El Poder de la Perseverancia - Junio de 2022


A quienes se encuentran en el camino espiritual se les alienta a cultivar muchas virtudes. Podemos pensar en el amor, la veracidad, la compasión, por mencionar sólo algunas. Pero hay una sin la cual ninguna de las otras puede anclarse y sostenerse debidamente en la conciencia, y esta es la perseverancia.

A menudo las virtudes son percibidas como dones de lo alto, haciendo creer que todo lo que el aspirante ardiente necesita hacer es simplemente aceptarlas como una ‘gracia’. Pero en realidad esto es una ilusión. Es mucho más realista y más cercano a la verdad el considerar las virtudes como disciplinas que deben ser trabajadas en el crisol de la vida cotidiana. Esto requiere una incansable perseverancia para afrontar las pruebas constantes sobre nuestros valores y sobre nuestra determinación, pruebas que sondean nuestras debilidades y –para alentarnos–, también resaltan nuestras fortalezas. La razón de todo esto es la presencia en nosotros de muchos hábitos arraigados de pensamiento, respuestas emocionales y patrones de vida física. Estos se han engranado en la personalidad y se han establecido a lo largo de muchas vidas de egocentrismo, así que se requiere mucho esfuerzo no solo para reconocerlos por lo que son, sino para contrarrestarlos y eventualmente redimirlos.

Aquí es exactamente donde la perseverancia entra en la ecuación. La perseverancia no solo significa identificar la meta en algunas ocasiones; significa mantener una constante actitud del corazón y de la mente durante todo el día, un estado de expectativa vigilante, sabiendo que tan pronto como uno baja la guardia, surge el peligro de recaer en esos antiguos patrones de pensamiento y comportamiento que ahora reconocemos que ya no son apropiados, si es que alguna vez lo fueron. Es bueno tener en cuenta el dicho según el cual ‘el que persevera alcanza’.

Pero con perseverancia en el esfuerzo espiritual, los resultados de nuestro trabajo comenzarán a dar frutos. Es probable que otros noten el cambio antes que nosotros. Pero definitivamente ese cambio estará allí, tal vez reflejado en una disposición más dulce, en un creciente olvido de sí mismo que pone primero a los demás, en ayudar cuando se ve una necesidad real y hacer todo lo posible para satisfacer esa necesidad. Cuando uno se da cuenta de estos cambios de carácter, es importante resistir la tentación de relajarse espiritualmente. De hecho, ahora es el momento de mayor desafío, y quizás cuando es más necesaria nuestra perseverancia para recorrer el camino hacia el Alma, aunque también es el momento en que dicha perseverancia paga los mayores dividendos. Porque ahora, con el continuo esfuerzo y vigilancia, comenzará a fluir en todo nuestro ser la gracia de todas las virtudes con ese derroche de abundancia que caracteriza al Amor espiritual. Este es el amor que no retiene nada, sino que lo da todo, con sacrificio y alegría.