Con Incomparable Gracia - junio de 2023


En el esoterismo, donde mucho de lo que se persigue es invisible, cierto nivel del ser nos mantiene firmes cuando avanzamos a través de las meditaciones, el estudio y las conversaciones sobre la construcción de un mundo mejor. Seguramente, ese nivel es mental, bellamente poderoso y capaz de rediseñar la forma del futuro. Pero esa imagen mental necesita fusionarse con algo un poco más suave, un poco más accesible para quienes buscamos elevar la trayectoria de la actividad y el pensamiento humanos. Este otro algo que se está fusionando con el plano de la mente es el reino del corazón, y en su unión, estos dos forman una sintética relación interna. Ambos mundos se entrelazan mágicamente entre sí como las raíces de los árboles y, aunque invisibles, generan para la vida en manifestación un misterioso proceso que puede denominarse ‘gracia’.

Sin embargo, intentar definir la gracia es como tratar de embotellar el sol. Podría ser algo que, en esencia, es una resplandeciente conexión entre la cabeza y el corazón, una resonancia intuitiva en el centro del propio ser, y tal vez más parecida a la intuición que al conocimiento. No parece ser algo que a lo que se le puedan impartir órdenes, sino que parece un estado otorgado espontáneamente. En medio de la incongruencia áspera de la vida, llega inesperadamente en una fracción de segundo de silencio.

La red de Triángulos parece estar animada por este tipo de alquimia. La fusión de la mente y el corazón en la forma de un simple triángulo, aunque percibido como un símbolo de transformación. En el servicio de Triángulos esa transformación es la red de vida etérica del mundo, como lo indica el proyecto esotérico de la Tierra. Los hilos tejidos de intenciones iluminadas llevan la buena voluntad de innumerables Triángulos como las raíces de millones de árboles que se entrelazan para crear innumerables puntos de gracia. Esta gracia se convierte apropiadamente en una síntesis más fuerte y mayor que la fuerza combinada de los puntos individuales, y su potencia surge de la buena voluntad iluminada de los corazones y las mentes enfocados y unidos en una reconstrucción iluminada del mundo.

Toda la humanidad comparte la capacidad de lo que se ha denominado ‘gracia’, una joya para apreciarla de todo corazón. El espectro incluye a quienes no son como nosotros. Esta gracia es un potencial que abarca a los más elevados y a los humildes, a sabios y a novatos, a los iluminados y a los no creyentes, a los carentes de hogar, a los quebrantados y a los perdidos. Al final, todos somos forasteros en buena compañía con ese ‘algo’ refinado en común. Al igual que el sol que se escapa de esa botella, la gracia puede florecer en una palabra, en una mirada o en un gesto y dejarnos atónitos por una experiencia que vivirá con nosotros por el resto de nuestras vidas.

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