Boletín 2009 #4 - Los Cielos


En el cielo no existe distinción entre este y oeste; las personas crean las distinciones en sus mentes y después creen que son la verdad.

Buda

En este año, el Año Internacional de la Astronomía, merece la pena reflexionar tanto sobre las maravillas que podemos ver gracias al telescopio Hubble –y a otros telescopios-, como sobre el océano de aire a través del cual contemplamos los cielos. Los fenómenos celestiales que podemos ver gracias a una amplia variedad de instrumentos hacen que resuene un acorde de sobrecogimiento en el corazón humano. Estamos rodeados por un cosmos vibrante en color y textura, en constante movimiento, y constantemente invitándonos a captar su naturaleza con más profundidad. Aunque podamos sentirnos insignificantes ante la mera escala física de lo que vemos, hay algo casi milagroso en el hecho de que seamos capaces de abarcar tanto de la creación a través de nuestros instrumentos y, todavía más importante, a través de nuestras mentes. Hay algún principio empático reverberando en nosotros que nos permite tocar y empezar a sondear los misterios del espacio.

Esto no implica que la humanidad esté ya cerca de desentrañar los secretos finales de las estrellas. Periódicamente, los astrónomos se declaran asombrados ante observaciones nuevas e inesperadas que no encajan con los modelos existentes. La historia de la ciencia atraviesa por períodos de conocimientos establecidos que súbitamente se ven superados por la aparición de ideas nuevas –la astronomía misma sufrió una revolución notable, la revolución copernicana que se ha convertido en un sinónimo del proceso. Las ideas y observaciones de Nicolás Copérnico, Tycho Brahe , Johannes Kepler y Galileo Galilei se combinaron entonces para desplazar a la Tierra del centro del Universo. Quién puede afirmar que un acontecimiento semejante no podría volver a suceder? Ciertamente, cada vez hay más evidencia de que numerosos fenómenos astronómicos podrían explicarse mucho más sencillamente si se prestase más atención al poder de la electricidad en el espacio –este tema se explora con más detalle en nuestro artículo sobre el “Clima Eléctrico”.

  No hay visión que provoque más respeto al ojo humano que la del cielo nocturno cuajado de estrellas. Llewelyn Powys

Los Cielos (cont.)

La atmósfera de la Tierra nos separa de las maravillas del cosmos con una piel de gas, un velo que parece terriblemente delgado y frágil cuando consideramos la enormidad y aparente hostilidad del espacio. Sin embargo este mismo velo es una de las principales fuentes de vida, la fuente del aliento, del aire.

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Clima Eléctrico

Como ya se comentó en el boletín de Buena Voluntad Mundial "¿Qué es la Vida?", la filosofía esotérica considera la Vida como "un flujo constante de energía eléctrica, mientras que las formas son expresiones temporales a través de las cuales la vida se manifiesta en el nivel físico denso". Por tanto, toda manifestación está viva –estando el átomo mismo provisto de una consciencia rudimentaria. Con esto en mente podemos echar una nueva mirada a una de las mayores preocupaciones de nuestro tiempo –los cambios en el clima global y en los patrones climatológicos– considerándolo desde el ángulo de la vida inteligente y eléctrica.

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El Ciclo de Conferencias

El proyecto de Buena Voluntad Mundial del Ciclo de Conferencias es un grupo mundial de meditación que se une en una visualización para ayudar a iluminar espiritualmente la atmósfera de la que dependen aquellas conferencias mundiales que son vitales para el progreso espiritual de la humanidad. Los participantes pueden acceder a nuestra página de bajadas para obtener acceso a la delineación de la visualización así como a comentarios y otros textos de interés.

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