En Londres, la charla introductoria reflexionaba sobre la tensión implícita en la frase “El Espíritu del Dinero”, y se sugería que, cuando la Materia se ve como Espíritu en su grado más bajo de concreción, existe la posibilidad de un materialismo iluminado y espiritualizado, facilitado por el flujo correcto del dinero. El comentario de Alice Bailey en La curación esotérica subrayaba la importancia del flujo: “La nota clave de la buena salud, esotéricamente hablando, es compartimiento o distribución, como también lo es para el bienestar general de la humanidad. Los males económicos del género humano se asemejan mucho a las enfermedades del individuo. Las necesidades de la vida no afluyen libremente a los puntos de distribución, los cuales están inactivos; su distribución adolece de defectos y sólo mediante una sensata y mundial comprensión del principio de compartir de la nueva era, se curarán los males de la humanidad; ….” (pp. 402-3, Ed. Fundación Lucis)

Dos de los ponentes con trasfondos contrapuestos en economía pasaron a ocuparse del tema. El primer ponente, el Dr. Christopher Houghton Budd, trabaja en el campo de la economía asociativa. Este enfoque relativamente nuevo de la economía está todavía en desarrollo, y en su libro The Metamorphosis of Capitalism (La metamorfosis del capitalismo) Budd subraya que por ahora no existe una definición precisa. Sin embargo, el punto clave es que los seres humanos se encuentran en el centro de todos los procesos económicos, “…porque es nuestra capacidad de ser tanto libres como responsables lo que nos permite hacer consciente lo que de otro modo quedaría a merced del trabajo invisible de las fuerzas del mercado.” (op. cit., p. 46) Este énfasis en volver consciente o visible el trabajo invisible del mercado quedó demostrado en su presentación, que se centró en el enormemente criticado campo de las finanzas. Empezó con dos proposiciones intrigantes: primera, que los mundos de las finanzas y de la espiritualidad son dos caras de la misma moneda; y segunda, que las finanzas no sólo son de origen espiritual, sino que también son espirituales en las
circunstancias actuales.

Para explicar la primera proposición invitó a la audiencia a contemplar la imagen, extraída de Rudolph Steiner, de una nuez y su cáscara. Según Steiner, la vida económica se relaciona con la espiritual en la misma forma que la cáscara se relaciona con la nuez que encierra, pero con un retraso en el tiempo. Así, si sólo observamos el exterior de una nuez, puedes reconocer las complejas circunvoluciones de la nuez en el interior. Y Budd enfatiza el punto sobre un retraso en el tiempo observando “cualquiera en política monetaria sabe que cuando intentas establecer el ratio de interés siempre hay que decir que existe un lapso de dos años hasta que tu comportamiento alcanza a nuestra sugerencia”.

Para explicar la segunda propuesta, Budd empezó investigando las raíces del neo-liberalismo hasta Aristóteles, incluyendo la estupenda definición aristotélica del hombre liberal: “el hombre o la persona que da la cantidad correcta de dinero en la forma correcta a la persona correcta en el momento correcto”. Observó que para poder ser una persona verdaderamente liberal, se requiere un cambio de orientación respecto a nuestra consciencia cotidiana.

Después comentó los peligros que surgen cuando el dinero se convierte en un sustituto en cuanto a bienes reales, porque un sustituto (proxy) nos impide ver lo que representa, creando la posibilidad de que los implicados con este sustituto se conviertan en “discrepantes con la realidad”. Observó que, en el pasado, los responsables del dinero tenían, frecuentemente, una preparación monástica o su equivalente, a fin de obviar la posibilidad de ser discrepante.

Como ilustración de cómo las personas implicadas en finanzas a veces topan, inadvertidamente, con verdades espirituales, Budd citó al historiador Niall Ferguson: “Las finanzas reflejan y magnifican cómo somos los seres humanos. Los mercados financieros son el espejo de la humanidad, revelando cada hora de cada día laboral la forma en que nos valoramos a nosotros y a los recursos del mundo que nos rodea. De manera que el espejo no tiene la culpa si refleja nuestras impurezas tan claramente como nuestra belleza”.

Budd también siguió las raíces de la idea de la condonación de la deuda al concepto hebreo del año de jubileo. Enlazó esto con la noción de que en toda vida económica se generan superávits, creando así la necesidad de eventualmente cancelar de estos superávits. Pero, debido a que en la actualidad estamos más centrados en nosotros mismos, nos resistimos a hacerlo. Sugirió que deberíamos pensar seriamente en la posibilidad de inducir correcciones regulares y sistemáticas del mercado, que son, de hecho, otra forma de erradicar el superávit de capital. Haciendo esto como una forma moderna de jubileo, de condonación de deuda, en lugar de la forma no planificada en la que se producen las correcciones del mercado -como en la reciente crisis económica- obtendríamos algunos beneficios de la erradicación del capital.

Citando a dos de los economistas más influyentes de la era moderna, Milton Friedman y John Maynard Keynes, Budd especuló sobre el aspecto que tendría la economía mundial si se diera a todas las culturas la oportunidad de preguntarse “¿qué es lo que aportamos al conjunto de la humanidad, y qué significado económico tiene?”

Tornando a la cuestión de la circulación, observó la centralidad del concepto en economía. Ello tiene la interesante consecuencia de que resulte ilusorio hablar de poseer capital, puesto que el dinero que damos al banco o a otras instituciones financieras no es el mismo dinero que se nos devuelve. Por eso debemos aprender a confiar en se producirá una correcta circulación del dinero que nos permitirá recibir dinero cuando lo requiramos.

Concluyendo, Budd observó la importancia de la “Buena Voluntad” como componente en la contabilidad, un componente que está causando cierto debate en los intentos por alcanzar un conjunto internacional de estándares de contabilidad. Encontrar una forma de justificar el uso, y de aplicar, la buena voluntad a escala global, una “buena voluntad mundial”, sería sumamente beneficioso para el mundo.

Antes de la ponencia del siguiente invitado, hubo un panel de dos colaboradores de Buena Voluntad Mundial que compartieron sus experiencias respecto a trabajar con la energía del dinero, especialmente con referencia al uso de la meditación sobre atraer dinero para propósitos jerárquicos. Shideh Pouria explicó su lucha inicial con la idea de que el dinero pudiera emplearse para el trabajo espiritual, y cómo evolucionó su percepción de esta idea. Empezó a apreciar los aspectos más sutiles del dinero, viendo en él un alma oculta. Sugirió que “se acerca el tiempo de elevar el dinero desde un símbolo de riqueza y poder material a un fenómeno más espiritual”. Destacando la responsabilidad de cada individuo respecto al dinero, observó que “[una] vida de sencillez, olvido de uno mismo e inofensividad puede canalizar la corriente del dinero en la dirección de las fuerzas de la luz.”

Lee Blackburn habló sobre el enfoque experimental que tomó redirigiendo el dinero del que era responsable, y los resultados exitosos. Sus ingresos quedaron fuertemente reducidos cuando se convirtió en estudiante a tiempo total, pero estaba decidido a mantener su nivel de donaciones como siempre y decidió comprobar la teoría de que “a quienes dan les será dado, para que puedan volver a dar”. Entonces entró en una experiencia mágica en la que el dinero adquirió nuevo significado y, a pesar de su carencia inicial de fondos, descubrió que confiando en el proceso, tenía fondos más que suficientes para satisfacer sus necesidades.

El segundo ponente invitado en Londres fue Josh Ryan-Collins del new economics foundation (nef), cuyo moto es “Economía como si la gente y el planeta importasen”. Destacó algunas de las diferencias entre las propuestas del nef y las de la corriente principal económica, incluyendo la idea de que, una vez que se ha alcanzado cierto umbral de ingresos, cualquier ingreso que supere ese umbral contribuye muy poco a la felicidad o al bienestar. Propuso que la cuestión más importante a la que nos enfrentamos en occidente es cómo reducir el tamaño de nuestra economía sin crear resultados políticamente inaceptables. Y observó que un obstáculo significativo para ello es la forma en la que los bancos crean actualmente el dinero, porque impulsa el crecimiento.

Ryan-Collins pasó entonces a delinear este método de creación de dinero, que implica la creación de deuda. Observó que el dinero es una construcción política y social, y que por lo tanto podemos en principio dar forma a cómo funciona y a qué fines logra. Utilizando un gráfico, ilustró cómo los bancos han pasado recientemente de invertir en negocios productivos a la especulación sobre la propiedad mediante préstamos hipotecarios, y sugirió que la reciente crisis financiera podía en parte atribuirse a este cambio.

Otro punto esencial que Ryan-Collins mostró fue que no sólo es importante quién crea y distribuye el dinero, sino también cómo se gasta subsiguientemente ese dinero en circulación. Destacó la forma en la que, de cada 1£ gastada en grandes cadenas de almacenes, sólo unos 10p seguirán circulando localmente, mientras que si se trata de una tienda local, la cifra estaría más cercana a los 50p. Explicó cómo la creación de monedas locales como la libra Totnes y la libra Brixton podían ayudar a pequeños negocios locales y crear una economía local más fuerte. Observó otros ejemplos de estas monedas locales en Alemania y EEUU, y señaló el hecho positivo de que en EEUU todavía existen bancos locales.

Concluyendo, Ryan-Collins se mostró optimista en cuanto a que distintas formas de dinero, como las monedas locales, los préstamos de comercio entre negocios y los sistemas de pago electrónico como el M-Pesa que ha ayudado a los granjeros en Kenia, desempeñarán un papel significativo en el cambio de nuestra relación con el dinero. Observó que los gobiernos sudamericanos son especialmente innovadores en este área, y especuló que la reforma de los sistemas financieros podría tener lugar primeramente allí.

La ponencia final nos recordó que, “el simple remedio de un amor inclusivo puede parecer ingenuo y casi demasiado simple como para mencionarlo, y sin embargo es la única cura verdadera ya que va al corazón y a la raíz del problema”; y que, “no sólo estamos hablando de satisfacer necesidades físicas, sino de invocar, llamándolo con una intención llena de propósito, aquello que es necesario para infundir la consciencia humana con la energía del amor y la buena voluntad. Esto nos hará volvernos a lo que es Real, y Verdadero y Bueno y anclará en nosotros un reconocimiento del valor del individuo y de la Humanidad Una. Una vez que se haya percibido esta unidad, entonces los pasos hacia su realización fluirán automáticamente, y veremos un nuevo orden económico y el compartir de los recursos del mundo”.

Reporte Nueva York || Reporte Ginebra

keep in touch

World Goodwill in Social Media