va siendo consciente del grupo y que trabaja con una percepción extrovertida en cualquier grupo que sea. Les recordaré, aquí, que -como resultado de la influencia pisciana durante los últimos dos mil años- dichos grupos son predominantemente idealistas.

Esto nos lleva a una de las partes más interesantes de este tratado, la influencia que ejercen los rayos en la actualidad y en la era acuariana que está sobre nosotros, lo cual será de valor práctico. Llevemos al trabajo del nuevo ciclo que se abre ante nosotros, una renovada aspiración, un profundo amor y una fe más vívida, recordando, a medida que estudiamos el futuro, que la Fe es una de las mayores necesidades, pues constituye “la Sustancia de las cosas deseadas y la Evidencia de las cosas no vistas”.