Septiembre 2008

Pido a todos los trabajadores recuerden que está ya con nosotros el día de la oportunidad, y que éste tiene su límite. Este actual tipo de opor­tunidad no durará eternamente. Las pequeñeces de las fricciones humanas, la incomprensión entre unos y otros, las pequeñas fa­llas, originadas en la personalidad y que después de todo son efí­meras, las ambiciones y las ilusiones, deben todas desaparecer. Si los trabajadores practicaran el desapego sabiendo que la Ley actúa, que el propósito de Dios debe llegar a una conclusión fi­nal, y si aprendieran a no criticar jamás en palabra ni en pen­samiento, la salvación del mundo debería proceder acelerada­mente y sería anunciada la nueva era de amor e iluminación. (Tratado sobre Magia Blanca, p. 404)