John Fullerton, economista poco convencional, inversor de impacto, escritor y filósofo, es el arquitecto de la Economía Regenerativa. En 2001, tras una exitosa carrera de 20 años en Wall Street, donde fue director general de JP Morgan, escuchó una persistente voz interior y se alejó. En 2010, tras una profunda búsqueda interior, creó el Capital Institute para explorar el futuro de la economía y las finanzas.

Al final de un artículo que escribí en 2008, cité una frase de El reino de Dios está en vosotros, de Tolstoi. Resume lo que he intentado hacer desde que la leí por primera vez.

“El único sentido de la vida es servir a la humanidad contribuyendo al establecimiento del reino de Dios, lo que sólo puede hacerse mediante el reconocimiento y la profesión de la verdad por parte de cada hombre”.

La economía neoclásica (que guía la mayoría de las decisiones económicas hoy en día) se basa en la física newtoniana, pero mientras que la física ha sido actualizada por los avances de nuestra comprensión científica, los “parches” introducidos en la economía neoclásica no se ocupan de sus erróneos supuestos fundacionales.

El quid de la cuestión se reduce a una verdad muy simple y evidente: el crecimiento infinito de la producción material en un planeta finito no puede continuar para siempre. Los llamados “problemas”, como el cambio climático y la desigualdad, son en realidad meros (pero mortales) síntomas del defecto de diseño del sistema. Por lo tanto, necesitamos cambiar el sistema económico. Ese es el núcleo de mi trabajo. Y como sugiere Monica Sharma, que hizo carrera en Naciones Unidas, si quieres cambiar el mundo, tienes que cambiar los sistemas, y para ello tienes que trabajar en tres niveles: el nivel de resolución de problemas, el nivel del sistema, y el nivel de consciencia, todo al mismo tiempo. El verdadero poder está en el trabajo interior, porque el sistema que tenemos surge del nivel de consciencia de la cultura en la que nace, y nuestros problemas están de hecho diseñados de forma única por el sistema que los creó.

Einstein dijo que “es la teoría la que determina lo que somos capaces de ver”. Lo que creo que quiere decir es que, no sólo es cierto que “ver es creer”, algo con lo que todos podemos identificarnos, sino también que “creer es ver”. En otras palabras, nuestros sistemas de creencias ideológicas y teóricas nos ciegan incluso para ver las cosas como son.

La idea de una economía regenerativa se basa en tres premisas importantes. En primer lugar, la economía es un sistema vivo, aunque poco saludable. En segundo lugar, existen patrones y principios universales que describen cómo funcionan todos los sistemas vivos que se han sostenido a sí mismos en el mundo real. Eso es la ciencia de los sistemas vivos y ahora se está estudiando rigurosamente y, por supuesto, también está en consonancia con nuestra comprensión más reciente de la física, sobre todo que lo fundamental son las relaciones, no las partes separadas, y que todo está conectado con todo. Y, por último, premisa número tres: para que nuestra economía humana sea sostenible, para que sea un sistema vivo y no un sistema en colapso y, lo que es más importante, para que prospere y esté sana e íntegra a largo plazo, también necesitará un diseño de sistema que esté alineado con estos mismos patrones y principios.

El libro de Evelyn Underhill, Mysticism, describe tres tipos de místicos: el primero va a la cima de la montaña en busca de Dios, el segundo se enamora de Dios y el tercero es consciente de una extraña semilla espiritual en su interior. A medida que la semilla se desarrolla, el místico, que es el alquimista espiritual, pasa a “niveles superiores de carácter y consciencia”. “La regeneración”, escribe Underhill, “es su consigna”.

En este momento de profunda transformación, tengo una enorme confianza en que el universo nos está empujando hacia esta idea de transformación. En este momento, todos somos alquimistas espirituales, y la transformación económica es “El Gran Trabajo” de nuestro tiempo.   §

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Boletín 2022 #3 - En Busca de una Nueva Cultura