En los textos de Alice Bailey se dice que el gran logro espiritual y acontecimiento evolutivo de nuestra era será la comunión y relaciones humanas establecidas entre todos los pueblos, permitiendo a gente de todas partes sentarse unida en la Presencia del Cristo y compartir el pan y el vino (símbolos de sustento). Observa que los preparativos para esta fiesta simbólica de compartir están avanzados, y que esos preparativos se van haciendo a medida que la gente lucha y legisla por el sustento económico de sus países, y cómo la cuestión del sustento ocupa la atención de los legisladores de todo el mundo. La dificultad de esta tarea no debería subestimarse, ya que es innegable que los terrenos fértiles de la tierra, así como los minerales, el agua potable y otros recursos que sustentan la vida humana, distan mucho de estar distribuidos equitativamente entre los pueblos. Por ello, llegar a un correcto compart ir requiere que los gobiernos nacionales venzan su egoísmo. ¿Qué están haciendo los gobiernos en la actualidad para enfrentarse a este desafío?

A principios de mayo de este año, Naciones Unidas celebró una conferencia sobre los países menos adelantados (PMA) en Estambul. La ONU utiliza tres criterios principales para decidir si un país encaja en esta categoría: ingresos medios bajos; recursos humanos débiles (basado en indicadores de nutrición, salud, educación, y alfabetismo en adultos); y vulnerabilidad económica. En este momento, 48 países del mundo están clasificados como PMAs 1. Avanzar hacia un estado más desarrollado es un proceso complejo, que implica muchos factores distintos, y esto quedó reconocido en el Programa de Acción editado por la Conferencia. Sin embargo, un componente significativo del desarrollo sigue siendo la ayuda al desarrollo proveniente de los gobiernos. La ayuda al desarrollo es diferente a la ayuda humanitaria, que se da en respuesta a desastres a corto plazo.

La sencillez del término “ayuda” enmascara la complejidad de los factores políticos y económicos que entran en juego cuando se considera quién da qué, y a quién. Por poner un ejemplo reciente, Reino Unido ha donado dinero a India durante años, en parte debido a su vínculo histórico como excolonia. Pero ahora, el progreso económico de India se traduce en que tiene su propio programa de ayuda, y un pequeño pero floreciente programa espacial. Así, la cuestión de si Reino Unido debería seguir dando ayuda a India ha sido foco de atención tanto en los medios de comunicación ingleses como en los indios. Un factor clave que complica la cuestión es que la pobreza sigue siendo uno de los principales factores en la sociedad india: como observa el economista Andy Summer, cerca de mil millones de personas que viven en países de ingresos medios como India son pobres.

De manera que los donantes no sólo tienen que considerar los PMAs con un nivel medio de pobreza elevado (implicando también, en los niveles inferiores, extremos terribles de pobreza), sino también la pobreza en países de ingresos medios, lo que puede necesitar un enfoque más sofisticado. A medida que nos adentramos en una era de alta tecnología, la transmisión de datos (por ejemplo, las imágenes vía satélite), de conocimientos (esto es, cómo interpretar estos datos), y de experiencia (esto es, cómo traducir estas interpretaciones a políticas positivas) pueden volverse cada vez más importantes para los gobiernos de países de ingresos medios, en relación a simples transferencias de dinero. Y, como argumenta Summer, los países de ingresos medios pueden también “preocuparse más por diseñar políticas de desarrollo favorables y coherentes en cuanto a envíos de dinero’ y migración, preferencias de comercio y negociaciones, y financiación climática”.

Como conjunto de metas generales a las que apuntar con las ayudas, los Objetivos del Desarrollo del Milenio de la ONU ayudaron a dar una respuesta relativamente simple a la pregunta de “¿qué se supone que debe lograrse con la ayuda?” 2. Sin embargo, dado que cada país ‘en desarrollo’ está en una etapa distinta respecto al alcance de los ocho objetivos, los países donantes tienen que considerar cómo ayudar a cada receptor realizando un seguimiento de caso por caso. Un empeño básico de la ONU, acordado en 1970, en cuanto a la cantidad necesaria para alcanzar estos objetivos, es que los países donantes den el 0,7% de su PIB, que un pequeño número de países desarrollados ahora alcanzan o exceden 3.

No todo el mundo cree que la ayuda sea un bien incuestionable. El economista húngaro Peter Baeur insinuó que la ayuda aumenta el poder de los gobiernos y fomenta la corrupción, y, haciendo eco de este argumento, la economista africana Dambisa Moyo, en su libro Dead Aid (Ayuda muerta), sugiere que la ayuda no es una buena idea, pero que las inversiones extranjeras sí. Dice que “A lo largo de los últimos 60 años, existe un flujo de evidencia consistente señalando que la ayuda no se ha destinado a apoyar inversiones productivas, sino a apoyar a líderes tiranos y déspotas por todo el continente. Pero la corrupción no es más que uno de los problemas. Creo que el problema más fundamental es que la ayuda priva de derechos a los africanos, y en ese sentido significa que los gobiernos no tienen que rendir cuentas ante los africanos. Pasan su tiempo haciendo la corte a donantes internacionales que, básicamente, les financian sus estilos de vida”. También, el Centro para el Desarrollo Global (cgdev.org), un tanque de ideas de EEUU, publica un Índice de Compromiso con el Desarrollo que abarca no sólo la ayuda, sino también una serie de factores como el comercio, las inversiones, la migración, etc. Está dirigido a destacar el hecho de que la ayuda no concierne sólo la cantidad, sino también la cualidad, y que una política de desarrollo no sólo debe ocuparse de las ayudas.

El Índice de Compromiso con el Desarrollo nos ayuda a reconsiderar la enorme complejidad de las cuestiones implicadas cuando los países intentan, simplemente, compartir los unos con los otros. Lo que es innegable es que el impulso de compartir nunca es erróneo. En la actualidad existen numerosas iniciativas creativas lideradas por la sociedad civil que están encontrando formas innovadoras de ayudar a los grupos en desventaja de cualquier territorio. Si los gobiernos pudieran encontrar formas de crear asociaciones con la sociedad civil, esto seguramente serviría para que las ayudas se desplegasen más efectivamente. Sobre todo, si la buena voluntad puede motivar inteligentemente a los gobiernos de los países donantes y receptores, y a sus ciudadanos, entonces las ayudas al desarrollo se convertirían de verdad en un compartir correcto, un prerrequisito necesario a las correctas relaciones entre todos los pueblos de la Tierra. Cuando los recursos de la Tierra estén distribuidos de manera que cada individuo, y por ende cada nación, pueda realizar todo su potencial, entonces veremos, con seguridad, una era de cooperación global creativa que señalará un gran avance en el progreso espiritual de la humanidad.

1. Ver http://en.wikipedia.org/wiki/Least_developed_country#Current_LDCs para el listado.
2. Los Objetivos de Desarrollo para el Milenio están comentados con más detalle aquí: www.un.org/millenniumgoals/
3. Ver www.unmillenniumproject.org/press/07.htm

BUENA VOLUNTAD ES… el peldaño a la libertad.

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