La Dra. Charika Marasinghe es consultora en derechos humanos y derechos del niño, y miembro del Consejo de Administración del Centro Internacional para la Paz Vishva Niketan de Sri Lanka.

Tanto las semillas del amor como las del odio no crecen en el suelo de la Madre Tierra, sino en los corazones y las mentes de nosotros, los seres humanos, sus hijos, dotados de una consciencia con la que no ha sido bendecida ninguna otra especie viviente. Todas las divisiones basadas en la raza, la religión, el credo y la clase social se erigen en los corazones y las mentes de las personas y no en los ladrillos y muros de hormigón del mundo exterior hechos por el hombre. Si queremos experimentar la paz exterior con el mundo humano, animal y vegetal, tenemos que trascender nuestra forma de pensar egocéntrica en términos de "yo", "mío", "mi familia", "mi religión", "mi raza", "mi pueblo" y "mi país" y adoptar una consciencia universal que lo abarque todo y que honre y respete el bienestar de todos los seres sensibles. Quienes deseen un mundo pacífico, sostenible, justo y feliz deben emplear sus capacidades intelectuales y espirituales sobre la sólida base de la consciencia universal. El proceso de despertar esta consciencia universal debe tener lugar desde la concepción en el vientre de la madre y a lo largo de toda la vida: infancia, adolescencia, madurez, vejez hasta la muerte última e inevitable. Despertar esta consciencia universal no sólo se aplica al individuo. Se aplica igualmente a las familias, los grupos, las escuelas, los lugares de trabajo, las comunidades – tanto urbanas como rurales –, las naciones y la población humana en el mundo en su conjunto.

Buda hizo el descubrimiento radical de que no existimos como seres separados. Vio que el "yo" es un engaño que causa sufrimiento y nos aleja de la libertad y del misterio de la vida. La doctrina de la causalidad, llamada "paticca samuppada" o co-surgimiento dependiente, la exposición más profunda de Buda, elabora sucintamente la realidad de la vida: la existencia del yo y del mundo en términos de condicionamiento mutuo y de acontecimientos psicofísicos interdependientes que surgen y desaparecen.

Cito:

“...en la dependencia de la sensación hay avidez; en la dependencia de la avidez hay búsqueda; en la dependencia de la búsqueda hay ganancia; en la dependencia de la ganancia hay toma de decisiones; en la dependencia de la toma de decisiones hay deseo y lujuria; en la dependencia del deseo y la lujuria hay apego; en la dependencia del apego hay posesividad; en la dependencia de la posesividad hay mezquindad; en la dependencia de la mezquindad hay salvaguardia; y a causa de la salvaguardia, se originan diversos fenómenos malignos e insalubres: el empuñar palos y armas, los conflictos, las riñas y las disputas, las palabras injuriosas, la calumnia y la falsedad".
Mahanidana Sutra DN 15

La respuesta adecuada al conflicto global es el camino hacia una relación correcta. Este camino debe forjarse identificando las huellas que han dejado las generaciones que nos han precedido y que han recorrido este camino. Es posible que la humanidad haya sobrevivido en el planeta Tierra incluso hasta ahora, en medio de la forma más agresiva de conflictos y guerras a lo largo de milenios, porque las generaciones que nos han precedido han establecido ideas sanas y las condiciones propicias para el florecimiento humano. Al mismo tiempo, también hay huellas de barro en el camino dejadas por algunas generaciones anteriores que han contribuido a perturbar la estabilidad de nuestro mundo. La construcción de unas relaciones correctas debe comenzar en los corazones y las mentes de todos y cada uno de los ocho mil millones de habitantes que hay ahora en nuestro planeta Tierra, o al menos de una masa crítica de la población. La paz exterior duradera que pondrá fin a los conflictos mundiales sólo podrá alcanzarse cuando los individuos logren la paz interior – el cese del conflicto dentro de sí mismos. Hace dos milenios y medio, Buda reconoció la noble verdad de limpiar la mente del mal y cultivar una mente pura:

‘Todos los fenómenos mentales tienen a la mente como precursora; tienen a la mente como jefe; son hechos por la mente. Si uno habla o actúa con una mente malvada 'dukkha' (el sufrimiento o la insatisfacción) le sigue igual que la rueda sigue la huella de la pezuña del buey que tira del carro'. 
Verso 1: Dhammapada

‘Todos los fenómenos mentales tienen a la mente como precursora; tienen a la mente como jefe; son hechos por la mente. Si uno habla o actúa con una mente pura, la felicidad (sukha) le sigue como una sombra que nunca le abandona'.
Verso 2: Dhammapada

Nuestro empeño por crear una consciencia universal que propicie el bienestar de todos – seres humanos, flora y fauna, e incluso el aire que respiramos, el agua que bebemos y la tierra que sembramos – se ha visto amenazado de una forma sin precedentes en la historia de la humanidad. Las llamadas políticas económicas ultra-capitalistas y los sistemas económicos impulsados por el consumo, las ideologías geopolíticas no democráticas y altamente dominantes y autoritarias, las estructuras, los sistemas tóxicos y los procesos burocráticos centralizados han consolidado el poder político y económico. Los recursos naturales y la riqueza monetaria se concentran en manos de unos pocos ricos y poderosos a escala local, nacional, regional e internacional, marginando y condenando al ostracismo a los pobres y a los indefensos. La mentalidad de dependencia creada por la llamada "ayuda financiera" y la trampa de la "reestructuración de la deuda" ha puesto en la guillotina la vida de las generaciones presentes y futuras del mundo en desarrollo. Esta tendencia mortífera está a punto de destruir la milenaria red espiritual de tradiciones religiosas altamente enriquecedoras y fortalecedoras en el mundo – quizás incluso más allá de la resurrección. La humanidad no tiene tiempo que perder. Hay que discernir y poner en marcha la hoja de ruta hacia una relación correcta.  El mundo necesita desesperadamente una transformación social no violenta mediante la capacitación de las comunidades rurales y urbanas para abordar las causas profundas que precipitan los conflictos, tanto a nivel microeconómico como macroeconómico.

Las desigualdades e injusticias sociales, económicas y políticas han causado sufrimiento, frustración, infelicidad y desarmonía en numerosas comunidades. La transformación de consciencia de individuos y comunidades hacia la compasión y la paz representa un paso esencial hacia la construcción de un mundo justo y pacífico. Al tiempo que transformamos la mentalidad egoísta en una consciencia universal que lo abarca todo, también tenemos que trabajar para liberar a las personas empobrecidas, desfavorecidas y marginadas de la impotencia, el desamparo y la desesperanza, y ayudarles a descubrir su propio potencial y fuerza para mejorar sus vidas. Para reconstruir las vidas de las comunidades rurales y urbanas, lo primero y más importante es encender el espíritu comunitario colectivo en los corazones y las mentes de las personas.

En la sociedad humana, a todos los niveles, operan cuatro procesos viciosos interrelacionados; Buda los denominó alienación psicológica (chanda), aversión (dvesha), miedo (bhaya) y engaño (moha). La exposición de Buda sobre las Cuatro Moradas Divinas (Cuatro Brahma Viharas) – Bondad Amorosa (Metta), Compasión (Karuna), Alegría Altruista (Muditha) y Ecuanimidad (Upekkha)– ofrecen una excelente receta para curar nuestros corazones y mentes de las dolencias egocéntricas y egoístas, y expandir nuestra consciencia para abrazar a todos los seres sensibles. Este espíritu comunitario también puede despertarse mediante los conceptos budistas de compartir (dana), lenguaje agradable (priya vachana), actividad constructiva (arthacharya) e igualdad (samanatmata).

Decidámonos a comprometernos de verdad a lo largo de nuestra vida a dejar huellas sanas en el camino de las relaciones correctas, que cambien el destino de las generaciones actuales y venideras y hagan del planeta "Tierra" una morada habitable y pacífica para todas las formas de vida.   §

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