Una reflexión Esotérica sobre la Pandemia

Las Cuatro Nobles Verdades y 'El Deseo de todas las Naciones’
 


La mayoría de los estudiantes de la Sabiduría Eterna están familiarizados con las Cuatro Nobles Verdades del Buda surgidas de Su iluminación. Estas verdades se refieren, en pocas palabras, a la verdad del sufrimiento, la causa del sufrimiento y el camino que lleva al cese del sufrimiento. Unidas, estas verdades revelan que la energía del Deseo nos permite estar activos en el mundo, pero cuando no es orientado en la dirección correcta, degenera en un ansia de sensaciones que surgen de la interrelación con la materia. Esta ansia es la causa del sufrimiento.

Esta relación que hay entre el deseo y el sufrimiento opera bajo la gran Ley universal de Causa y Efecto. En la filosofía budista esto se denomina “La Ley del Origen Dependiente”, y se basa en la fórmula simple pero profunda del Buda:

Cuando esto es, eso es. Del surgimiento de esto viene el surgimiento de eso.
Cuando esto no es, eso no es. Del cese de esto viene el cese de aquello.1

El factor central actuante en esta fórmula podría llamarse el germen del deseo. La palabra ‘germen’ es descrita de diversas maneras como “el origen de algo que se desarrolla”, el “rudimento de un nuevo organismo en uno existente” o “una pequeña masa de sustancia viva capaz de convertirse en un organismo o en una de sus partes”. En Curación Esotérica, se describe a un germen como “el primer efecto de una causa original”. [Sobre los gérmenes, pp 320-1 ed. inglesa] Entendiendo esto podemos aplicar la fórmula del Buda a dos de las grandes necesidades citadas por el Tibetano durante la Segunda Guerra Mundial, y ver si podemos arrojar algo de luz sobre cómo los gérmenes nacionales del deseo se han desarrollado hasta convertirse en los problemas globales de hoy. Él escribió:

“Las Naciones del Eje deben captar la enseñanza del Buda tal como la enseñó en las Cuatro Nobles Verdades y comprender que la causa de todo sufrimiento y angus­tia es el deseo, el deseo por lo material.

Las Naciones Aliadas deben aprender a aplicar la Ley del Amor, como fue enunciada en la vida de Cristo y, expresar la verdad de que “ningún hombre vive para sí mismo” ni tampoco nación alguna, y que la meta de todo esfuerzo humano es la comprensión amorosa, impulsada por el amor al todo”.2

Desde la perspectiva de los “gérmenes del deseo”, podríamos considerar a las naciones como células de luz que luchan por convertirse en un organismo social mundial, pero que están contaminadas por un virus que vive dentro de cada célula, un parásito que secuestra los procesos celulares, codificando las proteínas de las células con sus propios deseos, reemplazando la síntesis que es esencial para la estructura, función y regulación del organismo social. Mientras que cada célula muestra una medida de aspiración grupal y crecimiento hacia la luz del Cristo Cósmico, el virus prospera en cambio en la oscuridad, replicándose dentro del huésped a fin de promover sus propios deseos separatistas. Este materialismo viral es evidente en la mayoría de los países de hoy, si no en todos, incluso si es diferente del Fascismo de las naciones del Eje durante la Segunda Guerra Mundial.

Según las enseñanzas de la Sabiduría Eterna, este deseo involutivo de cosas materiales fue el mayor pecado de la civilización atlante, y cuando el vicio y la codicia alcanzaron su altura más despiadada, se creó una ley para compensar el crecimiento malintencionado. Se traduce de la siguiente manera:

"“Quien sólo vive para los bienes ma­teriales, quien sacrifica toda virtud con el fin de adquirir lo imper­durable, morirá en vida, encontrará que le falta el aliento y, sin embargo, rehusará pensar en la muerte hasta que le llegue el llamado”.3

Las enseñanzas afirman además que esta ley marca el origen de la tuberculosis, una de las tres principales tendencias en el cuerpo humano junto con el cáncer y la sífilis, y la cual “se encuentra detrás de toda enfermedad”. Por lo tanto, podríamos especular que la mayoría de las enfermedades que afectan a los pulmones y a las vías respiratorias están relacionadas con la tuberculosis, la cual sigue siendo una de las diez principales causas de muerte en el mundo. Después de más de un siglo de declive, a mediados de la década de 1980 la tuberculosis comenzó a aumentar hasta que ahora se considera una enfermedad que está fuera de control en muchos países4. Además, el número de enfermedades infecciosas ha ido aumentando rápidamente desde la década de 1980, con más de 12.000 brotes documentados que han infectado y causado la muerte a decenas de millones de personas en todo el mundo5.  Si bien la pandemia actual encaja en esta categoría, debemos tener en cuenta que las pandemias son el alboroto anárquico de las vidas involutivas en el cuerpo etérico del planeta, que no discriminan y toman poca nota del karma personal. Todo ser humano tiene que construir un cuerpo individual a partir de la materia planetaria, la cual está contaminada por la fuerza desperdiciada durante largos períodos de tiempo; a medida que todos los seres humanos crecen en la red de vida interconectada de la tierra, hasta cierto punto todas son susceptibles a las oleadas de actividad de los “señores lunares” y al tirón involutivo del Espíritu de la Tierra. 

La tuberculosis, específicamente, es “el resultado del mal empleo de la energía del Segundo Rayo”, la energía constructora del amor-sabiduría que las naciones deberían estar utilizando para crear el nuevo organismo mundial a la luz del principio crístico. Pero si bien se lograron progresos en el período inmediato después de 1945, las tensiones internacionales volvieron a aumentar y el estrecho margen de escape a la destrucción mundial en el apogeo de la Guerra Fría debería haber sido una lección saludable para la humanidad. En cambio, una oportunidad significativa para reanudar la construcción de un “organismo de las naciones unidas” se volvió a desperdiciar tras el colapso del Muro de Berlín en 1989. En palabras del estratega diplomático Torgeir E. Fjærtoft:

“Estuve allí al final de la Guerra Fría en 1989, cuando una visión de la seguridad común mediante una gobernanza mundial parecía estar al alcance de la diplomacia multilateral en las Naciones Unidas. Entonces observé con creciente temor cómo Occidente, liderado por Estados Unidos, socavó la aclamación prácticamente universal del Proyecto Normativo Occidental y el poder pasó del multilateralismo al poder y la coerción unilaterales...  Mi experiencia en la diplomacia multilateral dentro de las Naciones Unidas es que para persuadir, se invoca para evocar. Eso significa que para que una idea funcione, debe tener un fuerte atractivo. La redacción específica de los principios y códigos de las Naciones Unidas en un momento dado, no son más que las apariencias en evolución de una idea subyacente. Esta idea, no las apariencias en evolución, es la referencia con la que se relacionan los estados miembros.” 6

Qué bien describen estas palabras el remedio para nuestros tiempos: “invocar para evocar”. Aunque estas observaciones se hacen desde una perspectiva occidental, hay defensores de este espíritu de diplomacia en todas las naciones y justo en este momento se tiene la oportunidad para empoderarlo. En la oscuridad de las crisis mundiales, las ideas irradian un brillante contraste y ejercen su más potente atractivo. La pandemia ha reavivado la visión de la unidad mundial y esta tiene que ser aprovechada, no permitiendo que los espejismos de la riqueza y el estatus la desvíen y la destruyan una vez más. Ahora es el momento para que el germen de la Luz de Cristo crezca vigorosamente hacia la síntesis internacional.

 Éste es el significado de la enigmática frase bíblica “El deseo de todas las naciones”. Un germen del deseo reside en la naturaleza emocional de toda nación, el cual es “una base para el progreso...”. Es “la fuerza sutil que subyace en las ‘banderas de todas las naciones’… detrás de la bandera hay un punto de poder que es el punto de inspiración para el alma del pueblo”. A medida que germine, “tendremos una nación energizada para entrar en actividad mediante la energía espiritual interna… la nación estará vinculada –por intermedio del punto en el centro– con la fuente de inspiración divina, que es, en tiempo y espacio, una sola para todos los tipos, todas las naciones y todas las razas”.7

Hay una gran fórmula oculta que se puede utilizar para estimular el germen del deseo en las naciones del mundo, a veces conocida como el Sol sobre el Cuadrado.8  Aquí se encuentra toda una fructífera área de servicio si la intuición logra penetrar en su significado e importancia, así sea en un mínimo grado.

1. Dependent Origination ((Origen Dependiente), Rigpa Shedra. Rigpawiki.org
2. A.A. Bailey, Espejismo: Un Problema Mundial pp 165-6 ed.inglesa.
3. A.A. Bailey, Curación Esotérica, p. 232 ed. inglesa.
4. PD. Davies, The world-wide increase in Tuberculosis (El incremento mundial de la Tuberculosis),  Annals of Medicine, Vol. 35, 2003.
5. Ian Goldin, Robert Muggah, The world before this coronavirus and after cannot be the same (El mundo antes y después de este coronavirus no puede ser el mismo), The Conversation online newsletter.
6. Torgeir E. Fjærtoft, From the Fall of the Berlin Wall to the Fall of Aleppo. The Decline of Global Governance – and How to Restore it. Wiley Online Library.
7. A.A. Bailey, El Discipulado en la Nueva Era, Vol II, pp 272-3 ed. inglesa.
8. Ídem, pp 305-6 ed. inglesa