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CAPÍTULO I - INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I
INTRODUCIÓN

[i13] Tres impulsos me han movido a escribir este libro: primero, el deseo de establecer la relación entre la psicología materialista o externa, y la psicología introspectiva o interna; segundo, yendo de la psicología científica al más amplio reino del pensamiento y de la psicología de la raza, el deseo de establecer una armonía entre el Occidente materialista y el Oriente introspectivo, y tercero, demostrar que todos estos aspectos antagónicos sólo son facetas de la verdad una y, en conjunto, constituyen la única Realidad.

Estos deseos nacen de la actual posición de la enseñanza psicológica en el mundo. Existen dos tipos dominantes de psicología que han sido muy bien resumidos por Will Durant [1] en la siguiente forma:

"Como hemos visto, hay dos modos de estudiar al hombre. Uno empieza desde afuera, en el medio ambiente, y [i14] considera al hombre como un mecanismo de reajuste, reduciendo el pensamiento a cosas y la 'mente' a 'materia', según aparece en el distorsionado materialismo de Spencer y en el conductismo de Watson..., y el otro desde adentro. Considera al hombre como un sistema de necesidades, impulsos y deseos, que lo impelen a estudiar, a utilizar y a dominar su medio ambiente. Aspira reducir las cosas a pensamiento y la materia a mente. Arranca de la 'entelequia' de Aristóteles (que sostenía que toda forma es determinada por un designio interno) y desemboca en el vitalismo de Bergson y en el pragmatismo de William James".

El Dr. W. B. Pillsbury [2] cree que este doble sistema implica una duplicación innecesaria:

"Si aceptamos  la teoría conductista, significa que debemos tener dos psicologías, una externa y otra interna; una psicología observada desde lo exterior y otra desde lo interior. Esto parece, en el mejor de los casos, una complicación innecesaria".

Reconociendo esta doble situación, y coincidiendo con el Dr. Pillsbury en que son innecesarias dos líneas de interpretación, tengo el convencimiento de la posibilidad de fusionar ambas en una tercera, en una sola unidad. Por lo tanto, trato de presentar una hipótesis tendente a probar la exactitud de la escuela mecanicista y la posición, igualmente correcta, de la escuela introspectiva; también aspiro a demostrar que ambas Escuelas son necesarias para explicar todos los hechos y que en realidad una es el complemento de la otra. De este modo, podremos establecer una tercera, o Escuela sintética, [i15] basada en el conocimiento exacto de Occidente y en la sabiduría introspectiva de Oriente.

Al considerar ambas escuelas se hace evidente que la psicología moderna es muy materialista y, desde luego, más popular. Un estudio de las últimas obras sobre psicología procedentes de varias escuelas de Europa y de América, muestra que la mayoría se ocupa principalmente de apoyar o rechazar la filosofía mecanicista de la escuela conductista. Cuando no trata esta cuestión, es porque presenta otra forma de psicología materialista. El Dr. Wolfgang Kohler [3] dice, por ejemplo:

"El lego en estas materias cree, por lo general, que él mismo 'siente' directamente por qué en una ocasión tiene una actitud y en otra, otra. También cree que sabe y entiende directamente, por qué se inclina en determinada situación a hacer una cosa, y en otra a hacer algo muy diferente. Desde su punto de vista experimenta, directa y verdaderamente, gran parte de ese contenido dinámico, cuyo desarrollo constituye la vida mental. Opuesto a esta creencia, y completamente extraño a ella, tenemos el punto de vista de los psicólogos más cultos de la época actual. Según ellos, uno se inclina a hacer una cosa ahora y luego otra porque, en el primer caso, ciertas vías nerviosas están más a mano y, en el segundo, están más abiertas otras. ¡Afortunadas esas personas cuyo sistema nervioso es más penetrable, siendo en la práctica, generalmente lo correcto y apropiado!".

[i16] Sin embargo, todo esto es confuso, y como ha dicho Will Durant [4]: "La psicología apenas ha comenzado a comprender, mucho menos a dominar, la conducta humana y el deseo; se mezcla con el misticismo y la metafísica, con el psicoanálisis, el conductismo, la mitología glandular y con otras enfermedades de la adolescencia."

La psicología deambula en esa tierra fronteriza de lo invisible, que dignificamos con las palabras: energía (nerviosa, atómica o vital), fuerza, vibraciones etéricas, corrientes y cargas eléctricas, y la fuerza libre flotante de los psicólogos, denominada "libido". Todas las ciencias parecen converger en lo indefinible de esta misma "tierra de nadie".  Quizá, cuando se descorra el velo, nos revelará la tierra prometida de los sueños y aspiraciones del hombre. Un espíritu de incertidumbre y expectativa marcha paralelo con las certidumbres y los fríos hechos de la ciencia moderna. Es como si el género humano estuviera ante el telón de un proscenio cósmico, esperando que se levante y nos revele el siguiente acto, en que pueda participar inteligentemente el género humano. Se trata de una humanidad con un largo pasado, con mucha experiencia adquirida y conocimiento acumulado, que espera. Pero, a la vez, una humanidad que reconoce la posibilidad de ser llamada a tomar parte en una revelación y en un desarrollo completamente inesperados para los que quizás, podrán ser inadecuados su actual equipo y comprensión de la vida.

[i17] Entretanto, en este cósmico escenario y en el acercamiento a la verdad desde varias direcciones, la ciencia ha ordenado los hechos conocidos y va deduciendo el próximo posible desarrollo, procediendo, en sus múltiples ramas y actividades, sobre la base de hipótesis que, exactas o no, merecen ser experimentadas y ensayadas. Como expresión de cuál debiera ser la actitud mental de los estudiosos, en todos los sectores del conocimiento humano, Bertrand Russell [5] dice: "Lo que necesitamos no es la voluntad de creer, sino el deseo de descubrir, que precisamente es lo contrario."

El mejor tipo mental para encarar esta situación científica, es el escéptico que está dispuesto a ser convencido; el agnóstico, aunque decidido a investigar honradamente; el que duda, aunque abierto a la convicción, una vez que se le pruebe que los hechos supuestos son susceptibles de demostración y, ante todo, el que tiene amplitud de criterio, comprendiendo que sólo en las verdades formuladas por muchos puede conocerse la Verdad una. El insignificante hombre de mente estrecha es ateo, dogmático, destructivo en la crítica, estático y vuelve la espalda a la luz y al nuevo día.

Este tipo de mente científica buscadora, analítica e investigadora, es especialmente apropiada en la Psicología, la rama de conocimiento más antigua del mundo y, sin embargo, la más joven en el campo del verdadero estudio científico. La disposición a considerar el campo en su totalidad, a no limitarse a una exclusiva Escuela, a reservar la opinión hasta saber algo más, será la única manera en que el investigador evitará los peligros [i18] de aquel cuya visión es limitada, que sólo ve puntos aislados y no todo el cuadro en que se encuentra, ocupándose de fracciones y decimales, sin llegar nunca a la unidad integral.

Uno de los signos más alentadores de la época es la creciente comprensión del punto de vista oriental y la tendencia a investigarlo. La psicología de ambos hemisferios es tan diferente y el acercamiento a la verdad tan distinta, que sólo últimamente los estudiosos han considerado la posibilidad de su unidad fundamental, y que de la fusión de las interpretaciones orientales y occidentales de la vida pueda surgir una nueva perspectiva del hombre y de su medio ambiente. Las viejas interpretaciones podrán fallar, pero las antiguas verdades permanecerán, los antiguos y malos conceptos se reconocerán como erróneos, pero la realidad irradiará luz y belleza más claras. De la unión de las diferentes ciencias, pensamientos y deducciones, puede surgir una nueva psicología basada en la comprensión, tan familiar en Occidente, de la estructura que emplea el hombre, y también la comprensión, tan familiar en Oriente, de la energía o espíritu con el cual el hombre anima y dirige su estructura. Ambos términos (la estructura y la energía motivadora) no son antagónicos, sino mutuamente interdependientes. Poseen una unidad esencial.

La psicología occidental se ocupa principalmente de la estructura del universo objetivo tangible y de la reacción del hombre objetivo ante ese mundo. Se ocupa del hombre como cuerpo animado, dando gran importancia a la mecánica de su naturaleza [i19] y al instrumento que utiliza. Por lo tanto es mecanicista, y sólo se ocupa de lo que puede ser sometido a prueba y experimento. Investiga el cuerpo y explica las emociones y la mentalización, y aún lo que se llama alma, en términos de cuerpo. Will Durant [6] señala esta posición con las palabras: "En lo que respecta al yo o alma, constituye meramente la suma total del carácter hereditario y de las experiencias adquiridas por el organismo", lo cual explica los diversos tipos y temperamentos en términos de mecanismo. Louis Berman [7] sintetiza este punto de vista, en un interesante libro, diciendo:

"El fragmento más precioso del conocimiento que poseemos hoy acerca del ser humano, es que éste es el producto de sus glándulas de secreción  interna. Es decir, que el ser humano, como organismo característico instintivo, es el producto y el subproducto de un número de factorías celulares que controlan las partes de su estructura, como las diferentes divisiones de una gran fábrica de automóviles que producen las diversas partes del vehículo. Estas factorías químicas se componen de células; producen sustancias especiales y actúan sobre las otras células del cuerpo, impulsando y determinando así los incontables procesos que llamamos Vida. La vida, el cuerpo y el alma, surgen de las actividades de la exudación mágica de su química silenciosa, exactamente como surge una arborescencia de cristales de estaño, de las reacciones químicas producidas por una corriente eléctrica en una solución de sales del mismo metal.

"El ser humano es así regulado por sus glándulas de secreción interna. Al principio de la  tercera década del siglo veinte, después de haber luchado, por lo menos durante cincuenta mil años, para definirse y conocerse a sí mismo, ese resumen puede ser aceptado como la verdad sobre [i20] sí mismo. Es una inducción de largo alcance pero válida, apoyada en una multitud de hechos detallados".

La psicología occidental da así gran énfasis a lo físico y lo visible, y en su campo elegido es científica. Constitucionalmente se opone a las especulaciones vanas y soñadoras del místico visionario. El resultado de sus esfuerzos ha sido aislar un conjunto de hechos que efectivamente, encierran la verdad sobre el ser humano, su conducta y equipo. Este conocimiento debería ser valioso para producir un mejor mecanismo por medio del cual pueda funcionar una raza más perfecta.

En sus más extremas escuelas, la psicología occidental es activamente determinista, pues relaciona todo sentimiento, pensamiento y actividad, con el funcionamiento de las células físicas y los órganos corpóreos. El libre albedrío queda por lo tanto anulado en gran parte, en favor del organismo, el sistema nervioso y el sistema endocrino. Las siguientes palabras lo demuestran:

"Watson en su libro Psychology from the Standpoint of a Behaviorist enseña que 'la emoción es una reacción de tipo hereditario, que implica profundos cambios en el mecanismo corporal, pero particularmente en los sistemas visceral y glandular' (Pág. 195) ; que 'el pensamiento constituye la actuación de los mecanismos del lenguaje' (Pág. 316); que es 'actividad corporal altamente integrada y nada más' (Pág. 325), y que 'cuando estudiamos los procesos implícitos del cuerpo, estamos estudiando el pensamiento'. Con esto, Watson de ninguna manera quiere decir que identifica al pensamiento con la actividad correlativa cortical del cerebro, sino con todos [i21] los procesos corporales que están involucrados, implícita y explícitamente, en la producción del lenguaje hablado, escrito y simbólico –la actividad muscular del mecanismo vocal, diafragma, manos, dedos, movimientos de los ojos, etc. (pág. 328)" [8].

"La Psicología estudia el mundo con el hombre que lo habita; es decir, estudia la experiencia como algo que depende del sistema nervioso, mientras que la física estudia la experiencia como si existiera independientemente del sistema nervioso. Por lo tanto, la psicología debería ser clasificada con las ciencias generales, como una disciplina que deja al descubierto las tendencias generales de la mente; donde la mente es definida como la suma total de la experiencia humana, considerada como dependiendo del sistema nervioso... “La psicología estudia todo el medio ambiente, considerado como existente sólo en el momento en que afecta al sistema nervioso humano, en tanto que la física estudia el medio ambiente como existente más allá del momento en que afecta al sistema nervioso humano" [9].

"En tercer lugar, la fe del mecanicista implica dos postulados que debemos distinguir cuidadosamente, pues uno puede ser falso, aunque el otro sea verdadero. Estos dos postulados son: 1) Que todos los procesos que ocurren en el mundo, son fundamentalmente de un solo tipo.  2) Que todos estos procesos son del tipo comúnmente supuesto por las ciencias físicas, en sus interpretaciones de la naturaleza inorgánica, es decir, mecanicista, o acontecimientos estrictamente determinados y, por lo tanto, estrictamente predecibles” [10].

Dice el Dr. Hermann Rubin [11] que "la apariencia física del individuo, sus rasgos psíquicos, o lo que pudiera llamarse la química de su alma, se demuestran [i22] en gran parte por el carácter y la cantidad de secreciones internas de sus diversas glándulas".

Algunas escuelas llegan por completo a negar la conciencia y a considerarla (el investigador diría que con razón) inherente a la materia. Dice el Dr. Daniel H. Leary [12]:  "La conciencia caracteriza a los nervios, como la vibración caracteriza a otras formas de materia".

Se define la conciencia en otra parte, como "una integración compleja y una sucesión de actividades corporales, que están estrechamente relacionadas, o implican mecanismos verbales y mímicos, que llegan por lo tanto muy frecuentemente a la expresión social" [13].

Watson [14] advierte a sus lectores, que "no encontrarán discusión sobre la conciencia, ni referencia a términos tales como: sensación, percepción, atención, voluntad, imagen y cosas semejantes. Estos términos están bien acreditados, pero he visto que puedo pasarme sin ellos al llevar a cabo la investigación y al presentar a mis estudiantes la psicología como un sistema. Francamente, no sé lo que significan, ni creo que nadie pueda emplearlos razonablemente".

Finalmente, se dice que "cuando la psicología se haya divorciado por completo de la psiquis, y se incorpore a los seres vivos, podremos descartar la palabra 'conciencia' juntamente [i23] con 'mente' y 'memoria'. La conducta humana se asentará entonces sobre una base científica, y no sobre una rama de la literatura o una especulación filosófica o religiosa. La 'mente' dará paso a la 'personalidad'; la 'conciencia', en general, a manifestaciones específicas de la conducta culta, y la 'memoria' a la exteriorización del tejido muscular, estriado o liso" [15].

Esta tendencia intensamente materialista de la psicología occidental, es tanto más sorprendente, en cuanto hay que tener en cuenta que la palabra psicología, de acuerdo a su derivación, es el "logos" o palabra referente a la psiquis o alma.

Sin embargo, en Occidente hay voces disidentes. Existe la escuela introspectiva de psicología, más frecuentemente llamada de introspección, y también la escuela mentalista, que admiten el hecho de la conciencia, postulando una entidad consciente. El Dr. Daniel H. Leary [16] define estos grupos así:

"Al introspeccionista le interesa la conciencia, la percepción, tener conciencia de la percepción, el yo, las imágenes del 'yo' y todo tipo de cosas, que el conductista de estricta escuela y de tecnología rígida, desprecia, ignora y niega... El introspeccionista dirige su atención internamente; recuerda, compara mentalmente, extrae datos de la propia comunión, pide a los demás que hagan lo mismo. El conductista se ocupa teóricamente del animal humano, como lo haría con otras formas inferiores de la vida, observa meramente las reacciones manifiestas y objetivas que tiene el animal, de igual modo que el físico y el químico observan en el laboratorio las reacciones de los cuerpos simples o compuestos. [i24] Además, la escuela subjetiva tiende a ser ultrarracional y sistemática, la conductista es más empírica y pragmática...

"El mentalista insiste en que la actividad psíquica no es mero reflejo de la actividad física; en que sobre el cuerpo y por encima del cuerpo y del cerebro, hay algo diferente, en un distinto nivel, llámesele mente, espíritu, conciencia o lo que se quiera. El pensamiento no es una función de la materia. Los materialistas, por otro lado, aunque difieren entre sí, mantienen todo lo contrario, es decir, que todo es físico, y la conducta humana, sea el pensamiento, el sentimiento, las emociones o la actividad muscular o nerviosa, sólo son el funcionamiento de las células físicas y materiales, y sin dicha estructura no puede haber actividad alguna. Todo lo que actúa es físico, como quiera que actúe. Por un lado tenemos un poder animador o espíritu, que utiliza la estructura del cuerpo físico, por otro la estructura como base única e indispensable, por complejo, delicado o noble que pueda ser ese funcionamiento, en términos de moral o de religión".

Sin embargo, los introspeccionistas y los mentalistas, no han demostrado aún su punto de vista científicamente, debilitándose todavía más la posición de estas escuelas, por los múltiples grupos en que están divididas. Dice el Dr. William E. Hocking [17], de Harvard:

"En verdad la psicología no habla con una sola voz. Tenemos las psicologías dinámica y objetivista, la de Gestalt y la reaccionaria, la freudiana, la estructural, la conductista y varias otras escuelas. Producen [i25] diferentes imágenes del yo, pero en conjunto tienen un aspecto nítidamente fisiológico y podemos tomar al conductismo como un ejemplo puro, porque es la última instancia de este carácter".

El Dr. Morton Prince [18], nos da una división amplia y general:

"Los psicólogos están divididos en tres campos –los que reconocen el yo, los que no lo reconocen y los que abarcan el terreno medio. El primer grupo sostiene que el contenido de todo proceso consciente incluye al yo, la percepción del yo, la conciencia del yo. De allí que toda conciencia sea la conciencia o la percepción que tiene el yo de algo.

"El segundo grupo, el que no reconoce al 'yo', dice no encontrar un yo o conciencia del yo, por la introspección; niega su realidad y sostiene que los procesos mentales funcionan sin esa realidad. El 'yo' y el 'tú', son meras expresiones obligadas (requeridas por las necesidades del lenguaje)".

La psicología occidental es, en conjunto, definidamente materialista. Es mecanicista, prospera en una época de máquinas y maquinarias.

La posición de la psicología occidental mecanicista es, por lo tanto, casi inexpugnable, puesto que se basa sobre verdades y hechos demostrados. Puede probar su punto de vista y exponer casos, y su conocimiento del mecanismo del hombre, que dice ser el hombre entero, se basa en experimentos y pruebas, con resultados objetivos y tangibles.

[i26] Contra esa psicología materialista, la crítica que surge inmediatamente es la consideración casi exclusiva que el psicólogo occidental da a los casos anormales, deficientes y patológicos. Prescinde de lo supranormal, del genio y del individuo altamente espiritual; pasa por alto muchas cosas bellas esenciales y verdaderas para el hombre común. Si a Cristo se lo hubiera sometido al psicoanálisis, sin duda habría sido clasificado nítidamente como padeciendo de "un complejo de Jehová" y considerado como un individuo sujeto a alucinaciones. Sin embargo, la clase de estructura que Él utilizó y la calidad de "conciencia que caracterizó a Su sistema nervioso" fue tal, que ha dejado su marca en los siglos. ¿Cómo puede duplicarse una estructura así? ¿Qué puede hacerse para reproducir un mecanismo similar?

La psicología moderna está tan sólo en el umbral de su carrera; por eso Walt Whitman [19] contempla el campo mayor así:

¡Viva la ciencia positiva! ¡Loas a la exacta demostración! ...
Tus realidades son útiles, sin embargo no son mi morada,
pero, por intermedio de ellas, penetro en una zona de mi morada.

En completo contraste con la escuela occidental se halla la oriental, de la cual los introspeccionistas y mentalistas de Occidente [i27] sólo son un brumoso reflejo, aunque hayan surgido independientemente. La psicología oriental se ocupa de aquello que afirma hallarse detrás de la forma. Es espiritual y trascendente. Presupone un alma y un espíritu, basando sobre esta premisa todas sus deducciones y conclusiones. Admite plenamente la forma y la estructura, pero llama la atención enfáticamente, sobre quien utiliza la forma y sobre la energía con que la hace progresar. Es la psicología de la vida y de la energía.

Desde tiempo inmemorial, tal ha sido el pensamiento de Oriente, que está claramente representado en esa venerable Escritura de la India, llamada Bhagavad Gita:

"La gran Alma que reside en este cuerpo, es llamada el Testigo o el Espectador, el que sanciona, el Sostén, el Experimentador, el Omnipotente Señor y también el Ser Supremo.

"Brilla en las funciones de todos los sentidos y, sin embargo, carece de todo sentido de poder; desapegada, se sustenta por sí misma; posee un solo poder, no obstante experimenta todos los poderes.

"Existe dentro y fuera de todos los seres, es animada e inanimada, imperceptible por su sutileza; está lejos y también cerca". (XIII: 22, 14, 15).

"Se dice que estos cuerpos temporales pertenecen al eterno señor del cuerpo imperecedero e inconmensurable" (II: 17).

"Se dice que los sentidos son superiores a los objetos; que los sentidos son superiores a las emociones; la comprensión es superior a la emoción; pero Él es superior a la comprensión" (III: 42).

Así la psicología oriental se ocupa de la causa, del creador, del yo, sea ese yo [i28] el humano o divino, funcionando en su propio pequeño mundo de actividades mentales, emocionales y físicas, o es el Super Yo, en quien los yoes menores viven, se mueven y tienen su ser. Afirma que tiene sus grandes Exponentes y ha producido quienes pretenden conocer el yo y, mediante ese conocimiento, están en contacto con el yo subjetivo, la Super Alma. Afirman que tales pretensiones pueden ser substanciadas y comprobadas por quienes estudian sus métodos y se someten a un especial entrenamiento. En la esfera del yo energizado del espíritu que está detrás y más allá, su posición es tan clara como la del psicólogo occidental en el reino de la forma energizada.

Los defectos de los dos sistemas son claros y producen deplorables resultados en cada caso. Occidente da importancia al mecanismo; su tendencia es negar el alma y el poder motivador inteligente. Para el occidental, el hombre no es más que polvo, y nunca el aliento del espíritu que Dios sopló por su nariz. El oriental reconoce lo físico pero lo desprecia y, al hacerlo, es responsable de las miserables condiciones físicas prevalecientes. Aunque estos defectos son serios ¿no es verdad que también en este terreno la unión hace la fuerza?

Si existe el yo – esto hay que demostrarlo – y el alma divina es consciente, ¿no puede acaso ser consciente del plano físico, como de su afiliación divina? Si la energía dominante produce toda manifestación (y esto también hay que probarlo), ¿no puede tal energía adaptarse a la [i29] estructura que la emplea, en forma tan sabia y significativa que puedan obtenerse mejores resultados? ¿No pueden unirse inteligentemente el conocimiento científico de Occidente sobre la forma, y la sabiduría acumulada y heredada de Oriente sobre la naturaleza del alma, de modo que se produzca mediante el mecanismo una perfecta expresión del alma? ¿No puede la materia ascender hasta la mente y el alma y el espíritu –llámeselos como se quiera–, y no puede el Espíritu, al ayudar a elevar ese anhelo, perfeccionar el vehículo por cuyo medio se expresa y brillar en forma más radiante?

Con esta esperanza escribo – con la esperanza de combinar las psicologías materialista e introspectiva, y establecer la armonía entre Oriente y Occidente, demostrando que en su unión está la fuerza y la realidad.

 

[1] Filosofía, Cultura y Vida, pág. 236, T. I.
[2] The History of Psychology, pág. 298
[3] Gestalt Psychology, pág. 239
[4] Filosofía, Cultura y Vida, T. II. Págs. 90,91
[5] Sceptical Essays, pág. 157
[6] Filosofía, Cultura y Vida, T. I. pág. 80
[7] The Glands Regulating Personality, pág. 26
[8] Psychologies of 1925, pág. 208, de Morton Prince
[9] Psychologies, pág. 95, de Walter S. Hunter
[10] Psychologies, págs. 125, 303, de William Mc Dougall
[11] Your Mysterious Glands, pág. 54
[12] Modern Psychology: Normal and Abnormal, pág. 116
[13] Psychologies of 1925, pág. 16
[14] Ídem, pág. 201 (Llamada)
[15] Why we Behave Like Human Beings, pág. 333
[16] Modern Psychology: Normal and Abnormal, pág. 6, 7
[17] Self, Its Body and Freedom, págs. 17, 18
[18] Psychologies of 1925, pág. 223
[19] Leaves of Grass, pág. 10