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CAPÍTULO VI LOS SIETE CENTROS DE FUERZA

 

Capítulo vi

Los Siete Centros de Fuerza

[i109] En el capítulo anterior vimos que, según la doctrina oriental, el cuerpo etérico o vital está constituido por éter, actúa como conductor de prana o principio de vida, energetiza la materia y produce la forma. El cuerpo vital contiene también el principio sensibilidad de la naturaleza denominado alma, o en otras palabras, el cuerpo vital es la expresión y el vehículo del alma.

La principal característica del alma es la conciencia. El alma, como vida, está "situada en el corazón", y como conciencia racional espiritual está "situada en el trono entre las cejas".  René Guénon[1] expresa esto de la siguiente manera:

"Desde el punto de vista físico, lo que reside en el centro vital es el éter; desde el punto de vista psíquico es el 'alma viviente', y hasta aquí no trascendemos el reino de las posibilidades individuales; pero desde el punto de vista metafísico es además y ante todo, el 'yo' principal e incondicionado. Por lo tanto, es verdaderamente el 'Espíritu Universal (Atma) que en realidad es Brahma mismo, el 'Supremo Regente', de manera que la designación de este centro como Brahma‑pura, está plenamente justificada. Pero al considerarse que Brahma reside dentro del hombre (y puede considerárselo de igual manera en relación con cada estado del ser), se denomina Purusha, porque reposa o mora en la [i110] individualidad... 'como en una ciudad (puri‑shava), pues pura, en su sentido propio y literal, significa ciudad'."

La fuerza vital tiene siete puntos principales de contacto con el cuerpo físico y se los denomina centros. Estos siete centros de fuerza trasmiten la energía de la vida, son los agentes del alma, mantienen la existencia corporal e inician su actividad.

En “Studies in the Bhagavad Gita”[2], dice:

"¿Qué son los centros del ser humano? Son los reflejos, en los respectivos núcleos, del 'upadhi' del yo único. Si estudiamos los procesos de la impregnación de la materia por la energía divina, llamada a veces olas de vida, veremos cómo, por la proyección del yo y en los límites de la objetividad llamada materia, se le imparten a la materia ciertas cualidades que se desarrollan en lo que se denominan tattvas. Cada tattva ha obtenido, como vida que lo anima, una tanmatra o modificación de la conciencia divina. En cada tattva, por lo tanto, tenemos la conciencia divina como vida central, mientras que la idea de resistencia forma el muro externo.

"Hemos visto que el yo, en virtud de su poder de manifestación, se refleja en los diversos 'upadhis', desarrollando en ellos centros artificiales que, por así decirlo, forman instantánea y simultáneamente los núcleos de los 'upadhis', así como las representaciones del yo en los planos respectivos."

El nombre dado por un hindú a un centro de fuerza, es "chakra". La ubicación de los siete centros de fuerza con sus nombres en hindú, desde la cabeza hacia abajo, son:

 

1.    [i111] Centro coronario                         sahasrara chakra

2.    Centro entre las cejas                             ajna chakra

3.    Centro laríngeo                                      vishuddha chakra

4.    Centro cardíaco                                      anahata chakra

5.    Centro plexo solar                                  manipura chakra

6.    Centro sacro o sexual                             svadhisthana chakra

7.    Centro de la base de la columna            muladhara chakra

  vertebral

Se observará que hay cuatro centros arriba del diafragma y tres abajo.

Mucho se ha escrito y más puede decirse sobre estos centros de fuerza o chakras, pero lo dado a continuación servirá como resumen introductor.

Los centros de fuerza llevan energía pránica a cada punto del cuerpo y están en estrecha relación con el sistema nervioso en sus tres divisiones: cerebro‑médula espinal, gran simpático y periférico.

Desde los centros de fuerza, la energía vital o pránica es distribuida siguiendo sutiles líneas denominadas "nadis", estrechamente relacionadas con los nervios y al mismo tiempo con las arterias, subyaciendo aparentemente en el sistema nervioso corpóreo. Dice René Guénon[3]:

"Respecto a los nadis o arterias de la forma sutil, no se los debe confundir con las arterias del cuerpo, por donde circula la sangre; fisiológicamente corresponden más bien a las ramificaciones del sistema nervioso, pues se hallan [i112] especialmente descritas como luminosas. Así como el fuego está en cierto modo polarizado en la luz y el calor, el estado sutil está vinculado al estado corporal de dos modos diferentes y complementarios: por la sangre respecto a la cualidad calórica, y por el sistema nervioso en lo que atañe a la cualidad luminosa. No obstante, se debe comprender que entre los nadis y los nervios sólo hay una simple analogía y no una identificación, pues los primeros no son corpóreos y, en realidad, se trata de dos reinos distintos en la individualidad integral. Cuando se afirma, análogamente, que existe una relación entre las funciones de estos nadis y la respiración, por ser esencial para el sostenimiento de la vida y corresponder verdaderamente con la principal actividad vital, no se debe deducir en modo alguno que sean los nadis una especie de conductos por donde circula el aire. Esto sería confundir el 'hálito vital' (prana), que pertenece adecuadamente a la manifestación sutil, con el elemento corpóreo.

"Se afirma que el número total de nadis es de setenta y dos mil. Según otros, serían setecientos veinte millones. Pero la diferencia es aquí más aparente que real, pues como siempre sucede en tales casos, estos números deben ser tomados en forma simbólica, no textualmente."

Rama Prasad[4], utilizando la palabra hindú "loto" para designar al chakra o centro de fuerza, hace un interesante comentario a este respecto:

”Los plexos nerviosos de los modernos anatomistas coinciden con estos centros. Por lo dicho anteriormente, parecería como si los centros estuvieran constituidos por vasos sanguíneos. La única diferencia entre los nervios y los vasos sanguíneos es la que hay entre [i113] los vehículos de los pranas positivo y negativo. Los nervios son positivos y los vasos sanguíneos constituyen el sistema negativo del cuerpo. Dondequiera que haya nervios, hay los correspondientes vasos sanguíneos. Ambos son indistintamente llamados nadis. Una serie tiene por centro el loto del corazón; la otra el loto de mil pétalos del cerebro. El sistema de vasos sanguíneos es una representación exacta del sistema nervioso, siendo en verdad, sólo su sombra. Lo mismo que el corazón, el cerebro tiene sus divisiones superior e inferior (el cerebro y el cerebelo), y también sus divisiones derecha e izquierda."

Los centros de fuerza están situados a lo largo de la columna vertebral y en la cabeza. Dice Arthur Avalon[5]:

"Una descripción de los chakras implica: primero, una enumeración de los sistemas centrales y simpático de la anatomía y de la fisiología occidentales; segundo, una explicación del sistema nervioso tántrico y de los chakras y, finalmente, la correlación de los dos sistemas hasta donde es posible, en el aspecto anatómico y fisiológico, porque el resto es en general privativo del ocultismo tántrico.

"La teoría tántrica relativa a los chakras y al sahasrara, se refiere al aspecto fisiológico... en relación con el sistema espinal central, que comprende el cerebro o encéfalo, contenido en el cráneo, y la médula espinal, contenida en la columna vertebral (merudanda). Es digno de observarse que así como hay cinco centros (chakras) que se describen más adelante, la columna vertebral en sí está dividida en cinco regiones que, comenzando por la inferior, son: la coccígea, que consta de cuatro vértebras imperfectas, con frecuencia soldadas en un hueso llamado coxis; la sacra, compuesta de cinco vértebras soldadas en un solo hueso [i114] llamado sacro; la lumbar o región de los riñones, constituida por cinco vértebras; la dorsal o región de la espalda, formada por doce vértebras; y la cervical, o región del cuello, que tiene siete vértebras.  Como se ve, en las diferentes partes la médula muestra diversas características para cada región. En líneas generales estas regiones corresponden a las que han sido asignadas al control directriz de los centros o chakras Muladhara, Svadhisthana, Manipura, Anahata y Vishuddha (centro de la base de la columna vertebral, centro sacro, centro plexo solar, centro cardíaco y centro laríngeo, respectivamente). El sistema central tiene relación con la periferia por medio de los treinta y un nervios espinales y doce nervios craneales, que a la vez son aferentes y eferentes o sensorios y motores, que producen la sensación o acción estimuladora. De los nervios craneales, los últimos seis surgen del bulbo raquídeo (la médula), y los otros seis, excepto los nervios olfatorio y óptico, de las partes del cerebro que están precisamente enfrente del bulbo. Los escritos de las escuelas Yoga y Tantra emplean el término nadis, en lugar de nervios. Además, como se ha dicho, se refieren a los nervios craneales cuando hablan de los Shiras, sin emplear esta última para designar las arterias, como se hace en la literatura médica. Sin embargo, debe observarse que los nadis yoga no son los nervios materiales comunes, sino las líneas más sutiles por las cuales circulan las fuerzas vitales. Los nervios espinales después que salen del foramen intervertebral, entran en comunicación con las cuerdas ganglionadas del sistema nervioso simpático, que están a ambos lados de la columna vertebral. La médula espinal se extiende en el hombre desde el borde superior del atlas, debajo del cerebelo, y penetrando en la médula y abriéndose finalmente en el cuarto ventrículo del cerebro, desciende hasta la segunda vértebra lumbar, donde se estrecha y afina hasta un punto llamado el filamento terminal."

[i115] Lo anteriormente expuesto se refiere al sistema tántrico, debiendo observarse que concierne a un sistema hindú para controlar sin peligro la energía, únicamente para quienes posean el más puro y elevado carácter moral, pureza de vida y de pensamiento. Ciertas prácticas y escuelas degradadas que aparecen en Oriente y Occidente que enseñan prácticas llamadas tántricas, nunca serán condenadas con excesiva severidad.

Estos centros de fuerza no están situados meramente a lo largo de la columna vertebral y en la cabeza, como se ha indicado, sino relacionados unos con otros por medio de la columna, relación demasiado intrincada para ser detallada aquí.

De los siete centros, dos están en la cabeza y cinco en la columna vertebral. Los dos centros de la cabeza se relacionan directamente con las facultades de la mente y del movimiento. El centro Sahasrara (centro coronario), llamado comúnmente el loto de mil pétalos, es la corporificación de la energía espiritual manifestada como voluntad, mente abstracta o espiritual y como intuición. El centro ajna, o centro entre las cejas, concierne a la mente inferior y a la naturaleza psíquica del organismo integrado denominado hombre, la personalidad.

Los cinco centros de la columna vertebral conciernen a las diversas actividades del organismo, mediante las cuales el hombre pone de manifiesto su instinto animal, sus reacciones emotivas y la intención de su vida. Tales centros están, en gran parte, dirigidos por la fuerza que entra y sale de los centros de la cabeza.

Arthur Avalon[6] dice que:

[i116] "Los centros influyen, no sólo sobre las combinaciones musculares concernientes a los movimientos volitivos, sino también sobre las funciones de la inervación vascular, de la secreción y cosas análogas, que tienen sus centros más o menos en la médula espinal. Sin embargo, se dice que los centros cerebrales dirigen estas funciones sólo en relación con las manifestaciones de la volición, el sentimiento y la emoción, y que los centros raquídeos, con el sistema simpático subordinado, constituyen el mecanismo de adaptación inconsciente, de acuerdo a las condiciones variables de estímulos esenciales para la continuada existencia del organismo.

La médula es, además y a la vez, una senda de comunicación entre los centros superiores y la periferia, y un centro independiente que regula las funciones de mayor importancia en el sistema. Como se observará, las fibras nerviosas que llevan los impulsos motores que descienden del cerebro a la médula espinal, la atraviesan de un lado a otro súbitamente en su trayecto a través del bulbo raquídeo (médula), hecho mencionado en los Tantras cuando describen el Mukta Triveni. Este último está conectado por numerosos conductos aferentes y eferentes, con el cerebelo y los ganglios cerebrales.

   Arriba del cerebelo está el cerebro, cuya actividad está asociada en común con la volición consciente, la ideación y el origen de los movimientos voluntarios. La noción de conciencia, temario introspectivo de la psicología, no debe confundirse con la función fisiológica. Por consiguiente, no existe un órgano de conciencia porque ‘Conciencia’ no es un concepto orgánico, y nada tiene que ver con el concepto fisiológico de la energía, cuyo aspecto interno introspectivo representa. La conciencia en sí es el Atma. Tanto la mente como el cuerpo, del cual el cerebro es una parte, son expresiones imperfectas o veladas de la conciencia, y en el cuerpo está tan velada, [i117] que tiene la apariencia de inconsciencia. El cerebro viviente está constituido por materia densa sensible (Mahabhuta) infundida por el prana. Su material ha sido elaborado hasta constituir un adecuado vehículo para la expresión de la conciencia en forma de mente (antakarana). Como conciencia, no es una propiedad del cuerpo ni una mera función del cerebro. El hecho de que la conciencia mental esté afectada o desaparezca cuando hay desórdenes cerebrales, prueba la necesidad del cerebro de expresar tal conciencia, y no que la conciencia sea inherente sólo a él o propiedad del mismo.

A cada lado de la columna vertebral hay una cadena de ganglios, conectados con fibras nerviosas, llamado el cordón simpático (Ida y Pingala), que se extiende desde la base del cráneo hasta el coxis y se comunica con la médula espinal. Debe observarse que en las regiones torácica y lumbar, un ganglio de cada cadena corresponde con gran regularidad a cada nervio espinal, aunque en la región cervical parece que faltan muchos de ellos y existen grupos excesivamente grandes de estructura nerviosa en las regiones del corazón, estómago y pulmones, regiones gobernadas por Anahata, Manipura y Vishudda respectivamente, los tres chakras superiores de los cinco a describirse más adelante.

De los cordones simpáticos que existen a cada lado, salen fibras nerviosas hacia las vísceras del abdomen y el tórax, donde a su vez salen nervios que pasan de vuelta a los nervios espinales, y otros que penetran en algunos nervios craneales, siendo de esta manera distribuidos a los vasos sanguíneos de las extremidades, el tronco y otras partes, donde llegan los nervios espinales o craneales. Los nervios simpáticos llevan principalmente impulsos que rigen el tejido muscular de las vísceras y la cubierta muscular de las pequeñas arterias en los diversos tejidos. Por el simpático se mantiene el tono de los [i118] vasos sanguíneos, debido a la acción del centro vasomotor en el bulbo raquídeo. El simpático, sin embargo, deriva de los impulsos que éste distribuye desde el sistema nervioso central. No surgen del simpático mismo. Los impulsos parten de la médula espinal por las raíces anteriores de los nervios espinales y pasan por cortas ramificaciones a los cordones simpáticos. La actividad del sistema simpático rige e influye la circulación, la digestión y la respiración.

"La disposición anatómica del sistema nervioso central es excesivamente intrincada, y los acontecimientos que tienen lugar en esa maraña de fibras, células y fibrillas, son actualmente casi desconocidos, por eso se ha aceptado que en la descripción fisiológica del sistema nervioso central, sólo se indican las sendas por las cuales los impulsos pueden pasar entre una parte del sistema y otra, y deducir de las conexiones anatómicas, con mayor o menor probabilidad, la naturaleza del nexo fisiológico que sus partes y el resto del cuerpo forman entre sí. En general, sin embargo, puede haber (se dice) razones para suponer que hay centros nerviosos en el sistema central, relacionados de un modo especial con mecanismos especiales, sensoriales, secretores o motores, y que centros tales como el pretendido centro génito‑espinal para una acción fisiológica dada, existen en determinada porción de la médula espinal. El aspecto sutil de tales centros como expresión de conciencia (Chaitanya) corporificada en varias formas de Maya Shakti es denominado chakra. Los centros están relacionados mediante conductos intermedios con los órganos burdos de generación, micción, digestión, acción cardíaca y de la respiración, en relación final con los chakras: Muladhara, Svadhisthana, Manipura, Anahata y Vishuddha respectivamente, así como se han asignado medios de relación especial, aunque no exclusivos, con [i119] diversos procesos perceptivos, volitivos e imaginativos."

Estos centros varían en actividad según la etapa de evolución del individuo. Algunas personas han "despertado" ciertos centros y en otras los mismos pueden estar relativamente pasivos; aún en otras, el centro plexo solar estará activo o predominará, y también en otras lo estará el cardíaco o el laríngeo. Son muy pocas las que tienen hoy activo el centro coronario. Hablando en términos generales, en los individuos poco evolucionados, los tres centros situados abajo del diafragma (los centros de la base de la columna vertebral, sacro y plexo solar) están activos y dominantes, pero los situados arriba del diafragma permanecen "dormidos".  En la humanidad común el centro laríngeo está empezando a hacerse sentir, teniendo todavía dormidos los centros cardíaco y coronario. En el ser humano altamente evolucionado, en el líder de la raza, el filósofo intuitivo, el científico, así como en los grandes santos, el centro coronario y el cardíaco comienzan a hacer sentir su vibración; se determina la prioridad del coronario y del cardíaco por el tipo de persona y la cualidad de la conciencia emocional y mental.

De acuerdo al desarrollo del hombre, estos centros de fuerza se vivifican y predominan y, según su vivencia, hacen sentir su presencia distintos tipos de actividad. Los centros abajo del diafragma rigen la vida física de la forma material y la vida psíquica animal, que existen a la vez [i120] en el ser humano y en el animal. Los que están sobre el diafragma conciernen a la vida intelectual y espiritual, y producen esas actividades en que el hombre demuestra ser diferente y superior al animal y que va ascendiendo en la escala de la evolución.

En resumen, esta es la enseñanza oriental respecto a los siete centros de fuerza o chakras.

Cuando comparamos la doctrina de Oriente sobre los siete centros con la de Occidente sobre las glándulas, en primer término hallamos un sobresaliente hecho en lo que a ubicación se refiere. Los siete centros de fuerza residen en la misma región en que están ubicadas las glándulas, y cada centro de fuerza puede ser muy bien (y lo es, según la enseñanza de la India) el origen de la fuerza y de la vida de la correspondiente glándula. La siguiente clasificación comparativa, demuestra esta idéntica ubicación:

                        Centros                                                    Glándulas

     Centro coronario                                                         Glándula pineal

     Centro del entrecejo                                                    Cuerpo pituitario

     Centro laríngeo                                                            Glándula tiroides

     Centro cardíaco                                                           Glándula timo

     Centro plexo solar                                                       Páncreas

     Centro sacro                                                                Gónadas

     Centro en la base de la columna vertebral                  Glándulas adrenales

Un segundo hecho, aún más notable que el primero, es que cuando despiertan los centros de fuerza, se adecuan a las glándulas cuyas funciones son conocidas y de las cuales se han descubierto [i121] la mayor parte de las secreciones u hormonas. Los centros dormidos o que están despertando en los miembros avanzados de la raza, se adecuan a las glándulas cuyas funciones son relativamente desconocidas y cuyas secreciones no han sido en su mayor parte, aisladas. Se observará, por ejemplo, según afirma el Dr. Berman, que la secreción de la glándula pineal, la de una de las dos del cuerpo pituitario y la de la glándula timo, están catalogadas como desconocidas, así como lo está la secreción del córtex de la glándula adrenal. Éstas se adecuan a los centros cardíaco, laríngeo, coronario y el de la base de la columna vertebral, dormidos o despiertos.

¿No es ésta una interesante coincidencia? ¿O enfrentamos el hecho de que en cada caso, estas glándulas con las hormonas no descubiertas, están aliadas a un centro dormido, y aún no despierto en la humanidad común?

Creo que llegará a probarse algún día que las glándulas se han producido por la energía de los centros, ya que aquellos centros que en la humanidad común están despiertos y activos, parecen relacionarse con las glándulas cuya peculiar secreción ha sido aislada y reconocida su acción en el torrente circulatorio, mientras que esos centros que se hallan aún dormidos y sin desarrollar, parecen estar aliados a glándulas cuya secreción sólo es conocida parcialmente o desconocida totalmente. El asunto es, en todo caso, digno de consideración.

El psicólogo occidental tiene razón cuando declara que un hombre es lo que sus glándulas [i122] hacen de él, y que no somos mejores ni peores que nuestro peculiar sistema endocrino. Pero la razón de esto puede radicar en la exactitud de la teoría oriental referente a los centros de fuerza. La condición de las glándulas, su hiperactividad o su subnormalidad, su buen o mal funcionamiento, pueden ser determinados por el estado de dichos centros. Las glándulas son tan sólo símbolos externos, el aspecto visible, material, de un sistema mucho más grande e intrincado. Están determinadas por el carácter de la vida del alma actuando por su intermedio, y por el alma que controla y domina todo.

El estado de los centros depende del tipo y calidad de la fuerza del alma que vibra por medio de ellos. En la persona no evolucionada sencillamente es fuerza vital, prana, que está activa y la registra. Esta fuerza nutre la vida animal y pone en actividad los centros inferiores (el de la base de la columna vertebral y el sacro). Luego, a medida que el ser humano se desarrolla, la conciencia, el aspecto alma, gradualmente hace sentir su presencia y pone en actividad el centro plexo solar. Este centro es el asiento de la vida sensitiva psíquica inferior, tanto del ser humano como del animal, y con frecuencia es denominado cerebro instintivo. Bhagavan Das[7] enseña que:

"Debe observarse que en la literatura sánscrita, frecuentemente se considera al ombligo como más central y casi más esencial para el organismo, que el corazón. No faltan indicaciones de la importancia del corazón, pero en verdad..., es probable que, fisiológicamente, el 'ombligo' fue el órgano más vital en las primeras etapas [i123] de la evolución, y aún ahora se halla más esencialmente conectado con el deseo propiamente dicho que con el corazón, el cual puede considerarse vinculado con la subdivisión activa del deseo."

Bhagavan  Das[8] cita a la Dra. Annie Besant en el párrafo siguiente:

"El 'ombligo' representa el plexo solar, que es quizás el plexo más importante del sistema simpático; controla el tubo digestivo y envía sus ramificaciones al hígado, bazo y estómago, así como al canal alimenticio y a los órganos genitales. También está vinculado con los pulmones y el corazón. Puede considerárselo como el cerebro del sistema simpático y responde con peligrosa facilidad al pensamiento. La concentración sobre él, emprendida con frecuencia de modo temerario, puede producir una forma peculiarmente irremediable de enfermedad nerviosa. Las emociones hacen surgir en él violentas perturbaciones; la sensación de náuseas que sigue con frecuencia a los choques emotivos, se debe a su excitada actividad."

El hombre funciona hoy, generalmente, a través de estos centros. Las fuerzas del cuerpo sirven para nutrir y estimular la vida sexual por medio de las gónadas; crean el impulso de luchar y evolucionar por medio de las adrenales, glándulas de combate y de lucha; gobiernan la vida psíquica instintiva mediante el plexo solar. De este modo se moviliza el individuo personal y se convierte en un ser humano consciente y sensible. A medida que su evolución avanza, el yo o alma, se hace cada vez más [i124] activo y dominante en el ser humano y en su existencia corporal; poco a poco, todas las partes de la estructura etérica van vitalmente despertando. Gradualmente, los centros superiores entran en creciente actividad, y el énfasis de la fuerza que afluye a través del cuerpo se traslada a los centros situados arriba del diafragma. El centro laríngeo despierta y se convierte en el órgano del trabajo creador; el centro cardíaco se vivifica y el ser humano adquiere conciencia de la relación con su alma, de sus responsabilidades grupales y de la inclusividad de la vida egoica. Finalmente, despiertan los centros de la cabeza y otra serie de percepciones ingresa en su conciencia. Se da cuenta entonces de sí mismo como alma, integrado como personalidad y es posteriormente consciente del mundo del espíritu, de la vida divina, del invisible mundo de espíritus, y de esa "nube de testigos" que testimonian la realidad de la vida del alma.

Uno de los objetivos de la evolución humana es lograr esto. El centro de la base de la columna vertebral y los centros cardíaco y coronario, tienen que entrar en plena actividad funcionante y así, por medio de la fusión de la energía latente en la materia acumulada en el centro de la base de la columna vertebral, de la energía del alma que tiene su asiento en el corazón, y de la energía del espíritu centrada en la cabeza, llevan al ser humano al punto más alto de perfección. En virtud de esta fusión de energías, llega a ser una expresión activa de Dios‑espíritu, alma y cuerpo, fusionados y unidos de tal modo, que el cuerpo llegue a ser, en realidad, el vehículo para el alma, y el alma, la expresión de la voluntad y propósito del espíritu.

[i125] Cuando Cristo estuvo en la Tierra dijo: "El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre" (Jn. 14:9) y también: "Quien crea en Mí, hará también las obras que yo hago, y mayores obras hará, porque yo voy a mi Padre" (Jn. 14:12). Él era el alma encarnada en el cuerpo revelando al Padre, al Espíritu, y mediante el mecanismo del cuerpo, demostró los poderes del alma, que según dicen los hindúes, aparecen después de despertar los centros y que se enuncian como:

  1. Anima... Es el poder de penetrar en todos los cuerpos y resucitar a los muertos. Cristo podía entrar en lugares cerrados sin ser visto y resucitar a los muertos. (Lc. 24:36, Mr. 16.14, Jn. 20:19 y 11).
  2. Mahima... el poder de incluir o expandirse, o de abarcar el universo. Cristo sabía todas las cosas. (Mt. 12:25, Jn. 2:24 y 6:64).
  3. Laghima... el poder de hacerse liviano, de modo de poder flotar en el aire o caminar sobre las aguas. Cristo caminó sobre las aguas. (Mt. 14:25, 26; Mr. 6:48).
  4. Garima... el poder de hacerse pesado. No hay indicación en las Escrituras cristianas de que Cristo ejercitara ese poder.
  5. Prapti... la predicción de acontecimientos. (Cristo predijo su crucifixión Mt. 26:2, Lc. 24:7); el poder de curar enfermedades (Cristo curó a centenares, Mt. 12:15 y 14:15), de la clarividencia (i126) y clariaudiencia (Cristo fue clarividente, Jn. 1:48, y clariaudiente, Jn. 12:29).
  6. Prakamega... el poder de conservar el cuerpo. Cristo reapareció a sus discípulos después de la muerte, aparentemente con el mismo cuerpo con que Lo conocían (Jn. 20:20, 27).
  7. Visitvan... el poder de autocontrol; el poder de dominar a los animales y a las personas. Todo esto lo demostró Cristo, aun el de controlar a las personas poseídas por el demonio, y a los cerdos que se precipitaron al mar desde un lugar escarpado, (Mt. 8, Mr. 5 y 9).
  8. Ishatvan... el poder del dominio universal. Éste en todas partes se atribuye a Cristo, y el estar sentado a la diestra de Dios lo indica.

La posesión de estos poderes, y el cumplimiento de la profecía de Cristo, de que haremos cosas más grandes ¿es tan opuesto a lo que Occidente llama sentido común? En la radio difundimos ondas sonoras, las regulamos y las amplificamos, pero después de todo, no hacemos más que trasformar y reforzar las ondas sonoras que nos llegan en la forma sutil original. ¿Qué cosa más natural que el hombre que ha construido refuerzos mecánicos, llegue a ser él mismo tan sensible que capte las ondas sonoras sin ayuda, y en consecuencia sea llamado clariaudiente? La transmisión del pensamiento (que hasta los más escépticos tienen que reconocer) ¿no es acaso un tipo especial de radiodifusión? Y de  igual modo en los demás "milagros". ¿No está el mundo material [i127] dominado por fuerzas y poderes más sutiles, y no puede aprender el hombre, con el tiempo, a actuar en el campo de lo más sutil, y por lo tanto adquirir un dominio sobre lo meramente físico y material?

Tal es la milenaria creencia de la India, que por el desarrollo del alma y del espíritu y el despertar de todos los centros, el ser humano alcanza la madurez y la gloria.

 

[1] Man and His Becoming, págs. 44, 45

[2] The Dreamer, págs. 37, 40, 107

[3] Man and His Becoming,  págs. 136, 137

[4] Las Fuerzas Sutiles de la Naturaleza, pág. 47

[5] The Serpent Power, págs.  123, 125

[6] Serpent Power, págs. 123, 129

[7] The Science of the Sacred Word, T. I, pág. 82, nota al pie de la página.

[8] Ídem, pág. 83