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TERCERA PARTE - EL FINAL DEL ESPEJISMO - Parte 4

a. La Distribución y Manipulación de Fuerza en el Plano Etérico.

Suponemos que el aspirante se da cuenta de la necesidad de establecer un ritmo nuevo y superior en la vida del plano físico, de organizar su tiempo, acatando el mandato del yo superior, y de producir, consciente y científicamente, esos efectos que en sus momentos más elevados le parecen deseables. También suponemos que posee cierto conocimiento respecto al equipo disponible para desempeñar su tarea y que ha aprendido ciertas cosas referentes al vehículo etérico. Ve con claridad los pares de opuestos, aunque todavía lo influyen; es consciente de un desacuerdo fundamental entre su visión de la bondad y su expresión de la misma. Ha aprendido que él es un triple reflejo de una Trinidad superior y que ésta es, para él, la Realidad. Comprende que [i247] la mente, las emociones y el ser físico están destinados a manifestar eventualmente esa Realidad. En síntesis, sabe que si ese aspecto intermedio de sí mismo, el cuerpo etérico, puede ser controlado y 

correctamente dirigido, entonces la visión y la expresión coinciden y finalmente coincidirán. También sabe que el cuerpo físico denso (la apariencia tangible externa) es sólo un autómata, obedece a cualquier fuerza y energía que son los factores controladores subjetivos, condicionando así al ser humano. El cuerpo físico ¿ha de ser controlado por la fuerza emocional que afluye a través del centro sacro y produce el deseo de satisfacer los apetitos físicos, o a través del plexo solar que conduce a la satisfacción emocional de cualquier tipo? ¿O ha de responder a la mente y trabajar, en su mayor parte, bajo el impulso del pensamiento proyectado? ¿O quizás ha de ser dirigido por una energía mayor que cualquiera de éstas, pero hasta ahora aparentemente impotente la energía del alma como expresión del Ser puro? ¿Ha de ser impelido a la acción bajo el impulso de las reacciones sensorias, ideas y pensamientos, que emanan de otros seres humanos, o ha de ser motivado e instigado a la actividad bajo la dirección de la Jerarquía espiritual? Éstas son algunas preguntas a las que debe hallarse respuesta. La etapa de la aspiración, de los sueños y del pensamiento ansioso, debe ser ahora reemplazada por la acción directa y el empleo cuidadosamente planeado de las fuerzas disponibles, lanzadas a la actividad por medio del aliento, bajo la dirección del ojo interno y controlado por el individuo espiritual. ¿Qué energías pueden y deben emplearse así? ¿Cuáles son las fuerzas que deben ser dirigidas? ¿De qué manera pueden ser controladas? ¿Deben ser ignoradas y con ello inutilizarlas o son fuerzas necesarias para el gran trabajo creador?

Como verán, el primer paso del investigador espiritual es asegurarse realmente a la luz de su alma– dónde se halla con exactitud su foco de identificación. [i248] Con esto quiero significar que es en el plano mental donde debe emplearse principalmente la energía. ¿Es predominantemente emocional, y la mayor parte del tiempo utiliza fuerza del plano astral? ¿Puede entrar en contacto con el alma y atraer energía del alma de tal manera que rechace o contrarreste la fuerza de su personalidad? ¿Puede así vivir como alma en el plano físico, por medio del cuerpo etérico? Si estudia seriamente este problema, descubrirá, a su debido tiempo, qué fuerzas predominan en el cuerpo etérico y se dará cuenta conscientemente de las circunstancias y experiencias que exigen el empleo de la energía del alma. Esto tomará tiempo y será el resultado de una observación prolongada y de un concienzudo análisis de los actos y de las reacciones sensorias, de las palabras y de los pensamientos. Como pueden ver, encaramos un problema intensamente práctico que, al mismo tiempo es parte intrínseca de nuestro estudio y evocará cambios fundamentales en la vida del discípulo.

A esta observación y análisis de la intensidad de la fuerza o fuerzas empleadas, agregará las condiciones que las impelerán a la acción, cuya frecuente aparición, le indicarán lo que es nuevo y lo que es hábito y análogamente la naturaleza de su expresión. De esta manera, llegará a una comprensión de los factores condicionantes que actúan a través de su cuerpo vital, haciendo de él lo que esencialmente es en el plano físico, lo cual será una profunda y significativa ayuda espiritual.

Dicho período está limitado, sin embargo, a una observación mental inteligente. Forma la estructura del trabajo a realizar, proporciona seguridad y conocimiento, pero deja la situación tal como estaba. El siguiente paso consiste en percibir la 

cualidad de las fuerzas aplicadas; cuando logra realizarlo hallará que es necesario descubrir no sólo el rayo de su alma y el de su personalidad, sino también los rayos de su mecanismo mental y de su naturaleza emocional. Esto conducirá [i249] necesariamente a otro período de investigación y de cuidadosa observación, si no es ya consciente de ello. Cuando digo que a esta información se debe agregar una concienzuda consideración del poder de las fuerzas y energías que le llegan astrológicamente, verán cuán difícil resulta la tarea que se ha impuesto. No sólo ha de aislar sus cinco energías de rayo, sino que debe tener en cuenta la energía de su signo solar, que condiciona su personalidad, y la de su signo ascendente, cuando trata de estimular a esa personalidad para que responda al alma, realizando así el propósito del alma por medio de la colaboración de la personalidad.

En consecuencia siete factores condicionan la cualidad de las fuerzas que tratan de expresarse por medio del cuerpo etérico:

  1. El rayo del alma.
  2. El rayo de la personalidad.
  3. El rayo de la mente.
  4. El rayo de la naturaleza emocional.
  5. El rayo del vehículo físico.
  6. La energía del signo solar.
  7. La influencia del signo ascendente

Sin embargo, una vez que han sido comprobados y existe cierta seguridad respecto a su verdadera realidad, el problema comienza a resolverse y el discípulo puede trabajar con conocimiento y comprensión. Se convierte en un trabajador científico en el campo de las fuerzas ocultas. Entonces sabe lo que está haciendo, con qué energías ha de trabajar y comienza a sentirlas mientras se encaminan hacia el vehículo etérico.

Llega así a la etapa en que está en condiciones de conocer la realidad y el trabajo de los siete centros, por donde entran y salen las fuerzas y energías activas que le conciernen inmediatamente en esta particular encarnación. Entra en un período prolongado de observación, de experimento y experiencia y emprende una campaña de pruebas y errores, [i250] de éxitos y fracasos, que exigirá toda la fortaleza, el valor y la resistencia de que es capaz.

Hablando en forma general, la energía del alma actúa a través del centro superior de la cabeza y es llevada a la actividad por medio de la meditación y la aplicación de la capacidad de hacer contacto. La energía de la personalidad integrada se enfoca a través del centro ajna, entre los ojos, y cuando el discípulo logra identificarse con eso y es también consciente de la naturaleza y de la vibración de la energía de su alma, entonces puede empezar a aplicar el poder de dirigir, empleando los ojos como medio de dirección. Habrán comprendido, a través de los estudios realizados que existen tres ojos, para ver y dirigir, a disposición del discípulo.

1.El ojo interno, el ojo del ser humano espiritual. Es el verdadero ojo de la visión e involucra la idea de dualidad (del veedory lo que es visto) . Aquel través del cual el alma mira el mundo de los seres humanos y dirige a la personalidad.

2.El ojo derecho, el ojo de Budi, responde directamente al ojo interno. A través de este ojo puede ser dirigida en el plano físico la actividad más elevada de la personalidad. Respecto a esto tienen un triángulo de fuerzas espirituales que puede ser impelido a una actividad singular por el discípulo avezado y el iniciado.

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[i251] Por medio de esta triplicidad, el iniciado entrenado trabaja, por ejemplo, cuando ha de ocuparse de un grupo de personas o de un individuo.

3.El ojo izquierdo, el ojo de manas, es el distribuidor de la energía mental controlada correctamente se refiere a los propósitos correctos de la personalidad. Este ojo también forma parte de un triángulo de fuerzas, disponibles para el uso del aspirante y del discípulo en probación.

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El ojo interno o divino está pasivo y relativamente inactivo, siendo el órgano de observación en lo que concierne al alma, no es todavía en la mayoría de los casos – un distribuidor de energía rectora del alma. Sin embargo, el aspirante reorientado, disciplinado, integrado y enfocado en su personalidad purificada, emplea fuerza búdica y manásica; comenzando a ser intuitivo y predominantemente mental. Cuando estos dos triángulos están controlados y empiezan a funcionar adecuadamente, los siete centros del cuerpo etérico están bien dirigidos, llegando a ser los receptores del ritmo establecido en el ser humano desarrollado y por consiguiente, presentan al alma un instrumento por intermedio del cual afluirán las energías apropiadas, y la plena organización y el propósito de un hijo de Dios en función, pueden manifestarse en la Tierra.

Luego viene lo que hemos llamado la etapa de orientación. El alma y la personalidad integrada es quien gobierna y, en una vuelta más alta de la espiral, lo hace la Mónada, [i252] siendo entonces la personalidad simplemente el agente del espíritu. A través de los dos triángulos, ambos trabajan sincrónicamente, los centros de la columna vertebral (cinco en total) son controlados rítmicamente. La energía es dirigida a ellos y a través de los mismos; constantemente adquieren una hermosa organización que ha sido descrita como la “vida flamígera de Dios”, vida de dedicación y servicio espirituales, donde el triángulo superior es el más poderoso.

Los tres enunciados siguientes resumen la historia de la oportuna liberación de la Gran Ilusión, por parte del discípulo:

Primero, como alma, actuando a través del triángulo superior, llega a ser el agente director, dispersando la ilusión. La mente se ilumina.

Segundo, como personalidad (bajo la acrecentada influencia del alma), actúa por medio del segundo triángulo, disipando el espejismo. Se rompe el control ejercido por la naturaleza astral.

Tercero, como discípulo, actuando como alma y personalidad integrada, dirige la expresión de su vida, maya, o el mundo de las energías etéricas, se desvitaliza y sólo se emplean esas fuerzas y energías que llenan la necesidad del discípulo o del iniciado, cuando cumple el designio divino.

Observarán que esto está incluido y se realiza en el séptuple trabajo recién mencionado, lo cual puede resumirse de la manera siguiente:

1. El discípulo descubre el foco de su identificación.

2. Se cerciora de la naturaleza de las fuerzas que acostumbra a emplear y que perpetuamente lo impulsan a la acción. [i253]

3. Se hace consciente del poder y frecuencia de esta expresión de fuerza.

Esto lo realiza como observador mental.

4. Llega a ser consciente de la cualidad de las fuerzas empleadas, su relación con los rayos y su significado astrológico.

Esta actividad es sensoria sensible, aunque no tan mental como las tres etapas anteriores.

5. Identifica los centros en el cuerpo etérico, y se da cuenta de su existencia individual como agentes de fuerza.

6. Los “triángulos de visión y orientación” situados en la cabeza, llegan a la etapa de organización y:

  • a. se convierten en mecanismos activos y funcionando
  • b. se relacionan y funcionan como un solo instrumento de expresión. Esta actividad es objetiva y subjetiva

7. Impulsa al cuerpo físico a la actividad, mediante los agentes rectores situados en la cabeza y los centros de la columna vertebral.

Ahora surge el interrogante de cómo se realiza esto, conduciéndonos al segundo punto.

b. La Aplicación de la Ciencia de la Respiración

Se han dicho y enseñado muchas cosas sin sentido acerca de la ciencia de la respiración. Muchos grupos imparten instrucciones peligrosas sobre la respiración peligrosas porque están basadas en el conocimiento teórico y sus exponentes nunca las han practicado mayormente, y también peligrosas porque algunos grupos simplemente explotan, con fines lucrativos, a aquéllos que no están [i254] preparados para ello. Afortunadamente para la mayoría de los aspirantes, la información e instrucción es inconsistente, inexacta y con frecuencia inocua, aunque en muchos casos produce reacciones significativamente malas. El propósito del aspirante común es tan débil que no puede cumplir oportunamente con los innumerables requisitos diariamente y en forma persistente, ni dedicar la atención que sería la garantía para un éxito dudoso, no existiendo peligro en tales casos. Muchos grupos ocultistas explotan el tema a fin de erigir un misterio y presentar una atracción al incauto, de modo que sus adherentes tengan algo en qué ocuparse y así adquirir fama como ocultistas eruditos y bien entrenados. Cualquiera puede enseñar ejercicios de respiración. Más bien consisten en inhalaciones y exhalaciones periódicas, medidas y espaciadas, de acuerdo al deseo del instructor. Donde se realice un esfuerzo persistente se obtendrán resultados, y serán generalmente indeseables, pues el instructor común pone el énfasis sobre la técnica de la respiración y no sobre las ideas que por la energía que esta respiración engendra deberían tomar forma en la vida del discípulo.

Toda la ciencia de la respiración está erigida alrededor del empleo de la Palabra Sagrada OM. El uso de dicha Palabra debiera estar limitado únicamente a los aspirantes que se han comprometido seriamente a hollar el Camino, pero su empleo ha sido difundido y prescrito por muchos instructores sin escrúpulos, especialmente los swamis llegados de la India, que se hacen pasar por santos, obteniendo que las incautas mujeres de Occidente caigan en sus redes. La Palabra es empleada sin ninguna intención espiritual sino simplemente como un sonido que, llevado sobre el aliento, produce resultados psíquicos que indican a los crédulos su profunda espiritualidad. La dificultad reside en que la respiración está inevitablemente relacionada con el OM, pero los efectos dependen del motivo y de la intención interna establecida. El oriental, a menos que haya alcanzado la cuarta o quinta iniciación, no tiene una verdadera comprensión del [i255] occidental, de su mecanismo ni de su equipo que, como resultado de una civilización y de un modo de vida particular, difieren ampliamente de los del oriental. En Oriente, el problema del instructor o Gurú consiste en tomar personas negativamente polarizadas y hacerlas positivas. En Occidente, las razas son por lo general de actitud positiva y no necesitan un entrenamiento como el que se le da al oriental. ¿Qué quiero significar exactamente al hacer esta afirmación? Quiero decir que en Oriente, el factor voluntad (la cualidad del primer aspecto) se halla ausente. El oriental, particularmente el habitante de la India, no posee voluntad, el incentivo dinámico ni la capacidad para ejercer esa presión interna sobre sí mismo que traerá resultados definidos. Por esta razón, esa civilización particular es tan inadaptable a la civilización moderna; el pueblo de la India hace pocos progresos en lo que respecta a la ordenada vida municipal y nacional, estando muy atrasado en lo que respecta a la vida civilizada moderna. Generalizando, el occidental es positivo, y necesita la fuerza rectora del alma, pudiendo obtenerla con muy poca enseñanza. La raza Aria está obteniendo hoy una fusión entre el aspecto voluntad, la mente y el cerebro. No pasa lo mismo en Oriente. Allí sucederá más adelante.

El único factor que hace eficaz la respiración es la intención, el pensamiento y el propósito que se hallan detrás de él. Aquí tienen la clave para los ejercicios de respiración dinámica y útiles. A no ser que en el discípulo haya una clara apreciación del propósito, sepa exactamente lo que está haciendo, cuando practica la respiración esotérica, y comprenda el significado de las palabras “la energía sigue al pensamiento”, los ejercicios de respiración son pura pérdida de tiempo y pueden ser peligrosos. De esto puede deducirse que sólo cuando existe un vínculo entre la respiración y el pensamiento se obtendrán algunos resultados.

Detrás de esto, hay un tercer factor aún más importante, la voluntad. Por lo tanto, la única persona que puede practicar segura [i256] y útilmente los ejercicios de respiración es aquélla cuya voluntad es activa su voluntad espiritual y, por lo tanto, la voluntad de la Tríada espiritual. Cualquier discípulo que está en proceso de construir el antakarana puede empezar a emplear, con mucho cuidado, ejercicios de respiración dirigidos. Pero, en último análisis, únicamente los iniciados de tercer grado, que están entrando bajo la influencia monádica, pueden, correctamente y con éxito, emplear esta forma de dirigir la vida y alcanzar resultados efectivos. Esto es fundamentalmente verdad. Sin embargo, este esfuerzo ha de comenzar a realizarse, estando invitados los verdaderos discípulos.

Si son consideradas todas las implicaciones del párrafo anterior, evidentemente el discípulo ha de establecer, como paso preliminar, una relación directa entre su cerebro, su mente y el aspecto voluntad de la Tríada espiritual; en otras palabras, el receptor negativo del pensamiento (el cerebro), el agente de la voluntad (la mente) y la Tríada misma, han de ser puestos en contacto recíproco vía el antakarana. Cuando dicha relación existe, o ha comenzado a establecerse, los ejercicios de respiración pueden iniciarse sin peligro y benéficamente. Como verán, sólo la voluntad dirigida, empleando como agente la respiración rítmica organizada, puede controlar los centros y producir un propósito ordenado en la vida. Por lo tanto, ésa es la idea dominante o línea de actividad mental, con la cual el discípulo debe ocuparse al practicar el ejercicio de respiración. Esta idea debe personificar algún propósito, alguna actividad planeada y cierta meta determinada, antes de ser generado, reunido y exhalado, el aliento que la ingeniará o desarrollará, convirtiéndose así en portador de poder. Esto debe realizarse, en aras de la intención consciente, si puedo hablar aquí en forma simbólica. Los invito a que lean frecuentemente estas últimas frases, porque conciernen a la Ciencia de la Respiración y encierran la clave para realizar el trabajo necesario. Esta ciencia considera principal y básicamente las ideas formuladas en nítidas formas mentales, [i257] que condicionan la vida del discípulo en los niveles etéricos. Desde allí, condicionarán eventualmente su vida en el plano físico.

No tengo la intención de dar algún ejercicio de respiración que los discípulos o aspirantes pudieran emplear, o probablemente abusar de ellos. La primera responsabilidad consiste en ser conscientes de los impulsos dentro de sí mismos, los cuales podrían impeler a los centros a la actividad y producir así condiciones y acontecimientos en el plano físico. Cuando estos impulsos están clara y firmemente establecidos en la conciencia mental del discípulo, nada evitará que emerjan, a su debido tiempo, a la luz del día. Pero han de seguir un proceso ordenado de gestación y aparecer cuando corresponde.

Cuando hay verdadero idealismo, recto pensar, más una comprensión del vehículo de expresión y del mundo de las fuerzas en que la idea ha de ser lanzada, entonces el estudiante puede seguir sin peligro ciertos ejercicios de respiración programados, y la segunda fase o el resultado de una respiración rítmica establecida aparecerán. Esto es inspiración.

Los ejercicios de respiración tienen un efecto puramente fisiológico cuando no están impulsados o motivados por el pensamiento dirigido y no son el resultado del aferramiento y logro de un punto de tensión por parte del aspirante. Mientras se lleva a cabo el proceso de aspiración y exhalación, debe mantenerse una clara línea de pensamiento activo, para que el aliento (al ser expelido) sea cualificado y condicionado por alguna idea. Es aquí donde fracasa tan a menudo el aspirante común. Por lo general se halla tan intensamente ocupado con el proceso de dirigir la respiración y la expectativa de algunos resultados fenoménicos, que olvida el propósito vital de la respiración: energetizar y agregar cualidad a la vida de los centros por medio de algún pensamiento proyectado y presentado, expresando cierta y determinada idea emitida. Allí donde falta esta estructura de pensamiento idealista, los resultados de la respiración serán prácticamente nulos o – [i258] donde hay resultados de cualquier tipo en estas circunstancias– no estarán relacionados de ninguna manera con el pensamiento, sino que serán de naturaleza psíquica. Entonces, pueden producir un desarreglo psíquico duradero, porque la fuente emanente de la actividad es astral y la energía proyectada va a centros que se hallan situados debajo del diafragma, nutriendo así la naturaleza inferior, enriqueciendo y fortaleciendo su contenido astral y, por ello, aumentando y profundizando el espejismo. Los resultados pueden ser también fisiológicos, estimulando al cuerpo etérico, lo que conduce al fortalecimiento de la naturaleza física, produciendo a menudo serios resultados, pues el aliento es llevado a centros que deberían estar en “proceso de elevación”, tal como se lo denomina esotéricamente; esto aumenta su potencia física, nutre los apetitos físicos y hace la tarea del aspirante muy difícil cuando trata de sublimar la naturaleza inferior y arraigar o enfocar arriba del diafragma o en la cabeza, la vida de los centros.

Entonces, se acrecienta el espejismo y maya y, durante la vida en que estos ejercicios son mal aplicados, el aspirante permanece en una condición estática y sin beneficio. Cuando aspira o inhala, extrae el aliento de su propia aura, su “círculo infranqueable” áurico nutre a la naturaleza inferior y establece un círculo vicioso dentro de sí mismo, que se fortalece diariamente, hasta que está completamente envuelto por el espejismo y maya, que constantemente establece y restablece. Los centros inferiores se vitalizan continuamente, llegando a ser extremadamente activos, y el punto de tensión desde el cual el aspirante trabaja se encuentra enfocado en la personalidad y no en el alma; el estar consciente de lo excepcional de la respiración especial y la expectativa por los resultados fenoménicos, impiden la entrada a todo pensamiento, excepto las reacciones inferiores de naturaleza kamamanásica, la cual fomenta la emoción y aumenta enormemente el poder del cuerpo astral, y con frecuencia los resultados fisiológicos son también poderosos y [i259] notables, como puede ser un gran desarrollo del tórax y la fortificación de los músculos del diafragma. Algo de esto puede verse en el caso de los cantantes de ópera. El canto tal como ahora se enseña es la manifestación de algún aspecto inferior de la respiración y en el caso de los citados cantantes produce un gran desarrollo del tórax, intensifica la emotividad, trae inestabilidad en la manifestación de la vida, que a menudo denominan temperamento, y el canto queda totalmente sometido a la naturaleza astral.

Existe un método superior y más eficaz de canto, por el cual se obtiene un punto de tensión diferente e involucra un proceso de respiración que extrae la energía necesaria de fuentes superiores y más amplias que las comúnmente empleadas, lo cual traerá la inspiración que implicará completamente al ser humano y no despertará simplemente su reacción emocional hacia el tema de su canción y su auditorio. Esto dará lugar a un nuevo método de canto y de respiración basado en una forma de respiración mental, que llevará la energía y la inspiración consiguiente, proveniente de fuentes que se hallan fuera del aura de la personalidad. Aún no ha llegado el momento para esto. Mis palabras serán poco comprendidas hoy, pero en el próximo siglo los cantantes sabrán extraer las reservas de la inspiración por medio de una nueva técnica y un nuevo método de respiración. Tales técnicas y ejercicios se enseñarán prudentemente en las nuevas y futuras escuelas esotéricas.

La inspiración es el proceso de cualificar, vitalizar y estimular la reacción de la personalidad vía los centros hacia ese punto de tensión donde el control del alma se hace presente y evidente. Es el modo por el cual la energía del alma puede inundar la vida de la personalidad, irrumpir a través de los centros, expulsando todo lo que obstaculiza, liberando al aspirante de todos los espejismos y maya que aún quedan, perfeccionando un instrumento mediante el cual pueda escucharse la música del alma, y más adelante la cualidad musical de la Jerarquía. No olviden [i260] que el sonido compenetra todas las formas; el planeta mismo tiene su propia nota o sonido; cada diminuto átomo tiene su sonido; cada forma puede ser evocada en la música y cada ser humano tiene su cuerda particular, y todas las cuerdas contribuyen a la gran sinfonía que la Jerarquía y la Humanidad están ejecutando y ejecutan ahora. Cada grupo espiritual tiene su propio tono, si puedo emplear una palabra tan inadecuada, y los grupos que colaboran con la Jerarquía producen incesantemente música. Este ritmo de sonidos y esta miríada de acordes y notas se fusionan con la música de la Jerarquía, y tal sinfonía se enriquece continuamente; en el transcurso de los siglos, estos sonidos se unirán lentamente y fusionarán entre sí hasta que algún día la sinfonía planetaria que Sanat Kumara está componiendo, habrá terminado y nuestra Tierra hará una notable contribución a los grandes acordes del sistema solar, lo cual constituye una parte intrínseca y real de la música de las esferas. Entonces, como dice La Biblia, los Hijos de Dios, los Logos planetarios, cantarán al unísono. Tal será el resultado de la correcta respiración, del ritmo controlado y organizado, del verdadero y puro pensar y de la armoniosa relación de todas las partes del coro.

Reflexionen sobre este tema, considerándolo como ejercicio de meditación, y así adquirirán inspiración.

c. La Técnica de la Indiferencia

En otros de mis libros, he dado mucha información sobre el cuerpo etérico y los centros, mayores y menores, que se hallan dentro de su radio. Entre los estudiantes existe la tendencia, cuando piensan en los centros, a identificarlos con el cuerpo físico y no con el cuerpo etérico. Esto se refiere más bien a la ubicación, en la mayoría de los casos, lo cual es un error. Los aspirantes debieran evitar toda concentración [i261] sobre el cuerpo físico y aprender gradualmente, a ubicar su foco de atención en el cuerpo etérico. El cuerpo físico es activo y poderoso, y debería ser considerado cada vez más como un autómata, influido y dirigido por:

  1. El cuerpo vital y las fuerzas de maya, o por la inspiración que emana desde puntos de tensión espiritual.
  2. El vehículo astral y las fuerzas del espejismo, o por el amor consciente y sensible que emana desde el alma.
  3. La mente y las fuerzas de la ilusión en los tres mundos,o por la iluminación que viene de fuentes superiores a la vida.
  4. El alma, como vehículo de la impresión monádica, hasta el momento en que ha sido construido el antakarana, ese puente construido con materia mental, que oportunamente unirá a la Mónada y a la personalidad.

Uno de los problemas que han de resolver los discípulos es conocer la fuente del incentivo o impulso, de la impresión o inspiración que –vía el cuerpo etérico– impulsan al cuerpo físico a la actividad en el plano físico, demostrando así la cualidad, el propósito y el punto de tensión del ser humano encarnado, y manifestando la naturaleza del ser humano tal como es, en un punto dado de la escala evolutiva. De acuerdo a las tensiones y a los impulsos indicados, así será la actividad de los centros. Por lo tanto, podrán ver que gran parte de mi enseñanza invierte los usuales procedimientos ocultistas. No enseño la manera de despertar los centros, porque el correcto impulso, la firme reacción a los impulsos superiores y el reconocimiento práctico de las fuentes de inspiración, impulsarán a los centros automáticamente y sin peligro, a la actividad necesaria y apropiada. Éste es un sensato método de desarrollo y, aunque lento, no conduce a un desarrollo prematuro y produce un desenvolvimiento íntegro; permite al aspirante [i262] convertirse verdaderamente en el Observador, y saber con seguridad lo que está haciendo; conduce a cada centro a un punto de respuesta espiritual y luego establece el ritmo ordenado y cíclico de una naturaleza inferior controlada. Es verdad y posible que los ejercicios de respiración puedan tener lugar oportunamente en el entrenamiento del discípulo, pero serán auto iniciados, como resultado de una vida rítmica y del constante y correcto empleo de la Palabra Sagrada OM. Cuando un discípulo en meditación emite el OM siete veces por ejemplo, equivale a un ejercicio de respiración; cuando puede enviar la energía generada, a uno u otro de los centros, en alas del pensamiento consciente y planeado, está produciendo cambios y reajustes dentro del mecanismo que manipula fuerza, y cuando esto puede realizarse con facilidad y con la mente mantenida en un punto de “tensión totalmente mental” el discípulo se halla bien encaminado para desplazar todo su foco de atención del mundo de la ilusión, del espejismo y de maya hacia el reino del alma, en el mundo de la “luz clara y fría” y en el reino de Dios.

Cuando también agrega a esto la comprensión y la práctica de la Técnica de la Indiferencia, está libre y liberado, y en todo momento es esencialmente el Observador y el Empleador del mecanismo de manifestación.

¿Qué significa esta técnica? ¿Qué es indiferencia? Me pregunto si comprenden el significado de la palabra “indiferencia». En realidad significa adoptar una actitud neutral hacia aquello que se considera el no yo; involucra el rechazo de lo similar; indica el reconocimiento de una diferenciación básica; significa la negativa a identificarse con lo que no sea una realidad espiritual, hasta donde se percibe y conoce, en un punto dado en tiempo y espacio. Por lo tanto, es algo mucho más fuerte y vital que lo que comúnmente significa esta palabra. Constituye un rechazo activo, sin concentrarse en aquello que es [i263] rechazado. Ésta es una afirmación importante y merece una cuidadosa consideración. Concierne al punto de tensión desde el cual trabaja el discípulo o aspirante observador. El punto de tensión se convierte en la fuente de donde emana cierto tipo de energía que afluye al cuerpo etérico y lo atraviesa, sin ser afectado por maya o por la concentración de diversas fuerzas, de las cuales el cuerpo etérico está compuesto. Indiferencia, técnicamente comprendida, significa un descenso directo de un punto a otro, sin desviación ni distorsión. La entidad manifestante, el discípulo, permanece sólida y firme en este punto de tensión y lo primero que hace es asegurarse dónde se halla, en qué plano se encuentra y cuál es la fuerza de tensión de la que ha de depender. Lo siguiente consiste en descubrir si lo que trata de impartir al cuerpo físico, para producir efectos en el mundo externo del experimento y la experiencia, está distorsionado por cualquier tipo de ilusión, detenida su expresión por el espejismo o propenso a ser desviado por las fuerzas incontroladas y el maya, que ellas producen. Esto no lo comprueba identificándose, en cada etapa descendente, con los obstáculos y posibles obstrucciones, sino intensificando su punto de tensión, recordando constantemente la verdad, por un proceso de proyección, de que él es el Yo y no el noyo, esta proyección consiste en el envío de energía, cualificada y reconocida; 

desde el punto de tensión directamente y sin desviarse, hacia el cuerpo vital, desde donde puede hallar su camino a los siete centros de control.

Aquí aplica la técnica de la indiferencia, y si no lo hace, lo que trata de expresar puede ser detenido y demorado por la fuerza etérica o por los velos de maya. Trabaja, por consiguiente, desde un punto de intensa concentración; rehúsa “apegarse” a cualquier forma o plano, cuando proyecta la energía en y [i264] a través de los tres mundos. Cuando descubre que el progreso ha sido detenido y demorado por la ilusión activa o el espejismo, se “desapega” conscientemente de tales contactos y se prepara para la etapa final de indiferencia y de rechazo de todas las fuerzas, excepto aquéllas que él conscientemente y con determinado propósito trata de emplear en el plano físico.

En último análisis, el punto de tensión para el discípulo medio se halla en niveles mentales, implicando la mente iluminada y un creciente contacto con el alma, siendo entonces capaz de:

  • a. “Ver” con claridad por medio de la luz del alma, demostrando un desarrollado sentido de los valores, pudiendo así disipar la ilusión.
  • b. Proyectar luz conscientemente sobre el plano astral, disipando así el espejismo.
  • c. Derramar la energía de la luz a través del cuerpo etérico y arraigar la luz o energía en los centros adecuados, porque habrá total indiferencia y no se identificará con maya.

En lo que respecta al iniciado, el proceso se lleva a cabo primero desde un punto de tensión dentro del alma, y luego desde un punto de tensión en la Tríada espiritual. Sin embargo, en todos los casos, una vez dentro del “círculo infranqueable” de los tres mundos, la energía rectora produce los resultados descritos en este libro:

  1. La dispersión de la ilusión.
  2. La disipación del espejismo.
  3. La conquista de maya.

Cuando el aspirante lee estas simples aclaraciones de un proceso difícil, parece algo sencillo y fácil de lograr, [i265] pero ello en sí es una ilusión. No se supera tan fácilmente una milenaria identificación con el aspecto forma de la vida; la tarea que tiene ante sí el discípulo es extensa y ardua, pero promete un éxito eventual, siempre que piense con claridad, tenga un serio propósito y realice un trabajo científico planeado.