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CAPÍTULO II. EL PROPÓSITO DE LA EDUCACIÓN

CAPITULO DOS

EL PROPÓSITO DE LA EDUCACIÓN

"...la educación está sufriendo importantes transformaciones. Desde el proceso relativamente externo de inculcar hechos, se está convirtiendo en un creciente proceso de evocar las posibilidades generadoras más profundas que residen en el individuo".

H.A. OVERSTREET

[i21] Uno de los muchos factores que han traído a la humanidad a su actual etapa de desarrollo, es el desenvolvimiento y perfeccionamiento de los métodos y sistemas educativos. En su comienzo estaban en manos de las religiones organizadas, pero en la actualidad prácticamente están en manos del Estado y fuera del control de los grupos religiosos. En el pasado, la educación ha estado en gran parte matizada por la teología, y los métodos eran dictados por los eclesiásticos y los sacerdotes. En la actualidad, el vasto grupo de maestros es entrenado por el Estado; no existen prejuicios religiosos debido a los numerosos y diferenciados grupos religiosos y la tendencia de la enseñanza es casi totalmente materialista y científica. Antiguamente, tanto en Oriente como en Occidente se educaba sólo a los miembros más altamente evolucionados de la familia humana. Hoy tenemos la educación masiva. Al tratar la comprensión del futuro y (según creemos) la educación superior, deben tenerse en cuenta estos dos hechos, porque encontraremos el camino de salida en la síntesis de dos métodos: la educación individual y masiva, la religiosa y la científica.

Análogamente, como todo lo demás en este período de transición, nuestros sistemas pedagógicos se encuentran en estado de fluidez y [i22] cambio. Hay un sentimiento general de que se ha realizado bastante para elevar el nivel de la mente humana conjuntamente con una profunda corriente de disconformidad por los resultados. Cabe preguntarse si nuestros sistemas pedagógicos están logrando el máximo bien posible. Valoramos el enorme avance hecho durante los últimos doscientos años y no obstante, nos preguntamos si después de todo obtenemos el máximo beneficio de la vida, posible para un pueblo que tiene un sistema adecuado de educación. Nos sentimos íntimamente satisfechos de la extensión de nuestros conocimientos, de la masa de datos acumulados, de nuestro control sobre las fuerzas de la naturaleza; a pesar de todo seguimos debatiendo la cuestión de si hemos introducido una verdadera cultura. Enseñamos a nuestros niños a aprender de memoria una enorme colección de hechos y asimilar una vasta variedad de detalles extensamente diversificados y, sin embargo, a veces dudamos de si les enseñamos a vivir más satisfactoriamente. Gastamos miles de millones de dinero para construir y subvencionar Universidades e Institutos y, no obstante, los educadores de más amplia visión se preocupan seriamente de si la educación organizada satisface realmente las necesidades del ciudadano común. Ciertamente parece que fracasaran en su misión de educar al niño que sale de lo común y al hombre o mujer dotados. De acuerdo a nuestro entrenamiento, la juventud parece hallarse ante el tribunal que ha de juzgarla. Sólo el porvenir dirá si se hallará algún camino de salida por el cual la cultura del individuo pueda marchar paralelamente a la civilización de las masas mediante la educación.

En una era de realización científica y de pensamiento sintético [i23] en todas las esferas del conocimiento humano, uno de nuestros educadores, el Dr. Rufus M. Jones dice:

"Pero ninguna de estas realizaciones nos hace mejores. No existe equivalencia entre la cuenta corriente bancaria y la bondad del corazón. Conocimiento no es en manera alguna sinónimo de sabiduría o de nobleza de espíritu... En el mundo nunca se vio un ejército tan numeroso de educadores trabajando para la juventud del país, ni hubo en toda la historia del mundo presupuestos tan generosos para la educación, tanto primaria como secundaria. El resultado total, sin embargo, es descorazonador y falla por su base. Nuestras instituciones de enseñanza producen algunos buenos escolares y proporcionan una masa de hechos científicos a un gran número de estudiantes, pero es un lamentable fracaso como función principal de la educación, que es, o debería ser, la formación del carácter, la cultura del espíritu y el desenvolvimiento del alma". [xiii] 13

En Asia y Europa antiguas, se entrenó y cultivó al individuo hasta el siglo XVIII. Se entrenó intensivamente a las clases llamadas altas y a quien manifestaba marcadas aptitudes para la cultura espiritual. Bajo el sistema brahmánico de Oriente y en los monasterios de Occidente, se dio una cultura especializada a quienes podían beneficiarse con ella, y así surgieron los destacados individuos que hasta la fecha han dejado su impronta en el pensamiento humano. El mundo occidental ha sustituido esto por la educación masiva. Por primera vez se enseña a miles de hombres a utilizar sus mentes, empiezan a afirmar sus propias [i24] individualidades y a formular sus propias ideas. La libertad del pensamiento humano, su liberación de todo control teológico, religioso o científico, son el grito de guerra del presente, y mucho se ha logrado. Las masas empiezan a pensar por sí mismas pero es mayormente un pensar masivo, y la incierta opinión pública moldea ahora el pensamiento como lo hacían antes las teologías. El individuo precursor enfrenta muchas dificultades para hacer sentir su influencia en el actual mundo del pensamiento y del esfuerzo, como sucedía antiguamente.

Quizá, con el girar de la gran rueda de la vida tengamos que volver a los antiguos métodos de dar entrenamiento especializado a un determinado individuo, lo cual no significará el abandono del sistema educativo masivo. De esta manera se unificarán definitivamente los métodos del pasado y de Oriente, con los del presente y de Occidente.

Antes de considerar ambos métodos intentaremos definir la educación, determinar su meta y así aclarar nuestras ideas respecto a los objetivos hacia los cuales deben dirigirse todos nuestros esfuerzos.

Esto no es fácil. Si consideramos su aspecto menos interesante, podría definirse a la educación como el acto de impartir conocimientos a un alumno, que generalmente no está dispuesto, y recibe un conjunto de informaciones que no le interesan en lo más mínimo. Emite una nota árida y vacía, se ocupa principalmente de entrenar la memoria, hace conocer los denominados hechos concretos e impartir al estudiante algún conocimiento [i25] sobre un vasto número de temas sin relación entre sí. Sin embargo, literalmente, la palabra educación significa «guiar fuera de» o «extraer», lo cual es muy instructivo. La idea latente en este concepto es que deberíamos extraer de los instintos y de las potencialidades inherentes al niño, a fin de guiarlo de un estado de consciencia a otro más amplio. De esta manera se guiará por ejemplo a los niños que simplemente son conscientes de que están vivos, hacia un estado de autoconsciencia; se los hará conscientes de sí mismos y de sus relaciones grupales; se les enseñará a desarrollar los poderes y facultades especialmente por medio del entrenamiento vocacional, para llegar a ser económicamente independientes, y miembros de la sociedad que se bastan a sí mismos. Se les explota su instinto de auto conservación, a fin de conducirlos por el camino del conocimiento. Podría decirse, ¿se empieza a utilizar su mecanismo instintivo para conducirlos hacia el camino del intelecto? Quizá sea así, pero dudo que habiéndolos conducido hasta aquí se lleve a cabo la buena obra y se les enseñe el verdadero significado de la intelección como entrenamiento para desarrollar la intuición. Se les enseña a utilizar su instinto e intelecto como parte del mecanismo de auto conservación en el mundo externo de las actividades humanas, pero el empleo de la razón pura y el eventual control de la mente por la intuición durante el trabajo de auto preservación y de continuidad de la consciencia en los mundos subjetivos y reales, es aún conocimiento privilegiado de unos pocos precursores.

[i26]  Si el Prof. H. Wildon Carr está en lo cierto al definir la intuición como «la captación por la mente de la realidad directamente tal cual es, no bajo la forma de una percepción o concepto, ni como una idea u objeto de la razón, todo lo cual, por contraste, es captación intelectual». [xiv]  14

Clasificamos la ciencia de la mente, o «las modificaciones del principio pensante» según el hindú lo llama, como estrictamente humanas, relegando las reacciones instintivas del hombre al grupo de cualidades que posee en común con los animales. Quizá sea posible que la ciencia de la intuición, el arte de la clara visión sintética, pueda algún día ser para el intelecto lo que éste es para la facultad instintiva.

El Dr. G. B. Dibblee hace interesantes comentarios sobre el instinto y la intuición, que tienen cabida aquí debido a que abogamos por el reconocimiento de una técnica educativa que conduzca al desarrollo de la facultad de la percepción superior. Dice:

“... tanto el instinto como la intuición, comienzan dentro de las partes extra conscientes de nosotros mismos, hablando concretamente, y en forma análoga surgen inesperadamente a la luz de la consciencia cotidiana... Los impulsos del instinto y de la intuición se engendran en total secreto. Cuando aparecen son necesariamente casi completos y su advenimiento a nuestra consciencia es repentino». [xv] 15

[i27] En otro lugar añade que la intuición se encuentra más allá de la razón y del instinto. Tenemos por lo tanto, esta interesante triplicidad: instinto, intelecto e intuición; con el instinto bajo el umbral de la consciencia, por así decirlo, el intelecto ocupa el primer lugar en el reconocimiento del hombre como humano, y la intuición, más allá de ambos, ocasionalmente hace sentir su presencia en las súbitas iluminaciones y captaciones de la verdad, el don de nuestros más grandes pensadores.

Ciertamente hay algo más en el proceso educativo que la mera capacitación del hombre para enfrentar los hechos externos y su medio ambiente arbitrario. La humanidad debe ser conducida a un porvenir más amplio y a una realización más profunda de la vida. Debe estar equipada para resolver y manejar todo lo que se le presenta, a fin de obtener resultados mejores y más elevados. Los poderes del hombre deben ser extendidos hasta su máxima expresión constructiva. No debería fijarse límite alguno de realización, pues tal adquisición los hará complacientes, auto satisfechos y, por lo tanto, estáticos. Deben ser siempre guiados de los estados inferiores a los superiores de comprensión, de manera que la facultad de percepción debe expandirse constantemente. Expansión y crecimiento son ley de vida, y aunque la masa humana debe ser elevada por un sistema de educación adaptado para proporcionar el máximo bien al mayor número, hay que entregar al individuo su plena herencia y proporcionarle una cultura especial que fomente y fortalezca a los más aptos y mejores entre nosotros, porque en su realización reside la [i28] promesa de la nueva era. Los ineptos de mentalidad retrasada, deben tener también su entrenamiento especial, a fin de poder alcanzar el elevado nivel que establezcan los educadores. Pero es aún de mayor importancia que ningún individuo con aptitudes y facultades especiales, quede detenido al nivel de uniformidad de las clases cultas.

Precisamente aquí es donde se presenta la dificultad de definir la educación, y surge la duda sobre cuáles serán los verdaderos objetivos y la meta real. El Dr. Randall expresa esto en un artículo sobre educación y religión, en el cual dice:

"Recomendaría que la educación se definiera como un posible ejercicio de meditación personal. Que cada uno se pregunte a sí mismo qué entiende por educación; si discurre profundamente sobre la cuestión, descubrirá que para contestarla debe penetrar hasta el significado más profundo de la vida misma. Pensar seriamente sobre el significado de la educación obliga a encarar las cuestiones fundamentales de la vida como nunca se hizo... ¿Es el conocimiento la finalidad de la educación? Ciertamente sí, pero ¿conocimiento de qué? ¿Su finalidad es el poder? Nuevamente sí, pero poder ¿con qué fin? ¿Su finalidad es el ajuste social? La era moderna contesta enfáticamente sí, pero ¿qué clase de ajuste debe ser y qué ideales lo han de determinar? La educación no persigue el mero conocimiento o el mero poder de cualquier tipo, sino el conocimiento y el poder aplicados a usos correctos. Esto lo reconoce la mente pedagógica más progresiva, aunque no la opinión popular del momento..."

"La nueva educación tiene como gran finalidad, el entrenamiento y desarrollo del individuo con fines sociales, es decir, para el máximo servicio del hombre".

"Comúnmente clasificamos la educación bajo tres subdivisiones: primaria, secundaria y superior. A estas tres debe [i29] agregarse una cuarta, más elevada: la religión, que también es educación". [xvi] 16

Es interesante observar que las mismas ideas fueron expresadas por Bhagavan Das en la Primera Conferencia Asiática de Educación. Dijo:

"Las reglas de la religión, es decir, de la ciencia superior, nos permiten... cumplir más ampliamente con todas estas deudas y deberes. Se ha descrito a la religión como el mandamiento o revelación de Dios. Esto, en otras palabras, sólo significa las leyes de la naturaleza de Dios, según lo revelan las tareas intelectual, intuitiva e inspiradora, de los videntes y científicos de todas las religiones y naciones... Hemos oído hablar de lectura, escritura y aritmética, y de otra ciencia, la genuina religión, mucho más importante que todas ellas... Pero primero hay que descubrirla y pensarla cuidadosamente. Corresponde a todos los educadores sinceros ayudar en esta tarea, aplicando los métodos científicos de determinar coincidencias en medio de diferencias". [xvii]  17

En Oriente y Occidente se tiene la impresión de que un sistema educativo que no aparta al hombre del mundo de los asuntos humanos y no lo lleva a una consciencia más amplia de las cosas espirituales, fracasa en su misión y no está a la altura de las elevadísimas exigencias del alma humana. Un método que se limite a cultivar el intelecto y prescinda de la facultad de intuir la verdad, evidenciada por las mejores mentalidades, carece de muchas cosas. Si deja a los estudiantes con mentes cerradas y estáticas, quedan sin los elementos que los ponen en contacto con esas intangibles y sutiles «cuatro quintas partes de la vida», a las que el Dr. Wiggam18 se refiere donde dice «que están enteramente fuera del entrenamiento científico». [i30]  [xviii] 18  Es necesario abrir la puerta a quienes puedan ir más allá del entrenamiento académico de la mente en relación con la vida en el plano físico.

El éxito del porvenir de la raza está ligado al éxito de esos individuos que tienen la capacidad de lograr cosas más grandes porque son más espirituales. Estos individuos de la familia humana deben ser descubiertos y alentados para que sigan adelante y penetren en el reino de lo intangible. Deben cultivarse y entrenarse, y dárseles una educación que se adapte a lo más elevado y mejor que haya en ellos. Tal educación requiere una percepción apropiada del estado y desarrollo individual, y una exacta comprensión del paso inmediato que en cada caso debe darse; exige percepción, simpatía y comprensión, por parte del instructor.

Los educadores comprenden la necesidad de elevar cada vez más los avanzados procedimientos pedagógicos y así elevar los que están bajo su influencia, sacándolos del nivel de la mente crítica, puramente analítica y llevándolos al nivel de la razón pura y de la percepción intuitiva. Bertrand Russell dice que «la educación no debería tender a lograr una percepción pasiva de hechos muertos, sino una actividad dirigida hacia ese mundo que nuestros esfuerzos deben crear». Debemos recordar que toda creación supone un creador animado y activo, que actúa intencionalmente y utiliza la imaginación creadora. ¿No podría ser éste el resultado de nuestros sistemas educativos modernos? ¿No está acaso la mente regimentada y restringida por nuestro [i31] sistema de educación masivo y el método de recargar la memoria con hechos mal asimilados? Si Herbart está en lo cierto cuando dice que «el principal deber de la educación es la revelación ética del universo», probablemente tiene también razón el Dr. Moran cuando expone que «una de las causas subyacentes, quizás la principal en nuestra era materialista, es la falta del elemento espiritual en nuestra educación formal».

Algunos consideran que existe una meta aún más amplia que la revelación ética, y que posiblemente la humanidad sea el custodio de una iluminación y gloria que se comprenderá en su plenitud únicamente cuando las masas logren algo de la magnificencia que ha caracterizado a los Personajes mundiales del pasado. ¿No está de acuerdo con el desarrollo evolutivo, la idea de que la finalidad verdadera de la educación es llevar a la humanidad desde el cuarto reino o humano, a la esfera espiritual, donde los precursores que llamamos místicos y los Personajes que fijan las normas de la raza, viven, se mueven y tienen su ser? De esta manera el género humano será elevado desde el mundo material objetivo hasta la región del espíritu, donde residen los verdaderos valores y se establece contacto con ese yo superior que puede ser revelado por los yoes individuales que sólo existen para ello.

Keyserling sugiere esto mismo en las siguientes palabras:

“Somos conscientes de los límites de la razón humana; entendemos la importancia de nuestras luchas; somos los amos de la naturaleza. Podemos pasar por alto simultáneamente el mundo interno y el externo. Debido a que podemos determinar científicamente cuáles son nuestras verdaderas intenciones, no tenemos por qué ser víctimas del propio [i32] engaño... En adelante, esta posibilidad debe convertirse en el móvil consciente de la vida. Hasta ahora no ha desempeñado esa parte. Sin embargo, esto es precisamente lo más importante, porque el centro de la consciencia determina el punto de partida del hombre. Dondequiera que cambie el énfasis dentro de sí mismo, allí precisamente queda; el entero Ser del hombre se reorganiza de acuerdo con él; por consiguiente, una vida basada en el conocimiento necesita una educación que lleve a la síntesis de la comprensión y de la acción.

“Toda la educación en Oriente va dirigida estrictamente hacia la comprensión sensoria..., única manera de probar que conduce a elevar el nivel del Ser esencial... Lo esencial no es información sino comprensión, y la comprensión puede alcanzarse únicamente mediante la aplicación creadora personal... Percepción sensorial siempre quiere decir dar significado a una cosa; la dimensión de la significación se dirige de adentro hacia afuera. Por lo tanto conocimiento (en el sentido de información) y comprensión, tienen en realidad la misma relación entre sí que la naturaleza y el espíritu. La información se obtiene de afuera adentro; la comprensión es un proceso creador en dirección opuesta. Bajo estas circunstancias no hay una vía directa que conduzca de una meta a otra. Se puede saber todo sin comprender nada, y esto es precisamente a lo que nuestra educación, que tiende a la acumulación de información, ha llevado a la mayoría». [xix] 19

Este libro presenta un método por el cual puede desarrollarse la capacidad de actuar con una más amplia consciencia, y que el hombre pueda reorganizar su ser para lograr cosas mayores. Se ocupa de esa técnica mediante la cual cada unidad individual, que [i33] anhela alcanzar esta meta más amplia, puede recibir un especializado entrenamiento y auto cultura. Si esa aspiración adquiere una forma racional y clara en su mente, considerándola como un objetivo perfectamente legítimo, capaz de lograr éxito, ansiosamente lo emprenderá. Si la sociedad proporcionara los medios y la oportunidad para tal progreso, muchos buscarían gustosos el camino. El método propuesto es una técnica individual que permitirá al estudiante que haya sacado provecho de las ventajas comunes de la educación académica y de las experiencias de la vida, expandir su consciencia hasta trascender gradualmente sus actuales limitaciones y reorientar su mente hacia más amplios conocimientos. Descubrirá que el alma es la gran realidad, obteniendo así experiencia directa sobre cosas espirituales.

Everett Dean Martin define la educación como «la revalorización espiritual de la vida humana. Su tarea es reorientar al individuo, permitirle alcanzar una visión más significativa y valiosa de sus experiencias y ubicarlo sobre y no dentro del sistema de sus creencias e ideales». [xx] 20

Esta definición abre necesariamente la puerta a la controversia, porque vivimos en un medio ambiente distinto; cada uno tiene sus problemas y características especiales, basados en la herencia, condición física y muchos otros factores. La consiguiente norma de valores debe ser modificada para cada persona, cada generación, país y raza. La educación está destinada a prepararnos para un «vivir pleno» (como [i34] dice Herbert Spencer), lo cual podrá ser verdad, pero difiere el alcance y capacidad de cada hombre. El nivel inferior y el superior que puede alcanzar el hombre varía al infinito, y quien está dotado para actuar en una esfera particular, puede resultar ridículamente inadecuado en otra. Por lo tanto para «vivir plenamente» tendrían que desarrollarse algunas normas si se quiere que tal definición sea de utilidad. Para hacerlo debemos determinar el tipo puro del hombre íntegro y perfecto, y la suma total de su límite de contactos. No es probable haber agotado todas las posibilidades del mecanismo de respuesta del hombre, ni del medio ambiente con el cual éste puede ponerlo en contacto. ¿Dentro de qué límites el hombre puede actuar? Si hay estados de percepción que abarcan desde el hotentote hasta nuestros intelectuales, y hasta los genios y líderes en todos los campos de la expresión humana, ¿cuál es la diferencia entre ellos?  ¿Por qué esos campos de percepción son tan ampliamente diversos? Desenvolvimiento racial, responden unos; estabilidad o inestabilidad glandular, dirán otros; posesión o carencia de facilidades educativas adecuadas, diferencias de medio ambiente y de herencia, dirán también otros grupos de pensadores.

Pero del cúmulo de opiniones surge el hecho básico del amplio alcance de los estados de percepción humanos y la maravillosa comprobación de que la humanidad ha dado origen a tales maravillas de comprensión integral, de pureza de expresión y de perfecta influencia mundial, como las que evidenciamos en [i35] Cristo, Buda, Platón y muchos otros, cuyos pensamientos y palabras dejaron su impronta en las mentes de los hombres durante miles de años. ¿Por qué Son lo que son? ¿Son milagros que surgieron del corazón del Infinito y por eso nadie podrá igualarlos? ¿Son producto del proceso evolutivo y llegaron a ser poderosos por la vasta experiencia y desenvolvimiento? ¿O son la flor de la raza humana que agregó a sus facultades y entrenamiento una cultura especializada que les permitió entrar en un mundo espiritual herméticamente cerrado para la mayoría, y actuar en una dimensión de la cual nuestros más avanzados pensadores nada saben? Nuestros sistemas educativos actuales, ¿llevaron a toda la humanidad a una condición donde millares están preparados para esta cultura especializada y, por lo tanto enfrentamos una crisis en el campo de la educación cimentada en un éxito que, si se lleva a cabo en línea análoga, será en detrimento en vez de ayuda, porque el hombre está preparado para algo nuevo? Muchos creemos que esto es posible y que ha llegado el momento de que los educadores empiecen a preparar a los hombres para la nueva y divina experiencia, y para el maravilloso experimento que los pondrá en posesión de sí mismos, algo que hasta ahora ha sido exclusiva prerrogativa de los místicos y conocedores de la raza. Estos conocedores ofrecen el testimonio de un mundo más amplio que el revelado por el mecanismo de los nervios e investigado por el químico, el físico, el biólogo y el antropólogo; hablan en [i36] términos precisos de una esfera de contactos y de percepción donde son inútiles los sentidos físicos; afirman que han vivido y actuado en estas regiones sutiles, y la perseverancia demostrada en la búsqueda mística de la realidad y la similitud de su testimonio en el transcurso de las edades, inclinan a creer en la posibilidad de ese mundo intangible y de un mecanismo de respuesta, por el cual se pueda establecer el contacto con tal mundo. Las filas de estos “ilusos” místicos y pensadores intuitivos, cuentan con cientos de miles de las mejores mentes de la raza. Repetiremos las palabras de Walt Whitman «Yo y los de mi clase no convencemos con argumentos; convencemos con nuestra presencia». [xxi] 21

La educación se ha caracterizado también por una «venturosa búsqueda del significado de la vida, que implica la capacidad de reflexionar cabalmente». No sé quién lo dijo, pero me parece una descripción excelente del método del místico y de la técnica de la meditación, por la cual el místico se trasforma en conocedor plenamente consciente. No obstante, por mucho que uno trate de explicarlo, tenemos el hecho de que el hombre ha ido investigando a través de las edades y que su búsqueda lo lleva a mayores profundidades que las exteriorizaciones concretas del mundo en que vive. El Dr. Overstreet lo destaca con palabras que llevan el verdadero mensaje místico, diciendo:

«Somos, por lo general, criaturas que vemos ‘cosas’. Vemos lo que vemos y comúnmente no vemos más allá. Experimentar el mundo meramente como un mundo de cosas, es sin duda dejar de ver algo significativo. La experiencia de [i37] las cosas es indudablemente buena hasta cierto punto. Permite movernos en nuestro mundo y manipular los factores de la vida con algún éxito... Sin embargo, es posible obtener una ‘percepción’ distinta de nuestro mundo si somos capaces de desarrollar otro hábito mental. Éste es, en pocas palabras, el hábito de ver lo invisible en la realidad visible, de penetrar superficies, de ver a través de las cosas su fuente de origen». [xxii] 22

Quizás ahora los hombres estén preparados para penetrar bajo la superficie y llevar su búsqueda dentro de la forma externa de la naturaleza, hasta alcanzar su causa misma. Quizá tendamos demasiado a confundir el espíritu religioso con la búsqueda mística. Todo pensamiento claro acerca de la vida y de las grandes leyes de la naturaleza, si se lleva adelante con persistencia y firmeza, conduce finalmente al mundo místico, y esto lo empiezan a comprender los científicos más destacados de nuestra época. La religión empieza con la hipótesis aceptada de lo invisible y de lo místico, pero la ciencia llega al mismo punto trabajando de lo visible a lo invisible y de lo objetivo a lo subjetivo. Como ya se ha expuesto, por el proceso de investigación y de pasar internamente de una forma a otra, el místico llega finalmente a la gloria del yo develado. Parece ser una verdad indiscutible que todos los senderos conducen a Dios, considerando a Dios como la meta final, lo cual simboliza la búsqueda de la realidad por el hombre. Ya no es un signo de superstición creer en una dimensión más elevada y en otro mundo del Ser. Aún la palabra sobrenatural ha llegado a ser profundamente respetable, y posiblemente algún día nuestros [i38] sistemas educativos consideren la preparación del individuo para trascender sus limitaciones naturales, como parte legítima de sus asuntos. Es interesante lo que el Dr. C. Lloyd Morgan dijo acerca de la palabra sobrenatural en las conferencias de Gifford de 1923 y en el Prefacio de su libro: 

«Acepto que existe un sentido inteligible del cual puede decirse que en la jerarquía ascendente de las etapas de progreso consideradas como manifestaciones del propósito divino, cada etapa superior es, a su vez, sobrenatural para la precedente. En este sentido la vida es sobrenatural para lo inorgánico; la comprensión reflexiva es sobrenatural para la mera percepción irreflexiva; la actitud religiosa, que acepta el propósito divino, es sobrenatural para la actitud ética en los asuntos sociales. Para quienes alcanzan esta etapa más elevada, según se la considera, la actitud religiosa ofrece el ejemplar supremo de lo sobrenatural. Es lo que distingue al hombre espiritual». [xxiii] 23

Y añade muy bellamente en lo que a nuestro tema concierne: «El esfuerzo es hacia una nueva actitud, porque creo que es lo que emerge. De allí que se hable de una nueva ‘visión’, de un nuevo ‘corazón’ capaz de sentir una forma de gozo más elevada e intensa». [xxiv]  24

En su notable obra, el Dr. Hocking25 observa que la educación tiene dos funciones. Ante todo establece el tipo y luego proporciona el desarrollo más allá de dicho tipo. La educación está destinada a que el hombre sea verdaderamente humano, a completar y perfeccionar su naturaleza, y revelar [i39] y posibilitar las más profundas potencialidades hacia las cuales tiende toda la humanidad. A la evocación de la voluntad de saber y luego de la voluntad de ser, debe seguir un proceso natural de desarrollo. A este respecto el método de la meditación será considerado parte de la técnica de la educación superior, que la nueva era verá desarrollada; se hallará por este medio, que el ser humano íntegro puede ser desarrollado algo más y conducido a un nuevo reino de la naturaleza. La meditación es primordialmente un proceso educativo autoiniciado que evoca todos los poderes de la voluntad basándose en el equipo actual, pero produciendo al final un nuevo tipo, el tipo del alma, con su propio mecanismo interno y conteniendo en sí las semillas de un desenvolvimiento aún mayor.

De ser algo impuesto desde fuera, el nuevo proceso educativo se convierte en algo que surge desde dentro, y se convierte en esa disciplina mental autoimpuesta que describimos con las tan mal interpretadas palabras: concentración, meditación y contemplación. De ser un proceso de entrenamiento de la memoria y el desarrollo de un rápido método para manejar el mecanismo de respuesta que nos pone en contacto con el mundo externo, la técnica educativa se convierte en un sistema de control de la mente que conduce finalmente a la percepción interna de un nuevo estado del ser. Tal técnica produce a la larga, una rápida reacción y respuesta a un mundo intangible e invisible, a una nueva serie de conocimientos instintivos que tienen su ubicación en un mecanismo de respuesta más sutil. El tipo egoico se impone al [i40] tipo humano como el humano al animal, y así como el humano es producto del entrenamiento y del instinto de la masa y se ha desarrollado extraordinariamente gracias a nuestros sistemas educativos modernos, el tipo egoico es el producto de un nuevo método de entrenamiento mental, impuesto al individuo por su alma y exigido por la urgencia de la búsqueda y por un acto de su voluntad. El alma está siempre latente en la forma humana, pero es atraída a la actividad manifiesta mediante la práctica de la meditación.

Estos dos métodos de completar al ser humano y elevarlo al nivel de la masa, y de producir el surgimiento de un nuevo tipo, el egoico, constituyen la principal diferencia entre los métodos educativos occidental y oriental.

El contraste entre ambos métodos de desarrollo es altamente instructivo. En Oriente se cultiva cuidadosamente al individuo, dejando prácticamente sin educación a las masas. En Occidente tenemos educación de las masas, pero el individuo queda por lo general sin cultura específica. Cada uno de estos dos grandes y divergentes sistemas ha producido una civilización que expresa su genio y manifestaciones peculiares, pero también sus marcados y respectivos defectos. Los postulados sobre los cuales dichos sistemas están basados son ampliamente divergentes y valdría la pena considerarlos, pues en su comprensión y en la unión final de ambos, es posible hallar la solución para la nueva raza de la nueva era.

Primero: El sistema oriental supone que [i41] en toda forma humana habita una entidad o ser, llamado yo o alma. Segundo: Este yo utiliza la forma del ser humano como instrumento o medio de expresión y, mediante la suma total de los estados mental y emocional, oportunamente se manifestará, utilizando el cuerpo físico como su mecanismo de funcionamiento en el plano físico. Finalmente, el control de estos medios de expresión se logra por la Ley de Renacimiento. Mediante el proceso evolutivo (desarrollado a través de muchas vidas en el cuerpo físico), el yo construye gradualmente un instrumento apto para manifestarse y aprende a dominarlo. Así, el yo o alma, llega a ser verdaderamente creador y autoconsciente en el sentido más elevado, y también activo en su medio ambiente, manifestando perfectamente su verdadera naturaleza. Con el tiempo alcanza su total liberación de la forma, de la esclavitud de la naturaleza de deseos y del dominio del intelecto. Esta emancipación final y la consiguiente transferencia del centro de la consciencia del reino humano al espiritual, es acelerada y nutrida por una educación especializada denominada proceso de meditación, que es incorporado a una mente amplia e inteligentemente cultivada.

El resultado de este entrenamiento intensivo e individual, ha sido en extremo espectacular. El método oriental de origen asiático, es el único que ha hecho surgir a los fundadores de todas las religiones mundiales. Es responsable también de la aparición de las inspiradas Escrituras del mundo que moldearon los pensamientos de los hombres, y de la [i42] venida de todos los Salvadores del mundo: Buda, Zoroastro, Shri Krishna, Cristo y otros. Así, Oriente ha traído a la manifestación, como resultado de su técnica particular, a los grandes individuos que emitieron la nota de su era peculiar e impartieron la enseñanza necesaria para el desenvolvimiento de la Idea de Dios en las mentes de los hombres, conduciendo a la humanidad adelante en el sendero de la percepción espiritual. El resultado exotérico de sus vidas puede observarse en las grandes religiones organizadas.

Sin embargo, en el entrenamiento de individuos altamente evolucionados, las masas en toda Asia han sido ignoradas y, en consecuencia, el sistema (desde el ángulo del desenvolvimiento racial) deja mucho que desear, siendo uno de sus defectos el desarrollo de las tendencias visionarias e imprácticas. Con frecuencia, el místico es incapaz de amoldarse a su medio ambiente, pues cuando se hace hincapié exclusivamente en el aspecto subjetivo de la vida, se descuida y pasa por alto el bienestar físico del individuo y de la raza. Se deja a las masas debatirse en la ciénaga de la ignorancia, enfermedad y suciedad, y de allí que existan las deplorables condiciones que predominan en todo Oriente, al lado de la iluminación espiritual más elevada de unos pocos favorecidos.

En Occidente ocurre todo lo contrario. El aspecto subjetivo está descuidado, considerándoselo como hipotético. Los postulados sobre los cuales está asentada nuestra cultura son: Primero, existe una entidad llamada ser humano que posee una mente, un conjunto de emociones y un mecanismo de respuesta por el cual [i43] se pone en contacto con el medio ambiente. Segundo, según la calidad de su mecanismo y la condición de su mente, más la naturaleza de las circunstancias que lo rodean, así será su carácter y disposición. La meta del proceso educativo aplicado global e indiscriminadamente, es que el hombre sea físicamente apto y posea una mente alerta y una memoria educada, reacciones controladas y un carácter que harán de él un valor social y un factor que contribuirá a la economía. Su mente es considerada un depósito de hechos captados, y el entrenamiento dado a todo niño tiene por objeto hacer de él un miembro útil de la sociedad, capaz de autoabastecerse, y decente. El resultado de estas premisas es contrario a las del oriental. No tenemos una cultura específica que dé personajes como los proporcionados por Asia, pero hemos desarrollado un sistema de educación en masa y grupos de pensadores. De allí nuestras universidades, institutos y escuelas públicas y privadas, los cuales dejan su marca sobre millares de personas, estandarizándolas y entrenándolas para obtener un producto humano poseedor de cierto conocimiento uniforme, con una acumulación estereotipada de hechos y variada información. Esto significa que no existe tan deplorable ignorancia como en Oriente, sino un regular alto nivel de conocimientos generales. Se ha obtenido lo que llamamos civilización, con su riqueza de libros y sus muchas ciencias que dieron origen a la investigación científica del hombre y, en la cima de la evolución humana, a los grandes Grupos en contraposición a los grandes Individuos. [i44] Este contraste se puede resumir burdamente de la manera siguiente:

Occidente Oriente

Grupos
Libros
Conocimiento
Civilización Objetiva
Desarrollo mecánico
Estandarización
Educación de las masas
Ciencia
Entrenamiento de la memoria
Investigación

Individuos
Biblias
Sabiduría
Cultura Subjetiva
Desarrollo místico
Excepcionalidad
Entrenamiento especializado
Religión
Meditación
Reflexión

Sin embargo, la causa es básicamente una – el método de educación. Ambos son también fundamentalmente correctos y no obstante, necesitan suplementarse y complementarse mutuamente. La educación de las masas en Oriente conducirá a corregir sus problemas del plano físico que exigen solución. Un amplio sistema de educación general que llegue a las masas analfabetas del pueblo asiático es una necesidad apremiante. La cultura del occidental y el injerto en su cuerpo del conocimiento impuesto por una técnica de la cultura del alma, tal como llega de Oriente, elevará y salvará nuestra civilización, que está desmoronándose rápidamente. Oriente necesita del conocimiento y de la información; Occidente de la sabiduría y la técnica de la meditación.

Este sistema científico y cultural, cuando se aplique a nuestros seres humanos altamente educados, producirá [i45] ese vinculador grupo de hombres que unificará las realizaciones de ambos hemisferios y unirá los reinos subjetivo y objetivo. Actuarán como precursores de la nueva era cuando los hombres sean prácticos respecto a los asuntos mundanos y sus pies estén firmemente asentados en la tierra, pero serán a la vez místicos y videntes, vivirán en el mundo del espíritu y llevarán inspiración e iluminación a la vida cotidiana.

Para obtener estas condiciones y llegar a formar ese gran grupo de místicos prácticos que finalmente salvarán al mundo, son necesarias dos cosas: mentes entrenadas que tengan como base el conocimiento amplio y general (y esto puede dárnoslo el sistema occidental), más una percepción espiritual de la divinidad inmanente, el alma, que se alcanzará por el sistema oriental de meditación científica. La mayor necesidad en Occidente se debe a no haber reconocido al alma ni a la facultad de la intuición que, a su vez, lleva a la iluminación. El desaparecido Profesor Luzzatti26, Primer Ministro de Italia, en el Prefacio de su valiosa obra pedagógica dice «En todas partes se observa que el creciente imperio del hombre sobre sí mismo, no va a la par del acrecentamiento del imperio del hombre sobre la naturaleza». Es esencial que nuestro mundo occidental perfeccione sus sistemas educativos a fin de lograr esta conquista del imperio sobre nosotros mismos.

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13. Jones, Rufus M., The Need for a Spiritual Element in Education. World Unity Magazine, October 1928
14. Carr, H. Wildon, Philosophy of Change, pág. 21
15. Dibblee, George Binney, Instinct and Intuition, pág 128
16. Randall, John Herman, Education and Religion, World Unity Magazine, October 1928
17. Das, Bhagavan, The Unity of Asiatic Thought, i.e., Of All Religions, pág. 12
18. Wiggam, Albert Edward, The New Decalogue of Science
19. Keyserling, Count Hermann, Creative Understanding, págs. 257, 216, 217
20. Martin, Everett Dean, The Meaning of a Liberal Education, pág. Viii, Prefacio
21. Whitman, Walt, Leaves of Grass
22. Overstreet, H.A., The Enduring Quest, pág. 114
23. Morgan, C. Lloyd, Life, Mind and Spirit, pág. X, Prefacio
24. Ídem
25. Hocking, Human Nature and its Remaking
26. Luzzatti, Luigi, God and Freedom