El Estímulo Esencial - Septiembre de 2022


Desde un leve disgusto o inquietud hasta la ansiedad o incluso una intensa aflicción, el descontento surge de multitud de fuentes y parece venir de todas las direcciones cuando nada parece estar bien. Al ser un estado tan díscolo de agitación emocional, a menudo es difícil ver cómo podría dársele la bienvenida en la vida. Esto es especialmente cierto porque, a primera vista, tal descontento parece arruinar cualquier posibilidad de lograr una vida espiritual verdaderamente pacífica como se suele imaginar. Sin embargo, sea lo que sea que se imagine, tarde o temprano, en algún momento hay un reconocimiento de que la vida espiritual no carece de descontento. Por el contrario, la evolución espiritual está llena de descontento, y no solo eso, sino que esta experiencia incómoda es esencial.

Por supuesto, el descontento no necesita ser un estado díscolo. Ya sea que surja de condiciones conflictivas dentro del yo individual o se relacione más con factores ambientales, la actitud hacia la situación, en gran medida, determina cómo se percibe y qué resultados potenciales pueden provenir de ella. Cuando se logra un enfoque mental, hay una mayor perspectiva, y con tal desapego la conciencia puede elevarse por encima de las emociones tumultuosas y también desaparece gran parte del sufrimiento. Se puede lograr una perspectiva aún más clara y amplia cuando se accede a una medida de la conciencia del Alma: para el Alma, la vida es experiencia, movimiento y cambio, la oportunidad de expresar cualidades y valores y adquirir una mayor habilidad en la acción. Toda experiencia es entonces valiosa si se considera como educación potencial, y si pueden comprenderse sus lecciones y asimilar su significado, entonces la experiencia es parte de un proceso redentor.

Las enseñanzas espirituales dicen que este descontento recurrente surge del impulso inherente e irresistible de cada ser humano hacia el mejoramiento. Este divino descontento surge de la conciencia interna de un destino glorioso más allá del estado humano de conciencia. El impulso para mejorar puede expresarse inicialmente de forma egoísta y como la búsqueda de mejoras materiales, pero a la larga este camino se vuelve espiritual. En términos esotéricos, éste es el camino de la iniciación, es parte del plan divino para que la humanidad evolucione creadoramente. También es el camino final de la redención, porque cada lección aprendida eventualmente es reemplazada por su próximo aspecto superior en una espiral ascendente de logro espiritual.

La red Triángulos mejora este proceso trabajando entre bastidores con la red etérica del planeta. La renovación diaria de la luz y la buena voluntad brinda apoyo a todos los esfuerzos redentores que buscan elevar la sustancia terrenal a una mayor espiritualidad y conciencia.

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