Navegar por los Capítulos de este Libro

I. El Acrecentamiento de la Influencia del Alma - Parte 3

1. La apropiación de la envoltura física. Tiene lugar entre los cuatro y los siete años, cuando el alma que hasta ese momento había influido, toma posesión del vehículo físico.

2. [i53] Una crisis durante la adolescencia, en la que el alma se apropia del vehículo astral. La gente no reconoce esta crisis y sólo el psicólogo común la percibe tenuemente debido a las momentáneas anormalidades que presenta, el cual no reconoce la causa sino únicamente los efectos.

3. Una crisis similar ocurre entre los veintiuno y los veinticinco años, en que el alma se apropia del vehículo mental; entonces el ser humano común debería empezar a responder a las influencias egoicas, y en el caso del ser humano evolucionado frecuentemente lo hace.

4. Una crisis entre los treinta y cinco y los cuarenta y dos años, en que se establece el contacto consciente con el alma; entonces la triple personalidad comienza a responder como unidad, al impulso del alma.

5. Durante los restantes años de vida debería establecerse una acrecentada y fuerte relación entre el alma y sus vehículos, lo cual conduce a otra crisis entre los cincuenta y seis y los sesenta y tres años. De esa crisis dependerá la futura utilidad de la persona, de si el ego continuará utilizando los vehículos hasta la vejez, o si tendrá lugar un retiro gradual de la entidad que mora internamente.

En el transcurso de las épocas, ha habido muchos ciclos de crisis durante la historia de la vida de un alma, pero estas cinco crisis mayores pueden ser delineadas con claridad desde el punto de vista de la visión superior.

Una de las formas en que la historia de la vida de un alma es registrada en los archivos de los Maestros (en el experimento planetario actual), es por medio de gráficos -que demuestran las crisis racial e individual. A veces, a los aspirantes más avanzados, se les registra hasta las crisis fisiológicas de importancia. La historia completa de las relaciones del alma con sus [i54] diversos vehículos de expresión en los tres mundos, es la historia de los diversos tipos de energía que se relacionan magnéticamente entre sí y están momentáneamente subordinados a los distintos aspectos de la fuerza, con el fin de producir esos campos de actividad magnética en los cuales pueden establecerse determinados y necesarios grados de vibración. Desde el ángulo de los iniciados de la Sabiduría Eterna, la historia del ser humano, el aspirante, es la historia de su respuesta a las energías aplicadas, o su rechazo a ellas. El hecho de que la interacción entre los diversos tipos de energía dé por resultado la formación de esos agregados o condensación de fuerzas que denominamos cuerpos, envolturas o vehículos (materiales o inmateriales), es incidental a la principal cuestión, la del desarrollo de una consciente respuesta a la vida de Dios.

Hablando en sentido figurado, pequeñas unidades de energía son impelidas a hacer contacto con grandes campos de fuerza denominados planos. Según la intensidad del impacto (que está determinado -hablando simbólicamente- por el poder de la voluntad originadora, la llamada edad del alma, el poder de la actividad grupal y el karma planetario o grupal), así será la respuesta entre la unidad de energía y el campo con el que se ha hecho contacto y, análogamente, la calidad y la actividad vibratoria de los átomos de materia atraídos y agrupados. De esta manera, éstos constituirán una forma temporaria que puede verse exteriorizada y ser relativamente tangible y actuar como modo o medio para que el alma pueda ponerse en contacto con formas y expresiones superiores de vida divina. Cuanto más intrincada es la organización de la forma y más complejo y perfecto el mecanismo de respuesta, con mayor claridad se definirá la edad del alma; la perfecta intención o el poder de su voluntad no estará entonces tan sujeto a las limitaciones kármicas del vehículo condicionante no desarrollado.

No es posible efectuar aquí un estudio más profundo de este tema. La apropiación, por parte del alma, de las unidades de energía que constituirán [i55] su cuerpo o envoltura, al pasar de un plano a otro y de un estado de consciencia a otro, es unestudio tan abstruso y complicado que sólo pueden comprender su complejidad los iniciados cuyo desarrollo los faculta y cuyo interés los impele a trabajar aplicando la ley del karma (identificada en tiempo y espacio con la sustancia y la fuerza). La psicología utiliza dos palabras que tienen estrecha relación con esta difícil ley; indican dos ideas básicas con las cuales trabajan los iniciados entrenados. La idea de los cánones y los condicionamientos, encierran definidas implicaciones ocultas. Los que actúan en este sector del trabajo esotérico tienen que ver principalmente con el mundo de los cánones que subyacen en todas las actividades de la súper Alma y de las almas individuales. Recuerden que este término «almas individuales» sólo es una frase limitadora, empleada por la mente separatista para definir los aspectos de una misma realidad.

En último análisis, cánones son sólo esos tipos de energía que luchan por emerger a la expresión material y que eventualmente subordinan las energías evidentes y más superficiales (que han abierto su camino hacia la superficie durante el proceso de manifestación a un nuevo ritmo impuesto). Producen así el cambio de tipo, las nuevas formas y las diferentes notas, tonos y apariencias. Estos cánones son literalmente ideas divinas, pues surgen de la consciencia grupal subjetiva y adoptan esas formas mentales que pueden ser apreciadas y apropiadas por la mente y el cerebro del ser humano durante determinada época. Por lo tanto, podría pensarse que esos cánones o ideas fundamentales que toman forma y parecen controlar «el camino del ser humano sobre la tierra», como se dice esotéricamente, producen el condicionamiento que estamos tratando aquí. En forma curiosa y textual esto no es así. De acuerdo al pensamiento esotérico, [i56] el condicionamiento (si es correctamente comprendido) concierne a la respuesta, innata e inherente, de la materia o sustancia a ese canon. Podríamos decir que el canon evoca y despierta respuesta, pero el condicionamiento de la actividad resultante es determinado por la calidad del mecanismo de respuesta. Esta calidad es inherente a la sustancia misma, y la interacción entre el canon y el material condicionado produce el tipo de envoltura del cual se apropia el alma en tiempo y espacio, a fin de experimentar y adquirir experiencia. En consecuencia, al estudiar este tema y meditar profundamente sobre sus implicaciones, se evidenciará con más claridad que, a medida que el ser humano avanza en el sendero evolutivo y se acerca al estado de iniciado, el condicionamiento de la forma, innata e inherente, se acercará cada vez más a los requisitos de ese canon. Debe establecerse también que el canon es relativamente inmutable e inalterable en su propia e ingente naturaleza, cuando proviene tanto de la mente de la Deidad macrocósmica como del pensador microcósmico, pero el proceso interno de condicionar la materia es mutable y se halla en estado de continuo flujo. Cuando en la tercera iniciación se lleva a cabo la unión del canon con la forma condicionada, tiene lugar la Transfiguración del iniciado, que lo conduce a la crisis final donde ambos son conocidos como uno, entonces la forma (incluyendo tanto al cuerpo causal como a los vehículos inferiores) se desintegra y desaparece.

Desde el punto de vista del verdadero canon que existe eternamente en los cielos, las primeras etapas del desarrollo humano -como todo lo demás en la naturaleza- son aparentemente incipientes y amorfas. Existe una forma física, pero la naturaleza interna fluida y subjetiva, emocional y mental, de modo alguno concuerda con el canon y, por consiguiente, la forma externa es también inadecuada. Sin embargo tiene lugar una crisis tras otra, y la naturaleza interna de la forma responde de manera más definida y precisa, al impacto externo del impulso del alma [i57] (observen esta frase paradójica), hasta que el vehículo astral y el cuerpo mental son apropiados y utilizados conscientemente. No debe olvidarse que la evolución (tal como la entendemos y como debe ser estudiada por el intelecto humano) es la historia de la evolución de la consciencia y no la historia de la evolución de la forma. Esta última evolución está implícita en la otra y es de importancia secundaria desde el punto de vista oculto. La conciencia es, textualmente, la reacción de la activa inteligencia al canon. Es como si hoy respondiéramos conscientemente y con creciente propósito inteligente al diseño creado por el Maestro Constructor. Por ahora no podemos ni podremos penetrar en esa mente cósmica y vibrar al unísono conscientemente con la divina Idea, ni captar el Plan tal como lo ha sentido y visto el Pensador cósmico. Debemos trabajar con el diseño, el canon y el Plan, porque recientemente estamos en el proceso de iniciarnos en ese Plan y no conocemos la verdadera significación de esas grandes Identificaciones que hicieron que el carpintero de Nazaret exclamara: «Yo y mi Padre somos uno”.

Sin embargo, debe también recordarse (y aquí reside la clave del desarrollo del mundo y del misterio del pasado, del presente y del futuro) que tratamos con materia-sustancia y con formas que están condicionadas y lo estaban cuando comenzó el proceso creador. El material que existe en las canteras del propósito manifestado es, simbólicamente hablando, el mármol, y tiene la condición del mármol. No es arcilla ni pizarra. Es con este mármol, y todos los atributos inherentes al mismo, que el Templo del Señor debe ser construido de acuerdo al diseño o canon. Esta sustancia condicionada debe ser aceptada tal como existe y utilizada tal como es. Tal la parábola de las edades. El diseño, el material y el futuro templo están todos subjetivamente relacionados, y esto es lo [i58] que el alma sabe. El alma es quien se apropia del material (condicionado y calificado) y durante épocas lucha con ese material, empleándolo para construir formas experimentales, descartándolas a voluntad, reuniendo nuevamente el material necesario y construyendo continuamente modelos más adecuados a medida que visualiza el canon. Algún día el modelo será descartado, el canon será visto como verdaderamente es y el trabajador, el alma, comenzará entonces a edificar conscientemente el Templo del Señor, utilizando el material condicionado y preparado durante largas épocas, en las canteras de la vida de la forma, la vida personal.

Por lo tanto, se indican aquí dos crisis en la vida subjetiva del alma:

1. La crisis en la que el alma, cegada, limitada e impedida por la forma, empieza a trabajar en la cantera de la experiencia, lejos de su país, con herramientas inadecuadas y momentáneamente en completa y autoimpuesta ignorancia, respecto al diseño o Canon.

2. La crisis que tiene lugar mucho más tarde, durante la experiencia del alma, en la que ésta conoce mejor el diseño y el material con que ha sido preparado. El alma ya no está ciega y puede trabajar en colaboración con otras almas en la preparación del material para el último Templo del Señor. El alma, encarnada en la forma humana, entrega a ese templo la contribución particular que hace al todo, la cual simbólicamente podría decirse que es:

a. La piedra colocada en los cimientos que tipifica la vida física consagrada.
b. La columna del Templo que tipifica el deseo o la vida de aspiración.
c. El diseño trazado sobre el tablero que coincide con [i59] el Gran Canon o Diseño, y constituye un fragmento de ese diseño que el individuo tuvo que proporcionar y buscar.
d. La radiación o luz que aumentará el Shekinah, luz que «brilla siempre en el Este».

Cuando el alma se apropia de una envoltura tras otra para expresarse, surgen tres cosas relacionadas con la tarea:

1. La condición que prevalece en la sustancia de las envolturas determinan el equipo.
2. La capacidad de responder al canon depende del grado de desarrollo de la conciencia.
3. La capacidad para trabajar en conexión con el Plan depende de la cantidad y la cualidad de las crisis sufridas.

Todo esto tiene lugar a medida que el alma pasa una y otra vez por la experiencia de la encarnación física; más adelante progresa conscientemente de un plano a otro, y todo lo emprende con definida intención. El trabajo se hace más fácil y se progresa con mayor rapidez a medida que el alma, activa, inteligente e intuitivamente, comienza a trabajar con el canon, trasmitiéndole, cuando pasa de una crisis a otra (cada una de las cuales marca una expansión de conciencia), un mayor desarrollo y una fresca captación del gran Diseño, conjuntamente con un equipo mejor y más adecuado para llevar a cabo el trabajo.

Al considerar la segunda parte de la afirmación expuesta en este tratado, que se ocupa de las relaciones existentes entre el alma y su instrumento - el mecanismo por y en el cual expresa cualidad, actividad y eventualmente expresará divinidad (en lo que pueda significar esta palabra ambigua) - tenemos que encarar el tema de dos maneras: [i60]
               Primero, debemos considerar la utilización del mecanismo en el Sendero de Salida.
               Segundo, la utilización del mecanismo en el Sendero de Retorno.

El primer caso se refiere a lo que podría ser considerado como el aspecto fisiológico, porque es en la naturaleza física donde está enfocada principalmente la conciencia; en el segundo, se refiere al mecanismo exclusivamente mental, aunque la palabra «mecanismo» es muy inadecuada.

Podríamos detenernos aquí y considerar por un instante la idea del mecanismo y de la divinidad, porque tienden a ser una materialización de la idea de la divinidad particularmente en occidente. La divinidad del Cristo se la describe, por ejemplo, mencionando a menudo Sus milagros y poderes supranormales que frecuentemente evidenciaba. Los poderes supranormales no evidencian en si ninguna divinidad. Grandes exponentes del mal pueden hacer los mismos milagros y demostrar la misma capacidad para crear y trascender las facultades normales del ser humano. Estos poderes son inherentes al aspecto creador de la Divinidad, el tercer aspecto o materia, y están vinculados a la inteligente comprensión de la materia y al poder de la mente para dominar la sustancia. En consecuencia, este último poder es divino o no; es una demostración de la capacidad de la mente y puede ser empleado con igual facilidad por un Hijo de Dios encarnado, actuando como Salvador del Mundo o el Cristo, y por esos seres que están en el sendero de destrucción, y quienes no tienen otros conocimientos los denominan Magos negros, Fuerzas diabólicas y Demonios.

La divinidad (empleando esta palabra en su sentido separatista) expresa las cualidades del segundo aspecto o constructivo de Dios, magnetismo, amor, inclusividad, no separatividad, sacrificio en bien del mundo, altruismo, comprensión intuitiva, colaboración con el Plan de Dios y muchas [i61] otras frases cualitativas similares. Después de todo, el mecanismo implica la creación de la forma empleando la materia para encubrirla con el principio vida que se demostrará en el poder de crecer, reproducir, preservar su identidad, cualquiera sea, expresar sus reacciones instintivas y preservar su propia naturaleza cualitativa específica. La vida se asemeja al combustible que, en conjunción con el mecanismo, proporciona el principio motriz y hace posible la actividad y el movimiento necesarios. Sin embargo, existe en la manifestación algo más que las formas que poseen el principio vida. Existe una gran diversidad que se extiende por toda la naturaleza yun principio cualitativo que diferencia los mecanismos; existen una síntesis y un propósito general que desafían a los poderes del ser humano para emularlos creativamente, característica sobresaliente de la divinidad. Se expresan por medio del color y la belleza, la razón y el amor, el idealismo y la sabiduría y esas innumerables cualidades que, por ejemplo, además del propósito, animan al aspirante. Breve e inadecuadamente expresado, esto es la Divinidad. No obstante, es una expresión relativa de la Divinidad. Cuando cada uno de nosotros nos encontremos donde se hallan los Maestros y el Cristo, veremos todo esto desde otro punto de vista. El desarrollo de las virtudes, el cultivo de la comprensión, la demostración de un buen carácter y de elevados objetivos y la expresión de un punto de vista ético y moral, son todos fundamentos necesarios y preceden a ciertas experiencias definidas que introducen al alma en mundos de realización tan distintos de nuestro actual punto de vista, que cualquier definición de los mismos no tendría ningún sentido. Estamos empeñados en desarrollar esas cualidades y virtudes que «aclararán nuestra visión», porque producen la purificación de los vehículos para que pueda empezar a emerger en nuestra conciencia la real significación de la divinidad.

B. ALGUNAS PREMISAS FUNDAMENTALES [i62]

Después de lo expuesto pasaremos a considerar el mecanismo que lo anima y le da vida e inteligencia. Ciertas y reconocidas premisas fundamentales pueden ser mencionadas brevemente:

1. El alma anima al mecanismo de dos maneras y por intermedio de dos puntos de contacto en el cuerpo:

  • a. El «hilo de la vida», introducido en el corazón. Allí se encuentra el principio vida y desde ese lugar compenetra todo el cuerpo físico por medio de la corriente sanguínea, pues «la sangre es la vida».
  • b. El “hilo de la conciencia” o de la inteligencia, introducido en la cabeza en la región de la glándula pineal, y desde ese lugar de percepción ordena o dirige las actividades en el plano físico por intermedio del cerebro y del sistema nervioso.

2. La actividad directriz del alma, o su aferrada autoridad sobre el mecanismo del cuerpo, depende del grado de desarrollo o de la así llamada «edad del alma». En lo que respecta a la humanidad, el alma no tiene edad, y lo que realmente se quiere significar es la duración del tiempo que el alma ha empleado aplicando el método de la encarnación física.

3. El resultado de este doble aferramiento sobre el mecanismo durante edades, ha consistido en condicionar lo material conjuntamente con su inherente naturaleza condicionada. Se produce una forma adecuada a la necesidad temporaria del alma y refleja, en tiempo y espacio, su «edad relativa» o punto de [i63] desarrollo. Por lo tanto, esto produce el tipo de cerebro, la conformación del cuerpo, la condición del sistema endocrino y, en consecuencia, la serie de cualidades, el tipo de reacción mental y el carácter con el cual un sujeto dado viene a la existencia en el plano físico. Desde ese punto prosigue el trabajo. Éste puede ser considerado como un esfuerzo para intensificar el dominio que el divino Pensador tiene sobre su mecanismo. Esto conducirá a una dirección más inteligente y plena, a una comprensión más profunda del propósito y a un mayor esfuerzo, a fin de allanar el camino para el alma, instituyendo esas prácticas que tienden a la correcta conducta, correcta palabra y buen carácter. Las ideas contenidas en este párrafo vinculan las conclusiones de la escuela materialista de sicólogos con la escuela introspectiva y las que aceptan el ego, alma o ente espiritual, demostrando que ambos grupos tratan con hechos y deben desempeñar su parte en forma unida al entrenar al aspirante de la Nueva Era.

4. A medida que se sigue el método introspectivo y estudiamos al sujeto humano, descubrimos que, subyacentes en todas las partes del cuerpo humano y constituyendo una parte definida de su mecanismo, existe un vehículo denominado «cuerpo etérico», compuesto totalmente de hilos de fuerza que forman a su vez los canales a través de los cuales fluyen tipos de energía aún más sutiles y variados y están también condicionados, por el estado del alma durante sus manifestaciones. Estos hilos subyacen en, e interpenetran todo el cuerpo y el sistema nervioso y son, en realidad, el poder que pone en actividad el sistema nervioso. Su capacidad de respuesta a los impactos externos e internos, es increíblemente grande. Las reacciones nerviosas del discípulo y de la persona altamente [i64] desarrollada, cuyo cuerpo etérico se halla en estrecha armonía con su sistema nervioso, está más allá de la comprensión común.

5. La suma total de nervios, con los millones de nadis o la «contraparte de los hilos» que hay en el cuerpo etérico, forman una unidad, y esta unidad, de acuerdo a las enseñanzas de la Sabiduría Eterna, contiene puntos de enfoque para los distintos tipos de energía, denominados «centros de fuerza», de los cuales depende la experiencia de la vida del alma y su expresión, no la del cuerpo. Estos factores condicionan el sistema glandular del cuerpo.

6. Este sistema subjetivo y objetivo rige la manifestación del alma sobre el plano físico. Indica, a quienes verdaderamente pueden ver, el dominio o aferramiento que el alma tiene sobre su instrumento y puede observarse también si ese dominio es ocasional o parcial, total o pleno. Esto está maravillosamente expresado en el apretón de manos de los masones, que expresa una parte culminante de la experiencia pasada por el candidato a los misterios.

He dicho anteriormente que el canal principal de comunicación entre el alma y su mecanismo es:

  • a. El centro en la base de la columna vertebral.
  • b. El centro en la cima de la cabeza, donde está situado el centro más importante del cuerpo desde el punto de vista del alma. Allí se halla el punto de entrada y de salida, la gran radio-estación de recepción y el centro de distribución directriz.
  • c. El bazo. Centro subsidiario y órgano que se vincula con el centro cardíaco.

Por intermedio del bazo se establece el vínculo entre el principio vida (situado en el corazón) y el sistema de la conciencia, interrelacionando todos los órganos materiales y la sustancia atómica [i65] del cuerpo físico. Esto indica que en el cuerpo humano, en el lugar donde se halla el bazo, con su correspondiente centro de fuerza subjetiva, se cruzan dos grandes corrientes de energía: la corriente de la vitalidad física o vida, y la corriente de la conciencia de los átomos que construyen la forma. Se observará que consideramos aquí el grupo de vida subconsciente y no la vida consciente y la autoconciencia. El bazo es el órgano mediante el cual se recibe y distribuye el prana planetario o la vitalidad, que penetra por la ‘puerta abierta» del centro de fuerza del bazo y pasa al corazón. Allí se une al principio de vida individual. Por el centro del bazo pasa también la vida consciente de la totalidad de las células del cuerpo que, a su vez, son los receptores de la energía del aspecto conciencia o principio de todos los átomos y las formas en el cuarto reino de la naturaleza. No espero que esto sea comprendido todavía, pero la verdad podrá ser mejor captada más adelante a medida que la raza evoluciona. Aquí tenemos un indicio de la excesiva sensibilidad del centro plexo solar a los impactos e impresiones grupales circundantes de tipo astral. Existe una estrecha armonía entre el centro del bazo y el plexo solar, y también con el corazón.

7. Estas dos corrientes de energía subjetiva y subconsciente se cruzan en la región del bazo y forman una cruz en el cuerpo humano, porque cada una atraviesa la línea de fuerza de la otra, esta es la analogía en el cuerpo humano de la cruz de la materia, que a menudo se la menciona en conexión con la Deidad. La conciencia y la vida forman una cruz. La corriente de vida que desciende desde el corazón y la corriente de energía dadora de vida, procedente del bazo, pasan (después de cruzarse y producir un remolino de fuerza) a la región del plexo solar, de allí, en determinada etapa de la vida del aspirante avanzado, se unen definitivamente [i66] en una sola corriente, donde se fusionan con todas las energías, empleando los tres puntos mencionados -la cabeza, la base de la columna vertebral y el bazo- como un modo definido de comunicación, distribución y control, y finalmente salen, consciente o inconscientemente, en el momento de la muerte o al practicar la técnica que lleva a esa etapa de control conocida como Samadhi.

8. Cuando el Agente directriz de la cabeza, premeditadamente y por un acto de voluntad, hace ascender las energías acumuladas en la base de la columna vertebral, las lleva a los campos magnéticos de los centros que se hallan a lo largo de la columna vertebral, y las mezcla con la energía dual que emana del bazo. Entonces la región de la columna vertebral entra con sus cinco centros en actividad y, finalmente, todas las fuerzas se unen en una sola corriente de energía fusionada y mezclada, y tienen lugar tres cosas:

  • a. El fuego kundalini asciende e inmediatamente consume todos los tejidos etéricos, barreras protectoras que separan los distintos centros.
  • b. El cuerpo etérico intensifica su vitalidad y, en consecuencia, el cuerpo físico es vitalizado, activado y energizado poderosamente. 
  • c. Toda el aura se coordina e ilumina y, el alma puede, a voluntad, retirarse de su vehículo físico en plena conciencia de vigilia, o permanecer en él como un Hijo de Dios encarnado, teniendo plena conciencia en el plano físico, en el plano astral y en los niveles mentales, como también en los tres aspectos de la mente inferior, la conciencia causal y la realización nirvánica. Este proceso llega a su culminación en la tercera iniciación.

[i67] En la vida del aspirante, el poder para producir este formidable acontecimiento depende de que el trabajo interno subjetivo y espiritual descritos, como la «construcción del puente en el plano mental», se lleve a cabo entre los tres aspectos ya mencionados. Este trabajo para la entera raza humana, comenzó su evolución y mediados de nuestra raza aria, y en la actualidad se lleva a cabo con mucha rapidez. El aspirante individual ha podido efectuar dicho trabajo en el transcurso de las épocas y es la tarea principal que han emprendido hoy los discípulos. Debemos agregar que el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo está compuesto por quienes llevan a cabo este trabajo para la raza, y cada persona que construye este puente se une al grupo oculto de «los constructores del puente». Por lo tanto, el trabajo que realizan nuestros modernos constructores del puente es en parte simbólico, porque salva los abismos, atraviesa las aguas y evidencia, en forma concreta, el trabajo que realiza hoy la humanidad avanzada.

Es posible ahora considerar el proceso por el cual el ser humano construye el puente sobre el abismo o brecha, hablando simbólicamente, que existe entre el yo inferior y personal y el Yo superior, cuando éste actúa en su propio mundo. El puente debe ser erigido antes de poder lograr la unificación y la realización de la total integración del entero ser humano. Para comprender con más claridad lo que sucede, será de valor definir con mayor exactitud lo que es y en qué consiste esta naturaleza superior.

En estudios anteriores vimos que el alma es una mezcla dual de energías -las energías de la vida y de la mente- en lo que concierne momentáneamente a su relación con el mecanismo. La fusión de ambas energías en el mecanismo humano produce lo que llamamos conciencia, primero, autoconciencia y, finalmente, conciencia grupal. El mecanismo es, en su propia naturaleza, también una mezcla o fusión de energías, la energía de la sustancia misma que toma la forma de la estructura atómica [i68] del cuerpo físico, más la vitalidad que anima a ese cuerpo, y la energía de ese cuerpo que llamamos astral, caracterizado por la sensibilidad, la actividad emocional y esa fuerza magnética denominada deseo. Por último tenemos la energía de la mente misma. Estas cuatro clases de energía forman lo que llamamos el yo personal inferior, pero lo que vincula subjetivamente esta personalidad con el alma es el aspecto mental superior. La concienscia inferior (cuando está desarrollada) le permite al ser humano, con el tiempo, establecer contacto consciente con la conciencia superior. La mente concreta inferior debe ser despertada, comprendida y utilizada en forma definida antes de que la mente superior pueda ser el medio por el cual se adquiere el conocimiento de esas realidades que constituyen el reino de Dios. El intelecto debe ser desarrollado antes de que la intuición pueda ser evocada correctamente.

Por lo tanto, tenemos en el caso del ser humano dos grupos de energías mayores dominantes, resultado de la larga experiencia obtenida al encarnar en la forma, la energía de naturaleza astral o deseo, y la energía de la mente. Cuando éstas están fusionadas y mezcladas, perfectamente organizadas y utilizadas, entonces tenemos una personalidad activa y poderosa. La unidad de energía fusionada, denominada alma, trata de imponerse a esas energías y subordinarlas a objetivos elevados y diferentes. Sus dos energías (la de la mente y la del amor, siendo esta última también una energía dual) están introducidas, si se puede emplear esta palabra en sentido simbólico y esotérico, en el cerebro humano, mientras que el principio vida, como ya lo hemos visto, está arraigado en el corazón humano. Las cuatro energías del yo inferior –las energías atómica, vital, sensoria y mental- más las dos energías del alma, conforman las seis que el ser humano emplea en la experiencia de la vida; pero, por lo general, a la energía del átomo no se la considera energía humana porque es utilizada uniformemente en todas [i69] las formas de vida y en todos los reinos; por lo tanto al ser humano se le considera una suma total de cinco energías y no seis.

El alma humana (en contradicción al alma cuando actúa en su propio reino, libre de las limitaciones de la vida humana), durante la mayor parte de su experiencia, está aprisionada por las energías inferiores y sujeta a su control. Luego, en el Sendero de Probación, la energía dual del alma empieza a acrecentar su actividad y el ser humano trata conscientemente de emplear su mente y expresar amor-sabiduría en el plano físico. Esto explica sencillamente el objetivo de todos los aspirantes. Cuando las cinco energías comienzan a utilizarse consciente e inteligentemente para prestar servicio, se establece un ritmo entre la personalidad y el alma. Es como si se estableciera un campo magnético, y ambas unidades vibratorias y magnéticas, o energías agrupadas, comenzaran a introducirse cada una en el campo de influencia de la otra. En las primeras etapas esto sucede sólo en forma ocasional y muy raras veces. Luego es más frecuente, y se establece un sendero de contacto que, eventualmente, llegará a ser la línea de menor resistencia, «modo familiar de acercamiento» como a veces se lo denomina esotéricamente. Así se construye la primera parte del «puente», el antakarana, camino que debe haber sido transitado cuando se recibe la tercera iniciación, y el iniciado puede «pasar a voluntad a mundos más elevados, dejando muy atrás los mundos inferiores; o puede volver a recorrer el camino que lleva de la oscuridad a la luz, de la luz a la oscuridad y de los mundos y submundos inferiores a los reinos de la luz».

En esta forma los dos se convierten en uno y se consuma la primera gran unión en el sendero de retorno. Entonces se debe hollar una segunda etapa del camino que conduce a una segunda unión, aún de mayor importancia, porque lleva a la completa liberación de los tres mundos. Cabe recordar que el alma es a su vez la unión de dos energías, además de la energía del espíritu, de la cual las tres inferiores son el reflejo. Es una síntesis de [i70] la energía de la Vida misma (que se demuestra como el principio vida en el mundo de las formas), de la energía de la intuición o amor-sabiduría, o comprensión espiritual (que se manifiesta como sensibilidad y sentimiento en el cuerpo astral), y de la mente espiritual, cuyo reflejo en la naturaleza inferior es la mente o el principio inteligente en el mundo de las formas. En estas tres energías tenemos al atma-budi-manas de la literatura teosófica, las cuales forman esta triplicidad superior que se refleja en los tres inferiores y se enfoca a través del cuerpo del alma en los niveles superiores del plano mental, antes de ser «precipitada a la encarnación» según se dice esotéricamente.

Modernizado el concepto, podemos decir que las energías que animan al cuerpo físico y a la vida inteligente del átomo, a los estados emocionales sensorios y a la mente inteligente, deben mezclarse oportunamente con, y transmutarse en energías que animan al alma, y son: la mente espiritual, que otorga iluminación; la naturaleza intuitiva, que confiere percepción espiritual, y la vivencia divina.

Después de la tercera iniciación el Camino se lleva a cabo con mayor rapidez y se termina de erigir el «puente» que vincula perfectamente la Tríada espiritual superior con el reflejo material inferior. Los tres mundos del alma y los tres mundos de la personalidad se convierten en un sólo mundo, donde el iniciado trabaja y actúa sin percibir diferencia alguna, viendo a un mundo como el de la inspiración, y al otro como el campo de servicio, y considerando a ambos como un solo mundo de actividad. El cuerpo etérico subjetivo (o cuerpo de inspiración vital) y el cuerpo físico denso, son símbolos de estos dos mundos en el plano externo.

¿Cómo se construye el antakarana? ¿Cuál es el método que debe seguir el discípulo? No vamos a considerar aquí el Sendero de Probación en el cual se eliminan los grandes defectos [i71] y se desarrollan las grandes virtudes. Gran parte de la instrucción espiritual dada en el pasado ha permitido exponer las reglas para cultivar las virtudes y cualidades requeridas en el discipulado y también la necesidad de obtener autocontrol, tolerancia y altruismo, que son etapas elementales, y quienes estudian este tratado deben darlas por supuestas. Se presume que dichos estudiantes no sólo se ocupan de definir la naturaleza del discipulado, sino los requisitos más abstrusos y difíciles que se exige a quienes tienen como meta la iniciación.

Lo que consideramos aquí es el trabajo de los «constructores del puente». Primero, la verdadera construcción del antakarana tiene lugar únicamente cuando el discípulo comienza definidamente a enfocarse en los planos mentales y la mente funciona en forma inteligente y consciente. En esta etapa, debe tener ya una idea más exacta de las diferencias que existen entre el Pensador, el mecanismo del pensamiento y el pensamiento mismo, comenzando por su función esotérica dual que es:

  • 1. El reconocimiento y la recepción de Ideas.
  • 2. La facultad creadora de construir conscientemente las formas mentales.

Necesariamente esto implica una fuerte actitud mental y una reorientación de la mente hacia la realidad. Cuando el discípulo logra enfocarse en el plano mental (intención primordial del trabajo de meditación), comienza a trabajar con materia mental y a entrenarse para emplear el pensamiento y sus poderes. Obtiene cierta medida de control mental; puede dirigir el faro de su mente en dos direcciones -hacia el mundo del esfuerzo humano y hacia el mundo de la actividad del alma. Así como el alma forja un camino para sí misma proyectándose en un hilo o corriente de energía en los tres mundos, el discípulo va [i72] proyectándose conscientemente en los mundos superiores. Su energía surge a través de la mente controlada y dirigida, hacia el mundo de la mente espiritual superior y el reino de la intuición. De esta manera se establece una actividad recíproca. Simbólicamente se habla en términos de luz al referirse a la respuesta entre la mente superior e inferior, y el «camino iluminado» (término frecuentemente empleado) aparece entre la personalidad y la Tríada espiritual, por mediación del cuerpo del alma, así como el alma entró en contacto definido con el cerebro por intermedio de la mente. Tal «camino iluminado» es el puente iluminado, que se erige por la meditación y se construye por el esfuerzo constante de atraer la intuición por la subordinación y obediencia al Plan (que comienza a reconocerse en cuanto están en armonía la intuición y la mente), por la incorporación consciente en el grupo mediante el servicio y para el propósito de que sea asimilado en el todo. Tales cualidades y actividades se basan en el fundamento de un buen carácter y en las cualidades desarrolladas en el Sendero de Probación.

El esfuerzo para atraer la intuición requiere una dirigida meditación ocultista (no aspiracional). Exige poseer una inteligencia entrenada, para que la línea de demarcación entre la comprensión intuitiva y las formas del siquismo superior puedan verse con claridad. Demanda una constante disciplina de la mente, a fin de poder «mantenerse firme en la luz» y desarrollar la debida y cultivada interpretación para que el correcto conocimiento intuitivo alcanzado pueda revestirse de las correctas formas mentales.

La subordinación o la obediencia al Plan implica algo más que una comprensión vaga y nebulosa de que Dios tiene un Plan y que estamos incluidos en él. Es algo más que ocultarse en la sombra de la voluntad de Dios. Es necesario diferenciar inteligentemente entre:

  1.  1. [i73] la perspectiva general y el gran Plan mundial para el planeta, y
  2.  2. Esas etapas inmediatas al Plan en las cuales se exige una colaboración inteligente, ahora y en el presente inmediato.

Quizás sea interesante profundizar el conocimiento sobre las últimas razas raíces y hacer conjeturas sobre la vida existente en otros planetas, pero eso es relativamente fútil e inútil, pues excita indebidamente la imaginación, da origen a un amor desmedido por los detalles, produce pérdida de tiempo en presunciones ilógicas y crea quimeras en los intelectos no iluminados. Lo interesante y útil es esa parte del Plan que se refiere a su aplicación inmediata. La característica del discípulo entrenado es obediencia al propósito y al deber inmediatos. Quienes conocen el Plan mucho más que nosotros, no se ocupan de las hipótesis improbables, aunque posibles, de un futuro desarrollo racial. Enfocan Su atención sobre lo que requiere ser rápidamente atendido. Exhorto a todos los discípulos a hacer lo mismo, porque al hacerlo hacen posible erigir un puente sobre la brecha y vincula las dos orillas de las etapas superior e inferior de la conciencia, entre la era pasada y la nueva, el reino de Dios y el reino de los seres humanos, para ocupar el lugar que les corresponde en las filas del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, cuya ardua tarea reclama nuestro esfuerzo y sacrificio. Para la incorporación consciente en el grupo se exige no vivir la vida de la personalidad, lo cual producirá la subordinación del pequeño yo al trabajo de la totalidad. Estas palabras se escriben y se leen muy fácilmente, sin embargo, encierran la tarea que deben efectuar todos los discípulos en la actualidad. Allí donde no existe este incentivo y esta comprensión, el discípulo está todavía muy lejos de la meta.

También podría decirse que la construcción del puente mediante el cual la conciencia puede actuar con facilidad [i74] en ambos mundos, superior e inferior, se lleva a cabo principalmente por una dirigida y definida tendencia de la vida que, constantemente, impele al ser humano en dirección al mundo de las realidades espirituales y a ciertos movimientos dinámicos de orientación y enfoque planeados y cuidadosamente regulados y dirigidos. El proceso mencionado, lo adquirido durante los últimos meses o años se valora cuidadosamente, y el efecto de esa adquisición en la vida diaria y en los mecanismos corpóreos también se estudia detenidamente; entonces la voluntad de vivir como ser espiritual se introduce en la conciencia con tal definición y determinación que produce un progreso inmediato.

A los discípulos que pertenecen a los grupos de algunos maestros (no de todos), se los alienta cada siete años a hacer esto y a someterse a lo que esotéricamente se denomina “crisis de polarización”. Este proceso es una especie de recapitulación, como la que se impone conscientemente durante la noche, sólo que se extiende sobre un período de años en lugar de horas, lo cual merece ser considerado.

En el caso de los aspirantes consagrados prosigue la construcción del antakarana. Cuando el trabajo se lleva a cabo en forma inteligente y con plena conciencia del propósito deseado, y cuando el aspirante no sólo reconoce el proceso sino que está alerta y activo para cumplirlo, el trabajo continúa rápidamente y el puente se construye.

Agregaré algo más en conexión con la construcción del antakarana, y es el significativo hecho de que cuanto más personas puedan lograr vincular los aspectos superior e inferior de la naturaleza humana, más rápidamente se efectuará la tarea de salvar al mundo. Cuanto más concienzuda y persistentemente se efectúe este trabajo, más pronto la Jerarquía del planeta reasumirá Su antigua tarea y ocupará el lugar que le corresponde en el mundo y también se restaurarán [i75] los Misterios y, por lo tanto, el mundo funcionará más conscientemente de acuerdo al Plan. Cada ente de la familia humana que ha triunfado en el Sendero del Discipulado puede, por sí mismo, ser relativamente de poca importancia, pero el conjunto de entes tiene un enorme poder. A fin de alentarlos y alegrarlos diré que aumenta grandemente el número de discípulos en el mundo. El sufrimiento y las dificultades, la aversión y los procesos por los cuales se lleva a cabo el desapego y el desapasionamiento, están realizando un trabajo necesario. Diseminados por todo el mundo, en cada nación y prácticamente todas las semanas, hombres y mujeres salen del Sendero de Probación y entran en el Sendero del Discipulado. En esto reside hoy la esperanza del mundo. En lo antedicho puede verse la actividad grandemente acrecentada de los Maestros.

Tal acontecimiento o transición, nunca tiene lugar antes que el primer y sutil hilo de energía (análogo al primer cable de acero de un puente en el plano físico) se haya arraigado en la orilla opuesta; de este modo se establece un sutil y (al principio) nebuloso canal de comunicación entre la naturaleza superior y la inferior y entre el mundo del alma y los mundos de los asuntos humanos. Todos los meses, en el momento de la Luna llena, los Maestros intensifican Sus esfuerzos y preparan a hombres y mujeres para el proceso iniciático con la mayor rapidez y dentro de los límites de seguridad. Recuerden que la comprensión debe ir siempre paralela a la captación intelectual de un tema dado, pues lo contrario impide que algunos discípulos den este gran paso adelante.

El trabajo se lleva a cabo cumpliendo el deber inmediato que establece la tendencia consagrada de la vida hacia la realidad, disipando la ilusión y sirviendo con amor y comprensión. ¿Está este [i76] esfuerzo más allá de nuestro alcance? ¿O sus implicaciones están más allá de nuestra comprensión? No lo creo.

c. MÉTODOS DE APROPIACIÓN DE LOS SIETE RAYOS

Como ya hemos visto, este proceso de apropiación es una cuestión dual o, más bien, implica una actividad dual, la de recibir y dar, acaparar y renunciar, adueñarse de lo que se desea y desprenderse de lo que se ha retenido. Los diversos tipos de seres humanos que pertenecen a uno de los siete rayos, tienen cada uno su modo específico de hacerlo. Los definiré. Al mismo tiempo deben tener presente que la verdadera significación de lo que se está describiendo y el significado de lo que sucede, sólo puede ser comprendido por quienes llevan a cabo el proceso de desprendimiento. La etapa de la apropiación se produce ciega e inconscientemente. El ser humano no sabe lo que hace. Sólo al final de su largo peregrinaje y del proceso de apropiación descubre cuán cansado está de aferrarse a lo no esencial y material, y cuán dispuesto está a desapegarse de todo. En la vida de cada ser humano que ha vivido plenamente en el plano físico y ha completado el ciclo de años de su vida, este proceso dual se observa simbólicamente. En la juventud, los irreflexivos (todos los jóvenes son irreflexivos, pues así actúa la naturaleza) se aferran a la vida y no piensan en el momento en que deben desprenderse de la existencia física. La juventud olvida, y con derecho, la inevitabilidad de ese último desprendimiento simbólico que llamamos Muerte. Pero cuando la vida ha desempeñado su parte y los años han cobrado su tributo en intereses y fuerza, el ser humano cansado y agotado no teme al proceso de desprendimiento ni trata de aferrarse a lo que anteriormente deseaba. Da la bienvenida a la muerte y abandona voluntariamente lo que antes acaparaba su atención.

[i77] Al considerar los procesos de apropiación, deben estudiarse las frases que se dan a continuación, pues arrojan luz sobre las distintas etapas y desde diferentes ángulos:

1. La etapa de concreción y materialización. El alma se posesiona de lo que necesita y desea para la construcción de la forma.
2. La etapa de la encarnación, a la cual se entra ciegamente.
3. El período durante el cual el objetivo principal es la satisfacción de los deseos, los cuales abarcan toda la gama, desde el deseo físico y su satisfacción, hasta el deseo general e indefinido de la liberación.
4. El proceso detallado de apropiarse de:
        a. Un cuerpo o cuerpos,
        b. Una envoltura o envolturas,
        c. Un vehículo o vehículos,
        d. Una forma o formas.
5. El sumergimiento en la oscuridad, resultado del deseo. Se eligió la oscuridad de la ignorancia, y el ser humano empezó, por el deseo, a abrirse camino de la oscuridad a la luz, de la ignorancia al conocimiento, de la irreal a lo Real. Éste es el gran trabajo simbólico de la Masonería. Constituye la definición del Camino del Desprendimiento.
6. El Sendero de salida a fin de adquirir posesiones.
7. El egoísmo es la característica principal del yo en relación con el no-yo y su identificación con el mismo.
8. El amor a las posesiones, la prostitución del amor espiritual.
9. El afán de adquirir, la ilusión de la necesidad material.
10. El período llamado en la Biblia «vida licenciosa» del Hijo Pródigo.
11. La aplicación y el empleo de la energía para fines personales y egoístas.
12. [i78] La vida de la personalidad y todo lo que ella implica -ambición, propósito egoísta, etc.
13. El apego a lo que se ve y conoce y a las formas conocidas, familiares, externas y objetivas.
14. La etapa en que se construyen formas mentales, primero sin darse cuenta, luego con deliberado egoísmo.
15. El período en que se está absorbido en las cosas terrenales.
16. El mundo, la carne y el demonio.

En lo que respecta a la expresión del alma, regida por el apego, las siguientes frases y párrafos darán una idea del progreso de la intención:

1. La etapa de la espiritualización y de la desmaterialización. El alma actúa teniendo ante sí el propósito de liberarse y no de adquirir experiencia en el plano físico.
2. El desprendimiento de la forma.
3. El período donde se llega a la saciedad; los deseos han dominado tanto y han sido satisfechos tan frecuentemente que ya no tienen atractivo.
4. El proceso detallado de liberarse de:
        a. Un cuerpo o cuerpos,
        b. Una envoltura o envolturas,
        c. Un vehículo o vehículos,
        d. Una forma o formas.
5. El surgimiento en la luz, modo simbólico de expresar lo contrario: el sumergimiento en la oscuridad.
6. El sendero de Retorno, que tiene como móvil no desear nada para el yo separado. El comienzo de la conciencia y del trabajo grupal.
7. El altruismo, característica principal del Alma o Yo.
8. La liberación del deseo de poseer y del afán de adquirir, que es por lo tanto un estado carente de deseos.
9. [i79] El establecimiento del sentido de la realidad como principio regente de la vida.
10. El retorno del Hijo Pródigo al hogar del Padre.
11. La aplicación y el empleo de la energía para propósitos grupales, en colaboración con el Plan para la totalidad.
12. La vida del alma con todo lo que implica esa frase.
13. El amor de Dios en contradicción con el amor propio.
14. El apego a lo invisible, verdadero, subjetivo y Real, sólo posible cuando se ha desapegado de lo visible, falso, objetivo o irreal,
15. La liberación total del control de la mente inferior.
16. El período cuyo centro de interés es el reino de Dios y del alma.

17. La Realidad. Lo amorfo. Dios.

Debe recordarse que, cuando se consideran los métodos de apropiación de los siete rayos y las etapas opuestas, tratamos con energías. Los estudiantes ocultistas deben pensar y trabajar acrecentadamente en términos de energía. Se dice esotéricamente que estas energías «tienen efectos impulsores, atracciones magnéticas y actividades enfocadas». Las corrientes o emanaciones de energía existen, como es bien sabido, en siete aspectos o cualidades principales. Llevan a los hijos de los seres humanos a la encarnación y los sacan de la encarnación. Tienen sus propias cualidades y características específicas, las cuales determinan la naturaleza de las formas construidas, la cualidad de la vida que expresa en cualquier época o encarnación, la extensión del ciclo de vida y la aparición o desaparición de cualquiera de los tres aspectos de la forma. Breves párrafos serán suficientes para definir cada una de las etapas de apropiación. Los párrafos que detallan los métodos del desapego han sido dados anteriormente en Tratado sobre Magia Blanca. [i80]