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SECCIÓN UNA - ENSEÑANZAS SOBRE LA TELEPATÍA - Parte 4

CAPÍTULO XIII. LA SENSIBILIDAD TELEPÁTICA, UN DESARROLLO NORMAL

[i94] Habrán observado que no he dado instrucciones sobre el arte de desarrollar la sensibilidad telepática. La razón de ello, como ya lo he explicado, reside en que dicha sensibilidad debería ser, y siempre es, un desarrollo normal cuando el discípulo se halla correctamente orientado e íntegramente dedicado y está aprendiendo a descentralizarse. Si el proceso es forzado, entonces la sensibilidad desarrollada no es normal, acarreando grandes dificultades y peligros futuros. En lo que respecta al discípulo, el poder liberarse de la constante preocupación de las circunstancias y problemas personales lo conduce, inevitablemente, a la liberación mental, proporcionándole esas zonas de libre percepción mental que hacen posible la sensibilidad superior. Gradualmente, a medida que el discípulo adquiere verdadera libertad de pensamiento y el poder de ser receptivo a la impresión de la mente abstracta, acopia para sí una reserva de pensamientos que están a su disposición, cuando necesita ayudar a otras personas y para su creciente servicio mundial. Más adelante, se hace sensible a la impresión de la Jerarquía. Al principio es puramente ashrámica, pero luego, cuando el discípulo es un Maestro, se trasforma en impresión jerárquica; entonces, el Plan es la sustancia dinámica que suministra el contenido de la reserva de pensamiento de la cual él puede abastecerse. Esta afirmación es de una importancia única y excepcional. Posteriormente, se sensibiliza a la impresión de Shamballa, y la cualidad de la Voluntad que complementa el Propósito planetario, se suma al contenido del conocimiento adquirido. Sin embargo, lo que trato de recalcar aquí es la existencia de una creciente reserva de pensamiento que el discípulo ha creado en respuesta a las distintas impresiones, [i95] a las cuales se hace cada vez más sensible; las ideas, los conceptos y objetivos espirituales, de los cuales es cada vez más consciente, los va formulando constantemente en pensamientos con sus correspondientes formas mentales, aprendiendo así a abastecerse de ellos, a medida que trata de servir a sus semejantes. Así se encuentra en posesión de una reserva de sustancia mental resultante de su propia actividad mental y de su receptividad innata, lo cual le suministra material para la enseñanza y es “fuente de conocimiento”, de la que puede extraer lo necesario para ayudar a otros.

El punto esencial que se ha de captar es que la sensibilidad a la impresión constituye un desarrollo normal y natural, paralelo al desenvolvimiento espiritual. Les di una clave de todo el proceso cuando dije que:

Sensibilidad a la impresión significa engendrar un aura magnética sobre la cual pueden actuar las impresiones más elevadas”.

Quisiera que reflexionaran profundamente sobre estas palabras. Cuando el discípulo comienza a demostrar la cualidad del alma y el segundo aspecto divino se posesiona de él, controlando y matizando toda su vida, entonces se desarrolla automáticamente la sensibilidad superior convirtiéndose en un imán para las ideas y los conceptos espirituales; primero atrae a su campo de conciencia el delineamiento y, más tarde, los detalles del Plan jerárquico; llega así oportunamente a ser consciente del Propósito planetario, cuyas impresiones no ha de buscar ni aprender a distinguir laboriosamente, tampoco ha de captar ni aferrarse a ellas. Se introducen en el campo de su conciencia porque él ha creado un aura magnética que las invoca en su mente y las atrae. Esta aura magnética comienza a formarse en cuanto se hace contacto con el alma; el aura se ahonda y expande a medida que estos contactos son más frecuentes, convirtiéndose finalmente en un estado habitual de conciencia; [i96] entonces se halla siempre y a voluntad en relación con su alma, el segundo aspecto divino.

Desarrollo Espiritual Paralelo

Esta aura constituye, en realidad, la reserva de la sustancia mental, de la cual puede depender espiritualmente. El punto de unión se encuentra en el plano mental. Entonces el discípulo no está controlado por la naturaleza astral, sino que trata de construir el Antakarana, por el cual pueden fluir las impresiones superiores; aprende a no disipar esta afluencia sino a acumular, dentro de su aura (aquello con lo que se ha circundado), el conocimiento y la sabiduría que considera necesarios para servir a sus semejantes. Un discípulo es un centro magnético de luz y conocimiento mientras mantiene su aura magnética en un estado de receptividad. Entonces invoca constantemente, en los niveles superiores, las impresiones que pueden ser evocadas y puestas en “actividad distribuidora”, mediante lo inferior y aquello que demanda ayuda. Por lo tanto, a su debido tiempo, el discípulo se convierte en una diminuta analogía de la Jerarquía - pues puede invocar a Shamballa y es fácilmente evocada por la demanda humana -. Estos puntos merecen una cuidadosa consideración, pues involucran el reconocimiento elemental de puntos de tensión y su consiguiente expansión en auras o zonas magnéticas, capaces de invocación y evocación.

Estas zonas de sensibilidad abarcan tres etapas, sobre las cuales no tengo intención de extenderme:

1. Sensibilidad a la impresión de otros seres humanos, útil para prestar servicio cuando el aura magnética esencial ha sido engendrada y puesta bajo control científico.

2. Sensibilidad a la impresión grupal, el paso de las ideas de un grupo a otro. El discípulo puede convertirse en agente receptor del grupo del cual forma parte, y esta capacidad indica progreso. [i97]

3. Sensibilidad a las impresiones jerárquicas, que llegan al discípulo, primeramente vía el antakarana, y luego, de toda la Jerarquía, cuando él ha alcanzado algunas de las iniciaciones superiores. Esto indica la capacidad de registrar impresiones de Shamballa.

Sería de valor considerar ahora tres puntos, que se refieren a la sensibilidad a la impresión, a la construcción de la reserva de pensamiento resultante y la consiguiente respuesta a las demandas invocadoras. Estos tres puntos son:

1. Proceso de Registro.
2. Proceso de Registro de Interpretaciones.
3. Proceso de Respuesta Invocadora Resultante.

Quisiera recordarles que el aura que cada uno ha creado alrededor, del núcleo central del “yo o alma en encarnación”, es un fragmento de la sombra envolvente del alma una, que trae el ser a la manifestación. Esta aura, como bien saben, está compuesta de las emanaciones del cuerpo etérico, y éste, a su vez, encarna tres tipos de energía, de los cuales cada uno es individualmente responsable. Estos tres tipos (cuando se asocian a la energía de prana que compone los vehículos etéricos) son:

1. El aura de la salud, que es esencialmente física.

2. El aura astral, que por lo general es el factor más predominante, amplio y controlador.

3. El aura mental, que en la mayoría de los casos es relativamente pequeña, pero se desarrolla rápidamente, cuando el discípulo emprende conscientemente su propio desarrollo o cuando la personalidad está polarizada en el plano mental. Finalmente llegará el momento en [i98] que el aura mental eliminará (si puedo emplear este término inadecuado) al aura emocional o astral, entonces la cualidad egoica de amor creará un sustituto, a fin de que la necesaria sensibilidad no desaparezca totalmente, sino que sea de naturaleza más elevada y aguda.

En esta triple aura (o mejor dicho, cuádruple, si contamos el vehículo etérico) todo individuo vive, se mueve y tiene su ser; esta aura vital es el agente que registra las impresiones objetivas y subjetivas. El Yo interno debe controlar y utilizar a este “agente de respuesta sensitiva”, a fin de registrar las impresiones y dirigir las impresiones etéricas o mentales hacia el mundo humano. La impresión astral es completamente egoísta y personal, y aunque puede afectar al medio ambiente del individuo, no está dirigida como las energías registradas. Esta aura es responsable de los efectos que una persona produce sobre otra; las palabras no producen reacciones, aun suponiendo que sean el reflejo de sus reacciones y pensamientos, pero, en realidad, son generalmente expresiones de sus deseos emocionales.

Por lo tanto, todos poseemos un mecanismo subjetivo que es el verdadero y perfecto reflejo de nuestro propio grado de evolución. Ésta es el aura que un Maestro observa y también el factor más importante en la vida del discípulo. La luz del alma, dentro del aura, y la condición de los distintos aspectos del aura indican si el discípulo está acercándose o no al Sendero del Discipulado. Puede comprobarse con exactitud el progreso del aspirante, a medida que su mente se clarifica y su reacción a las emociones es menos frecuente. Debe distinguir muy bien entre lo que es cuerpo astral y mental y lo que ellos emanan. Lo que se denomina cuerpo es de naturaleza sustancial; el aura es esencialmente irradiante y se extiende en todas direcciones [i99] desde el vehículo sustancial. Esto hay que tenerlo muy en cuenta.

El problema que tiene el aspirante, a medida que “engendra” su aura magnética, es cómo retraerse él mismo y así disminuir la extensión y el poder de su aura astral, y expandir y acrecentar la potencia de su aura mental. Debe recordarse que la mayoría de los aspirantes están polarizados en la naturaleza astral y, por consiguiente, su problema consiste en lograr una polarización distinta y enfocarse en el plano mental. Esto exige mucho tiempo y gran esfuerzo. Como lo mencioné anteriormente, la irradiación del alma, presente hasta ese momento, sustituye a la actividad emocional del aspirante; en realidad, esta emanación es una irradiación de los pétalos de amor del loto egoico.

Cuando el aspirante comienza a trabajar conscientemente, en su propio desenvolvimiento, y a considerar y a manejar su aura, pasa por tres etapas de progreso en el Sendero de Retorno, que son:

1. La etapa donde descubre la potencia y la cualidad de su aura astral. Debido a que ésta es (en el actual segundo sistema solar) la cualidad del amor, distorsionada por la naturaleza astral, el desarrollo de la sensibilidad emocional es muy intenso y de una fuerza casi sobrenatural, siendo mucho más fuerte que su cuerpo y su orientación mentales.

2. La etapa en que el vehículo mental aumenta su potencia y produce una radiación mental tan fuerte, que domina y controla al aura astral.

3. La etapa donde el alma expresa su naturaleza esencial de amor y comienza a esparcir su radiación en el aura astral, por medio del cuerpo astral. Finalmente, la [i100] sensibilidad del amor sustituirá a la sensibilidad emocional y al deseo.

Los aspirantes pueden hallarse en estas tres etapas de sensibilidad. Durante la segunda iniciación, llega un momento en que el alma del iniciado entra en actividad y la fuerza fundamental - si puedo emplear este término - sumerge la naturaleza astral, vitalizando e inspirando al cuerpo astral, cambiando temporalmente la cualidad del aura astral y estableciendo un control que conduce, finalmente, a la sustitución ya mencionada. Este aspecto de la verdad contiene la doctrina de la “expiación vicaria”, doctrina lastimosamente tergiversada por la teología cristiana.

Registro e Interpretación

Ahora vamos a considerar los temas ya mencionados: “Proceso de Registro”, “Proceso de Registro de Interpretaciones” y “Proceso de Respuesta Invocadora Resultante”. Hay que tener presente que expongo reglas generales y no estoy considerando lo ideal ni lo indeseable; las fuentes de impresión varían a medida que progresa el discípulo, aunque la fuente mayor y más amplia siempre incluye a las menores.

El hecho de que un individuo sea sensible a la impresión jerárquica en su aura mental, no impedirá que, en su naturaleza astral, sea sensible a la demanda invocadora y emotiva de los seres humanos. Ambos son de suma utilidad si el discípulo procura relacionarlos. Deben recordar esto. La capacidad para interpretar las impresiones registradas se adquiere a medida que el aura mental se desarrolla, bajo la influencia de la “mente mantenida firme en la luz del alma”; el discípulo aprende que toda verdad registrada es susceptible de innumerables interpretaciones y que ellas se revelan, con más claridad, a medida que pasa una iniciación tras otra y desarrolla la respuesta consciente. La capacidad para invocar se manifiesta vida tras vida, e involucra [i101] la invocación de la respuesta consciente del ánima mundi o del alma subconsciente de todas las cosas, como también de la conciencia humana y del contacto superconsciente del mundo.

Esta capacidad se desarrolla a medida que el estudiante recorre el Sendero del Discipulado, hallando con frecuencia, en las primeras etapas, mucha confusión, psiquismo astral y falsas interpretaciones. No debe preocuparse demasiado, pues todo lo que se requiere es experiencia, que se adquiere por medio del experimento y su expresión en la vida diaria. En ningún caso, el conocido axioma de que se aprende a través de un sistema de prueba y de error, ha sido tan aplicable como en la vida y la experiencia del discípulo en probación. Cuando llega a ser un discípulo aceptado, disminuye el número de errores, aunque las pruebas (o sea, el empleo experimental de las numerosas y distintas energías) sean muchas y, por lo tanto, abarquen un campo más amplio de actividades.

El Proceso de Registro se fundamenta en lo que podría denominarse acercamiento invocador, desde una extensa zona de posibles contactos. El discípulo tiene que aprender a diferenciar entre los numerosos impactos que llegan a su aura sensible. En las etapas iniciales, la mayoría de los impactos son registrados inconscientemente, aunque el registro sea agudo y exacto; sin embargo, el objetivo consiste en registrar conscientemente; esto se efectúa manteniendo, con constancia y firmeza, la actitud del Observador, que se desarrolla obteniendo el desapego - el desapego del Observador de todos los deseos y ansias que conciernen al yo separado -. Es evidente que el empleo de la palabra “observador” comprende el concepto de dualidad y la consiguiente separación. En este caso, el móvil que motiva la observación, no es el propio interés sino la determinación de depurar el aura, de manera que registre [i102] sólo aquello que sea iluminador y esté relacionado con el Plan divino, lo cual sería de beneficio para la humanidad y, por lo tanto, para la creación de un nuevo servidor dentro de los Ashramas de la Jerarquía.

Algunos psicólogos dividen la conciencia del ser humano en subconsciente, consciente o autoconsciente y superconsciente, lo cual es de valor aquí. Sin embargo, debe recordarse que el discípulo se convierte, ante todo, en un ente humano verdaderamente consciente, desarrollando así la verdadera conciencia del Yo. Esto lo hace discriminando entre el yo inferior y el yo superior, y procurando que su aura magnética sea sensible a un aspecto de sí mismo, que hasta ese momento no había sido el factor controlador. Desde ese punto, comienza a registrar impresiones con gran claridad y precisión. Por lo general, en las primeras etapas, el único deseo del discípulo es registrar impresiones de la Jerarquía, prefiriéndolas a las impresiones de su propia alma o de los factores humanos que lo rodean, sus semejantes, o el medio ambiente y las circunstancias que éstos crean. Anhela lo que podríamos denominar la “impresión vertical”. Este móvil, por ser en gran parte autocentrismo, hace que el discípulo se introduzca introspectivamente en sí mismo, siendo ésta la etapa en que muchos aspirantes se convierten en prisioneros, hablando en sentido astral, porque registran, en su aura magnética, las múltiples formas mentales motivadas astralmente, por lo que ellos creen, esperan y suponen que les impartirá la “impresión vertical”. Establecen fácilmente contacto con las contrapartes astrales de los mundos superiores que están reflejados (por lo tanto, distorsionados) en el plano astral; allí se registra un mundo de espejismo, formado por los deseos erróneos y egoístas y los pensamientos ansiosos de los devotos bien intencionados. No es necesario que me extienda sobre esto. Todos los discípulos -en alguna etapa de su entrenamiento- tienen que abrirse camino a través de este aspecto del espejismo, y al hacerlo, [i103] depuran e intensifican el aura magnética, clarificando simultáneamente el mundo astral que los circunda, con el que están en contacto. También aprenden que el anhelo de registrar impresiones jerárquicas debe trocarse en el anhelo de poner a disposición de la humanidad su aura magnética; entonces, aprenden a registrar la necesidad humana y a comprender dónde es posible ayudar y servir a sus semejantes. Mediante este registro consciente de las demandas invocadoras, que proceden del mundo de los contactos horizontales, el aura magnética del discípulo se libera de las formas mentales que lo obstaculizan y absorben, como también de los deseos, aspiraciones y anhelos que, hasta ahora, le han impedido registrar correctamente. El discípulo deja de crearlas, y las formas mentales creadas se desvanecen o atrofian por falta de atención.

Posteriormente, cuando el discípulo en probación se convierte en discípulo aceptado y se le permite participar en actividades ashrámicas, entonces agrega a ello la capacidad de registrar la impresión jerárquica; sin embargo, podrá hacerlo después que ha aprendido a registrar la impresión que le llega de su propia alma (impresión vertical) y la del mundo circundante de los individuos (impresión horizontal). Cuando ha obtenido ciertas iniciaciones importantes, su aura magnética será capaz de registrar impresiones provenientes de los reinos subhumanos de la naturaleza. Finalmente, cuando se convierte en un Maestro de Sabiduría y, por lo tanto, en un miembro del quinto reino de la naturaleza, su aura magnética recibirá la impresión horizontal del mundo de la vida y la actividad jerárquicas; la impresión vertical la recibirá en los niveles superiores de la Tríada espiritual, y por último, de Shamballa. Entonces, la humanidad será para él lo que los reinos subhumanos fueron para el cuarto reino, el humano, cuando constituía el campo de su impresión horizontal registrada. [i104] Aquí está claramente revelado el verdadero significado de la Cruz de la Humanidad.

Registrar no es un fenómeno fuera de lo común. Las personas sensibles reciben constantes impresiones, desde algún nivel de conciencia, y son receptivas a éstas de acuerdo al nivel de conciencia en que normalmente actúan; los médiums, por ejemplo, son excesivamente propensos a recibir impresiones de niveles etéricos o astrales; lo mismo sucede con la vasta mayoría de los psíquicos astrales, cuyo número es inmenso. Las impresiones (concretas, abstractas o de naturaleza más excelsa) que proceden de los planos mentales, impresionan las mentes de los que han logrado un enfoque verdadero en el plano mental. Los científicos, místicos, matemáticos, estudiantes esotéricos, aspirantes y discípulos, educadores y humanistas, y todos aquellos que aman a sus semejantes, son sensibles a tales impresiones, y una de las necesidades principales del discípulo consiste en desarrollar una adecuada sensibilidad a la impresión y al contacto ashrámico. Entonces, deja de pertenecer al grupo de los sensitivos mentales ya enumerados.

El problema que ahora consideraré, es más profundo y concierne a la interpretación y al correcto y claro registro de la impresión, siendo esto mucho más difícil. El individuo que recibe la impresión, debe conocer el origen de la misma, ha de ser capaz de vincularla a alguna demanda, información, rectificación, instrucción o distribución de energía; ha de poder percibir con claridad en qué aspecto del mecanismo de registro (la mente, el cuerpo astral, el cuerpo de energía o el cerebro) ha hecho impacto la impresión impartida y registrada. Una de las cosas más difíciles, para el discípulo aspirante y el estudiante esotérico, es llegar a registrar, directamente en el cerebro, impresiones desde la Tríada espiritual (y luego, desde la Mónada) vía el Antakarana.

[i105] Dicha impresión debe descender, directamente, desde los niveles mentales hasta el cerebro, evitando todo contacto con el cuerpo astral; sólo en la medida en que se consiga este descenso directo, estará libre de error la impresión recibida, y no estará viciada por algún complejo emocional, puesto que el nivel astral de conciencia es el gran factor que altera la verdad esencial. Las impresiones que llegan del Ashrama o de la Tríada espiritual (único tipo de impresiones de las cuales me ocupo) pasan a través de tres etapas:

1. La etapa de registro mental. La claridad y precisión de este registro dependerá de la condición del canal de recepción, el antakarana; por extraño que parezca, interviene en ello un cierto elemento de tiempo, no el tiempo que se conoce en el plano físico, lo cual es sólo el registro, por el cerebro, de los “acontecimientos” pasajeros, sino la analogía mental superior del tiempo. De esto no puedo ocuparme porque es un tema demasiado profundo, ya que el tiempo, en este sentido, está relacionado con la distancia, el descenso, el enfoque y el poder de registrar.

2. La etapa de recepción cerebral. La precisión de esta recepción depende de la calidad de las células cerebrales, de la polarización del pensador en el centro de la cabeza y de la liberación de las células cerebrales de todas las impresiones emotivas. Aquí reside la dificultad, y el aspirante receptor o el pensador enfocado es emocionalmente consciente del descenso de la impresión superior y del consiguiente esclarecimiento del tema de su reflexión. No obstante, ha de ser registrado por un vehículo astral perfectamente pasivo, y en ello reside uno de los objetivos principales de la verdadera meditación. [i106]

3. La etapa de la interpretación reconocida. Etapa excesivamente difícil. La interpretación depende de muchos factores: el acervo cultural, el grado logrado en la evolución, el acercamiento místico u ocultista del discípulo al centro de la verdad, su emancipación del psiquismo inferior, su humildad esencial (que desempeña un papel preponderante en la verdadera comprensión), su descentralización de la personalidad. En realidad, el carácter del individuo se halla totalmente involucrado en el proceso importante de la interpretación correcta.

 En esta fase de la impresión, el tema de los SÍMBOLOS está necesariamente implicado. Todas las impresiones deben ser interpretadas y traducidas en símbolos, por medio de la palabra o por representaciones pictóricas; el aspirante no puede evitar esto, pues es en el empleo de las palabras (es innecesario decir que son símbolos) donde está propenso a cometer errores. Son el medio por el cual la impresión registrada es impartida a la conciencia cerebral, es decir, a la conciencia del plano físico que tiene el discípulo, posibilitando así la comprensión práctica de las ideas abstractas o de esos aspectos del Sendero que le corresponde comprender y enseñar.

No es necesario extenderme sobre este tema. El verdadero discípulo siempre es consciente de la posibilidad de cometer errores, de las intromisiones psíquicas y de las tergiversaciones; sabe muy bien que la verdadera y efectiva interpretación de la impresión impartida depende, en gran parte, de la pureza del canal de recepción y de la emancipación de todos los aspectos del psiquismo inferior, algo que muy a menudo se olvida. Un espeso velo de formas mentales concretas puede también distorsionar la verdadera interpretación, como así también la intervención astral; la enseñanza en el Sendero y la impresión espiritual pueden ser interferidas desde el plano astral por el espejismo o las ideas concretas y separatistas [i107] que emanan de los niveles mentales. En este caso, se puede decir “que la mente es el destructor de lo real”. Hay un significado hondamente esotérico en las palabras “una mente abierta”, siendo tan esencial para la verdadera interpretación, como lo es el liberarse del psiquismo y del espejismo del plano astral.

Se evidencia claramente aquí la necesidad de obtener el verdadero alineamiento, de modo que se forme un canal directo por el cual la impresión (dirigida por alguna fuente más elevada que la personalidad) pueda descender al cerebro. Al principio, el canal y el alineamiento deben ser establecidos entre el cerebro y el alma; esto involucra los tres aspectos de la personalidad - el cuerpo etérico, el vehículo astral y la naturaleza mental -; fundamentalmente, este proceso de alineamiento deberá ser emprendido y desarrollado en el Sendero de Probación, y llevado a una condición de verdadera y superior efectividad en las primeras etapas del Sendero del Discipulado. Después, a medida que el discípulo construye conscientemente el antakarana y es parte activa del Ashrama, aprende (al practicar el alineamiento) a trascender dos aspectos de sí mismo que, hasta entonces, eran de gran importancia: el vehículo astral y el cuerpo egoico o causal. El cuerpo astral es trascendido antes de la cuarta iniciación, el cuerpo egoico antes de la quinta; todo el proceso de “trascender” lleva mucho tiempo y tiene que realizarlo con intensidad; primero, enfocándose en la naturaleza emotiva mediante la discriminación consciente y, finalmente, en la naturaleza egoica inspirada por la Tríada espiritual, que sustituye al fin al alma. Todo esto abarcará numerosas encarnaciones, porque el registro y la interpretación de las impresiones superiores es una ciencia fundamentalmente esotérica y requiere mucho estudio y práctica para perfeccionarlos.

A medida que se desarrollan gradualmente los dos procesos, la tercera etapa, automáticamente, llega a ser más efectiva. [i108] La impresión recibida e interpretada produce cambios fundamentales en la vida y en la conciencia del aspirante, sobre todo en su orientación. Así llega a ser un centro evocador e invocador de energía. Lo que ha recibido a través del canal de alineamiento, se convierte en un poderoso factor para invocar una nueva corriente de impresiones superiores, haciéndolo también evocador en el plano físico, de manera que el aura magnética que ha engendrado llega a ser cada vez más sensible al influjo de las impresiones espirituales, y en forma cada vez más amplia, se hace también sensible a aquello que evoca de su medio ambiente físico y de la humanidad, transformándose en una estación central que está en contacto con la Jerarquía y distribuyendo la energía recibida (en respuesta a la demanda evocadora y a las necesidades de la humanidad). Así se convierte en un “receptor de luz”, de iluminación espiritual, y en un distribuidor de luz en todos los ámbitos lúgubres del mundo y en los corazones humanos. Por lo tanto, es un centro invocador y evocador utilizado por la Jerarquía, en los tres mundos de la evolución humana.

CAPÍTULO XIV. ASPECTOS SUPERIORES DE LA RELACIÓN

[i109] La palabra telepatía se emplea principalmente para abarcar los numerosos aspectos del contacto mental y el intercambio de pensamientos, sin necesidad de emplear el signo o la palabra hablada o escrita. Sin embargo, lo que se comprende por esta acepción moderna, no involucra los aspectos superiores de las “relaciones de la Mente Universal”. El tercer aspecto, la inteligencia, está involucrado cuando es interpretado el contacto; el segundo aspecto, el amor-sabiduría, es el factor que hace posible la impresión superior, y esto ocurre cuando dicho factor se está desarrollando o en proceso de entrar en funcionamiento. Durante este proceso de desarrollo, sólo es posible la telepatía directa, la cual es de dos tipos:

1. Telepatía simpática o entendimiento inmediato entre dos seres, percepción de acontecimientos, captación de hechos e identificación con las reacciones personales. Todo esto está vinculado con la actividad del plexo solar de la personalidad y - cuando el segundo aspecto, el amor, está desarrollado o en desarrollo - ésta se convierte en la “simiente o germen” de la facultad intuitiva. Todo el proceso es, por lo tanto, astral-búdico, involucrando, como agente, los aspectos inferiores de la Mente Universal.

2. Telepatía mental o intercambio de los pensamientos trasmitidos. Aunque es un fenómeno corriente entre personas de cierta capacidad intelectual, hoy apenas es reconocido; sus leyes y modos de expresión son aún desconocidos, y las mejores mentes e intérpretes que se hallan en niveles subjetivos, la confunden con las reacciones del plexo solar. Es una ciencia relativamente nueva e inexplorada; [i110] la extensión de sus actividades no es astral, sin embargo, está relacionada con el plexo solar, porque la sustancia con la cual es llevada adelante esta ciencia, no es astral sino mental, estando, por lo tanto, implicado y siendo empleado otro vehículo, el cuerpo mental. Es la “simiente o germen” de los contactos superiores y de las impresiones procedentes de niveles más elevados que el búdico o intuicional. Está relacionado con el aspecto superior de la Mente Universal, la Voluntad inteligente. En ambos casos, están involucrados el aspecto inferior del amor (respuesta emotiva y sensitiva) y el amor puro del alma.

La sensibilidad astral simpática es falible y da lugar a falsas interpretaciones. La telepatía superior - otra forma de sensibilidad y el punto de partida o concepto - llegará a ser finalmente infalible; en las primeras etapas (concernientes a los métodos de interpretación y deducción) puede frecuentemente fallar.

La telepatía mental directa es una de las manifestaciones más elevadas de la personalidad; es un eslabón de enlace, uno de los pasos principales hacia la impresión superior; presupone un estado elevado de desarrollo mental; constituyendo una razón por la que no es considerada una capacidad acreditada, comprobada y probable del ser humano. En este caso, la mente es, en realidad, “el destructor de lo Real” y los recursos y modalidades del conocimiento subjetivo permanecen aún, en las zonas oscuras de la conciencia humana. Los procesos normales de la evolución prueban, de forma innegable, la existencia de facultades, las cuales permiten que las impresiones subjetivas de una elevada espiritualidad sean posibles y normales.

Esta “Suprema Ciencia de Contacto” puede ser clasificada, según se ha dicho, en los siguientes aspectos que se [i111] desarrollan por separado y progresivamente. Téngase en cuenta la inevitable continuidad, característica principal del proceso evolutivo.

1. Percepción astral sensible. Se basa en las reacciones del plexo solar, y todo el proceso se lleva a cabo en el plano astral y con sustancia astral. En su aspecto más elevado, es un factor que hará posible la percepción y la sensibilidad intuitiva, el proceso se realiza, entonces, con sustancia búdica. Los aspirantes son, en cierta etapa de su desarrollo, de naturaleza fuertemente astral-búdica. Esto debe ser recordado.

2. Telepatía mental. Involucra dos o más mentes, y el proceso se desarrolla con sustancia del plano mental. Este factor hace posible que se produzca la actividad llamada “impresión”, la cual proviene, en su mayor parte, de ciertos aspectos del plano mental: 

a. El alma del individuo telepático, que emplea los pétalos del conocimiento del loto egoico, un estado elevado de inteligencia mental. La denominada mente abstracta.
b. Este aspecto de la sustancia mental es utilizado con frecuencia por la Jerarquía para llegar a la mente de los discípulos. Sólo en los últimos siglos, la Jerarquía ha trasladado el foco de su atención vital al plano búdico y la ha apartado del plano mental. Esto ha sido posible porque los aspirantes del mundo, actualmente, son sensibles a los contactos basados en la conciencia astral-búdica, que son estrictamente llevados a cabo dentro de la sustancia [i112] mental. Esto implica necesariamente los tres aspectos que son propios a esta sustancia: la mente concreta, el Hijo de la Mente y la sensibilidad o reacción abstracta, y después, en el plano físico, la actividad del cuerpo pituitario (como puede verse fácilmente) y también el empleo del centro ajna.

3. La Ciencia Esotérica de Impresión. Se logra cuando las otras dos formas de relación telepática se hallan presentes y se están desarrollando para obtener cierta medida de exactitud. Depende también de la construcción del antakarana y de la firme orientación del aspirante o discípulo hacia la Tríada espiritual; se alcanza cuando la mente abstracta está desarrollada y es sensible, convirtiéndose en la simiente o germen de la Voluntad espiritual, incluyendo la capacidad de responder al propósito divino. El aspecto superior de esta mente abstracta es el plano átmico. Sería útil comprender la naturaleza sustancial de ambos niveles de conciencia. Dentro de la sustancia del plano átmico, se inicia esa actividad que puede impresionar a la mente abstracta, la cual se convierte en asiento de la consciencia del ser espiritual, y al mismo tiempo, posee y emplea activamente su personalidad y continúa empleando la mente concreta; sin embargo, la sensibilidad astral desciende por debajo del umbral de la conciencia, llegando así a formar parte de ese gran conjunto de instintos y reacciones instintivas que posee el ser humano, que lo admiten en la vida y lo hacen consciente de todo lo que existe en los tres mundos, incluyendo los tres reinos subhumanos de la naturaleza. Con estos instintos sublimados [i113] y controlados, trabajan los Maestros y discípulos, cuya tarea consiste en vigilar la evolución de las formas de vida en los reinos subhumanos.

Las formas superiores de la telepatía mental comprenden el alma y la mente abstracta y se ocupan únicamente del Plan divino, a medida que la Jerarquía lo desarrolla en los tres mundos. La Ciencia de Impresión se ocupa principalmente del Propósito divino, de acuerdo a cómo Shamballa lo desarrolla, y también de esos aspectos más elevados del trabajo jerárquico que nada tienen que ver con el trabajo en los tres mundos. Quisiera que reflexionen sobre este punto.

Debido a la curiosa etapa de la evolución, actualmente alcanzada en el reino humano, ha sido instituido un aspecto intermedio en las tres formas de impresión mencionadas; algo parecido al período intermedio existente entre la plena expresión humana y la plena expresión del reino de las almas. A esto lo denominamos:

4. La Ciencia de Invocación y Evocación. Esta ciencia puede emplear y emplea los impulsos de los ignorantes y los anhelos superiores (aún incipientes) de las multitudes, expresados en forma invocadora; lo hace con el fin de eliminar la brecha existente en la conciencia, entre la vida de la persona común, la vida de la personalidad integrada y la vida del alma. Mediante el empleo de la demanda invocadora (a menudo inaudible e inconsciente), los discípulos del mundo pueden enfocar, empleando y generando una energía suficientemente fuerte, como para efectuar un verdadero impacto y una impresión definida en los Seres y Vidas que se hallan en niveles más elevados que aquellos de los tres mundos. Este impacto evoca la reacción de estos Seres superiores y establece un intercambio espiritual e inteligente de gran valor, [i114] propiciando el estímulo y produciendo una acrecentada vitalización del normal, aunque generalmente lento, proceso evolutivo. Esto se ha agudizado en la actualidad y es una explicación de lo que está sucediendo en el mundo de los asuntos humanos. El estímulo esparcido es de naturaleza muy intensa. El clamor invocado, desde la humanidad, no es sólo la demanda inaudible provocada por los trabajadores jerárquicos de todas partes, sino que también encuentra su expresión en todos los planes y proyectos, en las declaraciones de principios y en los numerosos grupos y organizaciones dedicados al mejoramiento del vivir humano.

Ciertos conceptos fundamentales están contenidos en todos los aspectos de la Ciencia de Contacto, sin lo cual no tendría fundamento alguno realizar el esfuerzo para dominar esta ciencia. Procuren captar esto. Existen tres conceptos que siempre deben tenerse presentes:

1.  El cuerpo etérico planetario es el medio a través del cual las corrientes o impresiones mentales (no importa de qué fuentes proceden) deben pasar a fin de producir un impacto en el cerebro humano. Esto es fundamental. Este vehículo etérico hace posibles todas las relaciones, puesto que el cuerpo etérico individual es parte integrante del cuerpo vital del planeta, el cual es también el medio de toda reacción instintiva, tal como lo demuestra el animal cuando presiente el peligro. Cuanto más entretejido (si puedo emplear esta palabra) esté el cuerpo etérico con el vehículo físico denso, más evidente será la reacción instintiva -el ejemplo dado se basa en millares de reacciones parecidas- y mayor será la sensibilidad, la aptitud para el contacto telepático [i115] y el reconocimiento de las impresiones superiores. También podría decirse que el cuerpo etérico de un discípulo o de una persona de edad avanzada puede ser manejado y tratado en tal forma, que rechace gran parte de lo que pudiera hacer impacto, atravesarlo o utilizarlo como canal. Este entrenamiento es automático; se evidencia en la capacidad que tiene el mecanismo humano para eliminar todos los contactos e impresiones innecesarios, a los cuales se halla tan acostumbrado, que ni siquiera registra aquello que considera indeseable o inútil. La razón de que el verdadero contacto telepático entre mentes no sea muy común, se debe a que muy pocas personas piensan con claridad o con la energía requerida; no crean formas mentales verdaderas, precisas y poderosas, o, si lo hacen, no están correctamente dirigidas hacia el objetivo deseado. Cuando un individuo es discípulo y trata premeditadamente de dejarse impresionar por su alma, por el Maestro o por la Tríada espiritual, la tarea del agente impresor es relativamente sencilla; lo único que debe hacer es desarrollar la adecuada receptividad, más una inteligencia intuitiva que le permitirá interpretar correctamente y reconocer la fuente de comunicación o impresión.

Esto nos lleva al segundo concepto básico:

2. La sensibilidad a la impresión involucra la gestación de un aura magnética sobre la cual pueden actuar las impresiones más elevadas. Ya me ocupé de esto, en la parte anterior. Se ha de recordar que la potencia del aura magnética, que envuelve a todos los seres humanos, se encuentra actualmente en cuatro [i116] zonas de sustancia, las cuales están cerca de los cuatro centros mayores. Cuando el individuo es manifiestamente inferior y predominantemente animal, la mayoría de las impresiones le llegarán automáticamente a través del centro sacro; tales impresiones (como bien pueden imaginarse) serán densas, pero, no obstante, dinámicas, y se relacionarán con todo lo que concierne a su ser físico, sus apetitos y su bienestar o malestar físicos. Sin embargo, muy pocas personas, en proporción a los habitantes del planeta, emplean hoy el centro sacro como órgano principal de registro. El aura magnética (en este caso) es relativamente pequeña, todas sus tendencias son de naturaleza descendente y las impresiones (que no proceden de fuentes más elevadas que el individuo mismo) descienden a través del aura del centro sacro. La mayoría de estas impresiones son, por lo tanto, instintivas y de escasa mentalidad; es evidente, sin embargo, que lo que es comprendido comúnmente como aspiración, no es lo que un verdadero aspirante considera como algo espiritual.

El ser humano común, que todavía no piensa, actúa por medio de su cuerpo astral y, puesto que está polarizado en él, lo hace etérica y principalmente por medio del plexo solar. Todas las impresiones entran en el aura vía la zona que circunda esa parte del vehículo etérico. El médium corriente actúa a través de este centro mayor, recibiendo impresiones y comunicaciones de entidades o formas astrales animadas que se encuentran en los espejismos creados por la humanidad. Recuerden que la verdadera aspiración es esencialmente un producto o reacción astral; todos [i117] los aspirantes, en las primeras etapas de su reorientación, actúan por medio del plexo solar, y concentran, en forma gradual, las energías inferiores antes de transmutarlas y elevarlas al centro superior, el cardíaco. Hay discípulos que trabajan deliberadamente en el plano astral, obedeciendo las instrucciones del Maestro de su Ashrama, a fin de poder llegar a los neófitos, y de esta manera, impresionarlos con el conocimiento y la información sutil, necesarios para su progreso. Ningún Maestro trabaja de este modo, y debido a ello se ven obligados a servirse de Sus discípulos. Tales discípulos dirigen la impresión deseada a la zona del plexo solar del aura magnética. Esta aura tiene, además, otro punto de entrada en la región del centro laríngeo, utilizándolo como receptor de impresiones superiores. Dicho centro o zona de energía es, por lo general, utilizado y vitalmente activado por los seres creadores del mundo, que necesariamente han debido establecer un contacto directo con el alma y, por lo tanto, se hallan abiertos a las ideas intuitivas, fuente de su trabajo creador. De acuerdo al éxito alcanzado, en la producción creadora, y a la belleza de su trabajo, así será la impresión que harán en otros. Es sorprendente que las nuevas y singulares formas del arte, que agradan a algunas personas y desagradan a otras, en su mayoría son creaciones del plexo solar, por lo tanto, son de orden verdaderamente elevado. En algunas de estas creaciones, mejor dicho, en muy pocas, está implicado el centro laríngeo.

El aura magnética que circunda la cabeza, es sensible a las impresiones superiores y constituye el punto de entrada al centro coronario. No es necesario explayarme sobre esto, todo lo que he enseñado [i118] está relacionado con el despertar de este centro superior, antes de que el aspirante llegue a ser un miembro del reino de Dios. El centro ajna no está involucrado y permanecerá siendo, por muchos siglos, el agente de la impresión dirigida, y no el objetivo de tales impresiones.

Existe un pensamiento clave muy importante en las siguientes palabras:

3. El Plan es la sustancia dinámica que provee el contenido de la fuente de abastecimiento, de donde el agente impresor puede extraer, y al cual ha de ser sensible el receptor de la impresión.

Probablemente esta frase implica un serio reajuste en el modo de pensar de la mayoría de los estudiantes. El concepto del Plan como Sustancia es sin duda nuevo para ellos y quizás nuevo también para ustedes. Sin embargo, deben esforzarse para captar este concepto. Permítaseme expresarlo de otra manera: El Plan constituye o está compuesto de la sustancia con la que los miembros de la Jerarquía trabajan constantemente. Para una mayor claridad analizaré este concepto. Hago hincapié sobre ello porque es muy importante, casi más allá de la comprensión humana y porque puede enmendar y revitalizar el total acercamiento al Plan y capacitarles para trabajar en forma fresca y totalmente nueva:

1. El Plan es sustancia. Es esencialmente energía sustancial. Y energía es sustancia y nada más.

2. La sustancia, el Plan, es dinámica por naturaleza, y está impregnada de la energía de la VOLUNTAD. [i119]

3. El Plan constituye una reserva de sustancia energizada, mantenida en solución por la VOLUNTAD de Sanat Kumara, que encarna Su propósito intangible (intangible para nosotros pero no para Él).

4. Ésta es la Sustancia planetaria que deben extraer los “agentes impresores”: los Nirmanakayas, los Miembros de la Jerarquía y los discípulos activos del mundo, así como también los sensitivos espirituales de cierto grado.

5. Los receptores de la impresión deseada deben llegar a ser sensibles a esta energía sustancial.

Todo esto puede remontarse al Pensador original, que trajo a la existencia nuestro mundo manifestado y que, correlativamente a la Ley de Evolución y de acuerdo a ella, está llevando a la fructificación el objetivo de Sus pensamientos. En sentido más amplio, constituye el mar de energías en el que “vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”, siendo el séptuple cuerpo del Logos planetario.

Los Agentes que Imprimen la Voluntad Divina

Sin embargo, no estamos considerando aquí el Todo mayor, sino una zona específica y enfocada en la conciencia planetaria, la cual se encuentra a mitad de camino entre el plano superior, donde se halla la Cámara de Concilio del Gran Señor y los tres planos que forman el campo activo del trabajo jerárquico -los tres niveles de conciencia de la Tríada espiritual-. Esta “zona enfocada” ha sido precipitada por los Agentes de la Voluntad divina; Ellos conocen el último propósito de Sanat Kumara, lo tienen siempre presente y lo ponen al alcance de los Maestros de Sabiduría, los cuales actúan como “Agentes impresores de la Voluntad de Sanat Kumara”. Éstos son el Manu, el Cristo y el Mahachohan, el Señor de la Civilización.

Se podría decir que los tres Budas de Actividad son los Agentes impresores más importantes, y que los tres Grandes [i120] Señores son los “Receptores de la impresión”, en un nivel sumamente elevado, el nivel átmico de percepción, zona energizada por la Voluntad divina.

Al tratar el quinto Punto de Revelación 11 [xi]*, dije que concernían al aspecto superior de la Voluntad - aquello que produce la síntesis superior, la síntesis final -. El propósito planetario constituye la síntesis final del pensamiento inicial del Logos planetario, y a este pensamiento se le da el nombre, aparentemente sin sentido, de “gloria”; esto representa todo lo que se puede concebir acerca del propósito divino; para nosotros es el “resplandor de gloria”. La mente humana en esta etapa, en tiempo y espacio, es incapaz de registrar un aspecto del Propósito; lo único que puede hacer es colaborar con los esfuerzos de la Jerarquía, a fin de activar los acontecimientos que permitirán la manifestación del Propósito, el cual constituirá la revelación final para la última raza raíz humana, estando, por lo tanto, muy lejos de nuestra actual etapa de evolución.

Haré una declaración que probablemente no aporte nada a la inteligencia del discípulo medio, pero puede constituir un pensamiento simiente fructífero para el iniciado que lea estas palabras:

El Propósito de Sanat Kumara está siendo creado, en la actualidad, por la síntesis que la naturaleza de los últimos siete Senderos revela. Es adaptado en tiempo y espacio a la inteligencia humana, mediante el plan presentado, y -en la gloria de la culminación- el Plan realizado revelará el Propósito en los siete planos de evolución. Entonces la evolución, tal como ha sido formulada e impuesta por la Jerarquía, terminará y tendrá lugar una expansión dinámica mayor.

Observarán que, en todos los campos de la enseñanza, se llega a una combinación y una fusión finales, y en [i121] cierta etapa de desarrollo de la conciencia, los innumerables aspectos de acercamiento espiritual quedan reducidos a unas pocas formas de percepción espiritual consciente. Lo mismo ocurre con los detalles del proceso evolutivo, con la formulación del Plan jerárquico y con el reconocimiento del Propósito. Prácticamente hablando (y esto es muy importante) se podría decir que la evolución controla la forma del Propósito; el Plan concierne al reconocimiento jerárquico del Propósito, mientras que éste es el Pensamiento sintético que afluye a la suprema conciencia del Señor del Mundo, a través de los siete Senderos que los Maestros perciben en una iniciación muy elevada.

Las siete grandes energías fluyen a nuestro mundo manifestado, a través de los siete Senderos; no son energías que provienen directamente de los Siete Rayos, porque conciernen a la conciencia, en forma muy específica; son energías sustanciales de la expresión material y su origen encierra un gran misterio. Cuando ambas energías - energía material y energía de la conciencia - están unidas por el Propósito divino, constituyen el dualismo esencial de nuestra vida manifestada.

Todo lo que podemos conocer de ese Propósito es el Plan jerárquico, y sólo los discípulos y los aspirantes avanzados pueden juzgar y reconocer. Este Plan se basa en el reconocimiento de la guía divina en el pasado, en el reconocimiento del progreso que va de ese pasado al presente, además del esfuerzo por llegar a ser sensible a la correcta emergencia de ese Plan - que encarna un aspecto del Propósito - en el futuro inmediato. El propósito está relacionado con el pasado, el presente y el futuro. Los Agentes del Plan son impresionados desde Shamballa, vía los Nirmanakayas; el proceso, entonces, se repite, y la humanidad avanzada se convierte en receptora, receptora sensible del Plan, tal como le ha sido trasmitido por los Agentes Impresores, los Maestros, que actúan a través [i122] del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo. Este grupo constituye la analogía inferior de los Nirmanakayas, receptores de la impresión proveniente de Shamballa. Por lo tanto, verán la belleza y la síntesis, la interdependencia y la interacción colaboradora, que se manifiesta por intermedio de la cadena jerárquica, desde el Agente más elevado, hasta el más humilde receptor de la impresión divina.

La energía es la clave de todo esto. Energía es sustancia, y la sustancia está cualificada por la VOLUNTAD dinámica divina. Hay mucho que aprender respecto a la Voluntad. Como energía dinámica no es comprendida aún en su verdadero sentido por el ser humano. La humanidad, por lo general, reconoce la Voluntad como una determinación fija; constituye, en realidad, el esfuerzo individual para impresionar la sustancia (personal o circundante) con su propia voluntad o con su bien intencionado esfuerzo, para acatar lo que ellos creen que es la Voluntad de Dios, hablando simbólicamente. Pero los humanos nada saben del proceso de trabajar con sustancia dinámica energizada, pues ésta los impresiona y utiliza a medida que perciben el Plan y se ponen bajo la influencia de la Tríada espiritual. Los individuos son utilizados en vez de utilizar lo que está disponible para el desenvolvimiento del Plan - la energía dinámica de la Voluntad divina -. Esta Voluntad dinámica no puede aprovecharse ni estar a disposición de los discípulos que trabajan con el Plan, hasta que el antakarana, en cierta medida, esté adecuadamente construido, aunque todavía no sea perfecto.

Sin embargo, es de valor para el aspirante o discípulo, conocer la naturaleza de los Agentes que pueden localizar su aura magnética e impresionar en ella Su comprensión del Plan; dichos Agentes pueden ser discípulos aceptados o iniciados y Maestros; entonces, el aspirante o discípulo hallará a aquellos con quienes podrá actuar personalmente como agente impresor. En consecuencia, debe estudiarse a sí mismo como receptor y como agente, como factor receptor sensible y también como [i123] factor de emisión e impresión. Esto se podría considerar como un acercamiento científico a la vida espiritual, siendo de gran valor porque, en la necesidad de servir, está implícita la de recibir y, por lo tanto, se relaciona con la Invocación y Evocación.

En nuestro siguiente tema fundamental, la naturaleza del cuerpo etérico, hallaremos nuevamente las relaciones superiores y la interdependencia de muchos factores afines. Esta interdependencia surge con mayor agudeza a medida que se progresa en el esquema de las analogías, lográndose oportunamente un punto de fusión.

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11.Discipulado en la Nueva Era, T.II. Tercera parte (edición inglesa)