Diciembre 2009

El tercer peligro del cual el aspirante debe protegerse es obsesionarse con sus propias ideas encarnadas, ya sean aparentemente correctas o fundamentalmente erróneas. Recuérdese que las ideas correctas son temporarias, y en su oportunidad ocuparán su lugar como verdades parciales, cediéndolo más tarde a verdades mayores. Un hecho del momento es considerado luego como parte de un hecho más grande. Un hombre puede haber captado algunos de los principios menores de la Sabiduría Eterna con mucha claridad, y estar tan convencido de su corrección que, olvidándose del todo mayor, construye una forma mental sobre la verdad parcial que ha visto, lo que se convertirá en una limitación y lo mantendrá prisionero, impidiendo su progreso. Está tan seguro de poseer la verdad, que no puede ver la verdad de otro. Puede estar tan convencido que es real su particular concepto de la verdad que ha llegado a él mediante su propia alma, matizada por su rayo y construida en cierta forma por su mente personal separatista, que olvida las limitaciones de su propio cerebro. Sólo vive para esa pequeña verdad, no puede percibir otra; quiere inculcar su forma mental a otras personas, y se convierte en una fanático obcecado y mentalmente desequilibrado, aunque el mundo lo considera cuerdo. (Tratado sobre Magia Blanca pp. 355-56)