En esta era de rápido aumento de la inteligencia humana y de la capacidad para utilizar la mente, corremos el riesgo de poner demasiado énfasis en el intelectualismo.  “La mente es el matador de lo real” es una reflexión muy conocida sobre un peligro inherente.

En este libro "Del Intelecto a la Intuición", el desarrollo del intelecto, aunque sea necesario, se muestra como un medio para un fin y como un paso en el proceso del desarrollo de un cuerpo mental activo y despierto. El intelecto es el aspecto racional y analítico de la mente, relacionado con el conocimiento. Puede utilizarse como un escalón para penetrar en los nuevos reinos y dimensiones del pensamiento, y para alcanzar y despertar la facultad intuitiva de la razón pura.

Sin embargo, entre el intelecto y la intuición existe una brecha, hasta que sean unidos conscientemente a través de la meditación. La meditación se define algunas veces como "pensar con el corazón"; la correcta meditación se produce sólo cuando el corazón y la mente actúan juntas y al unísono. Para alcanzar la intuición, por lo tanto, esta fusión del corazón y la mente es una necesidad, porque el sentido intuitivo es una facultad del corazón, despertada por la actividad de la mente triple integrada.

La meditación es también la aplicación deliberada de la disciplina a la mente para controlarla, concentrarla y centrarla en un punto a voluntad. El correcto uso de la mente en la meditación abre la conciencia a la belleza, la verdad y la bondad del alma, a través de los cinco pasos de concentración – meditación –contemplación – iluminación –inspiración. Estos cinco pasos llevan a la unión con el alma, "el hijo de la mente", y al conocimiento directo de la divinidad, creando un instrumento inteligente para el uso del alma en la vida diaria.

La voz experimentada de la sabiduría oriental responde con una sola palabra: Meditación. La pregunta surge lógicamente: ‘¿Eso es todo?’ y la respuesta es: ‘Sí’. Cuando la meditación se practica correctamente y la perseverancia es la tónica de la vida, se establece un creciente contacto con el alma. El resultado de ese contacto se traduce en autodisciplina, en purificación, y en una vida de aspiración y servicio. La meditación, en sentido oriental… es un proceso estrictamente mental, que conduce al conocimiento del alma y a la iluminación. Es un hecho en la naturaleza que: ‘como el hombre piensa (en su corazón), así es él’".