Sócrates sobre la Belleza - Marzo de 2019


Se espera que la vida creativa llegue a ser una de las características definitorias de la era venidera.  Esto es el resultado de los intentos para volverse sensitivo al mundo de las realidades significantes y del esfuerzo para reflejar esas realidades en la vida diaria.  Esta idea resuena con las enseñanzas de Plotino, el gran maestro neoplatónico del Siglo III, D.C.:

“Recógete dentro de ti mismo y mira.  Y si todavía no te encuentras bello a ti mismo, actúa como lo hace el creador de una estatua que tiene que hacerse bella: el corta aquí, lima allí, hace esta línea más ligera, esta otra más pura, hasta que una cara preciosa surge de su trabajo. Tú también hazlo así: corta lo que es excesivo, endereza todo lo que está torcido, trae luz a todo aquello que está nublado, trabaja para que todo sea un resplandor de belleza y nunca ceses de cincelar tu estatua”.

Alguien que se propuso hacer realidad esta enseñanza con gran efecto, fue Sócrates cuya vida ejemplifica el proceso de transformación.  Se definió a sí mismo como un filósofo, como alguien que persigue la sabiduría pero todavía no es sabio.  Pero Sócrates no fue siempre un filósofo: desde su juventud su padre le enseñó a ser cantero y escultor y trabajó en la construcción del Partenón. Aprendió a hacer bellos edificios y estatuas. Y aunque trabajó muy duro para hacer sus esculturas perfectas, nunca estuvo satisfecho con los resultados.  No importa cuán bellas fueran las formas externas, ellas nunca mostraban las cualidades de la virtud y la sabiduría por las que él se estaba esforzando.  El pidió ayuda a escultores mucho más experimentados, pero no pudo encontrar la respuesta que estaba buscando.  Aunque eran expertos y creaban un excelente trabajo, él vio que ellos no expresaban excelencia en sus vidas.

Sócrates entonces cesó de esculpir la piedra y comenzó a trabajar en sí mismo, desarrollando las virtudes y la sabiduría que había intentado imprimir en sus estatuas.  Cuando explicó a sus amigos que quería hacerse a sí mismo bello, ellos reían enérgicamente porque era uno de los hombres más feos: a menudo se dice que parecía medio hombre y medio cabra.  A pesar de esto parece que Sócrates consiguió su objetivo porque todos los que le conocían estuvieron de acuerdo en que, aunque su forma externa era de hecho antiestética, lo que brillaba desde su interior era la esencia de la belleza.

El describió su nueva profesión como similar a la profesión de su madre, una comadrona, pero más que ayudar a traer niños al mundo su objetivo fue conducir a las personas a volverse sabias. Preguntando a otros acerca de la naturaleza de sus propias vidas y trabajo, buscaba animarlas a buscar la verdad dentro de ellas mismas y de esta forma compartir la belleza interior que él había descubierto.

Como individuo Sócrates buscó ayudar a otros a alcanzar mayor iluminación y en este sentido, resuena con la meditación de Triángulos, donde el esfuerzo grupal altruista ayuda a una mayor iluminación y construye una red global de buena voluntad. Contactando los reinos internos de divina inspiración, el trabajo de Triángulos distribuye energías constructivas y curadoras, ayudando a la creación de un mundo nuevo y más bello para el beneficio de todos.