¿Será Antonio Guterres el mejor Secretario General que ha tenido la ONU?


Fuente The Guardian, 1 de Enero de 2017

Por Angelique Chrisafis y Julian Borger

CULTO Y CON CAPACIDAD DE CONSENSO, EL POLÍTICO PORTUGUÉS HA TENIDO LA PREPARACIÓN PERFECTA PARA EL MAYOR CARGO DE LAS NACIONES UNIDAS.

Fotógrafo: Mario Cruz/EPA


Cuando Antonio Guterres renunció a la mitad de su segundo mandato como primer ministro portugués en 2002 debido a los reveses electorales de su gobierno minoritario, hizo algo inusual para un hombre que había visto los más altos niveles de poder.

Varias veces a la semana fue a los barrios marginales en las afueras de Lisboa para dar clases gratuitas de matemáticas a los adolescentes.

"Nunca permitió que ningún periodista fuera con él ni que lo filmaran o lo fotografiaran, y nunca dejó que los periodistas hablaran con ninguno de sus estudiantes", dijo Ricardo Costa, editor en jefe de SIC Noticias Portugal, que cubrió la carrera política de Guterres. El ex primer ministro dijo a sus sorprendidos estudiantes que lo que estaba haciendo era algo personal y no para tener ninguna figuración.

El socialista portugués, que el domingo primero de enero de 2017 se convertirá en el próximo Secretario General de la ONU, es un intelectual que creció bajo la dictadura de Portugal, la cual culminó con la revolución de 1974, que puso fin a 48 años de gobierno autoritario.

Algo crucial para entender a Guterres, de 67 años de edad, es su fe cristiana: su catolicismo progresista siempre imprimió su sello a la política socialdemócrata.

En los dramáticos días de la revolución de Portugal, era raro ser un católico practicante en un nuevo partido socialista, donde muchos miembros tenían antecedentes marxistas. Pero Guterres, un brillante estudiante de ingeniería que se dejó crecer el bigote como homenaje al Salvador Allende de la izquierda chilena, eventualmente se convertiría en un líder modernista, argumentando que su misión era la justicia social y la igualdad.

En la izquierda portuguesa la fe era una cuestión delicada que requería discreción. Bajo el mandato de Guterres, el país celebró un referéndum en 1998 sobre una propuesta para liberalizar las estrictas leyes del aborto. Los diputados socialistas tuvieron un voto libre y, como primer ministro, Guterres decidió no hacer campaña oficial. Pero se sabía públicamente que se oponía a cambiar esa ley, lo que irritaba a muchos en su partido. El voto que proponía la liberalización de la ley del aborto ganó estrechamente, pero la diferencia fue tan baja que el resultado no fue vinculante. Las leyes del aborto se relajaron finalmente en 2007 después de un segundo referéndum.

Nacido en Lisboa, Guterres pasó largos períodos de su niñez en el campo, donde sus parientes. Allí vio la pobreza de la vida rural bajo la dictadura, y más tarde se ofrecería como voluntario de grupos estudiantiles católicos en proyectos sociales en la capital.

En 1976, el joven profesor de ingeniería fue elegido diputado socialista en la primera elección democrática de Portugal desde la revolución. En el parlamento fue un temible orador. Fue tal su talento para destruir verbalmente a los opositores políticos, que se le conoció como "la pica parlante".

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TRADUCCIÓN COMPLETA DEL ARTÍCULO DE THE GUARDIAN (no se incluyen las fotografías)

Cuando Antonio Guterres renunció a la mitad de su segundo mandato como primer ministro portugués en 2002 debido a los reveses electorales de su gobierno minoritario, hizo algo inusual para un hombre que había visto los más altos niveles de poder.

Varias veces a la semana fue a los barrios marginales en las afueras de Lisboa para dar clases gratuitas de matemáticas a los adolescentes.

"Nunca permitió que ningún periodista fuera con él ni que lo filmaran o lo fotografiaran, y nunca dejó que los periodistas hablaran con ninguno de sus estudiantes", dijo Ricardo Costa, editor en jefe de SIC Noticias Portugal, que cubrió la carrera política de Guterres. El ex primer ministro dijo a sus sorprendidos estudiantes que lo que estaba haciendo era algo personal y no para tener ninguna figuración.

El socialista portugués, que el domingo primero de enero de 2017 se convertirá en el próximo Secretario General de la ONU, es un intelectual que creció bajo la dictadura de Portugal, la cual culminó con la revolución de 1974, que puso fin a 48 años de gobierno autoritario.

Algo crucial para entender a Guterres, de 67 años de edad, es su fe cristiana: su catolicismo progresista siempre imprimió su sello a la política socialdemócrata.

En los dramáticos días de la revolución de Portugal, era raro ser un católico practicante en un nuevo partido socialista, donde muchos miembros tenían antecedentes marxistas. Pero Guterres, un brillante estudiante de ingeniería que se dejó crecer el bigote como homenaje al Salvador Allende de la izquierda chilena, eventualmente se convertiría en un líder modernista, argumentando que su misión era la justicia social y la igualdad.

En la izquierda portuguesa la fe era una cuestión delicada que requería discreción. Bajo el mandato de Guterres, el país celebró un referéndum en 1998 sobre una propuesta para liberalizar las estrictas leyes del aborto. Los diputados socialistas tuvieron un voto libre y, como primer ministro, Guterres decidió no hacer campaña oficial. Pero se sabía públicamente que se oponía a cambiar esa ley, lo que irritaba a muchos en su partido. El voto que proponía la liberalización de la ley del aborto ganó estrechamente, pero la diferencia fue tan baja que el resultado no fue vinculante. Las leyes del aborto se relajaron finalmente en 2007 después de un segundo referéndum.

Nacido en Lisboa, Guterres pasó largos períodos de su niñez en el campo, donde sus parientes. Allí vio la pobreza de la vida rural bajo la dictadura, y más tarde se ofrecería como voluntario de grupos estudiantiles católicos en proyectos sociales en la capital.

En 1976, el joven profesor de ingeniería fue elegido diputado socialista en la primera elección democrática de Portugal desde la revolución. En el parlamento fue un temible orador. Fue tal su talento para destruir verbalmente a los opositores políticos, que se le conoció como "la pica parlante".

[Fotografía de Tony Blair y Antonio Guterres]

Tony Blair se ríe con António Guterres al inicio del Congreso de la Internacional Socialista en París en noviembre de 1999. Fotografía: Laurent Rebours

Guterres se convirtió en primer ministro en 1995. Su eslogan de campaña fue "corazón y razón", un clamor por más humanismo y políticas sociales. Tres años antes había tomado las riendas del partido socialista y lo modernizó, aunque se mantuvo a la izquierda de contemporáneos como Tony Blair. Durante años dirigió la Internacional Socialista de partidos de izquierda.

Con el rápido crecimiento económico de Portugal y el casi pleno empleo, Guterres consiguió un ingreso mínimo garantizado para los ciudadanos y educación para todos los niños. Pero no había conseguido una mayoría absoluta y se vio obligado a presidir un complicado gobierno minoritario. Tenía que confiar en su habilidad para el consenso, siempre teniendo que negociar con los partidos de la oposición si quería conseguir alguna aprobación, algo que, como lo diría más tarde, resultó ser un entrenamiento perfecto para dirigir la ONU.

"Era hábil –muy inteligente, muy rápido para entender el punto de vista del otro y muy centrado en tener soluciones– por eso funcionó", dijo António Vitorino, Viceministro y Ministro de Defensa de Guterres.

Guterres estaba trabajando con todo furor. Pero detrás de esto había un telón de fondo: una tragedia familiar. Su esposa, Luísa Guimarães e Melo, psiquiatra con la que tuvo dos hijos, estuvo gravemente enferma durante la mayor parte de su tiempo en el gobierno y recibía tratamiento en un hospital de Londres.

"Fue uno de los momentos más difíciles de su vida política", dijo Vitorino. "Todos los viernes por la mañana volaba a Londres, pasaba allí el fin de semana en una situación muy desesperada y el lunes por la mañana volvía al trabajo. Yo era su Viceprimer ministro y estaba asombrado. Yo nunca podría haber hecho lo que él estaba haciendo”.

En 1998 falleció la esposa de Guterres. Al año siguiente él se lanzó a las elecciones generales. Esperaba ganar con una mayoría absoluta, pero los socialistas no obtuvieron la mayoría en el parlamento y se dio inicio a un segundo gobierno minoritario. Esta vez una desaceleración en la economía hizo las cosas más difíciles.

Guterres, que sentía privadamente una creciente desilusión con la política partidista interna, centró cada vez más su interés en la diplomacia internacional. Ya había recibido elogios por su papel en la resolución de la crisis en Timor-Leste, una antigua colonia portuguesa cuya violencia había estallado en 1999 tras un referéndum a favor de la independencia de Indonesia. Guterres encabezó los esfuerzos diplomáticos para convencer a la ONU de intervenir para restablecer la paz.

En 2000, cuando Portugal asumió la presidencia rotativa de la Unión Europea, su éxito se atribuyó a la capacidad de Guterres para lograr que los grandes líderes se pusieran de acuerdo y que se escuchara a los líderes más pequeños.

[Fotografía: Antonio Guterres accepta rosas de un seguidor en Lisboa]

António Guterres es aclamado después de que su partido gana las elecciones generales de Portugal en octubre de 1999. Fotografía: Armando Franca

"Hizo algo muy original: observó que quería cada país y estableció una agenda que podría ser interesante para todos", dijo Francisco Seixas da Costa, un diplomático portugués que sirvió como Secretario de Asuntos Europeos de Guterres. "Los países pequeños desaparecen en el proceso de toma de decisiones, así que tratamos de escuchar sus intereses".

Guterres se las arregló para hablar a los líderes poderosos en desacuerdo. "En el Consejo Europeo, recuerdo un conflicto entre Jacques Chirac y Helmut Kohl sobre un tema", dijo Seixas da Costa. Guterres pidió la palabra. Yo estaba sentado a su lado y temía que él pudiera ser ingenuo. Pero tomó la palabra e hizo una propuesta que respondía a los intereses de ambos, y fue un éxito. Funcionó. Tenía una fantástica capacidad para moderar y crear vínculos y puentes".

En 2002, a mediados de su segundo mandato como primer ministro, Guterres renunció abruptamente después de que los socialistas sufrieran una paliza en las elecciones locales. Dijo que quería evitar que el país cayera en un "pantano político" y que había descubierto que "la política tiene sus límites".

En aquella época era impopular, criticado por demasiado compromiso y demasiado diálogo. Pero a lo largo de los años desde su salida, las encuestas mostraron que cada vez se le apreciaba más y se le veía como a alguien justo, serio y honesto. Un posible candidato para la presidencia de Portugal, aunque nunca quiso volver a la política nacional. Explicó que prefería tratar de hacer una diferencia en el escenario mundial.

Su década como Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) de 2005 a 2015 fue vista en Portugal como algo que se ajustaba muy bien a su personalidad: comprometido socialmente pero en la búsqueda de un terreno común.

A Guterres –quien habla portugués, inglés, francés y español, y casado con Catarina Vaz Pinto, funcionaria del ayuntamiento de Lisboa– se le conoció en los círculos políticos por sus conversaciones entusiastas y cultas sobre gran variedad de temas, desde la Grecia antigua a la cultura del Medio Oriente, de la ópera a la geografía.

Cada vez que tenía tiempo libre durante las visitas a Washington como director del ACNUR, conseguía que el representante regional de la organización, Michel Gabaudan, lo llevara a Politics & Prose o a alguna otra librería de la ciudad.

"Es un ávido lector de temas de historia, y su placer, cuando teníamos alguna hora disponible, era ir a una librería para tener acceso a libros en inglés que no eran fáciles de conseguir en Ginebra", dijo Gabaudan, ahora Presidente de Refugiados Internacionales. "Estoy seguro de que este inmenso conocimiento de la historia pasada y antigua contribuyó al desarrollo de su criterio político".

Guterres también adoptó un enfoque amplio frente a las responsabilidades del ACNUR. La organización creció dramáticamente bajo su dirección, y no sólo porque el número de refugiados del mundo se disparó en el siglo XXI. Amplió las categorías de personas a las que el ACNUR trataría de proteger, incluyendo a las personas desplazadas internamente y los migrantes forzados a dejar sus hogares por los desastres naturales y el cambio climático. Optó por una frase multiabarcante: "gente en movimiento".

Logró persuadir a los donantes para que financiaran la expansión manteniendo su confianza en que el dinero se gastaba bien, y para ello redujo los gastos generales.

[Fotografía: Guterres, entonces Alto Comisionado de la Onu para los Refugiados, visita el campamento de Ikafe para los refugiados sudaneses en el norte de Uganda]

Guterres, cuando se desempeñaba como Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, visita el campamento de Ikafe para los refugiados sudaneses en el norte de Uganda en junio de 2005. Fotografía: Radu Sigheti / Reuters

"Al igual que todas las organizaciones de las Naciones Unidas, a medida que la institución crecía, tendía a volverse un poco más pesada, así que una de sus primeras acciones consistió en reducir el tamaño de la sede de manera bastante sustancial. Envió a la gente de vuelta al campo y transfirió algunos de los servicios a lugares mucho más baratos que Ginebra", dijo Gabaudan.

"Nunca pensó que los detalles de las finanzas eran sólo para los técnicos. Lo vi mirando las hojas de cálculo más rápido que su funcionario de finanzas, viendo la línea o columna donde teníamos un problema. Así que fue muy práctico en cuanto al funcionamiento de la organización, siendo a la vez la máxima figura política y el portavoz de los refugiados".

Cuando Justin Forsyth fue director ejecutivo de Save the Children UK, viajó con Guterres a los campamentos de refugiados en el Líbano. Él recordó una ocasión en la que Guterres se reunía con un grupo de niños. "Lo que me llamó la atención fue ver que estaba en una tienda de campaña sentado en el suelo con las piernas cruzadas y hablando con un grupo de niños. Realmente escuchaba, hacía preguntas y estaba muy conmovido por lo que oía. Él pone manos a la obra", dijo Forsyth, el nuevo Director Ejecutivo Adjunto de Unicef, la organización benéfica infantil de la ONU.

El mandato de Guterres como alto comisionado ha generado algunas críticas. Algunos ex funcionarios dijeron que debería haberse pronunciado con más fuerza en defensa de los derechos de los refugiados consagrada en la Convención de 1951 sobre refugiados. "Su historial es muy heterogéneo, sobre todo en materia de protección. Su mandato se realizó en un tiempo difícil para la protección de los refugiados", dijo un ex alto funcionario de la ONU, quien indicó que Tailandia obligó a la repatriación forzosa de los uigures étnicos a China, a pesar del riesgo de tener que afrontar persecuciones.

Argumentó que un acuerdo tripartita que el ACNUR suscribió con Kenia y Somalia sobre el regreso voluntario de los refugiados somalíes había allanado el camino para las repatriaciones forzadas reportadas actualmente en curso en Kenia destinadas a vaciar su mayor campamento en Dadaab.

El ex funcionario dijo que el acuerdo de la UE con Turquía para repatriar a los refugiados, también visto ampliamente como una violación de los principios básicos de la protección de los refugiados, fue negociado en gran medida cuando Guterres estaba al mando, aunque sólo fue firmado en marzo de este año, tres meses después de que él salió.

"Su estilo es hacer declaraciones generales sobre un tema pero no desafiar directamente a los gobiernos en sus acciones", dijo el ex funcionario. "Por eso me inquieta lo que podría hacer como Secretario General".

Jeff Crisp, quien fue jefe de desarrollo y evaluación de políticas del ACNUR bajo el mandato de Guterres y que ahora es investigador asociado en el Centro de Estudios sobre Refugiados de la Universidad de Oxford, dijo que no todas las críticas se podrían enfocar en el Secretario General designado.

Dijo que el ACNUR rechazó las violaciones de los derechos de los refugiados por parte de los estados europeos y había criticado fuertemente el acuerdo entre la UE y Turquía. Y argumentó que la tendencia a abordar los abusos de los estados autoritarios mediante la persuasión detrás de bastidores había sido históricamente el "enfoque institucional" adoptado por el ACNUR, antes y después de Guterres.

"Creo que hay que entender que la crítica pública del ACNUR a los estados es cuidadosamente calibrada y, en general, cuanto más liberal es un estado, más públicamente lo criticará el ACNUR ", dijo Crisp.

[Fotografía: Mariano Rajoy, Primer Ministro Español, y Guterres hablando durante una reunión en el palacio de La Moncloa en Madrid.]

Mariano Rajoy, primer ministro español, y Guterres hablan durante una reunión en Madrid. Fotografía: AFP / Getty

Adaptable, consensual, afable, intelectual, Guterres está quizás mejor calificado que cualquiera de sus nueve predecesores para el trabajo más exigente del mundo. Pero una de sus mayores habilidades no la aprendió de la intensa política portuguesa, ni de los terribles años en el ACNUR, sino de su primera esposa.

En un evento de The Guardian el pasado mes de junio en el que debatió con sus rivales por el cargo de Secretario General, dijo que sus conceptos psicoanalíticos habían sido muy valiosos. "Ella me enseñó algo que habría de ser extremadamente útil para todas mis actividades políticas. Cuando dos personas están juntas, en realidad no son dos sino seis. Lo que cada uno es, lo que cada uno piensa que es y lo que cada uno piensa que es el otro", dijo.

"Y lo que es verdad para las personas lo es también para los países y las organizaciones. Uno de los roles del Secretario General cuando se relaciona con los diferentes actores clave en cada escenario es hacer que estos seis se conviertan en dos. Esto hace que desaparezcan los malentendidos y las falsas percepciones. Las percepciones son esenciales en la política".