Navegar por los Capítulos de este Libro

SEXTA CONFERENCIA

 

SEXTA CONFERENCIA

LA META DE LA EVOLUCIÓN

            [i119] No me inspira mucha confianza el título "La Meta de la Evolución", pues reconozco que únicamente puedo exponer algunas suposiciones forjadas en mi imaginación, debido a que la mente finita es incapaz de calibrar exactamente el plan de Dios. Sólo cabe estudiar la historia, investigar las condiciones actuales, conocer algo de las tendencias naturales y raciales, y seguir lo más lógicamente posible los diversos pasos y etapas. Lo único que podemos hacer es comenzar desde la sólida base de los hechos y conocimientos adquiridos, luego reunirlos y establecer, sobre ellos, una hipótesis respecto a lo que pueda ser la meta probable. No es posible ir más allá.

En charlas anteriores sobre el tema de la evolución, como mencioné en la primera, nos ocupamos de conjeturas y posibilidades. Sabemos ciertas cosas y comprobamos verdades, pero las [i120] conclusiones de la ciencia, tan mencionadas y repetidas hace cuarenta años, ya no se consideran como hechos ni se emplean o promulgan tan drástica y enfáticamente como antes. La ciencia descubre que su conocimiento es muy relativo. Cuanto más capta y conoce el hombre, mayor es el horizonte que se abre ante él. Los científicos se están aventurando, en los planos sutiles de la materia y, por lo tanto, en los reinos de lo no comprobado, y si recordamos, la ciencia había negado hasta ahora su existencia. Estamos trascendiendo la esfera de la llamada materia sólida y entrando en esos reinos que se infieren al hablar de los "centros de energía", de la "fuerza positiva y negativa", de los "fenómenos eléctricos", donde se resalta, cada vez más, la cualidad de la sustancia. Cuanto más adelante miramos, más amplias son nuestras conjeturas y tentativas; al tratar de justificar la telepatía, el psiquismo y otros fenómenos, más nos internamos en el reino de lo subjetivo y subconsciente, y nos vemos obligados a expresarnos en términos de cualidad o energía.

Si logramos explicar lo poco común, lo inexplicable, y cerciorarnos de la realidad de lo oculto, [i121] llegaremos a establecer una condición casi paradójica, y gradualmente convertiremos lo subjetivo en lo objetivo.

El tópico que consideraré ahora, nos afecta íntimamente, se refiere al logro, por el hombre, de esa conciencia grupal que es su meta, y las expansiones de la pequeña conciencia hasta llegar a la altura de esa conciencia superior que la circunda. Recordarán que, al explicar la diferencia entre la autoconciencia, la conciencia grupal y la conciencia de Dios, expuse el ejemplo de que, en el pequeño átomo de sustancia del cuerpo físico -esa minúscula vida centralizada, que contribuye a la constitución de la forma humana-, teníamos la analogía de la autoconciencia del ser humano; que la vida del cuerpo físico, considerando cada uno de sus sectores como una totalidad, es para esa pequeña célula que se basta a sí misma, lo que la conciencia grupal es para nosotros; que la conciencia del verdadero hombre, la entidad animadora del cuerpo, es para ese átomo, lo que la conciencia de Dios es para nosotros, siendo tan lejana como inexplicable. Si ampliamos este concepto del átomo del cuerpo y su relación con el ser humano, el pensador, hasta considerar al átomo humano, como una unidad dentro del cuerpo mayor, comprenderemos la diferencia radical entre estos tres estados de conciencia.

[i122] Hay una analogía muy interesante, entre la evolución del átomo y la del ser humano (y supongo, por lo tanto, que también debe haberla, respecto a la evolución de la Deidad planetaria y del Logos solar), en los dos métodos de desenvolvimiento. Vimos que el átomo tiene su propia vida atómica, y que cada átomo de sustancia del sistema solar, análogamente, es en sí un minúsculo sistema con un centro positivo o sol central, y los electrones o centros negativos, giran en sus órbitas a su alrededor. Tal es la vida interna del átomo, su aspecto auto-centrado. Observamos también que se está estudiando el átomo bajo un nuevo aspecto, el de la radiactividad, y que, en muchos casos, se evidencia una activa radiación. Es imposible decir a dónde nos llevará este descubrimiento, porque el estudio de la sustancia radiactiva está todavía en su infancia y poco se sabe de ella. Muchas enseñanzas primitivas de la ciencia de la física han sido alteradas por el descubrimiento del radio, y cuanto más descubren los científicos, tanto más se evidencia (como ellos mismos se dan cuenta) que estamos en vísperas de grandes descubrimientos y de profundas revelaciones.

A medida que evoluciona y se desarrolla el ser humano, se observan dos etapas: la primitiva o etapa atómica, en la cual el ser humano sólo se interesa por sí mismo y su propia esfera de actividad, donde la auto-centralización es la ley de [i123] su ser. Es una etapa de la evolución necesariamente protectora. El ser humano puramente egoísta se ocupa principalmente de sus cosas. En una etapa posterior, la conciencia del ser humano comienza a expandirse, su interés trasciende la esfera personal y llega un período en que tantea en busca del grupo al cual pertenece. Esta etapa corresponde a la de radiactividad. Desde ese momento, el hombre ya no es sólo una vida exclusivamente auto-centrada, sino que empieza a afectar, definitivamente, su medio ambiente, aparta la atención de su propia vida personal egoísta y busca su centro superior. De un simple átomo que es, se convierte en un electrón y queda bajo la influencia de la gran Vida central, la cual lo sujeta dentro de su esfera de influencia.

Si esto es así, unas etapas análogas transcurrieron, en la vida de la Deidad planetaria, y quizás explique las vicisitudes y los acontecimientos que ocurren en el planeta. Creemos que los asuntos del mundo se deben a la actividad humana. Se considera, por  ejemplo, la guerra mundial como resultado de errores y debilidades humanas. Quizás sea así, porque sin duda pudieron contribuir a su estallido las condiciones económicas y las ambiciones humanas; pero tal vez fue consecuencia del cumplimiento del [i124] propósito de esa gran Vida central, cuya conciencia aún no alcanzamos y que tiene Sus propios planes, propósitos e ideales, y probablemente también esté experimentando con la vida. En Su vasta escala y nivel elevado, este Espíritu planetario aprende a vivir, a establecer contacto y a expandir Su conciencia; en realidad, va a la escuela como ustedes y yo. Lo mismo puede suceder, en el sistema solar y con acontecimientos de tanta magnitud que escapan completamente a nuestra comprensión. Quizás, los acontecimientos del sistema solar deriven de que se están llevando a cabo los planes de la Deidad o Logos, esa Vida central, fuente que llena de energía todo cuanto existe en el sistema solar. Constituye una interesante línea de pensamiento, y no produce ningún daño el conjeturar si su efecto consiste en darnos una amplia visión, inspirar mayor tolerancia o infundir un intenso e inteligente optimismo, no lo sé.

            Habiendo visto que las dos etapas de actividad, atómica y radiactiva, caracterizan la evolución de todos los átomos del sistema solar, veamos ahora cuáles son los diferentes desenvolvimientos que parecen esperarse, a medida que evoluciona la conciencia en el átomo humano. Concentremos la atención sobre este tipo humano de conciencia, porque es la evolución central de este sistema solar. Cuando los tres aspectos de la vida divina se [i125] unen -la vida o espíritu inmanente, la forma material o vehículo sustancial, y el factor actividad inteligente- se producen ciertos resultados específicos y el desarrollo gradual de un determinado tipo de conciencia; la adquisición de una cualidad psíquica, el efecto de la vida subjetiva sobre la forma material; la utilización de la forma para fines específicos, y el logro de ciertas cualidades por la entidad que mora internamente. La verdadera naturaleza de la vida central, sea Dios u hombre, se manifestará durante un ciclo de vida, solar o humano. Lo mismo sucede en el hombre y probablemente también en el Logos planetario y, por lo tanto, en el Logos solar.

            Consideremos, ahora, los diferentes desenvolvimientos, en relación con los cuatro tipos de átomos, el de la sustancia, el humano, el planetario y el cósmico. Uno de los primeros y más importantes desarrollos será la respuesta consciente a toda vibración y contacto, es decir, la capacidad de responder al no-yo en cada plano. Permítanme ilustrar. Podría reunir un auditorio de personas sin cultura y analfabetas, y repetirles lo que he dicho hoy y no entenderían, pero podría darles una charla como [i126] la que di, hace diez años, sobre conceptos estrictamente evangélicos, y obtendría una rápida respuesta. No tiene aquí cabida lo bueno y lo malo, sino la diferencia de capacidad, las distintas categorías y tipos de hombres, en las diversas etapas de evolución, para responder al contacto y la vibración. Significa, sencillamente, que ciertas personas están en una etapa a la que puede llegarse mediante un llamado emocional, en lo que se refiere a su propia salvación personal, pues están todavía en la primitiva etapa atómica. Existe otra etapa que incluye a esa, pero permite a la persona responder también a un llamado más intelectual, que proporciona cierto interés y satisfacción en charlas como éstas, y significa investigar cuestiones que conciernen al grupo. Ambas etapas son correctas.

            Podemos considerar este asunto desde otro ángulo. Es muy posible conocer personajes, hombres y mujeres de talento, sin que lleguen a impresionarnos, al pasar a su lado, ni reconocerlos, perdiendo así lo que podrían darnos. Esto sucedió en Palestina con el Cristo hace dos mil años. ¿Por qué? Porque no somos lo suficientemente talentosos para responder a ellos. Carecemos de algo, de manera que somos incapaces de comprender o sentir su particular vibración. [i127] He oído decir, y creo que es verdad, que si Cristo volviera a la Tierra y caminara entre los hombres, como entonces, podría vivir con nosotros día tras día y no advertiríamos la diferencia entre Él y otras personas buenas y altruistas. Aún no hemos cultivado la capacidad de responder a lo divino que existe en nuestros hermanos. Sólo vemos lo malo y lo burdo, reconocemos principalmente sus fallos y somos aún insensibles hacia las personas más evolucionadas.

Otro desarrollo consistirá en poder actuar conscientemente en todos los niveles del ser. Ahora actuamos conscientemente en el plano físico y pocos pueden hacer lo mismo en el siguiente nivel sutil, el astral (palabra que me desagrada, pues no imparte verdadero significado a nuestra mente) o plano emocional, donde el ser humano está activo fuera del cuerpo físico, en las horas de sueño, e inmediatamente después de la muerte. Pocos seres humanos pueden actuar con la conciencia plenamente despierta en el nivel mental y menos aún en el espiritual. El objetivo de la evolución es que actuemos conscientemente, con plena continuidad de conocimiento, en los planos físico, emocional y mental. Ésta es la gran [i128] realidad que alcanzaremos algún día. Entonces, sabremos qué hacemos cada hora del día, no sólo doce o catorce horas de las veinticuatro. Actualmente, no sabemos dónde está nuestra verdadera entidad pensante mientras dormimos. Desconocemos sus actividades y las condiciones ambientales. Algún día utilizaremos y aplicaremos cada minuto del día.

Otro de los propósitos de la evolución tiene una triple finalidad: coordinar el propósito o voluntad, el amor y la energía. Esto aún no se ha hecho. Ahora desplegamos mucha energía inteligente, pero es rara la persona cuya vida está animada por un propósito central que cumple sin desviarse, animada e instigada por el amor que actúa mediante la actividad inteligente. Sin embargo, llegará el momento en que habremos expandido nuestra conciencia, en tal medida, y estaremos tan activos internamente que seremos radiactivos. Entonces, llevaremos a cabo un propósito definido, resultado del amor, y lograremos nuestro objetivo a través de la inteligencia. ¿No es esto lo que hace Dios? En nuestra actual etapa de desenvolvimiento, somos, sin duda alguna, inteligentes, pero aún amamos muy poco. Algo de amor sentimos por nuestros amigos, conocidos y algo más por nuestra [i129] familia, pero prácticamente nada sabemos sobre el amor grupal. No obstante, es verdad que hemos llegado a una etapa, en la que podemos responder parcialmente cuando los grandes idealistas de la raza hablan del amor grupal, y sentimos que es algo que quisiéramos ver realizado. Es bueno recordar que, cuanto más reflexionamos sobre tales líneas definidamente altruistas, tanto más construiremos cosas de mayor valor y desarrollaremos, lenta y laboriosamente, los rudimentos de una verdadera conciencia grupal, muy lejos aún de la mayoría de nosotros.

Existen otros desarrollos en el proceso evolutivo, de los cuales podría hablarse, pero tan distantes, actualmente, que prácticamente son inconcebibles, a no ser que poseamos un cerebro capaz de pensar en forma abstracta. Existe una etapa en que se trasciende el tiempo y el espacio, por ejemplo, cuando la conciencia del grupo, en todo el planeta, sea nuestra conciencia, y cuando resulte muy fácil establecer contacto con la conciencia de un amigo en la India, África o cualquier otra parte, como si estuviera aquí; la distancia y la separación no serán barreras para el intercambio. Sus síntomas pueden observarse en la capacidad con que algunas personas se comunican telepáticamente o practican la psicometría.

    Aceptemos dedicar algunos momentos a visualizar esta meta distante e imaginarnos lo que realizará [i130] el Logos de aquí a millones de años, pero es de importancia más vital tener una idea de la etapa inmediata y comprender lo que podemos esperar, en conexión con el proceso evolutivo durante los próximos milenios. Consideremos esta idea. Sabemos que existen en el mundo tres corrientes principales de pensamiento, la científica, la religiosa y la filosófica. ¿En qué consisten? La línea científica de pensamiento incluye todo cuanto concierne a la materia, el aspecto sustancia de la manifestación. Se ocupa de la objetividad, lo material, tangible y visible, literalmente, de lo que puede ser comprobado. El pensamiento religioso concierne a la vida en la forma, al retorno del espíritu a su origen, a lo adquirido por medio de la forma y al aspecto subjetivo de la naturaleza. El orden filosófico atañe a lo que podríamos llamar utilización de la inteligencia por la vida inmanente, a fin de que la forma se adapte adecuadamente a sus necesidades. Consideremos, a este respecto, ciertos desarrollos que cabe esperar en el futuro inmediato, recordando que cuanto digo sobre el particular, son meras sugerencias y en modo alguno declaraciones dogmáticas.

            Para la mayoría de los pensadores, es evidente que, [i131] habiendo comenzado la ciencia el estudio de la radiactividad, está al borde de descubrir la naturaleza del poder del átomo mismo; probablemente antes de mucho tiempo, la energía de la materia atómica podrá ser controlada para todo propósito concebible, calefacción, iluminación y aquello que yo podría denominar la motivación de todo lo que se lleva a cabo en el mundo. Algunos sabemos que, hace cincuenta años, un investigador llamado Keely, estuvo a punto de descubrir esa fuerza en Estados Unidos, pero no se le permitió dar su descubrimiento al mundo debido al peligro que implicaba. Los seres humanos son demasiado egoístas y no puede confiárseles la distribución de la energía atómica. Ese descubrimiento probablemente irá a la par del desarrollo de la conciencia grupal. Sólo cuando el ser humano sea radiactivo y capaz de trabajar y pensar en términos grupales, podrá utilizar, sin peligro, el poder latente en el átomo. Todo en la naturaleza está bellamente coordinado y nada puede descubrirse ni utilizarse antes del momento oportuno. Sólo cuando el ser humano sea altruista, se le podrá confiar el formidable poder de la energía atómica. No obstante, creo que podemos esperar que la ciencia dé grandes pasos en la comprensión de la energía atómica.

Paralelamente a su evolución, podemos esperar que el ser humano llegue a dominar el aire. Hay, en el sistema solar, un plano, esfera o nivel vibratorio, llamado en algunos libros esotéricos [i132] el plano intuitivo, y en la literatura oriental, el plano búdico, cuyo símbolo es el aire. Así como el ser humano comienza, mediante el desarrollo de la intuición, a penetrar en el plano búdico, también la ciencia ha emprendido la conquista del aire, cuyo dominio será cada vez mayor, a medida que el ser humano vaya desarrollando la intuición.

Podemos esperar algo más (y ya se está reconociendo), y es el desarrollo de la capacidad de ver la materia sutil. En todas partes nacen niños que pueden ver más que ustedes y yo. Me refiero a algo que se basa, estrictamente, en el terreno material y concierne al ojo físico. Es la visión etérica, que consiste en ver la materia refinada del plano físico o éter. En California, estudiantes y científicos efectuaron trabajos interesantes. El doctor Frederick Finch Strong ha hecho un gran trabajo, en este sentido, y enseña que el ojo físico es capaz de ver etéricamente, y que su visión etérica es función normal del ojo. ¿Qué traerá el desarrollo de esta facultad? Hará que la ciencia rectifique definidamente su punto de vista respecto a los planos sutiles. Si en los próximos cien años, la visión normal del ser humano percibe ciertos aspectos y formas [i133] de vida, consideradas hoy imaginarias, se desvanecerá para siempre el burdo materialismo que nos ha caracterizado durante tanto tiempo.

Si lo ahora invisible, llega a verse, ¿quién puede decir hasta dónde será posible llegar en el transcurso del tiempo? Además, la evolución propende a la síntesis. Si descendemos a la materia y a la materialización, tenemos heterogeneidad; si ascendemos hacia el espíritu, llegamos a la unidad, de modo que, en el mundo religioso, podemos esperar la unidad. Existe hoy mayor tolerancia que hace cincuenta años, y se acerca rápidamente el momento en que la gran unidad fundamental de todas las religiones y de que cada credo es una parte necesaria de un gran todo, será reconocida por los hombres de todas partes, y en este reconocimiento, tendremos la simplificación de la religión. Acentuaremos y utilizaremos las grandes realidades centrales y pasaremos por alto las pequeñas y mezquinas diferencias de organización y explicación.

            Además, podemos esperar un interesante acontecimiento, en conexión con la familia humana, pero ¿qué ocurrirá cuando la conciencia grupal se convierta ampliamente en un objetivo consciente del hombre? El ser [i134] humano entrará en lo que el mundo religioso llama "el sendero". Entonces, se controlará definidamente a sí mismo y procurará vivir la vida del espíritu, negándose a llevar una vida atómica auto-centrada; buscará el lugar que le corresponde en el todo mayor, y lo descubrirá por medio del esfuerzo autoiniciado, para unificarse con ese grupo. Esto es lo que significa realmente las enseñanzas sobre el sendero, en las iglesias protestante, católica y budista, al que designan con los diversos nombres de Camino, el Noble Óctuple Sendero, el Sendero de Iluminación o de Santidad. Sin embargo, es el solo y único sendero, que brilla y brillará hasta el día perfecto.

            Además, es de esperar el desarrollo del poder de pensar en forma abstracta y el despertar de la intuición. A medida que las grandes razas se han ido sucediendo en el planeta, hubo siempre un desenvolvimiento ordenado y dirigido de los poderes del alma y una secuencia definidamente planificada. En la tercera raza raíz, la lemuriana, el aspecto físico del hombre llegó a una elevada etapa de perfección. Posteriormente, en la gran raza que precedió a la nuestra, la atlante, que pereció en el diluvio, se desarrolló la naturaleza emocional. En la raza aria o quinta, a que pertenecemos, debe desarrollarse la [i135] mente concreta o inferior, y lo estamos haciendo década tras década. Algunos individuos comienzan también a desarrollar el poder de pensar en términos abstractos.

            Cuando esto suceda, predominará cada vez más esa interesante y peculiar capacidad, evidenciada por algunas personas, denominada inspiración. No me refiero a la mediumnidad ni a la facultad mediúmnica. No existe nada tan peligroso como el significado común del término "médium". El médium común es una persona negativa o de naturaleza receptiva, y por lo general, tan superficialmente coordinada en su triple naturaleza, que una fuerza extraña puede utilizar su cerebro, sus manos o su cuerpo. Este fenómeno es muy común. Las escrituras automáticas, las planchetas y las sesiones espiritistas, de orden inferior, abundan en estos días y llevan a miles de personas a la enajenación y a los trastornos nerviosos. La mediumnidad es la distorsión de la inspiración, y cuando la mente humana llega a la etapa evolutiva, en que el individuo está consciente y positivamente controlado por su propio yo superior, el Dios interno, entonces, puede recibir inspiración. El regidor interno, el verdadero yo, puede controlar su cerebro físico por el contacto definido y permitir al ser humano tomar decisiones y también comprender la verdad, independientemente de [i136] la facultad razonadora; este Dios interno le permite hablar, escribir y conocer la verdad sin valerse de la mente inferior; la verdad reside internamente. Cuando hagamos contacto con nuestro Dios interno, se nos revelará la verdad. Seremos conocedores. Esto es algo positivo, no algo negativo, y significa que nos ponemos en alineamiento directo y consciente con el yo superior o ego, sin permitir que se introduzca, en la personalidad, cualquier entidad o ánima pasajera.

            Aunque, en la actualidad, esto ocurre a veces, no es frecuente que el ser humano común se ponga en contacto con su yo superior, lo cual sucede sólo en los momentos de elevado esfuerzo, en las crisis de la vida y como resultado de una larga disciplina y ardua meditación. Pero algún día regiremos nuestra vida, no desde el ángulo personal o egoísta, sino desde el Dios interno, que es la revelación directa del Espíritu en el plano más elevado.

            Por último, diré hoy que la meta que tenemos por delante, cada uno de nosotros, es el desarrollo de los poderes del alma o de la psiquis, lo cual significa que todos vamos a ser psíquicos. Sin embargo, no empleo esta palabra en el sentido que se le da comúnmente. La psiquis es literalmente el alma interna [i137] o yo superior, que surge del triple yo inferior como la mariposa de la crisálida. Es la hermosa realidad que lograremos, como resultado de nuestra vida o vidas terrenas. Los verdaderos poderes psíquicos nos ponen en contacto con el grupo. Los poderes del cuerpo físico que, diariamente, empleamos, nos ponen en contacto con individuos; pero, cuando hayamos desarrollado los poderes del alma y hayamos desplegado sus potencialidades, seremos verdaderos psíquicos. Ahora bien, ¿cuáles son estos poderes? Sólo puedo enumerar algunos.

            Uno de ellos es controlar conscientemente la materia. La mayoría de nosotros controla conscientemente el cuerpo físico, que obedece nuestros mandatos en el plano físico. Algunos controlamos conscientemente el cuerpo emocional, pero pocos, la mente. La mayoría estamos dominados por nuestros deseos y pensamientos. Pero se acerca el momento en que controlaremos conscientemente nuestra triple naturaleza inferior. Entonces, no existirá el tiempo para nosotros. Poseeremos continuidad de conciencia en los tres planos del ser -físico, emocional y mental-, que nos capacitará para vivir como el Logos en la metafísica abstracción del Eterno Ahora.

            Otro poder del alma es la psicometría. ¿Qué es la psicometría? Es la habilidad [i138] de tomar una cosa tangible que pertenece a un individuo y, por su intermedio, relacionarnos con él. La psicometría es la ley de asociación de ideas, aplicada a la cualidad vibratoria de la fuerza a fin de obtener información.

            La raza será también clariaudiente y clarividente, que significa la capacidad de oír y ver con claridad y exactitud, en los planos sutiles, como lo hacemos en el plano físico. Entraña el poder de oír y ver todo cuanto atañe al grupo, es decir, en la cuarta y quinta dimensiones. No estoy lo bastante versada en matemáticas para explicar estas dimensiones y me confundiría considerarlas, pero me fue dado un ejemplo que puede aclarar toda la cuestión. Un pensador sueco me explicó:

"La cuarta dimensión es la facultad de ver a través y alrededor de una cosa. La quinta dimensión es la capacidad, por ejemplo, de tomar un ojo y por medio del ojo ponernos en relación con los demás ojos en el sistema solar. Ver en la sexta dimensión podría definirse como el poder de tomar un guijarro y por su intermedio ponerse en relación con todo el planeta. En la quinta dimensión, allí donde [i139] llevamos el ojo, estamos limitados a determinada línea de manifestación, pero en la sexta dimensión, donde tomamos un guijarro, nos ponemos en contacto con todo el planeta".

            Todo esto se halla muy lejos de nosotros, pero interesa hablar de ello, porque es una promesa para todos y cada uno.

            No dispongo de tiempo para tratar los demás poderes ni puedo enumerarlos, entre ellos está incluida la curación por el tacto, la manipulación de fluidos magnéticos y la creación consciente por medio del color y el sonido. Todo cuanto realmente nos concierne, por ahora es, conocernos debidamente y procurar cada vez más que el regidor interno nos controle, lleguemos a ser radiactivos y desarrollemos la conciencia grupal.