Distraído de la distracción por la distracción
Repleto de imaginaciones y vacío de significado
Burnt Norton TS Eliot

El ritmo de la vida se está acelerando. Ciertamente, parece haber un deseo insaciable de acelerar constantemente la velocidad del cambio. Los cantantes de pop y otras estrellas son famosos durante un año o dos y después desaparecen de vista, a medida que crece el apetito del publico por la novedad en sí. Los aparatos nuevos se convierten en historia tan pronto como aparecen, y comienza la especulación sobre la siguiente versión. Este apetito por lo nuevo tiene cierto aire desesperado –quizá es un intento de compensar por la creciente destrucción de certezas económicas, religiosas y políticas. Sea cual se su origen, este apetito contribuye a dispersar la atención; otra fuente es la proliferación de canales de comunicación –email, mensajería instantánea, SMS, etc. etc.- con la consiguiente oportunidad de charlar sin fin acerca de todo lo nuevo bajo el sol. Esta dispersión de la atención puede parecer relativamente inocua, pero oculta un peligro sutil: puede socavar la capacidad de la humanidad de enfocarse, y de tomar decisiones inteligentes sobre las muchas dificultades a las que nos enfrentamos a medida que entramos en una nueva era.

Por eso existe una preocupación creciente de que la consciencia humana se está extendiendo en demasiadas direcciones a la vez, conduciendo a una distracción crónica. Esta dispersión de la atención tiene lugar no sólo en tiempo de ocio, sino también durante el trabajo. Cada vez está más aceptado que el ejercicio de tareas mentales complejas, como la programación informática, resulta severamente impactado por las interrupciones. La multi-tarea está empezando a parecer un mito, o al menos sobrevalorada. Las investigaciones indican que cuando la gente intenta ejecutar dos o más tareas relacionadas, bien al tiempo, o alternando rápidamente entre ambas, los errores aumentan, y se tarda mucho más tiempo en acabar los trabajos que si se realizan secuencialmente. Incluso los jóvenes, que han crecido con ordenadores y teléfonos móviles, no son tan buenos en multitareas como creen. Un artículo en la revista TIME, reflexionando sobre la experiencia de los educadores con los cambios en las capacidades de los jóvenes, sugiere que, aunque sus capacidades para acceder a información, especialmente en forma visual, han aumentado, existe también evidencia de que su tolerancia hacia la ambigüedad y la complejidad está decreciendo. En la revista Wired, el autor Nicholas Carr cita evidencia de estudios que sugieren que el uso regular de Internet ‘re-cablea’ el cerebro sorprendentemente deprisa. Carr observa que en un artículo de Science publicado a principios de 2009, la conocida psicóloga Patricia Greenfield revisó más de 40 estudios sobre los efectos de diversos tipos de medios de comunicación en la inteligencia y la capacidad de aprender. Concluyó que “todo medio desarrolla ciertas habilidades cognoscitivas a expensas de otras”. Nuestro empleo creciente de la Red y de otras tecnologías basadas en la pantalla, escribió, ha conducido al “extendido y sofisticado desarrollo de capacidades de visión espacial”. Pero esos beneficios van mano a mano con una disminución de nuestra capacidad para el tipo de “procesamiento profundo” que cimienta “la adquisición consciente de conocimiento, el análisis inductivo, el pensamiento crítico, la imaginación y la reflexión”.

De manera que para que el mundo no se convierta en un tiovivo de feria que ha perdido el control, lanzando la atención a la periferia, lejos de los asuntos más importantes de la vida humana, necesitamos aprender (o re-aprender) la capacidad de centrar nuestra atención en estos asuntos perennes de profundo significado que residen en el centro de la civilización. En el pasado, la ortodoxia establecida en política, religión y cultura ayudó a anclar y dirigir este proceso, pero a medida que estas ortodoxias se erosionan, la humanidad se enfrenta a la difícil tarea de crear nuevas formas de expresar ideas centrales como Bondad, Verdad, Justicia y Belleza. Las antiguas ceremonias y rituales que daban significado colectivo a la vida deben ser nuevamente forjadas en los fuegos de una mente iluminada y compasiva, una mente que no esté “repleta de imaginaciones”, sino inalterablemente fija en desvelar el Sol de Significado.

Esto quiere decir que debemos dar tiempo y prioridad a la meditación, en sus múltiples formas. Aquietar la mente, o más bien vaciarla de imaginaciones, es sólo el primer paso en la meditación, aunque a veces se confunda con su único fin. Para que la mente alcance su verdadero potencial como intermediaria entre la Divinidad y la humanidad, debe utilizarse activamente para contactar Ideas Divinas, y para crear después las formas de pensamiento a través de las cuales estas Ideas pueden expresarse. Este es el proceso mediante el cual las grandes obras de los genios de cada campo –ciencia, educación, política, las artes, la religión, etc.- han emergido siempre. Encontrar formas de alimentar este proceso en todos los campos y de proteger nuestras mentes de la atracción de las distracciones, constituye una necesidad clave para el mundo.

Vea también http://www.wired.com/magazine/2010/05/ff_nicholas_carr/all/1

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